CAPITULO 13

-¿Cómo? ¡No quiero salir hoy de casa!-me quejé cuando Angela tiró mi propio abrigo sobre mi cabeza.

-No me importa, estoy harta de verte como la muestra viviente de la decadencia humana, nos vamos al cine.

-pero…pero… ¡Angela!

-¡Nada de "pero Angela"! que nos vamos al cine dije-me amenazó y tuve que pararme si es que no quería que me matara.

Caminamos por las atestadas calles de la gran ciudad mientras que Angela trataba de entretenerme. Durante los veinte minutos que nos llevó arribar al cine Angela habló de todo lo que se le cruzó por la mente para despejarme un poco, ya fuera música, moda, tiendas, estudios, chicos, etc, ella siempre tenía alguna acotación, pero lamentablemente mis pensamientos ese día sólo rondaban en el único amor de mi vida, el único hombre que había sido suficientemente audaz como para enamorarme. ¿Y qué fueron?, ¿tres semanas y algunos días? ¿Cómo podía ser que en tan poco tiempo me hubiera enamorado tan perdidamente? ¿y cómo era posible que yo ya no quisiera vivir mi vida? La odiaba… odiaba llegar a la noche al departamento y tener que ver tele hasta altas horas para así no pensar en él, odiaba mi cama vacía y las sábanas frías, pero sobre todas las cosas odiaba esa horrible necesidad de él que nunca había desaparecido y que me llevaba hasta el borde de las lágrimas cada noche.

-¿estás escuchando algo de lo que estoy diciendo?-me preguntó molesta y yo alcé mi rostro confundido para poder verle a la cara.

-perdón, no sé a dónde me fui con mi mente, ¿entramos?-pregunté abriendo la puerta e ingresamos al centro comercial sólo para montarnos en las escaleras mecánicas.

-¿estabas pensando nuevamente en Edward?

-es algo que no puedo evitar, soy patética, ¿verdad?

-para nada amiga, para nada…

-oye, quiero palomitas, y como tú me arrastraste hasta aquí tu pagas.

-¡oye eso no es justo!-se giró para regañarme y no pudo mirar lo que yo desde mi posición. Nuevamente todo mi cuerpo se quedaba helado, me olvidé cómo demonios se hacía para respirar y el corazón me dolía profundamente.

-¿estás bien Bella?

-No, no estoy bien Angela, debo salir de aquí, ¡Demonios debo salir de aquí!-sin importar siquiera lo que pensaran de mí ni de cómo estaba comportándome, empujé a mi amiga a un lado desesperada y salí corriendo hacia el otro lado del centro comercial, en dónde se encontraban las escaleras para el personal.

-¡Bella! ¿Qué pasa?-escuché el grito de Angela, su voz había sonado preocupada pero yo estaba demasiado desesperada, no quería, por más que le siguiera amando, no quería siquiera ver su rostro, ni escuchar su voz, ni oler su perfume, no quería volver a encontrarlo en mi vida, pero el destino me odiaba y me había hecho ir al mismo cine en la misma función que él había escogido.

-¡¿Señorita, qué hace?!-la mujer de la limpieza me miró sorprendida- estas escaleras de emergencia pueden ser utilizadas sólo por el personal.

-Bueno… esto es una emergencia-espeté mientras la evadía olímpicamente y comenzaba mi carrera de escape. Si todo salía bien, tendría que bajar dos trechos, meterme por el pasillo oscuro que da hasta la parte principal del primer piso y correr hacia la salida, dónde estaría segura de él y de mí misma. Ya había llegado al primer estrecho de escalera y sólo me faltaba la mitad del siguiente para internarme en el pasillo; si bien las lágrimas surcaban mis mejillas lastimeramente, un dejo de esperanza atacó mi corazón al ver que casi me había escapado.

-¡No corras!-su voz, su perfume y su mano se hicieron amos y señores de todo mi cuerpo y mi alma. Sus dedos apretados fuertemente sobre mi codo me impedían huir y la poca esperanza que yo había resguardado fervientemente se había evaporado con esas dos palabras.

-déjame ir-quise zafarme pero no pude, Edward me estaba atando nuevamente a él pero yo no podía siquiera verle a la cara, repudiaba su mirada y escondía mi rostro.

-No, ¿por qué has salido corriendo?

-es cosa mía.

-¿es que tanto me odias que ni siquiera podemos ir al mismo cine?

-no tengo que contestarte.

-¿es que tanto me odias que ni siquiera puedes verme a la cara?

Atrapó mi mentón firmemente pero sin hacerme daño y me obligó a mirarle. Su rostro lucía cansado, tenía algunas pequeñas arrugas alrededor de sus ojos, las pestañas eran gruesas y oscuras como siempre y sus orbes grises estaban opacados y melancólicos. Quitando ese dejo de tristeza que emanaba por cada poro de su piel, él era el mismo Edward que yo recordaba de hacia dos años. El mismo Edward que me había enseñado a besar, el mismo que me había acariciado hasta dejarme deseosa de más, el mismo que me encendía con una simple mirada y que sabía hacerme feliz abrazándome por la noche al dormir, el mismo que una vez había lavado mi rostro con tanta dulzura y dedicación que me había hecho desear ser amada por él hasta el final de nuestra existencia. -no te odio- pude decir finalmente, aunque mis palabras estaban vacías de cualquier emoción.

-han sido dos años… dos largos años de no verte Bella.

-¿si? Pues la última vez que hablamos parecías feliz de alejarte de mí, porque si no recuerdo mal, para ti soy una trepadora sin corazón, ¿recuerdas?-me libré al fin de su agarre y me apoye en la pared simulando despreocupación, pero secretamente afirmándome porque sino caería en cualquier momento.

-recuerdas todo tan vivamente como yo, ¿no?

-no tengo idea de cómo lo recuerdas tú, así que no puedo compararlo

-…

-¿ya terminamos el pequeño intento de charla? Porque si no te molesta, quiero volverme a casa, de dónde no debería haber salido.

-¿estás viviendo aquí?-sonó sorprendido, y en verdad parecía estarlo. -Si, desde hace dos años.

-O sea… que… te marchaste a tu casa y luego volviste.

-tenía que estudiar, no todos heredamos un dineral, ahora…quiero irme a casa, no quiero hablar contigo

-¿por qué?

-¿Por qué? ¡Porque me humillaste y me lastimaste como nunca nadie podrá hacerlo, no puedo verte a los ojos sin sentir vergüenza y sin sentirme dolida por todas tus acusaciones!¡¿Eso te parece una buena respuesta?!-grité sin siquiera poder evitarlo, consecuentemente tapé mi boca con mis manos sorprendida de que al fin lo había dicho y llorando me di a la fuga nuevamente corriendo por más de que mis piernas temblaran y no pudieran sostenerme por mucho más tiempo. El pasillo estaba oscuro y desolado, irónico ¿no? Así era como se sentía mi corazón en ese mismo momento y al darme cuenta de eso, todas las fuerzas para correr me abandonaron y caí rendida al piso lastimándome las piernas y las manos sin que me importara. Pensé que nunca lloraría como lo había hecho la tarde de la pelea final, pero allí estaban mis lágrimas para sorprenderme una vez más. Toda la situación me hacía sentir sola, desesperada, herida, minúscula e insignificante. Y creo que lo que más me dolía de todo no era haberlo visto nuevamente sino el hecho de que sabía que no me seguiría y el hecho de que lo continuaba precisando tanto como el primer día que nos separamos. ¡Es que… ¿Cómo podía ser?! ¿Por qué me tenía que pasar eso a mí? ¡No servía para nada si no estaba junto a él! No estudiaba adecuadamente, no podía concentrarme, no podía escuchar a nadie ni pedirle a mis seres queridos ayuda porque estaba vacía por dentro, me faltaba algo en el corazón, me faltaba la esencia, ya no era yo, y todos mis amigos y mi familia lo sabían. Ya ningún día me era importante, cada uno era tan insignificante y monótono como el anterior, estudiaba por inercia y vivía porque así le llaman al mecanismo estúpido de inhalar y exhalar oxígeno. Todo había perdido el sentido, todo ahora era incoloro e insaboro… y todo por él. En cambio… ¿Edward qué? Le costó un mes y medio volver a su vida normal, volver a trabajar, y tenía su mente ocupada con la llegada de su primito, tenía cosas con la que acaparar su mente y así no habría pensado mucho en mí… pero… algo no cerraba, algo me lastimaba y mi conciencia decía que la respuesta había estado en frente de mis ojos, pero yo demasiado ciega no había podido verlo.

-¡¿Bella? ¿Estás bien?!-aquella maravillosa voz que pensé que no volvería a escuchar en mi vida sonó nuevamente desde la entrada del oscuro corredor y yo estúpidamente intente reiteradamente escapar, pero mi cuerpo ya no podía soportar ningún esfuerzo más.-deja de hacer fuerza, no puedes pararte, ¿te has lastimado?-me tomó de los hombros y me sacudió para que reaccionara, pero cuando comprendió que no podría, se arrodilló en frente mío y comenzó a ver dónde estaban las lastimaduras.

- ¿Dónde te duele?

-todo me duele…

-¿te has caído de las escaleras o sólo te tropezaste?-sus grises ojos demostraban preocupación y eso sólo me lastimaba más.

-¡Déjame, no me toques! Y por lo que más quieras, ¡deja de fingir que estás preocupado!

-¿fingir que estoy preocupado? ¡No seas idiota mujer! ¡Podrías haberte caído por las escaleras ¿y crees que finjo estar preocupado?! -¡No me caí por las escaleras, tropecé! Ahora vete a hacerte el bueno a otro lado.

-¿quieres que me vaya? ¿En verdad quieres que me vaya Bella?-su voz sonó firme y retadora, sus ojos furiosos estaban clavados sobre los míos y sus dedos apretaban fuertemente mis hombros, manteniendo así el contacto visual.

-yo…

-Bella…. ¿no te das cuenta? Nuestra vida depende del otro… ni tú sirves sin mí ni yo lo hago sin ti… fue un gran error la discusión que tuvimos la otra vez y…

-¿Qué me vas a decir ahora? ¿Qué quieres volver a intentarlo?-le pregunté seca e irónicamente.

-¿es que tú no quieres volver a intentarlo?

-El peor error de mi vida fue conocerte Edward, si yo hubiera seguido mi vida como lo hacía jamás me hubiera enamorado de un bastardo como tú que sólo me vio como una trepadora y me trató como si fuese la peor calaña del mundo. ¡Si!, tal vez nunca me hubiera enamorado de ti, o no me hubiera enamorado de nadie en particular, pero me da igual, eso hubiera sido mejor que vivir lo que vivo ahora

-¿Lo que vives sin mí? ¿Eso me intentas decir?

-es que… ¡tu eres el culpable! Yo no estaría viviendo este infierno si no te hubiera conocido.

-bienvenida a mi mundo-contestó sin siquiera pestañear- mi vida se convirtió en un infierno el día que dejé orgullosamente a mi felicidad en medio de la carretera. Estaba herido Bella, es que… ¡entiende! Me había enamorado estúpidamente de una chica que ni siquiera se daba cuenta de cuánto la quería… y me dijiste que tú no sentías lo mismo y que nunca habías querido lastimarme.

-¡¿Cómo no te iba a decir eso?! ¡Lo que sentíamos era algo pasajero y poco serio!, no te puedes enamorar de alguien en tan solo semanas, además tú mismo me demostraste tu poco afecto al llamarme trepadora.

-tu me llamaste hijo de puta y bastardo.

-no fui yo quien lanzó la primera piedra.

-pero fuiste quién lanzó la última. Oye, no seamos inmaduros, ninguno tuvo una actitud pulcra y digamos que además expresamos cosas que no sentíamos. Nunca quise apuntarte esos insultos y juro por Dios que no pienso eso de ti.

-….

-¿tú en verdad piensas eso de mí?

-no-desvié mi mirada automáticamente para que no viera mi debilidad la cual se hacía presente cada vez más y más

-…-suspiró fuerte y desganadamente sentándose a mi lado y apoyándose en la pared.

- nos tomó dos años dejar un poco el orgullo de lado y hablar- tomó fuertemente mi mano y la estrechó- y estás equivocada, uno sí se puede enamorar en tan sólo unas semanas.

-eso es mentira.

-claro que no es mentira.

-que si.

-que no.

-cállate.

-¿es que no te das cuenta Bella? Nosotros somos el vivo ejemplo de cinco cosas: el amor a primera vista, el amor eterno, la idiotez, la inmadurez y el orgullo.

-no sé por qué dices eso.

-¿SEGURA que no lo sabes? ¿no sabes por qué digo esto? ¡Vamos Bella, eres muy inteligente! Somos ejemplos del amor a primera vista porque nos enamoramos con sola una mirada, desde que te vi sabía que ya era tuyo, y dudo mucho que a ti no te pasara lo mismo.

-un poco de humildad no te vendría nada mal Edward.

-no buscaba sonar de esa forma-se defendió, pero en ningún momento soltó mi mano y yo lentamente me comencé a acostumbrar nuevamente a su calor.

- ¿prosigo?

-has lo que quieras.

-somos también el ejemplo del amor verdadero, porque desde que nos peleamos y nos separamos hemos sido unos muertos vivientes a los que le han sacado la vida. No intentes negarlo, no vas a engañarme, lo vi en tu mirada hoy, no tiene ese brillo que solía tener cuando estábamos juntos.

-eso no significa nada.

-o significa mucho.

-eres odioso.

-también somos ejemplos de la idiotez, porque fuimos estúpidos hasta el punto de asustarnos de nosotros mismos y repelernos por temor a lastimarnos. Cosa que hicimos igualmente, si me dejas acotar.

-no, no te dejo.

-Igualmente, ya lo dije.-se regodeó un poco para luego proseguir. -También somos el…

-¿tienes para mucho? Porque me encantaría sufrir en soledad si no te importa-me quejé sacando mi mano de entre las suyas, ya me había puesto de mal humor.

-si, tengo para mucho, ya van dos años desde que no nos vemos, te puedes aguantar.-me contestó para tomar decidido mi mano de nuevo.

- como te decía, también somos un ejemplo claro del orgullo, porque ninguno quiso dar el brazo a torcer, ni entonces ni ahora. El día de la pelea, yo no quise confesarte abiertamente que te amaba y tú tampoco quisiste. Y hoy por hoy, bueno, hemos sido tan orgullosos que hemos vivido en la misma ciudad por años sin siquiera habernos chocado, además de que yo inconscientemente dejé de frecuentar sitios que pensé que podrían llegar a gustarte.

-yo lo hice conscientemente para así no verte la cara.

-hoy tu mecanismo de defensa no sirvió de mucho.

-nunca pensé que te aparecerías por el centro comercial, y además, Angela me arrastró hasta aquí.

-A mi me trajo Alice… ¿te das cuenta de qué…?

-lo han hecho de gusto, han confabulado en nuestra contra.

-o a nuestro favor.

-sí como no-mi comentario irónico sólo hizo que él aumentara la presión sobre mi mano

-y en eso se resume nuestra relación.

-te faltó la inmadurez.

-cierto, cierto, que bueno que estabas atenta, pero no hay que explicar mucho en ese asunto, los dos somos unos críos mentalmente hablando claro está.

-¿Por qué crees que han querido juntarnos? ¡Angela no puede ser tan desalmada, sabía lo que yo sentía por ti!

-¿no se te ocurrió que tal vez por eso mismo es que lo ha hecho? Tal vez simplemente quiso devolverte la felicidad

-manera más estúpida…

-yo en cambio se lo agradeceré a Alice toda mi vida. Pensé que nunca más te volvería a ver, que te habías ido para no volver nunca más

-no volví por ti.

-pero volviste y eso es lo que cuenta. ¿No?

-eso no va a cambiar nada entre nosotros Edward

-¿Y qué pasa si yo quiero que todo cambie entre nosotros Bella?-su mirada se fijó nuevamente en mí y yo sorprendida le esquivé

-no hay nada que puedas hacer o decir

-Bella, te voy a decir algo que no me animé a confesarte la última vez -no lo digas-temblé sólo al escuchar su tersa voz… ¿Cómo podía negarme si él decía lo que yo creía que iba a comentar?

-te amo-sus palabras flotaron en el aire mientras yo creía que mi corazón daba un vuelco. El músculo ese que se encontraba en mi pecho y bombeaba sangre para así mantenerme viva se achicó automáticamente causándome así una fuerte punzada.- te amé entonces y te sigo amando ahora. Y, lamentablemente para ti, nunca voy a dejar de amarte.

-¿por qué lo dices? ¿Qué sentido tiene después de dos años de dolor? ¿Por qué crees que tienes derecho de hacerte paso entre mi sufrimiento para darme una muestra de lo que podría haber sido y no fue?

-Bella, no es demasiado tarde, nunca lo será para nosotros

-¡Fueron dos años Edward!-incliné bruscamente mi cabeza hacia atrás golpeándome fuertemente contra el concreto de la pared, usé ese dolor como excusa para seguir llorando, aunque los dos sabíamos que no era por eso.

-si… fueron dos años, es increíble como en unas pocas semanas conocimos el verdadero amor… pero cómo no pudimos olvidarnos de él siquiera un instante en estos dos años…es que no comprendes Bella… no puedo No amarte… porque prácticamente eres una parte de mí. Arrancarme un brazo sería mucho más sencillo y muchísimo menos doloroso ya que ese tipo de heridas cicatrizan… tarde o temprano cicatrizan, pero yo no puedo sanar mi corazón si no es a tu lado.

-¿Qué esperas de mí? ¿Por qué me dices todo esto Edward?

-es difícil decirlo Bella…

-Dilo

-Te estoy diciendo que es difícil

-Hazte hombre y dilo

-¿estás diciendo que soy poco hombre?

–si si, lo que sea

-¿hablas en serio? Que yo sepa te derretías en las manos de "este poco hombre"

-¿golpeé tu ego pequeño saltamontes?-irónica enarqué una ceja y vi divertida como él se enfurecía

-¡me dijiste poco hombre!

-No, yo dije que te hicieras hombre, que es muy diferente… tú agregaste solito eso de poco hombre… ¿será que te sientes así?

-tú también te sentirías así si…

-¿problemas de recámara?-cada vez estaba más divertida, creo que buscarle guerra era lo que me levantaba un poco el ánimo.

-por supuesto que sí, no lo he hecho con nadie desde que te conocí

-¡¿Cómo?!-me sorprendí genuinamente… ¡¿con nadie?! Sé que eso es muy importante para los hombres, es como que si no lo hacen no viven o algo así…

-en verdad… no lo he vuelto a hacer desde que te conocí y no miento

-Oh por Dios… hablas en serio-quedé observando su mirada desnuda que no ocultaba nada y pude estar cien por ciento segura de que no me mentía… y aún así no pude dejar de llorar.

-oye, lo que hagas en tu recamara o dejes de hacer, no es asunto mío

-¿segura? ¿No te habrías sentido celosa si me hubiera encamado con otra?

-¿y eso que te importa? -todo lo que tenga que ver contigo me importa…

-y ahí vamos nuevamente con todo ese rollo

Enojada dejé estar mi cabeza sobre la pared y comencé a ignorarlo. Por su parte, Edward se arrastró hasta quedar cara a cara conmigo y a milímetros de mi rostro

-no invadas mi espacio personal

-ya lo estoy invadiendo- se mofó tomándome del rostro con sus cálidas manos… que extraño y qué familiar se me hacía su tacto… su perfume atacaba cada uno de mis sentidos, y… como en aquella ocasión tan lejana en el baño, nuevamente sentí la necesidad de más, pero no sólo de más de su tacto, sino de más Edward en sí mismo

-exactamente como aquella ocasión en el baño…- sus palabras prácticamente leyeron mis pensamientos apabullando así todos mis nervios.

-¿no te das cuenta mi amor? la vida no es vida si no es contigo, yo no soy yo si no estoy a tu lado.

-ya es demasiado tarde Edward…

-no, no es demasiado tarde. Mírame a los ojos Bella, mírame- pidió cuando yo me negué a acatar su orden, aunque claro, a fin de cuentas terminé cediendo- dime sólo una vez que puedes vivir sin mí, que descubriste felicidad fuera de nosotros, que ya no me amas y juro por Dios que me marcho por esas escaleras y nunca más volverás a saber de mí, pero dilo…

-yo…yo…- mi voz se quebró debido al nuevo llanto que atacaba mi ser y temblé bajo sus manos, no podía…no podía decirle eso.

-no puedo decir eso

-¿Por qué no?

-Porque simplemente no es verdad y sabes que no sé mentir-miré detenidamente el suelo para que su mirada no me golpease en el alma.

-te amo con toda mi alma y nunca lo voy a dejar de hacer, he rogado a Dios que me vuelva a poner en tu camino desde la primera noche de nuestra pelea. No puedo dormir, no puedo trabajar, con suerte y como. Soy un inservible, no sirvo ni para cuidar a Matt y… y… te extraño a rabiar… te extraño a rabiar mi cielo- me abrazó fuertemente y por primera vez en mi vida, supe que Edward estaba llorando sobre mi hombro.

-¿estás… estás llorando?

-No…

-no me mientas

-bueno sí, pero no te burles…

-jamás podría burlarme-inconscientemente le abracé mas fuerte, buscando su refugio y su calor.

-te amo Bella…

-yo… yo también Edward-confesé rendida, ya ninguna defensa podría ayudarme en ese momento, era lo que sentía y nada más que eso. Le seguía amando con cada latido de mi corazón, desde el principio y hasta el final.

-escucha… no te puedo prometer que no vamos a sufrir ni que todo será color de rosa, es más, habrá días en los que querrás matarme, golpearme fuertemente con una mesa o algún objeto contundente y marcharte de mi lado por insoportable, pero lo que siento por ti sé que no lo sentiré jamás por nadie. Te amo como eres, con tus virtudes y tus defectos, con tu cocina y tus inseguridades, con tus retos y tu inocencia, te amo por completo y sé que estoy lleno de defectos, que no sé decir lo que siento, que me cuesta saber convivir o entender que somos dos. Pero también te puedo jurar que tendremos días perfectos en que agradeceremos a Dios por habernos unido, que cocinaremos juntos y nos tiraremos en el living a ver alguna peli, o que dormiremos en nuestra cama abrigados por el amor del otro… y también juro por Dios, que si no te pido esto ahora sé que me arrepentiré el resto de mi vida

-… no me digas que me vas a…

-cásate conmigo Bella-esa simple súplica, con palabras tan sencillas y espontáneas fueron un golpe bajo para mi enamorado corazón- prometo entregarte mi alma y mi vida, y quiero que Dios sepa cuánto te amo, quiero vivir mi vida contigo, quiero forjar un destino a tu lado… ¿Qué me dices?

-yo…yo…-tartamudeé nerviosa mirando al hombre en frente mío, y pude ver poco a poco la transformación en su mirada… como poco a poco el viejo brillo volvía a él.

-Y nada de tratos, hago esto porque te amo y no te dejaré escapar dentro de dos años, ni sueñes que te dejaré huir nuevamente.

-¡te amo!-fue lo único que pude exclamar para luego saltar a sus brazos. Lamentablemente el no estaba sentado de una manera estable y pronto debido a la fuerza de la gravedad caímos sobre el suelo.

-¿me sigues amando?-pregunté medio año después a mi ya esposo.

-Por supuesto, ven conmigo, la cama está fría-acarició lentamente el espacio vacío que me correspondía y yo me resguardé en sus brazos. -¿nunca dejarás de amarme?

-jamás

-ok, entonces… aviso… dejaré de estudiar por uno o dos años

-¿Cómo? Pero si ya vas casi tres años de tu carrera, te falta sólo uno para graduarte

-eso puede esperar

-¿y qué tienes en mente?

-Recuerda que juraste amarnos hasta que la muerte nos separe- me alejé de él para verle seriamente y él se sentó dándole la espalda al borde de la cama.

-nos casamos hace tan sólo cinco meses, claro que te sigo amando

-jura que será hasta que la muerte nos separe

-lo juro

-ok… escucha, tengo algo importante que decirte

-¿y qué es eso?

-yo…yo…

-es algo importante, ¿verdad?

-claro…

-porque mañana debo madrugar para ir a trabajar, y digamos que si comienzas con tus tartamudeos…

-oye, estoy nerviosa

-¿Qué es eso que me tienes que decir?

-es difícil…

-como tú me dijiste una vez: "hazte hombre"

-estoy embarazada… vamos a esperar un niño Edward…

-¿un niño?

-si, un niño. ¿Estás feliz?

-yo… ¿voy a ser padre?-preguntó atónito sólo para desmayarse y caerse pesadamente por su lado de la cama, por el sonido, deduje que se dio un muy fuerte golpe la cabeza contra el suelo alfombrado. -¡¿Edward? Mi amor, ¿estás bien?!-grité algo asustada pero resignada, después de todo… esperaba esa reacción del hombre de mi vida.

FIN


SIENTO MUCHO LOS ERRORES, PERO FUE LA CULPA DE MI TRADUCTOR AUTOMATICO, PERO ACA LES TRAIGO EL CAPITULO CORREGIDO.