Jor, después te explico que pasó con esto. Pero sabes que esto es para ti. 5 meses de espera pero aqui esta.


Capítulo 4

"Cuando soñamos solos, sólo es un sueño. Pero, cuando soñamos juntos, el sueño se puede convertir en realidad". Cora Weis

Las distracciones siempre son buenas para el alma, o eso es lo que dicen algunos filósofos. Pero la realidad es otra, las distracciones te ayudan a enfocarte en otras situaciones o personas, para calmar ansiedades, para enfocar el camino o simplemente para llenar un espacio con alguna actividad menor a la deseada. Algunas distracciones, te envuelven, te perturban o te arrastran.

Harry Potter sabía que las distracciones dan un respiro en la rutina o como en esa ocasión un tiempo de espera para un anhelo mayor. Era exactamente eso, lo que hacía en ese momento rodeado de sus amigos, tratando de calmar su alma, sus sentimientos y la ansiedad de estar con la pelirroja de sus sueños.

El Caldero Chorreante había cambiado en los últimos años, todo gracias a su nueva propietaria, Hannah Abott, quien había transformado aquel pequeño lugar, lúgubre y mugriento de la calle Charing Cross Road de Londres, en un pub joven y con vida, aun alejado de la percepción muggle.

Harry Potter estaba perdido en un mundo dentro de su cabeza y sus ideas. No escuchó los comentarios que George Weasley y Lee Jordan le hacían a Neville Longbottom, o las excusas de su mejor amigo Ronald Weasley por llegar tarde, ni mucho menos las miradas incitantes e invitadoras de las jóvenes brujas de la mesa continua a la de ellos.

Harry, siempre había disfrutado la compañía de sus amigos como cada semana, pero en esos momentos su mente y su corazón estaban lejos de ahí, toda su atención la tenía la preciosa sanadora de el hospital mágico para enfermedades y heridas mágicas.

Su hombro aun molestaba, sus costillas ya no dolían tanto, tenía más movilidad, pero aún reducida a comparación de la habitual.

Hannah llegó con una nueva ronda de bebidas, sacando a Harry de sus pensamientos. Observó a sus amigos, Ron y George discutían acerca de una nuevo producto de la tienda de bromas "Sortilegios Weasley", Lee Jordan coqueteaba fervientemente con un bruja morena muy llamativa a la vista de cualquier hombre con globos oculares y retina, mientras Neville tiraba su cerveza con un rubor embarazoso, característico en él cuando se refería a la joven pelirroja dueña del Pub.

A Neville el amor le había pegado con fuerza, y aunque él tratara de disimularlo era evidente para todos lo que el joven sentía, menos para los interesados, quizás Neville Longbottom algún día encontraría el valor suficiente para externar sus sentimientos a la mujer de la que estaba enamorado. Harry tomó un sorbo de su cerveza de mantequilla, ocultando una sonrisa tras su tarro, quizás Neville no era el único a quien le faltaba valor con respecto a las cosas del corazón.

Harry no pudo evitar observar a la joven que se acercaba a él, no esperaba ese movimiento de parte de aquella muchacha.

Se movía de forma seductora, con seguridad y gracia practicada, Harry casi se atragantaba con el líquido de su bebida. Neville lo observó nerviosamente, los Weasley con sonrisas cómplices de aquellos que dan los hombres casados a sus amigos los solteros con suerte, mientras Lee Jordan, bueno, él estaba ocupado en otro asunto de faldas.

La joven trigueña se acercó a él, susurrándole algo al oído, no pudiendo evitar sonreír por la invitación que llevaba la propuesta, la mujer le provocó un cosquilleo en la nuca al rosar sus labios con su oreja, Harry no le respondió absolutamente nada, solo una sonrisa que todos interpretaron como positiva, incluso Jean, así era como se llamaba la joven.

A Harry le causaba risa y muchas veces incomodidad tales invitaciones o insinuaciones descaradas, la joven se retiró a su mesa, pensando que había logrado su objetivo de seducción. Ron y George también lo asumieron.

-Cuando eres el niño que vivió… - Dijo George

-…Tienes nenas a tu disposición- corearon los demás mientras apuraban sus bebidas en un solo trago.

-Bastardo con suerte – murmuró Lee, ganándose la risa de todos.

Harry puso los ojos en blanco, tras aquellos comentarios y hacia toda la situación en general. Todos ellos no podían estar más que alejados de la realidad, él no aceptaría la invitación de Angie, Jeannie o Johana, no importaba, Harry ni siquiera recordaba el nombre de la muchacha. De hecho para él toda la situación era bastante fastidiosa.

Él solo estaba en el pub, por compromiso, no había tenido otra opción que hacer tras dejar a Ginny en su departamento después de la tarde compartida, a pesar de ser un día de festividades en pareja, de amor y amistad, ellos no habían perdonado su noche de chicos, en realidad Harry solo estaba matando el tiempo de espera con distracciones banales hasta volver a ver a Ginevra.

Quería pasar más tempo con ella, su compañía era una especie de balsa entre la desolada tempestad de su vida; tras misiones que consumían su tiempo y muchas veces ponían en peligro su vida o fracasos en aquella búsqueda de la persona a quien dejara entrar a su corazón.

Ahora sabia que aquella búsqueda, era en vano, no podía encontrar algo o a alguien, que lo llenara o lo complementara. No podía encontrar a aquella mujer especial que acelerara su corazón o a su cuerpo o aquella a quien entregara su amor sin reservas.

Porque aquella mujer que tanto buscaba o que tanto anhelaba, la había encontrada años atrás, aun siendo casi unos niños, y Harry, no podía encontrar algo que él mismo tuvo la culpa de perder. El no podía encontrar o dar algo que siempre le había pertenecido a Ginny Weasley.

Pasaba a penas la media noche y el lugar todavía contaba con personas, Neville observaba a Hannah ir y venir con rondas de cerveza o de whisky de fuego, Neville Longbottom parecía perdido en aquel vaivén de la pelirroja.

-¿Sabes? Deberías de ayudarla – murmuró Harry, tan calladamente que solo Neville escuchó. Este observó a Harry, después a Hannah, sabiendo a lo que se refería el joven de lentes, tomando fuerzas para algo que necesitaba de todo su valor, apuró su bebida en un solo trago, se levantó de la mesa, dirigiéndose junto a la pelirroja para sostener la bandeja que en ese momento llevaba, la chica se sorprendió por la ayuda, pero la sonrisa que le regaló a Neville fue suficiente para que él formara otra gran sonrisa en su rostro, le señaló donde tenía que llevar el pedido y este así lo hizo.

Nadie observó la pequeña sonrisa soñadora que se formó en la joven, pero ese pequeño detalle era el indicio adecuado para una nueva relación.

Todos podemos encontrar el amor, si no estuviéramos lo suficientemente distraídos o lo suficientemente temerosos para reconocerlo, y darnos la oportunidad. Porque el amor es esa fuerza que te arrastra hacia algo, que te envuelve, te pierde, te motiva, pero también es esa parte que complementa tu alma.

Harry observó a su mejor amigo, quien estaba casi dormido en la mesa, era tiempo de retirarse, Hermione no estaría nada contenta con su marido, se ofreció a llevar a Ron hasta su casa, pero George declinó el ofrecimiento.

Harry la acompañó a las chimeneas de la red flu del lugar, George y Ron entraron en una chimenea amplia, tomaron los polvos y desaparecieron tras la cortina de fuego verde.

Lo último que observó George fue como una mujer preciosa besaba gustosa a Harry. Para los hombres Weasleys Harry era el ejemplo a seguir del mago moderno; joven, guapo, famoso y rico. En resumen un bastardo con mucha suerte. Un Casanova.

Harry sintió unas manos que lo rodeaban, se sorprendió tras tal hecho, pero más sorprendido quedó cuando la joven que tanta insistencia había mostrado por él, chocaba sus labios con los suyos. El beso no duró ni cinco segundos, antes de que Harry se separara de ella, la joven se ofendió, pero a él eso le tenía sin cuidado. A Harry Potter lo único que le importaba en esos momentos era Ginevra Weasley, sus labios, su cuerpo, sus caricias y aquella mujer, no era Ginny.

Salió del pub, refunfuñando por la situación, esas situaciones ya lo empezaban a cansar, las brujas cada vez eran más atrevidas y más insistentes. Caminó rumbo a su departamento, pensó en desaparecer pero el aire frío y la caminata calmarían su mente, a Harry tampoco le atraía la soledad de su piso, a él solo le atraía algo y ese algo se encontraba trabajando en el hospital mágico.

Caminó sin rumbo fijo sabiendo a donde quería llegar. Dobló en uno de los callejones londinenses de la zona, cerca del Caldero Chorreante, para desaparecer sin que ningún muggle estuviera presente.

A los pocos segundos, aparecía a unas cuantas cuadras del hospital cerca de la salida del personal médico, las tiendas alrededor del edificio estaba cerradas a esas horas de la madrugada, dejando la calle vacía y desolada, ningún muggle pensaría que en aquel edificio abandonado y cerrado por reformas se encontraba el hospital mágico.

Harry no quiso entrar, sabía que llamaría la atención o quizás Ginny se molestaría por hostigarla en su trabajo, pero quería verla y asegurarle que llegara a salvo a su departamento.

Respiró profundamente mientras se recargaba en una de las pared del edifico continuo al hospital, había un frio de los mil demonios, provocando un ligero malestar en su hombro y sus costillas, trató de envolverse un poco mas entre su chamarra para tomar calor, pero fue imposible. Moriría de hipotermia, pero solo quería asegurarse que Ginny llegara bien a casa, segura y a salvo. Quizás era una estupidez de su parte, porque ella llevaba años haciendo el mismo recorrido durante todo ese tiempo, pero esperaría por ella en ese mismo lugar.

Pasaron los minutos, las horas quizás, él no supo en si cuanto estuvo esperando. Era tarde, nubes densas cubrían la luna, hasta que el viento las movía de nuevo y empezaban otro ciclo parecido al anterior. Cuando el cielo se despejaba lo suficiente trataba de observar las estrellas, pero era imposible de verlas, por las luces de la ciudad.

Observando el cielo estaba Harry, cuando brujas y magos empezaron a salir del edificio, muchos hablaban entre sí, otros se dirigían directo al punto de aparición o a los callejones cercanos, Harry se veía ansioso mientras trataba de localizar a la persona deseada entre los individuos que salían del hospital, entre batas blancas y filipinas verde pálidas.

Ginny Weasley salía de su turno de trabajo, después de unas exhaustivas ocho horas de jornada laboral, el frío del exterior caló sus huesos y los comentarios de algunas de las enfermeras y sanadores la hicieron sonreír, mientras se dirigían a sus respectivos lugares. Caminó algunos pasos, hasta que vio al objeto de sus pensamientos, de pie justo en su camino.

Ambos se perdieron al instante en sus miradas y como pequeños imanes se fueron acercando, arrastrados por una fuerza invisible superior a sus sentidos.

Los amigos y compañeros de Ginny se despidieron de ella, Anesthacia la interrogó con la mirada, confirmando que era deseo de la pelirroja quedarse con aquel joven alto y guapo.

Ginny no hizo mucho caso a lo que la rodeaba, toda su atención estaba centrada en él, su corazón bombeaba al máximo y sus nervios eran confusos para lograr separar lo que sentía dentro de su mente y dentro de su cuerpo.

Parecía que hubieran pasado años dentro de su pequeña burbuja, porque el tiempo para ellos se congeló en ese momento, quedaron solos en la mitad del pavimento de la desolada zona. Ninguno habló, comunicándose sin palabras en un silencio cómodo y natural, Ginny fue la primera en romper el silencio.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Ginny con una sonrisa que llenaba su rostro.

-Yo… te estaba esperando…-respondió él, algo esperanzado. Su voz estaba cargada de emoción, se veía nervioso y un poco apenado, lo indicaba la forma en pasaba su mano por su cabello revolviéndolo un poco más.

Harry no sabía cómo iba a reaccionar Ginny, después de todo ambos habían acordado encontrarse al siguiente día. Pero quería verla de nuevo y saber que llegaría sana y salva a su departamento, él sabía que tal cosa era una estupidez, no supo que más decir y Ginny parecía disfrutar de la incomodidad de él.

Harry era un hombre de acción mas no de palabras, siempre lo había sido, muchas veces actuaba en vez de hablar y así lo hizo, se acercó a ella y Ginny contuvo la respiración, no sabiendo que se proponía Harry, lentamente él tomó el maletín de ella quedando con eso un poco más cerca, provocando que Ginny alzara su mirada para lograrlo ver al rostro, a pesar del frio una ligera calidez los envolvió, producto de la cercanía, de la diferencia de estaturas y del contorno de sus cuerpos.

Ginny le regaló una sonrisa de aquellas que quitan el aliento y mueven el corazón, Harry se sintió emocionado no sabiendo que decir, quizás sintiéndose un poco estúpido por la situación, mas sin arrepentimiento alguno, estaba donde quería y con la persona que quiera.

Ella tomó su mano, la que apenas y podía mover por las heridas de la noche anterior, para Harry la pequeña mano de Ginny se sentía cálida, segura y llena de posibilidades para los anhelos que sus sentimientos necesitaban.

Harry no pudo dejar de sonreír como un tonto, había deseado tal gesto durante todo el día, sentirla a su lado tan femenina, pequeña y calidad como en aquellos momentos de su adolescencia en donde el mundo no importaba solo ellos y los sentimientos que florecían y se arraigaban en ellos, en los interiores y terrenos de Hogwarts.

Ambos observaron la unión de sus manos y se sonrieron el uno al otro, mientras caminaban por el pavimento londinense. Palma a palma con sus dedos entrelazados, no había superioridad o dominio, simplemente un equilibro y equidad entre ellos, representado en ese gesto de sus manos.

No hubo más que decir, ni que comentar, ambos sabían que algo había cambiado durante el transcurso de su tarde juntos, algo que había quedado suspendido mas no perdido a través del paso de los años, ese algo que te arrastra, te mueve y te perturba, ese algo que es el amor.

Siguieron su camino, cada quien perdido entre sus sentimientos y pensamientos. Nerviosos, emocionados, excitados por las posibilidades felices y quizás hasta llenos en esa parte que era su corazón.

No había prisas ni miedos, llegaron al punto de aparición, no sabiendo muy bien que hacer o cómo comportarse, era algo nuevo para ambos, pero excitante de todas formas, de esa excitación que acelera tu corazón y mueve tu alma.

Ginny se detuvo, soltándose de él, pero aun sin separarse del todo, Harry notó al instante lo vacía que se sentía su mano sin la de ella.

Algo había en el rostro de Ginny que lo hizo sonreír con una sonrisa cálida y sensual. Ginny le regaló otra, una sonrisa algo felina que a él le fascinó.

-Tenemos que aparecer juntos para lograr entrar – dijo ella apenas en un susurro.

Harry no preguntó a donde se dirigían, algo dentro de él sabía perfectamente a dónde irían. Sabía que necesitaban el contacto para poder atravesar las barreras de seguridad que existían en todos los hogares mágicos para que le dieran acceso a él también, que era alguien desconocido para el lugar.

Ginny tomó su mano y la colocó en su cintura, Harry le sonrió con una sonrisa de medio lado que le provocó una sensación ahora familiar. Ella rodeó su cuello con ambas manos acercando sus cuerpos uno al otro, podían sentir su calidez a pesar del frío nocturno, sus respiraciones entre cortadas y aquel hormigueo producido por la excitación.

Cerraron sus ojos para concentrarse en lo que sucedería, se dejaron envolver por la sensación de ser adsorbidos por una fuerza sobrenatural al momento de desaparecer.

Aparecieron en el interior de la pequeña sala del departamento de Ginny. Aun sin perder su posición, la diferencia de estatura no importaba, de alguna forma sus cuerpos se complementaban y encajaban, Harry mantenía su brazo alrededor de la cintura de ella mientras Ginny seguía rodeando el cuello de él con sus brazos, jugando perezosamente con los cabellos de la nuca de él, el maletín quedó perdido en el suelo del departamento.

Sin proponérselo pero deseándolo con todas sus fuerzas. Se fueron acercando poco a poco. Encontrándose en un beso lento y sensual.

Habían pasado años desde que ambos compartieran un beso de ese tipo.

Del tipo que te acelera el corazón, nubla tus sentidos, te corta la espiración y convierte tu cuerpo en gelatina. Aquel tipo de beso con el que solo se puede soñar muchas veces.

Harry intensificó el beso pidiendo acceso al interior de la boca de ella. Ginny le dio el permiso que necesitaba, el contacto de sus lenguas, era un tango lento y sensual. De un forma dominante pero sin perder aquella inocencia que compartieron en la adolescencia.

Ambos habían cambiado, madurado y experimentado en otros caminos, con otras personas o en otros tiempos. Pero aquellos besos, de esos besos que te pierden, solo lo habían encontrado entre ellos.

La intensidad del beso, los perdió. Ginny podía sentir una de las manos de Harry acariciar su cintura, a veces su cadera o recorrer su espalda, mientras que con la otra acariciaba su mandíbula o su mejilla marcando con ese gesto un cierto compás en el beso.

Los besos de Harry eran diferentes. Más pasionales, juguetones e intensos. En el pasado eran tímidos, eran una especie de aprendizaje con un dejo de inocencia, pero ahora era como una llama intensa de pasión.

Harry rompió el beso antes de perder el control, su cuerpo pedía cosas que sabía que solo Ginny podía satisfacer, pero no era el momento, de alguna forma lo que sucedía entre ellos era algo nuevo y rápido. Pero sabía que era lo correcto, ese era su lugar, con Ginny entre sus brazos todo lo demás no importaba.

- Quería hacer esto desde que te vi ayer en el hospital – Dijo Harry mientras acariciaba con sus labios el cuello de Ginny mientras ella metía juguetonamente sus dedos en sus cabellos negros.

-No he podido de dejar de pensar en ti – susurró Ginny con una sonrisa dejándose envolver por la situación.

Ninguno de los dos podía quitar los matices de ilusión de sus voces, las sonrisas en sus rostros confirmaban tales hechos.

Harry roseaba ligeros besos por el rostro de Ginny, sus mejillas, su cien, su mandíbula, no quedaron exentas de aquellos labios que tanto aceleraban el corazón de ella.

-Me siento como si después de un largo viaje he regresado por fin a casa- dijo Harry, antes de tomar posesión de los labios de Ginny con un beso de aquellos que roban el aliento y se quedan marcados en el alma.

Dejaron que sus emociones se envolvieran en aquel beso. Ginny, estaba perdida en los estremecimientos que solo Harry podía provocar.

Sus besos eran diferentes, maduros y exquisitos, no podía compararlos con ningún otro que hubiera experimentado, ya que la comparación no sería adecuada, porque ella nunca había puesto todo su ser en caricias similares.

Perdieron el control, el beso se intensificó, podía sentir la lengua de ella envolver la de él, sus manos cogieron el pequeño cuerpo de ella pegándolo a un mas al suyo, las manos de ella jugaban con su cuello, sus hombros y cabellos, lo estaba perdiendo, volviéndolo loco poco a poco con aquellas manos revoltosas.

Harry nunca había deseado tanto a una mujer como la deseaba a ella, a pesar de la separación y de sus otras relaciones no había deseado a alguien más, ¿Cómo podía?, si nunca la había olvidado.

Debían de detenerse lo sabían, los besos, las caricias y el deseo iban muy deprisa y ambos lo sabían, pero después de años de desear aquel momento, aquella reunión, esos besos y eras carias eran un sueño hecho realidad para ambos jóvenes.

Cayeron en el sofá, mientras Harry acomodaba a Ginny sobre su regazo, acariciando su espalda y su pierna hasta llegara a la cadera y bajar de nuevo su recorrido. Quizás la posición era algo intima, pero confortable.

Ginny aun no estaba preparada para algo más que caricias dispersas, y las manos de Harry eran insistentes pero no podía evitarlas. Nunca había estado en esa posición con nadie, a excepción de él, cuando pasaban largas horas acurrucados en los sillones de la sala común, para estudiar o simplemente charlando, disfrutando la compañía uno del otro.

Harry la besó de nuevo buscando su cuello y mordiendo el pequeño lóbulo de la oreja derecha de ella, sus manos se movieron mas ágiles y más intimas en el cuerpo de Ginny; debían de detenerse antes que la racionalidad se quedara olvidada por la pasión.

-Harry… Harry… aún no…

-Lo sé amor… pero me vuelves loco…-

-Tu igual pero… -

-Shh… entiendo Gin…-

Harry sabia a lo que se refería ella, aun no estaban preparados para pasar al siguiente nivel de intimidad, aunque las caricias y los besos se sintieran naturales.

A Ginny las palabras y las acciones de él, la tranquilizaron. Harry esperaría por ella hasta que estuviera preparada para entregarse por completo a él, en ese momento Ginny Weasley supo que a pesar de todo, siempre espero por Harry Potter.

Con Patrick nunca había sido de esa forma, las caricias, los besos y la relación en general se sentía incomoda y fuera de lugar, a pesar del cariño que le tenía. Había amado a Patrick de alguna forma, pero lo que sentía por Harry no tenia descripción, aunque no era tiempo de confesar con palabras los sentimientos, pero esos, ahí estaban presentes.

Ambos se besaron de nuevo, en un beso que calmaba la hoguera que se formaba dentro de ellos. Al romper el beso Ginny se acunó en el cuerpo de él sobre su regazo, procurando evitar las heridas y las magulladuras de Harry.

-Gin, no me quiero volver a separar de ti… .

-Ni yo tampoco… Creo que tengo años esperando este momento.

-Yo igual Gin… siento tanto no haber regresado… ser un…-

-No. – Lo interrumpió ella – eso ya quedó atrás… los dos tuvimos algo de culpa... pero ahora ya no importa… estamos juntos y eso es suficiente para mi. -

-Para mi igual.-

Harry quería decirle que la amaba, que la necesitaba a su lado, que nunca mas la dejaría ir, pero aquellas palabras sonarían apresuradas, aunque dentro de él sabían que eran verdaderas.

A pesar de que esas confesiones de amor pasaban por la mente de ambos; necesitaban fortalecer y acentuar aquel amor que estaba reiniciando rápidamente, aunque era un amor que nunca se había perdido, ni olvidado. Se siguieron besando, amoldando sus cuerpos en aquella necesidad primaria de sus almas pero sin cruzar la delgada línea que dividía la inocencia de la pasión.

Ginny sentía que su corazón se aceleraba, y un impulso casi la lleva a sucumbir en el deseo, mas no era el momento, ni estaba preparada para dar ese pasó.

Amaba al hombre que la sostenía entre sus fuertes brazos, no había duda de ese amor, pero las consecuencias del compromiso que conllevaba es deseo eran demasiado pronto.

Ginevra sabía que lo que estaba sucediendo entre ellos era tan fuerte y rápido que quizás los demás no entendieran su relación. Su familia sería la primera sorprendida por la noticia. Aquel pensamiento la trajo a la realidad. Aun cuando podía sentir los labios de Harry acariciando el largo de su cuello, las manos de él en su espalda, en su cadera y en sus muslo o la clara excitación de Harry.

Ella aun no estaba dispuesta a compartir a Harry con el resto de las personas, quería ser egoísta por primera vez, y dejar a fuera al mundo. Quería empezar de alguna forma de nuevo, sin interrogaciones, bromas o comentarios.

La pelirroja solo quería desfrutar de Harry, como la Ginny de su adolescencia. Pero esta vez, sin presiones, ni sufrimientos, ni con expectativas por cumplir o el estrés de pensar que quizás aquello que se estaba formando entre ellos, algún día terminaría por culpa del que no-debía-ser-nombrado.

Harry la besó de nuevo, pidiendo acceso al interior de su boca. Ginny así lo permitió, perdiéndose en la sensación de sentir la lengua de Harry acariciar lenta y profundamente la de ella. Harry era diferente, ella misma lo era, sus besos confirmaban esos cambios en la madures de los dos.

Las caricias juveniles, había quedado atrás dejando entrar a la pasión. Ambos no querían que lo que estaba haciendo terminaran.

-Harry-

-Mmm-

-¿Podemos dejar esto solo entre nosotros?

Harry dejó de besarla, para pode concentrarse en las palabras y no en el cuerpo de Ginny.

-¿No quieres que los demás se enteren?-

-En realidad no… - Dijo ella, con una ligera sonrisa, sin perder su posición en el regazo de él – Todavía no.-

Harry la observó, tratando de encontrar arrepentimiento, vergüenza o dudas en el rostro de ella, no encontró nada, simplemente amor y sinceridad.

-¿Por qué? – Preguntó por fin.

Ginny se mordía el labio nerviosamente, acción que volvía loco al Harry, no estaba ofendido, simplemente estaba intrigado por el comentario. Quería estar con Ginny y sabia que ella igual quería lo que estaba sucediendo entre ellos. Así que escuchó lo que ella tenia que decir.

-No quiero a mis hermanos sobre nosotros – no mencionó que probablemente Molly Weasley empezaría con los planes de boda y aun faltaba mucho para eso – Quiero disfrutar de esto Harry… - dijo mientras acariciaba la mandíbula de él y dejaba un ligero beso en sus labios – Todavía no estoy lista para todas sus preguntas o comentarios.

-Perfecto – contestó el con una sonrisa.

-¿No estás molesto?

-No. ¿Por qué debería?... creo que será lo mejor para nosotros por ahora. – Dijo Harry con una sonrisa maliciosa que a Ginny le encantó – Además… te voy a tener solo para mi –

Harry la besó, con un beso lento, sensual y algo posesivo, pero calido de igual forma. Rompieron el beso con sonrisas en sus rostros. Ginny sostenía el rostro de él entre sus manos, mientras que Harry acariciaba su espalda con las suyas.

Ambos tenían sus frentes pegadas al del otro, con un brillo especial en sus miradas, el brillo que provoca encontrar o estar enamorado de la persona adecuada.

-Te has vuelto posesivo… - Dijo Ginny.

-Gin, contigo siempre lo he sido.-

-Lo sé…-

Ginny lo besó y Harry se dejó besar, quien era él para negarle algo a su pelirroja.

De nuevo, sus cuerpos pedían a gritos algo que ambos sabían que aun no era tiempo de entregar. Necesitaba controlarse, quizás separarse físicamente, pero tales pensamientos estaban fuera de lugar. Separarse cuando se había reencontrado era inimaginable.

Rompieron el beso y Harry tomó la iniciativa que los dos anhelaban.

-¿Me puedo quedar?

-Si. – Contestó Ginny con una sonrisa nerviosa por lo que tal afirmación podía conllevar.

-¿En tu cama? – Preguntó él maliciosamente, llevando a un contexto mas intimo la situación. Ginny pensó que dos podían jugar ese juego.

-Si… en mi cama – ahora era Harry quien la veía nerviosamente – …para dormir.-

Harry soltó una sonora carcajada que se dejó escuchar en todo el departamento. Ginny lo besó ligeramente mientras se levantaba de los muslos de Harry, este le sonreía perezosamente y Ginny deseó poder leer los pensamientos de él.

Harry se ofreció a preparara el té, mientras ella se cambian a su ropa de dormir. Pasaron unos cuantos minutos, en lo que Harry no avanzó en la preparación de la bebida. La actividad y los movimientos realizados durante el día empezaban a pasarle la factura, pero el ligero dolor y la incomodidad habían valido la pena.

Un pequeño ruido sonó detrás de él, mientras trataba de bajar las tazas del anaquel que estaba en los compartimientos de la parte alta, el movimiento le provocó un dolor en sus costillas, pero el dolo se vio olvidado por la visión de Ginny, cuando se giró para observarla justo detrás de él.

Harry casi tira las tazas que había logrado bajar, su corazón se detuvo y se aceleró de pronto. Nada lo preparó para ver a Ginny Weasley con ropa de dormir.

La pequeño sonrisa de Ginny un poco tímida y sensual, le confirmaron que era esa la reacción que había esperado en él, aun si Ginny se veía un poco nerviosa.

Ginny llevaba un pequeño short que apenas y se lograba ver bajo la camisa, que le quedaba lo suficientemente grande para tapar una pequeña parte de sus muslos y el pequeño short, dejando al descubierto su hombro derecho.

-¿Me quieres matar?... ¿No tiene algo menos sexy?-

La carcajada que día la relajó y a él igual.

-No…- le dijo con una pequeña sonrisa mientras se acercaba a quitarle las tazas de las manos. –¿Te ayudo? – sugirió Ginny. Sacó la tetera del fuego, no le había pasado desapercibido la incomodidad en el costado de derecho de Harry.

Pero también necesitaba mantener las manos ocupadas. La forma en como Harry la miraba la ponía nerviosa, así que mejor preparaba el té para controlar el nerviosismo que le provocaba la situación, y Ginny había logrado combatir los nervios y a la excitación, hasta que sintió unos brazos rodear su cintura y ligeros beso en su cuello, que recorrían un camino delicioso hasta la punta de su hombro que quedaba al descubierto.

Podía sentir el cuerpo de él, duro y varonil, justo detrás de ella, amoldado a lo largo de su espalda hasta llegar a sus muslos. Con un gemido y una sonrisa se apoyo contra él, mientras sus besos recorrían su hombro y sus manos acariciaban sus caderas y vientre, subiendo un poco la camisa roja de capitán del equipo de griffindor.

-¿Estás segura que me quieres en tu cama cuando te ves así?

Ginny no sabia que contestarle, si negarse o dejarse llevar. El cuerpo, la cercanía y todo Harry, la retaban a decir que sí.

-Creí perdida esta camisa – dijo él.

La voz de Harry sonaba ronca por la excitación, sin contar que Ginny podía sentir la muestra de su deseo en su espalda baja, no había vergüenza ni pena simplemente era algo natural en sus cuerpos, no era la primera vez que Ginny sentía esas reacciones en el cuerpo de él.

Su corazón estaba acelerado al igual que su respiración podía sentir su pecho subir y bajar al compás de la respiración de Harry, coordinar las palabras era difícil, el simple hecho de concentrarse era ya de por si problemático, con las manos y los besos de él haciendo su magia en ella.

Harry había cambiado y esperaba que no probara más sus límites de resistencia, por que estaba segura que no se negaría. Con gran esfuerzo se enfocó en su contestación – La dejaste en la madriguera cuando se fueron después de la boda – Dijo por fin.

Harry la hizo girar en sus brazos para que ella quedara frente a él colocando su frente sobre la de ella.

-¿Duermes con ella? - Preguntó con una sonrisa que hizo flaquear las rodillas de Ginny.

-Siempre-

No hubo mas que decir, se besaron lenta y sensualmente, sin prisas, disfrutando del sabor del contacto de ellos mismos. Harry se controló, no pidió más de lo que ella estaba dispuesta a dar, aunque todo el cuerpo de él pedía a gritos desesperados una intimidad única que no había conocido con nadie mas en todos esos años transcurridos. Por que para él, Ginny era única.

Cuando el beso terminó, luego del té y de que las conversaciones siguieron, ya era más de las cuatro de la mañana. Sus cuerpos pedían a gritos un descanso, pero ninguno había sugerido irse a la cama.

Ginny tomó la decisión, agarró la mano a Harry mientras lo dirigía a su habitación. Este hecho, era nuevo para ella a pesar de los años y del amor que le tuvo a Patrick, nunca tomó esa iniciativa o libertades.

La cama era lo suficientemente grande para los dos, Ginny se dirigió hacia su derecha y él al lado izquierdo de la cama. Se observaron y observaron la cama, sin poder evitar las risas que soltaron, difuminando los nerviosos y la incomodidad.

Ginny se dirigió al baño, mientras Harry se alistaba para dormir, cuando ella regresó, él peleaba con su chamarra que seguía en su lugar, solo ganando un dolor en su brazo y quitarse los zapatos.

Ginny se acercó a él y a Harry no le sorprendió la sonrisa burlona de ella. Ginny siempre se reía de él en sus mejores momentos.

–¿Te ayudo?-

Ella no esperó respuesta, quitó cuidadosamente la chamarra, después la camisa, la intensidad de la mirada de Harry la perturbó mas no se sonrojó, y creía que eso era lo que él trataba, hacerla sonrojar.

-Me puedo acostumbrar a esto – comentó Harry. Ginny no le contestó, por que decirle que no lo hiciera sería una gran mentira, por que ella misma se podía acostumbrar a esas situaciones.

-¿Los pantalones igual?

-¿Te incomodaría? – preguntó él noblemente.

-No.

Él se levantó, quedando de pie frente a ella. La barbilla de Ginny apenas le llegaba al cuello.

Harry no apartó la mirada los ojos miel, ni ella de los ojos esmeralda. Recorrió el pecho de Harry sin bajar la mirada, removió sin proponérselo el vello que encontraba a su paso, hasta llegar al cinturón y al botón que sostenía la prenda.

Lo desató sin apartar la mirada de esos ojos que la perdían y que estaban oscuros por el deseo, sus corazones acelerados, sus respiraciones profundas y pausadas. Las sensaciones a flor de piel. Estaban tan cerca que todos sus sentidos estaban alerta.

Lo único que se escuchaba eran sus respiraciones y el pantalón al caer al piso. No podían hablar, no podían pensar, por que ambos sabían que las sugerencias que salieran de sus bocas no serían negadas, presas de la necesidad y aún no era tiempo para que la pasión explotara junto con el amor. Ambas estaban ahí pero aun estaban debidamente delimitadas.

Ginny revisó y acomodó las contusiones y vendajes de Harry, tratando de controlarse con su postura profesional, pero fue imposible. Harry besó la punta de su nariz cuando la sanadora Weasley terminó su trabajo en él.

Ambos se acostaron en sus lados respectivos de la cama, sin tocarse y un poco incómodos. No ayudaba que Harry solo llevara puesto los boxers y que Ginny solo tuviera una playera de él con el apellido "Potter" en la parte de atrás con letras doradas, lo suficientemente holgada para volverlo loco.

Pasaron los minutos, donde el silencio embarazoso y un cierto grado de incomodidad se hicieron presentes. No se tocaban, no se movían, cada quien en un extremo de una línea invisible en el centro de la cama, negando que sus cuerpos se relajaran.

Los dos trataron de controlar sus cuerpos y sus pensamientos, con las miradas perdidas en el techo del la habitación, liberaron la respiración al mismo tiempo, en un suspiro cansado, no sabiendo que ambos la tenia retenida.

Se observaron como reconociendo que tal situación entre ellos era una estupidez infantil, soltaron unas carcajadas, ambos se relajaron al instante. Se miraron y Harry solucionó el dilema en que se encontraban.

-Ven acá… - Fue lo único que dijo con esa sonrisa especialmente suya, ella se acercó lo suficiente como para que Harry la rodeara con su brazo izquierdo y ella se acomodara en su pecho, entrelazando sus pierna a las de él, suspiró de felicidad.

Harry besó la frente de ella y ella besó el pecho de él, al poco tiempo ambos se durmieron en un sueño profundo.

Ambos habían llegado a casa, después de un largo viaje por los caminos de la vida. Soñaron con el amor, con la pasión, los compromisos y las decisiones, en una palabra soñaron la felicidad, ya que es de eso que se fundamentan los sueños, nuestras realidades. Por que todo lo que queremos en la vida es ser felices, y compartir esa felicidad.

"Cuando soñamos solos, sólo es un sueño. Pero, cuando soñamos juntos, el sueño se puede convertir en realidad". Cora Weis

Fin. #1


Si, aqui termina esta parte. Gracias por acompañarme hasta aqui y espero que no se cansen de leer, y que no me odien por este "final". Después viene otra etapa de este fic.

Gracias por los reviews que me han dejado y de nuevo gracias por leer, ya que es una historia diferente en mi.

Aun hay mas, de esta y de las otras historias.

Dejenme saber que piensan y si tiene dudas pregunteme que trataré de contestarlas. Saludos, a todos.

Muñe, esto es para ti. =D espero que esto te haya gustado.