Paseó por el edificio de juntas tranquilamente, aquella mañana había llegado inusualmente temprano y ni siquiera Alemania e Inglaterra estaban allí aun con lo que no tenia nada que hacer, pensó en ir a buscar al Americano pero prefirió no hacerlo, le desesperaba lo que le costaba levantarse por las mañanas y si conseguía despertarle lo mas seguro es que acabaran en la cama teniendo sexo hasta desfallecer y no irían a la reunión cosa que no podía permitirse, ya que había faltado a las tres ultimas reuniones por esa razón y no quería que su jefe le volviera a recordar que no era un adolescente como para hacer esas cosas.

Paró frente a una ventana y se asomó para ver si alguien llegaba, sonrió casi sinceramente al ver que era en ese lugar donde el americano se le había declarado. De aquello hacia ya bastante tiempo. En un principio había pensado que el otro se burlaba de él, pero, al ver la determinación en sus ojos supo que no había forma de que el otro le estuviera mintiendo o tomando el pelo.

Se sorprendió a si mismo aceptando y comprobando poco a poco que aquel cosquilleó y esa sensación extraña cuando estaba con el otro era amor. Tras algún tiempo el americano acabó revelándole que por su parte la guerra fría había sido tan solo para acaparar su atención y al contrario de lo esperado el rió, sin enfadarse como seria lógico pues, por aquello lo había perdido prácticamente todo.

Le había costado alianzas, tratados y alguna que otra batalla el poder estar con el otro ya que el resto de países no estaban muy convencidos de una relación entre esos dos y pensaban que el ruso finalmente había convencido al otro de que fuera uno con él y los siguientes eran ellos. Cosa que estaba muy equivocada ya que aun así cada uno mantenía sus ideas e independencia y EEUU seguía interponiéndose en los planes rusos.

Y él no podía sentirse mas feliz con la situación, hacia siglos que había dado por imposible el amar a alguien y hacerlo con tanta fuerza le hacia tener ganas de levantarse cada mañana.

Salió de sus pensamientos al escuchar ruidos que venían de una sala cercana, caminó hasta ella y al ver que la puerta estaba entre abierta se asomó con lentitud para ver lo que pasaba en su interior. Dos cuerpos entrelazándose, desnudos, fusionándose haciéndose uno, gimiendo, rozándose…

Se apartó cerrando de un portazo, sintiendo como algo dentro de él dolía. Dentro los dos hombres se sobre saltaron, el rubio salió del asiático disculpándose y tomando algo de ropa para cubrirse y salir en busca del otro, no lo había visto pero lo reconocía tan solo por el portazo.

-¡Ivan, espera!

El mencionado se volvió y miró al otro.

-No me lo digas, no es lo que parece.

-No –le miró sonriendo de medio lado- es justo lo que parece –ante eso el otro le miró con incredulidad- sabes que por la mañana me levanto con ganas

-¿Qué es para ti la fidelidad?

-¿Uh? –le miró sin entender a lo que se refería- ¿no me digas que estas celoso? Vamos Ivan –se acercó al otro tomándole de la mano y colocándola sobre su pecho- solo tu estas aquí, pero, también me gusta disfrutar con los otros países, soy muy joven aun para estar con uno solo.

Apartó al otro de el con brusquedad y se dio la vuelta sin escuchar ya las llamadas del otro. No se dio cuenta cuando salió del edificio tomando su coche en dirección al aeropuerto para regresar a su casa. De algún modo no se sorprendía ya que no le sorprendía que le pasara algo así, pero dolía, dolía mas de lo que le había dolido ver morir a la familia real, mas que todas las perdidas en el ejercito rojo… por que aun que se había hecho a la idea le dolía haber amado por primera vez a alguien para que resultara así. Pero al menos había aprendido la lección, no volvería a enamorarse, pero, como deseaba volver a su casa y ver que el general invierno les atacara más fuerte que en toda su historia por que así se sentía, congelado por dentro.