Empiezo a plantear la historia en el después de la Guerra de Invierno. Así que como siempre digo en estos casos, pido perdón de ante mano si alguien se cruza con éste fic dentro de muchos años y resulta ser que de canon no tiene nada x`D (Qué sé yo, Urahara puede morir por ejemplo, pueden pasar tantas cosas, la mente de Kubo es siniestra).


Sus pasos resonaban en la inmensidad del recinto, hecho una furia por el desacato cometido; irrumpir así, en su laboratorio y sin permiso. Mataría a Nemu, a Akon, a todos, pero comenzaría por Kisuke Urahara. Sin embargo cuando lo vio sentado conversando animadamente con un estoico Akon, toda esa furia menguó hasta convertirse en un desprecio palpable.

Miró a su antiguo capitán con asco. Lo miró, después de tanto tiempo.

—¿Qué haces aquí Urahara Kisuke? Te recuerdo que has dejado de ser el capitán como para tomarte estas libertades.

El rubio se incorporó con una sonrisa en los labios y acomodó la visera de su sombrero, feliz por ver al mismo Mayuri de siempre. Akon vio oportuno escapar antes de que su más reciente capitán montara en cólera.

—También es un gusto volver a verte, amigo mío…

—Lo de amigo ahórratelo. —Dio la vuelta tratando de cerrar los programas que estaban a la vista de un ladino Urahara.

—¿En qué estás trabajando ahora? —preguntó, primero observando como la pantalla se iba cerrando y luego a Nemu, quien a un costado permanecía cual florero. Mayuri tomó aire de manera escandalosa, no pensaba responderle. Los latidos de uno de sus corazones comenzó a palpitar de manera frenética; allí, a escasos pasos, estaba el hombre, la razón de sus martirios y obsesiones científicas—. ¿Qué es esto? —Kisuke quiso tomar una esfera que descansaba sobre un cono, rellena de algo que parecía ser agua aunque era consciente de que no podía tratarse de dicho líquido simplemente.

—¡Deja eso! ¡No lo toques! —el capitán se puso de pie, raudo, para arrebatárselo de las manos. Iba a reprocharle tamaña confianza, pero en cambio optó por soltar con veneno—: No entiendo qué haces aquí, en teoría los traidores y los que abandonan el Seireitei tienen la entrada prohibida.

—Es cierto.

—Nemu, avísale al Sou-taichou que aquí en ésta división está Kisuke Urahara —ordenó muy resuelto.

—Ya lo sabe —dijo y Nemu frenó sus pasos y volvió a su lugar al escuchar las palabras del científico rubio. Mayuri lo miró con más desprecio, de ser posible. Kisuke sintió que aquello era una invitación a explicarse—: Sólo pasaba a saludar y a verte.

Esas sencillas palabras alteraron cada célula en la anatomía de Kurotsuchi; indignado volvió la vista al frente, pero no podría trabajar con Urahara a escasos metros, husmeando, metiendo las narices en todo, como siempre.

Varios shinigamis del escuadrón se habían hecho presentes en el laboratorio, no pasaban de la arcada pues sabían que esa zona estaba vedada para ellos, sólo Nemu y Akon -además del capitán, desde ya- podían permanecer en ese sitio.

—Eres una jodida atracción de circo —musitó Mayuri en voz baja arrancándole una pequeña risa al rubio junto a un asentimiento de cabeza. Urahara era alguien muy conocido en la Sociedad de Almas, sobre todo luego de lo ocurrido con el Hougyoku. Muchos integrantes del doceavo escuadrón, incluso, lo admiraban. Eso le resultó irritante al actual cabecilla—. ¡¿Qué carajo hacen ahí, vayan a trabajar buenos para nada?!

Los más jóvenes intentaron huir del lugar de manera poco decorosa, los más veteranos, conociendo a su inclemente capitán, mostraron una partida más solemne, pero de igual modo con el terror impreso en los ojos. Kisuke sonrió, Mayuri era el capitán espeluznante que supuso iba a ser.

—Eres terrible, Mayuri-san. —El mentado chistó y escondió una sonrisa detrás de una mueca de desagrado.

Un breve silencio se instaló, Mayuri intentó volver al trabajo e ignorar a Kisuke, pero maldición, eso era imposible. Por empezar el rubio paseaba de un lado al otro toqueteando todo y haciendo preguntas entrometidas, por el otro, se trataba Kisuke, ya con eso era suficiente para poner su mundo interno patas para arriba.

Desde que supo que estaba en su escuadrón, desde el momento que cruzó las primeras palabras con él, no pudo mirarlo directamente a los ojos. Lo hizo en esa ocasión, para hablarle con desgano.

—¿Vas a decirme qué demonios haces aquí? No juegues con mi paciencia.

—Ya te dije —se quejó el tendero—: he venido a ver cómo está todo. —Echó un vistazo en general, para después posar la vista sobre unos cálculos que había sobre una mesa de estudios, pero que fueron arrebatados por el mismo Mayuri. Lo observó, con una sonrisa en los labios y agregó—: Me alegra ver que has sacado el equipo adelante sin mí, estaba seguro de que lo lograrías.

Kurotsuchi dejó de observar la pantalla de la computadora madre para voltear estupefacto, lo contempló con profunda sorpresa, ya no más rechazo o enojo, absoluta confusión; para luego entrecerrar los ojos y suspirar.

—Vaya, un cumplido de parte de Kisuke Urahara, qué halagado me siento. —La profunda ironía empleada en esa oración le arrancó al rubio una mesurada carcajada, que luego se convirtió en una risa que parecía no querer acabar nunca y para mal en peor, contagiosa.

Mayuri realizó un esfuerzo sobre humano para no seguirle la corriente, pero Dios, era tan estúpido. O se reía con él o lo mataba, y matarlo no podía porque de esa forma no tendría a quien superar. Y lo que empezó como una risa macabra reprimida, fue mutando poco a poco está convertirse en una carcajada.

Ambos hombres reían con ganas ante una perpleja Nemu quien no le encontraba lo gracioso a lo dicho. Además, esa actitud, pocas veces se la había visto a su creador. Kurotsuchi carraspeó para guardar compostura y simular, hacer de cuenta de que nada había pasado.

—¡Nemu! Tráeme algo fuerte para beber.

—Sí, Mayuri-sama. —Se dirigió a Urahara—: Señor, ¿usted desea algo?

—No te tomes libertades, estúpida, si no te las doy. Y desde ya, tráele algo, con veneno —gritó a lo último, serio, pero arrancándole otra risa a su compañero.

—No la trates así —reprochó el rubio.

—No me vengas ahora con tu ética. —Siguió tecleando tratando de ignorar al rubio y concentrarse en su trabajo.

Nemu apareció y les cedió sendas tazas. Urahara olió el contenido a la vez que escuchaba como su colega, "amablemente", despachaba a su subordinada. Lo miró tratando de no mostrar una expresión de censura.

—Tienen sentimientos.

—Sí, claro —satirizó el científico bebiendo de un sorbo el contenido—; son máquinas, Kisuke.

—Yo también tengo una —comentó de la nada—. La llamo Ururu, y créeme, ellos con el tiempo adquieren la capacidad de…

—Bla, bla, bla —lo silenció.

Kisuke frunció la frente, sabía que Mayuri era terco y suponía con certeza que los años no lo habían ablandado en la materia, al contrario. Negó reiteradas veces probando lo que había dentro de la taza.

—¡¿Qué es esto, veneno en verdad?!

—Cocoroco —respondió dándole a las teclas sin cesar.

—Con ese nombre… —Dejó la taza junto al tablero.

—¡No la dejes ahí irresponsable, se llega a volcar… !

Urahara suspiró en señal de hartazgo, tanto tiempo alejado de sus costumbres olvidaba que ese tema a Mayuri lo ponía "sensible". Sacó la taza que dejó sobre una camilla, lejos de elementos delicados.

—Dime —pronunció el rubio apoyando la espalda contra dicha camilla—, ella —refiriéndose a la fukutaichou— ¿cómo la hiciste?

Mayuri lo contempló un instante antes de responderle, pensó seriamente en mandarlo a Hueco Mundo, pero soltando el aire encerrado en los pulmones comenzó a explicar, muy por encima -y básicamente- cómo la había hecho.

Sí, era casi igual a Ururu. Eso le resultaba por demás insultante, si bien Nemu no era perfecta y él sabía muy bien que podía trabajar en creaciones mejores, había sido un logro personal que ahora se veía opacado por las palabras del rubio. Éste no tuvo intenciones de minimizar el logro del presente capitán, en absoluto. Sólo buscaba compartir conocimientos, como en los viejos tiempos.

—Es asexual ¿cierto?

—Sí, pero me encargué de hacerla funcional.

Breve elipsis que fue interrumpido por las palabras del rubio, no sin antes sonreír de medio lado, ahogando la risa.

—Es algo así como… tu muñeca inflable.

Estalló en risas cuando vio la mirada asesina de Mayuri, quien de reojo lo contempló como si de un aborto de la naturaleza se tratara; pero negando con la cabeza él también empezó a reír, cada vez más fuerte. Lo más triste es que tenía razón. ¿Por qué otro motivo la haría funcional?

—Algo así —musitó Kurotsuchi tosiendo para tratar de recomponerse, abandonar la carcajada y mostrarse como el hombre despiadado que siempre era—; igual no es lo mismo… —meditó perdiendo la mirada a un punto cualquiera—. El calor del cuerpo humano… ya olvidé cómo era.

Se sintió perturbado, tragó saliva y se acomodó en la silla irguiendo la espalda, luego siguió tecleando con celeridad, pero debía volver una y otra vez sobre lo ya hecho para corregir errores tontos.

—¿Qué? —masculló el rubio con una seriedad poco usual— ¿Quieres compartir conocimientos —sonrió en plan de broma— como en los viejos tiempos? —Mayuri le regaló en respuesta otra mueca de intensa repugnancia, para protestar más tarde y volver al trabajo. Un silencio, más pesado e incómodo que los anteriores, se hizo presente. Kisuke no podía con su genio—: ¿En qué nuevo proyecto trabajas?

—Si quieres saberlo —el pulso se le aceleró, decir lo que tenía pensado decir era muy estúpido de su parte—, ya sabes… compartir conocimientos. —Y compartir, también, fluidos corporales. Urahara sonrió con más ahínco, iba a responderle algo, pero un arrepentido Kurotsuchi se le adelantó explicándole, sin pretender nada a cambio de la información—: Estoy tratando de confeccionar ¡deja eso! una maquina —continuó luego del exabrupto—, similar a la realidad virtual. —Le quitó de las manos la pequeña canasta con las que había empezado a jugar irresponsablemente.

Se ahorró los detalles, pero a lo largo de toda su vida en el Seireitei, pequeños pormenores hicieron el todo complejo que era hoy en día. El campo artificial de Urahara, el tenshintai, Szayel Aporro, la poción para Sobre humanos…

—¿Y para qué?

—Muchos novatos tardan alrededor de diez años en mejorar apenas un poco. Alcanzar el bankai para alguien nivel teniente y capacitado, lleva otros tantos. En guerras como las pasadas no nos sirven una parva de shinigamis inexpertos.

—Pero eso es inevitable Mayuri-san.

—Claro que no, o sea sí: siempre habrá gente mejor y peor, más capacitada y menos. —No era idiota. Dejó de teclear para, resignado, voltear en la silla y explicarle mejor, eso o el científico frente a sus narices no lo dejaría en paz—. Se trata sencillamente de una cápsula donde los shinigamis podrán pelear y practicar con una realidad virtual, habrán niveles, desde ya, y exigencias.

—Interesante, cuéntame más, ¿cómo vas a llevarlo a cabo? —Urahara buscó una silla que acercó para situarse junto a su colega.

—No, Kisuke, no te acomodes.

—¡Oh, vamos! Cuéntame un poco más.

—Eso es todo lo que te voy a contar —dijo tajante estirándose para tomar un folio sobre el escritorio.

—Qué malo eres —se quejó, para luego soltar lo que tenía en la punta de la lengua—; una máquina con la cual combatir, algo similar a los juegos del mundo humano.

—No lo compares a algo así —se ofendió—. Una máquina es imperfecta y llegado a un punto hay que actualizarla. —Pese a su postura, se encontraba dándole con el gusto a su colega.

—¿Entonces?

—Pensé en Nemu, ella es ideal para éste proyecto. Podrá responder más aprisa que una simple máquina.

—¿La meterás a ella? ¿Pero cómo funcionará? —Mayuri suspiró antes de darle clic y permitirle a la pantalla que mostrara el esquema. Urahara miró con honda curiosidad el bosquejo, un cilindro de alrededor de cinco metros de anchura y diez de altura, dentro un huevo que no era más que la famosa cápsula, capaz de albergar una persona—. ¿Y cómo la mantendrás intacta una vez dentro?

—A través de sondas conectadas a sus principales circuitos. Simularán un cordón umbilical que le proporcionará todo lo necesario para subsistir, además será la manera de comunicarme con ella y darle órdenes.

—Estás utilizando un proceso biológico.

—Sí, para que la comunicación cerebral con ella sea más óptima y rápida, había intentando con lo más sencillo: Un mecanismo eléctrico, pero este sobrecargaba el sistema y lo volvía inestable. —Urahara entendía que Nemu era una máquina, pero mantenerla encerrada dentro de la cápsula para ser un conejillo de india le resultó espantoso. Mayuri pareció adivinar sus pensamientos -sobre todo conociendo su moral- y comentó al respecto—. No te preocupes, ella no sentirá el paso del tiempo. —Abrió otra pestaña mostrándole la formula de una poción—. La llamo formula antinatural. ¿Recuerdas la fórmula para súper humanos? Bueno, es su hermana… lo opuesto.

Los ojos de Urahara brillaron ante la pantalla, lo que Mayuri traía entre manos era algo bestial, sin dudas, que si daba buenos resultados sería muy útil en la sociedad de almas puesto que le permitiría a los Shinigami entrenar y adquirir conocimientos de manera mucho más veloz, y su nombre quedaría por siempre en la Sociedad de Almas; pero la idea de que esa formular existiera lo aletargaba en una infinita sensación de mal augurio.

Desde ya que Kurotsuchi se guardó un poco de información, no tenía intenciones de ahondar en detalles con su colega como en los viejos tiempos hubiera hecho; no por temor a que le robara el experimento, tan sólo no lo quería cerca. Él había creado el Hougyoku solo, llevándose la parte buena y mala de sus actos, ahora era su turno de trabajar a solas y lograr algo mil veces mejor y más provechoso que la orbe de distorsión.

Kisuke no era quien para reprocharle nada, le preguntó cuándo llevaría a cabo la primera prueba, pero Mayuri, errático y astuto, le dio cualquier fecha. Llegó la hora de partir; retiró de entre los pliegues de su kimono verde una lista, el inventario de cosas que solía pedirle a su colega.

Mayuri siempre le había proporcionado -no gratis, desde ya- diversos elementos de contrabando y a espaldas de lo Soul Society desde que se convirtió en un desertor; pero Akon ya no estaba disponible para hacer de repartidor por lo que Kisuke se vio obligado a advertir que en tal caso Yoruichi pasaría a buscar lo pedido generando de inmediato una mueca de aborrecimiento en el capitán y un "no quiero que esa puta pise mi escuadrón". Urahara cerró los ojos y exhaló el aire de sus pulmones con exageración.

Algunas cosas, con el tiempo, nunca cambiaban; y jamás entendió por qué esa aversión hacia Shihouin. Quedó Hiyosu como cadete por esa vez. Mayuri lo vio partir odiándose por dentro, por no lograr mantenerse en su papel. Le tenía demasiada paciencia a Kisuke. No podía darse el lujo de distraerse, la inesperada visita de su ex capitán lo alentó a seguir adelante y concluir con el proyecto.

(...)

La cápsula de simulación estaba lista y suspendida en gravedad nula, cuando la pusieron en marcha vibró ocasionando un sonido entre ensordecedor y enloquecedor, salvo para Mayuri. Aquel ulular continuo era música para sus oídos. Detrás del protector, un vidrio blindado con piedra seki, la máquina de combate estaba lista. Mucho antes de lo esperado. Durante ese tiempo Kurotsuchi hizo trabajar a todo su equipo a sol y sombra, sin detenerse a descansar más de lo necesario.

—Taichou —Akon llamó la atención de su superior—, el segundo al mando del primer escuadrón está aquí.

Mayuri maldijo por lo bajo, pero en cuanto volteó vio al sujeto de tupido bigote canoso.

—El Sou-taichou no podrá hacerse presente —demasiadas obligaciones con la reconstrucción del Seireitei y el mundo humano—, me ha mandado en su lugar a supervisar.

Mayuri no respondió nada, era una sombra que se le pegaría y no podría evitarlo. Todo experimento debía ser supervisado y aprobado por el Comandante, era algo a lo que no estaba exento.

—¿Para cuándo estará listo?

—Ya lo está —respondió desganado—. Hoy le haré algunos ajustes al sujeto de prueba —dijo refiriéndose a Nemu—, y para mañana ya podré comenzar.

Esa noche no durmió bien, la ansiedad estaba a punto de matarlo, necesitaba que todo estuviera en perfecto orden y permaneció en vela estudiando detenidamente lo ya estudiado y haciendo ajustes innecesarios.

La mañana lo descubrió, neurasténico y exacerbado más que de costumbre. Le gritó a Nemu que le daba sólo cinco minutos para estar lista y partió a la sala para aceptar la taza de café que le ofrecía Rin. El gran día había llegado y todo estaba listo.

Nemu se apersonó dedicándole una sentida reverencia a su superior quien, sin titubeos, le ordenó ingresar a la cámara, desde allí escuchó la voz de su creador dándole nuevas indicaciones: que se sentara, que ajustara las sondas, que pusiera en marcha el mecanismo interno.

—¿No se puede ingresar? —La voz de Sasakibe le recordaba que estaba siendo vigilado. Tardó en responder.

—No.

—¿Por qué? —El hombre le habló de la misma manera: tajante y directo.

—Porque Nemu posee en su sistema venenos que yo mismo le he administrado, estando conectada a la cápsula, la cápsula misma es Nemu. —En pocas palabras, pisar el mismo sitio de la muchacha era entrar en su sistema con las consecuencias que aquello acarrearía, tal como le sucedió a Szayel Aporro. Cualquiera que quisiera meterse dentro de ella o comérsela estaría de inmediato en contacto con las pociones administradas—. Además le aseguro que no querrá estar bajo los efectos de un día y una noche de Brahma.

Una sonrisa macabra adornó su pintado rostro, Choujirou no acotó nada, se limitó a mirar el proceder de Nemu sin entender una pizca en qué consistía todo el cablerío y las luces de colores que de improviso el huevo empezó a despedir, para él no era más que un show, aunque comprendía que de dar resultados sería muy provechoso para la milicia.

Desde el interior Nemu sintió un dolor tangible y punzante cuando las sondas se conectaron a su cuerpo, resistió el impacto de la primera ola de información, estaban cargándola de datos, estrategias de combate, probabilidades, técnicas; incluso informes completos como cantidad de Shinigamis dentro del seireitei, cada una de sus zanpakutou y habilidades, incluidos capitanes y sus bankais, limitaciones y efectos.

Cual computador ordinario su cerebro se había ensanchado para recibir todo ese caudal que un ser humano normal no podría almacenar, al menos sin olvidar unas tres cuartas partes de la información.

—Cincuenta y cinco segundos, idiota, no lo eches a perder —escuchó la voz de su creador, directamente en sus circuitos, no como una voz palpable—, sabes lo que tienes que hacer.

Claro que sabía lo que tenía que hacer.

Mayuri, por su lado, rogaba para que todo saliera según lo esperado, recomenzar el proyecto sería muy costoso, pero para su alegría, la cápsula comenzó a responder emitiendo los primeros signos de actividad.

—Ha comenzado, taichou —exclamó Akon frente al tablero.

Nemu, desde el interior, experimentó lo que los humanos llamarían miedo, o sorpresa, no encontraba diferencia en ese momento. La máquina comenzó a vibrar con ella adentro y aunque al principio se sintió ajena, como parte ajeno de un engranaje, poco a poco comenzó a amoldarse a la cápsula y ser una con ella.

Ahora Nemu no gozaba de imperfecciones; parches en los circuitos de su mente, invisible, comenzaron a surgir: cálculos exactos de armas de largo alcance, de corto alcance, movimientos necesarios para evadirlos, análisis matemáticos que con una precisión envidiable le daban con exactitud hacia dónde correr o cuánto moverse para evitar los daños, siempre de acuerdo al nivel del shinigami frente a ella. No era lo mismo preparar y someter a un riguroso entrenamiento a un shinigami novato que a un capitán del Seireitei.

Y así como Nemu sintió eso que los humanos llaman miedo, también experimentó el poder. El miedo ella lo había conocido, muchas veces, su creador la había hecho con el fin de que lograse experimentarlo, así como el dolor, y evitar la autodestrucción.

El miedo era un concepto humano que ella manejaba muy bien, que había padecido en manos de su superior, que había tenido que tolerar y aceptar, pero ahora, lo que sentía, era poder. Y a la indescriptible sensación se le sumó la inminente posibilidad de destruir aquello que la había creado con el único fin de existir, con el único fin de experimentar sufrimiento y desasosiego.

Las luces del laboratorio relampaguearon, se apagaron unos segundos para luego encenderse ante la mirada aterrada del equipo.

—¿Qué sucede? —consultó Sasakibe. Pero fue ignorado, Mayuri se acercó al tablero. La línea uno, interrumpida, la dos también. Corrió por los pasillos para llegar a la Computadora Madre, pero ante sus atónitos ojos la información era literalmente chupada por Nemu. Volvió al laboratorio, portando un semblante entre desahuciado, resignado y espantado.

—Taichou —el siempre estoico Akon perdió su temple—; no la podemos detener, ha infectado todo el sistema desde adentro.

Todo estaba perdido. Mayuri y su equipo entendieron enseguida el fin de Nemu.

La destrucción primero comenzó con un cese absoluto de todo el sistema de seguridad, el caos se inició en el laboratorio. Choujirou, al comprender la situación, quiso detenerla por su cuenta, pero ni su bankai sirvió para salvarse la vida a sí mismo o siquiera detener a la despiadada teniente del doceavo escuadrón.

Nadie la pudo contener, no había Capitán sobre el cual "Lo" no tuviera con precisión sus datos. Decidió acabar con todo de una vez: El gas venenoso se esparció por todo el Seireitei y más tarde una gran explosión apagó la luz, eternamente, de la Sociedad de Almas.

El balance existente se derrumbó y en consecuencia el Mundo Humano dejó de existir. En el vasto firmamento faltaba el Planeta Tierra.

Mayuri con su proyecto, sin duda, había logrado opacar a Kisuke y a la creación del Hougyoku; algo que no se puede controlar o anular resulta ser un arma peligrosa, como en su pasado la misma Orbe de distorsión lo había demostrado.

Él, sólo quiso superarlo; y lo más nefasto es que lo había conseguido.


FIN


—El cocoroco es una bebida alcohólica de origen boliviano hecho con caña de azúcar y con una graduación de entre 93 ° y 96 °.

Espero que la idea se haya entendido. En fin, no me convence mucho pero así quedó; hay un extra o final alternativo pero como es explícito lo subí solo en AO3 y en mi LJ (Aviso por si les interesa xD). El final alternativo, obvio, viene por el lado de Urahara ¿no? Dejé el fic de manera que encaje, pero no quiero spoilearles nada a los que les interese.

Esto está inspirado en dos cuentos, principalmente de "Un día y una noche de Brahma" de Ralph Mylius y luego el concepto de Nemu en "No tengo boca, y debo gritar" de Harlan Hellison. Ambos cuentos NO son mis favoritos del libro (una recopilación llamada "Mensajes de la era del ordenador") pero fueron los que me inspiraron. El primero justamente trata de la oportunidad que se le presenta al conejillo de indias del cuento, el segundo versa sobre la Inteligencia Artificial (que ya saben todo el piripipí ético que hay en torno a la AI). Ahí está el debido disclaimer. Recomiendo leerlos.

Muchas gracias por leer =)

Espero fantasmaalineal que el conjunto te haya gustado. Y gracias Klan por leerme pese a que esto raya el shonen ai.


18 de mayo de 2010

Merlo Sur, Buenos Aires, Argentina.