Hola, inicie la traducción de este fanfic por un intercambio de mail, y opiniones, que tuve con AllySan y termine interesado en la historia, hasta ahora no había tenido la oportunidad de leerlo (es de la misma autora de Twisted Hearts, pero no se porque nunca le había dado la oportunidad), pero ni bien me puse a hacerlo luego de un par de líneas abrí el Word Office y mientras iba leyendo iba traduciendo, y dado que es un aíre fresco, ya que llevo tiempo en Twisted Hearts, el día de hoy esta terminarlo el cap. 01. Esta traducción no esta oficialmente en marcha, ya que estoy dedicado a Twisted Hearts, pero traduciré algunos cap de a poco. y veremos a donde me lleva esta emotiva (dado el primer cap.) historia, nos leemos.

Psd: Muchas gracias AllySan, por recomendarme esta historia, solo he leído el primer cap. Pero se nota que promete mucho, cuando tenga más tiempo libre me centrare de lleno en leerla ya que cuando encuentro historias así deseo leerlo sin obstrucciones, es decir cuando el trabajo este menos ajetreado, que no me dejaría hacerlo a diario. Bye.

Titulo Original: Fragments of A Shattered Moon.

Titulo Traducido: Fragmentos de Una Luna Rota.

Autora: Eternal fire1.

Traductor: Albreyck.

Fragmentos de Una Luna Rota

Cap. 01: La Muerte de una Miko

Ella nunca, nunca, se recuperara de esto. Aquello la perseguirá, la quebrara, la consumirá, y ella nunca, nunca, olvidara el olor, el ruido, el lamento de su agonizante universo.

Ella no desea sobrevivir a esto.

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"¿Inuyasha?" Su vos era baja. Los otros dormían. Ella no sedeaba molestarlos. Necesitaban descansar. Había pasado mucho tiempo desde que alguno podía conciliar tranquilamente el sueño. Shippo estaba roncando. Sango estaba acurrucada con Miroku con su cabeza sobre su pecho y las manos de él sobre su cintura. Aome los miro con una mirada de felicidad y dolor.

Estaba extasiada que después de todo lo que habían pasado, se encontraran de nuevo. A través de todas las peleas, experiencias cercanas a la muerte, y el misterio de todo, de algún modo consiguieron ver a través de las barreras del otro y encontraron el amor.

Pero el amor… ¿no es la palabra una puñalada a su propio corazón?

Ella deseo, siempre deseo, que el amor la encontrase, pero cuando su atención regreso al hanyou a su lado, sus oídos alertas, esperando por lo que ella tuviese que decir, supo que el amor no era para ella.

No en esta era. No en su tiempo. Solo… no para ella.

"Inuyasha." Ella empezó otra ves, "¿Por cuánto nos hemos conocido?"

Él movió su cabeza de lado, entornando los ojos, y sonriendo. Un largo tiempo. No lo se. Keh, ¿Por qué importa eso?" Él retiro su mirada de ella y se enfoco en el cielo sobre ellos.

"Inuyasha…" Ella susurro suavemente, y sus ojos cayeron del cielo otra vez.

"Tres años, 4 meses, 1 semana, y 5 días." Él finalmente dijo. Ni siquiera lo había pensado. Nunca sería capaz de olvidar el día que despertó para ver un para de ojos azules y un rostro que de algún modo confundió con el de Kikyo. No estaba seguro de cómo pudo hacerlo con esos ojos tan diferentes. Aún así, él sabía exactamente cuanto ella había sido parte de su vida. Algunas veces, y eso era algo que no se lo diría a nadie, pensaba que su existencia empezó con ella, pero Kikyo siempre estaba en una parte de su cabeza, y así Aome es más como el inicio de su segunda vida.

Aome es su segunda oportunidad.

"Aome…" Ella fue la primera que vio cuando despertó. Ella es la razón por la que inicio esta cruzada. Ella rompió el conjuro que lo retenía al árbol, ella rompió la causa que lo puso en el árbol por primera ves, y rompió la coraza que había construido a su alrededor.

Ella hiso aquello con extrema facilidad. Solo tubo que existir, para ser su Aome… y el pensamiento de su nombre era suficiente para hacerle sentir tranquilidad. Ella lo libero sin pensarlo dos veces. Rompió la mas poderosa magia con simple disparo. Paso a través de todas sus barreras sin esfuerzo.

Gravado en su misma alma esta el conocimiento del tiempo que habían estado en esto. Y si aún esta peleando, es a causa de ella.

A pesar de todo, nunca le diría algo de eso.

"Inuyasha…" y él la miro con una calidez que hiso derretir su corazón. Ella pretendió, por solo un momento, que la amaba como uno mujer y no como una amiga, no porque era parecida a Kikyo. Antes que la tristeza y la soledad llegasen a sus ojos, ella le sonrió brillantemente. "Cumplo dieciocho años mañana." Finalmente dijo.

Inuyasha sonrió. "Tonta, ¿eso es todo? Ya sabía eso."

Él busco y encontró la mano de ella, dejándolos estar entrelazados por más de lo que era necesario, y cuando finalmente la dejo ir, Aome fue dejada con un parpadeante sentimiento y un sabor metálico en ello. Ella abrió sus manos, encontrando un collar de flor de cerezo. Era pequeño, delicado, con tantos detalles como se podía darle. Aome pensó que podría ser real si no fuese por el color blanco plateado en eso.

"Yo…"

"No es nada." Inuyasha estaba mirando al suelo, sus mejillas coloreadas. "Es solo algo que conseguí la última ves que estuvimos en tu tiempo. El propietario del lugar dijo que estaba hecho con… oro blanco. Creo."

Aome no pudo detener su expresión de sorpresa. "¡Pero eso es caro!" ella lo miro a través de ojos enarcados. "¿Lo robaste?"

Él levanto su mirada, estallando en cólera. "¡Por supuesto que no!"

"¿Cómo pagaste por esto?"

Sus voces se volvieron más fuertes. Ninguno de sus compañeros siquiera se movió. Estaban acostumbrados a dormir con todo y sus peleas. De hecho, no dormían bien si ellos no peleaban. Eso les daba un sentido de normalidad.

"¡No pague por eso!"

"¡Entonces lo robaste!"

"¡No!"

"¿Entonces que?"

Ambos se miraron fijamente. Se podían ver chispas destellando entre ellos.

"El dueño me lo dio."

Sospecha se acumulo en sus ojos. "¿Solos así nada más?" No es que no le creyese. Era solo que, en su tiempo, no había tal cosa como algo dándose gratis.

"Yo…" la rabia dejo sus ojos, y se sonrojo otra ves. "Yo solo deseaba darte algo y fue a la tienda, y tu estabas atareada con la escuela, así que estaba aburrido…" trato de hacer un ademan con su mano, para hacerlo parecer unimportante. "Vi el collar, y el dueño me lo dio."

"¿Por qué?"

Él suspiro resignado. "Le dije sobre ti, y él me lo dio."

Aome abrió su boca, pero no tenía algo que decir. ¿Qué exactamente le dijo al propietario?

Entonces todo eso significo poco ya que repentinamente, se dio cuenta. Él recordó su cumpleaños, le consiguió algo, y habían sido tres años, pero se sintió como mucho más. Se sintió como si él hubiese sido siempre parte de ella.

"¿Puedes ponerlo?" Ella le pidió, dándole el collar. Él lo tomo, dudando por solo un segundo antes de ponerlo alrededor del cuello de Aome sin otra palabra, y lo abrocho. Aome sintió el peso del collar contra su cuello.

"Gracias."

Pocas cosas como estas hacían a Aome pensar que verdaderamente estaba peleando por algo.

Inuyasha solo estaba contento de que le hubiese gustado.

Las estrellas se mantenían brillando sobre ellos. Inuyasha tomo su mano, y Aome pidió su deseo en la esperanza de un amor que nunca sería correspondido.

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'Se supone que no debería de ser así.' Ella estaba muriendo. No había duda de eso. 'De verdad no debería.'

Sentía tanto dolor que ni siquiera eso era ya reconocible. No podía decir que partes de su cuerpo dolían más que el otro. Más de una docena de huesos rotos. Al menos tres costillas quebradas. Estaba segura de que al menos uno ellos perforo uno de sus pulmones porque tenía problemas respirando.

Pero también, aquello podía ser la otra docena de heridas que tenía.

Debía de tener sangrado interno.

Su visión estaba poniéndose borrosa. Ya no podía enfocarse. Se sentía tan fría. La frialdad estaba lentamente esparciéndose por su cuerpo. Estaba entumecida.

Espera. No. No lo estaba, el dolor aún era muy palpable.

Que lastima.

Su cabeza se sentía mojada. Probablemente tenía una herida sangrante allí. Por un momento, se pregunto cuanta sangre realmente tenía porque estaba sangrando interna y externamente, y solo no tiene sentido poder vivir y sangrar tanto a la vez. Su pierna izquierda estaba torcida en una extraña e innatural forma. Movió su cabeza para un lado, estremeciéndose cuando vio su sangre tiñendo la tierra bajo ella y ordenado su cuerpo.

Pensó que casi era gracioso.

Su sangre estaba fluyendo de su cuerpo, debilitándola, y al mismo tiempo rodeándola. La sangre que podía salvarla estaba bajo ella, a todo su alrededor, como burlándose de ella. Era como bañar a un deshidratado en ves de dejarle beber al menos una gota de agua. La fuente que podía salvarla estaba allí, pero no podía tomarla. Estaba fuera de su alcance, como muchas cosas lo habían estado, como Inuyasha lo había sido siempre…

Ella corto esa línea de pensamiento. No pensaría en él ahora. No debía. No lo haría. Rehusaba hacerlo.

Además, el olor metálico de su sangre estaba alcanzando sus fosas nasales, haciéndola sentirse mareada. Podía oler su maldita sangre. Era suya, y no podía tenerla más. Encima de todo, podía sentir otra vez su piel. Era rasposa e inconfortable. Como si necesitase más cosas para hacerla sentir inconfortable.

¿No podía morir confortablemente?

Si fuese a sobrevivir a esto, odiaría el color rojo al punto de no ser capaz de verlo otra vez.

Sabía que no sobreviviría a esto.

Quizás gracioso no era la palabra correcta para esto.

De algún modo, ella no había perdido la conciencia todavía. Era una lastima, de verdad, porque los eventos que habían pasado se mantenían repitiéndose en su mente, y ella deseaba un momento de paz antes de morir, Pero Kami (Dios) no le concedería aún eso. Alguien en verdad la odiaba y deseaba hacerla sufrir hasta que toda su preciosa y estúpida sangre roja saliese de ella, de dentro de ella en todos los lugares que no debería estar. Había dado su último respiro, había visto su último amanecer, y no le quedaba nada para ofrecer. Cualquiera que la odiase realmente mantenía rencor contra ella y eran realmente retorcidos y malditos bastardos porque la harían morir justo en medio de la puesta de sol, cuando el sol era rojo, cuando la última cosa que vería sería ese horrible color.

Horas, minutos, horas después, Aome realmente odiaba a cualquier Dios existente que la hubiese puesto en esa situación.

Quizás iría al infierno por eso. Eso realmente no importaba.

Ya había vivido un infierno, y esas últimas pocas horas habían sido un infierno. Lo que ocurrió se mantenía repitiéndose en su mente, así que aún ahora era un infierno. Todo era un infierno. El infierno es en verdad sobrestimado.

Ella no era lo suficientemente estúpida para creer que tendría paz en la otra vida. Si había sido creyente, realmente no creía en el cielo ahora. No podía. No con todo el dolor sobrellevándola. No con todo lo que paso. No con todo lo que le hicieron…

Había solo un infierno para ella, y el cielo era solo una más de esas cosas en la que deseaba creer pero que nunca realmente pasaban.

Se sentía mal por todos los aquellos que creían en ello. Esas personas sentirían lastima por ella porque no creía más.

Era un circulo vicioso.

Se pregunto cual sería más patético. Ella sabía que era infeliz.

Su sangre se mantenía deslizándose de su cuerpo. Trato de recordar cuanto de eso tenía, pero no atendió a esa clase. Estaba ocupada tratando de evitar el fin del mundo. Eso no importaba más de todos modos. No es como si eso fuese a salvarla.

'Solía ser tan inocente.' Ella pensó. Era verdad. Ella fue tan estúpidamente inocente que no podía creerlo.

Vivía llena de esperanza, y creía que la vida estaba llena de oportunidades. El mundo podía sanarse. Viviría hasta que fuese una anciana. Inuyasha podría amarla.

Era gracioso, pero ella siempre pensó que moriría echada en una cama, cálida, anciana, y realizada. Aún cuando estaba cerca a la muerte cada día, siempre creyó que podría ser de ese modo. En vez, estaba echada en un frío suelo. Su sangre era su cama. Los animales se alimentarían de lo que quedase de ella. No tendría una tumba, ningún discurso de despedida, y no nada. Las personas que ella amaba no serían capaces de despedirla apropiadamente. La mayoría de ellas había muerto justo ante ella, así que realmente no le quedaba nadie más que su familia.

Que triste.

Aún más triste era el hecho de que su familia nunca sabría lo que verdaderamente le paso. Ellos siempre se preguntaran si se quedo atrapada en el otro lado. Siempre esperaran por su regreso. Nunca sabrán la verdad, pero rogaran porque ella este bien, y eso la aplastaba porque de verdad no estaba bien. Cada día, ellos despertaran esperando que ella regrese con ellos, y nunca será capaz de hacerlo. En verdad se sentía triste por ellos porque la recordaran como una chica carismática y llena de esperanza, y eso definitivamente no es lo que era más.

Específicamente no se sentía carismática.

Ella no podía tener esperanza.

'Estoy muriendo, como ellos ante mi. Aún estoy perdiendo sangre.' Estaba dolida y muriendo, muriendo, muriendo… '¿Cómo pude ser tan estúpida?'

Debería de haber visto las señales. Su historia era demasiado fantástica, demasiado irreal para terminar de otro modo que de una mala forma. Era ya demasiado que su vida parecía alguna clase de cuento de hadas para terminar como uno también.

¿Una chica que cayo en un pozo y termino en la Era Feudal?

Realmente no entendía donde estaba a la primera. Repentinamente, habían árboles, el aíre se sentía más puro, y todo estaba tan tranquilo…

Se sentía como Dorothy tomada del Mago de Oz.

¿Demonios y mitad demonios y perlas que concedían deseos?

Había algo extraño sobre ese lugar. Se sentía extraño, su cuerpo se sentía extraño, y cuando esa criatura de aspecto terrible la ataco, ella no reacciono del modo correcto porque se sentía como un sueño. Las personas no salen lastimadas en sus sueños, ¿verdad? Cuando tubo una mejor vista de la figura tratando de sacar algo de su cuerpo, se pregunto si las personas morían en sus sueños.

¿La más poderosa perla que existía rota por una chica que deseaba probar que no era una inútil?

Ella tomo la flecha, apunto al pájaro, y de algún modo golpeo la perla. Eso fue solo pura mala suerte. Digo, ¡¡la perla era tan pequeña!!. ¡Estaba en la boca del pájaro! ¿Cómo pudo golpearla?¿Como pudo golpear el único lugar de ese gran pájaro en el que se supone no debía de golpear? Solo le pasaba a ella…

¿Una búsqueda para recolectar todas las partes de la poderosa perla rosada?

Porque era una perla mágica, y esto definitivamente no era real. Todos los fragmentos tenían que dispersarse por todo el Antiguo Japon. El completamente rudo tipo al que había despertado hace poco demando que lo ayudase, más como que la forzó, para encontrar todos los fragmentos. En verdad que no pudo decirle que no ya que era su culpa de que se hubiese roto, pero no podía solo dejarle ganar, así que discutió con él de cómo también era su culpa, y una discusión conllevo a otra, y termino aceptando ser su detector de fragmentos al final.

¿Un zorro demonio que era huérfano y deseoso de tener una familia?

Era gracioso, porque ella sabía que Shippo podría volverse parte de ellos tan pronto como lo vio. Él había perdido todo, y ellos podían darle algo que necesitaba. Así, a pesar del hacho de que era casi inútil para su equipo, le aceptaron, le acogieron, y le enseñaron a ser fuerte.

¿Una sacerdotisa muerta quien revivió y deseaba matar al que clamaba ser su único amor?

Ella no estaba allí, y entonces lo estaba. Ella vino y arruino la vida de Aome. Justo cuando Inuyasha estaba aceptándola, Kikyo regreso a la vida, y por supuesto, ella no pudo regresar como una agradable y decente miko. No.

Ella tenía que regresar como una amenazante maldita sacerdotisa cuyo único propósito era recuperar al hanyou que siempre la había amado y que nunca en verdad la traiciono.

¿Un monje pervertido?

Él era buen moso. Eso fue lo que Aome pensó cuando vio a Miroku. Entonces el idiota trato de tocarla más de lo que era permitido, y lo golpeo duramente. Inuyasha trato de matarlo, y de algún modo el acoso paro. Él se volvió parte de la familia que ella estaba formando en el pasado.

No podía creer que un monje fuera tan pervertido.

¿Una exterminadora de demonios?

Ella era más como una hermana mayor que una cazadora de demonios. Eso es, excepto cuando usaba su arma y destruía una buena cantidad de demonios. Peleaba sin pensarlo dos veces, siempre certera. Aome casi la envidiaba. Por otra parte, Sango siempre había estado allí para ella. No la dejaba derrumbarse. Le daba concejos, le explicaba cosas que nadie más se molestaba en hacer, y estaba allí para apoyarla.

Aome estaba muy contenta de haber conocido a Sango.

¿Un mitad demonio deseoso de poder?

Naraku solo podía pensar en hacerse más poderoso. Al menos, eso fue lo que Aome pensó al principio, pero entonces se dio cuenta, de algún modo, que Naraku solo deseaba ser parte de algo. Podría haber sentido lastima y tratar de entablar amistad con él si no fuese por el hecho de que estaba constantemente tratando de matarla a ella y a los otros.

Lastima y pensamientos de amistad podían realmente morir cuando alguien era particularmente repugnante contigo.

¿Otro mitad demonio con orejas de perro y ojos como el sol quien decía desear poder, también, pero que realmente solo buscaba un poco de paz?

Ella lo supo desde el momento que le vio. Él lucia tan calmado, tan sereno y la única cosa que rompía esa imagen era esa flecha, así que solo tubo que quitarla. Nunca pensó que eso podría cambiar su vida. ¡Fue solo una pequeña acción! Entonces la vida fluyo dentro de él, perdió toda la serenidad y torció toda su vida. Se mantenía diciendo que deseaba la perla para convertirse en un youkai completo, pero de algún modo eso cambio con el pasar del tiempo, y al final no dijo eso con real determinación.

¿Una chica del futuro tratando de cambiar el pasado?

El futuro era grande. Era grandioso. Era complicado. Amaba el futuro, su presente. No conocía nada más. Entonces cayo en un pozo hacia el pasado, y se enamoro de este, porque ofrecía tanto. Le faltaba muchas cosas, pero Aome pensó que podría no importarle, si solo para ver a sus amigos una vez más. Además, tenía un deber que cumplir.

No podía vivir su vida en su época correcta hasta que el pasado estuviese bien otra vez.

Aquello estaba condenado al fracaso.

¿Cómo pudo ser tan estúpida?

En el último momento de su vida con probablemente segundos, o quizás minutos, si era afortunada, ella odio todo.

Ella odio el pozo, el caer por el pozo, su decisión de liberar al hanyou, a la maldita perla, al estúpido monje, su estúpida decisión de cuidar a un zorro demonio, a la mujer que pudo haber sido su hermana, al lobo youkai quien juro que ella era suyo, odio… todo eso.

Cada simple decisión que hiso. A cada persona que conoció.

Ella odio, odio, odio.

Quizás debería ser más optimista. Definitivamente podía al menos intentarlo. Había un lado brillante en todo. Algo bueno había resultado de eso, y eso no podía ser solo por Naraku. Ella rebusco en su cabeza, pero en verdad, ¿a quien estaba engañando? Optimismo era demasiado para ella justo ahora. No podía mirar al lado brillante de las cosas.

Trato de cerrar sus ojos, para aislarse del exterior, pero tenía sangre seca en ellos, y ahora estaban pegados a su piel. No tenía la suficiente fuerza en su cuerpo para cerrarlos con fuerza.

¿No era hilarante?

Aome pensó que no.

Le estaba tomando demasiado tiempo para morir en su opinión. ¿Podía la muerte apurarse en hacer su trabajo? Su abuelo estaría decepcionado de ella si pudiese escuchar sus pensamientos. Él siempre decía que ella era la persona más valiente que había conocido. Se había sonreído de eso y le dijo que habían personas más valientes que ella.

Estaba Miroku para empezar.

Miroku, quien reía y sonreía. Miroku, quien en verdad veía el lado brillante de todo. El monje, tomado por la muerte a cada minuto, devorado por ese gran agujero en su mano que lo hacia fuerte y al mismo tiempo maldecido. Miroku, quien siempre tenía una palabra de consuelo, quien peleo por ellos a pesar de las consecuencias. Miroku, quien sabía que su tiempo se le estaba acabando, más rápido cada vez que usaba el Kazaana (el agujero negro en su mano) para salvarlos de lo que sea que estuviese atacándolos.

Miroku, quien aguardo por la muerte toda su vida, hasta que esta finalmente se lo llevo.

Entonces estaba Sango.

Sango, dulce y cariñosa. Sango, quien cargaba el peso del mundo en sus hombros. Sango, cuya arma era tan, tan grande, y aún así cargaba a Hiraikotsu como si fuese una pluma. La bella exterminadora quien perdió a su familia, su tribu y entonces tubo que pelear contra su hermano. Sango, quien fue hasta los extremos solo para recuperar a su hermano, solo para terminar muerta, sola e incapaz de lograr salvar a su hermano. Sango, quien en verdad había sido como una hermana para ella, ofreciéndole su silencioso confort, y quien no podría llevar confort a nadie más.

Porque ella estaba… y no, no podía pensar en eso ahora.

O Shippo, quien nunca supo realmente como pelear porque era demasiado pequeño, demasiado joven, solo un niño. Un niño que se volvió huérfano a tan joven edad en tan cruel mundo para seres solitarios. Nunca hubiese durado unos cuantos meses si no lo hubiesen encontrado, pero lo hicieron, y le dieron una familia sustituta. Shippo, quien no podía hacer mucho, quien arriesgaría su vida por ellos en un latido. Su pequeño Shippo, quien podría haberse convertido en un gran youkai si solo se le hubiese dado la oportunidad.

E Inuyasha. Siempre Inuyasha.

Repentinamente, Aome no podía pensar. Se estremeció con el dolor puramente emocional, y se odio a si misma por haberlos odiado aún por unos segundos. Aome deseaba llorar. Si pudiese, lo haría, pero su cuerpo no podía juntar la fuerza suficiente para hacerlo. Ella no podía. No lo haría. No haría diferencia alguna.

Es solo ahora, al final de su camino, que finalmente entendió que las lágrimas no mejoraban nada. No traían solución. Solo te secaban, debilitaban, y cansaban. Deseo haberlo sabido antes. Deseo que alguien se hubiese molestado en explicárselo. Perdió tanto tiempo llorando cuando pudo haber hecho algo útil…

Eso podría haberle ahorrado muchas noches de caer dormida llorando.

'Solía llorar por Inuyasha.' Ella pensó.

Podía llorar por él por horas porque lo amaba tanto, y él no la amaba. Él no la amaba como ella deseaba que la amase.

Él amaba a una sacerdotisa muerta quien lo deseaba muerto. Bien, resulto que al final Kikyo no lo deseaba muerto, pero lo hiso por mucho tiempo. Aome lo había amado desde el principio, ¿así que eso no le daban puntos?

Ella había llorado a la injusticia de todo eso. Cuando los meses se volvieron años, empezó a aceptar el hecho de que él nunca podría amarla. Él solo tenía ojos para Kikyo. Eventualmente, ella lo dejo ir. Al menos, lo intento.

Ella lloro la noche que se dio cuenta de que su amor por Inuyasha estaba decayendo. Lloro cuando su corazón no deseaba salirse de su pecho cuando veía a Inuyasha. Lloro cuando él dejo de traer mariposas a su estomago. Lloro cuando se dio cuenta de que su amor por él aún estaba allí, tan presente como siempre, pero se había subsidiado a la aceptación de que era un amor no correspondido, lentamente volviéndose más pasivo, hasta que Aome estaba segura de que se había ido.

Ella lloro porque le amaba, pero eso no era importante más.

¡Maldita sea!

No tuvo tiempo para alcanzar el punto donde ella podría perder su amor por él. Ella aún lo amaba. Ella moriría amándolo.

Ella no podía llorar por Inuyasha.

No podía llorar por el hombre que amo, que aún ama. No podía derramar una lagrima por el hombre que se trago su orgullo y rogo por la vida de ella.

No podía, y si algo, esta era la única razón por la que merecía todo lo que le estaba pasando ahora.

'Perdóname Inuyasha.'

Ella deseo que dondequiera que este, finalmente tuviese paz. Espero que estuviese con Kikyo. La despreciaba, pero Inuyasha la amaba, y Kikyo lo amaba en su propio modo, así que merecían ser felices al menos en la otra vida. Deseo que los otros estuviesen con ellos.

En verdad deseo que no pudiesen verla en este momento. Nunca había lucido más derrotada, y nunca se había sentido más lúgubre.

Se pregunto por que Naraku no la había rematado.

Sobre todo, ella espero que nadie sepa lo que estaba pasando por su mente. Ni su familia, sus amigos o cualquiera que pusiese sus ojos en ella. Ellos deberían recordarla como una feliz criatura. Quizás se uniría con ellos al momento de morir. Dejo ir ese pensamiento. Entonces rio, excepto que eso dolía y eso salía como gemidos de dolor. ¿No podrían ellos estar en un lugar cercano al infierno si ella estuviese con ellos? Ellos merecían algo mejor, y quizás ella también, una vez.

Aún merecía algo bueno porque había sacrificado tanto, dejo su vida real a tras, y estaba aún dejando su cuerpo en un tiempo que no era el suyo. ¿Es eso suficiente? ¿Qué más podía alguien desear de ella?

Jodanse todos.

Sí, ella era estúpida. Sí, era ingenua e idiota. Aún así, dio lo mejor, y podría con gusto haber sufrido todo eso ella solo, muchas cosas más, si solo sus amigos se hubiesen salvado.

Ella no era lo suficientemente afortunada para ir donde el resto esta yendo. Alguien confundiría su caso, y ella terminaría en un horrible lugar.

Eso era un hecho, y ella lo acepto. ¿Quién podría haber pensado que yaciendo en un charco de tu propia sangre te daría otras perspectivas de tus acciones? Nada de lo que había hecho le había traído verdadera felicidad. Hubo una ves, cuando no estaba muriendo en tal horrible y doloroso modo, que pensó que todo había sido digno de ser.

El tiempo perdido en su propia era. Las largas caminatas que lastimaban sus pies. La oscuridad, las noches frías. Días sin comida. El peligro siempre acechando en las esquinas, esperando por el momento correcto para atacarla.

Todo había sido digno porque pensaba que estaba haciendo a alguien feliz.

¿A quien estaba engañando?

Ahora, lo sabía mejor.

Shippo no estaba feliz. Miroku no estaba feliz. Sango no estaba feliz. Inuyasha no estaba feliz. Ella no estaba feliz.

Nadie estaba feliz.

No había felicidad. Había solo deber y honor y desesperación por matar a Naraku, completar la perla y completar sus sueños de utopía.

El mundo de Aome se estaba oscureciendo. El dolor estaba lentamente desapareciendo. Estaba cerca de su muerte.

Ella pudo verlos en sus últimos segundos, pudo ver su dolor, sus sacrificios, pudo verlos a todos claramente ahora que su turno estaba llegando.

Pudo recordar todo lo que paso, y no deseaba, alejo las horribles imágenes con todo lo que tenía. Deseaba un momento de paz. Deseaba recordarlos felices. Deseaba olvidar sus últimos momentos. No deseaba recordarlos ensangrentados y muriendo.

Solo deseaba recordar sus buenos tiempos.

Estando cerca de la muerte te vuelve un poco insano. Desafortunadamente, ello no te volvía lo suficientemente insano para dejarte olvidar exactamente por que terminaste del modo que lo hiciste. El porque estas muriendo.

Era una lastima, Aome podría haber estado mejor sin recordar esas últimas pocas horas.

Era el principio del otoño. Las hojas empezaban a caer. El cielo era azul. El sol estaba en lo alto. Había un frio aíre, no lo suficiente para congelarte, pero lo suficiente para refrescarte. Era un lindo día cuando se encontró así misma rodeada por su propia sangre, a solo minutos de terminar su existencia.

Ella no sería recordada.

Aome se atraganto con su propio dolor al darse cuenta. Todo lo que hiso, todos sus sacrificios…

Ella no sería recordada.

Entonces, estaba confundida. El dolor, se dio cuenta en shock, no estaba más allí, y su visión se aclaro un poco… ¿Qué rayos?

Entonces vio un par de ojos dorados, y pensó en Inuyasha, pero algo en ellos no era como Inuyasha, y más shock vino a ella cuando se dio cuenta de que era Sesshomaru.

Ella yacía en un charco de sangre, y él la miro, observándola con esos dorados ojos que son tan iguales a los de Inuyasha, y ella abrió su boca para decir algo, pero nunca dijo nada porque la muerte la tomo justo en ese momento.

Aome no existía más.