Aclaraciones: "Skip Beat!" no me pertenece. Esto es puramente sin fines de lucro y puro deseo de traumatizar psicológicamente a quienes leen… jajaja! Nie! Son bromas…XD La verdad, este es un fic conmemorativo, ¿Por qué? Pues es de agradecimiento! Así es! Un agradecimiento por los 56 rws de "Trabajos Forzados". Pueden decir que no es razón para celebrar, pero yo digo que es como para hacer fiesta y armar jaleo hasta el día siguiente…TT! Así que, fieles lectoras, esto es para ustedes. Este fic está basado en la canción "Space Dementia" de Muse.
Advertencia: bien, ya dije que esto es un fic de agradecimiento; sin embargo, quizá aquí la cosa se pone un poco violenta así que si no les gusta el lenguaje soez y las escenas subidas de tono, abstenerse de leer ( Y si igual leen, no me culpen después!) Fans del "caballeroso" Ren, podrían llevarse un susto…XD!... bueno, aquí es "Katsuki" pero con un grado más de sadismo y Mío, pareciera unir fuerzas con "Natsu" en algunas partes…XD!... bueno, es un fic… aunque parece que sigo con la mala costumbre de sacarlo de personaje de vez en cuando. Eso, lo decidirán ustedes, sin más, es hora de leer.
"You make me sick because I adore you so
I love all the dirty tricks
And twisted games you play on me"
"Space Dementia" por Muse.
El dulce sonido de un piano al fondo, tan hermoso y trágico al mismo tiempo, ¿Quién sería? Nadie en esa escuela de segunda tocaba el piano de tal manera. Con cautela, asomó la cabeza por la puerta entre abierta de la sala donde impartían las clases de música. De lado (Demasiado concentrado como para reparar en ella), estaba aquel tipo… ese miserable de Katsuki. ¡Cómo lo odiaba! El bastardo que pronto sería parte de su familia, otro miembro para despreciar. Apretó fuertemente lo puños. La seria composición de sus facciones, obligó a desviar su mirada a esos ojos como el granito.
-"De verdad le gusta la música. Debo admitir que no lo hace mal"- tuvo que soltar una blasfemia mental -"¡Hongo Mio, deja de pensar estupideces!"- con más ira que nunca, lo culpó por introducir en su digna y cruel mente comentarios indebidos y antinaturales.
-Mizuki…- le escuchó suspirar pesadamente y sonreír por algún pensamiento feliz. Ahora entendía muchas cosas. Sonrió maquiavélica.
-"Así que, ¿Mi querida prima es el objeto de tu afecto?"- hombre astuto y manipulador. Si Misao lo descubriera, si ella supiera que la persona que en realidad ama su adorado prometido es la vulgar y mediocre prima que ha maltratado desde hace años… -"De seguro quedaría devastada"- quiso soltar una carcajada. Sólo imaginar la decepción en el hermoso rostro de su hermana, verla retorcerse como un asqueroso gusano atravesado por un alfiler; la imagen era digna de ser puesta en un escaparate. Podía comprender a Katsuki y sus razones para utilizar a Misao –"Lo sabía desde un principio. Tú me ayudarás a destruir esta familia, sensei"- regresando tras sus pasos, sus ojos destellaron con una luz demente, torciendo sus labios en una grotesca mueca de placer.
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-Katsuki sensei- la voz suave y elegante que conocía tan bien, era como el susurro del diablo –¿Me oye?- claro que lo hacía, pero prefería evitarla. Esa mujer, ¡Cómo la odiaba! Un demonio disfrazado de humano; la tirana que azotaba a Mizuki con su despiadada crueldad. ¿¡Cómo podía existir una mujer tan déspota!? Bueno, viniendo de esa familia todo era posible.
-Lo lamento, Hongo sama. No estaba prestando atención, ¿Se le ofrece algo?- compuso la más falsa de sus sonrisas. Entre más rápido supiera sus motivos, más rápido podría marcharse. Debía ir a la oficina de su compañía para jaquear la base de datos de las empresas Hongo y por supuesto, fingir ser un novio amoroso con Misao. Sólo pensarlo daba nauseas –"Es la mujer más mediocre que he conocido. Se supone que es una señorita, pero sus modales dejan mucho que desear además de ser una mimada inmadura y caprichosa. No sabe nada de la vida, nunca ha experimentado el dolor y los problemas de Mizuki. Comparada con ella, no es nada. Incluso la desquiciada de Mio es mucho más digna"- sacudió la cabeza, tratando de quitarse la idea de una Mio que tuviera algo positivo –"Por lo menos no tengo que mostrarle afecto"- sintió escalofríos.
-¿Tan entretenido es pensar en Mizuki?-
-¿Disculpe? ¿Qué quiere decir con eso?- debía hacerse el tonto y no dejar que sus palabras le afectaran; pese a todo, ¿Cómo supo ella? ¡Siempre fue cuidadoso en no demostrar sus sentimientos frente a nadie!
-Sabes bien a que me refiero, Katsuki- el cordial tono de un principio fue substituido por uno mordaz, incluso comenzó a tutearlo. No toleraba su mirada altanera. No soportaba que ella viera por sobre él.
-Recuerde que estamos todavía en la escuela y aquí, soy su profesor. Mantenga el trato respetuoso-
-Claro, este es el único lugar donde puedes aparentar tener más estatus que yo. Entiendo tu necesidad por sentirte "encima" de los demás de vez en cuando. Eso incluye engañar a mi estúpida hermana y los bastardos que tengo por padres- apretó los puños, deseando desvanecerla de la faz de la Tierra. Mio y su aguda perspicacia no fueron timadas por la eficaz actuación. La cosa iba mal; sí debía temer de alguien en la familia Hongo, era precisamente de ella –No tienes escapatoria y lo sabes. Puedo ver el temor en tus ojos- comenzó a sudar frío, ¿¡Cómo podía temerle a una niña de preparatoria!?
-Tienes mucho nervio para hablarle de esa manera al prometido de tu hermana, ¿Qué te hace pensar que pienso siquiera en Mizuki san? No me interesan las jovencitas. Sin embargo, estoy admirado por lo volátil de tu imaginación… ¿Quién lo diría?- ya que iban a contrapuntearse, no era necesario fingir buenos modales ni usar una máscara caballerosa. Esperó intimidarla pero no fue suficiente: la pelinegra sonreía llena de soberbia y en sus fríos ojos negros no había más que locura. ¿Qué demonios pasaba por su mente?
-¿Siempre piensas en ella cuando estás con Misao? Debe ser un excelente aliciente. Admiro tu estomago y no te culparé si sobre pones a Mizuki en tus pensamientos cuando tienes que besarla- cadenciosamente, paseaba alrededor suyo, como un chacal acorralando su presa -¿Me tienes miedo?-.
-¿Por qué razón debería? Pero tengo curiosidad por saber cuáles son tus intenciones. ¿Vas a delatarme?-
-No tiene cuenta aunque la idea de ver a esa perra con el corazón destrozado es muy estimulante. Tengo planes mucho más ambiciosos y tú me ayudarás. Al final, quién sabe, tal vez puedas quedarte con mi prima y vivir felices para siempre- dejó salir una espasmódica carcajada sin humor por la propuesta. ¿Ayudarla? ¿¡A ella!? ¡Debía estar bromeando!
-¿Tan sola te sientes que no tienes a nadie a quien pedirle que juegue contigo?-
-No todos mis compañeros de juego odian a esta familia tanto como yo- por un momento, pudo ver cierta humanidad en las vacías pupilas de esa chica. De alguna manera, sintió un dolor tan profundo como el suyo.
-¿Cómo sé que no es una trampa?-
-Si quisiera acabar contigo y destruir a Misao y Mizuki, basta con apuñalarte y acabar con tu existencia. Podemos conseguir mucho más uniéndonos. Cuando obtenga lo que quiero, podrás ser libre y conseguir venganza- extendió su pálida mano a él, indicando así el cierre del trato. Sabía que la astucia de Mio podría ser útil pero confiar en su palabra era peligroso. Pero estaba bien, le gustaba esa sensación de aventura. Además, no era la única que podía usar sádicos métodos para acabar con amenazas: a la menor señal, sería él quien lanzará el primer cuchillo contra ella.
-Trato hecho, Mio-
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-¿Qué tienes planeado? ¿De qué te sirve husmear la empresa de mí familia? Sí quieres información interesante, tienes que buscar en la computadora de mi padre. La que usa en su estudio- ambos bajaban el sin numero de gradas de la enorme mansión Hongo después de que el "sensei" llegara de improvisto. Cuando salió del salón donde practicaba con el violín, curiosa del ruido en la planta baja, encontró a su prima jugando de lo lindo con él. La cara de ambos mientras tocaban el piano juntos era lo más estúpido que hubiera visto pero también, nunca creyó que ese hombre fuera capaz de mostrar semejantes emociones –Date prisa. Misao regresará en cualquier momento - con cautela, giró el pomo del espacioso lugar de trabajo donde se llevaban a cabo todas los desfalcos morales y financieros de esa familia –Tienes quince minutos-
-Es más que suficiente- de nuevo esa fría indiferencia.
-¿Sigues enojado porque vi tu cara de idiota?- un bufido fue la clara respuesta. Sólo pudo reírse a costa del infantil bochorno – Todos tenemos una primera vez, Katsuki. No te preocupes, no divulgaré tu "secreto"-
-No me importa. Creí que ya no serías tan malvada ahora que somos "camaradas"-
-Aún eres insoportable, no confundas las cosas. Pero si te tratara diferente, sospecharían. Además, ¿Quién dijo que somos "camaradas"? Nuestra relación es de "socios". Cuando cada quien tenga lo suyo, fingiremos que aquí no pasó nada- sigilosa como un felino, asomó por la ventana para ver el amplio jardín trasero, observando los establos a lo lejos –Los animales son mejores que los humanos…- de inmediato, comprendió que sus palabras no venían al caso. ¡Qué tontería! Katsuki clavó su profunda mirada en ella, un tanto sorprendido.
-¿En serio lo crees?-
-¿Tiene algo de malo?-
-No, en verdad. Simplemente es extraño ver que estimes algo más que a ti misma, aunque sea un animal- por primera vez, en todo lo que conocía a ese tipo, jamás sonrió a ella como en ese entonces: una dulce y bondadosa sonrisa. Chascó los dientes, despectiva por su divertida expresión maravillada sin perder de vista sus reacciones –Creí que Hongo Mio no tenía sentimientos-
-Eres igual a todos los demás. Todas las personas poseemos sentimientos, sólo las mentes obtusas no consideran los negativos como tales- remarcar su notable inferioridad lo irritaba como nada en el mundo. Cretino, ¿Quién era para considerarse capaz de comprenderla?
-Te esfuerzas por quedar mal siempre, ¿No?- después, nadie dijo nada más. Dedicó un rato a observarlo. No comprendía que era eso que la fascinaba sobre la retorcida y oscura personalidad de ese tipo o la inquietud de su radical cambio cuando estaba junto a Mizuki. ¿Qué más escondería ese sujeto?
-No es como si me interesara saberlo-
-¿Decías?-
-¡Qué te apures, he dicho!-
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Desde que iniciara el contrato de "colaboración" entre él y Mio, habían transcurrido tres semanas. Era sorprendente que pasara más tiempo a su lado que de Misao. Sacando un cigarro del bolsillo interior del saco, dispuso relajarse en la enorme extensión de terreno en la mansión Hongo.
-"Esa mujer es muy fácil de engañar"- recién terminaba de "visitar" a la joven "prometida. Satisfecho de utilizarla descaradamente para sus propósitos. Cada vez comprobaba la abismal diferencia entre ella y su tétrica hermana –"Mio jamás rebajaría su orgullo sólo por agradar. No sé que más excusas usar para evitar intimar con Misao. ¡Qué sacrificio! Soy incapaz de fingir deseo frente a ella"-
-¡Ah! El hombre del momento…- como llamada por sus pensamientos, la susodicha apareció frente a sus ojos cabalgando un enorme y magnifico espécimen árabe tan negro como sus cortos cabellos. El animal era tan dócil con su ama cuando, según Misao, la "bestia del demonio" era imposible de domar –Te presento a "Naraku"- típico de ella. Pobre caballo -¿Recién visitabas a mi "hermanita"?- no con ganas de aguantar sus burlas, asintió distraídamente, calando un poco del relajante humo –No fumes mientras admiras la naturaleza- detestaba ese tono severo, ¿Quién era para regañarlo? ¡Demonios! Sin embargo, obedeció -¿Quieres dar un paseo?-
-¿Para qué? ¿Piensas llevarme a un lugar apartado para torturarme?-
-Necesito hablar contigo en privado- sin esperar una respuesta, llamó a un mozo, indicándole que trajeran otro de los ejemplares dispuestos. Mio era realmente increíble: la autoridad de su voz, sus delicados ademanes y a al mismo tiempo, la seguridad con que tomaba las riendas y la sobria y elegante expresión de su rostro eran dignas de admirar. En gran medida, ella sería mejor heredera que su hermana. Por primera vez, consideraba injusta la discriminación sólo por una estúpida cicatriz. Viéndola desde el flanco derecho, aquel rostro pulcro era muy hermoso, como una estatua esculpida en alabastro. Sacudió la cabeza, apesumbrado por el desagradable rumbo de sus pensamientos. Pero últimamente, quizá gracias a la obligada compañía entre ellos, observarla se convirtió en un pasatiempo obligatorio. ¿Debía asustarse o alegrarse por ser el único ser humano capaz de estar cerca de ella y conocer rasgos de su misteriosa personalidad?
-¿No es muy sospechoso? Tú y yo solos… -
-Nadie creería que es malo. A lo mucho, pensaran que quiero lastimarte pero nada más- ¿¡Por qué era tan indiferente al respecto!? ¿¡"Sólo pensarían que quiere lastimarlo"!? Según su familia, ¿¡Eso no es peor que una infidelidad!? ¡Dios! ¿¡Qué tenían en la cabeza los Hongo!? –Misao no me creería capaz de "robarte". No soy rival para su despampanante belleza- sonrió de lado, burlándose de ella misma pero pudo percibir el complejo de inferioridad. Quiso confortarla y asegurarle que, si bien no era mejor que Mizuki, por lo menos superaba con creces a Misao pero, no tuvo valor de expresarlo. La idea lo llenaba de incomodidad –Vamos…- utilizando otro ejemplar rojizo, cabalgó junto a la chica, recorriendo en círculos el rancho interior donde trotaban o retozaban más animales.
-¿Era necesario? Mio, ¿Qué te pasa?-
-¿Sabías que mi hermana tiene un amante en tu empresa?- ¿¡Cómo supo eso!? Tenía información al respecto pero no quiso hacer mayor alboroto y mantener la falsa seguridad –Los escuché cuchichear en su habitación. Quiere conocer todos tus movimientos bancarios porque últimamente has estado actuando extraño- molesta, le obsequió una despectiva mirada de soslayo. Era preocupante el acostumbrarse a ellas - ¿En verdad tomas en serio el asunto de la venganza? Si te la pasas fantaseando con Mizuki, no es mi problema; pero si por eso comienzan a nacer sospechas, ya no podríamos movernos con tanta libertad. Y lo digo por ella también, su vida peligraría. Misao es una mujer celosa y terrible.-
-¿Comienzas a simpatizar con tu prima? ¿Qué mosca te ha picado?- bufando, chascó la lengua.
-Me fastidia la simpleza y corrupción de esa perra. Mizuki puede ser una tonta ingenua, pero es correcta y eso es digno de admirar- de todas las respuestas que pudiera darle, esa era la menos esperada, ¿Sería que siempre sintió eso pero gracias al orgullo, nunca dejó que sus pensamientos le permitieran desarrollar una amistad con Mizuki? Había respeto en sus palabras. En ese caso, Mio era tan infantil. Una sonrisa destensó sus labios -¿De qué te ríes, idiota? No pienses de más: aún odio a esa pequeña molestia-
-Me has conmovido, Hongo sama. No te enojes, nunca diré que en ese gélido corazón hay algo de calor. ¿Necesitabas tanta privacidad para decirme esto?-
-La otra semana, Misao saldrá de viaje hacía Hong Kong. Es un momento perfecto para que aproveches todas las oportunidades. Debes ser cauteloso- sentenció muy seria –Mi madre mantiene sus ojos fijos en todo, como un ave rapaz. Especialmente en mi prima. Esa despreciable mente cochambrosa es un arma letal y al menor movimiento en falso, no dudara en tomar medidas- parando el andar de pronto, lo tomó por las solapas de la camisa, asustándolo pues nunca le había mirado tan fieramente – Te recuerdo que si algo sale mal, Mizuki es quien lo pagará-
-Suéltame. Eso lo sé perfectamente- sutilmente, retiró la garra que apretaba su cuello –Preferiría morir antes de permitir que ella saliera lastimada-
-Bien. Me gusta que seas consiente de la realidad. Tendremos mucho tiempo para hacer movimientos estratégicos. El destino nos sonríe, ¿No te parece?-
-No lo considero positivo si sonríe como tú-
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El viaje de Misao duraría dos semanas y pensó que todo marcharía a la perfección. Sin embargo, Katsuki (Maldito sea su descuido) escogió dicha temporada para enfermarse de una gripe que, según el director de la escuela, prometía convertirse en un caso de tuberculosis crónica.
-Mizuki, ¿Qué sabes del bastardo convaleciente? ¿Podré ir a bailar a su tumba pronto?-
-¡Mio! ¡Qué cosas más horribles dices! Además, sé lo mismo que tú…- mentirosa. Por la tarde llegó retrasada y gracias a la feliz expresión satisfactoria, podía decirse que pasó por el apartamento del sensei a echarle una ojeada. Pero ella no confiaba aún en su lúgubre prima y probablemente, pensaría que la delataría.
-Bien. Saldré a dar un paseo-
-¿Tú sola? ¿A dónde vas?- dejó escapar una suave risa por las inquisitivas y sus razones para salir a lo que más detestaba: mezclarse con las demás personas. Sin embargo, desde lejos no podía planificar nada con ese hombre irresponsable.
-Dile a mi madre que me dieron ganas de vagar. Eso es todo-
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-Así que… ¿Aquí es donde vive?- el edificio de apartamentos cerca de estación ofrecía un aspecto de vecindario agradable –Demasiado clase media para mi gusto- observó algunas vecinas platicar animadas mientras sus hijos correteaban alrededor –Tan molesto…- murmuró rabiosa cuando uno chocó contra ella. Pero, al verle la cicatriz, pegó un grito y salió corriendo a los brazos de su madre.
-¡Un monstruo! ¡Hay un monstruo en la escalera!- no deseando tener testigos, apresuró el paso hasta estar frente a la puerta, tocando con tres golpes secos que resonaron en el vacío pasillo.
-Y todavía me hace esperar, pobre diablo infeliz- azotando la madera con todas sus fuerzas, por fin, un chasquido y los impactados ojos grises dieron la bienvenida -¿Piensas dejarme aquí afuera? ¡Qué pésimos modales?-
-¿Qué haces aquí?-
-En vista de que Mizuki no quiso soltar información, decidí venir a cerciorarme de si aún seguías respirando-
-Bien, ya lo hiciste. Ahora vete- sin ninguna pena, pensaba cerrarle la puerta en la cara, ¿¡Quién diablos creía que era!? No supo porque pero, con un rápido movimiento, utilizó el píe como cuña. El ruido desagradable, secundado por un dolor intenso… sólo existía una respuesta.
-¿Qué demonios tratas de hacer dejándome afuera, malagradecido de mie…?- todo daba vueltas y veía borroso. Lo último que escuchó antes de perder la conciencia fueron los asustados gritos del sensei.
-¡Mio!-
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En serio, ¿¡Qué clase de acción desesperada era esa!? Nunca imaginó que Hongo Mio usará el tobillo para impedirle cerrar la puerta. Ni siquiera Mizuki (Quien lo visitara esa tarde) hubiera pensado en llegar a tales extremos (Simplemente, esperó obediente y paciente en el pasillo. Nunca pidió entrar siquiera al recibidor)
-¿Traes algún ungüento para golpes?- como gran señora, esperaba sentada en el sofá de su sala, impaciente, como casi siempre –Me tomo la molestia de venir a verte; tuve que tomar el autobús (Por primera vez en mi vida) y compartir mi asiento con un fastidioso universitario (Pero corrió como gallina cuando descubrí intencionalmente mi sien izquierda). ¿Y para qué? Para que el joven señor aquí presente cerrara la puerta como si fuera una visita indeseable-
-Bueno, eres indeseable- casi vio salir humo de sus oídos –A pesar de ello, no era mi intensión lastimarte- hincándose delante, dispuesto a enmendar su torpeza, quiso revisar la herida mas Mio encogió el píe a un lado -¿Cómo se supone que voy a curarte si no me dejas mirar?-
-No quiero que tus sucias manos me toquen- despreciativa, propinó un puntapié al botiquín de primeros auxilios, enervándolo como nunca –Dame la medicina y yo sola la aplicaré-
-Muchacha malcriada, ¿Te atreves a darme ordenes en mi propia casa?- irritado, desplegó toda su altura mientras lanzaba rayos por los ojos, deseando fulminar a esa diabla con ellos – No estás en posición de exigir nada- no le costó mucho acorralarla contra el respaldo del sofá, sin dejar de mirarlo retadora pero también, existía cierto temor en lo más profundo de su mirada -¿Qué pasa? ¿Te intimidan los hombres?-
-¿Hablas en serio? Puedo destrozar sabandijas como tú cuando quiera…- pero la forma en que retrocedía cada vez que trataba de ponerle la mano encima decía lo contrario. Sonrió predador: jugaría con ella un rato –Deja de mirarme de esa manera, ¿O acaso la fiebre te hace alucinar?- ¡Excelente sincronización! Gracias a esa pregunta, podría llevar a cabo su plan. Alejándose, usó la inquebrantable mascara de caballerosidad, haciendo como que nada pasaba.
-¿Te ofuscas por una bromita como esa?-
-¡Pues no bromees conmigo! ¡Demonios!- sacudiendo el vuelo de la falda, trataba de quitarse una mota, disipando así la incomodidad. Incluso alguien como ella, podía ser tan inocente -¡Por eso nunca confiaré en un hombre!-
-Si… si… lo que tu…- como si fuera el mejor actor, no le costó fingir un mareo y caer al suelo, sujetando su cabeza lleno de consternación.
-¡Oye! ¿¡Estás bien!? ¡No te atrevas a desmayarte aquí! ¡Sí lo haces, te dejaré tirado!- no lo haría. En el fondo –MUY en el fondo- se preocupaba por los demás -¿Puedes levantarte?- ella tomó una de sus manos entre las suyas tan pequeñas y frías, halándolo con firmeza. Quizá fuera por asco que en el pecho, un dolor punzante palpitara insistente –Vamos, Katsuki. No seas flojo-
-¿Eres tan desconsiderada que regañas a un enfermo?-
-En este momento, existen miles de millones de seres humanos con enfermedades, incluso algunos en peor estado que el tuyo, ¿Crees que eres especial sólo por desmayarte? Si con tan poco te debilitas, no mereces ser mi enemigo-
-Increíbles las cosas que dices- dejó que lo halara hasta la habitación (bajo sus direcciones) rumiando el odio hacía la actitud altanera. A salvo de su mirada, sonrió maquiavélico mientras pensaba en la venganza perfecta contra ella. Nada grave, sólo suficiente para quitarle la actitud pestilente.
-Aquí estamos. Ahora lleva tu patético cuerpo a esa cama y no te despiertes hasta mañana; toma una pastilla o lo que sea que te cure. Hay movimientos que revisar y si estás enfermo no sirves de nada-
-¿Y piensas dejarme dormir solo?-
-¿Disculpa?-
-No te hagas la tonta- antes de que escapara, sujetó fuertemente los brazos sobre su cabeza, estrellando aquel cuerpo incapaz de repelerlo contra la pared más cercana, sacando un gemido adolorido –Vienes al apartamento de un hombre solo a estas horas de la tarde e insistes tanto en entrar que hasta expusiste esa hermosa piel a una magulladura severa- Desvió sus ojos de los de ella (Más iracundos que nunca) para poder olfatear el dulce aroma a jazmín en su cabello y cuello, exaltándola con el choque caliente de su aliento –Eres como una bestia salvaje- tentadoramente, rozo sus labios, cuidadoso de esquivar el ataque de mordiscos –Sí… Siempre me he preguntado quién sería el valiente, ¿Sabes? El único capaz de domarte…- probó sus labios y gimió complacido al sentirlos suaves y dulces. Era tan emocionante su desesperado forcejeo por liberarse de las manos y de su boca, insistente en profanar cada rincón que la lengua pudiera alcanzar; sin embargo, Mio aprovechó la ocasión para incarle los colmillos, obligándolo a soltarla con un empujón. Probó el sabor de la sangre, aumentando la excitación y la ira. Sin perder tiempo, una fortísima cachetada que por poco lo bota al suelo fue propinada y pudo jurar ver una aura oscura y despiadada desplegarse de la mujer. Sus ojos, como dos rendijas, prometían una venganza sin misericordia. Sonrió retador.
-No estás en posición de reír, bastardo infeliz. ¿¡Cómo te atreves a tocarme!? ¿¡A mí!? ¿¡Cómo puedes usar esa lengua repugnante que anteriormente se ha mezclado con la de Misao!? ¡Imperdonable!- los rugidos de su voz despertaban un deseo extinguido por la mencionada. ¿Estaba volviéndose loco?- ¿No piensas en Mizuki? ¿¡Cómo podrás volver a verle la cara!? Me equivoqué contigo, creí que eras diferente a los demás hombres. Lo mejor será terminar contigo de una vez por todas- tomando una lámpara cercana, claramente planeaba estrellarla contra su cabeza. Mio cayó en trance (la mirada psicópata no daba lugar a dudas), en dicho estado podía llegar a ser muy agresiva –Te mataré… tomar los labios de una mujer por la fuerza…-
-¿Y para quién los guardabas? No hay hombre tan loco como para desear besarte por las buenas. Deberías agradecerme…-
-¿Agradecerte, dices? ¿Y quién dijo que deseaba un hombre?- ¿Eso significaba lo que creía? –Siempre quise… sé que es imposible porque no es correcto… - abrió desmesuradamente los ojos sorprendido al descubrir indecisión en todo ese rostro -… ella jamás notaría mis sentimientos; aún así yo, no pude evitarlo… Siempre tan amable conmigo y sus ojos inocentes…-
-¡Cállate!-
-¡No! ¡Es la verdad! ¡Me gusta Mizuk…!-
-¡HE DICHO QUE TE CALLES!- con todas sus fuerzas, tiró de un brazo para lanzarla sobre la cama. Fuera de sí, apretaba con saña el largo cuello femenino; pudo sentir esas manos golpear por todas partes en un pobre intento por sobrevivir -¿¡COMO TE ATREVES A FIJAR TUS OJOS EN ELLA!? ¿¡TU, DE ENTRE TODAS LAS PERSONAS!?-
-… Katsuki…- escuchó un débil gemido y sintió en la mejilla magullada, una suave caricia.
-Te daré razones para que de verdad odies a los hombres- desde el momento que ella le suplicara silenciosamente con la mirada, supo que cometería un grave error; cuando rasgó salvajemente la ropa interior, un pesado bulto cerró su garganta; incluso mientras violentaba el frágil cuerpo (La dolorosa fricción sólo significaba una cosa…), pensó que su alma no tenía salvación alguna –"Es su culpa"- pensaba egoísta –"Debería gritar, demostrarme su agonía y arrepentimiento"- y es que no le daba el gusto; solamente apretaba los dientes y las sábanas, aguantando con todo su mancillado orgullo, ¿Por qué no bajaba la cabeza aunque fuera una sola vez en su vida? Ninguna justificación estúpida pudo tapar la infamia pero después de satisfacer su sádico deseo; mientras observaba la blanca tela del forro manchada de sangre… sintió asco de sí mismo y temor, ¿Cómo pudo…? ¿¡Quién era él!? La impresión fue tal que dejó caer su cuerpo de la cama –Dios… Dios… ¿Qué hice?...- había violado a Mio. Por más que la aborreciera, no merecía algo así. Nadie lo merecía… nadie.
-…uhmm…- ahora recordaba: mientras gemía como un asqueroso animal, escuchó unos débiles susurros "Me duele… detente… Katsuki…Katsuki"…¡No! ¡No quería oír su nombre con esa voz! –Katsuki…- ¡No de nuevo! ¿Qué haría ahora? ¿Cómo podría encarar a Mizuki? ¿¡A Mio!? –Me voy…- con gran esfuerzo, recuperó la postura y por un momento caminó como si nada –Nos vemos- no pudo mirarla a los ojos, sólo observó el vuelo de su falda ondear al pasar. Permaneció ido por un rato hasta escuchar el ruido sordo de un cuerpo que cae.
-¿¡Mio!?- horrorizado, salió de la habitación, encontrándola desmadejada sobre la alfombra de la sala -¿¡Qué pasó!?- en un segundo estaba a su lado, tomándola entre sus brazos y llevándola hasta la habitación de huéspedes, donde la depositó con excesiva ternura –Lo… lo lamento… yo… no quise… no sé… no tengo perdón…-
-¿Por qué?-
-¿¡Qué!?-
-¿Por qué te disculpas?-
-¿¡Cómo puedes preguntar por eso!? ¿¡Estás demente!?-
-Me dicen eso con frecuencia- río divertida, ¿Qué pasaba ahí? ¿¡Entró en el universo paralelo donde los violentos actos sexuales eran considerados normales!? –Fue mí culpa- ¿¡EH!? –Si fuera más fuerte, hubiera podido defenderme. Es mi culpa ser débil. Además, todos los seres humanos tenemos el leve porcentaje de pasar por una experiencia semejante, no es gran cosa. No es peor que las acciones de Misao-
-¡No digas tonterías!-
-Te provoqué…-
-Pero…-
-No estoy enamorada de Mizuki, sólo quería fastidiarte…-
-¡Aún así, no es justificación!-
-Los celos son cosa terrible…-
-¿¡Por qué insistes en excusarme!?-
-¿Por qué insistes en culparte?-
-No quería lastimarte…-
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Estaba segura de que cualquier mujer que experimentara su situación actual, lloraría desconsolada y trataría de matar al bastardo. Pero no era su caso. Sin embargo, Katsuki (El bastardo, en cuestión) comenzó a llorar sobre su regazo, como un niño temeroso del castigo por una travesura.
-Deja de lloriquear…- ¡Odiaba ver a la gente llorar! Y sobre todo, no soportaba verlo precisamente a él –Si no obedeces, te clavaré un cuchillo en medio de las piernas…- sus enormes manos apretaron la tela de la falda. Quiso reír por lo irreal de la escena: el sensei sin control; arrepentido, después de soltar la bestia en su interior. Si no doliera tanto en sus partes privadas, no contendría la risotada –"Maldición, no soporto más estar sentada"- si tenía que permanecer así por más tiempo, lo golpearía con todas sus fuerzas –Tienes muchas razones para sentir autocompasión. Y si hubiera sido otra persona, no creo que saldrías bien librado. Te aseguro me desquitaré contigo en algún momento pero no será hoy ni mañana-
-¿Eres un monstruo? ¿Acaso no sientes como una persona normal?-
-¿Preferirías verme llorando y gritando por las calles? Ya te dije que no es nada comparado con las cosas que mi propia familia ha hecho. Sé que me odias (soy una Hongo emparentada con los asesinos de tu familia) y quisiste desquitarte. Estoy acostumbrada a ser el canalizador del desprecio de los demás-
-¡Yo no quiero desquitarme contigo!- ¿¡Qué le pasaba!? Gritando de pronto y sujetándola con fuerza por los hombros, desesperado por obtener su perdón. Quizá no era lo suficientemente explicita -¡No te entiendo en lo más mínimo!...-
-Por eso digo que tu mente es muy simple- tapando su boca con un dedo, exigió silencio –Eres el primero en demostrarme tan intensamente un sentimiento humano dirigido exclusivamente a mí. Sé que tus sentimientos no podrían compararse con los de Mizuki pero son diferentes a los de Misao- exhaló un ruidoso suspiro por la clara confusión en esa cara de idiota - Yo, que siempre he sido invisible para todos y algo que no merece atención; una persona sin profundidad ni protagonismo, he sido eclipsada constantemente por mi hermana. Aunque sea algo que muchos consideren un acto "despiadado y enfermo", para mí, ha sido el único instante de relevancia en una historia donde casi me obligan a desaparecer…-
-¿Estás diciendo que no te importa el daño que tu cuerpo y mente reciban mientras sean dirigidos a ti?-
-No te espantes. Para alguien a quien siempre dejan de lado, es muy emocionante. Además, no es algo terrible. Si no hubiera pasado, probablemente moriría casta. Lo tomaré como eso que mencionan los adultos viejos y viciosos: sexo "hardcore"- incapaz de contenerse más tiempo, soltó una fuerte carcajada, pues era una expresión que su padre utilizaba con frecuencia cuando reunía a la panda de licenciosos que eran sus amigos. Compadecía al profesor, pues estaría preocupado por su salud mental. No es que fuera cuerda desde el inicio –Ahora tengo mejor concepto de ti, sensei…-
-Estás loca…- escupió con asco; aún así, dejó que acariciara su cabello castaño oscuro, admirando la suavidad de esos mechones (Y era un hombre… ¡Vaya sorpresa!)
-Gracias. Ahora puedo decir que conozco mucho más de Tachibana Katsuki. Su faceta más violenta; por supuesto, no es algo para presumir…- sentía tanto cansancio y las ganas de dormir eran insoportables. Bostezando disimuladamente, dio la espalda a su "atacante" –Ya lo creo. Si no te importa, ahora dormiré un rato. No puedo regresar a casa hasta que pase el dolor. Mi madre sospecharía demasiado si me ve caminando raro-
-Te llevaré...-
-¿Tanto deseas sacarme? Bueno, ya decías que era una visita indeseable...-
-¡No es por eso!...- titubeante, giró el rostro de un lado a otro, como cuidándose de algún acosador peligroso –¿No crees que es mucho más extraño no llegar a dormir?-
-Quizá tengas razón. Tomaré tu palabra: llévame a casa...- apoyándose en uno de esos anchos hombros, aceptó ser guiada todo el trayecto hasta el parqueo y luego, hasta las puertas de la mansión Hongo –Déjame aquí. La entrada no esta lejos. Si ven tu auto...-
-¿Podrás?-
-¿Me ves agonizando? Por supuesto que lo haré. Nos vemos otro día- no había puesto ni un píe fuera cuando Katsuki la tomó por la muñeca sólo para acunarla entre sus brazos. Estaban tan cerca y olfateaba el aroma de esa colonia tan desagradable que Misao le regalara para su cumpleaños. No soportaba el olor a perfume barato pero aún así, no pudo alejarlo.
-Lo lamento tanto...- murmuró dulcemente en su oído. Extraño fue, el sutil recorrido por la mejilla hasta respirar sobre sus labios, acariciándolos con el pulgar. Sintió que su tacto quemaba y un calor abrasador morar en sus entrañas. ¿Sería otra forma de repulsión? Cuando descubrió los intentos de besarla, empujó con todas sus fuerzas, rechazándolo y salió de ahí lo más rápido que sus maltrechas piernas pudieran.
-Maldito idiota, ¿Qué estás planeando?-
-Mio, ¿Te sientes mal?- Mizuki podía ser muy molesta a veces; aunque agradecía el gesto; después de todo, era la única que demostraba interés por su salud -¿Quieres un té?-
-¿No irás a la escuela? Es tarde y no asistiré-
-Llegaré a tiempo para la segunda clase, no te preocupes. Tienes algo de fiebre y ayer que regresaste, estabas pálida. ¿Qué pasó?, ¿A dónde fuiste?-
-Ya lo expliqué frente a mi madre, sólo di un paseo por ahí. Y por la palidez, quizá me bajó la presión. No es nada grave- aún dudosa, su prima decidió (Algo a la fuerza) dejarla sola para descansar. ¡Vaya que lo necesitaba! –Maldito desgraciado, ¿Qué te costaba ser un poquito más paciente?- cada vez que movía alguna parte de su cuerpo, dolía horrores en sus muslos y, obviamente, en…-¡Me siento como una nena llorona! ¡TE ODIO, KATSUKI!- aporreando la almohada, vio reflejada en ella el rostro de su archirrival y de inmediato, dejó en paz sus puños –Sé que debería asesinarlo por lo que hizo, pero, no siento el impulso de lastimarlo… ¿Qué me pasa?, ¿¡Qué pasa conmigo!?- la fiebre regresaba pues sentía el rostro arder, justo como después de que sus labios fueran besados y acariciados por el sensei. Algo malo pasaba con ella y debía solucionarlo.
Una idea iluminó su cerebro; asustándola y fascinándola al mismo tiempo.
-No puede ser que… ¿Me gusta?- abrió los ojos desmesuradamente, incapaz de saber que le provocaba mayor consternación: el alcance de sus emociones o la masoquista y retorcida manera de ser atraída por alguien –De verdad soy una enferma…- con un brazo, tapó sus ojos, suspirando pesadamente. Luego, como recapacitando, dejó que una mueca de cruel diversión cruzara sus labios –Si… sería un método excelente para torturar a Misao…-
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Trató de ser lo más discreto posible cuando, hace dos días, preguntó a Mizuki por la "señorita" y sus razones para faltar a clases. Podía darse una idea, pero hubiera preferido saber los detalles de su estado.
-"Mio llegó a casa muy tarde. Caminaba extrañamente y estaba más pálida de lo usual. La señora no se dio cuenta del todo (Porque salió a visitar a una vecina), sólo hasta mucho después que preguntó. Realmente no quería dejarla sola, ¿Qué si le pasa algo? A nadie le importa que pase con ella"- fueron sus palabras antes de lanzarse a sus brazos, buscando consuelo. Gracias a Dios que estaban solos en la sala de maestros y que su autocontrol fuera ejemplar (Mucho más después del "incidente")
-¿Qué fue de ti, Mio?- quería saber más pero preguntar demasiado levantaría sospechas. Debía cuidar el objetivo principal de sus propósitos. ¿No estaría mal visitarla, fingiendo buscar a su futura "suegra"? -¡Qué estupidez! Esperaré a que regrese a la escuela, así puedo culparla que el plan para esta semana vaya atrasándose- tomando el portafolio, despidió a Mizuki antes de salir, observándola marcharse. Su corazón dio un brinco cuando ella sonrió en su dirección. Sin embargo, la imagen de la pelinegra se interpuso pero en vez de sonreír, lo miraba con tristeza y dolor. La culpa lo perseguía a donde fuera y sabía, que jamás sería perdonado por su pecado –"¿Hasta cuando seguiré pensado en ella?"- tenía miedo de sí mismo, ¿Y sí la próxima vez pasaba con Mizuki? Misao no lo preocupaba pues no despertaba ninguna emoción en él, ni buena ni mala –"¿Quiere decir que acepto sentir algo más que repulsión por esa psicópata?"- escalofríos recorrieron su espina. Era imposible sentirse atraído por ella… no con su mente ocupada en sus dos más grandes e importantes motivaciones: Mizuki y vengarse de quienes acabaron con las familias de ambos.
Caminó hasta la estación del tren. Desde hace dos noches que no podía concentrarse bien así que optó por el transporte público; además, el observar por la ventana lo relajaba y calmaba. No tardó tanto y con tiempo de sobra, pasó por una tienda de conveniencia. ¿Hacía cuánto dejó de hacer las compras como una persona normal? Sonrió nostálgico, pensando que esas serían cosas que haría cuando vives con una familia. Recordó a su padre y un bulto aplastó su pecho. Cambiando el rumbo de sus pensamientos, pensó en Mizuki y en cómo sería una vida sin fantasmas o demonios, junto a ella. Imaginando un mundo maravilloso, llegó hasta la puerta del apartamento, donde (Para su sorpresa), Mio lo esperaba, apoyada contra una pared.
-Eres muy lento- levantando una mano, mostró una enorme bolsa llena de recipientes que despedían un fuerte y agradable olor –Traje la cena…- era la primera vez que la veía después de que lo rechazara en el auto. En aquel momento, sólo quería disculparse; pero sus manos actuaron por cuenta propia. Supuso que el empujón fue por temor de él y eso, de alguna forma, dolía. No quería ser temido ni despreciado por Mio -¿Piensas quedarte ahí mirando?, ¿No tienes hambre?- por inercia, asintió suavemente; reprendiéndose mentalmente por ser tan obediente ante esa voz.
Nuevamente, la invitaba a su apartamento. No muy seguro de si era correcto o en que terminaría aquello.
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-Katsuki, ¿Qué sientes por mi?- tomado desprevenido por la pregunta tan directa, escupió el té que recientemente llevara a su boca. Quiso reír pero debía mantener la seriedad del momento.
-¿¡Por qué preguntas eso!? ¿¡Qué podría sentir por ti!?-
-Dijiste que no me odiabas. Misao te visita seguido pero nunca ha presumido frente a Mizuki. Puedo concluir que, hasta la fecha, no has llegado más lejos con ella. Amas a mi prima, pero no te atreves a tocarla. Quiero saber lo que piensas- la última frase causó una fuerte impresión pues esos ojos sesgados casi salían volando.
Un poco más sereno y permitiéndose un suspiro, cerró los ojos antes de responder.
-No estoy seguro…-
-¿Eh? ¿Qué clase de respuesta es esa?-
-¿Y qué quieres escuchar? Y tú, ¿Qué sientes por mí? Abusé de ti pero no te ves molesta…-
-Me gustas…- casi lo vio caerse al suelo y su rostro alcanzó el grado máximo de incredulidad –Yo soy sincera y no me incomoda aceptarlo. ¿Qué hacemos al respecto?-
-¿Qué quieres decir con eso?, ¿Esperas que te diga lo mismo?-
-¿Crees que soy estúpida? Si te gustara, sería un problema. Esto es completamente unilateral y carente de complicaciones-
-¿Quieres…?- incapaz de encontrar palabras más adecuadas, para él fue imposible balbucear. Debería tomarle una foto por una escena tan memorable -¿Me estás pidiendo que seamos…?-
-¡Dilo, maldita sea!- cansada de esa fastidiosa inseguridad, aporreó la mesita ratona de la sala con el puño asustando a su compañero por el repentino arranque de furia - ¡Seamos amantes!- ¿Por qué ese hombre debía sonrojarse tanto? –Tú, yo; nada significativo. No te estoy pidiendo que me ames. Ni siquiera gustarte; no toleraría semejante estupidez-
-¿Y qué es lo que quieres de mí, en ese caso? No hay sentimientos ni compromisos, ¿Qué beneficio hay para ti y para mí?- desconfiado, alzó una ceja mientras apoyaba los codos sobre la mesa. Sonrió pues esperaba esa pregunta.
-Supongo que placer…- por primera vez, vio a Katsuki con la mandíbula desencajada -¿No? Claro, la próxima vez deberás ser un más considerado…-
-¿¡Y quién dice que yo aceptaré!?- molesta por su necedad, lo tomó por la corbata y haló de ella hasta casi ahorcarlo. Sintiéndose más fuerte que nunca, colocó uno de sus pies sobre un hombro, sometiéndolo y dejándole entendido quien tomaría las decisiones ahí -¿¡Qué demonios te pasa!?-
-¿Cómo puedes ser tan descarado y mentir? Mírate…- sonrió superior al bajar la vista –Sólo te he tocado un poco y ya estás excitado- lanzando a un lado la pantufla del único píe libre, acarició suavemente la vergonzosa erección imposible de ocultar. El sensei experimentó la humillación más grande de su vida, complaciéndola. Era muy poco comparado con lo que él hizo, pero por algo comenzaría -¿Qué te parece?, ¿Aceptas el trato?-
-¡Jamás!- liberándose de ella, trató de alejarse, horrorizado por las acciones con las que era acosado –Vete de mi casa ahora mismo. No quiero volver a verte fuera de la escuela…- como un animal acorralado, buscaba una salida a esas cuatro paredes que lo entrampaban junto a quien lo miraba como una presa cuando comenzó a caminar hacía él -¡Aléjate!-
-No quiero. Harás lo que te pida, ¿O qué? ¿Sientes por mí algo especial y si comenzamos esta "relación" terminarás enamorándote de mí? No quiero pensar que tu estupidez llegue a tanto… si eso pasara…- con su mano, despejó el fleco que tapaba la frente, rozando con los nudillos la suave piel disponible –Yo misma te mataría…-
-Eso nunca…- murmuró roncamente, entre cerrando los ojos. Katsuki podía ser una fiera cuando en verdad se enojaba y conociéndolo, podía llegar a ser peligroso si no controlaba ese temperamento suyo; sin embargo, ella descubrió como calmarlo y volverlo sumiso, sin darse él cuenta –Yo mismo me quitaría la vida…-
-No lo hagas, sino, ¿Qué pasaría con Mizuki?- había cedido al fin. Ya no había más que hacer en ese apartamento –Es hora de que me vaya. El plan seguirá como antes, además, hay que recuperar el tiempo perdido. Te espero mañana a las cinco- deteniéndose antes de salir por la puerta, miró pensativa al techo –Deberías aprovechar a salir con Mizuki ahora que Misao no está. Si eres muy lento, alguien más te la robará-
-¡Espera!- dedicándole una mirada de reojo, no dudo en mostrarle su desprecio -¿¡Piensas dejarme "así"!?- disimuladamente, señaló la entrepierna, haciéndola reír cruelmente.
-No es mi problema- pudo escuchar una maldición justo antes de salir. ¿Cuánto aguantaría hasta perder los estribos nuevamente?
COnt.
N/A: bien esta es la primera parte. No será muy largo. Sólo un capi más y termina. Como siempre: comentarios, pedradas, gritos iracundos y mucho más, ya saben qué hacer. Muajajaj!... Nos leeremos pronto.
Feliz Navidad… HOHOHO!!!!!
Por cierto, mi correo es hao(guión bajo)anymissdrefuss(arroba)yahoo(punto)com
Tal parece que no acepta correos esta página… espero que esta vez sí salga..XD!!.. Nos vemos… Xo!