Hola, queridos lectores =) este es mi primer fic de Vocaloid, espero que les guste. Está basado en la canción Cantarella, pero más específicamente en este video: http: // www . you tube .com / watch?v=h3U-IGxt_q U&feature=related (sin espacios)

Disclaimer: por más que quisiera, Vocaloid no es mío, ni tampoco Miku ni Kaito, ni siquiera tengo una copia del programa. Tampoco me pertenece el video en el que está basado este fic. Lamentablemente, tampoco me pagan por escribir esto, lo hago por diversión.

Disfruten :)


(Miku POV)

Ser una princesa no es cosa fácil. Mi mente se ve siempre asediada con responsabilidades que atender y preguntas sin responder, con la esperanza de algún día tener algo de tiempo para mí misma. Una buena princesa es callada y sumisa, pero con una presencia que inspire respeto, debe verse hermosa todo el tiempo y fingir que le importa vitalmente cada palabra que las otras personas digan. No es que no importen los problemas de los ciudadanos, ni los temas triviales de los nobles, pero a veces me gustaría que no fuese mi obligación atenderles. Esa noche, por ejemplo, se iba a ofrecer un baile en el palacio, y mi padre me dejó bien claro que debía hablar con todos y cada uno de los invitados y causar una buena impresión. Todo lo que yo quería hacer era sentarme al piano a tocar mi melodía favorita, pero una princesa nunca se perdería un evento social en el cual hacer que todos crean que eres distinta.

No quería tener que levantarme para hacer los preparativos. En mi cama, mirando distraídamente al techo, mi mente divagaba en mis recuerdos, transportándome al pasado. En el piso de arriba, alguien tocaba el violín. Recordaba esa melodía, un viejo amigo me la enseñó. Su nombre era Shion Kaito, el hijo mayor del duque de tierras muy lejanas, que se encontraba de visita en nuestro palacio. Él llevó su violín, y comenzó a tocar esa canción tan animada y romántica.

-¿Cómo se llama? – recuerdo haberle preguntado en esa ocasión.

-Cantarella. – respondió, con una media sonrisa que me provocó un sonrojo.

Él se fue, y no volvió a visitarnos desde entonces. Dejó una caja, cerrada con llave, diciendo que adentro había un pequeño regalo para mí, el cual nunca pude abrir porque se llevó la llave con él, y al poco tiempo lo olvidé. Me pregunté quién podría estar realizando una interpretación tan acertada de esa melodía, pero la duda debía esperar a otro momento para ser aclarada. Una mucama entró en mis aposentos para informarme que mi padre quería verme en el desayuno esa mañana, y que debía levantarme y alistarme. Era una tarea inmensamente tediosa, pero una buena princesa nunca desobedecía a su padre.


(Kaito POV)

El palacio real era tan o más grande de lo que recordaba, habiéndolo visitado por primera y única vez hacía diez años. Había recibido una invitación para asistir al baile de primavera, y ya que mi padre había muerto recientemente y yo había heredado su título, me pareció buena idea asistir y mezclarme con los círculos sociales cercanos a la corona. En mis tierras nunca tenía mucha compañía, pues mi carácter serio y solitario solía repeler a las personas. Solían decir que era huraño y ermitaño, pero no me importaban sus habladurías. Esperaba que aceptando la invitación del palacio no sólo lograra codearme con algunas personas importantes, sino que esperaba escapar un tanto de la monotonía de mi hogar.

Llegué al palacio durante la noche, debido a una tormenta que entorpeció el andar de mi carruaje. Fui recibido por el rey en persona, el cual se aseguró de que fuera atendido con los mejores privilegios. Me comentó que mi padre y él eran amigos muy cercanos, y que sentía un dolor muy profundo por su muerte. Asimismo, dijo que era una pena que no hubiese tenido la oportunidad de visitarlo más seguido, pero la lejanía de nuestros dominios era un gran impedimento.

-Por cierto, debo pedirle disculpas en nombre de mi hija por no venir a recibirlo. – me dijo, antes de dejarme solo en la habitación de huéspedes – Se siente algo enferma, y siendo el baile mañana, debemos dejar que descanse para que pueda recuperarse a tiempo.

-Entiendo. – dije, con mi habitual expresión seria.

Lo cierto era que no recordaba mucho a tal princesa, ni me importaba. Sólo la había visto una vez, diez años atrás, cuando una pequeña niña de siete años se había acercado a mí cuando practicaba con mi violín y me había preguntado el nombre de la canción que estaba tocando. En aquellos tiempos, mi personalidad era mucho más extrovertida y alegre, por lo que la pequeña niña y yo nos hicimos amigos. No obstante, habían pasado tantos años que apenas podía recordar su cara, y dudaba mucho que ella si quiera se acordara de mi nombre.

Le dije al rey que ya que había llegado tan tarde al palacio, prefería tomar el desayuno de mañana por mi cuenta, más tarde. El rey, afanado en causarme una buena impresión, aceptó mi petición y dio la orden de que mi desayuno fuera entregado en mi habitación una hora más tarde de lo habitual. Le agradecí, y él se retiró para volver a dormir. Yo, por otra parte, tenía la intención de dormir más de la cuenta, pero me encontré a mi mismo despertándome antes del amanecer, sin una pizca de sueño. Saqué mi violín, y toqué la melodía Cantarella, la misma que había tocado diez años atrás. Eventualmente, cuando el sol salió, decidí dormir un poco más antes de que mi desayuno me fuera entregado.

La noche no tardó en llegar, y con ella el esplendor de las galas palaciegas se desplegó. Con mi mejor atuendo, bajé hasta el gran salón, donde cientos de invitados hacían su aparición y bailaban al ritmo de un vals. Me maravillé ante el lujo de los candelabros dorados, el lustroso suelo de mármol, las mullidas alfombras, el derroche de dinero en los finos vestidos con pedrería. Muchos otros nobles reconocieron el parecido con mi difunto padre, a pesar de nunca haberme visto antes, y se acercaron a hablar conmigo. La mayoría me pareció un puñado de pretenciosos interesados, que sabían de mi relación con el rey y los amplios bienes que poseía, y que no paraban de presentarme a sus hijas. Ninguna de esas niñas mimadas me atraía, eran exactamente de la misma calaña que las mujeres chismosas de mis tierras.

De pronto, todos los invitados comenzaron a revolotear como mariposas asustadas alrededor de una recién llegada. Era alta y esbelta, con largo cabello esmeralda recogido en dos coletas, luciendo un hermoso vestido negro. Caminaba con gracia y elegancia, el movimiento de sus caderas atrajo mi mirada inmediatamente, como una especie de sueño sensual lejano. En cambio, su inocente y tímida mirada era tan tierna que arrancaba sonrisas de todos los aristócratas que saludaba.

-Oh, la princesa Hatsune Miku acaba de llegar. – le dijo una mujer a sus amigas en voz alta detrás de mí. – Escuché que ya tiene diecisiete años. ¿Cuándo decidirá casarse? Siempre está saludando a todo el mundo, pero no acepta ser cortejada por nadie.

-Dicen que el rey quiere casarla con el príncipe del reino vecino para forjar una alianza. – dijo otra mujer – Por eso ella no acepta a los nobles de aquí. Eso es triste, mi hijo quizá podría tener una oportunidad de casarse con ella.

-Quien consiga su mano será extremadamente afortunado.

Mis pies comenzaron a moverse por cuenta propia cuando aquellas mujeres mencionaron su nombre. El resto de su conversación me llegó como un susurro perdido, pues mis pensamientos se dirigían únicamente hacia ella. ¿Era ella la misma niña que había conocido diez años atrás? ¿Cómo podía haberse convertido esa pequeña y curiosa criaturita en una joven tan hermosa y accidentalmente seductora? Aún no podía apartar mis ojos de sus caderas, moviéndose al compás de sus pasos, ni de su cintura estrecha, o de su disimulado escote. La deseaba como no había deseado a ninguna otra, pero aún así su rostro me inspiraba tanta ternura e inocencia, como si fuera un verdadero ángel.

El rey fue a mi encuentro mientras me dirigía hacia la princesa, y tuve que enmascarar mis emociones detrás de mi expresión seria e inexpresiva.

-Venga, señor Shion, - me dijo, señalando con su mano el camino hacia la princesa – permítame presentarle a mi hija.

Así que su padre quería estar presente cuando nos encontrásemos, ¿no? Eso ciertamente desbarataba mis planes de seducirla. Nos acercamos a ella a paso firme, y la joven princesa reaccionó con nerviosismo al ver acercarse a su padre con un extraño.


(Miku POV)

Acababa de rechazar disimuladamente los afectos de otro pretendiente, tal como mi padre me había dicho que hiciera, cuando éste en persona se acercó a mí. Iba en compañía de un hombre que me parecía extrañamente conocido, pero no lograba recordar claramente. Sus ojos azules iban a juego con su cabello, su piel clara parecía suave y tersa, pero sus serias facciones varoniles eran atractivas. Me estremecí bajo su mirada penetrante, la cual parecía hurgar en lo más profundo de mi alma, pero que no dejaba de ser seria y fría. No pude evitar sonrojarme, era el hombre más atractivo que había visto en toda mi vida.

-Miku, hija mía. – dijo mi padre cuando llegó a mi lugar, señalándome con un gesto al hombre que lo acompañaba – Éste es lord Shion Kaito, a quien viste por última vez hace diez años.

-Es un placer volver a verla, señorita. – dijo el aludido, tomando mi mano.

En ese momento, sus labios besaron mi mano, tal como dicta la etiqueta. No obstante, en el último segundo, sentí claramente su aliento cálido, mientras la punta de su lengua entraba en contacto con mi piel. Me sonrojé notoriamente, y miré en dirección a mi padre, quien se encontraba muy ocupado en una pequeña charla con otro noble. Shion Kaito se incorporó lentamente, con su expresión tan seria y fría como antes, sin el más mínimo rastro de la sensualidad de su beso.

-El placer es mío. – respondí, como formalidad que dictaba la etiqueta, tratando de controlar el temblor de mi voz, ya que mi padre volvía a concentrar su atención en nosotros – Hace tiempo que no he sabido nada de usted. ¿Cuándo llegó?

-Anoche. – respondió él, con su voz seca y fría como si nada.

-Lamento no haber estado allí para recibirlo. – dije, trivialmente – Estaba un poco indispuesta.

-Su padre, aquí presente, me presentó sus disculpas anoche. – dijo él, y mi padre asintió ante sus palabras.

-Es cierto. – corroboró.

Fue un alivio cuando finalmente pude dejar la tensa conversación con el nuevo Shion Kaito. Y digo "nuevo", porque el niño de diez años que yo recordaba no se parecía en nada a él. Sus acciones me confundían, y sus palabras eran tan frías y distantes como las de un completo extraño, y por ningún motivo iba a mencionarle la caja con su regalo ni a pedirle la llave.


(Kaito POV)

El nerviosismo de la princesa era, si se quiere, aún más estimulante. Mi pequeño gesto de interés, tan bien disimulado que su padre no se dio cuenta, fue más que suficiente para que sus rodillas temblaran y sus mejillas se enrojecieran. Ella, en su virginal inocencia, no podía enfrentarse a mi descarado pero escondido avance. No obstante, no podía acercarme a ella, o su padre podía enterarse, y eso perjudicaría a todos. Él me estimaba debido a mi padre, pero era obvio que no me quería como pretendiente de su hija, sobre todo si pensaba casarla con ese príncipe extranjero.

Una vez acabado el baile, cuando me encontré solo nuevamente en mi habitación, mi mente no podía apartarse de la princesa. El deseo me quemaba con tanta intensidad, que me di cuenta que aunque el rey tuviese otros planes para ella, debía lograr hacerla mía antes de concluir mi visita. Decidido esto, busqué en mi baúl hasta que encontré una máscara blanca, que ocultaba mis facciones superiores con magistral exactitud, y me puse un sombrero negro que ocultara parte de mi cabello. Sabía que debía seducir a la princesa, y lo haría poco a poco. Con mi disfraz, me encaminé hacia los aposentos reales, escondiéndome entre las sombras.


Fin del primer capítulo. Espero que haya sido de su agrado.

Por favor, dejenme un review con su opinión, la cual es muy valiosa para mi :) Acepto crícticas de todo tipo, menos insultos hacia mi persona.

Matta-ne!