N/A: Lamento mucho la tardanza, pero aquí lo tiene ya ¿no? Es corto pero la historia está avanzando, por lo que la historia terminara pronto. Me fue muy difícil terminar este capítulo, sabía lo que quería que pasara, pero abarque todo en solo cuatro páginas, quería hacerlo más largo pero eso arruinaría lo que tengo planeado. Bueno, mejor los dejo con la historia.


Thrud

Por Valkiria Thrud

Capítulo 10


La vida se estaba volviendo cada vez más y más difícil. La terquedad de su padre los estaba afectando a los tres. Fenrir y Echan ya no se acercaban más a Loki, y sinceramente se estaba haciendo asfixiante el tan solo tener que saber que tenía que entrar a la oficina donde Loki pasaba la mayor parte del tiempo. Ya ni siquiera tomaba los casos de las personas que llegaban en busca de sus servicios. A decir verdad ni siquiera había transcurrido un mes de lo ocurrido, sin embargo se sentía como si hubiese sido hace meses.

Yamino, Fenrir y Echan trataron de hallar una solución, habían recurrido a la ayuda de las norns, sin embargo con lo único que regresaron fue con una simple respuesta "aguarden, todo ocurrirá a su debido tiempo", eso fue lo que dijo Urd. Es bien sabido que ellas jamás dan una respuesta clara, pero el consuelo que hallaron es que no encontraron algo negativo en sus palabras. Lo que probablemente significaba que todo se solucionaría entre su padre y la señorita Mayura.

Ha sido tan extraño no verla llegar con su algarabía usual. Ella había llegado a sus vidas revolucionándolas con su alegría constante, y él había estado más que feliz por eso. Ahora su padre no era tan retraído, desde que ella llego tenía algo por qué sonreír todos los días. Y él había sabido a dónde lo llevaría su amistad con la joven pelirosa.

Anteriores fechas a antes de que ambos se establecieran en el romance, había notado como Loki miraba por la ventana con impaciencia, siempre parecía hacerlo lo más discretamente posible, pero Yamino siempre fue capaz de ver la insistencia en sus ojos, y había sonreído ante ello. Ahora no era precisamente así, porque en más de una ocasión, lo había atrapado mirando por la ventana con una mirada distante y melancólica.

Yamino suspiro. Estaba preparándole un té, lo que significaba que tendría que subir y encontrarlo en el mismo estado miserable desde que había peleado con Mayura. Aunque no podía llamársele pelea, después de todo se necesitan dos personas para hacer eso, y por lo que le dijo el dios Thor, ella no argumento nada, no se defendió, por lo que no fue una pelea, más bien lo llamaría un capricho por parte de su padre.

Tomó la bandeja con el té y salió de la cocina para dirigirse hacia la escalera. Cuando hubo llegado al pie de la escalera vio a Loki bajándola en su forma infantil. Yamino le miro sorprendido, Loki paso junto a él sin decir nada, camino hacia la puerta y se detuvo con la mano en el pomo.

-No me esperes, Yamino.- abrió la puerta y salió cerrándola tras de sí.

Yamino no apartó la mirada del sitio donde había estado Loki. Volvió a suspirar. Esperaba que ese cambio de rutina de su padre fuera el inicio por tratar de arreglar las cosas.


Sus pasos lo habían llevado hasta el templo en que vivía ella. No sabía por qué había venido aquí, tal vez vino con la esperanza de que todo hubiese sido una simple ilusión creada por Odín para molestarlo. Pero sabía que era un intento patético, porque nada había sido una ilusión. Por fin había admitido su error, la decepción que había sentido en aquel momento lo había cegado, incluso admitió – a sí mismo – que había sobreactuado.

Jamás imaginó que sería la propia Freya quien le haría ver su error. La diosa tomaba su papel muy enserio, lo cual lo hizo sentir muy aliviado, desde que había comenzado a salir con Mayura había considerado el problema que se armaría cuando Freya se enterase, pero parece que uno nunca sabe que esperar de las personas. De hecho, ella misma le había aconsejado que la buscase, pero la cuestión era, cómo llegar a Asgaard. Había salido de la mansión pensando que la distracción le ayudaría a su mente en formular un plan, después de todo era muy bueno en ellos, pero parecía que su condición de genio no le serviría en esta ocasión.

Repentinamente sus pensamientos fueron cortados al darse cuenta de que alguien se aproximaba. El papá de Mayura, Misao Daidoji. Probablemente Odín se había encargado de borra los recuerdos de todas las personas que la conocían, ahora ninguno la recordaba. Y es que el hombre pasó junto a él y ni siquiera le miro, lo más obvio es que no le reconocía.

Observo como el hombre caminaba hasta perderse en una esquina. Después de permanecer unos segundos en mismo sitio, siguió caminando en dirección opuesta, había decidido que dada su reciente incapacidad de pensar en la mejor manera de recuperar a Mayura, tendría que pedir ayuda a las diosas del destino y que por una vez estás no le vinieran con acertijos. Su reciente análisis de la cosas le llevaron a considerar muchos hechos que no había tomado en cuenta anteriormente durante su auto-impuesta reclusión, como lo era el tiempo. Mientras que en el mundo de los humanos solo habían pasado dos semanas, haciendo cálculos en Asgaard, por lo menos habían pasado siete años, después de todo ese periodo de tiempo era nada para los dioses. Para este momento Mayura probablemente ya lo ha olvidado y ha comenzado una nueva vida.

Esa idea le atormento. Sabiendo quien era el que seguramente estaba llenando su lugar sería Forsetti. Si en efecto Mayura había decidido seguir con su vida él no tenía ningún derecho de ir y pedirle perdón.

Dejó salir un suspiro de cansancio, y siguió caminando esperando que al menos las norns le dieran alguna noticia de ella.


Una suave brisa movía sus rosados cabellos en un relajante vaivén, al mismo tiempo haciendo que el aroma de las distintas variedades de flores inunde sus sentidos embriagándola de una paz que no había disfrutado en mucho tiempo. No solo eso, también el colorido paisaje del extenso jardín contribuían a su estado de relajación.

Siete años. No había ni un solo día en que no pensara en Loki, y cuando esos pensamientos la llenaban de desesperación por volver a su lado, se dirigía a este mismo jardín donde simplemente se sentaba disfrutaba de la vista panorámica. Pero a diferencia de aquellas ocasiones, por algún motivo en este momento se sentía en paz de una manera que no podía explicar.

Vagamente escucho el crujir de la hierba detrás de ella, al parecer alguien había decidido venir a hacerle compañía.

-Pareces muy tranquila el día de hoy.

-Hace mucho que no experimentaba esta tranquilidad. Es como si jamás me hubiese marchado.- dijo en el mismo estado de relajación.

-Así siempre debió ser.

Ella se giró para enfrentar a la persona con quien hablaba. Una sonrisa se escapó de la comisura de sus labios al ver a la mujer que llamaba madre. Sif le sonreía de la misma manera, tomó una de sus manos y la llevó con ella hasta un árbol cercano. Ambas se sentaron a la sombra de este y comenzaron una conversación amena.

-Últimamente has estado más tranquila. Me alegró de ver que por fin estas readaptando a este lugar. A pesar de haber pasado siete años, no parecías muy complacida de regresar en ningún momento.- declaró su madre con tranquilidad.

-Es cierto, ha pasado mucho tiempo y aun no concibo la idea de estar lejos de Midgard a pesar de que hoy me siento mejor. Sé que los lastime a todos, mamá; y realmente lo lamento. Pero no puedo dejar de sentir que aquel es mi hogar, la vida de los seres humanos puede parecerte aburrida como muchas veces me has hecho ver tu opinión, pero la forma en que viven y se esfuerzan por lograr sus sueños fue lo que me hizo darme cuenta que la vida de un dios está totalmente sobrevaluada. Nosotros no hacemos nada en particular, no nos esforzamos por conseguir nada porque con solo chasquear los dedos lo tenemos al instante. Perdóname mamá, pero yo aún quiero regresar a Midgard.- dijo Mayura con un tono más bajo al final.

-Pero qué hay de…- fue cortada por su hija.

-Si lo sé. Ahora no debo de pensar solo en mí.- respondió en comprensión.

-Por cierto, ¿dónde está?- preguntó la mujer rubia.

-Con Brunhilda (1). La admira mucho, sabes lo que siempre dice.- respondió la pelirosa con cariño.

-Sí. Los niños son así, si no son los padre a quienes admiran, es alguien más cercano. ¿Qué dice Forsetti sobre eso?

-Tú sabes cómo es él. Además, aun la ve como si fuera un bebé. Minako ya casi tiene siete años, y quiere ser tratada como niña grande.- respondió Mayura con jovialidad.

-Sí, lo mismo hacia tu padre cuando tenías la misma edad.

Un incómodo silencio se estableció entre ellas.

-Mamá, ¿Por qué dejaste a papá? ¿Fue solo porque lo culpaste de que yo me haya ido?- rompió Mayura con el silencio, formulando la pregunta que había querido hacerle a su madre después de que llegó a Asgaard.

-Aunque tú te hayas quedado, yo hubiese roto mi matrimonio con tu padre, los dos ya teníamos algunos conflictos. Además. Él se sentía tan culpable, que él mismo comenzó a aislarse de nosotros, no tienes que pensar que fue culpa tuya. Y no voy a negarte que si lo culpe por ello.

-Entonces, yo solo adelante lo inevitable.- declaró la pelirosa.

Su madre sonrió con tristeza, levanto su mano derecha y la descanso en el hombro de su hija.

-Ya te dije que no tiene que culparte por ello.- dijo. Se levantó y se marchó sin dejar de sonreír.

Mayura vio cómo se marchaba su madre, y luego miro hacia el las flores que se mecían con la ligera brisa. Su mirada se volvió reflexiva, y después de unos momentos ella también se levantó, pero permaneció en su lugar. Llegó a la conclusión de que no le servía de nada culparse por lo sucedido y que debía seguir adelante; sin embargo aun quería regresar a Midgard.

Por mucho que quería olvidar a Loki, no podía, sobre todo cuando los recuerdos llegaban por las noches y recordaba cuando por fin la amo como una mujer, sus manos recorriendo su cuerpo haciéndola estremecer hasta lo más profundo de su ser, sus labios degustando los suyos con tanta pasión y desesperación, bebiendo de ellos sediento como un moribundo implorando por agua. Fue aquella noche antes de que se descubriera todo, él había llegado a su habitación, y ella simplemente se había rendido ante el deseo de ser de él. Pero por más que quisiera olvidarlo no podía, porque ver a su hija cada día, le recordaba a él, su cabello y sus ojos, justo como los de él, y también un toque de picardía inusual en una niña tan pequeña.

Minako, su hija, es una niña muy inquieta al igual que ella, y debido a eso se ganó el cariño de todos los dioses de Asgaard – al menos los que se encontraban allí – pues no era de sorprender, Minako ha sido el único infante que ha nacido desde hace milenios, la persona más joven de Asgaard había sido ella misma antes de escaparse, tenía diez mil años cumplidos, y aun así era considerada solo una adolescente entre los demás dioses.

Mayura suspiro, la niña también era muy astuta al igual que su padre. Ella jamás le había dicho que Forsetti era su padre, sin embargo la niña lo veía como tal aunque pocas veces lo llamaba así, por lo tanto ella debería creer que es así, pero la niña vino un día le pregunto por su padre, y al ver la confusión en su rostro la pequeña había dado un argumento válido.

-Mamá, ¿dónde está mi papá?- la pequeña niña de cinco años había cuestionado a su madre mientras las dos estaban en el jardín cortando flores.

Mayura miro a su hija en estado de shock, jamás imaginó que la niña haría una pregunta así. Miles de cosas pasaron por su mente, las posibles respuestas que podía darle, pero no quería decir más mentiras, sin embargo tampoco quería decirle la verdad, que de hecho no era tan delicada, pero sabía que la niña no se conformaría con eso y seguiría cuestionando.

Minako la observaba con atención esperando su respuesta, mas ella solo respondió con otra pregunta.

-¿Por qué preguntas por él?

-Yo sé que Forsetti no es papá aunque yo lo llame a veces papá. Por eso quiero saber dónde está mi papá de verdad.- la niña respondió con la inocencia que era propia de su edad.

-¿Cómo sabes que él no es tu papá?- cuestionó Mayura con curiosidad.

-Porque no me parezco a él.- la niña respondió como si fuera lo más lógico del mundo.

Desde ese momento Mayura aprendió a no subestimar la inteligencia de un niño, después de todo, los niños son muy observadores, se supone que lo son porque esa es la manera en que aprenden.

Dejo salir un suspiro, ella no le había dicho nada en aquel momento, pero sabía que probablemente volvería a preguntar, y ella realmente quería decirle sobre Loki, tenía derecho, después de todo era su padre, y también Loki tenía que saberlo, aunque eso no quería decir que no tenía miedo, y precisamente fue el miedo el que la había metido en esa situación.

Emprendió su caminata, tenía que ir con Brunhilda a buscar a su hija. Era el momento para dejar el miedo a un lado y ser valiente por lo menos una vez, ella regresaría a Midgard aunque eso la lastimara, pero si era por el bien de su hija, ella no dudaría.


(1) Brunhilda es una valkiria, la más famosa de todas.