Title: Nuevas familias
Fandom: Fullmetal Alchemist
Characters: Roy-tachi en pleno
Prompt: #01 - Honeymoon
Word Count: 3.350
Rating: G
Warnings/Spoilers: nop
Summary: Roy no sentía envidia de Hughes porque se hubiese casado y estuviera sentando las bases de una nueva familia. Total, él ya tenía la suya propia.

Nuevas familias

Aquél era el momento del día que más odiaba Roy Mustang.

- Teniente Coronel, su correo –anunció una joven secretaria, acercándose a él con un manojo de cartas.

A Roy se le atragantó el café. No pudo evitar dedicarle a la chica una expresión de rancia resignación.

- Sí, gracias…

La mayoría de los sobres pertenecían al correo interno del cuartel del Este. Algún memorándum, citaciones para la reunión de turno, nuevos informes sobre alquimistas renombrados de la zona… Pero entre todos aquellos papeles inofensivos estaba la carta. Ese maldito sobre infernal que le indigestaba el desayuno cada día, siempre con un llamativo matasellos diferente, enviado desde cualquier rincón del país. Y, por supuesto, hoy no iba a ser la excepción.

Roy contempló con una horrible mueca de disgusto la carta de Hughes, preguntándose hasta cuándo duraría aquella tortura. Él y Gracia llevaban de luna de miel casi un mes. ¡Casi un mes! Daba la impresión de que se estaban recorriendo Amestris de cabo a rabo. ¿Es que no iban a parar nunca? ¿Qué clase de placer morboso encontraba aquel idiota en mandarle cartas cada día para informarle detalladamente de lo que hacían o dejaban de hacer? ¿Qué demonios le importaba a él, de todas formas? Y cogió el abrecartas para rasgar el sobre con más violencia de la necesaria, como si pudiera así acuchillar ligeramente a su mejor amigo también.

Por supuesto, dentro no sólo estaba la correspondiente parrafada rebosante de fervoroso amor matrimonial, sino también la foto de turno para ilustrar gráficamente la felicidad del matrimonio Hughes. Esta vez, ambos aparecían abrazados en una especie de embarcadero, encuadrados en un escenario muy romántico y sentimentaloide, él besuqueándola y ella dejándose besuquear con mucho gusto. Se apresuró a estampar la foto del revés contra la mesa para deshacerse cuanto antes de aquella visión perturbadora, antes de empezar a leer la no menos traumática carta.

Querido Roy:

¡El sur es maravilloso! Nos ha gustado más el oeste, de todas formas, pero aquí también hay sitios impresionantes para visitar. Y todo es mil veces más hermoso cuando lo veo con mi Gracia, JAJAJA. Ayer estábamos paseando por el parque principal de South City y me di cuenta de que cuando el sol se le refleja en el pelo le arranca brillos dorados. ¿Sabes lo bonito que es su pelo? ¡Y tan suave…! Luego vimos a un matrimonio joven paseando a su bebé y a ella se le iluminaron los ojos. ¡Qué guapa es! Cuando volvimos por la noche al hotel le dije que podríamos empezar a intentarlo, y ella me agarró y…

Roy no siguió leyendo, prácticamente carbonizado de furia. Y, con un exasperado rugido, intentó despedazar la carta hasta convertirla en polvo y hacerla desaparecer de la faz de la tierra. Lástima que Riza apareciera de repente junto a él y se la arrebatara de las manos antes de que le diera tiempo siquiera a hacerle un rasguño.

- Sentir envidia de la felicidad ajena es un sentimiento muy feo, Teniente Coronel –le regañó con voz neutra, mirándole secamente desde arriba.

- ¡No me dan envidia, me causan repulsión!

- A pesar de eso, no debería romper las cartas que le envían los amigos. Siempre gusta guardar estas cosas y poder revisarlas en el futuro para revivir buenos recuerdos.

- ¡No se puede revivir buenos recuerdos con eso! Además, ¡todas las cartas que me envía son iguales! ¿Para qué guardar quinientas, si están todas repetidas? Empiezo a creer que usa una plantilla estándar para reproducir lo mismo una y otra vez. ¡Déme la satisfacción de poder destrozar al menos una, alférez!

Hizo amago de volver a coger la carta con brusquedad, pero Riza la apartó de su alcance, esquivándole. Luego, sus ojos castaños se dirigieron a las letras de Hughes, leyendo en silencio. Hubo un momento en el que sus cejas se enarcaron y su boca se torció con hermetismo. Y al terminar soltó inexpresivamente:

- Bueno, parece que se están divirtiendo.

- ¡Desde luego! –Roy se acodó en su escritorio, sujetándose la cabeza con las manos en gesto enfurruñado-. ¡Pero a mí me dan igual sus sórdidos asuntos matrimoniales!

- Creo que debería leer la posdata, señor.

Riza le tendió la carta ante los ojos, señalando con un dedo la última frase de Hughes.

PD: Estar casado es lo mejor, idiota. ¡Búscate una esposa ya!

Roy le arrebató los papeles a Riza violentamente, arrojándolos con frustración al fondo de un cajón junto con la diabólica foto feliz, y lo cerró de golpe con un estruendo que reverberó en todo el despacho. Los chicos de su equipo ya ni siquiera se molestaron en fingir que no estaban escuchando la conversación y levantaron las cabezas de sus respectivos papeles para quedarse mirando a su jefe con gotas de sudor rodando por sus nucas.

- No entiendo por qué se pone así –Riza le dio la espalda para volver a su puesto-. Aténgase a las consecuencias de sus actos.

- ¡¿Mis actos? –chilló Roy, incorporándose en su butaca con furia-. ¡En ningún momento he deseado saber lo que esos dos hacen o dejan de hacer durante su maldita luna de miel!

- ¡Cabo Falman! –llamó Riza con voz imperiosa-. ¡Conversación número 35/6 del ágape conmemorativo posterior a la ceremonia de boda de los Hughes!

- ¡Sí, señora! –Falman se levantó de golpe, cuadrándose y llevándose la mano derecha a la frente en el típico saludo militar-. ¡Conversación número 35/6! Teniente Coronel Mustang: "Me alegro por vosotros, Hughes, jajaja. Espero que lo paséis bien en vuestro viaje, ya me contarás lo que andáis haciendo, ¿eh? Tú ya me entiendes, jajaja…".

- ¡¿Q-qué? –Roy se puso como un tomate, mirándoles con horror-. ¡Yo nunca dije eso!

- Sí que lo dijo –intervino Breda, alzando una ceja-. Y todavía no estaba borracho, así que lo dijo con plenas facultades mentales.

- Debió imaginarse que el capitán Hughes se lo tomaría al pie de la letra, señor –añadió Fuery, con una sonrisilla indulgente.

- Pfff… Usted se lo ha buscado –remató Havoc con sorna, llevándose una mano a la boca para reprimir la risa.

Roy se hundió de hombros y ocultó rápidamente el rostro en una mano con frustración, sudando.

- Vaya mierda de equipo…

- ¡Señor, sí, señor! –exclamaron todos a coro, imitando el tono formal con socarronería-. ¡Usted eligió a los mejores, señor!

Después de aquello, fue imposible volver a quejarse de las cartas de Hughes. Cada vez que le palpitaba la vena de la sien de furia al recibir una con el café matutino, los miembros de su equipo se le quedaban mirando sombríamente, como si llevaran escrito en el rostro "conversación número 35/6". Y Roy tenía que conformarse con volver a lanzar los papeles y las fotos al fondo del cajón para cerrarlo de nuevo con golpes cada vez más fuertes, descargando su enfado con el pobre mueble, que tarde o temprano terminaría descoyuntándose.

Un día, tras leer una carta especialmente azucarada de Hughes que le crispó los nervios a un grado inclasificable, le pegó tal trastazo a su escritorio que la madera crujió siniestramente. Y Riza lanzó un profundo suspiro, apiadándose de él.

- Señor, creo que usted también necesita unas vacaciones urgentemente.

Roy la miró enarcando las cejas, reflexionando sobre aquella observación. Echó un rápido vistazo al despacho. Havoc estaba en el campo de tiro, Breda en una reunión, Falman perdido por ahí consiguiendo unos informes y a Fuery acaban de llevárselo unos muchachos del puesto central de comunicaciones para que les echara una mano con un problema que había colapsado la centralita. Su alférez y él estaban solos. Así que se acodó con un brazo sobre la mesa, apoyando la barbilla en la mano para comentar con aire casual:

- Tiene razón, alférez. Desde que me ascendieron a este puesto no he parado de trabajar. Creo que no he tenido unas vacaciones decentes desde el final de la guerra. ¿Qué le parece si nos cogemos unos días juntos? Podríamos ir a los Lagos de Garity. Hughes dijo que estaban bastante bien.

Riza, que estaba ordenando un taco de folios en una mesa cercana, se detuvo y volvió la vista hacia él, enarcando las cejas con sorpresa. Le mantuvo la mirada sin parpadear durante un rato que se hizo interminable y, cuando Roy ya estaba empezando a sudar de nerviosismo ante su gesto inexpresivo, ella se encogió de hombros con naturalidad.

- Me parece una buena idea –contestó-. Nunca he estado en el Oeste.

- ¿En serio? –se sorprendió Roy, incorporándose.

- Sí, nunca he estado en el Oeste…

- En serio te parece una buena idea, quería decir…

- Ahh… Sí, claro, ¿por qué no? A mí también me apetecen unas vacaciones y es un poco patético viajar solo.

El cambio de humor del Teniente Coronel fue más que evidente, como si hubiese encontrado un objetivo positivo en el que fijar su energía. En los días que siguieron se dedicó a revisar las cartas que Hughes le había enviado desde el Oeste, apuntando los sitios que él le recomendaba o los que le habían causado mejor impresión, contrastando datos todo el tiempo con montones de folletos turísticos que le había pedido a la secretaria. Miraba las fotos de su amigo con Gracia y se reía por lo bajo maliciosamente, pensando en devolverle la jugada y mandarle montones de instantáneas de él con Riza en aquellos parajes naturales, disfrutando de unos días de descanso y distensión. Cuando ese idiota volviera de su luna de miel, él tendría también un grueso fajo de felices fotos familiares que meterle por la boca para que se callara de una vez y le dejara en paz. La venganza era dulce. Y quién hubiese afirmado que no era un motor sano en la vida, se equivocaba.

Sin embargo, se esmeraba en mantener su proyecto oculto a los miembros de su equipo. No quería más burlas y comentarios jocosos a su costa, así que siempre compartía con Riza la información sobre el viaje que iba recopilando cuando ambos estaban a solas. Le alegraba más de lo que había esperado que ella se mostrara tan dispuesta y entusiasmada también. A pesar de llevar tantos años juntos y conocerse desde hacía tanto tiempo, eran muy raras las ocasiones en las que podían relajarse y comportarse como una familia. Después de todo, a Roy le gustaba pensar que eran eso, precisamente: una familia. Ambos estaban huérfanos, apenas tenían a nadie más. Y tomarse un respiro de vez en cuando era agradable.

Sí… aquello no era sólo por venganza contra el acoso psicológico de Hughes…

El día señalado para iniciar por fin el viaje, Roy se presentó casi al amanecer en casa de Riza para recogerla. Ambos habían decidido que sería mejor hacer el trayecto en coche, aunque fuera más largo, imitando la estrategia que había usado el matrimonio Hughes para recorrer Amestris. Podrían turnarse para conducir y así irían más a su aire, parando cuando les apeteciera y disfrutando del paisaje rural del centro del país, como un auténtico viaje familiar en toda regla. Aquello le emocionaba estúpidamente. No pudo evitar la enorme sonrisa que se le escapó mientras ayudaba a la rubia a cargar la pequeña maleta en el maletero.

- Parece realmente motivado, señor –comentó Riza con voz ligera, sonriendo también al sentarse en el puesto de copiloto, cerrando la puerta tras ella.

- Pues sí –admitió Roy pletórico, poniendo en marcha el coche-. Una semana de vacaciones motiva a cualquiera, ¿no? Ropa cómoda, mucho sol, mucho aire puro, muchos paseos en barca por el lago. Pescar, nadar, dormir, comer…

- Tanta actividad podría matarnos, no se exceda.

Roy soltó una carcajada, divertido.

- Lo importante es desconectar del trabajo y descansar. Me alegro mucho de que hayas aceptado la invitación, de verdad. Será agradable hacer un viaje juntos. Tienes razón en que viajar solo es deprimente. El trayecto en carretera será largo, pero seguro que se nos pasa volando…

- Bueno, antes de iniciar ese interminable trayecto en carretera, tenemos que pasar por casa de Breda para recoger unas cosas, así que no tenga tanta prisa en salir de la ciudad –al ver que la expresión de su jefe se agriaba de golpe, Riza se echó a reír en un murmullo-. No pongas esa cara, hombre. Sólo será un momento. Enseguida estaremos rodando hacia los Lagos.

Él se limitó a dejar escapar un gruñido, pero hizo un esfuerzo por recuperar el buen humor. De acuerdo, hubiese preferido escapar de allí ahorrándose que sus subordinados le vieran metido en el coche felizmente con Hawkeye, camino de unas vacaciones familiares. Pero podría soportar los comentarios graciosos de turno cuando volviera, después de relajarse una semana entera a orillas del lago sin verles la cara.

Aparcó frente al bloque de pisos en el que Breda tenía un apartamento y Riza se bajó del coche con una tranquilizadora sonrisa, asegurándole que volvería en un minuto. Roy se quedó esperando con el motor en marcha, tamborileando con los dedos en el volante, pero no tuvo que aguardar por mucho tiempo. Ella cumplió su promesa, enseguida volvió a aparecer en la calle.

… Seguida de Breda, Havoc, Fuery y Falman, todos ellos vestidos con ropa informal y cargando su respectivas maletas o bolsas de viaje.

Roy contempló petrificado cómo su equipo en pleno se metía en el coche con total impunidad, charlando y riendo animadamente como si aquello fuera lo más normal del mundo y estuviera planeado desde el principio.

- ¡Vaya mierda de coche que ha traído, señor! –bufó Havoc nada más entrar en la parte de atrás, apretándose contra la puerta cuando Breda ocupó el centro del reducido espacio-. ¡Nos vamos a cocer aquí! ¿Con esto pretende llegar hasta Garity?

- ¿No tenéis la impresión de que el coche se ha hundido bastante? –comentó Breda, mirando alrededor con suspicacia-. Espero que no vayamos arrastrando los bajos…

- ¿Y de quién será la culpa? Ya podrías ponerte a dieta, tío…

- ¡Cállate!

- No se preocupe, señor –intervino Falman muy solícito, haciéndose un ovillo detrás junto a los otros dos y sacando repentinamente un mapa de no se sabía dónde-. Con el peso extra tardaremos unas quince horas en llegar hasta Garity, pero he trazado una ruta detallada siguiendo el camino más aceptable, incluyendo los mejores restaurantes de carretera en los que podremos parar a descansar, estirar las piernas y tomar algo…

- Eso, eso, lo de los restaurantes es importante, que si vamos a pasar quince horas metidos en el coche vamos a necesitar mucha energía…

- ¡¿Quince horas? ¡No fastidies, Falman, esa parte de la información me la habéis ocultado! ¡Teniente Coronel, déjeme conducir a mí, vamos! ¡Llegaremos a Garity en cinco horas máximo!

- ¡Deja de alucinar, el coche no da para tanto! ¡Y menos si va cargado hasta los topes! ¿Quieres que saltemos por los aires o qué?

- Debimos ir en tren –suspiró Fuery con cansancio, ocupando el asiento de copiloto junto con Riza-. Habría sido mil veces más cómodo y rápido…

- Nah, yo estoy de acuerdo con el Teniente Coronel, es mucho más bucólico un viaje en coche, nos lo pasaremos bien…

- ¡Yo no me lo voy a pasar bien comprimido aquí detrás! ¡Fuery, cámbiame el sitio!

- ¡Ni hablar, el único que cabe aquí delante con la alférez soy yo!

- ¡Serás guarro! ¡Aprovechado!

- He estado pensando que podríamos rotar y turnarnos para conducir, así el viaje no se hará tan pesado…

- Pues yo no sé conducir…

- ¡Y yo me niego a que conduzca Havoc!

- ¡Conduzco mejor que tú, Breda!

- Alférez –gruñó Roy, con los gritos de los chicos de fondo, palpitándole la vena de la sien brutalmente-, ¿qué demonios significa esto?

- Usted dijo que nos fuéramos de vacaciones juntos, señor –contestó Riza con voz neutra, mirando al frente como si allí no pasara nada.

- ¡Me refería sólo a nosotros dos, maldita sea! –exclamó hecho una furia, descargando un puñetazo contra el volante.

Riza giró el rostro hacia él y le fulminó con la mirada.

- ¡Esto no es una luna de miel, mi Teniente Coronel! –le espetó con contundencia.

Y Roy se hundió de hombros con desconsuelo, a un paso de ponerse a criar setas en un rincón.

- No olvidaré esto, alférez –lloriqueó con frustración, arrancando el coche finalmente y poniéndose en camino-. Me las pagarás, te lo aseguro.

- ¡No se ponga así, señor! –Havoc bajó el cristal para que entrara un poco de aire, sacando un brazo por la ventanilla-. Dicen que los Lagos es una zona muy turística en esta época del año, seguro que está lleno de chicas guapas. Si hubiese venido sólo con la alférez no habría podido disfrutar del ligoteo, ¿no cree? ¡Písele a fondo, las mujeres nos esperan! ¡Quiero llegar a Garity antes de que se acabe mi semana de vacaciones!

- Qué ganas, ¿eh? Parece que hace siglos que no nos tomamos un descanso, me siento como si hubiese pasado media vida enterrado bajo el papeleo. Por fin podremos respirar aire puro.

- ¡Y que lo digas! Yo me he traído la caña, que dicen que los Lagos es uno de los mejores sitios del país para la pesca. Antes de entrar en la Academia iba a pescar con mi padre todos los veranos…

- A mí también me gusta pescar, Breda, me apunto.

- ¡Y yo! Ahhh, qué ganas de llegar y desconectar del trabajo… ¡Cuidado, señor, que se pasa el desvío!

- Basándome más o menos en la velocidad estándar que debemos adoptar, he calculado que llegaremos a Lumf para la hora del almuerzo si no hacemos ninguna parada, y podríamos estar en Garity para cenar…

- ¿Qué? ¿Ninguna parada hasta Lumf? ¡Ni hablar, eso sería hacer de un tirón la mitad del viaje! ¡Señor, paremos en Inrute a desayunar, que yo salgo con el estómago vacío!

- Ehhh… no es por fastidiar, pero creo que Falman no ha tenido en cuenta que yo me mareo en los viajes largos en coche, así que vamos a tener que parar con más frecuencia si no queréis ver algo desagradable…

- ¿Pesca, comida, vómitos? ¡De verdad, qué asco de compañeros, parecéis una panda de viejas! ¡Señor, me niego a seguir adelante si éste es el espíritu! ¡Este viaje va a ser una cagada…!

- ¡CALLAOS LA BOCA DE UNA VEZ! –rugió Roy, descompuesto, cuando su autocontrol no dio más de sí y explotó definitivamente-. ¡Os lo advierto! ¡Al próximo que abra el pico lo dejo tirado en la cuneta!

- ¡Niños! –exclamó en el acto Riza, volviéndose en el asiento para mirar a los de atrás con reprobación-. ¡No molestéis a papá mientras conduce!

Un silencio sepulcral invadió el coche. Y al segundo siguiente todos estallaron en estruendosas carcajadas.

- Cierto, papi se pone de mal humor cuando va al volante, qué rancio…

- Cuidado, cuidado, si le distraemos nos podríamos estrellar…

- ¡Papá, tengo hambre, más vale que pares en Inrute de verdad o me pongo a cantar canciones de campamento!

- ¡Pues yo quiero hacer pis!

- Te dije que hicieras antes de salir de casa, tío…

- Creo que ya me estoy mareando… ¿trajiste las bolsas para vomitar, papá?

- ¡Me aburrooo! ¿Cuándo llegamos? ¿Cuándo llegamos? ¿Cuándo llegamos?

Roy estuvo a punto de arrancar el volante de cuajo para estrellárselo en la cabeza a sus subordinados. Pero Riza se cubrió la boca con una mano, temblando, hasta que fue incapaz de contenerse por más tiempo y rompió a reír alegremente también. Fue entonces cuando se volvió a mirarle con expresión divertida y le musitó:

- ¿No era un viaje familiar lo que querías? Alegra esa cara. Seguro que los Hughes no se lo pasarán ni la mitad de bien que nosotros.

Roy volvió a gruñir, pero se rindió con un suspiro de resignación. Y finalmente dejó escapar una disimulada sonrisa.

Sí, Riza tenía razón. Quizá un grueso fajo de felices fotos familiares en las que aparecieran seis personas en vez de sólo dos no estuviera mal tampoco, después de todo.

-Fin-