"Luna Azul"

La melodía de mi corazón

Mimi se sentía en las nubes, miraba el hermoso cielo azul que era adornado con perfectas aves y nubes esponjosas. Todo en este mundo era hermoso, miro hacia el frente y pudo notar personas vestir de colores tan diversos y diferentes. Todo en este mundo era colorido. Aun si no sabía dónde era, ella sentía este mundo parte de ella y que algo en ella le gritaba con ahínco que también debía protegerlo.

Desde que tuvo su primer enfrentamiento contra aquellas criaturas que Yamato luego le explico que se llamaban Sirenas, empezó a leer más y más sobre todo lo que había en el mundo. Algo que le sorprendió fue su habilidad para leer otros idiomas, como el alemán, el italiano, el inglés, en fin muchos idiomas que ni sus amigos podían entender con claridad. Era como algo nato en ella, algo que estaba ya implementado en su sistema y por ende todo aquello que también leía quedaba grabado en su memoria. Todas las historias parecían cuentos de fábula, desde las guerras hasta la conquista parecían increíbles. Aun cuando las guerras mostraban un aspecto aterrador; lo impresionante de todo era ver como estos mismos humanos se levantaban y ascendían más alto de lo que habían caído. Miro a su lado y observo un gran árbol erguirse sobre ella y darle la sombra necesaria. Todo en este mundo era cálido y recibidor.

Pero así también como había leído sobre cuentos que eran reales, había leído sobre leyendas y mitos, aunque para ella ya no eran mentiras como muchas personas suelen decir al leerlas. Había leído de las Sirenas y su poder, aun cuando su historia no estaba completa entendía todo lo que había leído como si estuviera escrita en su piel. Pero, había algo en todas esas lecturas que le tenía un gran y amargo sabor en su boca.

Los Vanires y Aesires.

Desde su gran batalla, hasta como fueron desterrados había algo que no lograba poner el dedo sobre ese sitio pero, lo que si era claro que entre más leía mas atraída se sentía a saber más. Suspiro suavemente, y coloco las palmas de sus manos sobre sus rodillas mientras volvía a mirar al frente. Hoy, esperaba a uno de las personas que le ayudaría al siguiente paso para su búsqueda. Ella no sabía muy bien manejar computadoras pero ese chico solo por saber más de ella, le ayudaría. Miro a su izquierda y observo a un pelirrojo acercarse, enseguida supo que se trataba de él.

-Buenas tardes, Koushiro…-

-Hola Mimi, lamento la demora, el metro se retrasó un poco-

-No hay problema- le indico para que se sentara a su lado y este quitándose su bolso lo hizo.

-Todavía me sorprende que quieras leer más- abrió su bolso sin quitar la mirada de la chica.

-Sé que es muy repentino Koushiro, pero algo me dice que debo saber más… Todo lo que leo en mis sueños suelo verlo hecho realidad y tangible pero, esa historia no logro soñar nada con ello. Cuando intento soñarle, no logro conciliar el sueño y algo aquí duele…- dijo posando su mano sobre su pecho con suavidad. Vio como el chico de ojos oscuros puso la laptop en sus piernas y la prendió.

-Entiendo Mimi, mira yo me tome la libertad de hacerte una búsqueda detallada sobre lo que quieres leer, de esta manera no tendrás que leer disparates o historias inventadas, inclusive no sabía que creaban historias de la mitología usando personajes del mundo de la ficción como anime o manga-

-¿Manga?-

-¿Eh? Si, bueno es un libro que relata una historia. Pero tiene imágenes, en fin… usar la computadora es sencillo, para poder acceder a todo debes usar este cuadrado que está debajo de las teclas, al posar tu dedo ahí y arrastrarlo puedes fácilmente ver como la flecha en la pantalla se mueve- hizo lo explicado y la chica abrió los ojos con emoción-

-Parece magia-

-Sí, se llama tecnología… hehehe… y bueno luego cuando decidas a dónde quieres ir solo debes dar presión a ese botón a la izquierda y luego accedes a la base de datos donde están todos los títulos que he puesto para ti en lectura. Inclusive videos para tu deleite- le otorga la laptop y cuidadosamente la chica la posiciona sobre sus piernas temiendo que se rompa.

-¿Uno puede buscar lo que quiera? ¿Eh?-

-Así es, te puedes meter aquí en este servidor y escribir tu palabra acá arriba- decía mientras le indicaba con el dedo que hacer- cualquier cosa que tu mente piense te mostrara todo, hasta imágenes y videos si así lo deseas-

-Que increíble, este mundo no deja de sorprenderme- se gira a mirar a Koushiro y le sonríe en agradecimiento el chico solo se apena- Muchas gracias Koushiro, personas como tu hacen que todo parezca más sencillo-

-Bueno, no te creas la tecnología en las computadoras es compleja pero, te explique lo básico para que puedas guiarte y por favor… Llámame Izzy-

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Esa misma tarde, se había instalado en la casa de los Yagami a leer, Kari le había prestado unos audífonos dijo que con ello podrías escuchar todo lo que deseara y no molestaría a nadie y nadie le molestaría. Al principio le pareció algo incómodo, y luego se asustó cuando presiono PLAY a la primera cosa que se topó, soltando los audífonos con gran susto, tardo un poco en volver a tomarlos pensando que eso parecía algo más allá de su realidad pero nuevamente recordó las palabras amables de Izzy: Se llama Tecnología. Así que con timidez fue ajustando cómodamente tanto el volumen como los mismos en sus oídos y ahora disfrutaba de las diferentes melodías que el mundo le cantaba en sus oídos.

Paso todo la tarde leyendo y oyendo música pero, su mente ahora se encontraba entre la imagen de Yamato y algo más.

Subió su mirada a la ventana donde observaba que el atardecer ya se había postrado sobre ella pero, algo en ella había cambiado de lo que había sido esta mañana a ahorita. Había leído toda la información que Izzy le había colocado y su mente se sentía revuelta y nuevamente su corazón dolía.

¿Por qué?

Era lo único que podía cuestionarse. La historia de las Vanires era triste, así por igual el destino de los Aesires, solo peleaban por su supervivencia ¿Por qué no podían vivir en un mismo mundo? Todo era confuso pero, lo que realmente tenía su mente confusa era los gobernantes que ayudaron a que los Aesires ganaran. La forma en la que describía un gran poder era el que protegía a los Aesires, la relación que tenía la esposa del gobernante, ella era el soporte y apoyo de su esposo, y eso era algo asombroso. Era increíble, que ella fuera la fuerza de él y él era fuerte gracias a ella. Pero, aun así eso parecía indiferente ante el poder del odio. Pero, esa historia termino triste. Hubo muchas perdida, y la más grande fue en brazos de ese gobernante: su esposa.

-Quizás algo ocurrió como para que ella tuviera que dar su vida - se apoyó en el respaldar de su asiento y miro al techo, instantáneamente su mente vino la imagen de Yamato sonriéndole solo como él lo hacía con ella- Yamato siempre ha dado todo por mi… ¿Yo sería capaz de hacer lo mismo por él?- ella estaba clara que no era de este mundo, y bien lo más cercano a ella era, era un Dios. Dicho por sus propios amigos. Ella sabía que al principio ellos no estaban muy adaptados a la situación y que era claro que ese peligro no iba para ellos directamente y que quizás ella podía protegerlos en dado caso que algo ocurriera pero, no sabía que tan extenso era su poder y realmente no era Yamato ni los demás los que corrían peligro, sino era ella ¿Qué clase de poder tenía? Que tan desesperados estaban por encontrarla. La primera vez había sido una casualidad pero, ya la segunda era para preocuparse. Aunque su real preocupación era un pequeño gusanito que se había colado en ella. Al leer esa historia estuvo claro para ella la gran devoción que tenía la esposa hacia su marido y era tal la cantidad de amor que fue capaz de dar su vida para proteger a la de él pero, su realidad era muy diferente. Ella no sabía que tan grande era su afecto por él o como demostrarlo. Yamato siempre era quien lo hacía, desde obsequiarle cosas como llevarla a cenar e inclusive dedicarle melodías con su guitarra. Y ella ¿Qué había hecho por él? Tan solo era una carga momentánea hasta que ella misma supiera de que era capaz- Si el momento llegase ¿Sería capaz de protegerlo? ¿Cómo puedo demostrarle que lo amo?- abrió los ojos un momento ante su última palabra y sintió algo brincar en su corazón- ¿Lo amo? Yo… No sé qué es amar, nunca ¿Cómo saber si lo amo? ¿Cómo saber que es amor?- Su respiración se entrecortaba. Cerró los ojos y por un momento pudo escuchar un grito en su mente, su mente. Su cuerpo se tensó, y ya no era una sola voz sino varias las que aclamaban en su cerebro, algo en su mente intentaba recrear lo que había ocurrido en aquella fatídica batalla y aunque tuvo una victoria, la perdida fue más grande para un hombre pues este mas nunca se repondría de la perdida de que tu enemigo te quite a tu ser amado.

-¡NO! No te dejare ir a luchar solo, es nuestra batalla y la terminaremos juntos- una mujer sin rostro luchaba por retener a quien enviaba esas palabras.

-Mi vida…-

-Nuestros dioses nos unieron por una razón, por una razón yo estoy a tu lado y es para luchar contra todo esto-

-No me permitiría perderte-

-Y no lo harás- tomo el rostro del hombre entre sus manos y se inclinó ante un beso, ellos sabían de qué seria ese beso. Su último beso y su última muestra de amor. Se pusieron de pie y ella cerró los ojos por un momento, mientras el hombre se ponía en posición de lucha. Protegiendo la misma persona que tenía a sus espaldas tanto como a sí mismo.

Se empuñaba de frente y a los lados, en busca de mantener distancia de los centenares de hombres que buscaban hacerle daño tanto a él como a ella. Mientras que el cuerpo de su mujer se iluminaba con un ligero tono dorado, al mismo tiempo que habría la boca con suavidad y un suave aliento brotaba de ella. El gobernante Aesir se dio cuenta de lo que estaba planeando y sonrió, volviendo a empuñar su espada.

-Soldados ¡Prepárense!- gritando en su lengua Aesir se propuso a avisar a cada uno de sus soldados, mientras los Vanires seguían atacando sin constancia de lo que ocurría. La mujer extendió sus manos y el mismo aliento que brotaba de sus labios serpenteo alrededor del cuerpo de la misma, hasta que se detuvo y choco el suelo. Tan rápido como toco suelo una fuerte vibración sacudió los cimientos y este mismo aire se extendió por cada grieta y vano posible- ¡Aguanten!- volvió a gritar el hombre, mientras sintió como una espada se clavaba en su hombro derecho, soltó un grito reprimido y clavo la espada en el suelo por un momento hincándose al mismo tiempo. Mientras el hombre frente a él alzaba su espada y lo miraba con ojos de supremacía.

-¿Creías que una simple sacudida de tierra podría detener a un Vanir? ¡Nosotros que vivimos de la tierra!- el hombre sonrió y el Aesir que estaba en el suelo le devolvió la sonrisa. Antes de poder formular algo en su mente noto como la tierra se volvió a sacudir y miro a la mujer a escaza separación de ellos, y devolvió su mirada hacia el hombre frente a él. En un ataque de rabia masiva, intento bajar la espada pero, su pensamiento no fue llevado a acción- ¿Qué demonios?

-Sencillamente creíste que usaríamos un temblor para derrotarlos- tomo el hombro ensangrentado y lo cubrió mientras se ponía de pie- Tú y tus hombres cayeron justo en nuestra trampa- el hombre inmóvil no podía procesar lo que decía y giro sus ojos a los costados, observo como todos y cada uno de sus soldados estaba frenado en posiciones extrañas- Te he dicho que el poder de los Aesires es grande, Vanir… Y esta será la última vez que intentes desafiarnos… ¡Soldados, Ataquen!- y justo al momento de proceder las palabras, se escucharon gritos comenzando a avanzar y agrandarse en dolor. Los Vanires estaban siendo masacrados y él como gobernante Vanir estaba inmóvil viendo como el rostro del Aesir frente a él se iba recuperando, y como todo rastro de herida abierta iba siendo cerrada.

-¿Pero cómo…?- sintió como toda su fuerza se iba, y cayo de rodillas mirando a la nada mientras su espada caía a su lado pesadamente. Pudo sentir como la mujer a su lado se movía en dirección a ellos.

-¿Estas bien, mi amor?- sus palabras era suaves, y eso le molestaba. No iba a dejar que una guerra se perdiera tan fácil. Quizás ellos iban a ganar pero, no se llevarían toda la gloria. Sentía como su cuerpo aún seguía pesado pero suavemente observo la espada a su lado, sus dientes crujían con fervor.

-Si estoy bien, ya me estoy regenerando gracias a ti, amada- aun ante toda señal de guerra ante toda ética, dio la espalda a su enemigo para absorber a la mujer frente a él en un abrazo. Esta se dejó llevar y cerró los ojos por un momento. El Vanir sabía que ese era el momento, el momento para atacar, y así sea que lo decapiten en ese momento y le nieguen la entrada al paraíso no dejaría que los Aesires terminaran esta guerra de forma tan fácil. Tomo la espada con dificultad y se mordió la lengua para ver si de esa manera su cuerpo se despertaba, se iba poniendo suavemente de pie, al mismo tiempo que los suaves ojos de la mujer Aesir se posaban sobre él y lo miraban entre confusión y miedo. Ahí sabía que tenía que ser rápido. Ahí ella sabía que ella deberá ser más rápida.

Alzo la espada con pesar y rabia.

Ella tomo las ropas de su amado para tirar de él hacia un lado.

La espalda empezaba a bajar con ferocidad.

El cuerpo de su esposo caía a un lado, mientras ella solo cerró los ojos.

-…No- fue lo único que pudo susurrar el hombre en el suelo, al abrir sus ojos. Al ver como el cuerpo de la mujer que más ama, estaba siendo partido desde el hombro hasta una gran parte de su cuerpo y la espalda seguía enterrándose, más y más. Sentía su cuerpo pesado, sus puños recogieron tierra.

La mujer caía como peso muerto contra el suelo, mientras que varios hombres tomaban por los brazos al hombre que había lastimado a su esposa. El Aesir, se arrastró, manteniendo cierta distancia de ella, como si sus manos sucias y robustas fueran a hacer algo más de daño. Vio como la sangre ya no solo brotaba de la herida sino que avanzaba con rapidez tomando terreno. Se arrastró más cerca y entre un nudo en la garganta y lágrimas desbordando por sus mejillas y la tomo entre sus brazos. Retiro los cabellos que perturbaban su rostro y pudo notar una leve sonrisa en el rostro de la mujer, sus ojos se abrían con gran dificultad y lo miraban con un brillo más vacío que lleno.

-Mi a—mor…-

-No hables, yo… Yo te curare… Yo…- puso rápido una mano sobre la herida esperando que la misma fuerza que lo estaba regenerando a él surtiera efecto en ella pero, el sabía que no era posible. Su cuerpo se estaba poniendo más frio y más pálido- Ya casi, ya casi está curado- intentaba en desespero tapar la gran herida, ya no había sonidos a su alrededor, ni gritos, ni choques de espada ni nada, eran solo él y ella.

Se acercó y la rozo con suavidad en los labios.

-E-re-ss un… m-aaal… mentiro-soo… y…y-y pp-or eso… te… a-m…- y así como último aliento salió disparada la O, su cuerpo se volvió más pesado, más inerte, sin vida. El hombre ahora temblaba y todo lo que tenía en su mundo, se había ido. Todo lo que era su mundo, ya no estaba. Todo lo que amaba, se había ido.

Y por primera vez en esa batalle, soltó un grito fue más potente que los Vanires al momento de morir, porque algo en él se había muerto.

Abrió los ojos, y pudo sentir lagrimas recorrer su mejilla, así como el dolor en su pecho se volvía mas y más insoportable, tenía que verlo. Tenía que ver, si él estaba bien. Si Yamato estaba bien. Ella no quería perder a Yamato como él había perdido a su mujer, recordó el beso de Yamato, siempre eran tiernos y llenos de amor, él siempre la protegía y demostraba todo. Se puso de pie, y aun con mano en pecho se encamino a la puerta sin importar la oscuridad de la noche. Tenía que verlo, debía protegerlo a él también. Ella tenía su respuesta. Caminaba tambaleante pero iba ganando más fuerza en sus piernas para empezar a correr. Su mente había imaginado algo muy real ¿Era su miedo jugándole una broma? No parecía ser un juego, parecía un recuerdo. Algo muy doloroso brotando desde lo más profundo de su ser. Podía sentir su hombro arder pero, su corazón explotaba aún más. Su pecho dolía ¿Por qué dolía tanto? Mas lagrimas bajaron por su rostro. Se detuvo en seco cuando su mente volvió a preguntarse lo mismo- ¿Lo amo?- Miro al frente y sintió su corazón saltar, su respiración aún seguía descontrolada. Ella siempre deseaba verlo sonreír, deseaba abrazarlo, tener más besos como los que él sabía dar, sonrió aun con todo el dolor de su cuerpo. Siempre quería saber cómo estuvo su día, y aun cuando antes nunca había prestado atención a eso, le gustaba que le dijera lo linda que estaba y sobre todo saber que ella era linda para él. Dio otro paso hacia adelante. Seco sus lágrimas y seguía sonriendo. Sora le había dicho una vez que esas cosas y muchas más que Tai le solía decir la hacían feliz y que la felicidad era sinónimo de amor. Tai le había dicho que cuando su corazón saltaba era siempre porque Sora estaba cerca. –Entonces si es amor- Ella sentía todo esto, y le partía el corazón pensar lo contrario, le partía el corazón que él la mirara diferente, que no le dijera esas cosas lindas y su mente y alma dolían de solo pensar que ella dejara de sentirse así.

La cosa es ¿Cómo demostrar algo, que nunca antes habías sentido?

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Tocaba las cuerdas de su guitarra con calma, intentando anotar cada nuevo sonido que producía sobre una libreta. Él sabía lo que estaba pasando, Mimi se había vuelto su musa y deseaba escribirle así sea una canción para ella para demostrarle lo mucho que la quería y quizás podría decir lo mucho que la amaba. Su añoranza de querer demostrárselo no iba nada más a querer de que el sentimiento fuera reciproco sino que ella no se sintiera sola en este mundo, porque el sabía lo que era estar solo en un mundo y pensar que no pertenecías a ningún sitio.

Bajo la mano y anoto unas cuantas notas, mientras murmuraba al mismo ritmo de un tempo mentalizado la tonada que se estaba formando frente a él. Podría decir que era dulce igual que ella, sentimental igual que ella, llena de calma igual que ella, no era una melodía triste pero tampoco una melodía alegre. Puesto su visita englobaba más misterio y miedos que alegrías y memoria, y sabía que esa melodía no podía ser triste para no ponerla mal a ella pero no podía ser alegre porque para él sería una mentira. Era algo redundante pero, es que sencillamente la sensación de que ella se pueda ir le volvía loco desde la base de su cerebelo hasta la planta del pie y eso era lo que le entristecía hasta el punto en donde todo se tornaba más confuso. Aun recordaba las palabras de Tai en el que su conversación se tornó de ¿Cómo sería el futuro de Mimi con él? Hasta el punto de ¿En serio la amas? Pues sí, se había expresado de manera espontánea que la amaba y su amigo parecía sorprendido y regocijado al mismo tiempo. Más no se lo había dicho a ella desde que descubrió ese sentimiento por miedo a que ella se alejara.

-Ya habrá tiempo-

Se volvió a recordar, miro el techo por un momento y sintió el timbre sonar. Lo ignoro por el hecho de estar tocando en su guitarra y no deseaba que la inspiración se fuera pero, el sonido del timbre volvía a interrumpirlo. Dejo la guitarra de mala gana a un lado y se arregló para ponerse de pie y caminar hasta la entrada. El timbre volvió a sonar- ¡Ya voy!- llego hasta la puerta y con una cara de pocos amigos abrió la misma pero, obviamente su rostro cambio al ver frente a él una figura delgada con ojos brillosos.

-Mimi- La chica se lanzó a sus brazos sin responderle, le rodeo rapidamente, así como él en la sorpresa iba haciéndolo con suavidad -¿Estas bien?- la chica lo miro rapidamente y asintió, para volver a esconderse entre los brazos del chico, este trago saliva y soltó un suave suspiro- Vamos pasa, ya es algo tarde- esta solo soltó su abrazo y paso por un lado pero, sin abandonar su lado. El rubio por su lado solo pensaba en el repentino encuentro con la chica, y apenas cerró la puerta y se dio la vuelta noto que la tenia de frente, muy cerca. Sintió su corazón dar un brinco, y empezaba a latir con rapidez. La cercanía era algo que el siempre intentaba evitar para no hacerla sentir incomoda pero, era ella la que estaba tomando la iniciativa, sintió sus mejillas arder no nada más por el hecho de la cercanía sino porque ambas manos de la misma chica se posaban en cada lado respectivo de las mismas y lo acercaba con suavidad ¿Ella lo iba a besar? Siempre era él quien tomaba iniciativa porque la chica era demasiado tímida ¿Qué estaba pasando? Tenía muchas preguntas en su mente pero no pudo distraer más su mente al sentir a la misma chica frente a ella, besarlo.

La rodeo con suavidad por la cintura y la atrajo hacia él, no es que le molestaba que le tomara por sorpresa más bien creo que sus reflejos estaba reaccionando acorde pero le extrañaba el instinto casi nato en ella de besarlo. La sintió separarse y abrió los ojos con suavidad hasta enfocar su vista para dedicarle una sonrisa, sus ojos estaban más brillosos que nunca.

-Hola- susurro suavemente él, ella sonrío.

-Hola-

-¿Estas bien, Mimi?-

-Sí, es solo… Que hoy me di cuenta de algo-

-¿Tiene que ver con este beso?- noto como las mejillas de la chica se tornaban rosa, y desvió la mirada hasta el pecho del chico de ojos azules, al mismo tiempo que bajaba las manos a la altura de su corazón.

-Cuando me besas… ¿Tu corazón salta?- dijo así sin más, aun observando el pecho. El rubio intento mirar su expresión al decir esas cosas. Y afirmo, no solamente para complacerla sino porque era la verdad.

-Cuando me ves… ¿Tu corazón salta?- nuevamente su respuesta fue una afirmación.

-¿Siempre piensas en mí?- dudo en responder esa pregunta no por el hecho de que no pensara siempre en ella, más bien todas las horas despierto estaban destinados a ella pero no quería sonar como un psicópata obsesivo pero nuevamente, se trataba de Mimi, ella no pensaría mal de ti, no estaba en su naturaleza, desvió un poco la mirada y respondió un Sí.

-¿Siempre me protegerás?- su ceño se frunció ante la pregunta, y giro a mirarla ¿Qué quería decir con esa pregunta? Intento hacer que le mirara pero solo logro una fracción de segundo que eso ocurriera.

-¿Por qué haces este tipo de preguntas?-

-Tan solo… Deseo saber- intento ocultar más su rostro de la mirada de él, y él solo apoyo su frente contra la de ella y soltó un leve suspiro.

-Siempre te protegeré Mimi, tú… eres alguien muy importante para mí- el corazón de ella fue ahora el que salto y él, creyó que se quedaría sin aire ante la clase de temas que estaban hablando, nunca había sido muy bien expresivo y eso era irónico al ver el tipo de música y las letras tan profundas que salían de él.

-Tu… También eres alguien muy importante para mí Yama y yo por ti, sería capaz de cualquier cosa ¿Lo sabes, no?- podía sentir el aliento del chico chocar contra ella, y podía sentir como su corazón estaba igual de agitado que el de ella, casi se podía decir que latían al mismo tiempo. El chico mojo sus labios.

-Claro que lo sé Mimi, eres una de las personas con la mayor bondad que pueda existir y estoy seguro que darías tu vida para proteger a cualquier ser del mundo…-

-Pero… No me refiero a otras personas, me refiero a ti Yama… Es a ti a quien quiero proteger- Algo en su mente decía que Algo no iba bien pero, su mente deshecho esa información rapidamente al escuchar desde el ángulo sentimental la oración completa- Yama… ¿Tu… Tu sabes que es amar?- su corazón se frenó, lo podía sentir ¿Qué hacía? Trago saliva y cerró los ojos. Su mente ya sabía que tenía que hacer pero el miedo siempre lo frenaba, sonrió ante la ironía de que hace un momento estaba pensando en cual sería el momento perfecto para decirle ese sentimiento y como, para que nuevamente esta chica frente a él le volvió a sorprender. Subió las manos hasta su rostro, acariciando sus mejillas con los pulgares al mismo tiempo que sus dedos se entrelazaban con su cabello y sonrió.

Pero esta sonrisa, era diferente.

-Sí, sé que es amar Mimi… y es porque lo he encontrado contigo… -la chica lo miro rapidamente como en sorpresa y confusión- Y con esto, quiero decir que… Bueno, yo… Te amo, Mimi- sus pupilas se dilataban y su respiración se cortaba, su corazón quería salir por su boca. Esto era nuevo, era como si ya antes lo hubiera sentido pero es completamente nuevo. Sintió como sus ojos se humedecían, y lágrimas bajaban rapidamente por la vereda de sus mejillas.

La alarma de alerta se activó en la mente de Yamato, pero luego vio una sonrisa plasmada en su rostro. Y cerró sus ojos por lo nublado de su mirada para luego hablar.

-Sabes… Que yo, cuando te beso… Mi corazón salta, cuando yo te veo; nuevamente salta… Cuando me tocas, se vuelve loco y cuando te pienso, pareciera que desea salirse de mí para ir hacia ti… Y con esto, he descubierto que, realmente contigo… He encontrado que es amar, y… - sintió un nudo en su garganta, eran lágrimas de felicidad y su garganta no podía contener tanta emoción- y Tenía miedo de que fuera algo que solo yo hubiera encontrado, porque… Es un sentimiento increíble, creo… Y es lo más increíble que este planeta ha podido mostrarme y sobre todo tú… Yo… Te amo, Yama…- volvió a respirar y abrió los ojos para mirarlo y darle la mejor sonrisa que se pueda haber- Te amo, te amo… Se siente tan bien decirlo- rio un momento, mientras que Yamato solo se veía sorprendido, feliz, con encuentros emocionales completamente nuevos. Ni con Sora había sentido algo por igual y al diablo que comparar con Sora no llegaba ni a los talones. Rio con ella y acerco su rostro hasta él y la volvió a besar, podía sentir lo dulce y salado en ese beso y si así era el amor, su nueva adicción será ese tipo de dulces cuando pudiera besarla.

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-Mimi…- un hombre abrió los ojos al sentir ese susurro chocar contra su oído, y se repuso en su asiento mientras volvía su mirada a la dueña de ese susurro: Freya. Había llamado a Mimi, y la sentía moverse.

-Freya… - se puso de pie, hasta el borde de la cama y se quedó mirándola, se inclinó rapidamente al ver como sus ojos intentaban luchar por querer abrirse- ¡Freya!- volvió a gritarle buscando que eso la trajera de vuelta a este mundo, se estaba volviendo loco. Freyr no aparecía aun para dar noticias y eso en parte le parecía un siglo eterno pero en parte agradecía por miedo a que un espía estuviera entre ellos. Ya había llegado a sus oídos que Lady Mireiami se había enfrentado contra criaturas míticas, y agradecía que ella hubiera salido con bien e ilesa pero solo sabía que era cuestión de tiempo antes que algo más poderoso que ella la tocara.

Detestaba la forma de dios y sus reglas de no poder llegar a ella con tanta facilidad ¡Por todos los dioses se trataba de la futura gobernante y la heredera del poder de los Aesires! Pero, todo eso a la hora de tomar acciones parecía poco, los actuales gobernantes tenían miedo de dejar los cielos para rescatar a Mireiami, se la pasaban más tiempo hablando del que hacer que tomar acciones y el único que había hecho un movimiento para buscarla había sido Freyr.

-Balder…- abrió los ojos fuera de su pensamiento al escuchar esa voz y bajo hasta de donde provenía la voz, Freya estaba despierta.

-Milady ¿Se encuentra bien?-

-¿Qué… Que fue lo que ocurrió?- miro hacia todos lados, aun podía sentir el cuerpo pesado, por tanto tiempo dormida, pero su mente trabajo más rápido y recordó de golpe- ¡Mimi! ¿Dónde está mi hija?- intento ponerse de pie pero un par de sabios brazos la detuvieron y la volvieron a hacer acostar. Se sentó al borde de la cama y suspiro.-

-Alguien ha oprimido su inmortalidad, Freya… Ahora se encuentra en el mundo de los mostrarles pero… Antes que digas algo, Freyr la está buscando, ninguno de nosotros puede bajar y lo sabes… Me molesta decirte esto, porque yo realmente deseo traer de vuelva a Mireiami sana y salva- miro al suelo y vio como la mujer lo miraba con preocupación- El único alivio que tengo es que al parecer sus poderes no están quebrantados y tiene algo de poder con ella… Freya ¿Tu viste quien hizo todo eso?- se giró para verla y ahí fue cuando la vio petrificada mirando a otro punto intentando nuevamente ponerse de pie o al menos sentarse y alejarse de aquel punto que ella observaba, intrigado y llevado por la curiosidad se giró y fue cuando observo a alguien que no esperaba pero al parecer su respuesta estaba clara.

-Loki…-

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-Debes ayudarla- se sentía pesado, miro a su alrededor y vio que el espacio era completamente negro trato de mirar a todo su alrededor y fue cuando su vista se topó en un chico de cabellos rubios con una mirada aguamarina, sus ropas eran extrañas parecían de una época diferente y portaba una armadura que iluminaba lo suficiente en brillo- Ella corre gran peligro, debes ayudarla-

-¿Quién? ¿Quién corre peligro?-

-Debes aprender a usarlo, yo ya no puedo pero tú acabas de tenerlo… Debes ayudarla, protégela por favor-

-¿A quién? ¿Proteger a quién?- intento acercarse pero algo le frenaba y fue cuando bajo su mirada y noto miles de manos tomar sus pies, al subir la mirada asustado el panorama ya no era negro, sino era lo que parecía una guerra, los trajes se parecían pero había detalles en ellos que diferían y eso era punto de comparación para notarlo como un enemigo. Se mataban entre sí. Todos luchaban.

-Hace muchos siglos, antes de que inclusive la tierra se formara se buscaba poder- se giró y observo al mismo rubio ahora hablarle a su lado, mirando con tristeza la batalla frente a él- Solo el más digno de todos podía portar ese poder y gobernar sobre todo el resto pero, eso no pareció detener al enemigo y aun así ataco-

-¿El enemigo?- giro su vista aun sin entender y observo nuevamente el campo de batalla, ahora que lo notaba, las personas que luchaban en él, no parecían de este mundo, cada uno no solo usaba un arma peculiar sino que la forma de pelear parecía de otro mundo.

-Esa vez, la batalla fue ganada pero, una perdida fue conllevada a que fuera una amarga victoria- antes de que pudiera preguntar algo, el panorama cambio y observo a una pareja en el suelo, el hombre parecía llorar y la mujer estaba ¿Sangrando? Sus ojos se agrandaron al notar la gran herida a un costado, cerca de su corazón- Los Aesires se volvieron los nuevos gobernantes sobre el cielo, Asgard, mientras que los Vanires fueron desterrados a ser simples criaturas en un planeta llamado Midgard, conocido como la tierra - esas palabra le sorprendió, y vio como la mirada del hombre a su lado se volvía más oscura- Cada tiempo, nuevos gobernantes son escogidos para gobernar y mantener la paz en Asgard y en todos los otros mundos pero, esa paz ha sido corrompida por una fuerza engañosa, una fuerza del mismo lado de los Aesires-

-¿Qué fuerza estás hablando?-

-Loki… El dios del engaño… Por eso debes prepararte Yamato Ishida, porque ahora que tienes el poder para hacerlo deberás luchar o podrás perderla para siempre- volvió su mirada a la pareja que estaba muy sumida en su mundo, ella estaba muriendo, ¿Qué poder? ¿Perder a quién? Eran unas de las cuantas preguntas que su mente atormentaba pero, escucho como susurro unas cuantas aquella mujer y antes que pudiera hacer algún movimiento, un grito desgarrador le hizo cerrar los ojos.

Los abrió y se sentó rapidamente en la cama, estaba sudando frio ¿Qué había sido eso? Parpadeo un par de veces e intento calmar su respiración, una extraña pesadilla, inhalo aire fuertemente y se dio un último chance para tranquilizarse, al abrir sus ojos bajo su mirada y vio su cuerpo.

Estaba desnudo ¿Qué había pasado?

Giro su vista y cabeza a un lado y observo otro cuerpo desnudo a su lado.

Un cuerpo femenino, de cabellos miel y fina tez pálida.

Ahora lo recordaba.

-… Mimi- se acomodó para mirarla mejor y sonrió para sí ¿Quién diría como la noche habría terminado? Lo que empezó como un simple encuentro emocional termino por pasar a algo más carnal y el sin poder detenerse y ella no queriendo que se detuviera, ambos demostraron esa misma noche cuanto se amaban; bajo una luna muy parecida a la que siempre era testigo de sus encuentros. Mimi era encantadora, inimaginable en todo aspecto, la unión y encuentro que tuvo con ella, fue en un aspecto tan ancestral, tan trascendental que no tenía punto de comparación. Se sintió con una fuerza renovadora, con un aire nuevo ¿Eso era lo que sentía hacer el amor con una diosa? O ¿Eso era lo que se sentía hacer el amor, con alguien que te ama con la misma magnitud? Sonrió nuevamente y se acostó atrayendo con un brazo a Mimi para tenerla en su regazo.

No lo sé.

Fue lo único que se aventuró a pensar y a veces eso estaba bien.

Porque ahora sabía que no solo amaba a esa mujer, sino que ella también le amaba y ese acto había sido muestra de lo que había sido sus palabras y las de ella, y ese acto no sería el único. Él no la dejaría ir, ahora más que nunca estaba seguro que no la dejaría ir. Miro a su repisa y vio el cuaderno, cerró los ojos y aspiro el dulce aroma que solo ella tenía.

Quizás ahora esa canción no sería triste, para ninguno de los dos. Quizás por primera vez, se atrevería a escribir una nueva melodía donde la felicidad fuera una muestra al mundo de lo que él estaba sintiendo con ella, de lo que ellos estaban sintiendo, y que esa canción solo marcara el inicio de la vida que deseaba que traspasara las barreras de la mortalidad y perdurara por todas las vidas que le toquen vivir.

Pero, claro, siempre con ella a su lado.

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Mucha pena, pena pena… Al fin pude actualizar.

No espere Lemon en esta historia porque realmente creo que con las demas tendremos bastante hahahah xD

En fin, espero hayan disfrutado este capitulo, esta algo corto pero tenia que especificar muchas cosas, como la emoción de Mimi y de darse cuenta de como pasar al siguiente nivel, porque estén pendientes mas adelante que eso será crucial para saber como funciona el poder de los Aesires.

Sin mas, feliz mes. Espero actualizar mas pronto (sorryyy si tarde)