DISCLAMEIR: NADA DE ESTA HISTORIA ME PERTENECE. LA IDEA ES MIA, PERO EL UNIVERSO Y LOS PERSONAJES PERTENECEN AL DIOS DE MI RELIGION, NUESTRO AMADO GEORGE LUCAS!


Prólogo.

El mercado de Mos Espa era siempre un lugar muy concurrido. Seres de todo tipo se reunían allí cada día para vender sus productos o satisfacer sus necesidades de compra. Muchos se conocían entre sí, pues era una comunidad pequeña. Pero siempre había desconocidos, forasteros: pilotos que empleaban el planeta como escala para sus viajes, criminales que eludían a la justicia, y contrabandistas que concretaban allí sus negocios.

Era raro que alguien llegara a Tatooine sin un propósito. Era un planeta remoto, un arado mundo exterior con poco que ofrecer aparte de dunas interminables de arena y un clima implacable. Y sin embargo, si llegaban personas con razones, razones suficientes que los harían cruzar toda la galaxia hasta aterrizar allí, sin demudar gastos.

El alto extranjero de pelo blanco fue seguido con leve curiosidad por los comerciantes del pequeño mercado. A juzgar por la ropa fina que llevaba, era un hombre de recursos, y cada uno de ellos tenía la esperanza de que considerara invertirlos en sus productos. Pero no eran cestas de delicias caseras o colgantes lo que le interesaba. Quería información. Información sobre un niño, uno muy pequeño. No sabía su sexo o su nombre, todo lo que sabía era que residía aquí. Y necesitaba encontrarlo. A cualquier precio.

- Usted debe referirse al pequeño Anni - dijo una vieja mujer de aspecto regordete que vendía aperitivos.

- ¿Anni?

- Le apodamos así con cariño – explicó –. Su verdadero nombre es Anakin, Anakin Skywalker. Está siempre allí, en la chatarrería de Watto ¿Por qué le busca?

El educado hombre sonrió con su sonrisa más encantadora.

- Soy el tío abuelo del muchacho. Y sólo recientemente me enteré de su existencia. Me gustaría conocerle.

- ¡Oh! Estoy seguro de que tanto él como su madre se alegraran de recibir toda la ayuda posible – declaró de buena fe.

El desconocido volvió a asentir, y le tendió amablemente un pequeño fajo de billetes.

- Para agradecer su ayuda – dijo –. Espero que le sean de utilidad.

La mujer sonrió, apenas creyendo su suerte, y lo observó alejarse pensando lo afortunado que sería Anni de conocer a un pariente tan misericordioso.

Nunca más en Mos Espa se volvió nuevamente a ver al desconocido, o a alguien de la familia Skywalker.

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Quince años más tarde...

La fiesta, uno de los acontecimientos más esperados en Corusant, brillaba en pleno apogeo. Los rostros más famosos de la galaxia estaban presentes: importantes senadores, actores y actrices famosos, gobernantes regionales, e inclusive el propio Emperador. Y miles de cámaras esperaban tras los muros del pabellón, ilusionados con la idea de conseguir su instantánea.

Sólo una persona entre aquel bullicioso ajetreo no parecía compartir la celebración. Los últimos días de Padmé Amidala habían sido demasiado intensos, demasiado confusos, para hacerse a la idea de que lo que estaba viviendo no era una pesadilla. Pero ahora, envuelta en la atronadora música, entre gente que no conocía y que empezaba a exudar alcohol, y con el si quiero tan reciente, la aterradora realidad fue cayendo sobre los hombros de la novia.

Estoy casada, susurró con incredulidad una voz en su cabeza. He unido mi vida aún hombre que no amo y que ni siquiera conozco. Un monstruo.

Como si fuera en respuesta a las palabras que no había pronunciado en voz alta, una fría voz, distorsionada a partir de un aparato electrónico, la obligo a salir de la oscuridad de su retiro.

- ¿Senadora?

Padmé aspiro ampliamente y cerro los ojos con fuerza, reuniendo valor, antes de girarse para enfrentar a su marido. Marido. La propia palabra sonaba defectuosa en su mente.

Antes de nada, trato de averiguar si el hecho de que abandonara a los invitados para recluirse aquí, en esa pequeña e intima galería, lo había enfadado. Pero por supuesto, por mucho que lo examinará sabía que era imposible discernir nada. Lo había olvidado. De nuevo.

La figura de Darth Vader había sido uno de los iconos más importantes del Imperio desde su creación. La mano derecha del emperador de la que nadie sabía nada, pero cuya actuación había sido vital para proteger la galaxia de los insurrectos jedi. Porque sin estar confirmado, era conocido por todo el imperio como él y sólo él, sin tropas de apoyo, había entrado en el templo con afán de conquistarlo.

Y había salido victorioso media hora más tarde, sin un solo rasguño. También había sido él quien derrotara a Dooku y al resto de lideres separatistas, junto con el general Griveus. Y eso, junto con todos sus títulos, Comandante Supremo de la Flota Imperial, Ejecutor del Nuevo Orden, y Cazador de Jedis era todo lo que Padmé sabía de su nuevo esposo.

Claro que ella no creía la mitad de las cosas. Porque a diferencia de sus colegas, la senadora Amidala tenía sus propias nociones acerca del fin de la republica y de la intervención de los jedi. Pero se aseguraba bien de no compartirlas con nadie. Al menos hasta ahora.

La cuestión de cómo podría seguir ejerciendo su secreta rebeldía contra el imperio, ahora que estaba casada con uno de sus máximos ejecutores, le preocupaba más que el matrimonio en sí mismo, con todo lo que él conllevaba. Pero nadie podía enfrentarse abiertamente a los deseos de Palpatine si no quería arriesgar todo lo que podía perder, y la conciencia de que era su planeta y familia lo que estaba en juego, había sido suficiente para ceder.

Y ahora era su esposa. Esposa de un hombre cuyo rostro ni siquiera conocía.

Desde su primera aparición pública, Darth Vader había hecho uso de ese extraño casco y armadura que ocultaba todas sus facciones, hasta los ojos. El traje en sí mismo, por la capa y las formas, era muy similar al que portaba la Guardia Real del emperador. Pero en lugar de rojo su color era negro, mucho más intimadamente.

- Lo siento – se excusó, tratando que la voz no le temblara mientras clavaba los ojos en su máscara –. El humo me mareó y decidí salir un momento a tomar el aire.

- ¿Deseas ir ya a casa?

A casa...

- No – contestó, tratando de sonreír. Por mucho que detestara la charla insulsa con los invitados, todavía no se sentía lista para afrontar lo que debería ocurrir en su noche de bodas. Era preferible seguir allí – Aún es pronto. Todavía tengo mucho que tratar con los invitados.

Él permaneció inmóvil unos instantes más, clavando su vista sobre ella. A pesar de la máscara, Padmé tuvo la conocida sensación de que estaba accediendo directamente a sus pensamientos.

Finalmente asintió.

- Muy bien – dijo; y se dio la vuelta para regresar a la sala.

Padmé respiró aliviada una vez su figura desapareció, a pesar de saber que tendría que seguirlo dentro de nada.

Ni siquiera soy capaz de estar con él en el mismo espacio, se dijo. ¿Cómo voy a...? Pero interrumpió el pensamiento antes de concluirlo. No podía hacer frente a eso. Todavía no.

Tomando aire, la Senadora Amidala colocó una radiante sonrisa en sus labios, lista para recibir más felicitaciones de sus invitados.

Entonces, mientras hablaba, pudo sentir la heladora mirada de Palpatine devorando su espalda.


Konchiwa tomodachis! Aquí os traigo una nueva historia. No quiero que penséis que me he olvidado de Algo que llaman destino, esta será solo una historia breve, de no más de noventa páginas. En realidad ya la tengo acabada (y eso que empecé en Semana Santa). Me di cuenta que me fanfiction principal era demasiado extenso y necesitaba llevar otra pequeña historia de forma paralela para no avasallar mis pensamientos.

No quise publicarla hasta que estuviera acabada, por si acaso con el tiempo me viera en la imposibilidad de terminarla (preferí no publicarla que dejar a mitad), pero ahora ya la tengo acabada. A decir verdad, todavía me queda el epílogo, pero eso es algo que arreglaré mañana. Por el momento la subo está noche, para que vayáis de gustando el prólogo y os quedéis con ganas de más. XD

Como ya he dicho es una historia breve. No he contado los capítulos pero rondaran los doce o los trece, como mucho. Eso quiere decir que se centrará más en dos únicos personajes princpales: Anakin y Padmé, aunque eso tampoco impedirá que con el tiempo vayan apareciendo secundarios, algunos de relativa importancia.

Os aclaro las ideas, por si acaso tenéis alguna duda. Él hombre de pelo blanco (no revelo el nombre por si acaso no habéis adivinado quien es) se llevó a Anakin de su casa cuando tenía cuatro años. Quince años más tarde aparece como Darh Vader. Nadie conoce su rostro ni su procedencia, sólo que es el leal al imperio. Todos los sucesos que se llevan acabo en la Venganza de los Sith ya han sucedido (excepto los que tienen que ver con anakin/padmé, o anakin/obi-wan, porque evidentemente, ellos no se conocen).

Parece que Palpatine ha forzado a Padmé a casarse con Vader contra su voluntad, los motivos se descubriran más adelante... Y bueno, supongo que el título ya lo dice todo... Redemption. Sólo queda esperar a ver como se desarrolla todo.

Pero bueno, ¿qué os ha parecido el prólogo? ¿y la trama del fanfic? ¿crees que será interesante o demasiado repetitiva? Espero vuestros comentarios, por supuesto, y nos veremos pronto en el siguiente capítulo del fic. Puesto que ya lo tengo escrito, dependerá únicamente de vosotros y de las ganáis que tengáis de leerlo que yo actualice. Así que...

¿reviews?