Grey sky eyes
Capítulo dos. Are you still mad?
Are you still mad I tried to mold you into
who I wanted you to be?
are you still mad I didn't trust your intentions?
of course you are
of course you are
Lily pasó dos largas e incómodas horas parada frente a la puerta y para cuando el timbre sonó, abrió y saltó sobre el joven que se encontraba parado.
-Sabía que vendrías. Lo vi…- Hice un gesto vago que Scorpius comprendió perfectamente y no le hizo ninguna pregunta mientras entraba en el pequeño y abarrotado departamento. Telas de todos colores colgaban de las paredes, de las puertas. Había un olor tan fuerte a incienso y té que el rubio tuve que evitar respirar por unos segundos. En el medio de lo que era el living-dormitorio-comedor una mesa de tres patas cubierta por un mantel de seda violeta y sobre él una bola de cristal.
Lily Luna Potter, era la menor de los Potter y si Scorpius tenía que elegir a alguien sobre todo el Universo a quien correr cuando la situación lo sobrepasaba, siempre era a la pequeña Lily.
- Deberías dejar de meterte a husmear en la vida de los demás, es poco educado. - La colorada sonrió restándole importancia y tiró las cosas que había sobre la cama, haciéndole lugar. - ¿Pensaste alguna vez en poner un poco de orden?
- Yo no te critico cómo llevas tus relaciones, deja de criticar mi departamento. - Con un rapido movimiento de varita los zapatos y el abrigo de Scorpius volaron hacia una esquina y una mano invisible lo empujó hasta dejarlo acostado. - ¿Te hago un té?
- No, gracias. Con este olor curas la adicción. - Apoyó la cabeza en la almohada mientras Lily acomodaba las cosas que había sacado de la cama.
- No lo va a soportar ¿sabes? Albus no pasa un día sin ti desde las últimas vacaciones de verano, cuando estaban en sexto. Lo conozco lo suficiente como para saber que va a venir arrastrándose de rodillas para que lo perdones.
- No me interesa. - Sus ojos grises demostraron un brillo especial, cómo si de un momento a otro pudiera ponerse a llorar, pero no lo hizo. Cerró los ojos y se tapó con una frazada con olor lavanda, cuando estaba ya medio dormido se preguntó si no era muy enfermo refugiarse con la hermana de su mejor amigo en una casa que olía a lavanda, incienso y te.
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Albus decidió no darle importancia, estaba seguro que Scorpius volvería, tarde o temprano. Tenía que volver.
Con un gesto de total resignación y enfado, cerró la habitación del rubio y se refugió en la suya. Se sacó, con más rapidez de lo usual, la ropa y se tiró en su cama. El dolor de cabeza había aumentado considerablemente y el silencio sólo parecía agravarlo.
- Scorpius idiota.- Hundió la cara en la almohada y bufó. Idiota por su inmensa sensibilidad, idiota por su maldito orgullo, idiota por coquetear con cualquiera menos con él durante las salidas. Simplemente idiota.
Pasaron minutos, quizás horas, Albus no sabría precisarlo, pero pensó que enloquecería. No estaba acostumbrado al silencio, no a aquel. No estaba acostumbrado a estar sin Scorpius, y maldita sea… lo necesitaba. Necesitaba escuchar su risa cuando llegaba a alguna parte graciosa de sus libros, necesitaba sentir sus pasos cuando recorría el living diciendo que si seguía sentado un segundo más iba a quedar sin piernas, necesitaba simplemente saber que estaba ahí.
Por eso, cuando ya rondaban las cuatro de la madrugada y el morocho no había podido pegar un ojo, decidió que era hora de desayunar, arreglarse e ir a hacerle una visita a quién pudiera ayudarlo en seiro.
- Albus Severus Potter, sé que papá y mamá no fueron muy estrictos contigo, pero aparecerte en medio de mi casa a estas horas no es exactamente apropiado.
- No me digas… ¿Desde cuándo eres apropiado, hermanito? ¿Es que acaso tener "estrechas" relaciones con los McMillan te ha hecho sentar cabeza?
James Sirius Potter tenía el pelo tan negro y desordenado como su pequeño hermano, la misma nariz recta y el mismo color dorado de piel, sin embargo lo supera por varios centímetros y mientras que Albus tiene grandes y miopes ojos verdes, James tiene los ojos chocolate de su madre.
- No exageres, sólo me acostumbré a tomar el té todos los días a las cinco y a vestir de etiqueta casi a diario. Ah… casi lo olvido, también aprendí que a Milena le gusta hacerlo en las cocinas.
Sonrisas idénticas.
- Nunca cambias…
- ¿Por qué lo haría? - Un suave rayo azul pegó contra la chimenea, encendiéndola. -¿Qué pasa, Albus?
La sonrisa jocosa se borró al instante de formular esa pregunta y delante de los ojos de Albus quedó simplemente James, el hermano mayor. - Scorpius se fue.
- Ya va a volver. -El menor sólo se encogió de hombros. Después de tantas horas comenzaba a dudarlo. -¿Por qué se fue?
- Hum… me emborraché y le dije que se vaya y, bueno me hizo caso. - Albus llevó la mano a su nuca, rascándose distraídamente.
- ¿Y… ya? ¿Ninguna confesión extraña? - Ambos entornaron los ojos.
- Nada como: Albus cásate conmigo, no puedo vivir sin tus ronquidos y mucho menos sin lo asquerosamente mojado que dejar el baño luego de una ducha. Ni hablar de cuando te duermes mientras te hablo…
- A veces, olvido porqué fuiste un Slytherin. Gracias por recordármelo. - Seguían en el hall de entrada y ya la situación comenzaba a rayar lo tétrico. - De cualquier forma, ¿podrías decirme por qué venir a mi casa a estas horas sólo porque tu novio se tomó vacaciones de ti?
- Porque eres el único que me puede ayudar a encontrarlo.
- ¿Qué me darías a cambio?
- Eso se llama soborno.
- Pensé que en lenguaje de ustedes las serpientes se llamaba incentivo.
Albus rodó los ojos y lo miró serio. - Por Merlín James, no juegues, esto es importante.
- Sígueme entonces, si eres tan valiente, pequeño Potter. - La casa de James, no podía ser considerable común, OH no. Era un laberinto. Con puertas que no daban a ningún lado, escaleras que acababan en el techo, tenía pisos inaccesibles y retratos que sólo lograban confundirte más. Construirla había conllevado años, frustraciones, y miles de libros estudiados.
James lo guió hacia una habitación común y corriente, lo cual llamó poderosamente la atención del menor. Habían dos sillones una mesa ratona y nada más.
- Tienes que pensar cómo un Malfoy, ahora dime Scorpius Malfoy ¿Si te pelearas con tu pareja asexuada Albus estupido Potter, a dónde irías?
Albus retorció las manos sobre su regazo, pero nada venía a su mente.- ¿Malfoy Manor?
- ERROR. - una fuerte voz salida de las paredes, el ex Slytherin podía jurarlo, le había contestado.
- Es una habitación sabia ¿Sabes qué, hermanito? Es tan sabia que sabe donde está tu príncipe.
- Deja de insinuar cosas entre él y yo, James. Me tienes harto y si tanto sabe dónde está, oblígala a que me diga.
- ¿Dónde estaría la diversión? - Una sonrisa perversa se dibujó en los sonrosados labios del mayor.
- Deberías haber ido a Slytherin.
- Me negué.
- Lo imaginé. - Albus estaba cansado, tanto que sentía los párpados pesados y la cabeza obnubilada. Cerró los ojos y haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dormirse, se concentró en los recuerdos que tenía de Scorpius.
¿Con quién hablaba además de con él?
Con nadie.
Imposible. Sacudió la cabeza y una sonrisa enigmática apareció frente a sus ojos.
- Eres insoportable, hermanito. - Había sido un susurro, pero la voz lo había hecho saltar del sillón.
- Mis hermanos son las personas más maleducadas del mundo. Voy a redactar un articulo y pedir que lo publiquen en El Profeta. EL título va a ser algo cómo: "El lado negro del niño que vivió: no supo criar correctamente a sus hijos." o "Conozcan a la peor calaña: los Potter." ¿Qué opinan?
Dos pares de cejas se levantaron en el mismo momento. Una colorada, la otra negra.
- No es gracioso.
- Lo es, hermanita. Los Slytherin arruinaros el nombre de la familia, díganme: tampoco se bañan, ¿cierto? Sólo cuando llueve.
- O cuando me caigo en un charco. - La voz risueña de Lily Potter fue como si alguien hubiera tirado de hilo de recuerdos olvidados.
Lily y Scorpius estudiando en la Biblioteca. Lily y Scorpius hablando antes de un partido. Lily y Scorpius acompañándolo durante sus innumerables estadías en la Enfermería.
- Devuélveme a MI Scorpius, Lily Luna Potter. - Pero al segundo, el semblanse se le suavizó y su cara cambió a una de total preocupación. - ¿Sigue enojado?
- Claro que lo estoy, estúpido Potter. - La arrastrada forma de pronunciar ese Potter hizo que unos terribles escalofríos le recorrieran la médula.
NDA:
Saben que no lo hago con fines de lucro ni nada de esas cosas, es el más puro amor ASS. Todo pertenece a Rowling menos la cancion que es de Alanis Morrisette muy linda, dicho sea de paso. :)
Gracias por su apoyo! nos vemos en el prox y ultimo cap ;)