Naruto no me pertenece.

Si te gustan los clásicos de Disney o algunos de estos cuentos tal como son. Los cuentos de hadas originales no tenían finales para nada felices.

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Cendrillon

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oOoOoOoOoOoOo~"Por favor, que no suene las campanas."~oOoOoOoOoOoOo

- Miku -

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Desde la ventana de la carroza podía ver la media luna ser cubierta por las nubes de la noche. Una oscuridad se hizo patente. Pero a ella no le importaba, le era mejor así. Todo sería más fácil. Deseaba que esa oscuridad tan calidad fuera eterna, que la abrigara como lo estaba haciendo en ese momento.

Sus manos temblaron ligeramente cuando paso un flequillo de su cabello tras su oreja. Estaba nerviosa. ¿Cómo no estarlo? Lo que haría le costaría su propia vida si la atrapaban.

Alisa las inexistentes arrugas de su vestido blanco perlado. No cargaba esos trapos viejos que su vieja madrastra la obligaba a cargar. Harapos mugrientos e inservibles. Todo lo contrario, parecía una princesa de cuentos de hadas.

Una princesa rota y sin vida…

Por una desgracia acaecida hace años por la muerte de su madre, su verdadera madre. Tan solo era una niña pequeña, y por ello, su padre contrajo matrimonio con una mujer libidinosa y aprovechada. Trató de impedirlo, pero él se rehusó en escucharla, por lo que tuvo que hacer algo al respecto.

Cuando su padre se hubo marchada, y el antifaz de buena mujer se aparto del rostro de su madrastra, tomo el cuchillo que la ama de llaves utilizaba para cortar la carne cruda y la escondió entre sus ropas. La mujer estaba en el balcón, la sirvienta en el jardín, y ella con el cuchillo en mano.

Todo pareció un accidente, un suicidio sin más. Con las venas cortadas y la cabeza rota por la caída en el balcón, nadie sospecho que había sido ella. ¿Quién sospecharía de una inocente niña de escasos 12 años? Nadie, porque para todos, ella era buena y piadosa.

Su padre no supo que hacer, estaba sorprendido por el supuesto suicidio de su esposa. Pero tenía que buscar a otra mujer con quien contraer matrimonio, no podía dejar a su pequeña hija sin una figura de madre. "Cásate con la ama de llaves", le había dicho ella, "es la única mujer que nos no ha abandonado desde la muerte de mi madre". Que grave error fue aconsejarle aquello.

Su nueva madrastra había resultado peor que la anterior, pero no por el carácter altanero y orgulloso de la mujer, sino el de sus hijas. Recién llegadas había puesto la casa de cabeza. Le quitaron sus vestidos y le dieron harapos en cambio, y la obligaron a hacer los deberes de la casa. Los años se hicieron duros para ella, soportando las mortificaciones que sus hermanastras le provocaban.

Suelta un suspiro. Su vida había sido peor de lo que había imaginado.

Desde la muerte de su padre, su madrastra y sus hijas abusaban de ella obligándola a trabajar sin descaso. Podría hacerle lo mismo que la anterior, pero sería riesgoso y muy sospechoso. Lo mejor que había hecho era aceptar el trato de aquel hombre.

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El paisaje exterior dejo de mostrarle la naturaleza tétrica de los árboles desnudos y casas apunto de derrumbarse, para darle una magnifica muestra del poder del rey. Unos jardines inmensos, con árboles de hermoso follaje y de abundante variedad de flores. Pero ella no tenía ánimos de observar el paisaje.

Nadie sabía que ella estaba en camino a la fiesta vestida con un traje soberbio y bello que jamás se haya visto, y montada en una carroza digna de una princesa. Sólo él. Su madrastra la creía en casa limpiando y lamentándose. Pero no contaron con que aquel hombre la ayudaría a cambio de algo que ya había practicado desde temprana edad. La carroza se detiene a pie de las escaleras. Escuchaba la música y la alegría de las personas que se encontraban en el interior del palacio.

Tan solo eran huérfanos de amor. Vestidos de falsos cariños y con máscaras dibujaban sonrisas en sus rostros. Sonrisas falsas y vacías.

Logró ver a su madrastra y sus hermanastras con unos hombres que podía apostar que eran personas de la alta sociedad. Ellas no la reconocieron cuando dio su entrada y la música paro al verla, porque ellas creían que se encontraba en casa sucia con sus harapos. Murmullos se hicieron sonar, diciendo que era una princesa extrajera que venía para probar suerte y contraer matrimonio con el príncipe.

Comenzaba la obra teatro…

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Estaba molesto.

Odiaba con su alma los bailes, y más cuando el único objetivo era conseguirle una esposa.

Puras damas encima de él rogándole su atención, aunque sea un poco. Coqueteando y fingiendo ser sumisas para que posaran sus ojos en ellas y las eligiera como candidatas para que sea su esposa. Pero no. Él no iba a escoger a ninguna de esas chillonas y escandalosas señoritas.

Toda la mañana se había aguantado la habladuría de su padre. Reconocía que competía por su hermano por la atención de su progenitor, siempre perdiendo y siendo comparado por su hermano mayor, pues, ahora se arrepentía de ello. Cuando creía que se había librado de la cháchara del viejo, esté volvía y lo comparaba con su hermano, y que debía de conseguir algún heredero pronto. Puras patrañas lo que ese viejo se tragaba.

Y ahora, en lo aquí. Con una mirada mártir, aguantando los regaños de su padre y tratando con forzada cortesía a las invitadas.

Todas estaban vacías por dentro…

La música paro de repente, lo que era extraño debido a que su padre se encontraba sentado con su madre en sus respectivos tronos. Dirige su mirada a la entrada al igual que todos los demás, encontrado su respuesta.

Una joven doncella de hermoso vestido blanco que contrastaba con sus ojos, su melena azul noche se ondeaba con cada movimiento que realiza al bajar por las escaleras; y un tierno sonrojo en las mejillas era el último toque que le daba para darle semejanza a una criatura celestial.

No podía negar que era hermosa, pero apostaba que era igual a las otras que lo rondaban.

Sin embargo, ella se perdió entre la gente, huyendo de unos viejos verdes que la miraban de manera lasciva, ocultándose en un rincón del salón para que nadie la notara. Su mirada parecía perturbada e incómoda, con un sonrojo hasta las orejas, podía apostar que estaba al punto del desmayo. Era tímida, quizás…

No supo por qué ni cómo, pero su cuerpo se movió por sí solo. Sin darse cuenta estaba frente a ella pidiéndole una pieza de baile. Ella se sonrojo más y tardo en responder, pero termino por aceptar la propuesta.

La condujo al centro del salón escuchando como los músicos hacían sonar sus instrumentos nuevamente. Su cabeza era un caos, buscaba alguna respuesta a lo que acababa de hacer, pero no hallaba respuesta alguna. Pero al menos ella no parecía molestosa como las otras. No había dicho absolutamente nada desde que le había pedido bailar con ella. Una doncella completamente extraña.

Ambos bailaron con gracia digna de admiración. Dejando a un lado por momentos sus pensamientos y dudas, se dejaron llevar por el momento. Al concluir el baile, el príncipe no la soltaba de la mano, se negaba el hacerlo. Cada doncella que se le acercaba inventándolo a bailar, las negaba diciendo: "Ella es mi pareja". Las jóvenes se iban dolidas y una que otra le dedicaba una mirada de odio a la que osaba llamarse la pareja del príncipe.

Le llevaron exquisitos manjares, pero el príncipe siquiera los probó. Su atención estaba en observar a la hermosa doncella que estaba junto a él. Nunca antes había sentido algo por una mujer que no fuera su madre, era como si ella lo hubiera hechizado.

Ella era diferente a las otras…

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Ella se comenzaba a sentir algo incómoda por la presencia del príncipe, pero más a lo que comenzaba a sentir por dentro. Era algo calido e indescifrable. Le gustaba esa sensación.

El príncipe pide otro baile, y ella acepta con una sonrisa esta vez.

Se sentía como en las nubes. Danzando al compás del viento inexistente en el salón, con la vista solo puesta en su pareja. Él tenía una magia extraña a través de esos ojos negros, que la dominaban y encantaban haciéndola olvidar todo lo que la rodeaba.

Olvidar todo…

Fue algo fugaz. En un giro nada más.

Entre la multitud pudo ver el rostro de aquel hombre que la ayudo ir a la fiesta del palacio. ¿Cómo pudo olvidas su deber? Pero quizás fue su imaginación. Un golpe de conciencia durante la pieza. Porque él no pudo a ver venido, ¿verdad?

Busca la mirada de aquel hombre extraño, y para su desgracia, la encuentra. Con su porte gallardo, bebiendo vinotinto junto a su madrastra, posa sus fríos ojos negros sobre ella.

Sonríe.

Ella se detiene bruscamente ganándose una mirada seria de su pareja. Con una reverencia y una disculpa apresurada, se fue a toda prisa al jardín del castillo. Quería irse lo más lejos posible de todas aquellas personas que rondaban dentro del palacio. Ya no quería hacerlo. No podía cumplir su parte del trato, lo que los labios de ese hombre murmuraron para ella. Lo que le ordeno que hiciera.

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"'Estaba en el establo, llorando y lamentando su suerte por no haber podido ir a la fiesta que celebraría el rey en el palacio. Ella deseaba ir, para volver a vestir sus hermosos vestidos y bailar con el príncipe hasta el amanecer. Pero todo era sueños frustrados con la realidad. Ella jamás podría ir al castillo y bailar siquiera con mendigo.

La puerta del establo se abre dejando a la vista a un hombre alto de cabello largo y negro, del mismo color de sus ojos, que cubría parcialmente el lado derecho de su rostro. Ella se levanta del suelo como un resorte, no conoce a esa persona. Se tensa al ver como se acercaba a ella con sigilo. Como un gato a un ratón.

- ¿Te gustaría ir al baile, no es cierto? – la voz de aquel hombre era ronca y de una frialdad despreciativa.

Ella dudó unos minutos en responder. Sus lágrimas se habían quedado congeladas en sus ojos, y las que habían podido escapar, se habían secado en sus mejillas. Al notar que aquel hombre permaneció estático a un metro de ella, le dio algo de confianza y tranquilidad. Si él quisiera hacerle daño, no estaría marcándole distancia y preguntando sus deseos.

- ¡Oh, señor! – dijo ella con un sollozo – Me gustaría… me gustaría…

Él sonríe. Rodea a la chica colocándose tras de ella.

- Bueno, te portarás bien conmigo – le susurro al oído. Ella se estremeció, ¿acaso le iba a pedir uno de esos favores? Ella era una virgen casta y pura, a pesar de haber asesinado a alguien tiempo atrás, pero haría aquello. – Harás lo que yo te ordene, ¿entendido?

- Y-yo no…

- Shhh… No es lo que tú piensas, solo quiero… - Una daga apareció en su rango de visión, lo que la hizo temblar. – Que asesines a alguien.

¿Asesinar a alguien? ¿A cambio de un solo día de diversión? No podría hacerlo.

- No puedo…

- Sí puedes... ya lo has hecho antes, Hina…

Abrió los ojos atónita. ¿Él sabía lo que le había hecho a su antigua madrastra? Pero no había testigos… No pudo haber testigos.

- Si lo haces, iras al baile y… te liberare de esas horrendas mujeres que tienes de madrastra y hermanastras. Serás libre…

Libre. Era lo que más ansiaba.'"

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Había aceptado el trato, pero al conocer a su victima, no se creía posible de apuñalarla.

Se apoya del barandar de la pérgola, buscando fuerzas donde no las tenía. Palpa de sobre su vestido la daga que ese hombre le había ofrecido, guardada en una vaina atada a su muslo derecho.

…"Atraviésalo con el cuchillo que te doy"…

Era todo lo que tenía que hacer, no había más nada después. Pero no quería hacerlo.

Escucha unos pasos acercársele. Temía que fuera ese hombre, por lo que su cuerpo comienza a temblar de manera involuntaria. Pero la voz que le hablo no era de él, era de la persona que ella empezó a querer.

- ¿Sabes que es de mala educación dejar a tu pareja en medio del salón, como un monigote?

Ella se da la vuelta con un sonrojo en sus mejillas. Sabía que había hecho mal, pero tenía miedo del hombre que la trajo hasta acá.

Él la observaba con el ceño fruncido, le había molestado la actitud de ella en un comienzo, pero luego entendió el por qué de su reacción. Había visto a su tío hablar con una de esas mujeres viudas buscando alguna presa para ella o para sus hijas, su mirada siempre seria y fría asustaría a cualquiera que no lo conociera. De seguro fue lo que le paso a ella.

- L-lo s-siento príncipe…

- Sasuke… Sólo Sasuke, princesa…

- Hinata… Sólo Hinata.

Ella le sonrió, pero por dentro se agobió. No era una princesa, solo fingía serlo. Él le extiende la mano y ella lo observa sin entender.

- Me debes un baile. – sentenció Sasuke

Hinata sonríe con timidez y acepta la mano de él. No había música, pero a ellos poco les importaba. Algo había nacido dentro de ellos, una magia única y extraña, que les había apartado su antigua soledad.

Sin querer, posa sus ojos sobre el reloj. Grave error. Ya pronto sería las doce, y él príncipe tenía que morir.

El temblor de su cuerpo no paso desapercibido para él. Ella lloraba sin poder saber bien el por qué. Odiaba verla así.

Hinata abre los ojos llena de sorpresa. Sasuke besaba sus lágrimas que escapaban de sus ojos, provocando en ella una corriente eléctrica corriera por su espalda. Esto solo empeoraba las cosas para ella.

- Que no suenen las campanas – rogaba Hinata en su interior – Por favor Dios mío, ¡qué no suenen las campanas!

En su mano derecha empuñaba la daga que le había dado Madara antes de venir. No sabía que hacer. Seguir a su corazón… o seguir su deber. Acaricia con sus dedos temblorosos la garganta de él. Si quería ser libre… tenía que acuchillarlo.

El precio de la libertad siempre era caro…

- Todavía no… - se dijo con desasosiego cayendo de rodillas – Aún no son las doce.

Sasuke no entendía que sucedía. De la nada ella comenzó a llorar y a balbucear palabras que no entendía, y ahora caía de rodillas ante él. Por primera vez, había encontrado a alguien diferente, pero pareciera que ella se lamentaba de ello.

Se acerca a ella y un olor a pólvora cosquillea su nariz. Era el perfume de Hinata. Ella no olía a lavanda o a rosas, su perfume era el de una guerra cruel. Pólvora que demolió su muro de frialdad, aquella máscara de hielo que se exhibía a todos, dejando ver su mirada intensa sobre ella.

La toma del mentón, y ella tiembla ligeramente al sentir su aliento en sus oídos. Nombrando palabras que ni en los más lejanos sueños tuvo. Podía entregársele a él y después, si tan sólo después, cumplir con lo que se le ordeno. Pero su conciencia no lo dejaría… Jamás.

- Perdóname – suplico ella colocando en el cuello de él la daga.

No todo podía se perfecto. Lo que por fin era bueno ante sus ojos, era una vil trampa del destino.

…"No quiero"…

Ese murmullo lo confundió por segundos. Ella temblaba como un cascabel, y lloraba amargamente. Ella no quería asesinarlo, ella no quería usar ese cuchillo contra él… pero era como si se debatiera entre el deber y el corazón. Una batalla confusa en donde uno de los dos siempre es el ganador, el problema era… saber quién era.

Toma la muñeca de ella y la dirige en uno de sus costados. Hinata pega un respingo al ver lo que él hacía con su mano. Sus ojos se miran fijamente, lazando chispas de emociones confusas y cálidas. Por momento ella olvido todo, sólo estaban los labios de Sasuke explorando los suyos.

Deseaban que el tiempo se detuviera, que no hubiera mañana, que el ayer jamás existiera. Ambos querían grabar los pesados y temblorosos latidos del otro, soportando esa agitación ardiente y húmeda de sus cuerpos, que los golpea con fuerza. No querían moverse… querían estar así para siempre. Eran dos almas solitarias, que se atraían ardiendo en llamas de pasión. Así era como Sasuke lo había entendido

- Si no puedo salvarte de esas lágrimas… entonces… Hazlo.

Ella respingo ante eso.

Con el cuchillo en mano, rasgo el traje de él hasta su regazo. La sangre mancho su vestido blanco, dejando la marca de su crimen. Él sonríe… esto también era una libertad para él, de cierto modo.

Ella dejó de llorar, él la invitaba a seguirlo y le repite las misma palabras que le había susurrado…

Tú me has intoxicado…

Y era cierto.

Ella lo drogo con su sola presencia… ella quedo embriagada con su ser…

Sería como un cuento de hadas, donde los protagonistas vivían felices por siempre. Sin nadie que le frustre su felicidad… Sin nadie de de derredor.

La luna se dio cabida en la oscuridad que las nubes la mantenían encerrada. Dejando ver a dos amantes huir de la hipocresía, entregándose uno al otro a lo más dulce de la vida. Con una sola mirada se amaron, con un solo toque se desearon, con un cuchillo asesinaron al adiós.

Las campanas sonaron anunciando una nueva historia de hadas, una con un final incierto…

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oOoOoOoOoOoOo~"La magia que me muestra solo un sueño en que bailo hasta el amanecer".~oOoOoOoOoOoOo

- Miku -

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¡Hola!

Espero que les guste este conjunto de one-shot de los cuentos clásicos "infantiles", supuestamente, debido a que las verdaderas historias son algo… "sanguinarias". Y bueno, yo les he dado un toque mío para darle algo interesante, claro, alguno estarán en su modo original y solo cambie el nombre de los personajes.

Con esto, no tendrán que preocuparse por la continuación. XP

Iré subiendo los capítulos de cuando en vez, y no se cuantos capítulos me lleve, todo depende de las historias que quiera subir.

Comienzo con un clásico infantil como es La Cenicienta. Al comienzo me inspire en la historia original mezclándole la canción Cendrillon de Vocaloid, ya que en la historia original, nuestra querida Cenicienta consigue asesinar a su primera madrastra para hacer que su padre se case con la ama de llaves. Lo que no contaba ella es que la ama de llaves se mudara a la casa con sus SEIS hijas, y con la interminable lista de deberes que eso implicaba.

El final creo que fue algo tétrico… La imaginación se me murió en la universidad jejejeje

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Bueno, chicas y chicos… tengo mis ojos bien abiertos para leer sus sugerencias y comentarios, que pido que no sean tímidos y dejen por lo menos un guiño jejejejeje.

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Quejas y sugerencias

Ya saben donde darle clic para dejar un review

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