Antes de iniciar a leer el final FRUK, les aviso que:

1) borren de su memoria un rato el final USUK ya que la historia viene a reemplazar el capitulo 17 y 18 de la linea historica, es decir, el de YOU NEED A HERO y EL FINAL O ¿UN NUEVO INICIO?.

2) la historia fue modificada para el FRUK unicamente :)


CAPITULO 17. FRUK. Mis sentimientos hacia TI

Después de haber estacionado el auto muy cerca del muelle, ambos rubios se bajaron -¿para que venimos aquí angleterre?- cuestiono el francés mientras cerraba la puerta del mercedes, el ingles por su parte buscaba señales de vida en el muelle –quiero terminar con esta vida de sufrimiento- contesto de manera monótona –así que he decidido pasar el resto de mis días en un barco errante-. El francés se quedo sin habla por la confesión tan natural de su amigo y apretando fuertemente los puños camino hacia este, quedando frente a frente. Ahora ambos rubios se veían fijamente -¡no lo hagas!- exclamo el francés.

-lo siento france, tengo que- el ingles desvió su mirada mientras se dirigía a la entrada del muelle –no importa lo que haga para ser feliz, el destino siempre me la juega mal- comento –cuando estoy cerca de Alfred, lo único que suceden son cosas malas y… realmente ya no deseo continuar sufriendo con eso- admitió con gran dolor en sus palabras mientras traicioneras lagrimas se rebelaban contra él.

Francis sabía perfectamente a lo que su amigo se refería, desde el primer instante que el había cruzado miradas con Alfred, su vida se había vuelto una ola de fortunas y desgracias; primero era feliz con el pequeño y cuando creció, el destino se lo arrebato, luego, cuando nuevamente empezaba a ser feliz, volvió a acercarse a ese chico de ojos color cielo y nuevamente el destino conspiraba en su contra –el destino debe de odiarte- pensó irónicamente mientras observaba al de ojos esmeraldas caminar alrededor de aquel desolado muelle. Arthur aun insistiendo en buscar a alguien que pudiera conectarlo a un barco errante, logro vislumbrar a un joven -¡oye tuuuu!- exclamo-¡chico pelirrojoooo!- volvió a exclamar mientras agitaba su brazo derecho. El joven al ser llamado, detuvo su andar y miro al de ojos esmeraldas -¿se le ofrece algo señor?- pregunto desde la distancia. Arthur asintió efusivamente –necesito hablar con un capitán, es que quiero unirme a una tripulación- comento. El pelirrojo cerro sus ojos, meditando lo que había dicho el rubio –sígame, conozco a uno- grito mientras emprendía marcha.

-frog, no te quedes parado ahí y vamos- le ordeno el menor. Ahora ambos rubios seguían al joven pelirrojo, el cual los condujo hacia un viejo barco ya maltratado por los años -llegamos- atino a decir mientras le indicaba a ambos que lo siguieran. Al atravesar un pequeño y angosto pasillo oscuro y frio, por fin llegaron al camarote del capitán –señor, alguien quiere hablar con usted- dijo el joven mientras señalaba al ingles.

El capitán, un hombre corpulento con años encima y gran barba grisácea, observo detenidamente a los dos hombres finamente vestidos -¿Qué desean?- pregunto con un tono hostil de voz. Ansioso, el de ojos esmeraldas se presento –capitán, deseo unirme a su tripulación- suplico. Francis observo la escena, realmente Arthur estaba decidido a pasar sus días como una persona cobarde que huía de sus problemas.

-lo siento pero no puedes- respondió el capitán con el mismo tono hostil –eres muy joven para desperdiciar tu vida como marinero errante- comento mientras tomaba asiento –regresa cuando tengas veinte años mas-. Arthur cerro sus ojos, había sido rechazado de manera tajante –no es necesario que haga eso ¡tengo más edad de la que aparento!- exclamo molesto. El sujeto rio estruendosamente, el comentario del menor le había causado gracia –chico, si te digo que regreses en veinte años mas es ¡porque no sirves para el mar!- exclamo al tiempo que se levantaba de la silla donde segundos atrás se había sentado y caminaba hacia el ingles, para finalmente quedar de frente a este –vete, no quiero a un niño mimado en mi tripulación- hablo despectivamente mientras le empujaba con una de sus manos.

Arthur miro retadoramente al capitán, eso no se quedaría así como así, posteriormente, tomo el brazo de este y lo apretó con fuerza –escúcheme bien, YO NO SOY NINGUN NIÑO MIMADO- dijo ferozmente. Tanto el pelirrojo como el francés observaban interesados la escena que se suscitaba, este último, implorando que el capitán no cediera ante el ex-pirata.

-bien enclenque, si no eres un niño mimado, dime, ¿Por qué planeas unirte tan joven a una tripulación errante?- interrogo con astucia –déjame adivinar primero- dijo callando la explicación que el ingles daría –has tenido años y años de eventos terribles y decepcionantes, atribuyéndote todas las desgracias que le pasan a tus seres queridos, ¿o me equivoco?- cuestiono mirando al menor de forma altanera. Arthur agacho la cabeza, ese capitán era más cruel y duro de lo que imagino que sería –algo así señor- susurro abatido. El hombre volvió a empujarlo –vete y como dije, regresa en veinte años mas si es que continuas interesado-. El pelirrojo escolto a ambos europeos hacia la salida –lo siento mucho- atino a decir mientras se despedía y regresaba con su capitán al barco.

Ahora los dos presenciaban desde el muelle como aquel barco zarpaba, alejándose lentamente de la orilla. El ingles no emitía ruido alguno, parecía estar en trance. Francis suspiro -¿te encuentras bien angleterre?- pregunto mientras le sonreía débilmente.

-déjame- se limito a responder en un hilillo de voz –¡vete y olvídate de mi existencia!- exploto finalmente mientras desquitaba su frustración golpeando débilmente al mayor en el pecho –¡finge que nunca existí!- decía insistentemente. Francis podía soportar cualquier cosa, desde los insultos del ingles, los cuales prefería pensar que eran palabras de amor hacia él, hasta los golpes que en ese momento estaba recibiendo, sin embargo, lo único que no podía soportar era aquello que el menor le había ordenado; no, no podía fingir que no lo conocía, no podía dejarlo solo y más ahora que necesitaba alguien con quien descargar sus sentimientos de rechazo y mucho menos podía irse y olvidarse de el sabiendo que era imposible ya que él estaba tatuado en su corazón con tinta permanente -¡es suficiente!- exclamo, provocando que el de ojos esmeraldas detuviera sus golpes -¡¿acaso no vez que tus acciones me hacen daño?- cuestiono fuertemente mientras lo tomaba de ambos brazos, su semblante se mostraba dolido y su voz triste.

Arthur se tenso por lo explosivo y molesto que se mostro su amigo -sorry- susurro desviando su mirada, tal vez era demasiado tarde que había comprendido que efectivamente, sus acciones le hacían daño al mayor. Francis se molesto aun mas por la respuesta tan pobre del menor y apretando mas fuerte el agarre, lo empezó a zarandear –angleterre, ¿acaso tu amor por l´amérique te ha cegado?- le interrogo -¿Dónde quedo ese viejo Arthur que al ver que no obtenía lo que quería lo tomaba a la fuerza o buscaba algo nuevo y mejor?- cuestiono intentando quitarle esa venda que cegaba sus ojos desde hacía décadas atrás. El de ojos esmeraldas bajo la mirada mientras se separaba débilmente del mayor –ese Arthur hace tiempo que desapareció Francis…- confeso. Sin contenerse más ante la debilidad tan fuerte que mostraba el ingles, el francés decidió actuar de forma diferente y tomando gentilmente el rostro del menor, fue acercándolo al suyo, provocando un rosáceo pálido en las mejillas de este –angleterre de merde!- exclamo con su recalcado acento al tiempo que le daba un fuerte cabezazo.

El ingles sintió un fuerte dolor en su frente y retrocediendo algunos pasos, se agacho -¡pero qué te pasa stupid french!- exclamo molesto mientras se tocaba el área afectada –primero quieres que vuelva a ser el de antes y luego me golpeas, ¡¿acaso se te zafo un tornillo o qué?- le interrogo ahora abalanzándose hacia el mayor. Ambos rubios cayeron al suelo de madera, quedando el menor encima del mayor y este, aprovechando la ventaja de estar encima, le propino un puñetazo. Francis poso su mano sobre la zona donde el ingles lo había golpeado y cerro sus ojos, intentando disminuir el ardor que sentía –vez, aun existe en viejo angleterre- comento melodiosamente.

Arthur aun en la posición en la que se encontraba, desvió su mirada -no sé de que hablas wine bastard- dijo mientras se masajeaba los nudillos. Francis sonrió satisfecho, ese era el verdadero Arthur, no ese penoso y hasta cierto deplorable sujeto de segundos atrás. Aprovechando que este se encontraba distraído, extendió sus brazos, atrayéndolo hacia él y con fuerza lo estrujo entre sus brazos mientras restregaba su nariz sobre las hebras doradas del menor, intentando absorber la fragancia que emanaba de estas –je t`aime angleterre- dijo con la voz más tersa que su garganta pudo ofrecer.

-lo siento frog, mis sentimientos hacia ti son nulos- respondió rápida y tajantemente el ingles mientras intentaba zafarse del abrazo tan posesivo de este.

-no me mientas mon amour~- dijo melódicamente al tiempo que intercambiaba los papeles, siendo ahora el que iba encima –se que muy pero muy en el fondo me amas, no lo niegues- le susurro al oído. Arthur ahora se encontraba atrapado bajo el cuerpo de su rival, sin embargo, aun continuaba intentando oponer resistencia -¿acaso el que te pateara el trasero cada que podía no es lo suficientemente obvio para darte cuenta que me desagradas?- le interrogo con una sonrisa de superioridad en sus labios. Francis negó con la cabeza –al contrario, cada vez que pateas mi trasero es como una llamada implorando que te de mi atención- le contradijo mientras acariciaba sus revoltosos cabellos rubios –admítelo Arthur, cada golpe, cada palabra hiriente, cada acción que haces es para llamar MI atención- comento con una sonrisa lasciva.

-¡te equivocas!- dijo nervioso –y…yo nunca he querido tu atención- intento convencerlo. El francés empezó a reír por aquello –vamos angleterre, ni siquiera tú te conoces- dijo entre risas al tiempo que bajaba su rostro, intentando quedar lo más cerca del rostro del otro –respóndeme a esto, ¿Por qué cada vez que Alfred te hacía daño corrías a mi lado? ¿Por qué por más que me odias continúas frecuentándome? Y sobre todo ¿Por qué me permites estar a tu lado en este preciso instante?- le interrogo. Arthur se quedo sin palabras e instintivamente aparto al francés de un empujón, posteriormente se sentó a un lado mientras su rostro empezaba a reflejar duda –n..no lo sé- decía una y otra vez con sus ojos contraídos.

-oh vamos, ¡no digas que no lo sabes mon amour!- rebatió el francés nuevamente, sentándose el también, sus palabras eran certeras y crueles, como siempre debieron haber sido. El ingles se tenso por la contestación tan fría por parte del mayor, se sentía presionado y confuso con lo que estaba ocurriendo; en un vano intento por escapar nuevamente de la realidad, intento levantarse y correr hacia el auto, sin embargo, fue detenido por el fuerte agarre del francés –nadie dijo que podías irte angleterre- comento aun con ese tono frio en sus palabras y posteriormente lo atrajo nuevamente hacia él,, apresándolo nuevamente entre sus brazos –estoy cansado Arthur, desde el primer instante que me di cuenta acerca de tu enfermizo amor hacia Alfred, me mantuve callado, al margen, sin actuar, simplemente fui indiferente a lo que ocurría, siendo un simple espectador de todas las cosas malas y tristes que acontecían a tu alrededor; mi corazón ha aguantado todo eso anglaterre y ya no puede contenerlo, esta lastimado debido a dolor que le infringes cada vez que rechazas tus sentimientos hacia mí, ¿Por qué petit angleterre? ¿Por qué no quieres admitir que ese enfermizo amor que tienes hacia Alfred es un intento de escapar de tus verdaderos sentimientos?- su voz se quebró, su corazón estaba soltado todo su sentir respecto a la situación que había estado viviendo desde hace siglos. Arthur se mantuvo en silencio, con la cabeza baja y la mirada hacia el suelo hecho de madera.

Cansado de recibir evasivas por parte del ingles, Francis tomo su barbilla entre sus dedos, atrayéndola hacia él y besándolo apasionadamente, no como aquellos besos castos que solía darle, sino, como un beso real y de verdadero amor, intentando a través de este, transmitirle todos aquellos sentimientos que había estado conteniendo. Arthur forcejeo levemente ante el beso que recibió, no obstante, sin saber porque, aquello lo sentía placentero, llegando a sentir como una pequeña corriente eléctrica circulaba por todo su organismo. Finalmente, después de aquel largo y apasionado beso, el francés se alejo, permitiéndole tomar aire –je t´aime- volvió a decir con su voz ronca y sus mejillas rojas, ahora producto del viento frio. Instintivamente, el de ojos esmeraldas poso sus dedos sobre sus labios, claramente podía sentir el rastro de calor que habían dejado los labios de su homologo. No sabía si sus mejillas estaban rojas por el frio o por lo otro, pero lo que si sabía, era que ese beso le había gustado.

-entonces angleterre- se escucho la voz del mayor, sacándolo de sus pensamientos –¿admites que lo de Alfred ha sido una mentira?-. El menor negó pesadamente con la cabeza –lo de Alfred no es una mentira, lo que siento por él es real- le aclaro –pero admito que tal vez y si tenga sentimientos hacia ti-. Aquello le basto al francés y sin avisar, nuevamente lo beso, ahora más profundo, con mas amor, con mas sentimiento; si el primero había provocado que el menor cediera tan solo un poquito, seguramente el segundo haría que cayera rendido ante la verdad dicha por el.

-¡IGGY!- se escucho la voz alterada de una tercera persona, provocando que ambos rubios rompieran el contacto. Francis miro acusadoramente al extraño mientras Arthur apenas y logro girarse para ver de quien se trataba. Cuando los ojos esmeraldas contemplaron al tercero, se encontró con los contraídos azules ojos del ex-americano, acompañados con pequeñas lagrimas amenazando en brotar a través de estos –Al…Alfred- susurro mientras se alejaba de los brazos del francés -¿Qué haces aquí?- cuestiono olvidando por completo lo que el francés le había dicho hacia varios minutos atrás.

Alfred cerro fuertemente los puños y aspiro vigorosamente, evitando así que sus lagrimas brotaran, le costaba aceptar el hecho de haber encontrado a la persona que amaba en brazos de otro –Mattie me convenció para venir a arreglar todo- dijo intentando no romperse –pero veo que no es necesario- comento mirando al francés de forma acusadora –con su permiso- dijo dándoles la espalda, no quería continuar presenciando esa escena.

-¡espera Alfred!- grito el ingles mientras corría tras el mayor y lo abrazaba por detrás –no te vayas- le suplico al tiempo que pequeñas gotitas saladas brotaban de sus ojos –por favor-. El de gafas detuvo su caminar y cerro sus ojos, sus sentimientos por el ingles le hacían obedecer a cualquier suplica de este. Lentamente se giro, encontrándose frente a frente, el menor aun continuaba abrazándolo. Gentilmente, Alfred seco sus lagrimas con la yemas de sus dedos –no llores my dear- le susurro amablemente. Arthur cerró sus ojos fuertemente y hundió su cabeza sobre el pecho de este. Desde lo lejos, Francis observaba la escena, al parecer su ingles ignoraría sus verdaderos sentimientos y caería en los brazos de ese come hamburguesas. Instintivamente, se mordió el labio inferior, maldiciendo su suerte.

Alfred separo al ingles del abrazo, haciendo que lo mirara a los ojos –Arthur, I love you- le susurro con sus mejillas sonrojadas. Lentamente fue acercando su rostro, intentando tocar los ansiados labios del menor, sin embargo, este desvió su cara, evitando que la acción se llevara a cabo –perdón Alfred, pero… no puedes- susurro. El de gafas se extraño por lo que acababa de escuchar –pero si te dije que te amaba ¿Por qué no?- le pregunto un poco molesto –¡soy el HERO de esta historia y tu eres mi damisela!- exclamo fuertemente, provocando un tic en su ojo -¡ellos siempre acaban juntos!-. Un poco asustado por el comportamiento del mayor, el de ojos esmeraldas decidió tomar una distancia prudente –entiende, esto no se trata de héroes y damiselas- dijo un poco molesto –¡se trata de nosotros!- grito fuertemente. El de gafas dio un paso hacia atrás –pe… pero yo te amo- insistió.

Francis quien había estado observando el desarrollo del evento, decidió actuar –Alfred, ¿a que le llamas tu amar?- le interrogo mientras rodeaba al ingles con uno de sus brazos. El de gafas se sorprendió por la pregunta –para mi amar es… - no supo explicarse, no tenía idea de cómo explicar ese sentimiento que hacía siglos había nacido en su corazón.

-vez Alfred, ni siquiera puedes definir esa palabra, entonces, ¿Cómo puedes estar seguro que amas a angleterre?- volvió a cuestionarle.

-¡eso no tiene nada que ver, yo lo amo!- exclamo el chico mientras apretaba fuertemente sus puños.

-No mon ami, estas confundido- susurro el francés mientras entrecerraba sus ojos y mostraba una sonrisa débil –lo que sientes por angleterre es otro sentimiento, hermandad podría ser, tal vez admiración, pero NO amour- le explico mientras tomaba del mentón al ingles y le giraba el rostro, atrayéndolo hacia el suyo –en cambio yo, yo soy el país del amour, sé que es ese sentimiento y puedo decirte que lo que siento por Arthur SI es amour- dijo mientras depositaba un ligero y fugaz beso sobre los labios de este. Arthur se sonrojo por lo que el francés acababa de hacer sin su permiso, sin embargo, no le contradijo ni le reclamo; sus pensamientos y fuerzas estaban centrados en la explicación de este. Por su parte, Alfred apretó fuertemente sus dietes y se reprimió las ganas de abalanzarse contra el francés al ver como había besado a SU Arthur –iggy ¿a quién amas tu?- pregunto temeroso de la respuesta.

El ingles se tenso por la pregunta, el no tenía la menor idea de que responder. Realmente sentía algo fuerte por el ex –americano pero con lo último que ocurrió con Francis, su mente se nublo –I…I don`t know- susurro. Alfred cerró sus ojos, esa no era la respuesta que esperaba escuchar. Francis, exhausto de seguir viendo aquella escena tan confusa y empalagosa, se interpuso entre los dos –ni tu ni el sienten lo que deben sentir- dijo señalando a ambos –en primer lugar Alfred, dime, ¿Por qué después de tanto tiempo vienes diciendo que lo amas?- le interrogo con su mirada seria -¿Por qué no lo hiciste antes? ¿Por qué hasta ahorita vienes a actuar?-. El de gafas callo por algunos segundos mientras reflexionaba -¿Por qué no hiciste eso tu Francis?- contra ataco de manera cobarde.

-Claro que lo he hecho petit- bufo con una sonrisa burlona en sus labios -¿acaso no fue obvio?- le pregunto mirándolo a los ojos –cada vez que me acercaba a angleterre y le acosaba, era una manera de decirle que me gustaba; cada vez que le daba palabras de aliento, eran mi forma de decirle "te amo no importa lo que hagas"; cada vez que…-.

-¡cállate!- grito desesperado el de gafas, interrumpiendo el monologo del francés –es suficiente- susurro. Al parecer el francés siempre estuvo a la delantera en el juego de la seducción –Arthur, necesito que elijas- dijo sin mirarle a los ojos.

El ingles se llevo ambas manos a la cabeza, pedirle que decidiera por cual de los dos se quedaría resultaba muy difícil de hacer –no puedo decidirme- confeso cerrando con fuerza sus ojos. Francis, siempre con un paso delante de lo que acontecía, se giro y camino hacia el ingles -perdóname- susurro al tiempo que lo golpeaba en el estomago, provocando que este se inclinara de manera dolorosa –deja de actuar como marica- dijo fríamente.

Alfred observo la escena, quedando atónito con lo que el de cabellos semi largos acababa de hacer -iggy!- exclamo corriendo a la ayuda del menor -¿te encuentras bien?- le pregunto mientras le ayudaba a apoyarse. El ingles tosió un poco –si…- susurro falto de aire. Francis miro a ambos rubios -decide- le ordeno.

-¡no puedo hacerlo!- exclamo el de ojos esmeraldas apoyado del brazo del de gafas.

-bien, entonces quieres perdernos a ambos- declaro mientras tomaba a Alfred de la muñeca y lo alejaba de su lado –Alfred, lo mejor será que nos retiremos- comento mientras se encaminaba hacia el mercedes. El de gafas intento poner resistencia, pero al parecer el francés era más fuerte de lo que aparentaba ser. Arthur observo como sus dos amores lo dejaban en completa soledad –esto es lo que me merezco- susurro mientras se dejaba caer al suelo de madera. Cuando los dos rubios llegaron al mercedes, el francés rompió con la máscara que se había creado -angleterre- susurro dolido con lo que le acababa de hacer a su amado, sin embargo, sabía que este tenía que pensar bien la situación y que se diera cuenta que lo de Alfred simplemente era una mentira creada por él. El ex-americano al ver el estado en el que se puso el francés, guardo silencio y empezó a comprender las acciones de este –tal vez mi damisela merece algo mejor- pensó mientras contraía sus labios, mordiéndolos débilmente.

Arthur, ahora en completa soledad y sentado aun en el suelo de madera, con sus ojos enrojecidos y las lagrimas secas alrededor de sus mejillas, contemplo la luna, aquella que había estado intacta a través de los siglos que llevaba de existir -¿tú también quieres abandonarme?- le susurro al ver como su brillante luz se opacaba –no te preocupes, no serás la primera ni la ultima- susurro. Con aquel pensamiento en la cabeza, se recostó sobre el frio suelo astillado, el dormir tal vez le ayudaría pensar más fríamente. Por otra parte, Francis y Alfred observaban desde el auto como el rubio seguía "meditando" con quien al final se quedaría. Francis quien era el más preocupado de los dos, suspiraba repetitivamente y jugaba de forma nerviosa con sus cabellos –como quisiera correr a tus brazos y aliviar este dolor innecesario que te estoy haciendo sufrir- susurro con sus ojos clavados en este. Alfred miraba al rubio y posteriormente miraba a su homologo francés y las facciones de este, por lo que podía ver, estaba sufriendo mucho más de lo que él y el mismo Arthur lo estaban haciendo -¿enserio amas a iggy?- le pregunto tristemente. El francés dejo de jugar con su cabello y volteo a ver al ex-americano –más de lo que tu imaginas- contesto con su voz gentil y llena de amor.

-¿y porque lo amas?- volvió a preguntar la nación más joven. La pregunta hecha le causo gracia al francés –no deben existir razones para amar, simplemente, desde que lo conozco he sentido ese amor hacia el- contesto. Alfred entrecerró sus ojos -¿seguro que no es hermandad?- le cuestiono, intentando hacer que este dudara.

-para nada- respondió entre risas, se había dado cuenta a lo que Alfred quería llegar –tengo más siglos de vida que tu y no los he vivido en vano- contesto mientras se acomodaba algunos cabellos que de manera rebelde se balanceaban sobre su rostro –al comienzo debo admitir que pensé que era eso, pero al pasar las décadas empecé a darme cuenta que no era así, sin embargo, cuando paso eso, ya era demasiado tarde, el ya había caído en tus redes- agrego.

-oye, no digas eso- dijo Alfred un poco molesto por escuchar lo ultimo –que me haya enamorado de Arthur y el de mí, no es caer en mis redes- le corrigió –además lo que yo siento por él es…-.

-hermandad, una vil y pura hermandad Alfred- corto el francés –porque déjame adivinar, el fue la primera persona con quien te sentiste feliz- dijo cortantemente. El de gafas asintió débilmente con la cabeza –pero Alfred, eso sienten los hermanos, si tu lo amaras como dices amarlo, no hubieras hecho ni dejado que pasaran muchas de las acciones que han sucedido- continuo hablando el francés –dime, ¿acaso estuviste a su lado en sus momentos tristes, en sus momentos alegres, cuando necesitaba ayuda o cuando simplemente no la necesitaba?- le interrogo de manera seria –tu y el solo comparten un pequeño y delicado fragmento de historia, donde al final TU terminaste abandonándolo, en cambio el y yo, ¡ambos compartimos prácticamente la misma historia!- exclamo alzando ligeramente sus brazos.

Alfred desvió su mirada, las palabras certeras y firmes del mayor estaban haciéndolo dudar, ciertamente él no había hecho nada de lo que en comparación el francés había realizado. Cerrando sus ojos, medito las palabras que este le había dicho, llegando a una conclusión terriblemente acertada –tienes razón- cedió. Francis sintió una gran satisfacción al escuchar aquellas palabras salir de boca del ex-americano y una pequeña sonrisa engreída amenazaba en nacer de sus labios cuando nuevamente el menor abrió su boca –pero no me daré por vencido a menos que Arthur así lo desee- asevero, provocando que los labios del francés se fruncieran.

Pasaba de la media noche y Arthur recién se acababa de levantar. Perezosamente se rasco la cabeza y tosió un poco, al parecer el dormir para aclarar ideas no había funcionado –fuck- susurro molesto. Firmemente se levanto del suelo y respiro hondo, intentando serenarse y aclarar nuevamente sus pensamientos, sin embargo, estos volvían a ponerse confusos. Derrotado, se encamino hacia su mercedes mientras pensaba en una excusa. Ambos rubios al ver que el ingles se había puesto de pie, entendieron que este les daría la respuesta que habían estado esperando. Los dos, saliendo del lujoso auto y caminaron hacia el menor, un poco nerviosos y temerosos de lo que pasaría.

Cuando los tres estuvieron reunidos, Arthur les miro y sonrió tímidamente –no me he decidido- dijo muy avergonzado. El de gafas y el de cabellos semi largos lo miraron molestos, era el momento decisivo y el de ojos esmeraldas aun no sabía a quien escoger aun. Cansado de la indecisión, Francis no aguanto más y tomando impulso, tomo al ingles entre sus brazos, cargándolo –¡¿p..pe…pero que haces wine bastard?- tartamudeo sorprendido.

-lo que debí haber hecho desde el inicio- contesto sin voltearle a ver. Alfred al ver como su ingles era raptado por el francés, se echo a correr, persiguiéndolo -¡detente ahí France!- exclamaba mientras intentaba seguirle los pasos a este.

-¡no!- grito en respuesta mientras aceleraba mas su velocidad –si mon amour Arthur no decide, lo hare por el- comento con una gran sonrisa en sus labios. Era la primera vez en muchas décadas que sentía como la adrenalina corría por sus venas, haciéndolo sentir vivo, sí, eso seguramente era el amor. Arthur al ver que estaba siendo secuestrado por el francés, intento zafarse -¡bájame!- insistía mientras le jalaba los cabellos.

-de ninguna manera~- tarareo contento y reuniendo toda la fuerza posible, golpeo fuertemente al menor en la frente, dejándolo inconsciente. El de gafas les perseguía, corriendo lo más rápido que podía, sin embargo, ese francés era más rápido que el, incluso teniendo a Arthur en sus brazos -¡regresa, eso es trampa!- exclamaba molesto mientras agitaba furiosamente su brazo derecho.

-en la guerra y el amour todo se vale- contesto aun sumergido en su actividad. Tras varios metros de incansable persecución, Alfred sucumbió, tropezándose con un madero suelto y finalmente, cayendo al suelo. Aprovechando la oportunidad, Francis coloco al rubio en uno de los yates que se encontraba sin dueño y desamarrando los nudos que lo ataban al muelle, se adentro al navío –bon voyage!- exclamo al tiempo que arrancaba el motor. El de gafas al ver que este huiría a quien sabe donde con el menor, se volvió a levantar y volviendo a correr, se dirigió hacia el yate, pero era demasiado tarde, este ya se había alejado lo suficiente –¡descuida Alfred, lo cuidare bien!- se escucho su voz con su marcado acento desde lo lejos, haciendo que el ex–americano ardiera de rabia.

Feliz con su cometido y habiendo perdido de vista el horizonte, Francis se dirigió hacia donde se encontraba descansando su pequeño rubio –ahora no habrá nada que nos separe- susurro con una sonrisa cálida; por fin, después de varias décadas, su gran anhelo se cumplía, solo faltaba una cosa y era que el ingles le correspondiera pero eso no sería tarea difícil, nada que un par de besos, unas caricias y palabras dulces pudieran arreglar. Sentándose al lado de su amado, decidió descansar –llévanos lejos, muy lejos, donde nadie nos conozca, donde seamos libres, donde el pueda llegar a olvidar todos esos tragos amargos que esta desgraciada vida le ha brindado y sobre todo, donde sea feliz…- susurro mientras sus parpados se cerraban lentamente, obligándolo a descansar junto al cuerpo de su amado.

Horas más tarde, abrió sus ojos, y aprecio como el sol empezaba a salir, tiñendo de amarillo a su alrededor, luego, giro su rostro, vislumbrando las facciones tranquilas del ingles –bonjour mon chéri- le susurro amorosamente. Arthur balbuceo algo inentendible y lentamente fue abriendo sus ojos también -¿Dónde estamos?- pregunto.

-en el mar- contesto tranquilamente el mayor mientras se amarraba sus cabellos en una media cola. Arthur se puso rápidamente de pie y fue a comprobar lo que decía este; al asomarse por el barandal, pudo observar el mar rodeándolos en un ángulo de trescientos sesenta grados -¡quiero volver!- exclamo de forma desesperada. Francis se puso de pie –me temo que no puedo hacer eso- contesto abrazándolo por detrás –no sé en donde estamos- agrego, colocando su cabeza en el hombro del menor.

-entonces busquemos como regresar- le ordeno apretando fuertemente sus manos sobre el frio barandal.

-non~- tarareo –por eso tuviste tu oportunidad, si tan solo hubieses escogido con quien querías quedarte, no me hubiese visto en la penosa necesidad de secuestrarte- le explico –aunque, no importase a quien hubieses elegido, el resultado hubiese sido el mismo- confeso riéndose. Arthur le dio un codazo en la costilla, haciendo que este le soltase -¿Por qué me haces todo esto?- le pregunto molesto. Francis ignorando el dolor que sentía en esos momentos, apreso nuevamente al ingles en sus brazos –porque quiero que seas feliz- le susurro al oído -¿acaso esto no era lo que querías?, ser un marinero errante-.

-claro que quería eso, pero no contigo- respondió girando su rostro hacia otro lado. El mayor aprovecho aquel movimiento para posar sus labios en el cuello del menor –digamos que soy un incentivo para tu corazón-. Arthur dejo que el francés continuara con lo suyo –¿comprendes que pasara mucho tiempo para que logre corresponderte?- le cuestiono.

-por supuesto- respondió –pero para eso tenemos toda nuestra eternidad- dijo confiado en sus palabras. Ahora, dejando a un lado lo que hacía, tomo las manos del menor, estrechando sus dedos con los de el –sabes que nunca me daré por vencido-. Arthur sonrió, no importase cuantos siglos llevara de conocerlo, aun continuaba asombrándolo.

Luego de permanecer varios minutos en aquella posición, ninguno de los dos quería apartarse y el yate, sin tener alguien que lo condujese, se dejo guiar por el oleaje tranquilo del mar. El atardecer llego y ninguno de los dos cedía, no se trataba de un juego de poder, ni siquiera de una competencia, simplemente, ninguno de los dos deseaba perder el contacto tan cálido que habían creado. Pronto, el ruido sordo de algo al chocar con el bote y el movimiento brusco de este, provoco que los dos tomaran distancia -¿pero que fue eso?- pregunto Arthur.

-vayamos a ver- sugirió el francés. Los dos caminaron hacia donde provino el ruido y al enfocar su vista vieron que habían encallado -tierra- susurro el de ojos esmeraldas. Francis tomo la mano del menor, apretándola fuertemente, al parecer el destino le había cumplido su petición –este será nuestro nuevo hogar mon chéri- asevero. El ingles asintió débilmente –nuestro hogar- susurro con una sonrisa en los labios, no quería admitirlo, pero se sentía feliz de nombrar aquel lugar como su nuevo hogar. Luego de contemplar el paisaje, decidieron explorarlo y ver que recursos podían aprovechar a su favor. Francis fue el primero en bajar y lo primero que pudo sentir fue la fina arena en sus zapatos, posteriormente, se bajo Arthur, sintiendo la misma sensación. Precavidamente caminaron a través de toda la espesura selvática que la isla les ofrecía, era un lugar demasiado tropical donde si bien se sentía cálido el ambiente, no era sofocante, podría decirse que era tranquilizador.

Luego de una semana de exploración, ambos rubios descubrieron que su nuevo hogar media un kilometro de diámetro y estaba compuesto por una pequeña cascada, ubicada en la parte más alta de la isla; varios árboles frutales característicos de zonas tropicales y otras cosas aptas para su supervivencia. Con el tiempo, ambos descubrieron que el vestir elegantes no ayudaba del todo, así que empezaron a pasar la mayor parte del día solo en pantalones y camisa, ambos remangados. La construcción de una reconfortante choza avanzo rápidamente y aunque el ingles propuso que cada quien tuviera la suya propia, al final, alegando que tenía frio por la noche, cosa que era cierta, se abalanzaba a los brazos del francés, dejándose apapachar por este –descuida mon amour, mi hermoso cuerpo te dará calor- le susurraba dándole pequeñas y suaves caricias en su espalda. Aquello era reconfortante para el ingles por más que quisiera negarlo.

Habían pasado seis años desde que encallaron y el barco donde llegaron a su nuevo hogar ahora es solo un recuerdo de lo que fue, la mayoría de el fue utilizado para construir herramientas de uso diario. Francis y Arthur terminaron por adaptarse a su nuevo entorno y empezaron a vivir una vida feliz y tranquila, así como la que el mayor había deseado para ambos. Arthur, con el tiempo fue acostumbrándose al francés, después de todo, con el pasaría el resto de su eternidad. Una noche, luego de que el francés se durmiera abrazándolo, Arthur se quedo reflexionando todo lo que el había hecho por él y aunque le doliera admitirlo, con el tiempo empezó a despejar su pseudo odio hacia él, convirtiéndolo en cariño y sabia que luego del cariño, llegaría el amor pero ¿estaba preparado para eso?, aun pasando varios años desde que no pudo elegirlo entre él y Alfred, se sentía inseguro con dar el siguiente paso, aunque estaba consciente que solo tenía que escoger entre seguir a su lado o seguir a su lado –no tengo muchas opciones después de todo- susurro al darse cuenta de aquello. Acurrucándose mas fuertemente entre los brazos del francés, cerro sus ojos y dejo que el sueño lo invadiera. En cuanto quedo completamente dormido, Francis abrió sus ojos, todo el tiempo había fingido estar dormido –no quiero que me veas como tu única y forzosa opción- susurro triste al haber escuchado lo que este había dicho; aun en la posición donde se encontraba, acerco una de sus manos al rostro apacible del menor y suavemente empezó a delinear su perfil, una sonrisa cálida broto de sus labios, el tenerlo a su lado le provocaba una inmensa felicidad, sin embargo, el saber que lo tenía atado a su querer le hacía sentir mal, él deseaba que lo escogiera por voluntad propia, no porque no tenía otra opción. Con aquel pensamiento en mente, volvió a recostarse y miro hacia el techo, reflexionando lo que haría al día siguiente.

Los débiles rayos de sol inundaron por completo la pequeña choza que el ingles compartía con el francés, perezosamente restregó sus ojos con ambas manos y dejo que estos se acostumbraran a la luz solar. Luego de unos segundos, cuando su campo de visión mejoro, volteo a ver el lecho donde su acompañante debía estar, sin embargo, este se encontraba vacío –seguramente fue por el desayuno- pensó mientras se ponía de pie y se encaminaba a la salida. Al salir fuera, se deleito con hermoso amanecer que tenía el lugar y se encamino hacia las profundidades de la isla, a un lugar que solo él conocía, dispuesto a pasar ahí toda la mañana, reflexionando sobre sus sentimientos hacia el francés. Mientras tanto, Francis se encontraba del lado opuesto de la isla, haciendo un bote de madera con unos troncos que había cortado. Del cielo, un ave blanca empezó a descender, postrándose frente a este –pi piiiiii piiiii- chillaba de forma ruidosa. El francés dejo a un lado su actividad y miro feliz al ave –¡Pierro!- exclamo sorprendido –me alegra que hayas logrado encontrarme- menciono. El ave miro a su dueño por varios segundos y nuevamente empezó a hacer ese sonido tan horrible. Francis, aprovechando que su ave lo había encontrado, decidió re-idear el plan que tenía en mente. De uno de los bolsillos de su pantalón saco el reloj de bolsillo que le pertenecía al ingles –llévaselo a Alfred- le ordeno. El ave entendiendo la orden, tomo entre sus patas el objeto y voló en dirección hacia el sol. Francis observo por unos instantes como su ave se marchaba y posteriormente continúo con la construcción del bote, no tenía tiempo que perder.

Los siguientes días, la actividad de ambos fue la misma, los dos, engañando al contrario de lo que realmente hacían. Durante el día realizaban sus actividades secretas y por la noche, inventaban una historia de lo que realmente ocurrió, creando convincentes coartadas. Una mañana, en un continente conocido como América, en un país destacado por su fuerte alianza, se encontraba Alfred tomando café en su pórtico, recordando con melancolía los sucesos que acontecieron desde que el francés había huido con el ingles; desde ese día, su vida se había vuelto una búsqueda interminable de ese par y aunque no logro que sus mandatarios disolvieran la alianza Américo-Canadiense, tanto él como su hermano habían pactado el vivir separados, ya no podían soportar aparentar algo que no sentían. Desde el horizonte, un ave se fue acercando hacia el –piii piiii piriiii- gritaba estruendosamente, haciendo que el de gafas dejara su café en la mesa y se tapara ambos oídos. Cuando el ave aterrizo frente a este, pudo observar que tenía algo sobre la pata; curioso, extendió su mano, recibiendo un fuerte picotazo por parte del ave, sin embargo, esta le entrego el objeto. Al observarlo mejor, logro descubrir que era del ingles -¡¿Dónde lo encontraste?- le interrogo exaltado. El ave lo miro y nuevamente empezó a hacer esos ruidos horribles mientras volaba en círculos –llévame a ese lugar- le ordeno y el ave acepto con un fuerte "piiiiiiiii". Ahora Alfred, con tres barcos de la marina, se encontraba persiguiendo al ave que lo llevaría donde se encontraban esos dos. Por otro lado, Francis se encontraba dándole los últimos toques al bote –c´est fini- susurro complacido de haberlo terminado a tiempo –solo falta que Pierro lo traiga- susurro mientras caminaba de regreso a su choza.

Una semana paso desde Alfred había iniciado su travesía y por fin lograba vislumbrar una pequeña isla. Esperanzado, ordeno que aceleraran la marcha ya que quería estar cuanto antes junto a su amado ingles. Francis desde que termino su bote, había esperando con paciencia a que Pierro trajera al de gafas y, viendo hacia el horizonte, vio que su mascota había cumplido con su misión; ahora solo faltaban los toques finales. Arthur, desde la cascada donde se encontraba descansando, vio como tres barcos provenientes de la marina Américo-Canadiense se acercaban a gran velocidad hacia la isla. Sabiendo que posiblemente se tratara de Alfred, se tenso y puso nervioso, nuevamente se enfrentaría a lo que todos esos años había evitado. Sabiendo que estaba cerca el desenlace, el francés fue a reunirse con el ingles -¿lo viste?- le interrogo el de ojos esmeraldas.

-oui…- susurro desganado y triste, ya sabía lo que ocurriría y le dolía. Arthur, preocupado por la reacción del mayor, se acerco a él, abrazándolo -¿te preocupa algo?- pregunto. Francis negó con la cabeza, su voz se reusaba salir de su garganta y correspondiendo al abrazo del menor, empezó a derramar pequeñas lagrimas, lo que haría a continuación le iba a doler, sin embargo, no quería que el menor volviera a ser infeliz por el hecho de tener que elegir –perdóname mon amour- dijo con su voz quebrada.

-¿perdonarte porque?- repitió confundido el de ojos esmeraldas mientras se separaba del abrazo y enfocaba sus ojos en los del francés, viendo que estos se encontraban totalmente bañados en lagrimas. Francis guardo silencio a las preguntas que Arthur le hacía y aun con lagrimas en sus ojos, golpeo fuertemente en la nuca a su amado –se feliz- le susurro antes que este callera inconsciente. Gentilmente lo cargo sobre sus brazos así como la última vez que lo había hecho y se dirigió hacia donde tenía escondido el barquito; al llegar ahí, lo coloco sobre este y besando por última vez sus suaves y tersos labios, se despidió. Con todas sus fuerzas empujo el transporte hacia el mar y vio como este se alejaba, en dirección hacia donde se encontraban los barcos navales del de gafas.

Alfred al ver el barquito donde iba Arthur, ordeno a sus hombres el traer aquel endeble navío ante él. Los subordinados obedecieron y en menos de diez minutos, el ingles aun inconsciente fue traído –llévenlo a mi camarote- les ordeno mientras los seguía de cerca. Cuando por fin llegaron, ordeno que lo colocaran sobre su cama y abandonaran el lugar. Luego que todos obedecieron su orden y quedando completamente solo, sonrió de alegría al volverlo a ver; aun recordaba con tristeza ese día que lo apartaron de su lado, y aunque había pasado mucho tiempo, lucia exactamente igual, con su rostro apacible y sus ojos cerrados, pareciendo que aquella escena tan terrible hubiese sucedido tan solo el día anterior. Aprovechando que este se encontraba inconsciente, bajo su rostro y lo coloco lo más cerca que pudo al del menor, logrando sentir el aliento de este chocar sobre sus labios –bienvenido a casa- susurro rosándolos con los de él. Arthur al sentir el rose, instintivamente abrió sus ojos, buscando al causante de aquello y lo que logro ver fue el rostro del de gafas -¿Alfred?- susurro confuso. El mayor aparto su rostro del de Arthur –sí, soy yo, tu único e inigualable HERO- dijo con una sonrisa en sus labios, sonrisa que había desaparecido el día que lo habían alejado del ingles.

Arthur se reincorporo débilmente sobre la cama, sintiendo un fuerte dolor en la nuca -¿y Francis?- pregunto al no verlo por los alrededores. Alfred dejo de sonreír –se quedo en la isla- contesto secamente. Sin importarle el dolor en su nuca y que el posible amor de su vida se encontrase a su lado, el ingles se paró de la cama y corrió hacia la puerta, intentando ir a la salida, a un lugar donde pudiera ver la isla -wait!- grito Alfred al ver el comportamiento frenético del rubio -¿Por qué te preocupas por él?- le interrogo. Arthur detuvo sus pasos y con su mano en el picaporte, se quedo pensando la verdadera razón por la que el francés lo hacía sentir de ese modo. El de gafas aprovecho la duda en el menor y camino hacia el, apartando su mano del picaporte y atrayéndolo hacia el –he estado esperando desde hace varios años este momento Arthur- le susurro mientras posaba su cabeza en el hombro de este –si Francis te envió en ese bote conmigo fue porque se dio cuenta que nuestro amor triunfaría, que yo, el HERO se quedaría contigo, la damisela en peligro- recalco con un tono dulce y lleno de satisfacción –o también podría ser porque se canso de ti y ya no quería tenerte cerca-. El de ojos esmeraldas guardo silencio, aceptando las palabras del ex –americano y cerrando sus ojos, intento hacerse a la idea de aquello, sin embargo, a través de sus parpados cerrados, podía ver pequeños fragmentos de recuerdos que tuvo con el francés durante su estancia en aquella isla; en todos, el reconoció un sentimiento cálido y de alegría –tengo que ir con el- susurro de manera firme.

-¿irte?- repitió Alfred confuso -¿a dónde?- le cuestiono. Arthur se separo del mayor y termino por abrir la puerta –con Francis- contesto mientras atravesaba el umbral de la puerta. El de gafas no pareció comprender bien la situación o más bien, se negaba a creer y pensar que el ingles se había decidido por el francés -¡regresa!- le ordeno, sin embargo, Arthur no le hizo caso alguno; en cambio, empezó a correr, en dirección hacia la salida.

Mientras tanto, Francis se encontraba derramando amargas lágrimas en la soledad de su choza. Su amor hacia el ingles le había obligado a enviarlo con el de gafas y pese a la determinación con la que hizo aquella acción, su corazón estaba hecho pedazos -angleterre- sollozaba de manera amarga y descontrolada. Los días de felicidad que el había deseado se habían ido con el ingles y ya no había nada que pudiera hacer.

El de ojos esmeraldas por fin había logrado salir al aire libre, siendo recibido por la brisa marina –aguanta France, pronto estaré contigo- susurro mientras buscaba una lancha que pudiera robar. Alfred al ver lo testarudo que se estaba comportando el ingles, envió una orden para que lo arrestaran y así, impedir que se reuniera con el francés. Los subordinados de la nación al recibir la orden, empezaron a peinar el área, buscando rastros de Arthur.

-¡deténgase ahí!- exclamo un joven marine, al tiempo que apuntaba al rubio con una pistola de bajo calibre. El ingles giro su rostro y dirigió sus pasos hacia el agresor, negándose a cumplir la orden que le dieron y aprovechando la situación, ágilmente corrió, esquivando algunas balas y le robo la pistola que traía consigo el sujeto, tomándolo de paso como rehén -¡denme un bote o lo mato!- ordeno gritando frenéticamente. Los marines bajaron sus armas y accedieron a la orden del rubio. Alfred al recibir el informe que Arthur había sido encontrado, corrió hacia el sector, pero al llegar ahí, vio que este se estaba subiendo a un bote -¡Arthur!- exclamo lo más fuerte que pudo, llamando la atención del menor -¿piensas escogerlo a el?- le pregunto clavando sus azules ojos en los esmeraldas de estes. El ingles cerró sus ojos, intentando perder contacto visual con el mayor -si- contesto y posteriormente, desamarro los nudos, provocando que el bote cayera de lleno al mar. Luego de recibir aquella contestación, el de gafas corrió hacia el barandal, solo para ver como el pequeño navío se dirigía hacia la isla –entonces esa fue tu decisión…- susurro tristemente.

En cuanto el pequeño barco toco orilla, el ingles corrió sin rumbo fijo, dejando que sus pies le guiasen a la ubicación del francés -¡Francis!- exclamaba de forma desesperada, sin embargo, no recibía contestación. Preocupado, continuo explorando los lugares en los que este generalmente se encontraba pero todo era en vano, todos parecían abandonados. Finalmente y sin ninguna idea de donde más podría encontrarlo, decidió regresar a su choza, lugar donde compartieron noches de frio y tardes de tormenta. Triste y con la cabeza baja, se adentro a aquel lugar el cual seguramente se encontraría vacio –seguramente hizo otro bote y se fue en el- sonrió melancólicamente al pensar de aquella manera, dándose cuenta que, vivirá solo el resto de su vida en aquel desolado lugar.

Francis, aun sumergido en sus sollozos, escucho aquel susurro y el acento que conocía a la perfección -angleterre?- susurro sorprendido de haberlo escuchado y, volteando su rostro, dirigió su mirada hacia la entrada de su auto denominado hogar. En esta se apreciaba a la perfección la pequeña silueta del rubio –¡Arthur!- exclamo poniéndose de pie. El ingles, al escuchar la voz del mayor, alzo su rostro y dirigió su mirada hacia el interior del hogar, viendo al francés bañado en lagrimas -¡Francis!- exclamo corriendo hacia este. El francés extendió ambos brazos en señal de recibimiento y el ingles, correspondiéndole, se dejo apresar por estos -¿Por qué no te quedaste con Alfred?- le pregunto muy feliz de tenerlo a su lado.

-porque me di cuenta que no era él con quien quería estar- confeso enterrando su cabeza en el pecho del mayor –quiero estar contigo toda mi eternidad, dormir acurrucado en tus brazos, sonreír a tu lado, ver la lluvia caer y admirar el atardecer apoyado en tu hombro, así que hazte responsable- le ordeno con las mejillas sonrojadas. Francis estrecho más fuertemente al ingles, enterrando su cabeza cerca del hombro de este –sabes que nunca me hecho responsable de los sentimientos que creo en las personas, especialmente, los que cree en ti, pero puedo compasártelo dándote mi glamorosa compañía- contesto con su voz suave y su acento diluido.

-sabes que eso no será suficiente ¿verdad?- contesto con una pequeña sonrisa traviesa en sus labios. Francis negó con la cabeza y apartándola del hombro del de ojos esmeraldas, se digirió hacia los labios de este, rosándolos de manera suave - kiss me- susurro Arthur al tiempo que enredaba sus brazos en la espalda del francés.

-lo que mon amour desee- le contesto, apresando los labios de este. El haber esperado décadas y siglos para que el de ojos esmeraldas correspondiera a sus sentimientos, había valido la pena y no importase lo que sucedió en el pasado y lo que sucederá en el futuro, él sabía perfectamente que estaría siempre ahí para su amado, para el ser con el que estuvo y estará ligado a través de la historia –je t`aime- susurro dulcemente al finalizar el beso. Arthur se relamió los labios que segundos atrás fueron propiedad del francés –shut up and kiss me one more time- le ordeno atrayendo nuevamente los labios del mayor hacia los suyos.

FIN


Y con esto finalizamos una hermosa historia llena de lagrimas, risa y giros argumentales; espero les haya gustado y a ver cuando nuevamente me animo a subir otra historia larga n.n, aunque admito, tardara un tiempo. Gracias por acompañarme en todos estos capitulos y felicidades a ustedes por ser lectores habidos :D. Di mi mejor esfuerzo escribiendo el FRUK y mas cuando vi que se parecia a otro, pero lo modifique y espero les guste el resultado final.

Finalmente, gracias a woooooally (sorry xD) por brindarme buenas ideas para la modificacion, me sirivieron de mucho, aunque claro, nuestra vision del mundo es diferente... gracias ;D.