Disclaimer: Todos los personajes son de S. Mayer, yo solo los utilizo para jugar con ellos, he vuelto a subir el capítulo corregido para que quedara más bonito. Pronto subiré el epílogo.

14.- El corazón tiene razones que la razón no puede entender.

Miedo, confusión, amor, locura, rabia, tristeza. Todas esas emociones rodeaban el frágil cuerpo de Bella que a duras penas podía seguir el beso demandante de Edward. Un beso en el que él demostraba una vez más el amor que sentía por ella y que ella era suya.

Suya.

Era suya en toda la extensión de la palabra, no solo porque se había casado con ella y habían hecho el amor, sino que también, el corazón de Bella había sucumbido a sus encantos. Su corazón había caído en manos del demonio pero no así su mente. La mente racional y cuerda de Bella, esa mente que le decía a gritos que se separara de él, que Edward era un demonio, que la había utilizado para sus propios fines, que no había tenido consideración con ella. Esa mente ganó esta batalla y con un gran esfuerzo, Bella quitó sus labios de los de Edward y se retiró de él.

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué abusaste de mí de esa manera? Estaba enferma, no recordaba nada, ¡te aprovechaste de mí!- gritó Bella mientras intentaba alejarse de Edward aunque inútilmente ya que éste la tenía bien cogida del brazo para impedir que se fuera de su lado.

-Era lo mejor, te demostré mi amor de la manera más adecuada, así tenía que haber sido y se me dio la oportunidad de conquistarte. Ahora tu me amas.- dijo Edward mientras acariciaba la mejilla de la chica.

-Yo no te amo.- dijo Bella, aunque en su interior sabía que era mentira. Lo amaba y odiaba amarlo.

- Me amas, sé que me amas, es tu mente la que habla por ti y no tu corazón. Pero seré paciente querida pero no mucho, mi carácter a veces es demasiado ansioso.- dijo Edward mientras le besaba el dorso de la mano con dulzura y caminaba hacia la puerta.- Además, no olvides que puedes estar embarazada.

Dicho esto Edward se fue de la habitación dejando a una Bella confundida. Se llevó sus manos a su vientre pensando en las palabras de Edward. Podía estar embarazada, todavía era pronto, pero cabía esa posibilidad, él dejo su semilla en ella y aunque solo lo habían hecho la noche de su boda, puede que él la hubiera dejado embarazada.

Lo amaba, era duro admitirlo para sí misma, pero lo amaba. ¿Cuándo, cómo por qué? Esas preguntas no tenias respuesta, cada una de ellas no podían ser respondidas. ¿Dónde quedó su deseo de venganza?

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Edward caminaba de un lado hacia otro con furia por su despacho. Sus pensamientos eran un remolino de emociones y todos ellos tenían un denominador común: Bella.

La última semana había sido la mejor para él, su Bella estaba encantada, estaba enamorada de él y lo expresaba sin miedo y con ahínco, hacerle el amor esa primera vez había sido como beber el maná del cielo y ahora vuelta a empezar con ella. Sabía que ella lo amaba podía notarlo en sus ojos que aunque todavía había ese miedo e incluso ese deseo de venganza, notaba en ella el amor. Ese amor que desde hacía semanas lo había acompañado. Y él no estaba dispuesto a perderlo.

Volvió de nuevo a la habitación, para encontrarse con una Bella mirando el cielo con una mirada ausente. Bella se giró lentamente cuando vio a Edward sentarse en la cama con un gesto de preocupación.

-Quiero ver a Jacob.-dijo Bella volviéndose a él.

-De ninguna manera dejará que veas a ese perro sarnoso.- dijo Edward con rabia y levantándose de la cama para dirigirse a Bella.

-Necesito verlo, es mi amigo y aunque me hizo eso, necesito saber el por qué, el nunca se había comportado de esa manera conmigo, necesito una explicación, ha sido mi mejor amigo durante mucho tiempo, era mi prometido.- exclamó Bella con ojos llorosos.

Edward al verla de esa mirada, volvió la cara y golpeó con furia el escritorio que había en la habitación haciendo que Bella se tensara de miedo.

-Te dejaré que los veas unos minutos, luego lo dejaré ir de este lugar, no lo quiero ver cerca de ti.

Bella asintió y siguió a Edward que ya se había dirigido a la puerta. Lo siguió por ese laberinto de caminos y pasillos hasta que llegaron a la mazmorra. Una vez allí, Edward le indicó el camino en donde estaba Jacob y se quedó en la puerta mientras veía como Bella se acercaba al lugar en donde estaba el enemigo.

Bella se dirigió hacia la celda que le había señalado Edward y se encontró con un Jake que ella no conocía ya que estaba sentado en el suelo con la mirada viendo a la pared.

-Jake.- lo llamó Bella.

-Bella, estas aquí, me has llamado Jake, me recuerdas.- dijo Jake con alegría acercándose a ella, pero ésta se alejo de él abrazándose así misma con fuerza.

-¿Por qué lo hiciste Jake? ¿Por qué? Me ibas a tomar por la fuerza.

-Bella, estaba desesperado, me enteré que estabas casada con ese sucio Demonio y tú lo aceptabas con tanto amor. ¡Maldita sea Bella! Lo mirabas como si fuera tu hombre.

-Es que es mi hombre, Jacob, él es mi esposo.- dijo Bella enseñándole el anillo de bodas.- Él ha tomado todo de mi y puede que esté esperando a un hijo suyo.

-No me importa nada de eso, conseguiré escapar de aquí y te ayudará a deshacerte de esa cosa.

-No lo llames así, es mi hijo y no tiene la culpa de nada.- dijo Bella agarrándose fuerte el vientre plano mientras miraba con ojos feroces a Jake.

-Tú, ¿lo amas? No puedo creerlo Bella, ese hombre es un demonio, Bella, ese hombre mató a tu familia y destruyó tu reino, eres una traidora.

-Lo hizo por amor.- dijo Bella sintiéndose patética mientras defendía a Edward, pero no podía hacer nada, porque cada fibra de su ser amaba a Edward.

-Me repugnas Bellas, te odio.- dijo Jake escupiendo en el suelo.

Bella se echó a llorar, no podía evitarlo, amaba a Edward y las palabras de Jake le habían hecho daño, pero no podía hacer nada. Al cabo de unos segundos, Edward apareció y empujó a Jake fuera de la celda en donde cuatro de sus hombres se lo llevaron mientras éste no decía nada, ya que su corazón estaba roto, su hermosa princesa había ido atrapada por el demonio y lo que más le dolía es que no quería escapar de él.

Edward cogió a Bella en brazos mientras estaba sollozaba fuerte y la llevó de nuevo a su habitación y la dejó delicadamente en la cama.

-¿Por qué?- preguntó Bella mientras trataba de serenarse.

-¿Por qué, qué?- dijo Edward sintiéndose impotente y perdido.

-¿Por qué hiciste todo eso?

Edward entendió la pregunta, Bella quería saber porque había matado por estar con ella; con un suspiro se acercó a ella, se puso de rodillas para estar a su altura y le respondió:

-¿Sabes por qué hice todo eso Bella? Dime ¿lo sabes? Yo te diré por qué: Dime si habrá algo más bonito que despertar a tu lado cada día; susurrarte que te quiero es mi particular manía y qué hacer si toda las noches apareces en mis sueños, me adormeces y meces con tus dedos. Me enloqueces, eres mi única alegría y cada mañana pienso robarte uno de tus besos, amarrado a la razón está mi corazón que late en cuanto te dedico estos versos. Quiero regalarte cada amanecer y darte placer en cada esquina de esta cama porque siempre estará viva la llama de nuestra pasión. Eres lo mejor que tengo, lo mejor que tuve en ese instante, lo mejor que tendré en esta vida. El nuestro es un amor que sube hasta llegar a las nubes y allí vuela. Quiero jugar a no perderte y quiero abrazarte fuerte hasta que me duela.

Bella se quedó con la boca abierta mientras de sus ojos salían pequeñas lágrimas al escuchar todo lo que le decía Edward. Nunca pensó que ese sentimiento era tan grande, su corazón latía desbocadamente a cada palabra que él decía.

-No he terminado princesa, te quiero porque a tu lado todo es diferente, el olor de tu perfume me enamora cuando vuelves a mí, me gusta pasear de la mano a tu lado hasta perderte, te diré que te quiero y así será siempre, te daré todo lo que quieres, si pudiera bajarte una estrella lo haría pero como no puedo juro tratarte como una de ellas. Mi corazón nunca cambiará de opinión.

Bella con los ojo anegados de lágrimas, se acercó a Edward y lo abrazó fuertemente, tan fuerte que ambos cayeron en la cama, Bella seguía abrazando a Edward mientras éste le acariciaba el pelo.

-Porque eres tú la que me hace sentir único. La que me enseñó a querer de verdad, la única capaz de despertar mis ilusiones y mis sentidos. Eres la que me enseñó a querer como se quiere de verdad. Eres la única para mí, mi musa. A pesar de la distancia que nos separó una vez, mi amor por ti siguió latente. Este amor que nos tenemos no lo separará nadie, porque lo que Dio ha unido nunca lo podrá separar el hombre.

Mientras que Edward le decía esas cosas a Bella, empezó a desnudarla lentamente, besando lentamente cada partícula de su piel mientras ésta se estremecía de placer y de amor.

-Prefiero parar el tiempo, cambiar toda mi vida por solo pasar un segundo a tu lado, mi ángel, vivo de tus sonrisas y me pierdo en tu mirada. Quiero inundarme en tu recuerdo cada mañana y quiero tenerte tan cerca que solo respire el perfume de tus labios, quiero decirte todos los días: Buenos días princesa.

Cuando tuvo a Bella desnuda completamente y debajo de ella, la besó en los labios con pasión, dulzura y amor.

-Eres mucho más hermosa de lo que recordaba, estos días sin ti han sido un martirio mi hermosa y dulce Bella.

Bella cerró los ojos con vergüenza ya que la mirada de Edward la congojaba y podía sentir su mirada en cada centímetro de su piel.

-No escondas esos hermosos ojos de mí, no tengas miedo, mi hermosa princesa.- dijo Edward con la voz totalmente ronca por la excitación.

Edward tomó la parte de atrás de su cuello en una de sus manos inclinándose sobre ella rozando sus labios con los de Bella, casi como un suspiro. Las manos de ella fueron u cabellos, cosa que lo enloquecía porque lo hacía sentir cada vez más cerca de ella y lo hacía perder el control. La lengua de Edward rogó por acceso de la boca de la princesa, sus labios se abrieron tímidamente dejándole probar su dulce sabor, la lengua de él se enroscó en la de ella, su ángel gimió y tiró con más fuerza de sus cabellos, mientras las manos del demonio envolvían su cintura, apretando sus suaves curvas contra su cuerpo.

- Edward.- suspiró Bella mientras acariciaba el cabello de Edward con una de sus manos y con la otra su mejilla.

- No sabes lo que me haces, no sabes lo que me haces sentir.- dijo sinceramente Edward, antes de besarla con fuerza.

Las manos de Edward recorrían una y otra vez la cintura de Bella, sin llegar a tocar sus hermosos pechos que tanto anhelaban de su atención. Los labios de Edward dejaron los labios de Bella para que manos pudieran tomar aire y viajaron hasta su oído, para poder morderle el lóbulo hasta bajar a su cuello mientras dejaba números mordiscos.

Los gemidos de Bella pronto llenaron la habitación y él se sentía cada vez más feliz al sentir su nombre salir de los labios de Bella, esos labios de los que era adicto. Escuchar su voz llena de placer y que a cada gemido se volvía mas ronca hacia mella en el duro miembro de Edward.

-Eres perfecta, mi ángel cautivo te voy a tocar en lugares en los que nadie te ha tocado, solo yo, tu marido, tu amor te he tocado, nunca me cansaré de mirarte.

Edward se levantó de la cama y se puso a los pies de ésta y con mucho cuidado tomó una de las piernas de Bella y empezó a besar sus pies. Cubrió de besos sus pies, sus tobillos, sus pantorrillas, subió por sus rodillas y cuando la sintió temblar cuando llegó a sus muslos, se saltó esa parte para no ponerla nerviosa y para que pudiera acostumbrarse a él, la quería húmeda para hacerla de nuevo su mujer. Besó su vientre, rogando a Dio que esta noche la semilla que iba a implantar en Bella tuviera su fruto si es que no estaba embarazada ya de él. Siguió besando el cuerpo de Bella hasta llegar su pechos, mordió la parte superior del pecho derecho para marcarlo como suyo propio; al hacer esto, Bella arqueó su espalda, dándole a ofrecer su otro pecho el cual pronto cubrió de atención dirigiendo su mano a su pezón.

Estuvo besando y masajeando sus pechos un largo rato hasta que volvió a hacer su camino hasta abajo, para seguir excitándola cada vez más, quería que Bella no olvidará este día nunca, el día en el que ella no luchara mas con él. El día en el que ella aceptara su amor.

La besó justo en su centro, cerca de su clítoris lo que hizo que ella abriera muchos los ojos y gimiera de una manera aun más pasional que antes. La lengua de Edward empezó a hacer círculos sobre su clítoris alternándolo con lamida en el centro de su feminidad.

La cabeza de Bella se movía de un lado hacia al otro cada vez con mayor rapidez, sus mano tenían en un puño la delicadas sábanas de seda. Edward succionó con fuerza su clítoris y ella movió sus caderas de una manera que hacía que no pudiera despegar la cara de su feminidad. Volvió a pasar su lengua por los pliegues una y otra vez hasta llegar a su entrada que también lamió y éste la sintió cada vez más húmeda y siguió ahí deleitándose de su sabor. Su sabor era cada vez más concentrado y ´pronto se volvió adicto a su esencia.

Edward miró hacia el rostro de su amada y pudo ver como sus pechos se movían al vaivén de sus caderas, como sus ojos estaban cerrados con fuerza, como su labio inferior estaba capturado entre sus dientes y toda su cara roja por el placer de sus caricias. Esa visión hizo que su gran erección se volviera cada vez más dolorosa y se acrecentó al ver como los líquidos vaginales bajaban a más velocidad haciendo que la barbilla de Edward quedara impregnada de ellos.

Al sentirla tan excitada, Edward volvió a su punto original y se colocó encima de ella y antes de presionar su erección contra su entrada le dijo:

-Mi hermosa y dulce Bella voy a volver a hacerte mía, ¿lo deseas?

-Si, Edward, por favor, te deseo.

Edward sonriente, empujó su miembro en u entrada y Bella gritó de placer al sentirlo en su interior, Edward dio un gruñido de satisfacción y empezó a salir y entrar de ella lentamente para poder enlentecer el proceso, ya que quería disfrutar de ella el mayor tiempo posible. Los gemidos de Bella llenaron la habitación mientras Edward seguía entrando y a saliendo de ella, cada vez más cerca, sentía el fin rápido y cuando ya no pudo aguantarlo más, Bella pegó un gran gemido diciendo su nombre, la paredes de su vagina de estrecharon, haciendo que el miembro de Edward quedará atrapado entre sus paredes y que expulsara su semilla, teniendo él su orgasmos al mismo tiempo que ella.

-Te amo.- le dijo Edward besándola y tumbándose a su lado mientras la cogió para ponerla en su regazo.

-Te quiero Edward.- le dijo Bella, le había costado, pero no había caso de seguir negándolo, lo quería, lo quería a pesar de todo lo que le había hecho.

En ese momento Edward se sintió el hombre más feliz del mundo, al final lo tenía todo, poder, riquezas y sobre todo una hermosa mujer que lo amaba con todo su corazón.

-Me alegra poder escuchar esto mi hermoso ángel, a partir de hoy quiero comerte a besos, como si el mundo se acabara mañana; voy a amarte hasta la madrugada, quiero gastar nuestro tiempo entre las sábanas, voy a quererte hasta que me duela.

Bella asintió y salió de la cama aun desnuda viendo como el sol salía para dar comienzo un nuevo día, un nuevo día que ella compartiría con Edward. Edward se acercó a ella y la abrazó mientras veían un nuevo amanecer de su primer día, juntos.

Bella lo sabía, desde el primer momento que ella había pisado la Fortaleza, ella sabía que de una manera u otra pertenecía a este lugar.

Estaba en manos del Demonio.

-0-

Lo prometido es deuda. Pues este es el final, me da mucha pena, pero creo que este es el final perfecto. No sé si haré una secuela o algún one-shot de la vida de ellos dos juntos. Lo que vosotras me digáis. En fin gracias por vuestra paciencia.

****PrincesLynx****