Después de esto Phil decidió que si no podía decir nada, le supondría menos problemas, ese fue otro de mis intentos de suicidio para todo el mundo, la realidad. Uno de los médicos que me visitaba estaba en casa, divirtiéndose en mi fiesta de regreso, Phil les dio la idea, así que entre cuatro hombres me inmovilizaron, y con unos hierros y forzándome a tener la boca abierta me destrozaron las cuerdas bocales. Aquella noche tuve la esperanza de morir, ya que al ir tan bebidos y alcoholizados, prácticamente me mataron, pero no tuve esa suerte. Tras eso descubrí que nadie me ayudaría, ya que todo el mundo lo sabía y a nadie parecía importarle nada yo. Él único que seguía prestando sentido a mi existencia era Phil, que dos veces que conseguí intentar llegar a tener el descanso de la muerte. Me enseño bien que el castigo por huir de él fuera de la forma que fuera, era brutal y por motivos que desconozco, no conseguí quitarme la vida. Él siempre me devolvía al agujeró que era mi vida. Recordándome de paso mi única realidad el dolor, y su presencia.


Gracias por los comentarios y por los apoyos, que he recibido, espero que este capitulo sea lo que se esperabais de la historia.

Los personajes pertenecen a la inigualable Stephenie.

La temática es para mayores de 18 años, si lo lees es bajo tu responsabilidad.


3.-Fiesta de pijamas:

Jesica se había ido, pero Phil solo había bajado a alimentarme, me había dado calmante, cuando desperté usaba un pijama diferente el que llevaba cuando me había dormido, y al intentar mover mi mano, descubrí el catéter, supuse que será suero y algo para acelerar que mi cuerpo se recuperara de la última sesión de juegos con Phil.

-Veo que ya estás de nuevo aquí.-Hoy que me decía Phil, con mi poca visión, aprecie que estaba en la puerta, traía una bandeja, cuando se acercó, me dio de comer, era una especie de papilla, algo fácil de digerir por mi cuerpo.

Eran agradables esos días en los que estaba tan rota que ni Phil se atrevía a tocarme.

-Tienes que recuperarte pronto, Este fin de semana tenemos la fiesta.-Me dijo Phil, que inspeccionaba mi cuello, y aplicaba una crema.

Solo recibía atenciones cuando ya no podía ni arrastrarme, y solo podía respirar, entonces todas las atenciones caían sobre mí, él se molestaba mucho que mi conciencia humana. El hecho de que pudieran herirme, de que necesitara tiempo, para recuperar mis heridas.

Eso molestaba a Phil, que me rompiera, le molestaba tener que arreglarme, coser las costuras de su muñeca de trapo. Una cosa que utiliza, pero él problema es que yo sí que me rompo. No sé qué día era, pero pronto tendría una fiesta, supongo que sería la mencionada con todos, y con las otras pobres chicas, esas que estaban en la misma situación que yo, tengo la esperanza de que ellas sean mejor tratadas. Pero lo dudo conozco a casi todos los dueños o amos, según como prefirieras llamarlos.

Pasaron los días, bueno yo solo fui consciente del paso de un día, una comida algo de agua, y la incesante charla de Phil, que era un ruido de fondo, en mi inconsciencia. Me desperté en mi pequeña habitación, me dolía todo el cuerpo, por lo que no me moví del sitio, tampoco tenía donde ir, cerré los ojos y me deje llevar por la oscuridad, antes anhelaba fantasías de finales felices, ahora me imaginaba mi propia muerte, era mi final feliz, el que tanto anhelaba. Phil, apareció en la puerta con una bandeja de comida, y en la otra mano llevaba una bolsa, supuse que en la bolsa, habría vendas y pomadas, para mis heridas.

- Vaya Is tienes una pinta horrorosa.- Me dijo mientras me acariciaba la cara obligándome a mirarlo. Supongo que se había cansado de mi inexpresiva existencia y esperaba algo a cambió.

- Come primero, y después veré que puedo hacer con tus heridas, no quiero que te queden más marcas.

Comí lo que me ofrecía, aunque tenía la muñeca hinchada y me costaba moverla, debía tener un esguince o quizás una rotura. Después de comerme la comida, que ya no me sabía a nada, él me quito el pijama, antes me habría sonrojado, pero ahora no, me curo todas las heridas y me vendo la muñeca y el tobillo. Extrajo el gotero, y para mi vergüenza mayor, o simplemente revisando la mercancía, comprobó el estado de mis partes íntimas

-Toma esto y descansa, preciosa.- me dijo tendiéndome una pastilla, y dándome un beso. Me tome la pastilla, y dormí, sin sueños, sin dolor, sin nada, debí de hacerlo por más de 12 horas.

- Is por fin despiertas, parecías la Bella durmiente.- Me estremecí al oír ese nombre, que ya nunca escuchaba, era mi nombre cuando aún era una persona, y era feliz, algo se despertó vagamente en mis recuerdo, pero eran tan difuminados y irreales, que ni le preste atención.

- Vamos, que estoy harto de cocinar y tú lo haces mejor.- Me dijo, mientras me cargaba, me llevaba escaleras arriba y me dejaba en la cocina.

-Mira la nevera haber, que puedes hacer, algo rápido me muero de hambre.-Me dijo empujándome contra la cocina.

Yo asentí, rebusque en la cocina había filete y verduras suficientes para hacer una ensalada, en el armario de la cocina encontré las patatas, freí patatas, empane los filetes y prepare la ensalada, lo hice todo lo más rápido que pude, en cuanto le puse su plato.

- Is eres perfecta mira que rápido tienes la comida, después de comer prepara la cena y así ya la tienes lista, que después no creo que tengas tiempo- Me dijo mientras me tocaba el culo, eso era el indicativo de porque después no iba a tener tiempo o fuerzas.

No tenía hambre y la verdad la comida no sabía a nada, pero era mejor comerla, sino Phil se enfadaría, acabe antes que él y me puse a limpiar mis cosas, mientras, puse agua a cocer para la pasta que pensaba hacer de cena.

-Is prepara comida para una cena con los amigos.-Me dijo, eso provocó que me recorriera un escalofrío.-Sí ya sabes, ellos quieren una pequeña cena, para vernos, traerán unas amigas. Seguro que será divertido.-Dijo él con lo que debía ser una sonrisa ladina y una mirada salida.

Sin darme apenas cuenta, me encontré vestida con un tanguita, una camiseta, unas medias a medio muslo, y un precioso collar de perro con su bonita cadena.

Tocaron a la puerta, la verdad no quería saber quién vendría, suponía quien podría ser.

Un hombre o quizás tres, y pude ver una joven, que iba atada de las muñecas con unas esposas unidas a una cadena, tiraban de ella. Uno de los hombres choco los puños con Phil, otro se acercó a mí, toco uno de mis pechos.

-Is , esta tan preciosa como siempre.-Dijo el hombre que me magreaba el pecho, de forma poco delicada.

-Sí, tu Anna se ve preciosa y deliciosa.-Le dijo Phil, que se acercaba a la pobre chica y se disponía a disfrutar de ella con todo su cuerpo.

Ese hombre pasó de tocarme mi pecho a besarme el cuello y dejando resbalar la camiseta trasparente, otra mano ajena se introdujo en mi tanga y me masajeo. La verdad era más dolor que otra cosa, ya que aún no había sanado mis heridas en esa parte.

De fondo se hoya la respiración ahogada de la otra chica, que se encontraba de rodillas con los penes de Phil y el otro hombre en la boca. Tocaron a la puerta, más visitas, era la fiesta.

Uno de los hombres que me tocaban, dejo de hacerlo y abrió la puerta.

Eran cuatro hombres y tres chicas, una apenas si parecía una niña. En media hora volvió a sonar el timbre, eran ocho hombres y tres chicas. Era toda una orgia, ya me encontraba a cuatro patas prácticamente desnuda y con el pene de dos de ellos en mi boca, intentaban comprobar cuanto podría aguantar mi cuerpo antes de romperse del todo. Las otras chicas estaban en situaciones muy parecidas, una de ellas la pelirroja, esta tirada sobre el sofá atendiendo lo mejor que podía a tres hombres.

El alcohol y las drogas, corrían por el salón, para las chicas afrodisiacos, para los amos, algo de cocaína, cristal y otras cosas.

Después de mi dosis de afrodisiacos, estaba necesitada, la química traicionaba a mi cuerpo, me contoneaba buscando las mejores caricias de mis hombres.

Uno de ellos estaba bajo mi yo sentada con su cuerpo dentro del mío, otro de los hombres atormentaba mi culo, mientras que otro me obligaba a lamer las partes de la pobre niña que era atormentada por atrás y por su boca. Con movimientos frenéticos los dos hombres que me atormentaban acabaron, de un tirón en el cuello, me vi arrastrada al suelo, de rodillas, cogiéndome del pelo me obligaron a abrir la boca y satisfacer a dos hombres.

Por el rabillo del ojo, vi a una chica que atendía a tres hombres, mientras un cuarto esperaba paciente su turno. Sobre la mesa estaban tiradas dos chicas que intentaban complacer a sus amos.

Los hombres a los que yo les hacia una mamada, me obligaron a inclinarme para que tuvieran mejor acceso a mi cuerpo, e hicieron uso de mi cuerpo en muchos aspectos que eran relativamente desagradables.

La noche continúo, acabando con los gemidos y los llantos de las pobres chicas, la habitación oliendo a miseria y a sueños destrozados. A la mañana se fueron retirando, A mi alguno de esos seres que se hacían llamar hombres me llevo a mi pequeña acolchada, atándome a la cama, en una postura muy incómoda para mis pobres y maltratados músculos, para acabar un mal día nada mejor que un par de vibradores y una bola en la boca, para que no hiciera ningún ruido, escuche en semi-consciencia, como entraban a más chicas, las dejaron maniatadas. Las pobres gemían por lo bajo.

Dormí y dormí, cuando por fin me desperté, me encontraba sola en mí siempre blanda y blanca habitación, alguien había tenido a bien liberar mis brazos y piernas, y me habían librado de los vibradores. Llevaba en mi pijama, que era la única ropa decente que podía llevar puesta, la única que había llevado en estos años.

Supuse que las otras mujeres, más bien niñas, ya habrían sido llevadas a sus respectivos amos, el mío parecía muy ausente, cosa que era de agradecer, debía de tener fiebre o con suerte algo peor, porque me dolía todo, me estaba costando respirar. Ojala la vendita muerte que me era tan esquiva, se apiadara de mí y me llevará con ella.

El dolor de mi cuerpo, era la latente forma de recordarme que estaba viva herida y dispuesta a morir, como podría mi frágil cuerpo humano aguantar tanto, sin encontrar el descanso del fin de los días.

Mi cuerpo apenas si se sentía vivo, solo el dolor, alguien intento salvarme de mi propio cuerpo, por el asqueroso olor supe que era Phil, cuando se vio imposibilitado, no te que me inyectaban algo en mis brazos, supuse que sería mi médico, ese injusto que se creía con el derecho de negarme mi derecho a morir, a morir como decidiera, y yo decidí morir hace ya muchos años, pero nadie parecía dispuesto a escuchar las suplicas de una pobre alma deseosa de descanso, ese que solo concedía la dulce muerte.

...

Había tenido unas visiones de Bella, hacía tiempo que no tenía ninguna, se la veía tan mal, tan demacrada, quería ir con ella, saber que le pasaba, pero me estaba prohibido acercarme. Edward, no me lo permitió ni cuando Charlie murió, en aquel accidenté de tráfico. Me detuvo en el aeropuerto, no me permitió llegar al avión, me tumbo y me amenazo, me obligo a no ir. Después de obligarme a prometer que no iría, desapareció de casa, pensé que iría con ella, pero no lo hizo se alejó de ella y de nosotros, se aíslo en las montañas a ver pasar los días, Esme no pudo más y lo fue a buscar trayéndolo de nuevo.

Solo hacía un año que había vuelto a la familia, lo había hecho porque Esme le había suplicado, pero era tan diferente de Edward, no hablaba casi nunca, su cara siempre reflejaba tristeza, Jasper no era capaz de estar mucho rato a su lado. Según mi Jasper, él estaba roto por dentro, sus sentimientos, eran un torbellino de soledad desesperación, dolor y amor, pero era un amor herido y doloroso.

Era como si no estuviera vivo, antes de conócela, era apagado y no muy activo, pero ahora ni siquiera se podría decir que hace nada, no sale de su habitación, ni lee, ni escucha música, solo está perdido en sus recuerdos. Parece un completo que si le decía que había visto a Bella, se enfurecería, y muy probablemente huyera de nosotros otra vez, estaba muy nerviosa, preocupada, angustiada, y Jasper lo noto.

-¿Qué te pasa Alice, querida?- Me dijo mientras me abrazaba por la cintura, quedando los dos sentados sobre la cama de matrimonio de nuestra habitación, mero atrezo, en ese instante pensé en que aria yo sin él, entonces entendí como se debía de haber sentido Bella y Edward estando separados, él debería de haber vuelto a por ella, se necesitaban.


Se agradecen los comentarios

Gracias por leer

Selena Sarsen