Bajo La Luz De Tu Luna

(Prólogo)

La luna, tan serena e imponente, brillaba con timidez. Cómo avergonzada. Hermosa, pura y solitaria. Esa noche en especial, no había estrella más que ella alumbrando el manto diurno. Esa luna tan plateada cómo los cabellos de él.

Él.

Soltó un suspiro y se sentó en una roca cercana a unas aguas termales. Inuyasha estaba… ¿Qué hacía Inuyasha? Seguro estaba de nuevo tras las faldas de Kikyo, Shipo y Sango buscando leña y Miroku debía estar pescando en algún río.

Inuyasha y Kikyo ya no le daban tanto dolor. Habían matado la parte en ella capaz de sufrir, ellos ahora le eran indiferentes, pero igual no podía evitar sentir cariño y rencor hacia Inuyasha. Se sentía usada cuando luego él regresaba con el aroma a barro y muerte de Kikyo y la abrazaba, sin decirse nada. Él la abrazaba y ella se dejaba hacer. En silencio ni siquiera las lágrimas acudían, simplemente, lo abrazaba, y algunas veces se dejaba besar.

De cualquier forma, ella lo amaba. ¿O no?

¡Ni siquiera lo sabía! Se sentía atada por una promesa, atada por su responsabilidad. Atada por su propia idiotez. ¿Qué hacer allí sí lo único que deseaba era huir? Deseaba perderse entre los bosques del Sengoku. Perderse y no ver más a Inuyasha, perderse y encontrar místicamente todos sus problemas resueltos para irse definitivamente. Ya no podía, se sentía cómo una hipócrita frente a los chicos. Se sentía tan mal y tan cansada.

-Humana…- No volteó, ¿para qué? Si sabía quién le hablaba, quién era él.

-Kagome. –Masculló sin mirarlo.

-Uhm… -Soltó. No hacía falta mirarlo, sentía su mirada penetrante y pesada clavarse en su nuca. Se estremeció, sólo él le hacía sentir eso. ¿Por qué él? ¿Por qué él y ya no… Inuyasha?

-Sabes bien que mi nombre es Kagome, Ka-Go-Me. –Lo enfrentó volteándose. Su temple tan serena y sin emociones, su piel tan suave a la vista, esos ojos fríos cómo témpanos, todo en él despertaba una sensación que la estremecía. No era amor, y si no era amor, era deseo. Lo deseaba.

Sesshomaru la miró profundamente a los ojos, ella se sintió agobiada. Pero igual sabía por qué estaba el hermano de Inuyasha allí, o por qué estaba ella allí. Le sonrió, estaba cansada. De él, de su hermano, del Sengoku. ¿qué no podía ser normal? Llevaban casi cuatro años así, los primeros años recolectando y casando a Naraku para finalmente darle muerte… Ahora que lo pensaba, ¿Cómo fue que Kikyo volvió a regresar de la muerte sí ella había arrastrado a Naraku al infierno? Rarezas de la vida, suponía. De eso ya hacía un año, y en ese año estaban recolectando nuevamente los fragmentos de la perla, la perla que quebró Kikyo.

Que problemática era Kikyo.

-Mátame, Sesshomaru. –La miró, esa humana era extraña.

-No. –Se permitió a sisear con su voz ronca. Kagome sintió los primeros espasmos del llanto mientras sus ojos comenzaban a escocer por las lágrimas, se soltó a llorar. Lloró en silencio, no quería molestarlo, no a él.

-No soy de utilidad para ti, ni tan siquiera para Inuyasha. –Sollozó con la voz quebrada. –Ya no tengo a tu cachorro en mi vientre, ya no tengo ni vida para darte y lo sabes. Estoy rota. –Masculló amargamente y sintió los labios de él sobre los suyos, él no traía armadura, se permitió aferrarse a su cuerpo mientras lo besaba con rabia y dolor. –Deberías odiarme. –Soltó en un suspiro contra sus labios. –Mátame.

-No. –Gruñó, la apretó contra su pecho. ¿Cómo él, príncipe de las tierras del oeste, acabó enamorado de una humana? Es que ella no era sólo una humana, ella fue luz, fue calor. Derritió el hielo de su corazón. Perder a su cachorro la destruyó, más quién fue seguía allí, lo sabía, lo sentía. De algún modo debería sacarla de allí, liberar a la verdadera humana que lo enamoró.

La sintió temblar mientras mordía con fuerza sus labios. –Ya no puedo Sesshomaru. No puedo. Sin ti, sin nuestro…

-Shh, hablas mucho. –Kagome se rió un poco, se forzó a reír. –Vendrás conmigo. –Kagome se tensó entre sus brazos, se separó lo suficiente para alzar la mirada y enfrentarla contra la ambarina de él. Chocolate contra ámbar.

-Yo no puedo. Se lo prometí.

-Mató a nuestro cachorro.

-No lo hizo con intención. –Dijo sintiendo nuevamente los ojos acuosos y escuchando cómo su propia voz falseó. –Se-Seguro y sí hablamos con él… -La mirada fría, helada, de Sesshomaru la hizo soltar sus lagrimones. – ¡Perdóname!

La luna titiló cómo una estrella, los acunó mientras se buscaban en ese lugar. Kagome sentía su corazón reconfortarse allí, entre los brazos de Sesshomaru. Su príncipe de ojos fríos. –Te quiero. –Susurró con vehemencia, aferrándose a sus ropas. No obtuvo respuesta del demonio de ojos dorados.


Ok, tal vez aquí nadie me conozca. Me presento, mi pseudónimo es (cómo ya vieron) Ángel2012Negro y mi nombre real es Carmín. Esta historia, bien, no sé qué fue lo que me impulsó a comenzarla a escribir pero bien, acá la tienen. Espero me digan sí la sigo, la dejo o la borro, jaja estoy completamente abierta a sugerencias. ¿Por qué Sesshome? Bueno, soy fiel admiradora de la pareja :).

Igual para que queden bien avisaditos, mi musa es muy desordenada (o quizás la desordenada soy yo, jeje .-.) y tardo en actualizar, sin embargo últimamente me ha dado por escribir cosas largas y por eso tardo. Bueno ya le paro o terminaré escribiendo más notas de autora que historia xD.

¡Un beso!