AVISO DE SALEM:
Si se atrevieron a llegar hasta aquí, bienvenidos sean =D, como dije antes, ésta será una continuación de "Una segunda oportunidad", pero igual y ambas pueden leerse como historias independientes, me quedé con tantas ideas sueltas que quise hacer el experimento, se trata de una posibilidad que me plateé (haber cómo resulta XD), desde ahorita les anticipo que no he pensado en un final y la historia no será precisamente feliz, aunque como todo, igual y tendrá sus buenos momentos, aunque ya tengo una vaga idea del final, puede quedar inconclusa, léanla bajo su responsabilidad y a sabiendas de que tal vez no haya un fin -o-, hechas las aclaraciones, ahora sí, los dejo con la historia, ojalá la disfruten, tanto como yo al escribirla ;D.
Titulo: Rewrite
Resumen: Por más que lo deseemos, la felicidad no es eterna, puedes alargar el momento de la despedida, pero eso no evitará que se marche. «Si la vida me diera una segunda oportunidad, quizás lo haría mejor ésta vez...»
Declaimer: Naruto no me pertenece, sólo me gusta jugar con los personajes y las posibles situaciones que podrían darse en su mundo, algún día se los robaré a Kishimoto-sensei y reescribiré la historia a mi gusto XD.
Capitulo 1: Se abre el telón: la vida no es de color rosa.
Era una calurosa tarde de mediados de junio, nada mejor para matar el rato libre que una partida de naipes, los contrincantes se veían fijamente unos a otros, concentrados en el próximo movimiento que sería el definitivo, una sonrisa satisfactoria asomó a los labios del chico, conforme con lo que veía en su juego, puso lentamente sus cartas sobre la mesa , ante el asombro de su contrincante más aguerrida.
- ¡Imposible! – gritó histérica la chiquilla rubia, lanzando los naipes al aire en señal de protesta.
- Gané... – expresó tranquilamente el triunfador, un niño de alborotados cabellos negros y singulares ojos grisáceos con tenues destellos violeta, ambos de la misma edad, siete años, casi ocho, los naipes extendidos sobre la mesa de juego mostraron una flor corrida, convirtiéndolo hasta el momento en el indiscutible ganador – la diosa suerte está de mi lado – dijo sin saber muy bien qué significaban las palabras, alguna vez escuchó decirlo a Naruto-ojisan y desde entonces adoptó la frase como propia, iba a recoger los dulces apostados, más la niña de cabellos tan resplandecientes como el sol y suspicaz mirada esmeralda no lo permitió.
- ¡Momento Itachi-kun!, hay algo sospechoso... – palmeó la mesa con un golpe seco y casi pegó su rostro contra el de su contrincante para verlo directamente a los ojos, tratando de intimidarlo y hacerlo confesar su oscuro secreto.
- No seas mala perdedora Uzumaki y deja que tomé lo mío – le sostuvo fríamente la mirada, desafiantes, se miraron por un largo rato sin siquiera parpadear, hasta que la niña rompió el contacto visual y exclamó.
- ¡Hiciste trampa! – lo señaló acusadora con el dedo índice, apoyando su pie derecho en el borde de la mesa.
- ¡¿Qué?! ¡por supuesto que no! – se mostró claramente ofendido por la absurda acusación.
- ¡Oh!, pero por supuesto que si teme... – inamovible en su postura, sostuvo su dedo acusador – ¡es imposible que ganes diez juegos seguidos!
- Deja de ser tan infantil dobe, les gané limpiamente... es más, tú lo viste okaasan – de repente se dirigió a una hermosa mujer de cabellos negros y nívea piel, quien yacía sentada a un lado, en el otro extremo de la mesa, más la inquieta rubia no la dejó decir una sola palabra.
- ¡Cierto Hinata-oba tú lo viste!, ¿verdad que Itachi-kun hizo trampa? – la mujer sonrió indulgente, nuevamente ese problemático dúo la estaba poniendo entre la espada y la pared.
- Yo... creo que es muy pronto para que cantes victoria Itachi-kun... – el aludido pestañeó confundido, la confusión fue disipada por la dulce y musical vocecita que se escuchó en el extremó sur de la mesa, pertenecía a alguien quien también jugaba y habían olvidado por la discusión.
- ¿Niisan?, ¿Mina-chan? – tanto el moreno como la rubia volvieron al uníoslo sus cabezas, centrando su atención en la pequeña niña de tranquila mirada grisáceo-violácea y corta melena negro-azulada – creo que gané... – entonces mostró sus cartas, dejando cuatro ases al descubierto.
- ¡¿Nani?! – su hermano gemelo le miró consternado, mientras que su amiga no tardó en festejar.
- ¡KAWAI...!, ¡ASÍ SE HACE MIHO-CHAN! – impulsiva como era, la oji-verde trepó la mesa, sin importarlehacer un desastre, cruzó por en medio para abrazarla, estaba sumamente feliz de ver derrotado al tramposo de Itachi, Hinata reía por lo bajo al ver la cara de desolación de su hijo mayor, mientras que su hija menor, pese a la efusividad mostrada por su sobrina adoptiva, no daba el mayor interés al asunto.
En muchos aspectos Mizuho se parecía a ella, poseía un carácter tranquilo y dócil, pero sin llegar a ser tímida por ello, mientras que Itachi era todo lo opuesto, él heredó en gran medida el carácter de Sasuke, la única diferencia entre ambos, era que a Itachi le costaba menos trabajo abrirse a los demás.
No había día que no le diera gracias a Kami por dejarla ver un nuevo amanecer, significaba un día más de felicidad al lado de sus seres amados, ellos eran su razón de seguir luchando día a día contra su enfermedad, pero no luchaba sola, Sasuke se había convertido en una especie de ángel guardián que siempre estaba ahí para protegerla, y hablando de él, el hilo de sus pensamientos fue interrumpido de pronto por Mizuho, quien por primera vez se mostró inquieta y saltó de su asiento.
- ¡Otousan…! – corrió al encuentro de su padre.
Éste acababa de llegar de una larga misión, había estado fuera alrededor de dos meses e igualmente se sentía feliz de volver a ver a su familia. Sasuke recibió gustoso el abrazo de su pequeña y la cargó en brazos, esa niña tenía el mismo efecto sobre él que su madre, logrando derretir su fría fachada con una sola de sus sonrisas.
- Bienvenido a casa Sasuke-koi... – el aludido depositó nuevamente a Mizuho sobre el piso y se acercó a Hinata, quien le sonreía dulcemente.
- Arigatou Hime... – besó afectuoso su mejilla, para ninguno de los ahí presentes era raro ver tales muestras de cariño entre los esposos Uchiha, la rubia invitada ––que prácticamente vivía ahí–– era ya como su tercer hija.
- ¡Adivina!, !adivina Sasuke-oji…! – se apresuró a decir emocionada la chiquilla rubia, saltando a su alrededor, el aludido se limitó a medio sonreír, prestando suma atención a lo que Minako tenía que decirle ó de lo contrario no se la quitaría de encima el resto de la tarde, tanto interior como físicamente, esa niña era exactamente igual a Naruto, una reproducción en miniatura del oiroke no jutsu sin bigotes – Miho-chan acaba de derrotar a Itachi-kun en el póquer...
- ¿Enserio? – miró curioso a su primogénito, sabiendo de antemano lo mucho que odiaba perder.
- Fue pura suerte... – se cruzó de brazos e hizo un gracioso mohín.
- Ahora quién es el mal perdedor... – la rubia le saco la lengua y después corrió tras Sasuke, evitando cualquier represalia por parte del Uchiha menor.
- Bueno niños, creo que ya fue suficiente por hoy, recojan todo y lávense las manos para cenar – anunció Hinata en voz de mando, algo que aprendió a implementar con los años.
Con la ayuda de Sasuke se puso en pie, los chicos hicieron lo que Hinata les pidió y así fue que levantaron el tenderete que tenían puesto a la mitad del pórtico que daba al patio trasero, mientras Sasuke y Hinata se dirigían a la cocina.
- Es fastidioso tenerte todos los días aquí ¿lo sabías? – comentó mordazmente Itachi, todavía resentido de la mofa que había hecho la rubia sobre él minutos atrás, la niña le miro de mala manera, no obstante se guardó sus palabras y siguió recogiendo los cojines sobre los que habían estado sentados unos segundos atrás.
- No seas malo niisan, Mina-chan es nuestra amiga y puede venir aquí cuando quiera... – le reprendió su hermana menor, generalmente ella era la que ponía paz de por medio y por alguna extraña razón, él nunca podía rebatirle nada, era el efecto Mizuho, como solía decir su padre, mismo que le fue heredado por su madre, la única persona en el mundo a quien ni Sasuke, ni Itachi podían contradecir – no hagas caso Mina-chan, todavía está enojado por haber perdido... – se apresuró a decir a su amiga para remediar las cosas.
- Arigatou Miho-chan...
- Bah... como sea... – balbuceó el pequeño, arrastrando de mala gana la mesa a un rincón luego de haber recogido los naipes – lo que no entiendo es ¿por qué te la vives aquí?, si también tienes una familia... – su comentario fue espontáneo, pero hiriente en cierta medida.
- Porque mis papás no me quieren... – la respuesta que obtuvo fue simple, pero contundente, logrando dejarlo sin palabras y arrepentido.
- Demo si Naruto-oji y Sakura-oba te quieren mucho... – expresó bondadosa la morena, a ella y a Itachi les constaba que era así.
- Digo la verdad Miho-chan, desde que otousan se volvió Hokage ya nunca tiene tiempo para mí, además okaasan se la pasa todo el día en el hospital, y cuando supo que viene el hermanito en camino, no volvió a hacerme caso, a veces dice que soy molesta y que debería dejar de ser tan caprichosa, otousan dice que es así de irritable por el embarazo, y que cuando yo iba a nacer una vez se enojó tanto que lo mando al hospital... – todo puesto en su lugar, los tres niños se dirigieron al cuarto de baño de la segunda planta para lavarse las manos.
- Pues diles qué te molesta y ya... – interrumpió Itachi, siendo tan práctico como siempre, mientras les abría la puerta para que las niñas pudieran entrar.
- ¿Crees que no lo intenté?, ellos nunca me escuchan..., por eso ya lo tengo decidido... – mostró una pose determinada, apretando el puño frente a ella – voy a adoptar a sus padres y dejaré los míos, por mi pueden quedarse con su nuevo hijo...
- No seas baka, eso no se puede hacer... – Itachi le dio un suave golpecito en la cabeza.
- Claro que se puede, y en cuanto eso pase ustedes serán mis hermanos... – decía emocionada, a esa edad todo resultaba tan fácil, que era difícil ver los verdaderos problemas que realmente conllevaba.
- ¡Eso sería genial Mina-chan!, siempre quise tener una hermana... – la abrazó Mizuho, creyendo fervientemente en las palabras de su mejor amiga.
- ¿Y qué se supone que soy yo? – repuso irritado su gemelo.
- Tu eres niño, no es lo mismo... – ambas rieron divertidas al ver la cara descompuesta de Itachi, quien no supo cómo rebatir a eso.
- - -
En la cocina, Hinata dispuso la cena mientras Sasuke le ayudaba a poner la mesa, hecha su tarea se acercó a ella, quedándose a su lado, ayudando a acomodar los platos a servir.
- ¿Ya te sientes mejor Hime? – cuestionó de repente, ella asintió con suavidad y le dedicó una cálida sonrisa para darle a entender que estaba bien – pienso que deberías estar descansando, no te has sentido bien y... – con delicadeza, Hinata posó su dedo índice en los labios de su marido para hacerlo callar.
- Tranquilo amor, todo está bien, si me paso el día en cama perderé las fuerzas... – apartó su dedo y lo besó, en esos últimos años había dejado atrás cualquier rastro de nerviosismo y timidez, saliendo a la luz su verdadera forma de ser, un carácter tranquilo y amable, pero nunca subyugado, atrás había quedado el tartamudeo, la indecisión y la cobardía frente a los demás.
Sasuke correspondió el beso sin mesura, besándola tan intensamente como si fuera la primera vez, había añorado por dos largos meses aquel contacto, el ser frío y distante que alguna vez llegó a ser conocido como el demonio Uchiha, se redimió gracias a la luz que Hinata trajo a su vida, la seriedad seguiría siendo algo distintivo de su carácter, más no esa indiferencia que lo caracterizara en el pasado.
Su apasionada muestra de afecto fue refrenada al escuchar una fingida y molesta tosecilla, Sasuke suspiró cansado, Itachi resultaba de lo más inoportuno en ocasiones, no así Hinata rió por lo bajo, nuevamente habían sido sorprendidos, tanto Minako como Mizuho veían ensoñadas la escena, imaginando estar en uno de los shojos que acostumbraban leer, más Itachi tenía tal gesto de repulsión, que parecía iba a vomitar en cualquier momento.
- Tomen asiento, en seguida serviré la cena... – ordenó Hinata, y todos acataron lo dicho. Otra de las razones por las que Minako pasaba tanto tiempo con la familia Uchiha, era precisamente porque así podía disfrutar de las delicias que Hinata-oba preparaba, quería muchísimo a su okaasan, sin la menor duda ella poseía muchas cualidades, pero cocinar no era una de ellas, su comida siempre estaba desabrida, excesivamente salada, condimentada ó picante, en cambio con la de su tía podía alcanzar el cielo en cada bocado, mucho más cuando preparaba su platillo preferido, ramen, entonces ni su padre podía evitar hacer una visita a los Uchiha.
- Despacio Minako-chan ó vas a atragantarte – le reprendió Sasuke, al ver la enorme velocidad con la que engullía los alimentos.
- To dieto cof cof... – y tal como lo predijo, por poco se atraganta al hablar con la boca llena, rápidamente Hinata, que estaba frente a ella, le pasó un vaso con agua, Minako lo bebió hasta el fondo, despejando el atasco – cof, eso estuvo cerca, dattebayo... – exhaló aliviada.
- Eres una baka, un día de estos vas a morirte ahogada por un trozo de carne – repuso Itachi con aparente indiferencia.
- ¡Cállate teme...! – insultada, le aventó una servilleta que le cayó en la cara, y aquí iban de vuelta, se enfrentarían en una discusión sin sentido, en la que Sasuke terminaría por intervenir para aplacar sus ánimos exaltados.
- ¿Cuándo será el día que tengamos una cena tranquila? – le murmuró a su esposa, mientras veía ir y venir las amenazas del moreno y la rubia, una escena tan frecuente que ya se había vuelto normal.
- Supongo que viene en los genes, se parecen mucho a Naruto-kun y a ti... – expresó serena su compañera, más su esposo alzó una ceja en señal de no entender – Itachi-kun y Mina-chan son su viva imagen, aún recuerdo cuando íbamos a la academia, él y tú discutían por cualquier cosa.
- ¿De qué hablas Hime?, yo jamás fui así de inmaduro... – expresó indiferente, mientras terminaba de degustar su cena.
- ¿No…?, entonces creo que mi memoria empieza a fallar – puso el dedo índice sobre su mentón en gesto pensativo – y es que si mal no recuerdo fue a causa de su rivalidad que recibiste tu primer beso ¿no Sasuke-koi? – le sonrió angelical, pero Sasuke casi se atraganta, Hinata podía llegar a ser su peor enemigo cuando se lo proponía, de sólo recordar aquel bochornoso incidente se le revolvía el estomago.
- Eres muy mala a veces… – le dirigió una gélida mirada a la que Hinata no dio mayor importancia, mostrando su dulce sonrisa.
- Lo sé... – murmuró con aire cariñoso – aún así me amas... – susurró a su oído provocativa, la molestia en el rostro de Sasuke se desvaneció, su mirada se perdió en la de su esposa, y por poco sus rostros volvían a unirse, de no ser porque Itachi, quien estando a un lado de su madre inmediatamente protestó.
- ¡Onegai no otra vez!, ¿acaso quieren que vomite lo que me comí...? – hizo una mueca de asco, momento que aprovechó Hinata para darle un cálido beso en la mejilla – oka-okaasan... ¡iie....! me vas a pegar los piojos... – se limpió con el dorso de la manga la mejilla.
- ¿Cómo que piojos? – ahora si lo miró sorprendida.
- Inoue-kun dice que si una chica te besa, te pega los piojos, y yo no quiero piojos sobre mí... – se cruzó de brazos enfadado, con el ceño fruncido.
- Eso no es verdad teme... – expresó la rubia que estaba sentada frente a él, llevándose una porción de arroz a la boca.
- ¿Y tú cómo sabes? – la encaró de frente sumamente irritado.
- Fácil... – la traviesa chiquilla dejó sus palillos de lado, se levantó con toda la calma del mundo, parándose de puntillas sobre su silla y apoyó las manos en la mesa para acortar la distancia, para finalmente plantarle un beso en los labios, dejando a todos estupefactos con su atrevida acción – lo vez, ni un solo piojo... – se carcajeó al ver su rostro desencajado.
- Interesante... – Hinata murmuró expectante, manteniendo los palillos todavía en el aire, para posteriormente sonreír con cierta malicia, teniendo una buena corazonada al respecto.
- ¡BAKA! – exclamó el pequeño Uchiha colérico, escupiendo saliva, todo rojo y limpiándose desesperado la boca por la desfachatada acción de su némesis – ¡Minako estás loca!.
- Bah, no hagas tanto escándalo, ni que fuera para tanto 'ttebayo... – se situó de nuevo en su asiento y prosiguió comiendo como si ahí no hubiera pasado nada, aún cuando acababa de arrebatarle su primer beso y de paso yendo implícito el de ella también.
- ¡A-ahora tengo tus piojos! – la otra se encogió de hombros sin darle importancia, comiendo de un solo mordisco uno de los camarones en su plato, Itachi no lo toleró y en un rápido movimiento le arrebato el tazón de las manos para comérselo a toda prisa, Minako lo miró incrédula y posteriormente furiosa, podía meterse con ella pero no con su comida.
Lo que siguió a eso fue una batalla campal de insultos y amenazas que terminó con una seria amonestación de Sasuke para ambos, la cena concluyó en aparente calma, al menos eso parecía hasta que llegó la horade ir a la cama, como solía acostumbrar, Minako se quedaría a dormir con ellos, compartiendo habitación con los mellizos. Entre sonoras protestas, Itachi tuvo que dejar la comodidad de su cama para cedérsela a la niña rubia, Minako disimuló muy bien la sonrisa triunfal que el hecho le causaba, viendo satisfactoria como el chico terminaba instalándose sobre el piso, en un futon, era lo menos que merecía al haberle arrebatado sus valioso kamameshi.
Luego de leerles algo y verificar que estuviesen profundamente dormidos, Hinata depositó un beso en la frente de cada uno y apagó la luz de la habitación, cerrando con cuidado la puerta al salir para no despertarlos, y así terminaba un típico día en la vida de los herederos Uchiha, dentro de un mes y medio ingresarían a la academia ninja, lugar que tenían asegurado desde su nacimiento, el tiempo pasa volando cuando se es feliz, Hinata aún podía recordar como si fuera ayer su primer diente, sus primeros pasos, su primera palabra y hace no mucho su primer día en el preescolar, para posteriormente cursar la escuela básica, entonces no pudo evitar preguntarse ¿si también estaría ahí cuando recibieran su bandana ninja?, sacudió la cabeza, tratando de alejar los lóbregos pensamientos que últimamente rondaban tan insistentemente por su cabeza.
Tomó profundamente aire y exhaló lentamente antes de entrar en su habitación, no quería arruinarle la noche a su esposo con sus absurdas preocupaciones, y tal como lo supuso, Sasuke aguardaba impaciente en su habitación, ya había tomado una ducha y se había puesto el pijama. Al verla entrar no tardó en dirigirle una significativa mirada, recorriéndola de pies a cabeza, con el mismo apetito que un lobo ve a una oveja, mientras se encaminaba con paso lento hacia ella. Hinata sonrió tentadora, aceptando de buena gana la invitación, ansiando en igual forma lo que venía a continuación.
- Te extrañé… – le susurró a la altura del oído, tomándola firmemente de la esbelta cintura, acercándola más hacía sí. Para Sasuke, su esposa siempre sería la mujer más atractiva del mundo.
- También yo… – murmuró igual de bajo, pasándole los brazos alrededor del cuello, alborotándole los cabellos, algo que le encantaba hacer desde la primera vez que estuvieron juntos, pegando su mejilla a la suya, mientras él exploraba con las manos bajo su kimono – me preocupaste… – la agarró por los glúteos, y ella le rodeó con una de sus largas piernas.
- Hubo algunas complicaciones… – Hinata paró las caricias y profirió un sonoro suspiro que nada tuvo que ver con la pasión.
- Tuve tanto miedo Sasuke – lo abrazó fuertemente, él se detuvo por un momento para mirarla de frente – se suponía que sería una misión sencilla, temí... temí que algo malo te hubiera pasado – escondió su rostro en el cuello de él, ocultando el cristalizado velo que empañara las perlas de sus ojos – si algo te pasara yo me volvería loca de dolor… – ya no pudo ocultar el quiebre de su voz, Sasuke sonrió comprensivo y la estrechó con más fuerza.
- No fue mi intención preocuparte Hime… – acarició dócilmente sus cabellos, besando su cabeza para tratar de tranquilizarla, la acunó entre sus brazos durante un rato hasta que ella pareció tranquilizarse.
- Gomen ne… – se apartó y limpió disimuladamente algunas lagrimas que habían logrado escapársele – estoy un poco sensible últimamente – sonrió, tratando de ocultar el inexplicable sentimiento de angustia que la afligía, debería estar disfrutando de su compañía, en vez de arruinar por sus sentimentalismos la primera noche que pasaban juntos en dos meses, tal vez era que ella misma no se sentía segura de estar para él cuando regresase, los malestares de su condición se habían acentuado últimamente, cada vez le costaba más trabajo aparentar que todo estaba bien, siendo que el cansancio y la falta de aliento se hallaban siempre presentes.
- Lo mejor será dormir… – le ofreció amable, Hinata se sintió culpable, él no preguntó nada, pero tenía el presentimiento que su esposo ya sospechaba algo al respecto, siempre había sido así, podría actuar frente a los demás, más no ante él, para Sasuke ella era un libro abierto que podía leer fluidamente, nada podía esconderle, no a él, quien era el único que conocía hasta el más mínimo detalle de su alma, sus alegrías, sus tristezas, sus deseos y sus miedos más profundos.
Hinata se puso igualmente el pijama y se acomodaron bajo las mantas, Sasuke resguardó su frágil cuerpo en un protector abrazo, no quería ni pensar en ello, y por más que quisiera negárselo, era cabalmente consciente del debilitado estado de su esposa, había sido tan feliz los últimos años que no podía concebir su vida sin ella a su lado, durante los últimos ocho años aguardaron pacientes un corazón para ella, pero a últimas fechas comenzaba a desesperarse, cierto, hubo varios candidatos, más ninguno cumplió con los requisitos.
Ya no se dijeron nada al respecto, inmersos cada cual en sus propios pensamientos, pero había un tema en común que ambos compartían y preocupaba por igual, la cuenta regresiva se había reiniciado y ésta vez no podrían hacer nada para detenerla, obtuvieron una segunda oportunidad y era tiempo de pagar el precio.
Continuará…
(Dudas, sugerencias, felicitaciones y jitomatazos, favor de dejarlos en un review, gracias -o-)