Ya no eran niños. El tiempo habia pasado.

Suspiró y se acomodó de nuevo sobre él. Un gemido salió ahogado de los labios del rubio. Con un movimiento brusco se colocó él encima.

No, desde luego ya no eran niños.

Draco arqueó la espalda antes de embestir de nuevo. Ahora el soplo sordo de aire se escapó de la boca de ella. Él sonrió burlón y la joven puso los ojos en blanco. Inmaduro. Pero tan sexy...

Sus manos grandes se aferraban a donde podían. Siempre le había parecido adorable su falta de control. Rió para sí y volvió a manejar ella. Estaba visto que los hombres no estaban hechos para mandar.

Las manos, ahora fijas en sus caderas, aprietan con todas sus fuerzas ayudando y parando a un tiempo el subir y bajar que los está dejando a ambos sin aliento. Era divertido verlo así... abandonado al baile que dirigían sus propias piernas, llenas de pecas a ambos lados de su vientre.

Grita su nombre entre gemidos, y en algún lugar lejano de su mente recuerda los días en que sólo la llamaba por el apellido y no precisamente de ese modo. Lejos de abrumarla, el recuerdo hace que la situación resulte aún más absurda y por eso mismo entretenida. Porque para amar al heredero Malfoy y no volverse loca en el intento, había que buscarle el lado divertido a la cosa.

Sabe que lo tiene a diez segundos de correrse. Su pecho blanco sube y baja demasiado rápido, los dedos largos se clavan en su piel, el flequillo rubio y empapado cae sobre su frente y ese grito ronco y abandonado que tan bien conoce está a punto de aparecer, cuando ella se para repentinamente.

Una retaíla de insultos mezclados con risa brotan de la garganta del rubio. Pero la sonrisa triunfal no le dura mucho, porque Draco vuelve a girarla y la sujeta por las muñecas mientras la mira con esa cara de: "te vas a enterar lo que es bueno". Lo mirá desde allí abajo con un: " a ver que sabes hacer..." saliendo desafiante de sus ojos marrones, justo encima de su narizilla fruncida y una sonrisa traviesa.

Empieza y ¡Oh Merlín...! Sería por eso por lo que se enamoró de él. Ríe y él se para desorientado, pero ella sigue moviendose dando a entender que todo va bien. Hombres...

Sus pensamientos se van de paseo dejando sitio a las olas de placer que le envía Draco a cada movimiento. Al fin... Si sabe hacerlo ¿por qué no lo hace desde el principio?

Es la última pregunta que se hace a sí misma antes de dejarse arrastrar al orgasmo, inmediatamente antes que él.

Agotado deja caer la cabeza al lado de la suya, mirándola de frente. Y la frente le besa ella antes de apartar con desparpajo la melena pelirroja y volverse a apoyar en la almohada.

-Eso no ha sido muy femenino ¿sabes Gin?-

-Esque tú no eres demasiado masculino ¿sabes Drake?- contesta imitándolo.

Draco abre mucho los ojos primero y luego empieza a hacerle cosquillas. Los gritos y las risas de la chica Weasley llenan el apartamento y salen por la ventana escandalizando a algunos vecinos, haciendo sonreir a otros y recordando al mundo mágico que, aunque siguiera pareciendo extraño, el matrimonio Malfoy-Weasley funcionaba a la perfección.