Hola soy Naila16 y no me pertenece esta historia, sólo la estoy traduciendo. El autor original es Epic Solemnity y actualiza bastante seguido así que voy a tratar de ir a la par. También voy a traducir los comentarios del autor de cada capítulo y cualquier pregunta que tengan. (en cursiva están las palabras del autor)

Hay un "Lord Voldemort" en esta historia pero no es muy activo. Hay un Tom Marvolo Riddle. En este mundo es un político muy influyente.

Advertencias: SLASH LV/HP .Dark/cínico/astuto/inteligente Harry. Harry también SERÁ un Mortífago al principio.

Summary: Un cínico Harry llega a Hogwarts, criado odiando a los Muggles. Con una inteligencia inusual es reclutado por los Inefables y los Mortífagos. De joven se convierte en Inefable, se siente intrigado por el Velo y el trabajo con la magia. Se une a los Mortífagos pensando que lo preparará para su futuro y para satisfacer su necesidad de destruir a los Muggles. Pero se encuentra cada vez más involucrado con los Mortífagos de lo que había pensado. No sólo lucha por encontrar el equilibrio entre su trabajo como Inefable, Hogwarts y los Mortífagos sino también por resolver el misterio de su linaje.

Notas: Este es mi primer fic en este sitio. El linaje de Harry va a ser una parte importante en la historia. Su padre, especialmente, juega un rol importante.

A su vez, gracias a Itallia por editar este capítulo


PRÓLOGO

La mujer sostenía al recién nacido con fuerza contra su pecho mientras esperaba que se abriera la puerta del orfanato. Lógicamente, debería haber golpeado la puerta y desaparecido tras dejar al niño en el umbral. Sin embargo, se encontraba congelada en su sitio, incapaz de reaccionar aún cuando se abrió la puerta.

Así no era ella. Normalmente era perspicaz y rápida.

"¿Puedo ayudarla?"

Preguntó una voz , Lily notó que sonaba bastante agradable . Tomó con fuerza al bebe, se aclaró la garganta pero no le salían las palabras. Abriendo su boca vaciló una vez mas mientras sus ojos esmeralda examinaban a la mujer delante suyo. La mujer mayor tenía el pelo castaño atado en la base del cuello. Una sonrisa dibujaba arrugas alrededor de su boca y ojos. Exteriormente parecía suficientemente amable y cuidadosa para criar a su hijo.

Lily bajó la cabeza, una capucha cubría su apariencia de la mujer Muggle. Incluso ella misma notó lo mucho que temblaba "Tome", susurró. "Por favor, recíbalo."

La mujer Muggle abrió los ojos muy grande y rápidamente tomó al recién nacido de sus manos, entonces notó lo mucho que Lily temblaba. "¿Te encuentras bien querida?"

Lily permaneció callada mirando al pequeño bebé, ahora en los brazos de la Muggle. Merlin, sabía que era lo mejor sin embargo no le pareció tan buena idea cuando vio a su propio hijo en los brazos de una extraña.

"¿Señora?"

"Izar…" Lily articuló en un susurro ronco. "Su nombre… Harrison… " sus labios temblaron debajo de su capa y sintió morir una pequeña parte de ella mientras la mujer Muggle acunaba al pequeño bebé de cabello negro—su bebé, ya no suyo.

"¿Izar?" preguntó la mujer frunciendo loa labios. "¿Su nombre es Izar Harrison?"

No, Harrison era su segundo nombre e Izar el primero. Pero Lily hizo un gesto afirmativo con la cabeza mientras se retiraba. "Cuida bien de mi niño", gimió con desesperación antes de voltear y correr. Las lágrimas quemaban sus ojos cegándola de su camino.

"¡Espere!" La Muggle la llamó. Pero Lily sabía que no la seguiría, no con un niño pequeño en sus brazos. Un niño que ella llevó y dio a luz, pero que ya no era suyo.

Era lo mejor.

CAPÍTULO UNO

"Fenómeno" los labios se separaron y dejaron salir un escupitajo.

Izar se apartó de las gotas de saliva intentando no dejar que el mayor lo molestara. Levantó los hombros protectoramente con sus ojos concentrados en los columpios. Un suave gruñido escapó de sus labios y sus dedos se curvaron en puños.

"Sos un fenómeno, fenómeno, fenómeno, ¡fenómeno!" el chico rió y empujó a Izar.

El niño de cabello negro tropezó luchando por recuperar el equilibrio. La punta de su bota golpeó contra las piedras y cayó con fuerza al piso raspándose las palmas y las rodillas.

Los chicos rieron.

Izar se quedó allí, mirando sin ver la sangre en su piel. Sus brillantes ojos verdes observaron largamente como la estela carmesí corría por su muñeca. No cayeron lágrimas cuando el chico mas grande le pateó con fuerza las costillas y volteó para irse.

Las lágrimas habían cesado hace mucho.

En su lugar, los pálidos ojos verdes se apartaron de su sangre a la espalda del chico. Sus labios se tensaron y la furia quemaba en su pecho. La respiración de Izar se tornó rasposa mientras luchaba por sentarse. A su alrededor, el mundo giró y estaba más que consiente de los niños que lo miraban de lejos. Nunca nadie se acercaba a él. O estaban muy asustados de él o de convertirse en el nuevo blanco de Louis, el matón de orfanato.

Aún así, Izar despreciaba a los otros niños. Eran débiles. Eran muy cobardes, muy estúpidos

Frunció en seño sosteniendo su estómago lastimado, se levantó y abandonó el patio. Sin embargo era su culpa, sabía mejor que ir al patio a esta hora.

Vagueó por el orfanato que había sigo su hogar por once años. Nada había cambiado. Seguía siendo viejo y desgastado. No estaba sucio, por decir, pero había arreglos por hacer y ningún padre potencial se sentía cómodo como para adoptar a un chico de un orfanato tan venido a menos.

"¿Estas bien Izar?" murmuró una de las cuidadoras, su expresión delataba cuidadosamente su falta de preocupación. Las cuidadoras habían aprendido a no confortarlo y mimarlo, no cuando las había ahuyentado furiosamente en numerosas ocasiones. Las odiaba. Aún cuando conocían la situación nunca ayudaban.

Izar pasó sin dirigirle una palabra, se apuró a su habitación que compartía con un chico mas pequeño.

Izar sabía que era mejor que ellos. Mientras curaba sus manos raspadas, Izar entró en su habitación y se tiró en la cama. El delgado colchón gimió cuando chocó con los caños oxidados. Sin prestar atención a la sangre en sus manos, levantó un lado del colchón y sacó un pedazo de pergamino que había escondido.

Mirando la carta permitió que una pequeña sonrisa cruzara sus labios. Hogwarts

Izar apretó la carta contra su pecho y cerró los ojos, imaginando el mundo de magia y hechicería. La sangre manchó el pergamino pero no lo notó o no le importó. Estaba imaginando un mundo donde él era igual que los demás, un mundo donde los otros no lo fastidiarían por ser diferente. Y, lo más importante, estaba famélico por todos los conocimientos que podía obtener en este mundo nuevo. Aún en su temprana edad, Izar sabía la importancia de la inteligencia.

Sobre todo, Izar estaba excitado por la oportunidad de probarse a sí mismo a los demás. Quería crear un nombre para él en el mundo de la magia. No quería ser solo un huérfano, o el niño pequeño que todos podían molestar, no—él quería usar sus poderes especiales para su provecho.

Desde que era pequeño, Izar se dio cuenta que no era como los demás niños aquí. Podía manipular las cosas a su gusto. Hubo momentos en los que se concentraba muy, muy fuerte; y podía mover juguetes u otros objetos a través de la habitación. También hubo situaciones en los que sucedieron accidentes—accidentes que Izar siempre encontró fascinantes.

Estuvo esa vez que Louis había caído de rodillas sin aire cuando Izar se encontraba especialmente enojado. Sólo recordarlo hizo sus dedos temblar de excitación.

"¿Izar?"

Izar metió el pergamino debajo de su almohada y se dio vuelta mirando hacia la puerta. Un cuidador que él conocía llamado Julian se encontraba parado al lado de una mujer mayor que nunca había visto.

"Una tal Profesora McGonagall está aquí para verte"

Izar se enderezó de su posición relajada con un asomo de curiosidad. Con ojos agudos y observadores estudió a McGonagall mientras esta asentía cortésmente a Julian antes de entrar en la habitación. Izar examinó la forma en la que la mujer mayor se movía. Tenía una postura tensa que sugería una actitud severa.

"Señor Harrison, un placer conocerlo. ¿Asumo que recibió su carta de Hogwarts?" Preguntó McGonagall una vez que Julian los hubo dejado solos.

Izar miró con calma a la mujer, con sus ojos escrutándola de arriba abajo. No se veía especial. No pudo sentir nada… anormal en ella como podía en él. Se parecía a cualquier otro ser humano.

Izar estaba un poco decepcionado. Había creído que los magos y brujas se conducirían algo diferente a cualquier hombre y mujer.

"Si Profesora" susurró respetuosamente mientras continuaba estudiándola. La Profesora pareció endurecer y entornar los ojos mientras lo miraba. Lo examinaba igual de cuidadosamente que el a ella.

No le importaba el escrutinio. Se mantuvo sin expresión, dándole a la mujer su tiempo para evaluarlo.

Algo en su postura cambió. Los ojos verdes de Izar volvieron a centrarse en su postura y su indecisa expresión. Esa inestabilidad se vio brevemente en sus rasgos antes de que ella la enmascarara.

Izar levantó las cejas en reconocimiento.

"Estoy aquí para asistirlo con sus compras, Señor Harrison" continuó con voz dura y severa. Sin embargo sus ojos trataron de iniciar una aproximación amable.

"¿compras?" preguntó Izar ingenuamente. Asumió que se refería a compras de material escolar, material escolar para magos. Su pulso se aceleró ante la perspectiva de eso pero se recuperó rápidamente "pero yo no tengo dinero Profesora."

"Hay un fondo en Hogwarts para estudiantes huérfanos Señor Harrison" le presentó una sonrisa que Izar no le devolvió. Odiaba ser recordado que era huérfano, abandonado de bebé. Su sonrisa vaciló y volvió a convertirse en una línea severa "¿Quisieras acompañarme hoy?"

"Por supuesto Profesora"

Por primera vez en un lago tiempo le ofreció a otro humano una sonrisa.

Por la mirada en la expresión de McGonagall, Izar asumió que necesitaba más práctica

(Death of Today)

Izar tiró de su ropa estirando las pequeñas arrugas. Caminó a lo largo de la Plataforma aún silenciosamente impresionado por todo a su alrededor. Por fuera, parecía desinteresado y tranquilo. Por dentro estaba teniendo problemas para mantener en su memoria todo lo que había aprendido. Había tanto por saber. Odiaba no estar a la altura del resto de los chicos. Según McGonagall, la mayoría de estos chicos fueron criados en el mundo mágico.

Sabían mas que él. Izar iba a tratar de remediar eso lo antes posible.

Después de su inicial sorpresa en el callejón Diagon, Izar siguió a McGonagall por el pueblo. Juntos compraron los objetos requeridos en la lista y solo los requeridos en la lista. Hubo más libros que a Izar le hubiera gustado tener y más túnicas de mago. Pero se dio cuenta que tenía que atenerse al presupuesto, especialmente siendo huérfano.

Aclarando su garganta, Izar se dirigió hacia el tren sin rumbo fijo. Había estudiantes y padres en todos lados, despidiendo a sus hijos para otro año en Hogwarts. Miró a los padres, como las madres besaban las mejillas rojas y los padres palmeaban orgullosamente la espalda de sus hijos o hijas. Izar se enorgullecía de ser independiente, pero tenía solo once años y ver esos intercambios le produjo un breve malestar.

Una apuesta pareja captó la atención de Izar. Un padre e hijo, ambos con el mismo pelo rubio, se despedían de una forma particular. Ambos parados derechos y separados por una buena distancia. Casi demasiado formales, ninguno mostraba signos de estar afectado por la separación. Su vestimenta parecía un hilado del mas fino material. Incluso los botones y las costuras se veían lujosos.

Izar encontró que sus pies lo llevaban contra su voluntad más cerca de los dos. La entrada al tren se encontraba cerca así que no parecería muy extraño que Izar caminara hacia allí.

Su padre, una figura alta que destacaba de la multitud, miró a Izar brevemente para luego desviar la vista. No fue hasta que el hombre volvió a mirarlo que Izar se quedó rígido. Se encontró siendo inspeccionado por fríos ojos grises.

Por primera vez en siglos, Izar se sintió vulnerable ante alguien.

Ni McGonagall ni ningún otro mago o bruja adulto en el callejón Diagon lo había hecho sentir indefenso. La expresión de Izar cayó un momento antes de que rápidamente volviera a construir su máscara. Mas tiempo estuba bajo la mirada del mago mayor, mas fuerte y seguro se sentía bajo ella. Esto era una buena práctica por cualquier otro mago que pudiera agarrar a Izar con la guardia baja.

Este…este hombre rubio tenía ese poder y ese encanto que Izar esperaba que tuviesen los magos. Cuando conoció a McGonagall, estaba decepcionado por lo mucho que se parecía a cualquier otro hombre o mujer no mágico. Creyó que cualquier otro mago o bruja sería igual. Pero Izar notó que este hombre era diferente de todos ellos: no era ordinario, era poderoso.

"¿uno de primer año?" Susurró el niño rubio a su padre cuando notó la mirada atenta de su tutor.

Izar se acercó mas rápido, ansioso por llegar al tren, lejos de la mirada del hombre mayor. Pasó por su lado manteniendo los ojos en los grises del hombre y con la misma frialdad. Por dentro, temblaba por el poder de esa mirada.

Una vez que hubo pasado, oyó la voz del hombre – un profundo y suave barítono "Sin duda será un Slytherin, Draco; guíalo durante su primer año"

Los hombros de Izar se relajaron sólo cuando se hubo encerrado en un compartimento vacío. Golpeando la parte trasera de su cuello contra el vidrio de la puerta del compartimento tomó aire. Sus manos temblaban y su corazón latía con fuerza.

No entendía por qué reaccionaba de esta manera. Si, se sintió indefenso y vulnerable alrededor del hombre rubio, pero había algo mas. Izar casi había sentido la estática alrededor del hombre mayor. Era similar a la electricidad y el aire pesado. Era casi como si Izar hubiera sentido la magia del hombre. Pero eso debería ser imposible ¿o no? Incluso para los magos no era normal ¿o si?

Aún así no pudo evitar permitir que una pequeña sonrisa estirara sus labios. Finalmente, había visto un mago de verdad, una verdadera figura mágica que destacaba de la gente no mágica. Izar esperaba que él fuera como el hombre rubio. Esperaba que no fuera como McGonagall o los otros adultos y niños de aquí. No quería ser como la gente no mágica, como los del orfanato. Solo pensar el ser normal como ellos hizo que el pulso de Izar se mantuviera acelerado.

El tren dio una sacudida y arrancó, Izar se agarró de la puerta para mantener el equilibrio. Respiró contra el vidrio tratando de calmarse.

Se iba hacia una vida nueva, un mundo nuevo, dejando atrás su horrible orfanato. Pero ¿Por cuánto tiempo hasta que tuviera que regresar?

Un golpe fuerte en la puerta hizo de Izar se enderezara rápidamente, convirtiendo su expresión en una neutra vió al chico rubio del otro lado y algunos otros detrás suyo. Antes de que Izar abriera la puerta reflexionó sobre su predicamento llamado "amigos".

Nunca había tenido un amigo en el orfanato. Habían pasado ocho años antes de que se diera cuenta que no necesitaba a nadie así de cercano a él. Había visto como funcionaba, había visto a los otros niños y sus amistades. Ni una vez había visto amigos que se mantuvieran en la definición de lealtad. Siempre había una situación en la que un amigo apuñalaba a otro en la espalda para subir en los rankings de popularidad o con la esperanza de ganar algo de la traición.

Estaba en la naturaleza humana pensar y actuar en tu beneficio, para ti y sólo para ti.

No existía la amistad para Izar.

Sin embardo, tenía que tomar una decisión con el chico rubio. Tal vez podría usar al chico como aliado, no un amigo. Iba a necesitar mantener al chico a distancia de un brazo, solo confiando en el rubio para información y otros. Juzgando por la cara del chico del otro lado del vidrio, Izar sabía que estaba pensando lo mismo.

De mala gana, Izar abrió la puerta del compartimento dejando al pequeño grupo entrar.

"¿Te importa si nos sentamos aquí? El tren esta lleno" preguntó el chico arrastrando las palabras mientras se sentaba sin invitación. La chica se sentó a su lado dejando a los dos mas grandes apretujarse al lado de Izar.

"No, no me importa" Izar evaluó al chico- ¿Draco era? Así lo llamó su padre

"Tus lentes, ¿Dónde los conseguiste? Son impresionantes"

Izar frunció el seño a la chica de cabello negro mientras ésta se inclinaba mirándolo con interés. "¿Mis lentes?" El no usaba anteojos.

"Si, tus ojos son únicos, deben ser lentes ¿No los ves Drake? Plateado pálido con manchas verde brillante… los colores de Slytherin. Están geniales ¿Dónde los conseguiste?" repitió como si Izar fuese lento.

"Son mis ojos" murmuró con fastidio, irritado por su aplastante presencia. Se volteó hacia Draco. El rubio estaba claramente entretenido por la irritación de Izar. "Entiendo que esperas ser sorteado en Slytherin" preguntó desinteresadamente.

Había leído La Historia de Hogwarts cuando la compró. Sabía de las cuatro casas y sus cualidades. Secretamente Izar esperaba ser sorteado en Slytherin. Todo sonaba espectacular en el castillo y su excitación no había hecho mas que crecer luego de leerlo. Ahora, en el expreso de Hogwarts, apenas podía contener el alivio de estar lejos de orfanato y con los de su "clase".

Draco sonrió y sus ojos se oscurecieron. "Yo ya estoy en Slytherin. Este es mi segundo año en la escuela. Pansy, Crabbe y Goyle también son de segundo. Todas nuestras familias han sido sorteadas en Slytherin por generaciones. ¿Y la tuya?" Antes de que Izar pudiese entender claramente la pregunta del chico, Draco continuó "Oh, lo siento; no me he presentado apropiadamente. Mi nombre es Draco Malfoy."

Una mano pálida se extendió hacia Izar. El la miró brevemente antes de extender la suya.

"Izar Harrison" se presentó.

Antes de que pusiese tocar la mano de Draco éste la bajó rápidamente. Izar parpadeó y se dejó ver la confusión a través de su fuerte máscara. ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué la expresión en la cara de Draco se tornaba hostil?

"¿Harrison?" Draco repitió su apellido, su expresión cambió a una mueca de disgusto."¿Eres un Sangresucia?"

"El término "Sangresucia" no me es familiar", Izar repitió fríamente, sintiendo sus barreras erguirse ante las consternadas miradas que estaba recibiendo de los Slytherin del compartimento.

"Claro que no te es familiar" subrayó Draco apartándose de Izar."Sangresucias, también conocidos como Nacidos de Muggles – fuiste criado por padres Muggle."Al ver que Izar parecía no comprender, Draco rió, sus ojos burlándose de la ignorancia de Izar. Inmediatamente, Izar se sintió menospreciado. "Muggles son personas sin magia. La patética escoria del mundo. Yo, un mago Sangre Pura, soy superior en el mundo mágico. No tenemos una sola gota de sangre Muggle en nuestra línea familiar. Y , un Sangresucia, eres la escoria debajo de mis pies."

Izar se quedó allí, aturdido, incapaz de creer que pudiera pasar algo así en este mundo. Había creído que todos los magos eran iguales…

"Crabbe, Goyle, muéstrenle a esta escoria la salida de nuestro compartimento. No puedo creer que mi padre estaba equivocado."

Antes de que Izar pudiera entender que pasaba, dos manos lo agarraron de los brazos levantándolo del asiento. Izar se tensó por el contacto, su mente le traía recuerdos del orfanato donde los otros niños solían meterse con él. Se cerró al mundo mientras los dos chicos lo llevaban al pasillo y lo arrojaban al suelo. Izar cayó sobre sus rodillas justo cuando la puerta del compartimento era cerrada de un portazo a sus espaldas. Volteando para ver por sobre su hombro vió la cara de Draco antes de que las cortinas fueran corridas.

Izar se quedó en sus manos y rodillas en el oscuro pasillo. Por el momento no había estudiantes dando vueltas. En su lugar podía oír sus alegres voces en los compartimentos.

Agachó la cabeza mirando sin ver la alfombra del piso. Finalmente tenía un nombre para la gente sin magia. Muggles. Esos chicos del orfanato eran Muggles, los mismos que Izar odiaba. Muggles… los odiaba a todos.

Aún así, aparentemente él era justo como ellos – según Draco. Izar era un Nacido de Muggles, alguien nacido de padres no mágicos. Los mismos padres Muggle que lo habían abandonado en ese infierno de Muggles.

Izar dejó escapar el aire entre sus dientes apretados mientras arrastraba los dedos por la alfombra. Sus hombros se sacudieron por la rabia y la tristeza contenidas. Draco podía ser mas "puro" que Izar. Y los Sangre Pura podrían ser una raza superior, pero Izar estaba seguro de algo.

El sería el mejor maldito Sangresucia que el mundo mágico haya visto jamás. Superaría todo lo que Draco hiciera y sería más poderoso que cualquier Sangre Pura. Izar no iba a permitir que lo compararan con un sucio Muggle porque sabía que era mejor que esas viles criaturas, esas… ordinarias criaturas. El no sería ordinario.

Izar tenía sed y hambre de probarse a si mismo.

"Er… ¿estas bien chico? ¿Necesitas una mano?" otra mano pálida se acercó a la cara de Izar.

Sus hombros temblaron nuevamente y levantó lentamente la cabeza mirando fijamente a los ojos a un pelirrojo.

El chico se apartó instantáneamente dejando caer su mano.

"No", susurro Izar rechinando los dientes "No necesito ayuda. No de ti, no de nadie mas."

Se levantó y pasó al lado del aturdido pelirrojo.

En su camino para probarse a si mismo, no iba a necesitar a nadie. Ni amigos. Ni ayuda

(Death of Today)

Izar aún se sentía frío y agitado mientras esperaba que el sombrero terminara su canción. A pesar de estar malhumorado e irritable, había podido apreciar la belleza de Hogwarts. Producía una cálida sensación en los estudiantes, aún así las sombras eran atrayentes, invitando a Izar en caso de que este necesitara un escape. Probablemente había varios lugares en este castillo donde podría esconderse de todos.

No podía esperar para salir a explorarlo. No podía esperar para aprender y adelantar a los estudiantes en sus clases.

Conocimiento es poder. ¿Verdad? Por lo que Izar sabía, lo era. Cuanto más inteligente es uno más difícil es engañarlo y utilizarlo. Ahora mismo, Izar no tenía idea de la política de este mundo, de la magia, de los hechizos y de la gente. No sabía nada de las tradiciones de los magos o cómo relacionarse con los superiores. Tenía mucho que aprender en siete años.

Sus puños se cerraron mientras esperaba que McGonagall dijera su nombre. Estaba más que consiente de los ojos clavados en su espalda. Sabía que pertenecían a ningún otro que Draco Malfoy. Pero Izar no iba a dejar que el rubio lo sacara de quicio en la escuela.

"Harrison, Izar", Mcgonagall llamó en voz fuerte y clara.

Izar se movió entre las formas sólidas de los otros de primero. Llegó a las escaleras de madera y se dirigió hacia el sombrero. Lo que pasara aquí alteraría su futuro; cambiaría las cosas para mejor o para peor. Tu Casa era un factor importante en la vida en Hogwarts. Pero el Sombrero Seleccionador era hábil leyendo la mente y el carácter. Solo el Sombrero Seleccionador sabía que Casa sería la mejor para él.

Antes de sentase sus ojos encontraron los del Director. Era la primera vez que prestaba atención a la mesa principal. E Izar se detuvo en su camino, con la misma sensación que tuvo con el padre de Draco Malfoy, solo que esta vez, fue mucho mas fuerte. Izar tragó saliva, era inmensa la cantidad de estática y poder que rodeaba al hombre. Esos amables ojos azules parpadearon y siguieron a Izar, haciendo que el hombre pareciera inconsciente de su propio poder. El hombre viejo era puro poder.

Izar continuó caminando cuando el Director asintió amablemente con la cabeza. Tenía que controlarse. Pero ni siquiera ese auto regaño detuvo a su cuerpo de temblar por estar cerca del hombre viejo.

Sólo cuando se sentó descubrió unos ojos negros observándolo. Otro profesor, con un poder atrayente similar al del padre de Draco Malfoy, que estaba sentado cerca del final de la mesa principal.

Un instante después el sombrero le cubrió los ojos.

"¡Revenclaw!"