Untouchable
Capítulo 7: Feliz
Bella lloraba, desconsoladamente. Entre el ruido de la lluvia, o más bien diluvio, y sus sollozos, no oyó ni vio el coche que se paró frente a ella. Tampoco vio al apuesto joven de rostro descompuesto por la angustia que bajó del auto, y no fue consciente de su presencia hasta que sus brazos la rodearon.
Sabía perfectamente quién era, así que simplemente se dejó guiar por el chico hasta el coche. Edward le abrió la puerta del copiloto para que entrara. Lo hizo, y en seguida sintió la calidez del coche con calefacción. Segundos después, Edward se sentó en el asiento del piloto, y arrancó el motor.
No dijeron nada durante todo el trayecto. Bella continuó llorando, ya desconociendo el motivo. ¿Tristeza? ¿Alegría? Edward no habló porque sabía que si lo hacía la cagaría hasta el fondo.
Llegaron al apartamento de Edward, un piso en pleno centro, en menos de veinte minutos. Bella se bajó del coche antes de que Edward le abriera la puerta, y siguió a su ex novio hasta el portal del edificio. Todo era extremadamente lujoso, probablemente también muy caro. Sollozó una vez más.
Edward la guió hasta el ascensor, donde pulsó el botón tres. Se dio cuenta de que Bella estaba tiritando, y no pudo evitar pasarle el brazo por los hombros y restregarlo contra ella, en un intento de calentarla con la fricción.
Las puertas del elevador se abrieron y Edward llevó a una confundida Bella hasta su casa. Al ver que la chica no respondía de sí misma, la sentó en su cama y le ordenó que se quitara la ropa. Fue hasta su armario y rebuscó algo que pudiera servirle. Encontró unos pantalones de chándal, una camiseta y una sudadera. Mandó a Bella a darse una ducha caliente y luego fue a meter la ropa en la secadora, para que estuviera caliente. En la cocina, preparó un vaso de leche caliente con canela, y luego volvió al baño con la ropa, donde Bella se secaba el cuerpo con una de sus toallas.
̶ Ten, ponte esto ̶ le dijo, tendiéndole la ropa.
Bella se vistió y luego salió del baño para ir en busca de Edward. Había conseguido remitir los sollozos, aunque como de costumbre, las lágrimas no paraban de salir. Era algo inevitable.
Encontró a Edward en el salón, con una taza azul en las manos. Entró en la sala y se sentó a su lado en el sofá. Edward le tendió la taza, y ella le sonrió. Levemente, sí, pero era una sonrisa. La primera en tres meses.
̶ Gracias ̶ susurró.
Edward suspiró y se dejó caer contra el respaldo del sofá mientras Bella bebía la leche que le había preparado. Cinco segundos después volvió a incorporarse, con una expresión de completa incomprensión en el rostro.
̶ Bella, ¿qué estás haciendo aquí? ̶ preguntó.
Bella se concentró de repente en la taza que tenía entre las manos, como si fuera súper interesante.
̶ He venido… yo… ̶ suspiró. ̶ Necesitaba oír tu voz ̶ confesó, avergonzada.
Edward se quedó en plancha. ¿Para oír su voz? ¿Es que se había vuelto loca?
̶ ¿Has cruzado el Atlántico solo para oír mi voz?
̶ No cogías el teléfono ̶ dijo Bella, como si eso fuera justificación suficiente.
̶ Bella, ¿por qué lloras? ̶ preguntó Edward con verdadera curiosidad, retirando una lágrima de la mejilla de ella.
̶ Lloro… ̶ Bella dejó la taza en el suelo, consciente de que la llantina iba a comenzar de nuevo. ̶ Lloro porque… Porque no me queda dinero, porque soy patética, porque llevo tres meses sin dormir y sin comer, porque ese amago de sonrisa que acabo de hacer es mi primera sonrisa en tres meses, porque he oído tu voz. Por eso lloro, Edward. Y también lloro porque tú no me quieres, y aún así aquí estoy yo, patéticamente depresiva, acosándote. Porque soy una mierda.
Edward de pronto se sintió mal. Muy mal. Bella estaba así por su culpa, por su estupidez.
La chica enterró la cara en sus manos y estalló en llanto, mientras él no se atrevía ni a abrazarla. Él le había hecho daño. No merecía su perdón. El mierda era él, no ella.
̶-Bella, escúchame.
Tenía que explicárselo. Ella lo merecía.
La chica alzó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas, y lo miró directamente a los ojos.
Edward tragó saliva, buscando cómo empezar.
̶ Bella, yo sí te quiero.
La expresión de Bella cambió de destrozada a confusa.
̶ Pero dijiste…
̶ Olvídate de lo que dije, ¿vale? Yo te quiero. Te amo. Punto.
̶ ¿Y…? ¿Entonces, por qué…?
̶ Solo escucha, ¿vale?
Bella se lo quedó mirando, y él respiró hondo.
̶ Bella, yo te quiero más que a nada en el mundo, y por eso me marché. La beca que me ofrecieron aquí era estratosférica. No podía rechazarla. Es mi gran oportunidad.
Bella seguía confusa. ¿Qué tenía eso que ver con ella?
̶ Yo tenía que venir a Inglaterra. Pero tú no tenías por qué hacerlo. Sin embargo, sabía que lo harías, que te sacrificarías por mí. Que vendrías a vivir aquí conmigo, y que me esperarías hasta las seis de la mañana despierta hasta que acabara mi turno en el hospital. No podía permitirlo.
Edward miró al infinito, soltándolo todo.
̶ Nosotros teníamos una vida en Forks. Alice, y Rosalie, Emmett y Jasper, tu carrera, nuestra casa. Todo estaba resuelto. Tú no tenías que sacrificarlo todo por mí, pero lo harías. Y sabía que decirte que no te quería era la única manera de que no lo hicieras.
De pronto, lágrimas a litros comenzaron a derramarse de los ojos de Bella.
Edward se giró hacia ella, mirándola con intensidad.
̶ Pero era mentira. Yo te quiero, Bella. Me he dado cuenta de que no puedo vivir sin ti. Me estaba costando mucho no llamarte, no cogerte el teléfono. ¡No abandonarlo todo y volver contigo, incluso! Quizá si hoy me hubieras llamado te lo hubiera cogido. Porque yo también necesito oír tu voz.
̶ Edward ̶ dijo Bella con voz ahogada, anegada en lágrimas. ̶ Alice, Jasper, Rose, Em, la casa, mi carrera… Sin ti, no quiero nada.
̶ Yo tampoco, Bella.
Entonces, la chica se lanzó a su cuello, abrazándolo con fuerza, y él la estrechó entre sus brazos. Bella seguía llorando, ahora de felicidad. Edward la amaba. Eso era todo lo que necesitaba.
̶ Lo siento, Bella ̶ le dijo, dándole un beso en el pelo.
̶ Te amo ̶ dijo Bella, entre sollozos, sonriendo ampliamente a pesar de las lágrimas.
̶ Yo también te amo.
Horas después, ambos comían pizza de microondas sentados uno junto al otro en la mesa de la cocina. Bella reposaba la cabeza en el hombro de su (de nuevo) novio, que le acariciaba el pelo con ternura. Se necesitaban, no había duda de ello.
̶ Tendré que pedir plaza en esta universidad ̶ dijo Bella de pronto, soltando el borde de su trozo de pizza en el plato. ̶ Y volver a por mis cosas. Solo me he traído el cepillo de dientes.
Edward la miró con aprensión.
̶ ¿Estás segura?
Bella le sonrió, de verdad, una sonrisa genuina, enamorada.
̶ Sí, lo estoy.
Edward se inclinó lentamente y besó a su novia, quien lo recibió con ansia y deseo. Hacía tres meses que no se besaban, y el sabor de sus bocas era como una droga para ambos.
Más tarde, en la cama, Bella se acurrucó en los brazos de su amor, intentando entrar en calor. Aún tiritaba levemente, y estaba casi segura de haber pillado por lo menos un resfriado.
̶-Te amo ̶ le dijo Edward, y ella sonrió.
Y por primera vez en tres meses pudo dormir sin llorar, en los brazos de Edward.
Feliz.
FIN