Hola a todos y (as) de nuevo.

Que creían que de verdad iba a dejar la historia así?

No soy tan mala como para hacer semejante pecado, solo quería hacerlos sufrir un poquito. No se enojen y para que vean cuanto los quiero, aquí esta el epilogo.

Besitos cuídense y cheque mi otro fic.

CAPITULO 10

Edward paseaba por su despacho con la vista fija en su agenda abierta en su mesa. Había contado los días desde la última vez que viera a Bella hasta parar en el cuatro de febrero.

-Ni muy pronto ni muy tarde- murmuro. Diez días eran un periodo razonable.

Dejo de pasear y miro el teléfono. ¿Por qué no llamarla y acabar de una vez?

Se sentó en la mesa, marco el número de Alice y espero.

-¿Diga?-.

-Hola, Jasper, soy Edward Cullen-.

-Hola, Edward. ¿Cómo estas?-.

-Bien. ¿Esta Bella por ahí?-.

-Espera un momento. Esta ayudando a Alice con la cena-.

Edward oyó a Jasper gritar el nombre de Bella y un momento después el ruido sordo de una mano en el auricular.

-Hola- dijo al fin la voz de ella.

-Hola. ¿Qué tal?-.

-Bien, Edward. ¿Y tu?-.

El decidió ignorar la pregunto e ir directo al grano.

-¿Tiene planes para San Valentín?-.

Hubo un silencio y Edward conto los segundos. Le pareció que pasaba una vida, pero en realidad solo había contado hasta tres cuando ella volvió a hablar.

-No-.

-¿Quieres salir conmigo? Podemos ir a cenar y a bailar. Te gusta bailar, ¿no?-.

-Si-.

Edward gimió en su interior. Aquello no iba bien en absoluto. Bella no se mostraba entusiasmada precisamente.

-¿Qué dices?-.

-De acuerdo. Puede ser divertido. ¿A que hora?-.

-Te recogeré a las siete. ¿Te parece bien?-.

-Muy bien. Hasta entonces, Edward-.

-Adiós- colgó el teléfono y apoyo la frente en la superficie fría de la mesa.

-¿Se encuentra bien?-.

Edward levanto la vista, con la barbilla apoyada en la mesa. Su secretaria estaba de pie en la puerta.

-Estoy bien- contesto. –Creía que se había marchado-.

-Esperaba al gerente de viajes con el billete para Denver- entro y dejo el billete de avión en la mesa. –Sale el lunes por la mañana y vuelve el sábado a media tarde-.

Edward se enderezo de la silla.

-Creía que volvía el viernes. El sábado es San Valentín-.

-Han llamado para cambiar la reunión del viernes con los arquitectos por una cena. Dicen que se prolongara y no he podido conseguir vuelo para el sábado por la mañana. No sabía que tuviera planes para San Valentín-.

-Supongo que llegare a tiempo-.

-¿Algo más?- pregunto ella.

-Si. ¿Conoce un buen lugar para ir a bailar en esta ciudad? Y me refiero a un sitio anticuado, con banda de música que toque canciones antiguas románticas. Un lugar para bailar lento-.

Su secretaria sonrió.

-Ahora mismo no se me ocurre, pero puedo indagar-.

Salió del despacho y Edward se recostó en la silla y enlazo las manos detrás de la cabeza. La cena era fácil, conocía unos cuantos restaurantes buenos. Su secretaria trabajaba en el aspecto del baile.

-Flores- murmuro. –Rosas inglesas, por supuesto. Un ramo grande en crema y amarillo-.

Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y saco la cajita de terciopelo que tenia por costumbre llevar consigo. La abrió y saco el anillo de diamantes. Unas semanas atrás, pensaba que su compra había sido un gran error, pero por primera vez desde que Bella se marchara de casa, tenía motivos para esperar que el anillo pudiera acabar en su dedo.

-Es la segunda vez que hacemos esto y la primera no me gusto- protesto Alice.

Bella saco una bolsa de comestibles del asiento de atrás del coche de su amiga y se la paso.

-Solo necesito que me ayudes a meter todo esto y luego puedes irte sin participar en mi delito-.

Alice la siguió de mala gana por los escalones de la casa de Edward.

-¿Cómo sabes que no esta en casa?-.

-He llamado a su despacho y su secretaria me ha dicho que llega a las tres en avión desde Denver. Lo que significa que tengo una hora para empezar la cena, arreglar la casa y cambiarme antes de que llegue-.

-Tengo que admitir que es una idea muy romántica-.

-Sera genial. He comprado CDs de música muy romántica y tengo champan y fresas. Y he gastado quinientos dólares en velas aromáticas. Pienso llenar toda la planta baja de velas. Será muy hermoso-.

-¿No puedes pagar el alquiler y gastas quinientos dólares en velas?-.

-Si esto sale bien, ya no tendré que preocuparme por el alquiler-.

Alice enarco las cejas.

-¿Y el dormitorio? Las velas están bien cuando te dispones a desnudarte-.

-El dormitorio- rio Bella. –Reservare unas pocas por si acaso-.

Abrió la puerta y entro deprisa para desactivar la alarma. Esperaba encontrarse con Thurgood, pero comprendió que estaría en otro sitio en ausencia de Edward y la idea la alivio, ya que así el perro no podría estropear la fiesta. Dejo las bolsas de comida en el mostrador de la cocina y abrió el frigorífico, donde solo había una cerveza y una bolsa de pan.

-Voy a buscar las demás cosas- dijo Alice. -¿Qué vas a cocinar?-.

-Pensaba hacer hígado- contesto Bella. –Pero lo he cambiado por solomillo con salsa de vino, patatas y verduras a la plancha. Y he comprado pastel de chocolate para postre-.

-Quieres mucho a ese hombre, ¿verdad?-.

Bella pensó un momento la respuesta.

-Si. Y hasta ahora tenia miedo de que, si me permitía amarlo, me dejaría. Pero eso ya no me da miedo. Quiero correr el riesgo y ver hasta donde conduce esto. El hizo el primer movimiento al invitarme por ser San Valentín y ahora yo hago el siguiente-.

-¿Le vas a contar sobre tu príncipe de cuento?-.

-Si. Creo que merece saber la verdad. Si se asusta, mala suerte. Pero esta vez quiero que seamos sinceros-.

Alice se acerco a darle un abrazo.

-Me alegro mucho por ti. Se que esto acabara bien-.

-Eso espero- murmuro Bella.

Alice se seco una lágrima y volvió al coche por las demás bolsas. Cuando regreso ayudo a Bella a desenvolver las velas y colocarlas por la casa. Quince minutos después, el olor a vainilla impregnaba todas las habitaciones. Cuando terminaron todos los preparativos en la cocina, Bella decidió encender la chimenea antes de cambiarse.

-Ya esta- dijo al terminar. –Ya solo me queda esperar-.

-¿Y si no viene a casa y va directamente a buscarte?-.

-Entonces tendrás que decirle en donde estoy. Pero yo creo que pasara antes por aquí-.

Alice le dio un abrazo.

-Buena suerte-.

Cuando se quedo sola, Bella volvió a la cocina. Tomo la bolsa con su ropa y subió al curato de baño.

Había elegido una minifalda de cuero negro y un suéter de cachemira negro.

-Suéter ceñido de cuero- murmuro. –Se que es un truco barato, pero tengo que ir a por todas-.

Medias de seda negra y zapatos de tacón alto completaban el atuendo. Se puso perfume en las muñecas y entre los pechos y decidió que ya había hecho todo lo que podía. El resto dependía de Edward.

De pronto oyó el pitido del sistema de seguridad que indicaba que alguien se acercaba a la puerta, respiro hondo, cerro los ojos y musito una plegaria. Salió del cuarto de baño y bajo las escaleras.

Edward estaba de pie en la cocina con aire confuso. En la mano tenia un ramo de rosas inglesas.

-Hola- dijo ella.

El se volvió con una sonrisa.

-¿Qué es esto?-.

-La cena-.

Edward dio un paso hacia ella.

-Tenía grandes planes para esta noche. Cena, baile…-le tendió el ramo. –Flores-.

-Gracias- sonrió ella.

Se puso de puntillas y le dio un beso rápido. Cuando se aparto, Edward la abrazo y beso en la boca a conciencia. Al separarse, Bella estaba sin aliento y muy sonrojada. Abrió la boca, pero no se le ocurrió nada que decir.

-Supongo que debería haber esperado para eso- dijo el. –Pero he pensado en besarte desde la última vez que te vi y no soy un hombre paciente-.

-Yo también he pensado en besos-confeso ella.

-¿Si?-.

-Si-.

-Quizá debamos repetirlo- la miro y movió la cabeza. –Pero todavía no-.

-¿No?-.

-Antes de volver a besarte, necesito saber que ha pasado con ese hombre al que has querido por tanto tiempo. Si sigues pensando en el, lo nuestro no podrá salir bien. Y no tengo intensión de competir por tu cariño. O me quieres al cien por cien o no volveremos a vernos hasta que puedas quererme-.

Bella asintió con la cabeza.

-De acuerdo, eso lo comprendo-.

-¿Y que sientes por el?-.

-Lo quiero. Lo he querido durante mucho tiempo. Cuando lo conocí, pensé que era el hombre más maravilloso del mundo. Y luego estuvimos unos años separados y seguí queriéndolo. Soñaba con que un día nos encontráramos en la calle. Y ese sueño se cumplió no hace mucho-.

El rostro de Edward indicaba que empezaba a comprender.

-¿Y que ocurrió?- pregunto.

-Bueno, fue un desastre. Había un contrato y las familias de los dos y… y me asuste. Tenía miedo de que me dejara si lo quería demasiado-.

Edward entorno los ojos y la miro con incredulidad.

-¿Ese hombre soy yo?-.

-Si-.

-¿Soy el hombre al que quieres?-.

-Si. Y siempre te he querido-.

Edward volvió a besarla, una caricia lenta y lánguida llena de promesas.

-Yo también te quiero- la miro a los ojos. –Ya te quería mucho antes de que me diera cuenta. Y cuando viniste a vivir aquí, te quise a un mas, pero trate de obligarte a que sintieras lo mismo y te aleje de mi. Te quiero, Bella. Te quiero muchísimo-.

La joven enterró el rostro en el pecho de el.

-No se que decir. ¿Qué se puede decir cuando todos tus sueños se hacen realidad?-.

-Si-.

-¿Si?-.

Edward saco la cajita del bolsillo de la chaqueta y se la tendió.

-Di si- murmuro. –Cásate conmigo-.

Bella se mordió el labio inferior he intento reprimir las lagrimas. Respiro con fuerza.

-Si-.

Solo se necesitaba una palabra para borrar los errores del pasado y abrir la puerta del futuro. Edward le puso el anillo en el dedo, la abrazo y la risa de ambos se mezclo con el sonido de una canción de amor de Celine Dion que sonaba en el estéreo.

Bella siempre se había preguntado por que el día de San Valentín solía ser triste para ella, por que nunca estaba acorde con sus fantasías. Y ahora sabía la respuesta. Por que el destino le reservaba un día de San Valentín muy especial, un día que podría guardar en su recuerdo y saborear de por vida, un día en el que se encontraba al fin con el hombre de sus sueños. Un día en el que ese hombre comprendía que también Isabella Swan era la mujer de sus sueños.