Solo quiero avisarles que cambie el capitulo anterior, espero que lo puedan leer, gracias por leerme xD

Capitulo 5

Junto a él, había un retrato de Fred sonriendo y saludando. Al ver lo, Ginny apretó la mano de Harry, y cruzó la puerta…

El interior era casi igual, menos llamativo, pero igual de alegre, por los pasillos había muchas familias comprando diversos objetos, detrás del mostrador estaba George enseñando a su mamá cual era la manera correcta de cobrar.

Después de dar una vuelta por la tienda y que Andrómeda se quedara a ayudar a la Sra. Weasley, Harry decidió que tenía que comprar algunas cosas para su casa, quería que Teddy y Andrómeda se fueran a ir a vivir con él. Todavía faltaba una hora para la comida, y faltaba el resto de la familia.

-¿Ginny, me acompañas a Londres muggle?, quiero comprar algunas cosas para Teddy.-

-Claro-

-Pero primero iremos a Gringotts, necesito sacar dinero- Dijo Harry mientras se acercaba a George que le mostraba unos juguetes a Teddy. – ¡Oye tú! No creas que porque no tiene padre voy a dejar que lo lleves pero el mal camino.- Le dijo mientras sonreía.

-Pero si solo le estoy enseñando unos cuantos juguetes, hay que dejar que la sangre de merodeador que corre por sus venas salga a la superficie.-

-Si, claro-Dijo Harry al tiempo que cargaba a Teddy y sonreía.-Vamos a salir a comprar unas cosas, regresamos en un rato.-

-¿Vendrán a comer verdad?, He invitado a Angelina y a Alicia a comer, ¿crees que mamá se moleste?-

-Claro que vendremos a comer hermanito,- Dijo Ginny mientras le daba un beso en la mejilla - Y yo creo que a mamá le va a encantar comer con las chicas, míralas se llevan bien.- Detrás del mostrador la Sra. Weasley reía con ambas muchachas mientras Andrómeda cobraba a unos niños.

Harry, Ginny y Teddy fueron al mostrador esquivando a unos muchachos que veían los aparadores.

-Andrómeda, me gustaría llevarme a Teddy un rato-

-Claro, no hay problema, sólo lleven sus cosas por si las dudas- Ginny tomó al bebe de los brazos de Harry mientras este tomaba la pañelera de una silla cercana.

Al salir a la calle, mucha gente empezó a cuchichear a su paso. Algunos lo señalaba y otros lo miraban con respeto, inclusive más de uno le grito alabanzas.

-Papi, papi, mira ese es Harry Potter- Decía un niño mientras señalaba a la pareja. Y el padre le sonreía a su hijo.

Cuando llegaron al Banco Gringotts se detuvieron en la puerta y Ginny leyó en voz alta:

"Entra, desconocido, pero ten cuidado con lo que le espera al pecado de la codicia, porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado, deberán pagar en cambio mucho más, así que si buscas por debajo de nuestro suelo un tesoro que nunca fue tuyo, ladrón, te hemos advertido, ten cuidado de encontrar aquí algo más que un tesoro".

Ambos se quedaron parados enfrente de la puerta, tomados de la mano y Ginny cargando a Teddy.

-¿Harry?

-Si Ginny.

-¿Crees que te dejen pasar?

-Yo no robe nada, al menos no para beneficio personal.

Ambos caminaron hacia la puerta, cuando Ginny sintió que Harry la jalaba hacia atrás. Harry estaba en el suelo, medio hincado, medio tirado, agarrando todavía la mano a Ginny.

-¿Pero qué demonios? – Dijo mientras soltaba la mano de Ginny, y se levantaba. Cuando volteo a ver a Ginny, vio que estaba recargada en uno de los muros de la puerta y se reía como no lo había hecho desde la muerte de Fred, casi se le caía el bebé de las manos por la risa que tenía.

-Muy gracioso, eh señorita - Harry corrió a abrazarla, pero cuando estaba a punto de alcanzarla la barrera del banco lo empujo con tal fuerza que cayó en medio de la calle atrayendo todas las miradas de los que pasaban en ese momento por la acera.

-Señor Potter- Dijo un duende que se salía del banco junto con Griphook y otros duendes más, detrás de ellos estaba Bill, y otros dos magos. – Acompáñenos, por favor.

Harry le dio la mano a Ginny, y los siguieron.

-Ahora si no puedo sacar tu dinero Harry, tu mazmorra ha sido sellada momentáneamente.- Le dijo Bill en un susurro mientras caminaba junto a ellos. – Es mejor que no hubieran traído al bebe.

-¿Por qué, a donde vamos?- Preguntó despacito Harry, mientras Ginny, que estaba en medio de los dos,seguía y escuchaba.

-Vamos a las oficinas.- Contesto Bill.

Pasaron a lo largo de los mostradores, mientras caminaban los magos volteaban a verlos y se preguntaban a donde llevaban al héroe de guerra, y los duendes los miraban sobre sus gafas.

Entraron en un pasillo con puertas a los lados con nombres y cargos escritos en ellas, los llevaron hasta el final donde se leía "Sala de Reuniones".

-Adelante por favor- Dijo el duende.

La Sala de Reuniones tenía una mesa para doce personas con sus sillas, una cafetera mágica y otros cuantos muebles con diseños antiguos. En la cabecera de la mesa, había sentado un duende con rostro serio que no le quitaba la vista de encima a Harry, quien se sentó en la otra punta de cabecera con Ginny a su derecha con Teddy en sus piernas.

-Señor Potter, déjeme presentarme, soy Cornwall, coordinador del Banco Gringotts-

-Mucho gusto en conocerlos, ella es mi novia Ginevra Weasley, y mi ahijado Ted Lupin.

-Bueno, como sabrá usted violó nuestras reglas al robar de la mazmorra de los Lestrage, por lo tanto hemos hablado entre nosotros y hemos decidido que su condena va a ser…

Mientras tanto en Australia…

-¿Ron, crees que esta vez sí sean ellos? – Hermione estaba bastante preocupada- -Está será la tercera casa que visitamos, y no sé que voy a hacer si no son ellos.

-No te preocupes, cariño, los encontraremos. – Ron sonaba más seguro de lo que parecía.

La pareja caminaba acompañada de un par de aurores del ministerio de magia de Australia, iban sobre la avenida principal, al final de la calle había una pequeña casa azul, que tenía un letrero que decía:

"Consultorio Dentista"

John, uno de los aurores que los acompañaban, se acercó a la puerta, y tocó.

Después de esperar unos segundos, y que nadie abriera la puerta, se volteó a ver a Hermione.

-Parece que no hay nadie, podemos entrar y saber si son ellos. – Dijo.

-Sí, creo que lo mejor es entrar, y saber la verdad de una vez.- Ron no quería prolongar más la angustia de Hermione.