Y&M.


CAPITULO 5. EXTRAÑO.


Advertencia: El capitulo es larguísimo, tienen lectura para varios días =)

Dedicado a Ashamed kawaii (Lauris).


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YATEN KOU.

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"Se habrán dicho muchas cosas, pero mientras tu corazón no sienta nada… sabrás del amor verdadero".

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"¡Te lo he dicho ya!… no eres mi tipo, pensé que te lo dejé claro esa noche del club".

"Pero… no me gustas, es cierto que eres un hombre muy atractivo, pero yo no soy tan superficial como crees".

Esas palabras seguían retumbando alrededor de mi tímpano, una y otra vez, de forma molesta y torpe. Lo peor era que ella se había atrevido a advertirme que no me enamorará de ella ¡Cómo si aquello fuera posible! Pero el solo hecho de que ella lo creyera así, me tenía desquiciado.

Y después de que aquello me ocasionará el primer ataque de risa después de 5 años, entonces luego, luego sólo quedo la irritación. Y cuando mi zapato se estrelló una vez más contra el suelo, admití que estaba furioso. ¡Era obvio! Llevaba haciendo lo mismo desde hace 1 maldita hora; mi reloj de neón me daba la razón y la uña de mi dedo índice había disminuido 2 milímetros en los últimos cinco minutos.

Pero… ¡¿Qué diablos significaban esas palabras? ¿Y quién diablos era ella para advertirme a ? ¿Quién le había dado permiso de considerar si acaso, cosa tan absurda? Yo soy su jefe después de todo, o lo era, porque en este momento lo único que podía pensar, era en lo mucho que deseaba que amaneciera para poder verle su atolondrado rostro y despedirla sin piedad. Después de todo, era confianzuda, escandalosa e impertinente. Todo lo que aborrecía en una mujer, si podía llamársele así.

Había sido un error, de eso no había duda, el sentimiento de arrepentimiento que se presentaba a cada momento en la boca de mi estómago, me dejaba claro que toda esta amabilidad no había sido más que un momento de debilidad. ¡Ah! debía de dejar de ser tan compasivo. Pero, por otra parte despedirla así, después de prometerle no hacerlo, pondría en evidencia que yo había sido afectado por su estúpida audacia. Y además estaba aquello… yo jamás prometo algo que no pueda cumplir, las promesas son importantes y sin duda deben cumplirse.

Sabía que estaba gastando mi valioso tiempo en vano, que no debía preocuparme y mucho menos obsesionarme por una tontería como esa. Digo… ¡No era como si por una persona -salida del montón, y con cara de golden retriever- a la que no le agradará tanto como a las demás, entonces yo me hubiera hecho menos guapo en las últimas horas! ¡Vamos, por favor! ¡Yo había hecho que miss Arizona comenzará a tomar antidepresivos! No era algo en lo que antes hubiera tenido la necesidad de vanagloriarme, pero ahora parecía adecuado mencionarlo.

¡Ah! Y otra prueba tangible la tenía frente a mí… en la cama de uno de mis hoteles favoritos, reposando desnuda, aún térmica y húmeda para deleite de mis ojos. Descansando… hasta que en un rato, cuando al fin se despierte sola en esta habitación, se dé cuenta de que los sueños no existen, y que definitivamente yo no seré su príncipe azul.

¡Ah, ya la imagino haciéndose una película mental conmigo! "Conquiste a Yaten Kou" diría. Y posteriormente se inflaría como un globo frente a las caras de envidia de sus compinches que la felicitarán, sí, pero por dentro no harán más que llamarla zorra a sus espaldas.

Seguro que ella lo imaginó.

Sin embargo, lo que en realidad pasará es que su dialogo no será otro más que "Ese idiota es un verdadero patán" –en el mejor de los casos claro- y entonces sus amigas en vez de felicitarla hipócritamente, la consolarán y me maldecirán en grupo, esta vez con sinceridad. Quizás después se vayan juntas de compras y mientras lo hacen, ella y sus amigas agregarán datos vergonzosos sobre mí habilidad sexual, para reforzar el hecho de que "Yo no la merezco y de que ella es mucha mujer para mí" y bla bla bla.

¿Ven? ¡La decepción a veces es buena! ¡Ayudan a forjar la verdadera amistad entre mujeres! Pero realmente, hablando en serio… ¿Qué esperaba? La desilusión es inevitable cuando intentas ligar en un club. Regla número 15. A tu futuro esposo definitivamente no lo conocerás en un club.

Y es que saliendo del trabajo, había acudido a un viejo club donde solía desestresarme físicamente de los problemas y de lo inservible; habían bastado 30 minutos y un Martini, para que consiguiera una víctima. 15 minutos era el tiempo que una mujer necesitaba para que le quedara claro que yo no me levantaría para ir a seducirla. Otros 15 minutos y 2 cervezas era lo que bastaba para que una mujer se creyera valiente.

¿Alguna vez escucharon que cuando uno tiene un orgasmo los problemas desaparecen? ¡Pues es cierto! Funciona a la perfección, y es la forma más rápida y factible para evitar el estrés de la impotencia de lo que no se puede cambiar.

La sustancia mágica es la dopamina, que se libera en cantidades impresionantes cuando uno está haciendo el amor, y entonces después la serotonina hace su participación especial encargándose de sacar la basura; impidiendo que nos olvidemos de los problemas, concentrando nuestra libidinosamente mente en un sólo objetivo: Obtener más placer; y durante unos mágicos minutos todo es sexo y placer, nada más existe en este mundo, nos embriagamos de placer hasta el grado de perder la razón.

Ahora bien, cuando uno termina, entonces la oxitocina entra en acción produciendo una sensación de calma y confort. Lo que hace que las mujeres y algunos hombres –raros- sientan la necesidad de acurrucarse, y ser molestamente empalagosos. ¡En mi caso, creo que soy alérgico a la oxitocina!

¿La química es impresionante no?

Y lo mejor de todo es que es gratis y fácil de conseguir. Bueno eso si no eres un esperpento o en dado caso, pobre. ¡La realidad es la realidad! Aquí en N.Y el que no consigue sexo gratis, es porque es feo o no tiene un carro convertible que lo haga parecer un poco más atractivo para las mujeres.

Pero por otro lado, como toda cosa fácil de conseguir y vana, también hay consecuencias. ¿La consecuencia? El problema al fin y al cabo no es el vacío que mucha gente describe… esa cursilería de sentirse sólo y hueco, no era algo con lo que yo haya tenido que lidiar jamás.

Yo había nacido así, solo y hueco, y eso no me molestaba, con el tiempo simplemente termine amando mi soledad.

Total que como explique, ese no era el problema, y en realidad el problema es la cosa más sencilla. De hecho no tiene que ver con procesos de neurofisiología, ni esas complicaciones de la dopamina y sus amigas. El problema radica en el tiempo. ¡Ah, que maldito puede ser el tiempo! La escasa duración por la que se van las preocupaciones es el verdadero problema; pues la duración es transitoria y con cada encuentro el tiempo para evadirse de la realidad resulta insuficiente y menos placentero.

La verdad… la verdad es que yo no he nacido para ser el príncipe con el que toda mujer sueña. Si habláramos de arquitectura diría que tengo la estructura y la fachada, pero entonces, cuando abres la puerta, entonces descubres que no hay nada.

Nada me importa en este mundo a excepción de 3 cosas. 1. El dinero. 2. El prestigio y 3… A ese punto aún no le pongo nombre, sé que algo suficientemente importante falta ahí, pero por ahora ni siquiera me preocupo por tratar de identificarlo.

¿Y el sexo? ¿Y las mujeres? ¡Claro que importan! ¿Acaso no leyeron el prefacio? El sexo y las mujeres importan, ¿casarme? quizás sí, algún día si quiero entrar a la política deberé hacerlo, un político debe representar la imagen de familiar ¿Cierto? Pero vamos, sinceramente, ¿Casarse, envejecer con alguien? ¿Toallas de él y ella? ¿Cambiar pañales cagados? ¿A quién le parece buena idea eso?

Algunos lo hacen porque de esa manera aseguran su dosis diaria de dopamina, serotonina y oxitocina. ¿Pero, qué hay para las personas que puede obtener esas sustancias gratis, cuando quiera y con quien quiera? Es por eso que hoy pienso que terminar soltero es una bendición.

Giró mi cabeza hacia el enorme ventanal, en un pobre intento por obtener una ráfaga de aire natural. De nuevo me he desviado del tema y eso es mala señal. Tiendo hacerlo cuando algo me ofusca lo suficiente como para taparlo con conversaciones desligadas.

¿Y por qué diablos ando filosofando a estas horas de la noche en vez de largarme? Me levanto del asiento individual de piel frente a la cama y sonrío entre dientes al darme cuenta de que realmente perdí mi tiempo.

—¡Ni siquiera es tan bonita! —me comento a mí mismo al observar de cerca el rostro de la chica sobre el lecho.

Agacho la cabeza y río por lo bajo con cierta diversión. A veces mis propios comentarios me hacen divertir. Es gracioso ver, como todas las mujeres parecen convertirse en sapos una vez que las beso.

¡La más grande ironía! Un príncipe que convierte en sapo a las princesas.

Ladeo mi cabeza de un lado a otro y siento como mis músculos se relajan ante esto. ¡Me siento mejor! Sigo caminando no sin antes girar a ver nuevamente la espectacular vista, ¡Por eso amo esta habitación! La vista realmente logró relajarme ¿Ella?… digamos que ayudo un poco.

Me acerco a darle la última mirada, intentando ver su rostro una vez más entre la intangible luz que se filtra por la ventana. Al menos debo ser cortés y despedirme, aunque ella nunca se dé por enterada.

Me acerco con cautela a uno de sus oídos y susurro… —Dulces sueños cenicienta. ¡Descuida! Me cercioraré de que no dejes una zapatilla de cristal para volvernos a encontrar.

Una sonrisa divertida vuelve a curvar las comisuras de mis labios; me colocó la chamarra de piel, y salgo con mano izquierda dentro de los bolsillos sin reparar en tener cuidado si al cerrar la puerta con brusquedad puedo despertarla ¡cuando antes lo haga mejor!

Salgo de ahí, sorbiendo el aire sabor a libertad, apretando los ojos y entrecerrando los puños de las manos con gozo. La sensación de salir de un "aprieto" como ese, siempre me revitaliza.

De esa forma, sin darme cuenta llego hasta mi bello automóvil y desactivo la alarma, abriendo las puertas y encendiendo el motor con simplemente tocar un botón. Realmente amo este nuevo auto, rojo y poderoso. Una canción se reproduce automáticamente, la misma canción de siempre, la portadora de recuerdos y amargos sabores, respiro una vez más y conduzco. Muero por llegar a mi departamento.

Hoy fue un día extraño. Pero… la cosa más extraña es preguntarme que estará haciendo ella ahora.

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MINAKO AINO.

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"En ocasiones, el amor parece un cuento de hadas, especialmente cuando una despierta…"

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—Y fue así como la increíblemente hermosa y carismática Blanca Nieves Mina despertó a gruñón de su letargo sueño. Y entonces vivieron felices para siempre ¡Chan chan!

Me levanto y salto como suelo hacerlo cada vez que la emoción invade mi cuerpo. Todo parece perfecto, el sol brilla desde ayer con mucha más fuerza, y los cuentos de hadas parecen volverse realidad.

¡Lo había logrado! Pase toda la noche repasando en mi mente cada instante, cada persistencia de él, cada movimiento y roce. E inclusive Lita estaba de acuerdo conmigo en que había logrado captar la atención de Yaten Kou.

¡De verdad debo ser un genio! Ja, ja, ja, río cual loca de amor y me recuesto para dar vueltas en mi cama, tomo la sabana rosa y me envuelvo en ella con entusiasmo.

—Espera, espera, espera… —escucho la voz de Lita y sé que está a punto de decir algo que acabe con mis fantasías. ¿Por qué no puede simplemente sonreír y estar de acuerdo con mi felicidad?

Me siento de nuevo en la cama obediente y la veo con ojos tristes intentando que mi mejor mirada de tristeza logre conmoverla. Ella me observa y…

—¡Basta Mina! ¡Hace tiempo que me hice inmune a esos ojos! Ahora entiendo el apodo que el señor amargura te ha puesto –resopla para desenfadarse y recobra la compostura en el acto-. Además… si no te quisiera entonces no te diría lo que te voy a decir. –musita con dejo más indulgente.

Ok, eso me ha ganado. "Te quiero" tiene mucho poder sobre mí. Sonrió con brevedad y suspiro profundamente… sé que lo necesitare. Lita bufa una sonrisa antes de hablar.

—Ok, ¡aquí voy! –canturreo advirtiéndome. Después camino de un lado a otro de la habitación, intentando ordenar las palabras que me diría y una vez que lo hizo las palabras fluyeron sin detenerse-. En primer lugar Blanca nieves no era rubia y además era mucho más humilde y modesta que tú, y en segundo lugar ¿Gruñón? ¿En serio? ¡Iugg! Gruñón ni siquiera es un príncipe ¡Dios! ¡Gruñón ni siquiera era guapo o a la altura de Blanca Nieves! ¿Acaso tienes un fetiche por los enanos? –me dijo con sospecha en la mirada, sentándose a un lado de mi cama-. Y en tercer lugar se te está olvidando que la batalla apenas empieza, diste el primer paso y lo hiciste bien, lograste interesarlo ¡Bien! Pero, eso no significa que Yatén Kou ya esté enamorado de ti.

Abro y cierro los ojos tratando de asimilar cada palabra de su discurso. Lita tenía toda la razón, y no era por justificar, pero a partir de aquí, todo comenzó a irse por la borda.

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Bajé las escaleras del edificio a todo pulmón y abrí la puerta de la entrada de un tirón.

Mi primer día oficial de trabajo comenzó de forma maravillosa, no sólo me las había arreglado para llegar a tiempo, sino que también a primera hora él me había recibido con una arrebatadora sonrisa; estaba vestido a la perfección, combinado de pies a cabeza, pantalón negro, saco blanco y mocasines negros. Se hallaba de pie, detrás de su escritorio, tal como un príncipe sacado de un cuento de hadas. Yo no sabía cómo debía actuar, me sentí apenada, pero recordando que debía parecer controlada mientras estuviera a su lado, decidí que lo mejor era actuar desinteresadamente, y es que después de haberlo intentado la noche anterior debo admitir, que pasar de él, como si su belleza no me pegará como un maremoto… actuar así, resultaba casi imposible de realizar, también me producía algo de miedo y adrenalina. Propio de una misión suicida.

Y por supuesto, eso funciono a la perfección. Después del trabajo se ofreció a llevarme a el departamento de la universidad, yo había sacado su lado más servicial en pocas horas, y claro, él intentaba gustar de mi a cada segundo, siendo atento y no cargándome de trabajo. Las horas en la oficina transcurrieron veloces y no deseé apartarme de él jamás.

FIN.

¡Pero a quién rayos engaño! ¡Nada de eso ocurrió! Todo había sido un desastre desde el primer día…

Tres semanas había pasado. El frio invernal estaba más presente que nunca, parecía no haber lugares suficientemente abrigadores para refugiarse. Los cafés estaban abarrotados, la gente los demandaba y exigían desde el amanecer, conformándose con ingerir calor a través de un líquido. Yo estaba convencida de que ahora más que nunca debía conseguirme un novio, el calor que necesitaba era exclusivamente dérmico y de boca a boca.

El tiempo pasó veloz, con prisa. Tan de prisa que me fue imposible estar a su par. Más sin embargo, esos días habían sido más que suficientes para darme cuenta de que Yaten Kou, tenía un trastorno severo de personalidad…

Primera semana: Obsesivo.

—¡Bien! Necesito que todas las mañanas vayas a comprarme un café gourmet sin azúcar ni crema a "Le bertanies" queda un poco lejos… ¡Pero qué bah!, ese es tu trabajo. –puntualizo sin siquiera mirarme, parecía ocupado distrayéndose con la pared-. Deberás ponerlo en cuanto llegues sobre mi escritorio, si yo me encuentro dentro deberás tocar antes de entrar ¿Entendiste? Te dejaré el dinero de los gastos con Molly en cuanto llegues.

Respire hondo. Apenas logré digerir cada palabra… pero yo tenía una mejor idea.

—¡Espera! –dije con una nota de histeria en la voz-. Eso está al otro lado de la ciudad, tardaría haber… una, dos, tres… mínimo cuatro horas en ir y venir, el café llegaría frio y sería una pérdida de tiempo. ¿Por qué mejor no te preparo un rico café aquí? He visto que en la sala del staff hay todo lo necesario para preparar…

De pronto su risa macabra y su rostro siniestro hicieron que dejará de hablar.

—¿Acaso no escuchaste? –rio fastidiado y arrogante-. Di-je que no me importa cuán lejos esté, para esto te estoy pagando. ¿Una pérdida de tiempo? –pregunto sombríamente-. Pérdida de tiempo sería ir yo por él a diario. No me importa si llega frio, es tu trabajo, si no te apetece te puedes largar cuando quieras. Además no me interesa sorberlo, sólo quiero olerlo.

—¿Olerlo?...

Esto último me distrajo lo suficiente como para enojarme. Yaten nunca dio explicaciones. Al día siguiente dudando ingrese al club y lo primero que recibí al llegar fue un sobre con el dinero exacto para los pasajes, el café y la propina. No se trataba de una broma, él siempre cumplía lo que salía de su boca.

En toda la semana no vi a Yaten, él siempre estaba atareado, saliendo, hablando o colgando las llamadas de sus múltiples celulares, mientras que yo simplemente gastaba 4 horas de mis 5 horas de trabajo diario, en ir y buscar un estúpido café gourmet. Café que nunca se tomó y que al final del día debía tirar por el fregadero. Él era demasiado extraño.

Todos los días estuvo enojado, y quisquilloso, mandándome a comprar cafés y tés de sabores exóticos, celulares que duraban más en mis manos que en las suyas, periódicos de otro estado comprados en el aeropuerto, puros 100% cubanos que se apilaban en uno de sus cajones y lapiceros de color azul profundo mar terracota que nunca le vi usar. ¡Y si! Todos los lugares a los que me mandaba quedaban a 4 horas del club.

¡Era molesto! Parecía no querer verme, o al menos a esa conclusión habíamos llegado Lita, Rei y yo en nuestras reuniones informativas del caso Yaten Kou.

Esa también fue mi semana depresiva, no lograba entenderlo, es decir; parecía mentira que hasta hace unos días él intentara gustarme siendo sensual y… Y ahora sólo podía pensar que él me odiaba o sentía pena de mi pobreza ficticia. Decirle que estaba loca por él paso por mi mente muchas veces, lanzarme a su cuello y robarle un beso antes de que me despidiera también lo contemple, algo que tenía claro era que no me iría de ahí sin las manos vacías.

Pero como todas mis depresiones, eso sólo me sirvió para motivarme más. Y resulto… la siguiente semana dejo de alejarme de él.

Fue su semana Sádica.

—¡Muy buenos días! –cante decidida a no dejarlo a su pesar.

—¡Shh! –me callo indicándome con un dedo, mientras me miraba profundamente, seduciéndome con la mirada, balanceando su perfecto cuerpo en la silla donde se encontraba seguro y varonil y ¿Sonriendo?

Aquello me dejo atónita, él sonreía, no a carcajadas, pero sus labios se encontraban separados, dejando ver sus blancos dientes resplandecer. ¿Acaso mis plegarias habían sido escuchadas? ¡Un momento! ¿Por qué sonreía así? Apenas me percate del aparato que sostenía hasta uno de sus oídos, ¿Quién estaba detrás de esa bocina?

¡Pero él! Me miraba a mí, reía para mí, y antes de comenzará a reproducirse en mi cabeza otro cortometraje mental, Yaten tapo la bocina y se alegró nuevamente a mi dirección, parpadeé dos veces y mis labios comenzaron a separarse lentamente. —¡Sal de aquí! –ordeno y la sonrisa desapareció.

Lo miré en un intento de entender lo que me quería decir. —¿Acaso no te das cuenta que estoy al teléfono?...atendiendo a mi chica. –completo esta vez sin una pizca de diversión, devolviéndome la mirada con frialdad.

¿Su, su, su qué? Pasé saliva y mi cuerpo me pidió aire antes de girarme hasta la puerta y obedecer en automático, expulsándome de ahí sin replicar, aunque por dentro únicamente me imaginaba saltando en sus brazos para exigirle una explicación… era una cobarde.

—¡Espera! -su voz me alerto antes de salir por la puerta de madera, brindándome también una pizca de esperanza-. ¡Límpiate el bigote de leche que tienes! Te ves algo patética. –se burló en una carcajada y después su sonrisa se borró de inmediato al ver que yo era incapaz de reaccionar. Alzo las cejas con obviedad antes de ordenarme salir nuevamente.

Salí instintivamente, deseando haber adquirido una discapacidad auditiva. No podía haber escuchado bien ¿O sí? Digo el obviamente tenía muchas chicas persiguiéndolo, pero él era un playboy ¿No? Benjamín no podía andar en serio con nadie más que yo, ¿No? Yo debía ser quien lo cambiará; yo era "la chica", la chica ordinaria y entusiasta que lo incitaría a dejar para siempre la soltería. Mi cuento de hadas no podía terminar así, tan precipitadamente… esto debía de ser un error, sin embargo Molly le dio la razón. Yaten tenía una chica nueva, llevaba dos semanas con ella y a él le fascinaba.

—¡Ah sí! ¡Está totalmente obsesionado con ella! –explico la pelirroja de forma distraída-. ¡Bueno… al menos eso lo puso de mejor humor, estaba insoportable! –refunfuño intentando con esto que yo apoyará su comentario.

La gastritis hizo acto de aparición al instante, solía arderme el estómago cuando me preocupaba en exceso, y además del estómago, el pecho se me hundía como si estuviera a punto de tener una crisis asmática. La hipocondría nunca me abandonaba, y sabía que no debía hacerlo pero mis impulsos masoquistas tampoco me abandonaban jamás.

—¿Y… quién es ella? ¿Cuál es su nombre? —¡hay no! ¿Por qué las mujeres nos hacemos esto? ¿Por qué siempre queremos saber quién es "ella? Si sabemos que la respuesta nos torturará por meses.

—Kakyuu.

Molly respondió tan rápido que no me dio tiempo de taparme los oídos o de arrepentirme de preguntar. Ahora cada vez que escuche ese nombre me dolerá el corazón. ¡Buaa! ¿Por qué tuve que preguntar? ¡Porqué, porqué, porqué!

—Es muy bonita. -¡Basta! Aquí es cuando alguien debe decir que la chica en cuestión es espantosa. Anhele decirlo en voz alta pero mi boca se había tornado inútil, volteé hacia otro lado para apretar los ojos fuertemente para que de esa forma se provocará un sonido que tapará mis oídos.

—… es de color rojo, modelo…

Molly seguía hablando como si eso fuera la cosa más insignificante del planeta. Yo estaba segura que cuando él la trajera al club y yo la viera, entonces nadie me quitaría de la cabeza que ella era la mujer más hermosa del mundo, y el resto de mi autoestima saldría volando por la ventana. Yo siempre solía obsesionarme con las ex novias de los hombres que me gustaban, constantemente me hallaba comparándome con ellas.

—¡Ah y además le salió carísima!

Ok ¿Qué? Mi cuerpo recupero todo su control ante eso.

—¿Qué? ¿Carísima, a qué te refieres?

Y como es típico en mí, mi mente formuló sus propias respuestas de inmediato.

¿Dama de compañía? ¿Novia por correspondencia comprada en internet? ¡Una prostituta! ¡Lo sabía! ¡Kakyuu! ¡Claro que tenía que ser una! ¿Kakyuu? ¿En serio? ¿Qué clase de nombre es ese? Pero, Yaten… ¿por qué? Él es guapo… ¿Él acaso está tan deprimido para pensar que no puede conseguir una novia? ¿Era su semana depresiva? Yo lo había visto muy bien hace un momento. ¿Bipolar? ¿Y ahora qué haremos? ¿Debemos ir juntos al psiquiatra? Le pediré a Amy que me diga que hacer y cuáles son los mejores del estado. Debo estar con él y amarlo y comprenderlo, así definitivamente se enamorará de mí, y entonces recompensará mis preocupaciones entregándome su amor sincero. ¡Sí! ¡Soy un genio! Ja, ja, ja.

De pronto sentí una mano sobre mi hombro posarse con cuidado. —¿Minako, me escuchas? –Molly sonreía de forma nerviosa.

Asentí conmovida de mi epifanía aún dentro de mis pensamientos.

—Oye Molly ¿Dónde consigue Yaten a esas chicas? –quizás sea buena idea suscribirme ahí-. ¿Conoces un buen psiquiatra aquí en New York?

—¿Psiquiatra? ¿Chicas? –su rostro confundido me indico que debía llevar las cosas con sumo cuidado.

Respiré un poco y hable con mayor suavidad —Disculpa Molly, ¿Dónde compra Yaten a sus chicas?

Ella abrió su boca confundida, pero después su sonrisa me indico que había comprendido mi pregunta.

—¡Oh! ¡Sus carros! Pues en la BMW, Yaten sólo compra sus carros ahí.

Con un acceso de nauseas, comprendí que lo había malinterpretado, sacudí la cabeza de un lado a otro mecánicamente, intentado aclarar mi mente. Kakyuu al fin comprendí, no era más que el nombre de su nuevo auto convertible, color rojo, último modelo. Al parecer, él tenía la extraña costumbre de nombrar a sus automóviles con nombres de mujer. Y la llamada, era para que su lavador de autos personal, puliera un pequeño raspón que le había hecho por la mañana.

La falta de novio me estaba volviendo paranoica a mí y a él un tanto sádico, desde mi perspectiva estaba claro, pues nunca había sentido tanto dolor como cuando creí que él ya tenía novia; sentí que todos mis sueños se derrumbaban. Pero al menos Yaten ya no estaba enojado, ni me mandaba a Timbuktu en busca de cosas extravagantes.

Su semana sádica corrió mientras el presumía su flamante convertible y se hallaba coqueto y presumido con las personas alrededor. Mi trabajo esa semana consistió en ir a buscar ropa a la tintorería, preparar café amargo y fantasear con él a escondidas.

Alguna vez mi mente creyó sorprenderlo mirándome con suspicacia, y otros días me ignoraba como la cosa más cotidiana del mundo.

Estaba claro que él era peculiar y yo adoraba lo peculiar en él. Quizás si él era sádico y yo masoquista, al final seríamos el complemento perfecto a nuestra locura. Quizás y solo quizás…

Pero esta semana, la tercera semana, comenzó como la más extraña de todas… su semana alegre.

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YATEN KOU.

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Tuve el presentimiento de que este día sería diferente; al despertarme había pisado accidentalmente el suelo por primera vez con el pie izquierdo y eso lo cambiaba todo.

Alguien me dijo alguna vez que para tener éxito en el día, debía comenzar siempre pisando el suelo con el pie derecho; yo llevaba más de 15 haciéndolo así. Sé que era una tontería, pero como toda tontería decidí creerlo tontamente. Debo admitir que muchas veces concedí el éxito de mis días a esa rutina ordinaria. Después de todo, mi vida estaba conformada de una serie de rutinas y eso no cambiaría de la noche a la mañana.

Me levanto de la cama notablemente estresado, el invierno seguía y yo odiaba el invierno, era la época más detestable del año. Invierno no traía dulces recuerdos para mí, más invierno para ella significaba el cambio.

—¡Buenos días!

Esta vez su saludo y su timbre de voz fueron diferentes. Pobres de la sensualidad y el misterio de aquella noche. Escasos de la intriga de no saber que significaban sus palabras.

Al menos esta vez, me di la oportunidad de ponerle suficiente atención como para darme cuenta de ello. Había besado a muchas princesas sapos estas últimas semanas de estrés por lo que mis sentidos analíticos ahora se encontraban a mil.

Acuñé mi crisis a la propia de mi edad. ¡Hey alto! No se imaginen que mi crisis tuvo que ver con ella, no en su totalidad.

Ella era un rompecabezas, sí; en lo más preciso de la palabra. Aíno llevaba poco más de 15 días trabajando para mí, y yo aún no lograba descifrar qué clase de persona era; aunque tampoco era como si yo hubiera cruzado más de 50 palabras con ella como para enterarme de su vida, aspiraciones y traumas. Más mi método es sencillo, al final todo se reduce al lenguaje corporal, ese no miente, pues cuando tu boca dice algo tu cuerpo puede gritar que aquello que dijiste no es más que una falacia.

Por ello, constantemente me hallaba preguntándome si su actitud evasiva y atolondrada era falsa o verdadera. Y por supuesto eso era lo que precisamente me tenía enojado y debo admitir que después de que ella me dijera que no era de su total gusto, entonces yo me sentí nervioso ante su presencia, ahora comprendía que todo era debido a la falta de control, a lo extraño. Ella me había puesto por primera vez en una situación que me era totalmente ajena.

Siempre he sido bueno leyendo a las personas, a las mujeres para ser más exactos, la mayoría son fáciles de descifrar, todas buscan satisfacer sus ideales infantiles sobre el amor verdadero, pero al mismo tiempo ninguna se resiste a 3 cosas, lo físico, el sexo y el dinero si se les presenta la oportunidad.

En cambio ella… ella parecía no entrar en totalidad a esa descripción. ¡Vamos sé perfectamente que las mujeres me consideran atractivo! Desde pequeño recibí esos comentarios; cuando crecí me di cuenta de que mi físico me abrió un sinfín de oportunidades para ser lo que ahora soy… el joven más rico del estado, pronto del país.

¡Total que yo nunca me equivocaba! Así que después de dos semanas había llegado a la conclusión que debía descifrarla a como diera lugar. Curiosidad y vanidad, esos eran los motivos.

Ella no se parecía nada a la mujer de la noche de ayer. Invierno había llegado y ella parecía tan… colorida.

Me arrastro un poco hacia mi escritorio, quedando pegado justo al borde de caoba y apoyo mi barbilla sobre mis manos juntas. La veo parada frente mi escritorio con su usual sonrisa atolondrada, ingenua, mustia, canina…

De inmediato siento como mi boca forma una línea recta. Cada que la veo me frustra no poder adivinar a primera el tipo de mujer al que ella pertenece. Quizás ella sea lesbiana, eso explicaría muchas cosas.

—Oye Yaten quiero saber cuándo… -¡Ah la confianzuda ha vuelto! Y eso lejos de molestarme me confirma que ella no representa ningún peligro en mí.

¿Peligro? ¡Bah no hay tiempo para hondar en estupideces impulsivas!

—Señor Kou –la corrijo con fastidio, cerrando los ojos un instante, como si llevará toda una vida haciéndolo.

Ella arruga la nariz en muestra de berrinche, sonriendo posteriormente. Yo me siento en mi silla de piel y entrecierro los ojos para analizar su conducta. Ni siquiera me molestare en reprenderla, lo más importante ahora es sacar un poco de diversión de esto. ¿La conclusión? No queda rastro del vestigio de aquella mujer que por un momento creí ver.

—¿Acaso te conviertes en mujer en las noches? –si tuviera la capacidad de abrazar me habría levantado de mi silla y lo haría. Sin embargo sólo la veo confusa y eso podría decir que me satisface.

—¿De qué hablas? ¿Te sientes bien? -dice mientras toma asiento en una de las dos sillas que dispongo para mis clientes sin mi permiso.

Sonrió divertido y me balanceo en mi silla hacia atrás relajadamente. Pero me recuerdo que debo hacer algo importante; así que me levanto precipitadamente de un tirón, caminando hasta su silla. Mis ojos en ella están, me inclino un poco hacia ella, demasiado cerca, mientras el cachorro, se menea hacia atrás con incomodidad. ¡Esa es… una reacción adecuada!

—¡Has vuelto cachorro! –mascullo con un tolerable grado de entusiasmo, mientras de inmediato procedo a guardar la distancia nuevamente.

—¿Eh? ¿De dónde…? –cuestionó ausente de cualquier nivel de comprensión.

Sobé mi rostro con la mano. —¡Ya olvídalo! –suspiré resignado. Ella jamás entenderá.

Después apoye mi espalda en la punta del escritorio quedando frente a ella a una distancia considerable, mis piernas rozan las suyas y la siento temblar. ¡Maravilloso! Estoy en control.

—Por cierto quería decirte que ya que has superado la prueba de las dos semanas… entonces decidí que puedes seguir trabajando para mí formalmente.

—¿Estaba a prueba? –me dice con ojos ingenuos y grandes, para después sonreír como si al final hubiese comprendido algo-. ¡Oh por eso actuabas tan extraño!

—¿De qué hablas? –sonsaque con sorpresa-. Pero si tú eres la cosa más extraña que he visto jamás –le explique dándole una palmada en su rubia cabeza.

Ella torció la boca y frunció el cejo en objeción, pero no me contradijo. ¡Era una niña! Definitivamente no una mujer.

—¿Y qué decías? –pregunté recordando que quería decirme algo.

Ella abrió los ojos grandes con inocencia.

—Hace un momento. –le recordé-. Tú querías decir algo.

Abrió la boca recordando de pronto. —¡Ah sí! -su rostro pareció una mezcla de enojo y emoción ¡Qué sé yo! -. Quería preguntar ¿Cuál será mis labores de esta semana? Cada semana me asignas cosas nuevas, además también quería preguntar si…

—¡Ya sé!… –la interrumpí apostando lo que diría-. Hoy es quincena, te pagaré enseguida. –dicho esto de inmediato me dirigí hacia la caja fuerte de mi oficina.

—¿Quincena? ¿Tú me pagarás? –preguntó al fondo y yo volteé para contemplar su rostro atónito mientras digitalizaba la contraseña, la caja se abrió y yo saque un saco de dinero.

—¡Sí! Ya sé que debí pagarte el viernes pasado, pero he tenido muchos pendientes y se me ha olvido que eres miserable y probablemente ahora no tengas que comer ¿Verdad?

—¡No soy así de pobre! –refunfuño probablemente abochornada.

—¡Vamos no te apenes! ¡Hasta creo que te veo más delgada! ¿Ya pagaste tu colegiatura?

—Yaten ¿Cuándo me vas a entrenar? ¿Recuerdas? ¡Lo prometiste! –suplico chillona.

Me giré a verla y no pude evitar carcajearme.

—¿No crees que te estés tomando tu papel de cachorro muy en serio? –susurré enarcando una ceja.

—¡No me refiero a eso! –objetó con enfado-. Me refiero a entrenar acerca de mi vida amorosa ¿Recuerdas? ¿En el club? Tú prometiste darme consejos. –explico suplicante, dando pequeños saltos en el sillón.

Mi mente es ágil, así que una vez que ella lo mencionó recordé de inmediato. ¡Me había olvidado de ese gran inconveniente! Pero ya que soy hombre de promesas…

—¡Claro, claro, ya lo sabía! De hecho estaba a punto de hablarte de ello. –miento, mientras cuento su dinero y lo coloco en la mesa frente a ella.

—¡Ten, creo que esto es suficiente y justo por tu trabajo! -ella ni siquiera repara en ver cuánto le he pagado-. ¿No lo vas a contar? –le insisto.

—¿Entonces cuando? Podemos aprovechar esta tarde. –propone poniéndose de pie ignorando por completo mi acto de caridad.

Me sorprende que siento tan pobre no le de tanta importancia al dinero, entonces quizás eso quiere decir que su vida es tan patética que le pesa más que la pobreza.

—¡Lo siento cachorro no puedo ahora, de hecho voy de salida! Pero te diré qué. –no es pretexto en realidad tengo asuntos contables que arreglar, camino a la puerta y con la mano la invito a hacer lo mismo-. ¡Nos vemos esta noche en Rinos! -le explico antes de abrir la puerta-. A las 8pm, llega temprano odio esperar lo sabes ¿No? ¡Ah y ponte algo bonito! –sugiero-. Un vestido, el mejor que tengas.

¿Exigente? Bueno, ya saben que tengo una reputación que mantener.

Guiño el ojo y ella aplaude en entusiasmo. ¡Ah se ve tan tierna, hace monerías y todo! ¡Podría adoptarla! Pero para eso tengo a Luna.

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MINAKO AINO.

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Suspiré intentando controlar los nervios, moría de frio, hace 3 horas que comencé arreglarme, 1 hora que me cambie por última vez y 15 minutos que llegué, y ¿Yaten? ¡Ni sus luces! Para colmo, parece que no lograremos entrar, hay mucha gente afuera, ahora mismo unas personas pelean con él chico encargado de la seguridad; discuten algo sobre que este restaurante es elitista.

Tan pronto había salido del trabajo, corrí hacia la plaza más cercana en busca del vestido perfecto. Era color negro con detalles rosas, bonito y coqueto, aunque por ahora luciera más el abrigo que el mismo vestido.

—¡Hola! ¡Esperaste mucho! –sentí un golpe en el pecho en cuanto lo vi llegar.

Estaba dolorosamente guapo. Pantalón de vestir perfectamente planchado, gabardina negra, camisa azul rey de vestir, el cabello perfectamente arreglado, reloj plateado obviamente fino. Yaten parecía uno de esos modelos que solo encuentras en las hojas de una revista de moda. Me sentí por supuesto, la mujer más afortunada del mundo.

Sacudí la cabeza en negación, esforzándome una actitud de indiferencia.

—¡Hey cachorro! –chasqueo con sus dedos frente a mis ojos-. ¿Acaso te comieron la lengua los ratones? ¿Sabes? Pudiste esperarme adentro ¿No?, no tenías por qué ser tan… caballerosa. –señalo con timbre vanidoso.

Me abrace a mí misma al ser consciente del frio que hacía. Por los nervios el frío invernal era en lo menos en que mi mente se preocupaba.

—¿Sabes? Creo que no vamos a poder entrar, al menos que hayas hecho reservación. –explique la situación.

De esa manera quizás estábamos a tiempo de cambiar de restaurante, pero en vez de eso, Yaten sonrió como si hubiese dicho una tontería.

—¡Lista de espera! ¿Qué diablos es eso? ¡Ah, supongo que la gente normal así actúa! ¿Verdad? –se burló y yo le miré incrédula- ¡Para mí no hay imposibles niña!

Se dio media vuelta y camino hasta el intimidante seguridad, con esa confianza cautivadora que hace que cada mirada se desvié a observarlo. Me acerque un poco, lo suficiente para darme cuenta como él deslizaba por lo bajo, papeles verdes, el guardia esbozo una sonrisa y Yaten giro la mirada buscándome, cuando me encontró me llamo con una señal.

—¡Entremos! –creí leer de sus labios.

Caminé llegando hasta él. Pero… Un momento ¿Qué había pasado ahí?

—Tú… ¿Acabas de sobornarlo?

—¡Claro que no! -exclamo ofendido-. ¡Simplemente llame su atención de manera monetaria! –señaló con un brillo pícaro en los ojos.

Trague saliva y se rió.

—Pareces preocupada –menciono mientras caminaba y yo intentaba seguirle el paso.

—Pero… eso está mal. –refunfuñé nuevamente, él se detuvo.

Choque contra él en el proceso, eleve mí mirada a la suya. La ira destello en sus ojos esmeraldas. Frunció los labios y desaparecieron todas señales de alegría.

—Eres totalmente absurda Aíno. –pronunció despreocupado del tono severo de sus palabras-. ¿Aun quieres que te entrene, no? Si no quieres entrar, entonces podemos posponerlo ¿Qué te parece para siempre? – murmuro con frialdad

¿Y tú eres bipolar? – deseé preguntarle con acritud al sentirme enojada por primera vez ante su comentario.

¡Maldito! Sabía perfectamente que ese era mi talón de Aquiles, lo supe por la sonrisa de satisfacción que se dibujó en sus fruncidos labios.

No respondí y él no exigió una respuesta. Se dirigió a la segunda puerta del restaurante y la mantuvo abierta con gesto obstinado. Evidentemente, toda discusión sería inútil. Pasé a su lado y entré al lobby con un suspiro de resignación. Caminamos dejando atrás los murmullos y protestas de la gente que aún esperaría afuera, por no saber llamar suficientemente la atención. Olía a carne, pasta y pizza. El lugar era refinado y fastuoso, yo había estado en muchos lugares similares, pero estar con él, hacía que todo me pareciera nuevo y deslumbrante.

Caminamos hasta llegar a la recepción, en donde dejé mi hermoso abrigo y él su espectacular gabardina negra Burberry, rogué porque él no se percatará de la etiqueta de mi Chanel original de última temporada. Anduvimos y el jefe de meseros nos atendió, Yaten intercambio una par de palabras con él, palabras que no logre comprender por andar cocinando fantasías. Él se encargó de todo, Yaten estaba nadando en sus olas y lo hacía como si fuera todo un conocedor.

Así, caminamos hacia la que sería nuestra mesa, bajo las miradas lascivas de las mujeres que aún junto a sus respectivas parejas, volteaban con cinismo para ver al chico de impecable cabello plata. Sentía los ojos de todas ellas clavados en mi espalda.

Frente a mi asiento se sentaban dos mujeres jóvenes, que inmediatamente comenzaron a secretearse, capté por supuesto el brillo de los ojos de nuestras vecinas mientras evaluaban a mí compañero de mesa. Vi como los ojos de las dos jóvenes teñidas de rubio se posaban en mí y luego se desviaban satisfechas quizás de encontrarme bastante ordinaria y de la falta de contacto entre Yaten y yo. Gracias al cielo parecía que no se quedarían mucho más, pues observé que la bandeja de pago ya estaba ocupada con una tarjeta de platino. Suspiré agradecida de liberarme de 4 ojos críticos menos durante el resto de la cena.

—Debes estar emocionada por estar en un lugar así ¿Cierto? –rompió el silencio con cierto engreimiento y vanidad-. ¡Tranquila no tienes que agradecerme! ¡No por ser rico quiere decir que no haga obras buenas! –dijo guiñándome un ojo con travesura, dejando atrás cualquier resentimiento de enojo por no estar de acuerdo con él.

Hice una mohín de descontento ¿Tenía que hablar tan alto? Dudo mucho que no estuviera consciente de que todas las miradas estaban sobre nosotros, tal parecía que precisamente esa era su intención…. Que todos conocieran lo bondadoso que podía ser el señor Kou, pesé a los rumores.

—¡Ah! por cierto. Ese vestido….-musito señalando mi Chanel-. Realmente hacen buenas imitaciones hoy en día eh.

¿Imitación? ¡Por Dios! ¿Cómo se atreve? Este vestido es 100% Chanel.

—¡Oye para que sepas….! -no completé. Me mordí la lengua recordando que soy pobre para él… corrección miserablemente pobre. ¡Mina eres pobre! Me dije total sin remedio.

—¡Por supuesto! ¡Es una imitación! Yo no puedo darme el lujo de comprarme algo original. ¡Dios soy tan pobre! ja, ja, ja. –¡Rayos que buena actriz soy!

—Lo siento. He sido descortés. –aquella disculpa fue totalmente inesperada-. ¿Pero, no crees que te estés auto compadeciendo demasiado?

¡Irónico! Y lo dice él que se encarga de recordarme mi clase inferior a cada momento…

—Bueno… –hizo una pausa y el resto de las palabras salieron de forma precipitada-, quizás seas pobre ahora, pero eso no significa que toda la vida lo serás. –ladeo su perfecto rostro y sonrió de lado suavemente-, Necesitas trabajar duro y cambiar esa actitud de oferta que tienes y quizás de esa manera algún día puedas… -murmuro completando su espectacular sonrisa, parecía sincero.

Escucharlo hablar así, dándome ánimo para superarme con honestidad, muy a su manera, hizo que un sentimiento abrigador se instalará en la parte alta de mi pecho y garganta. Pasé saliva y asentí. No hicieron falta palabras.

Después sin aviso, llamó al camarero con un gesto, como en las películas, y cuando este se acercó, nos entregó a cada quien una carta de menú. Tomé el mío agradeciéndole al chico de mirada amable, después abrí la carta para comenzar a hojearlo cuando escuche como el comenzó a ordenar sin siquiera mirar los menús… ordeno por los dos, en francés.

Lo entendí por supuesto. Francia había sido el destino favorito de mis padres para vacacionar desde que yo era niña, aprender francés fue una necesidad. ¡Cómo me gustaría demostrarle que él no es el único educado en esta mesa! ¡Creo que se llevaría una buena sorpresa si descubriera que su cachorrita es trilingüe! Eso sería muy gracioso de observar, ya me lo imagino…. Pero me reconfortaba saber que tendremos toda una vida, para descubrir nuevas cosas el uno sobre el otro.

Después hubo silencio, uno que me pareció enorme. Él no decía nada, simplemente se quedó ahí frente de mí, mirándome como siempre lo hace, con la mano izquierda empuñada en su perfecto rostro, los ojos entrecerrados como esforzándose para observar algo que no puede ver a simple vista, como si efectivamente yo fuera la cosa más extraña que él hubiera visto en su vida. Yo no hablaba, no porque no tuviera que decir, yo tenía mucho que decir, pero antes de que las palabras salieran de mi boca, me acorde que antes debía pasar las palabras por un filtro anti estupideces.

—Tu problema… -comenzó a hablar rompiendo el silencio-, como yo lo veo… es que estas urgida.

Casi me caigo de la silla al escuchar lo que había dicho. ¡Cómo se atrevía!

¿En serio él no conoce la diplomacia? De todas las palabras tuvo que elegir precisamente esa y además la decía con la simpleza de que aquello no fuera algo lo suficientemente espantoso.

—¡Eh! ¿Quéeeee? –alce la voz como si me acabará de dar cuenta de que me había insultado y en un impulso me levante de mi lugar exasperada.

El rostro que dibujo fue épico. Primero casi se le salen los ojos del susto por la vergüenza de mi reacción, segundo como siempre el enojo se hizo presente.

—¡Siéntate! –el tono en el que me ordeno sentarme fue imperativo, más su rostro tomo una tonalidad rosácea.

—¿Qué diablos haces? –cuestiono por lo bajo- Es decir ¿Realmente adoras llamar la atención de forma tan equivocada? De esa forma la gente pensará que te acabo de terminar o rechazar y ellos únicamente sacaran la conclusión de que eres patética y desesperada. –concluyo con seriedad.

Me senté por supuesto, no encontré algo que pudiera debatirlo. —Lo siento... a veces soy muy impulsiva cuando me enojo.

Suspiro hondo para tranquilizarse.

—¡No lo tomes a mal, cachorro! –recito más desenfadado-. Lo que realmente trato de decir, es que, estás demasiado disponible para gustar. Y eso es un error –enfatizo con tono severo-. Hasta la mercancía más cara pierde su valor y distinción si se regala o se vende como si estuvieras en un bazar ¿Me entiendes? Por ejemplo ese vestido que traes –menciono señalando-, cuando lo vi pensé que era lindo, lo admiré fino y debo admitir que te hace lucir bien. Pero nada más me aclaraste que era una imitación entonces ahora no puedo verlo menos que barato y vulgar. Y no te voy a mentir, soy objetivo ante todo. ¡No eres fea! ¡Si mantuvieras la boca cerrada! Seguro serias considerada como una belleza. Deberías cotizarte más.

Sus palabras tardaron un momento en causar efecto en mí. En parte tenía razón, en parte me sentía emocionada porque al menos saber que no le parecía fea me daba puntos a mi favor, y por otra parte, un sentimiento de tristeza amenazaba por salir al exterior. Me sentí "No suficientemente buena" el hecho de cambiar tantas cosas para ser de su agrado ¿En realidad me haría feliz?

En ese entonces me percate que el mesero se alejaba, al voltear fui consciente de que ya había colocado la botella de champagne en la mesa, y una soda… supuse que para mí, recodé que para él no era más que una niña. Yaten sorbía de su copa despreocupado, algo que adoraba de él además de su brutal sinceridad, era esa capacidad que tenía de mirar directamente a los ojos a la persona con quién hablaba. Yo apenas y podía mantenerle la mirada por 5 segundos, en cambio él siempre daba una imagen de potente seguridad.

—Entonces… –comencé a hablar tratando de ser asertiva-. ¿Me estás diciendo que debo fingir ser quién no soy?

Mi voz fue cautelosa, parte de mí temía escuchar su respuesta.

—No –aclaro sorbiendo un poco más de su bebida alcohólica y yo lo imité bebiendo por primera vez un traguito de mi casi templada e insípida soda-. Te es-toy diciendo que debes sacar lo mejor de ti y desechar lo que evidentemente no te está funcionando, es totalmente diferente ¿No crees?

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YATEN

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Ella no replico ante mi comentario. Lo evidente no se debate. La comida aún no llegaba y con un simple vistazo pude darme cuenta de que tampoco había una mujer suficientemente atractiva para mí en el lugar. Comencé a aburrirme hasta que de pronto ella tomó con fuerza la carta de la mesa para taparse el rostro con turbulenta ansiedad. Eso capto toda mi atención y la de unos cuantos más.

¿Por qué ella tenía que ser tan escandalosa?

—¡Hey! ¿Ahora qué?

No respondió, ella se iba haciendo cada vez más pequeña en su lugar. Ignorándome por completo. Era desquiciante.

Volteé mi mirada hacia todos lados, ¡Un momento! Ella se estaba...

—¿De quién diablos te estás escondiendo? –complete en voz alta.

Su rostro giró dejándome verla por un pequeño espacio.

—¡Hay por favor que no me vea! ¡Hazte más a la derecha para que me cubras!

—¿Qué? ¿Por qué debería hacerlo? - conteste furioso por lo bajo.

—¡Por favor! –suplico chillona.

No accedería por supuesto, al menos no tan fácil. Esto era extraño, ¿Cómo ella podía ir de 0 a 1000 en un minuto? Ahora comprendía su incapacidad para retener a un hombre. Era raro, pero sentía curiosidad y no me quedaría con la duda.

—Sólo si prometes que me contarás el motivo de esta escenita.

Me miró aún más preocupada. Pero rápidamente accedió. —¡Aja! ¡Lo que quieras! –sonreí victorioso, la obedecí moviéndome un poco hacia la derecha.

Una figura paso a nuestro lado, no la observé directamente. No sería tan vulgar como para mirarlo con obviedad. No hasta que estuviera suficientemente lejos para hacerlo con total comodidad, el aburrimiento de pronto desaparecía. Cuando él paso, esperé a que ella volviera a su tamaño original.

Una vez que lo hizo, procedí a cobrar mi arduo trabajo…. —¿Y bien? -insinué la explicación elevando una de mis cejas.

Ella suspiró 2, quizás tres veces antes de sincerarse. Las mujeres siempre lo hacen para tomar valor.

—Él ha sido mi maldición. Lo conocí en la universidad en donde voy, mi amiga Lita tiene una clase común con él y le dio mi número. Él es popular, me llamo y entonces al día siguiente se me acerco y me invito a salir, tuvimos una cita maravillosa, al final me llevo a casa, dijo que le había encantado conocerme, prometió llamarme al día siguiente, pero jamás lo hizo.

Bueno con esa actitud era algo de esperarse.

—¿Él? Muéstrame. –solicité y ella abrió los ojos sorprendida.

—¿Ahora? –preguntó algo perturbada.

Asentí con obviedad.

—Lo prometiste. –le recordé y ella asintió, tiñendo sus mejillas de rojo, abochornándose antes de revelarme el motivo de su vergüenza.

—Ok… -dubito dando un vistazo con rapidez-. Se trata del chico que está a punto de salir –fruncí las cejas dándole a entender que esa descripción me era insuficiente-. El de chaqueta azul y pantalón negro –describió avergonzada-, ¡Por favor no seas tan obvio al voltear! –me ordenó mientras volvía a hacerse pequeña en su asiento.

—No lo haré –articule cada palabra con cautela.

Y no lo fui. Giré disimuladamente como si buscará al mesero, y lo vi. Rubio, fanfarrón y con una combinación fatal, no era posible que se tratará de él. No pude evitar reír, ahora entiendo él porque la gente dice cosas como ¡Qué chiquito es este mundo! Pero ¿Andrew? No pensé que tuviera estándares tan… como ella.

—¿Lo has visto? ¿A qué es guapo, verdad?

Hice una mueca. Quizás ella tenga miopía.

—¿Te refieres al rubio ridículo? –Solté gozando de mi sarcasmo.

Ella arrugo la boca ofendiéndose, no había cosa más lamentable. Él la rechaza y ella se ofende ¡Los sarcasmos de la vida!

—¡Tú qué sabes! –disintió con infantilismo buscando con la mirada sus manos, en torno a la botella de mí champagne sin saber qué hacer.

—Bueno… -me acomode en mi asiento, la cena estaba tardando demasiado y aún tenía tiempo de divertirme-. Es obvio que no te iba a llamar. Si le hubiera encantado conocerte no te hubiera llevado a casa, más bien te hubiera llevado a su casa. No tendría por qué decirte que te iba a llamar, simplemente lo haría, y por último ¿Acaso eres tan ingenua? ¡Ese hombre transpira promiscuidad por cada poro de su cuerpo! No pensé que fueras tan estúpida.

Hubo silencio… como siempre, ella tardaba en responder, intentando meditar antes de dejarse llevar por sus impulsos, y también como siempre, aquello no le funcionaba en absoluto.

—¿Por qué eres tan cruel? ¿De casualidad lo conoces como para saber que él nunca me hará caso? –esta vez se defendió, ahora que su enfado acumulado por fin fluía libremente.

Ella no sabía que tan equivocada estaba.

Medite sin saber qué hacer. Por un lado pensé que sería entretenido ver su expresión al decirle que él imbécil con el que estaba torpemente obsesionada y que además la había llevado al grado de hacerla mi sirvienta para que yo fuera su mentor, era mi primo. ¡Se imaginan! Ja, ja, creo que sería algo que recordaría el resto de mi vida con cierto regocijo; pero dudé… al recordar que su estúpido rostro triste y decepcionado también había sido el culpable de qué yo estúpidamente tratara de confortarla ofreciéndole empleo.

A veces, en ocasiones muy extrañas e inexplicables, la impulsividad entraba en mi vida, y como todo lo extraño y ajeno, no hacía más que ponerme nervioso y furioso. Descarte la idea enseguida, no necesitaba otra semana de ansiedad y de descontrol.

Sin embargo omitir acerca de qué el imbécil y yo éramos parientes tampoco me convertiría en mentiroso, las omisiones no son mentiras y además creí que sería mucho más divertido escuchar con objetividad ambos lados de la historia. Descubrir qué fue lo que le llamo a Andrew la atención del cachorro, digo; lo suficiente como para que la invitara a una cita romántica, era algo que me intrigaba, demasiado… igual y al final me daría cuenta de que fue un error o quizás también me llevaría una sorpresa. Probablemente ella si se convertía en mujer, no todas las noches, pero quizás en luna llena sí.

—Sí, lo conozco. –conteste al fin con calma, ella palideció-. Va seguido al club, lo he visto varías veces por ahí. –complete, y él rostro de ella recobro color.

—¡Ah! ¡Fiu! –respiro con la mano inconscientemente en el pecho, tratando de ser disimulada y fallando en el intento, yo reí.

Ella es linda sin estacar. Pero es chillona, dramática y además pobre. No es que la pobreza defina a una persona, pero no logro comprender como Andrew siendo tan superficial la invito a salir. ¿Eso significa que el cachorro llamo genuinamente su atención? Tengo curiosidad por saber que fue aquello. Probablemente él la habrá observado callada por uno de los pasillos de la universidad, él habrá notado que ella es bonita a la medida, la habrá invitado para conocerla, y entonces en la cita se daría cuenta de que su personalidad escandalosa era demasiado para él. El cachorro inspira drama. Ningún hombre quiere eso.

—Dime una cosa, ¿Siempre actúas así? –pregunte al tiempo que me inclinaba hacia ella. Sin notarlo, cada vez el espacio entre ella y yo se reducía.

Ella abrió los ojos y posteriormente la boca deslumbrada por mi cercanía. —¿A-sí cómo? –titubeo cada letra.

¿En verdad era tan inocente?

Resople fastidiado. —En conclusión eres una… exagerada.

Esta vez no reaccionó con drama. Medito, y su filtro mental funcionó esta vez adecuadamente. —¿En verdad, crees que exagero?

—¡Es más que obvio! –dije adoptando una posición más relajada, todo lo que quería decir siempre salía de mi boca sin reparo-. Por ejemplo me has dejado claro que yo no te gusto, y aun así llegaste al restaurante mucho antes que yo, y por si fuera poco, usaste quizás tu mejor vestido porque yo así te lo pedí. –ella miró su vestido avergonzada-. ¿Estás segura que no te estás enamorando de mí? Porque si haces eso por una persona que no te atrae, no me quiero ni imaginar que harás con alguien que te guste. ¿Media hora esperando? ¿En serio? Entonces me imagino que iras de camping una noche antes cuando tienes una cita con alguien que verdaderamente te guste. ¡Ahora entiendo porque salen huyendo ja, ja!

Sus labios se fueron para abajo y se abrazó a sí misma en defensa psicológica. —Eso fue porque no quería perderme de mi entrenamiento. Tú no eres la persona más paciente en cuestión de tiempo… ¿Sabes? Tienes un serio problema de humor.

¿Ahora yo era él del problema? ¿Y esto que era ahora? ¿Terapia de grupo?

—¡Ja! ¡Ahora resulta que eres muy disciplinada! Para que quede claro, ninguna mujer debería llegar antes que un hombre, no debes ser impuntual, pero tampoco demasiado puntual. 10 minutos son suficientes para no parecer urgida.

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Minako Aino.

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—El señor sensibilidad aparece de nuevo. –respondí sin mucho ánimo, olvidándome completamente de las ganas de impresionar.

Él parecía totalmente inaccesible y para mi pesar debía reconocer que el interés no se le notaba por ningún lado… la decepción se apoderaba de mí ¿Debería abandonar toda esperanza? La razón me decía que quizás me había equivocado, la desesperación de querer todo al momento no ayudaba en nada.

—Bueno, él no te llamo ¿O sí? –procedió sin reparar en mi casi depresión, mientras sacaba de sus bolsillos el celular que ya reconocía como "desechable"-. Cuando a un hombre le interesa una mujer –procedió apagando el aparato y volviéndolo a donde salió-. No pará hasta conseguir su número y llamarla. Él no lo hizo, el hombre que tras salir contigo no te llama, es porque no le interesa tener más contacto contigo, así de simple.

—¿Siempreeee? –urgí, él estaba equivocado-. ¿Y qué tal si se le perdió mi número o murió su abuela?

No entendía porque todos mis conocidos se empeñaban en ser fatalistas. Y es que verlo ahí, burlón, me hacía olvidar a ratos que mi nuevo propósito en la vida era gustarle. Su pose de sabelotodo comenzaba a molestarme.

—¿Acaso eres masoquista? –formuló con soberbia-. ¿Realmente te gusta sufrir cuando lo evidente esta frente a ti?

Comencé a jugar con las perlas de las pulseras de mi mano con nerviosismo. —Pero… mi amiga Lita salió con un chico que no le llamo hasta después de dos semanas porque se le perdió su número ¿Y adivina qué? Ellos están ahora comprometidos. –le restregué en la cara.

El amor existe, no todo tiene que caer en el abismo. Mi padre siempre decía que la perseverancia es el principal elemento para hacer realidad los sueños de amor… bueno quizás, no con esas palabras exactas, pero la idea era la misma.

—Tu amiga Lita es una estúpida y además ella es una excepción.

—¡Oye mi amiga Lita no es una estúpida! -la defendí alzando un poco la voz y bajándola cuando me di cuenta de su expresión-. Y qué es eso de ¿Excepción? –murmuré con tono más dulce.

Él miró hacia todos lados con una sonrisa de lado, sin prestarme mucha atención. —Sí, un caso extraño que sucede a algunas mujeres porque en su antigua vida salvaron a una nación. –musito mientras continuo distraído. ¿A quién buscaba?

He ahí, observe como llamaba al empleado que nos había recibido, esté de inmediato se acercó y Yaten reclamo sobre la tardanza de nuestra comida.

—¡El servicio es un asco, no volveré a venir! -mascullo más para sí mismo a regañadientes.

—Te dije que el restaurante estaba a todo lo que da, tú insististe en entrar "llamando la atención" –le recordé casi con miedo. Su mirada era realmente dura y severa cuando se enojaba, resultaba realmente intimidante.

—¡En fin! –resoplo cerrando los ojos brevemente-. ¿En qué estábamos? ¡Ah sí! –se respondió solo-. Lo que realmente trato de decir es que debes cambiar esa actitud patética de justificar lo negativo, el exceso de optimismo no te ayudara. –intente apelar ante eso pero el alzo una mano para impedírmelo y seguir hablando-. ¡Escucha! ¡No seas tan desesperada! La regla en sí es fácil, sal, conoce, actúa mesuradamente, a ningún hombre le gusta una mujer escandalosa y si al final de la cita él no te pide tu número o al día siguiente no te llama, entonces pasa al siguiente, no pierdas tu valioso tiempo esperando algo que nunca llegará.

—Amm pero puede ser qué…

—Y en la extraordinaria ocasión de que llegará a llamar después de 2 o 15 días, entonces debes de saber que no le encantaste, que quizás te está llamando porque no encontró algo mejor, y si llegaras a tener una relación en el futuro con ese hombre entonces ya lo habrás acostumbrado a hacerte esperar.

—¡Puff! -resople abatida…. él tenía telepatía después de todo-. ¿Nunca te podré ganar verdad?

Negó sonriendo victorioso. —No, al menos que me puedas demostrarme lo contrario.

Deseé impresionarlo respondiéndole algo que lo hiciera callar, pero para mi desgracia no se me ocurrió nada. Gracias a Dios mi incapacidad de formular buenas replicas fuer irrumpida cuando el mesero llegó al fin con la cena, al parecer lo que Yaten había ordenado eran cortes de carnes acompañados de una rica ensalada y una crema que parecía ser de papá. Él me miro arqueando ambas cejas.

—Tú… no eres de las personas que viven a dieta ¿No es así? –pregunto, yo me confundí de inmediato.

Indecisa, vacilé, pero me apresuré a meditar puesto que mi filtro anti estupideces solía tomarse mucho tiempo en producir una respuesta decente. ¿Qué debía hacer? Mí repuesta realmente intervendría en la imagen que él se formaría de mí.

Decirle que yo usaba la dieta T (Tamales, tortas y tacos) desde que conocí la cocina mexicana, paso por mi mente por un segundo; con aquella respuesta sería considerada honesta, pero demasiada honestidad y de ese tipo podría resultar abrumadora, así que la honestidad al parecer no era una opción. Aunque por otro lado, había leído en una revista que a los hombres les estresaba estar con una mujer que se la viviera a dieta. Parecer anoréxica o glotona no estaba a votación, así que adopte algo simple.

—No... –susurre al tiempo que movía la cabeza.

No entraría en detalles, esa era la mejor opción.

Levanto la vista un momento y río; parecía contento con mi respuesta. —¡Bien! ¡No hay nada que me desagrade más en este mundo que una mujer que se la pasa quejándose de la comida!

Después de eso comimos en silencio… bueno él comió en silencio, yo trataba de hacerle platica preguntándole cosas triviales como si estaba rica la comida y entonces él respondía que sí acaso no estábamos comiendo lo mismo, "acaso" parecía su palabra preferida en el mundo. Yaten era muy educado, sus modales en la mesa al comer eran impecables, no perdió su porte en ningún momento, parecía relajado y en control en todo segundo, mientras que yo misma me sorprendía recordándome constantemente que debía enderezarme la espalda y procurar que mi boca estuviera bien cerrada al masticar, ¡era estresante! el silencio no me ayudaba, más bien me ponía hiperactiva. Si estuviera con mis amigas ya me hubiera puesto a armar una escena con…

—Si quieres puedes jugar con la sal y la pimienta ¡Me da igual! –menciono sin siquiera mirarme.

—¿Qué? –pregunte fingiendo estar ocupada rascándome la cabeza.

—Llevas toda la comida admirando los recipientes, tómalos y admirarlos de cerca, me estas desesperando.

Los tomé sin replicar por instinto, como si hubiese esperado su permiso toda la noche para hacerlo, eran bonitos eran de cristal, y tenían grabado en letras cafés pequeñas una frase, frase que había intentado leer desde que nos sentamos pero que mi estúpida ceguera no me lo había permitido. "Nous, nous complétons"…

—Nos complementamos. –la voz de Yaten atrajo mi mirada hacia él. Sus ojos estaban en mí, aquello me puso nerviosa-. Es la traducción de lo que acabas de leer –explico.

Por supuesto yo lo sabía, pero me encanto escucharlo de él. —Es interesante. –respondí.

—La sal y la pimienta son ingredientes principales en la cocina internacional. En Francia no puede haber una sin la otra. Siempre van juntos en mayor o menor medida, "Nous, nous completons" hace referencia a que ambos son complementos por excelencia.

Cómo nosotros… Deseé decir, pero me reprimí de hacerlo al instante. Comenzaba a ser buena en esto.

Yaten observo mi platillo y realizo una mueca de inconformidad. —Deberías apurarte a comer, tu comida se enfría. –apunto y me sorprendí al ver que él ya había terminado con su comida. Era de buen diente.

El mío seguía por más de la mitad, estaba tan nerviosa que el hambre se me había escapado. ¡Tenía que concentrarme en tantas cosas a la vez que comer era lo último en lo que pensaba!

—¿Qué? ¿Acaso no te gusto lo que ordene? –expreso con falsa indignación.

Realmente no me apetecía mencionar que mi estómago ya estaba lleno de mariposas. Prácticamente si fuera posible, podría disecar lo que él había ordenado para mí y llevármelo de recuerdo a casa. Inmediatamente reí por lo bajo al darme cuenta de la tontería que se me había ocurrido.

—¡Ja! Quizás no estés acostumbrada a comer esta clase de comida. –su sarcasmo indico que su humor estaba a punto de cambiar a irritación.

Negué una vez y procedí a comer con rapidez mi flamante cena toda de un jalón. No hable, comí para complacerlo, al terminar su expresión fue grandiosa.

—¡Vaya! –exclamo abriendo los ojos con sorpresa-. ¡Qué obediente! –río. Parecía haber recuperado el buen humor.

Me di cuenta de que había dejado de respirar, sus ojos eran de una intensidad deliciosa cuando pronunció con voz seductora aquella última frase.

Abrí la boca sonriendo abiertamente sintiendo las pulsaciones de mí atolondrado corazón cada vez más marcadas, respiré, una vez y otras dos, fingiendo estar a punto de reventar por la comida. A estas alturas no podía flaquear y que él me descubriera.

Esperé para decir algo coherente. Transcurrieron los segundos y después le indique.

—No soy muy buena con el silencio ¿Cómo puedes tú comer en tanto silencio? –me atreví a preguntar.

Se cruzó de brazos ladeando su cabeza hacia un lado con mesura. —No lo sé. ¿Tú cómo puedes comer sin silencio? –rebatió con serenidad, mientras esta vez, se inclinaba hacia adelante, acogiendo su perfecto rostro apoyando su mano derecha sobre la mesa.

Entonces tuve que bajar la mirada para reordenar mis ideas. —No lo sé… –conteste con simpleza, al mismo tiempo en que jugaba con mi servilleta.

Ambos callamos, de nuevo; agache la cabeza sólo por un momento y después alcé la vista hasta esos profundos ojos que me turbaban los sentidos y como de costumbre tuve que inhalar fuertemente para recobrar el equilibrio emocional del que carecía gracias a mis constantes viajes al país de la fantasía. Me mordí el labio y junte las manos, entrelazando los dedos para no cometer una imprudencia.

¿Por qué demonios tenía que ser él tan guapo? No me hubiera sentido al borde de lanzarme a sus brazos, sino fuera porqué de pronto fui consciente de que él y yo estábamos aquí juntos, solos, en una especie de cita. Y no me hubiera sentido tampoco al margen de comerlo a besos, sino fuera porque a mi parecer él era la cumbre de lo que un hombre perfecto debía ser. Seguro, poderoso y sensual.

Y durante estas dos horas y media, mi ánimo había sufrido tantos altibajos y subidas, qué ahora ya en la cima de mi nivel de esperanza, recobre las fuerzas de querer estar con él a como diera lugar.

La sensación que se arremolinaba en medio de mi pecho y en la boca de mi estómago cobraba fuerza, esa sensación de poderlo todo contra todo, la sensación de felicidad que ya me habría hecho saltar repetidas veces de no ser porque ahora me encontraba sentada en un restaurant de 5 estrellas, y eso por una sola de sus miradas. No podía evitarme preguntar que sería capaz de sentir si él me dedicará algo más que sus bellos ojos… seguramente, sí, estoy segura que explotaría con uno de sus besos.

Entonces mi mente con el combustible lleno de fantasía, comenzó a imaginar toda una vida junto a él.

Nuestros primeros roces, nuestro primer baile, nuestro primer agarre de mano, el primer beso… todo eso, en mil situaciones diferentes en apenas unos segundos.

—¡Mira, ahí tienes a tu hermana! –dijo sacándome de mis fantasías que apenas comenzaban a reproducirse en mi imaginación. Un vestido blanco y una iglesia eran los escenarios esta vez.

Recobre la cordura, volteé la cabeza y me quede observándolo. —¿Qué? –repetí para asegurar que no había escuchado mal, agité mi cabeza para despertar por completo.

En sus ojos había una perversa diversión. —¡Ahí está tu hermana! –coreó de nuevo, con total desenvoltura.

—¿Eh? ¿Dónde? –grite emocionada y estúpidamente viré a donde me apunto con la mirada-. ¡Oye! ¿De qué hablas? –dije rescatando la memoria-. ¡Yo no tengo hermanas!

Me sonrojé.

Elevo las comisuras de la boca riéndose con disimulo y acerco su cuerpo más para seguir murmurando discretamente. —¿Ves aquella mujer que está en la barra junto a ese hombre? Ella se parece mucho a ti –cuchicheo señalándome discretamente con la mirada a una joven mujer de cabello negro que reía y parloteaba con un muchacho apuesto.

Por más que lo intente no encontré ningún parecido entre ella y yo. Pero aunque no lo entendí, aun así, asentí con la cabeza para que él continuara hablando. —Es chillona y se ve que adora el drama. –completo y yo fruncí el ceño en desacuerdo.

—¡Hey! –objete pero el solo río sin turbarse por un segundo-. Ella habla emocionadamente sin reparar en que su compañero no solo no le está haciendo ningún caso, sino que además está buscando la excusa perfecta para salir huyendo de ahí. Él sólo puede pensar "Diablos en qué me metí, me he encontrado otra fanática del amor, debo salir huyendo ahora, cuál será la mejor salida"-dijo recreando el dialogo-. Fíjate nada más cómo él mira hacia todos los lados intentando buscar una salida. –me dijo muy cerca, y después se carcajeo discretamente. A él le encantaba burlarse de la gente.

Miré por supuesto a donde me dijo, pero regrese la mirada rápido hacia él, Yaten estaba cerca de mí, observe nuestras manos en la mitad de la mesa, a punto de rozar ¿Estaría bien acercar mi mano accidentalmente? Pase saliva al oler su delicioso aroma a hombre.

Comenzaba a perder el control.

Cerré los ojos e imagine en lo bello que sería saborear sus finos labios, y que Yaten me envolviera la cintura con sus manos grandes y fuertes. ¡Hay dios! Sentí la electricidad erizar los vellos de mis brazos… ¡Por favor Diosito que se me haga! ¡Por favor diosito! ¡Por favor!

—¿Por favor qué? –abrí los ojos encontrándome con un Yaten confundido.

—¡Por favor… tú qué sabes! –otra vez la risita nerviosa se presentó-. ¡Igual está buscando donde se encuentra el señor que vende rosas para comprarle una!

—¡Boba! -alzo la voz procurando ser cuidadoso -. Aquí están prohibidos los vendedores –explico antes de proseguir-. Evidentemente si te fijas bien, él está tratando de huir; desde hace 5 minutos él ha mirado su reloj más de 4 veces, eso dice que está desesperado por encontrar el momento oportuno de zafarse de esa loca.

La arrebatadora sonrisa reapareció.

—¿Siempre eres así de chismoso? –realmente aquello nunca planeé decirlo en voz alta. Pero al verlo observando durante esta cena por todos lados, era algo que estuvo en mi mente todo el tiempo.

—Intuitivo. –aclaró sin ofenderse, como si no fuera la primera vez que lo escuchara-. Ahora fíjate lo que hace sin que ella se dé cuenta, pon los ojos fijos en su mano izquierda.

Giré a ver la susodicha mano y observé como él hombre guapo procedía a deslizarla en el interior de uno de sus bolsos de los pantalones. No lograba comprender el punto.

—Sabes que no tengo idea de a qué te refieres. –admití sinvergüenza.

—Cierto – miró por encima de mi hombro y luego de forma inesperada, se rio.

—¿Qué?

—Sé paciente. –solicito ladeando la cabeza con una sonrisa terriblemente tentadora-. Ahora mira bien… su teléfono celular sonará oportunamente y él tendrá que salir corriendo a ver a su madre que se cayó en la ducha y ahora está en el hospital convaleciente. Ella se conmoverá y no pondrá peros y cuando intente pedirle el número de su teléfono para seguir en contacto, él le dirá que no hay tiempo que él destino se encargará de volverlos a unir si están destinados, así se irá y ella se quedará pensando que así es… por meses.

Tan pronto Yaten termino de decir eso, él teléfono del hombre de la camisa negra saco su celular de su pantalón, hablo por unos segundos, susurro algo que no logre entender y salió corriendo. La mujer y yo nos quedamos impresionadas, ella por la mentira que él le dijo y yo por él hombre que estaba frente a mi sorbiendo su copa con una media sonrisa jactanciosa.

—¡Espera un momento, tú no puedes saber lo que le dijo a ella! –siempre he dicho que este hombre tiene telepatía, pero en realidad no puede ser así ¿o sí?

¡Qué vergüenza! Si fuera así, él sabría lo mucho que lo había estado morboseado todo este tiempo, detrás de una patética mascara de total desinterés.

—¡Cachorro no puedes ser tan ingenua! Observa el rostro de la chica, está conmovida, no enojada, si él no le dijo que su madre está en el hospital, entonces quizás menciono a su hermanita con discapacidad o quizás a su amigo más querido que acaba de tener un accidente automovilístico.

—¡No te creo! -grite al recordar que alguna vez un ex amor me había mencionado a su hermanita con discapacidad durante una cita. Era como un deja vu.

—¿No me crees? –dijo recostándose hacia atrás al tiempo que estiraba sus manos-. Entonces por qué no vas y le preguntas por ti misma.

¡Un momento! Él debe estar bromeando ¿Verdad? —¿En serio quieres que yo vaya a preguntarle?

Él asintió divertido. —¡Bueno sólo así te darás cuenta de cómo en realidad son las cosas entre los hombres!

—¿Tú quieres que me pegue verdad? –arguye entrecerrando los ojos-. ¡No quiero ir! –chillé.

Dejé de chillar casi inmediato reparando en que debía parecer más adulta ante él. Lo miré pero él no parecía enojado.

—De acuerdo, yo te enseñaré. Esta será tu primera lección.

Se limpió la boca con la servilleta de tela con elegancia, y después se levantó caminando en frente de mi silla. Al levantar la cabeza, observe su blanca mano con reloj de marca, estirada perfectamente hacia mí.

—¡Vamos!

Me invito. Y yo lo seguí sin dubitar. ¡Dios mío! ¿Él no podría pedirme matrimonio tan pronto, o sí? Caminamos en línea recta, no fue hasta que nos detuvimos, cuando fui consciente de que ahora nos hallábamos frente a la mujer abandonada.

—¡Hola! –saludo con voz suave y demasiado tentadora, adrede o no-. Disculpa el atrevimiento, pero mi hermanita y yo no pudimos evitar ver que tu novio y tú discutían. ¿Te encuentras bien?

Naturalmente parecía tan sorprendida como yo. Ella parpadeo confundida por la pregunta que le había realizado Yaten. La entendía, resultaba difícil de concebir la existencia de alguien tan guapo.

Pestañeo dos veces más y se pasó el mechón de cabello color chocolate detrás de la oreja con coqueteo. Yaten le respondió con una centellante sonrisa, dejándola momentáneamente deslumbrada.

—¡Oh no! Ejem… -sacudió la cabeza, parpadeando de nuevo-, disculpe no discutíamos. Mi cit… digo mi amigo –repuso la muy mentirosa-, se tuvo que retirar pronto porque su hermano tuvo un accidente, por eso ahora…

Yaten sonrío a un lado triunfal. —Ok gracias. –simple, le cortó la inspiración y se giró arrastrándome junto a él de nuevo hasta nuestra mesa. Nos sentamos y como si lo anterior no hubiera pasado entonces él tomó la botella de champagne para servirse otra copa, contemple el hecho de que él ya estuviera ebrio.

Giré a en automático a ver a la chica, aún tenía los ojos pasmados y la boca a medio abrir. ¡Estaba atónita!

—¡Oye, eso fue grosero!

—¿Grosero? –pregunto como si aquello lo sorprendiera.

—En serio deberías dejar de hacerle eso a la gente. –lo critique.

—¿Qué cosa? ¿Preocuparme por la gente?

—Deslumbrarla así –aclare-, y después marcharte sin siquiera una explicación. Probablemente ahora este hiperventilando. –explique preocupada.

Reclino la cabeza con los ojos llenos de curiosidad por lo que le estaba diciendo.

—¿Deslumbrarla? Yo pensé que sólo le estaba realizando una simple pregunta. –comento con pretensiosa y molesta ingenuidad, ingenuidad que no le quedaba en absoluto, me sorprendió lo mucho que aquello me molesto.

—¡No te hagas el despistado! ¿Crees que todos reaccionan así con tanta facilidad?

Ignoró mis preguntas.

—¿Te deslumbro a ti?

—Con frecuencia. –admití sin querer, abriendo los ojos en el acto.

Sonrío, no supe interpretar su sonrisa. Pero después de que me di cuenta del error que cometí intente reparar el daño cuanto antes.

—¡Pero! –hable alto-. No significa que esté enamorada de ti o algo así, simplemente es una reacción natural cuando alguien te coqueta así descaradamente, y entonces a uno, pues no le queda de otra más que, ya sabes, somos humanos, tampoco soy de palo, lo que quiero decir es que…

—¡Ya no puedes remediarlo! –abrí los ojos cuando lo vi sonreír ampliamente del placer que le provocaba verme en aprietos.

Suspiré dándome por vencida, llegando a casa Lita tendría una solución.

—Verás cachorro, te explicaré… -dijo cruzándose de brazos-, si nos hubiésemos quedado más tiempo, entonces ella se hubiera olvidado de su príncipe azul y hubiera comenzado a reemplazarlo en su mente por el hombre atractivo que trajo a cenar a su hermanita y que preocupadamente se acercó a preguntar si se encontraba bien. Además se lamio 3 veces los labios y en ninguna ocasión te volteo a ver. ¿Sabes lo que eso significa?

—¿Qué tenía sed? –conteste impedida a decir de nuevo la verdad.

—Sig-ni-fi-ca que yo le guste, y habiendo perdido ya una oportunidad de ligar, esta vez se cercioraría de conseguir al menos mi número falso. –su voz sonó amarga al pensar en la posibilidad de que aquello hubiera ocurrido-. Cuando una persona del sexo opuesto se lame los labios viéndote a los ojos mientras tú estás hablando, eso significa que se siente atraída sexualmente hacia ti, y está pensando en besarte.

—También puede ser que tenía los labios resecos. –me aferre con fuerza a mi teoría. Cada vez más sin darme cuenta, me daba permiso de no reprimirme absolutamente nada.

—Ella no estaba comiendo –apunto-, y además bebía un san francisco, que es una bebida refrescante por la mezcla cítrica de jugo de limón y naranja. El lenguaje corporal lo es todo, además, ya no tenía labial en su boca, por lo que instintivamente mojo sus labios para hacerlos parecer apetecibles frente a mí.

Me mantuvo la vista y cruzó las largas manos sobre la mesa muy despacio para luego mirarme a través de sus largas pestañas mientras aparecía en su rostro en indicio de una sonrisa invicta.

Por supuesto, me convenció más por la sonrisa que por la explicación. —¿Cómo puedes fijarte en tantas cosas al mismo tiempo? Yo apenas logre darme cuenta de tus intenciones al arrastrarme hasta ahí.

—Tengo un don.

No le rebatí, después de todo aparte de ser el amor de mi vida, él sería mi mentor. —Definitivamente tienes un don… -estuve de acuerdo.

—Entonces ¿Confiarás en mí? –se cruzó de piernas de forma elegante.

—Lo haré… -conteste mientras observaba como la chica seguía con los ojos posados en Yaten.

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Yaten Kou.

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—Pero antes que nada, debo saber algo…

—¿Hay condiciones? –pregunto ella, mientras sorbía de su refresco que parecía no terminarse nunca.

Yo, enarque una ceja en respuesta.

—Tengo unas cuantas preguntas, por supuesto. –musite de forma elocuente-. Pero esta noche solo te haré una sola.

—Mmm… sé amable. –suplico con algo de temor.

Una vez que ella accedió, negué con la cabeza dejándole claro que no lo haría, de todas formas ella ya había aceptado contestar, por lo que no tenía caso negociar.

Así procedí sin contemplarlo. —¿La razón por la que estás haciendo todo esto, se debe al chico de hace momento? -su rostro se crispó ante mi requisa, pero se las arregló para mantener la sonrisa, no sin cierto esfuerzo.

Su sonrisa aunque torcida me confirmo que todo se debía a un hombre, a ese payaso de Andrew específicamente. Aquello me enfado. ¿Ella podía ser realmente idiota?

—¡No lo entiendo! –admití enojado-. Digo, sabes que es un mujeriego y además ya fuiste rechazada por él sospecho que más de una vez. No tendrás la estúpida idea de querer cambiarlo, ¿O sí? –inquirí con desdén.

Intente mantener la expresión calma, pero algo que no podía pasar de alto, era que la gente fuera además de estúpida, masoquista.

—No se trata de eso. –comenzó a explicar-. El amor nos impulsa a querer ser una mejor persona para esa otra persona especial, tú lo dijiste hace rato, no se trata de cambiar, "Se trata de desechar lo que evidentemente no está funcionando" ¿No es así?

¡Touché!

Aquello me regreso el buen humor. Ella tenía un punto, mi punto, así de fácil y sencillo me fue fácil responder.

—¡Vaya realmente te aprendiste eso de memoria! ¡Eh! ¡Ok, te ayudaré!

Parafrasearme de manera tan correcta tiene mérito.

—¿Sabes cachorro? ¡Admiro tu perseverancia! Y si estás tan decidida entonces te ayudaré, no será una misión fácil te lo aseguro –tampoco haré falsas promesas-, pero lo hare por 3 cosas. 1. Porque te lo prometí, y siempre cumplo mis promesas. 2. Porque parece entretenido.

—¿Y tres?

—En cuanto a la tercera razón… bueno, estate atenta en las próximas veces para conocer la respuesta.

Ella curvo una de las comisuras de la boca al esbozar una genuina sonrisa de excitación.

—Entonces ¿tenemos un trato? –estaba casi seguro de que ella sacaría de su pequeño bolso un contrato para que lo firmara, pero no sucedió.

—¡Puedes llamarlo así! –ella intento no liberar un grito emocionado mordiéndose el puño de la mano con fracasado disimulo.

¡Daba igual! Ella era mala mentirosa, pero había llegado a la conclusión de que darle por su lado era más divertido que desenmascararla. Me pregunto ¿Hasta dónde era ella capaz de llegar con tal de defender su honor?

—Entonces creo que va siendo hora de irnos. –miré mi reloj para dejarle claro que habíamos tomado tiempo de más-. Pero antes ¿Qué aprendimos hoy?

El cachorro puso los ojos más ingenuos y desorientados que le había visto. Pero pareció hallar una respuesta con agilidad.

—Que si un hombre no me llama después de salir con él es porque no le intereso y no debo esperarlo. –para mi asombro, ella respondió cabalmente, aun cuando pensé saldría con una gansada como era su costumbre.

Pero antes… las cartas sobre la mesa.

—Bueno… obviamente yo salí contigo hoy y te llamaré mañana por trabajo así que hazme un favor y no comiences a escribir mi nombre en tu libreta.

—¡No lo haré!

¡Rayos! porqué tiene que responder tan rápido cuando siempre tarda una eternidad para hacerlo.

—¿Estás segura? –inquirí acercando mi cuerpo hacia ella.

Paso saliva y se encogió de hombros. —Si… –afirmo, más su voz se quebró de forma ridícula.

Desistí de todo intento de probarle lo contrario, al menos por esta noche…

Era la cosa más extraña. Ella vestida uhmm… decentemente, yo arreglado para conquistar. Ella y yo en la misma mesa, charlando de temas románticos sin una pizca de intenciones románticas entre nosotros y sin ver a nadie más. Ambos teníamos claro que no era una cita, yo no la iría a dejar a su casa ni me despediría de ella con uno de mis mejores besos, habíamos llegado separados y nos iríamos así.

Había llegado a la conclusión de que ella no era incomoda, era fácil hablar con ella, jamás había estado sentado con una mujer por más de 2 horas sin insinuarle o que ella me insinuara llevarla la cama. Así que esto era lo más parecido a una relación de negocios entre un hombre y una mujer, se sentía bien… Al final la idea de adoptarla cruzo nuevamente por mi mente.

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¡Feliz aniversario de no actualizar!

*música folklórica de celebración*

¿Es curioso como siempre prometo actualizar rápido y nunca lo cumplo? ¿A que tengo el record no? Así que esta vez no lo haré… *Y así es como se hace el cinismo XD* ¡Pero vamos! Al menos lo sigo intentando. Y es que a lo largo de este año cortísimo han pasado muchas cosas que me lo han impedido. 1. Falta de inspiración. 2. Aburrimiento. 3. Falta de inspiración. 4. Demasiados doramas que ver. 5. Falta de inspiración. 6. Problemas ajenos que me absorben. 7. dotación de crisis existenciales anuales. 8. Ya mencione ¿Falta de inspiración?

¡Pero aquí sigo, y lanzando señales de humo desde mi isla desierta! Les hice un capi larguísimo, espero que hayan tomado mi consejo de leerlo en varios días o que de plano hayan decidido no perder su tiempo con esto, lo más cercano a un pobre intento de sacar actualización.

Y bueno en sí el capitulo por si mismo como bien dice el titulo fue un capi confuso, porque ambos protas experimentan algo que les es extraño y ajeno a lo que estan acostumbrados; por un lado Mina signifca para Yaten salirse de su acostumbrado autocontrol y un esfuerzo sobrehumano por adquirir aquello que pierde cuando esta con ella. En cambio Yaten para Mina representa un esfuerzo extraordinario de adquirir autocontrol, una tarea realmente dificil para nuestra rubia revoltosa. Confuso ¿No? Pero ya veremos a donde lleva todo esto, ahora que Andrew representa para él un rival para su amado ego.

Y ojo…. ¿Realmente Yaten ya se enamoró de ella? No porque Mina sea extraña a todo lo que él conoce, significa que él ya cayó eh… El amor es mucho más que eso.

Y finalmente, *ya estoy con un ojo cerrado, y el otro comienza a ver borroso*.

¡Gracias por ser fieles, sobre todo cuando esto no ha salido del todo bien! Pero es que no les miento en estos últimos meses he sentido la responsabilidad de actualizar, pero cuando no hay inspiración o demasiadas cosas absorbentes por otros lados, nomás no se puede hacer magia chicas.

En fin, esto salió, quizás se decepcionen un poco quizás no tanto, tuve que releerme el fic y ver qué hacer, porque realmente para ser sincera, me he perdido en mis historias y me está costando demasiado sacarlas adelante. Bueno creo que eso es más que obvio ja ja.

Gracias miles y totales a las personas que han estado pendientes de este fic. ¡Niñas las adoro! De verdad que me gustaría consentirlas tanto y actualizar cada semana, pero para ser sincera escribir me cuesta mucho a mí, no es una habilidad innata ni algo con lo que despierte y ya. Me lleva más tiempo colocar mis ideas en letras y descripciones. Así que créanme que valoro demasiado cada review que dejan.

Mil gracias a: Ashamed Kawaii (siempre presente amiga eh), Tsukinodiamante, Diiva, Katabrecteri, amafle, strawberygirls, usagi13chiba, Sol Bronte, srita. Rossy Kou, Tachikawa de ishida, TOMOYOSEI, mitsuko2000, Violetita, chibiusa2009, Akane moon stars (mi querida Naty hermosa), Shiru Chiba, sakurita16, natsch, elita trish, So bunny, diKOU, mayilu, Ms Kou, Noelli, lolita18, nuevamente Juli (lectora que me molesta x face), Kaleigh More, nessie Black10.

Y bien ¿Cuál es su impresión final de este bodrio? ¡Comenten, critiquen! ¡Me interesa leerlas igual!

Besotes, y hasta la próxima señal de humo que esperemos no sea tan larga.