Hola a todos, antes de que empecéis a leer este fic quiero deciros que los personajes no me pertenecen a mí, sino a la gran Rumiko-sensei y que la historia tampoco me pertenece sino a la gran escritora Jesireth de cem(punto)zoo. Esto no es ningún plagio ya que yo estoy en total desacuerdo con eso. Yo, ladrona de almas, he pedido permiso para publicar esta historia aquí y Jesireth me lo ha concedido. Aclarados estos puntos que disfrutéis del fic: El ladrón Red Rose

Nota autora

muchas gracias por sus post, como lo prometí el capitulo final de mi historia espero que lo disfruten. No soy mala, al contrario soy muy buena por traerles el capitulo hoy y no dejarlas muriendo de hemorragia interna hasta la próxima semana jejejeje. Muchas gracias por su apoyo, espero que les guste el capitulo final.

Capitulo:26 El Perfecto Inicio

Desperté como lo hacia todas las mañanas desde hacia ya 3 años. Me levanté con pesar y me acerqué al espejo. Mi cabello ahora estaba un poco más largo según lo que me mostraba el espejo, mi rostro más definido y mis ojos apagados. Comencé a peinar mi cabellera unas 100 veces.

El tiempo había sido tan relativo desde ese día, no había tenido noticias de Inuyasha desde hacia 3 años. No leía los periódicos ya que no deseaba enterarme de algún suceso referido a aquel reino vecino. Miroku quien ahora era mi consejero oficial se encargaba de solo darme los detalles que le pedía. Omitiendo siempre cualquier cosa referente a Inuyasha.

Termine de cepillar mi cabellera, me coloque un vestido largo, color blanco. Junto con un pequeño adorno en mi cabellera, no era una corona pero se le parecía bastante.

Salí de mi alcoba después de colocarme las zapatillas, me dirigía al gran salón del palacio. Estaría todo el día sentada en mi trono platicando con duques, condes, aldeanos, gitanos y cualquier persona que deseará pedirme algo.

Mi vida ahora era un monotonía tremenda, un desierto desde que no estaba junto a Inuyasha. Lo único que me daba fuerzas de seguir con vida, era el simple hecho de que mi reino, en realidad ambos reinos estaban en su mejor época.

El salón era enorme, parecía la catedral de una iglesia debido a su techo de bóveda. Sus paredes decoradas con cristales de muchos colores, formando figuras con la luz que traspasaba por ellas. Una impresionante he imponente puerta al frente de aquél lugar. En medió de la pared central, se encontraban dos tronos, el más grandes perteneció a mi padre, y el que ahora yo debía postrarme todos los días. Junto a este estaba el trono dorado de mi madre, este no era ocupado por nadie.

Tomé asiento en mi trono, mientras Miroku se colocaba felizmente a mi lado. El se había convertido en el esposo de mi mejor amiga, era muy feliz con sus trillizas y esperaba el cuarto en unos meses. Su vida era radiante, y lo demostraba cada día al llegar plenamente feliz. Sango también estaba así como él. Les había pedido que se mudaran a mi palacio para no estar tan sola. Ellos habían accedido gustosos y por eso Miroku era mi consejero real. No por la paga, sino porque el entendía mi sentir y el de Inuyasha.

– Reina Kagome, hoy recibirá la visita de 5 aldeanos, 2 duques, 5 gitanos y una reina.- me anunció.

– ¿Qué reina?- pregunté intrigada.

Miroku se puso nervioso, comenzó a sudar muy rápido, como si intentara ocultar algo.

– Miroku ¿qué reina?- pregunté de nuevo un tanto impaciente.

– La reina de España.- informó con poca convicción.

– Muy bien, en ese caso que comiencen a entrar.- ordené a Miroku.

Este hizo una señal a un sirviente, este fue a abrir la enorme puerta frente a mi. De inmediato el salón se lleno de personas y comencé a atenderlas pacientemente.

Los primeros solo deseaban un poco más de dinero para arreglar sus tierras, gustosas se los concedí. Después de todo, después de la guerra, habían muchos daños en ciertas partes del reino, por haberme ayudado a combatir contra Naraku se merecían la paga.

A continuación los dos duques, estos venían juntos, estaban interesados en comprar parte de mis tierras del norte, tierras cuya mitad pertenecían a Kouga Wolf, mi ex-esposo. Obviamente los mande a freír caracoles al desierto más remoto del mundo. Ellos querían que yo les diera autorización para tomar las tierras de Kouga. Jamás permitiría que alguien tomará esas tierras a menos que Kouga lo quisiera, el era dueño de ellas y vivía felizmente con su esposa. ¿cómo pretendían que yo los despojará de tanta felicidad?

Después de platicar con los duques entraron los gitanos, uno de ellos deseaba una autorización para realizar el evento más divertido para ellos, el día de Tupsy Turvy, o el día de todo al revés en las calles del reino. Accedí gustosa.

Otro de los gitanos resulto ser el pequeño Shippo, lo que deseaba era un lugar donde poder quedarse durante un tiempo. No tenía familia y pues estaba un tanto asustado.

– Puedes quedarte conmigo, viviendo aquí Shippo. Durante todo el tiempo que desees.- sonreí.

El pequeño gitano saltó a mis brazos sumamente feliz. Adoraba a ese pequeño niño al instante en que lo conocí, lo veía como a un niño indefenso, extrañamente era como si mi instinto maternal despertará junto a él.

Le indique a uno de los sirvientes que lo condujeran a su nueva alcoba, y que le proporcionaran ropa limpia. Después de todo estaba cubierto de lodo y con ciertos manchones de mugre. Aunque era normal proviniendo de un niño pequeño como Shippo. Tan travieso, juguetón e inocente. Me recordaba tanto a Inuyasha cuando niño.

Los demás gitanos querían dinero para realizar compras de comida, saldar deudas pendientes y viajar a Paris para la celebración. Accedí a todas estas peticiones.

Ya era medio día, la reina que había anunciado Miroku no se presento, posiblemente estaba muy ocupada, conocía a la perfección esa ocupación, yo la hacia.

Me puse a caminar en dirección a la nueva habitación del pequeño niño cuando el anunciante grito los nombres de los reyes que entraban al palacio.

– Reina Izayoi de Taisho, acompañada del rey Inuyasha Taisho.- se escucho por toda la habitación.

Busque a Miroku con la mirada, al encontrarlo se encontraba bañado en sudor y temblando por los nervios. Lo miré fríamente.

– ¿Con que la reina de España?- dije sarcástica.

– Es que me confundí, ella viene mañana.-rió frenético.

– Miroku sal de mi vista.- pedí con una sonrisa dulce.

Sin embargo mi irá seguramente podía sentirla hasta en los huesos, estaba más que furiosa. Miroku salió corriendo del salón a toda prisa. Giré mi mirada hacia las personas que se encontraban en el salón, Izayoi continuaba igual de hermosa, tan solo unas pequeñas marcas de edad junto a sus ojos, pero casi invisibles. Su vestimenta larga de color rosa. Su cabellera suelta sumamente llamativa. Dirigí la mirada hacia su acompañante, Inuyasha.

Sin embargo este se había retirado del salón, posiblemente cuando le dije a Miroku que se fuera.

Me coloqué frente a Izayoi, la abracé fuertemente, ella había sido como una madre para mi durante mi niñez, ahora no la había visto en tres años, realmente estaba muy triste. Me había hecho mucha falta. Izayoi correspondió mi abrazo de forma maternal.

– Querida hija, cuanto te he extrañado.- musitó junto a mi oído. Se separó un poco de mi y me sonrió felizmente. – No has cambiado nada, bueno además de que tu cabello esta más largo, no has cambiado.

– Tu tampoco lo has hecho Izayoi.- comenté gentil.

– Kagome te debo una disculpa. No sabía que tu eras aquella mujer.- pronunció sumamente culpable.

Su comentario me tomo por sorpresa, eso había sido hacia 3 años, a pesar de que para mi estuviese siempre presente ¿por qué para ella lo había sido?

– Eso ya no tiene importancia, fue hace mucho tiempo.- comenté con una sonrisa falsa.

– Hija, pensé que realmente amabas a Inuyasha luego de todo lo que él me contó. Sin embargo ¿por qué no lo buscaste después de que él anulo su matrimonio?- preguntó confundida.

– ¿Anulación? No estaba enterada.- admití sorprendida. – La verdad es que no he sabido absolutamente nada de él, ni de ti durante todos estos años.- acepté avergonzada.

– Ven, vamos a caminar y te cuento.- sugirió.

Comenzamos a caminar por los largos he iluminados pasillos externos del palacio, los balcones de los alrededores.

– ¿Cómo se anulo el matrimonio de Kikyo e Inuyasha? tenía entendido que solo se podía anular por acuerdo de ambas partes, o por no consumación.- comenté.

– Haa pequeña- suspiro. – El matrimonio de Inuyasha se anulo por infidelidad y desesperación por parte de Kikyo.- comenzó su relato.

– ¿Cómo?- pregunté.

– Verás, Inuyasha me contó que ese hijo que esperaba Kikyo no le pertenecía porque jamás la había tomado como su esposa. Sin embargo yo no le creía, solo pensaba que era una excusa para irse con la mujer que el quería. En ese momento no tenía idea de que esa mujer eras tu Kagome.- su voz sonó realmente arrepentida.

– Continua por favor.- pedí con voz quebrada, el recordar la discusión que había tenido después de esa platica me mataba.

– En fin, luego de que Inuyasha ascendió al trono a espiar a Kikyo con uno de sus guardias de confianza. Al principio no encontró nada, Kikyo era bastante astuta. Los meses transcurrían, Inuyasha ni siquiera dormía en su alcoba matrimonial, el dormitaba en una habitación de huéspedes. Se rehusaba, si quiera veía a Kikyo, incluso cuando yo lo mandaba. El no obedecía nada de lo que yo le pedía referente a ello. No podía discutirle nada porque el reino nunca había estado mejor, sin embargo Kikyo estaba volviéndose histérica. Su esposo jamás la tocaba y la rechazaba constantemente. Al año y medio después de haber tenido al pequeño, decidió confesar su infidelidad. El hijo le pertenecía a Onigumo, el hermano nada más y nada menos que de Naraku. Por santísimo sacramento de la iglesia la condena es horca, sin embargo Inuyasha solo pidió que fuera un destierro. Destierro a Venecia. El único lugar en el mundo donde no podía entrar por lo que jamás podría volver a verla.- relató lentamente. – La desterraron a una buena casa, con sirvientes. Inuyasha a pesar de sentir repulsión por Kikyo y por el pequeño, no es malo, el deseaba que se encontraran bien.

– Si ese es el caso ¿por qué no me busco?- pregunté confundida.

Mi amado no había olvidado mi amor durante ese tiempo, no había estado con Kikyo ni una sola vez, pero si había estado solo ¿por qué no me busco? ¿acaso ya no me amaba? ¿había logrado olvidarme?

– Kagome lo conoces mejor que yo, Inuyasha es orgulloso.- me recordó.

Era cierto, el era la mata del orgullo, tal vez tenía miedo de que no deseara verlo de nuevo. Tal vez pensaba que lo había olvidado después de tanto tiempo. Que estúpida fui, si hubiese deseado escuchar lo que Miroku quería contarme acerca de él, seguramente hubiese podido estar a su lado.

– Tengo que pedirte un último favor hija.- Izayoi se detuvo, tomó mis manos entre las suyas y me miró con cariño fijamente a los ojos.

– ¿Qué es Izayoi?- pregunté.

– Hazlo feliz por favor… me costo mucho convencerlo de acompañarme aquí, te suplicó que arregles este error que produje. Hazlo feliz Kagome.- pidió dulcemente.

– Izayoi, ha pasado ya tanto tiempo ¿Y si el ya no me ama?- le pregunté asustada.

– No lo sabrás si no lo intentas.- apoyo.

– Gracias, Izayoi.- sonreí sinceramente.

Comencé a correr en dirección al único lugar donde el podría encontrarse, el único sitio en el mundo donde se podría esconder de mi, donde había empezado nuestra amistad, donde me había dado mi regalo favorita. Donde siempre había jugado conmigo. Llegué a los minutos al jardín del árbol sagrado.

Mi respiración era agitada, sin embargo no le di importancia. Me detuve justo en frente del árbol sagrado. Miré fijamente el tronco, sabia donde él estaba, en las ramas más altas, pero no iba a subir hasta allí, no podía con la ropa que traía puesta.

– Inuyasha ¿p… puedes ba… bajar?- llamé con voz gentil, aunque por los nervios se quebró.

Al principio pensé que no bajaría, no tenía si quiera una respuesta suya. Me lo tenía bien merecido, yo le había dicho que no quería saber nada de él. Con lo orgulloso que era ese tonto, seguramente no lo haría.

– Inuyasha.- llamé firmemente.

– ¿Qué quieres? Tonta.- gritó molesto desde arriba del árbol.

– Baja por favor.- pedí con una sonrisa al haber escuchado su voz después de tantos años.

– Feh, no molestes.- dijo aun enfadado.

– ¡Si no bajas, subiré!- grite.

El estaba desafiando mi paciencia, aunque la verdad era que había extrañado tanto este tipo de peleas que no estaba enojada con él.

De repente un cuerpo comenzó a descender lentamente del árbol sagrado, este estaba vestido con un uniforme blanco con dorado, una larga capa blanca y su cabello atado con una cola alta. Él se paro frente a mi con los brazos cruzados y su expresión molesta. Hacia tanto que no lo veía que casi había olvidado lo perfecto que era, incluso cuando su rostro poseía una expresión enojada.

– Ya baje, ahora ¿que quieres?- pregunté en el mismo tono que antes.

– Quiero que me perdones por lo estúpida que he sido.- dije.

Su rostro mostró al principio sorpresa, luego confusión, tal vez no entendía a que me refería.

– Siempre tuviste razón, soy una niña tonta, que decidió lo mejor para su reino y no para si misma. Inuyasha no se lo que pienses ahora, no se lo que sientes ahora pero cada día que pasa en vez de olvidarte, en vez de no querer estar a tu lado, en de querer amarte menos cada día, ha sido todo lo contrario, no he podido dejar de pensar en ti, no he dejado de desear estar a tu lado, y no he podido dejar de amarte cada día más. Yo he sido una…

No era posible lo que estaba pasando ahora, Inuyasha se había acercado a mi tan rápido que no lo note, había tomado mis labios de improvisto y ahora estaba rozándolos delicadamente en un beso. Un besó lento, tierno, lleno de cariño. Forzó a que abriera mi boca para el explorarla, pero no había deseo en ello. Era como nuestro primer beso cuando niños. Un besó sumamente inocente.

Se separó de mis labios a penas milímetros, su aliento chocaba con él mío. Recostó su frente sobre la mía.

– Yo también fui un tonto, por mi orgullo no fui a buscarte. Por mi temor de que ya no quisieras verme. Por mi temor a que me rechazaras nuevamente he pasado estos últimos años temiendo, que no pensé que podrías sentir lo mismo que yo.- sonrió mientras me miraba.

– Te amo tanto Inuyasha. He estado muriendo sin ti.- aseguré.

El rozó sus dedos con los míos, juntando nuestras manos fuertemente.
– No has muerto tanto como yo lo he estado haciendo Kagome.- aseguró. – Cada noche una eternidad, cada día un pasatiempo de trabajo, cada movimiento como si fuera una…-interrumpí.

– Como si fuera un títere jalado por pequeños hilos, cada atardecer anunciando un día lejos de ti, cada amanecer anunciándome que pedí una noche a tu lado…- me interrumpió.

– Si sentías lo mismo que yo ¿por qué tampoco me buscaste?- preguntó nervioso.

– No sabía lo que había ocurrido con tu matrimonio.- excusé.

– Tonta ¿Miroku no te lo dijo?- preguntó incrédulo.

– Le rogué que no me dijera nada de ti.- expliqué avergonzada.

– Ya no importa. Lo que importa es que te amo- musitó.

Nuevamente volvió a juntar nuestros labios, en otro beso inocente. Moviéndonos en un ritmo perfecto de armonía, sus besos me había faltado durante tanto tiempo que ahora entendía lo seca que había estado mi garganta.

– Unamos nuestros reinos en uno solo, estemos juntos Kagome. Cásate conmigo.- me pidió con la sonrisa más increíble que hubiese podido mostrar.

No podía creer lo que me pedía, después de tantos años de distancia, después de tantos instantes lejos el uno del otro. Desde esta separación infernal. Ahora mi amado Inuyasha me pedía lo que siempre desee escuchar de sus labios.

– Si.- acepte.

Me arroje a sus brazos en otro besó lleno de pasión de amor. De ternura. Jamás había estado tan feliz a su lado. Después de una ausencia tan larga, el volverla a estar junto a mi y esta vez para siempre. ¿quién diría que todo esto hubiese ocurrido por un ladrón? Si Red Rose no hubiese aparecido en el baile, Inuyasha jamás me hubiese besado, no se abría puesto celoso y no me hubiera besado en el pasillo. Tampoco en mi habitación después de la aparición de Red Rose.

– Por cierto Inuyasha ¿cómo sabias que tu hermano era Red Rose?

– Lo ayude una vez cuando se sospecho de él en Venecia, me atraparon vestido de ese ladrón y por eso me expulsaron del país. A decir verdad lo de "casanova" siempre fue una manera de cubrir mi falta con una menos grave.- sonrío.

– Entonces ¿no te acostaste con todas esas mujeres?

– No tonta, la verdad es que a pesar de haber tenido relaciones con muchas mujeres, con la única que he hecho el amor… es contigo. Y con la única que lo haré será siempre contigo.- sonrió dulcemente.

Siempre le estaría agradecida Seshomaru. Por eso es que el era tan feliz ahora, por habernos ayudado a Inuyasha y a mi. Ahora con su primer hijo de él y de Rin, en una mansión a lo lejos de mi reino.

– Me amaras Inuyasha ¿hasta el día en yo muera?- pregunté sonriente.

– No… Te amaré más que el día en que las estrellas del universo dejen de brillar. Te amaré por mucho más que eso Kagome, por mucho más.

Continué besando a mi amado Inuyasha, el me abrazó fuertemente y me alzó en el aire sin romper aquel besó. Ahora estaba segura de que por fin seria muy feliz, junto a mi amado Inuyasha…

A lo lejos, en un balcón contiguo al jardín, se divisaba con claridad a una pareja de enamorados besándose fervientemente. En el balcón se podía ver a un pequeño niño pelirrojo, una hermosa joven de cabello castaño y a una mujer de cabellera negra larga.

– ¿Cree que serán felices? Reina Izayoi.- preguntó el pequeño niño observando la escena.

– Si, estoy segura.- le contestó al pequeño niño.

– Es el perfecto final.- comentó la joven, mientras daba un suspiró de amor.

– No Sango. Es el perfecto inició.- corrigió la reina con una dulce sonrisa.

– Si, tiene razón.- concordó el pequeño Shippo. – El perfecto inicio…

La visita de un ladrón de capa roja, a veces puede ser la llave que revele lo que desea tu corazón…

Fin

Espero que les haya gustado, ojala las vea en mi nueva historia. muchísimas gracias por acompañarme desde el comienzo, por sus post y por votar en la encuesta.

Nota ladrona de almas

Las imágenes las encontrareis en la siguiente página:

http:/foro(punto)cemzoo(punto)com/f85-fanfics-sobre-rumiko-takahashi/210628-el-ladron-red-rose-9(punto)html

Desearía recordar que la historia NO me pertenece a mí, sino a Jesireth de cem(punto)zoo.

Hemos llegado al final de esta fantastica historia. debo pediros disculpas por este gran retraso en publicar la conti y debo dar las gracias a todas aquellas personas que han seguido y leido esta historia: MUCHISIMAS GRACIAS POR ESTAR AHÍ Y LEERME,GRACIAS DE TODO CORAZÓN!

Pero debo agradecer a aquellas fantasticas personas que me han dejado reviews y sobretodo a los ultimos comentarios:

inuykag4ever: ya no llores más y aqui te dejo tu gran final feliz que pedias, gracias por dejar tus comentrios y setsuna17: gracias y espero que te haya encantado este capi, y muchisimas gracias por seguir leyendo la historia

.Higurashi.-: primero ya vez que no logro salirse con la suya esa pu** de Kikyo, segundo ya se fueee! y a Venecia! que bien jaja y por ultimo ya puse la conti, gracias por seguirme en esta alocada historia

Rutabi de saotome: tranqui! ya todo se resolvió y salió bastante bien jaja y a mi tambien me apena decir adios, gracias por seguirme hasta el final y estar pendiente de otras de mis historias (PD: te alegrara saber que tengo varios capis escritos de las otras historias, solo esperaba terminar aqui para continuar con las otras XP)

sirena8118: no te preocupes vuelven! y que razón tenias con tu reviews pero piensa que entonces tal vez el mundo seria peor por ser egoista, gracias de corazón por estar ahí.

GRACIAS A TODAS VOSOTRAS y como lei en una parte "vuestros comentarios son la inspiración de mi musa" jaja cuidaos mucho, que sepais que os echare de menos, hasta siempre y bye bye.