Summary: Los Volturi pondrán en predicamentos a la familia Black Cullen. ¿Qué tendrá que hacer Jake para proteger lo que más ama ahora que es humano? Secuela de Contigo en el alba.

Disclaimer: La mayoría de los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, aunque Jacob es mío… en muchos sentidos.


Contigo en el alba: Recuperando la eternidad

Capítulo XVI – Un viejo amigo


Nessie

No pude dormir, y no era por el hecho de haber pasado dos días dormida. Era más bien por el hecho de que Olivier no dejaba de mirarme. Podía sentir su penetrante mirada escrutándome desde su lecho, tendido frente al fuego.

¡Maldito fuera!

Seguí pensando en eso de ser "propiedad" de Olivier.

Marcada.

Bufé molesta y me puse boca abajo. Estaba furiosa, totalmente furiosa. Seguía sin comprender qué rayos significaba eso de estar marcada y que ahora "era de Olivier" pero no me gustaba nada la idea, nada de nada.

Me senté de golpe y aunque sabía que Olivier seguía observándome me puse de pie y me dirigí hasta la enorme ventana. Para mi suerte, no me siguió.

La vista era hermosa, el patio era frondoso y verde… un verde muy parecido al de los bosques de Forks. Casi lloro al recordar mi hogar, pero me mantuve de pie intactamente, no quería darle más motivos a Olivier para querer acercárseme.

No lo quería tan cerca de mí.

Escuché varios ruidos por dentro de la casa. Supuse que ya había más gente levantada. Curiosa comencé a avanzar hacia donde provenían los ruidos. Olivier no me detuvo.

Salí de la sala y seguí por un largo pasillo hasta dar con una puerta al fondo a la izquierda. Me encontré con una maravillosa cocina.

Jeanine, la beta de Olivier estaba ahí tomándose un café humeante y comiendo unos waffles con tocino.

En ese instante mi estomago renegó. No había comido bien en días y la sed estaba molestándome un poco.

Jeanine me observó con los ojos abiertos como platos y tenía la boca ligeramente abierta.

—No lo puedo creer.

Fruncí el ceño y la vi extrañada.

—¿Perdón?

—Eres de Olivier.

Me quedé congelada en el marco de la puerta. Entonces era cierto de que todos los lobos sabrían que le pertenezco. Gruñí levemente al pensar en las palabras "le pertenezco".

—Supongo que sí. Me marcó el muy…

Mejor me guardé el comentario. Ella era su aliada y no me convenía decir cosas malas de su Alpha… aunque ese Alpha se lo mereciera.

Jeanine sonrió y se sacudió la cabeza. Su espesa melena dorada acarició sus hombros.

—Creo que no estás muy contenta con lo que sucedió.

—No, no lo estoy.

Podría jurar que vi una lágrima resbalarse por la mejilla de Jeanine, pero se volteó enseguida hacia la estufa.

—¿Waffles? —se dio un pequeño golpe en la cabeza—. Perdón, ¿puedes comer? Con eso de que… —hizo una gesto con los dedos en la boca haciendo la simulación de colmillos.

—Sí, sí puedo comer. Estoy viva.

—Eres toda una sorpresa.

Me encogí de hombros y me senté en la barra que estaba adornada con fruteros, jarras con jugos y un arreglo floral.

—Viven muy bien —dije sin disimulo.

—Supongo que son las ventajas de trabajar con los poderosos. Pierre, el Alpha mayor, les dio a todas las manadas una mansión como ésta.

—Pues sí que fue generoso. Me parece raro que ahora quieran estar en su contra, si les da tan buena vida.

—Tal vez suene raro, pero nosotros aún tenemos principios —dijo con voz acida.

—Lo siento, no quería ofender.

Ella se encogió de hombros.

—No pasa nada, tranquila. De todas formas tu palabra es ley.

—¿Eh?

—Sí, eres de Olivier y conociéndolo, querrá que lo que tú digas se haga. Eres afortunada, tienes un Alpha a tus pies.

Negué con la cabeza. Eso no era suerte, era una maldición. Yo no quería nada que tuviera que ver con Olivier, con el único Alpha que quería algo era mi esposo… bueno, Jacob ya no era un Alpha y ya ni siquiera era lobo, pero aún así quería que fuera solo él.

—Toma —dijo Jeanine tendiéndome un plato con tres waffles y un par de tiras de tocino.

—Que amable eres.

Ella encogió un hombro y volteó hacia la ventana. Tomé la miel de maple y bañé mis waffles con él. Tenía mucho que no desayunaba algo dulce. Tomé el tenedor y corté el waffle, me lo metí a la boca con ansias.

—¿Sientes algo por Olivier?

Casi me ahogo y tosí llevándome una mano al pecho. Esa pregunta me desconcertó por completo y volteé a verla, con los ojos llorosos por haber estado tosiendo en momentos anteriores.

—Pues… sí, siento cosas con él —los ojos de Jeanine cayeron al suelo— pero no el tipo de cosas que crees. Le tengo cariño, ha salvado mi vida y aunque no puedo negar que es muy atractivo y me siento atraída por él. No siento más que agradecimiento.

Una ligera sonrisa se dibujó en la boca de Jeanine.

—Pues, mujer a la que Olivier le pone el ojo, es mujer que terminara en su cama. Eso significa que eres una chica fuerte, no cualquiera se resiste a los encantos de Olivier.

—Comenzando por ti. ¿Verdad?

El rostro de la francesa se tornó carmesí y sus ojos se salieron de foco.

—¿Qué te hace creer que…

—Tu mirada, tus expresiones, tu manera de decir su nombre.

Jeanine que parecía que iba a negarlo de nuevo, pareció pensarlo mejor y mejor se quedó en silencio.

—Él no lo sabe.

—Pues es un tonto, porque en unos cuantos minutos de conócete yo me di cuenta.

—Tal vez tengas razón. O quizás es que soy muy poca cosa y no repara en mí.

—¿Cómo puedes decir eso? Olivier te aprecia, te confió a ti antes que a nadie la situación que nos envuelve. Es sólo que es tonto.

Jeanine sonrió y se sentó a mi lado en la barra.

—Se nos viene la guerra encima, chica hibirda. Espero que éstes lista. Tengo que protegerte, Olivier me lo pidió, así que más te vale que no me des problemas.

Sonreí.

—De acuerdo. Pero me llamo Renesmee, dime Ren.

—Ya lo sabía, Olivier me lo dijo, pero era más divertido decirte chica hibrida.

—De acuerdo loba beta, dime como gustes.

Jeanine sonrió de la misma forma en la que yo lo hacía.

—Mi nombre es Jeanine, puedes llamarme Jean.

—Ya lo sabía, Olivier también me lo dijo, pero era más divertido decirte loba beta.

Nos quedamos viendo por unos segundos en silencio y después soltamos la carcajada.

—¿De qué me perdí?

Era Olivier que venía entrando por la puerta.

—De nada de tu incumbencia.

—Que agresiva andas, Ren.

—Suelo reaccionar así, cuando un perro me marca.

—Uhh… siento cierta hostilidad en ese comentario mon amour.

—¿Cierta? Lo dije con toda la hostilidad posible.

—Así que mi mujer se rebela contra mí.

Olivier sonrió arrebatadoramente. Y Jean se fue de la cocina dejándonos solos. Me sentí culpable, pero yo no estaba haciendo nada malo. Si Olivier flirteaba conmigo era culpa de él.

—No soy tu mujer Olivier. Que eso te quede claro, yo soy mujer de un solo lobo y ese lobo es mi esposo, Jacob Black.

El rostro de Olivier mostró desconcierto y furia a la vez.

—¿El que era tu esposo es un loup-garou?

—No era mi esposo, Olivier, lo sigue siendo.

La sonrisa burlona que por lo regular adornaba el rostro de Olivier, se desfasó por una mueca. Al parecer no le gustó lo que le había dicho. Pero por mí podía enojarse y hacer rabieta si quería, yo estaba completamente segura de que amaba a Jacob Black y aunque él no quisiera volverme a ver, yo siempre esperaría por él aunque fuese en vano, porque lo amaba y lo amaría siempre.


Jacob

Tuve miedo de abrir los ojos. No sentía los dedos, las manos… de hecho no sentía el cuerpo. Era como si flotara por el limbo. ¿Estaría ya muerto? ¿Qué me esperaba al abrir los ojos? Volví a debatirme si abrir los parpados o no, porque no sabía si iba a poder soportar abrirlos y ver que no estaría al lado de mi Nessie nunca más.

La amaba demasiado, más allá de la vida o de la misma muerte. Renesmee lo era todo para mí, estuviese vivo o muerto. Tenía lógica al tomar en cuenta que no podía vivir sin ella, mucho menos podía morir sin tenerla.

Era un cobarde, un asustadizo que no sabía qué hacer.

Al estar muerto, supuse que podía quedarme ahí suspendido en el tiempo sin abrir los ojos, así que decidí pasar el resto de la eternidad así, cuando escuché a lo lejos un aullido.

¿Había lobos en el infierno?

Tenía que estar en el infierno, porque no había forma de que una persona tan idiota como yo pudiese merecerse el paraíso. No después de hacer de sufrir a la mujer que más amaba en el mundo.

Si alguien había pecado en contra de su naturaleza y en contra de todos sus principios, ese sin dudas era yo.

Volví a escuchar el aullido e impresionado y por instinto, abrí los ojos.

Estaba en un bosque espeso, había muchos árboles viejos y un río que se extendía a unos metros de mí. No era exactamente como me imaginaba que fuese el infierno, pero no iba a quejarme, el ambiente era realmente agradable. Entonces, mientras miraba anonadado el extenso bosque que se postraba delante de mis ojos, lo vi. Un gran lobo café que aulló, estaba tirado en el suelo. Di un paso y otro, y otro… y vi a una silueta al lado del gran lobo. Esa silueta lo estaba acariciando.

Fruncí el ceño pero seguí caminando con precaución, todo estaba muy confuso y había algo de neblina que me impedía distinguir a la silueta con claridad.

—¿Quién eres?

—Ya tan pronto te olvidaste de mí.

Me quedé congelado en mi sitio y sonreí incrédulo. ¡Cuánto lo había extrañado! Una vez que me recuperé del shock, corrí atravesando unos cuantos arbustos y me detuve a sólo dos pasos de él.

—¡Qué gusto verte viejo!

Billy Black, estaba de pie imponentemente acariciando al enorme lobo. De hecho si los comparaba, papá se miraba más fuerte y más feroz que el lobo. El lobo, parecía dormido.

—Es bueno volver a verte, hijo.

Me acerqué y lo abracé lo más fuerte que pude. ¡Cuánto lo había extrañado! ¡Cuánta falta me había hecho! Dos lágrimas se deslizaron por mis mejillas y mojaron la camisa de mezclilla azul que papá utilizaba. Él deshizo el abrazo y con las manos agarrando mis hombros me vio a los ojos.

—Aunque me da gusto verte aquí, me avergüenzas Jake.

Fruncí el ceño y agaché la cabeza, apenado. Papá debía de suponerme vivo y sonriente con mi familia, no muerto y solo.

—Sé que últimamente no he hecho las cosas como deberían de hacerse.

—En eso no te equivocas.

Volteé a mí alrededor y el lobo achocolatado, seguía ahí… dormido.

—¿En dónde estamos? ¿Así es como se ve el más allá? Es raro estar muerto.

Sentí un golpe en la cabeza y me la agarré adolorido y soltando un improperio.

—¡Auch! ¡Eso me dolió!

—Menos mal. Era para que te doliera —respondió papá con una media sonrisa.

—¿Y puedo saber por qué me pegaste?

—Por las tonterías que has hecho y por las que acabas de decir.

—¿Qué dije?

—Que estás muerto.

—¿Y no lo estoy?

—No.

Me erguí en ese momento y retrocedí un paso de papá, pero un paso más hacia el lobo.

—Entonces ¿qué es éste sitio?

—Sólo digamos que estamos en un lugar sagrado y espiritual.

—Eso es raro.

—No olvides de dónde vienes Jake. Tus raíces, tus ancestros. Nada de esto es raro.

Hice un mohín y me encogí de hombros. Las cosas se estaban poniendo raras dijera lo que dijera.

—¿Por qué estoy aquí?

—Por tus palabras. Por tus sentimientos, tu valor, tu impotencia, tu sinceridad. Estás aquí para recordar quién eres y de dónde vienes, porque al parecer lo olvidaste por completo.

La expresión confusa en mi rostro debió mostrarle a papá que no le estaba entendiendo nada.

—Dime algo, Jake. En éste momento, ¿qué es lo que más deseas?

No sabía si había un truco en esa pregunta pero contesté con la verdad.

—Salvar a mí familia. Ser útil.

—En otras palabras quieres ser un ser mágico de nuevo ¿no es así?

—Pues, sí. Porque de esa forma podría ser ventajoso a la hora de la batalla, por ir por mí familia.

Papá caminó más cerca del lobo. Era raro verlo de pie, había estado tan acostumbrado a que estuviera siempre en su silla de ruedas que no me acostumbraba verlo como si nada caminando a sus anchas.

El lobo ronroneó cuando papá lo acarició.

—¿Y éste lobo?

—Es un lobo que perdió el camino. Está dormido, pero está luchando por volver a despertarse.

—¿Eso fue una metáfora o algo así?

Papá se rió con sorna, y se encogió de hombros.

—No me corresponde responder eso.

—Eso significa que sí —dije caminando hasta ponerme al lado de papá. Hombro con hombro.

—Jake, necesitas recordar tus raíces para poder hacer realidad tus deseos.

—Repites mucho eso, pero no lo entiendo viejo.

Papá negó con la cabeza dos veces y una ventisca me dio de lleno al rostro. Cerré los papados y me cubrí la cara con las manos.

—Ábrelos, Jake. Abre los ojos Jacob Black.

Intenté abrirlos, probé con un ojo y luego con el otro. El bosque había desaparecido, el río tampoco se escuchaba. El viento cesó y dio el paso a la nada.

No había nada, no se escuchaba nada. Estaba en la nada.

—¿Qué demo…

—Voltea, Jake.

Volteé y vi a papá aún al lado del lobo. Me miraba con ojos inescrutables.

—¿Qué sucedió?

—Te refrescaré la memoria.

Billy Black, agitó una mano por el aire y la nada empezó a llenarse de colores. Imágenes, lugares y personas empezaron a traspasarnos como reflejos. Destellos y sonidos mezclados sólo lograron confundirme hasta que de repente la imagen se detuvo.

La nada se había transformado en La Push, bastante años anteriores. Volteé a ver extrañado a mi padre, pero él indicó con la cabeza que mirara lo que quería mostrarme. Obedecí sin preguntar.

Un Quileute estaba siendo asesinado por una mujer… la mujer era una chupasangres. El pueblo entero gritaba en pánico y había varios cuerpos tirados por el suelo. La situación era deplorable. Sentí el coraje y la impotencia que la gente que estuvo ahí debió haber sentido.

Mis manos se empuñaron y mi mandíbula se tensó. Era inconcebible como toda esa gente inocente moría a manos de esa maldita vampira.

—¿Por qué me muestras esto? —pregunté indignado. Papá no me respondió.

Regresé la vista a la atroz escena y vi que un lobo pequeño y enfurecido llegó para combatir a la chupasangre, estaban luchando a muerte.

—Ese —dijo papá poniéndose a mi lado—, es Yaha Uta, uno de los hijos de Taha Aki con su tercera esposa.

De repente me ubiqué en el tiempo, ésta era la historia de la tercera esposa. Taha Aki, fue el primer metamorfo que existió en los Quileutes. Su tercera esposa, fue su imprimación. Lo recordaba vagamente. Asentí nervioso y seguí contemplando la escena.

Lamentablemente Yaha Uta, murió a manos de la sanguijuela, y su padre —el gran Taha Aki— que no era más que un anciano que había renunciado a su espíritu lobo, lo vio morir impotentemente.

Taha Aki lloró encolerizado por la pérdida de su sangre y dentro de la presión del momento, del coraje, de la desesperación y del amor por proteger a quienes amaba… volvió a convertirse en lobo.

Casi me dejo caer al suelo cuando vi al viejo lobo gruñir en dirección de la mujer de mirada escarlata e ir en su ataque. El resto de la historia la recordaba bien.

Volteé con papá y él asintió al entender que lo había comprendido.

Las imágenes de Taha Aki y el antiguo pueblo Quileute desaparecieron y dieron pie a otra imagen que me hizo estremecer y acongojó mi corazón.

Éramos Nessie y yo sonriendo felices mientras Taylor y Sarabelle jugaban al cazar un ciervo.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas. Taha Aki había renunciado a su espíritu lobo porque había encontrado el amor en su imprimación y quería morir al lado de ella. Al ver morir a su hijo y ver como peligraban los demás… él, recuperó a su espíritu lobo.

Regresé mi vista a una de las escenas más felices de mi vida y de repente se distorsionó la imagen cambiándola por una de la torre Eiffel y vi a Nessie ahí… al lado de un gran lobo.

Mi pecho ardió, de hecho todo mi ser comenzó a arder. Todos mis instintos me dictaban que Nessie estaba en peligro. Grité con furia y la imagen desapareció.

Volteé para ver a papá de nuevo, pero él ya no estaba. El lobo —que había estado dormido—, estaba de pie y me miraba con ojos confundidos, parecía expectante.

—Supongo que esto es entre tú y yo.

El lobo parpadeó y gruñó un poco.

Ya despierto y viéndolo con detenimiento me di cuenta de que… era yo. Era yo en mi forma lobuna.

—¿Eres mi espíritu lobo?

—Sí.

¡Madre de Dios!

El lobo me contestó sin abrir el hocico. Lo escuché en mi mente y era mi voz.

—Dime qué puedo hacer para que seamos uno solo de nuevo —le rogué con voz gutural.

—Sólo necesito una cosa.

—¿Cuál?

—Que des todo para salvar a nuestra familia.

—Hasta la vida —confirmé mientras daba un paso hacia él y él comenzaba a caminar en mi dirección.

—Bien —escuché en mi mente cuando toqué al lobo—, que así sea.

El calor del lobo se extendió de mi mano a todo mi cuerpo. Comencé a temblar y cerré los ojos sin poder evitarlo.

Nessie, Sarabelle, Taylor…

Pensé en mi familia y un dolor desde la boca del estomago se abrió paso hasta mi garganta. Necesitaba una liberación e hice lo que necesitaba para liberarme… rompí mi piel y aullé con fuerza.

Una paz interior me embriagó. Respiré y el ambiente se sentía diferente y hasta el sabor en mi saliva me supo distinto. Más aire fresco me acarició el rostro.

Abrí los ojos y estaba en mi casa de nuevo… sólo que en cuatro patas.

Era de nuevo un lobo.


Hola a todas, perdón por no subir el viernes, pero mi bebé ha estado enfermo y ni tuve oportunidad de terminar el capítulo. Lo siento mucho… y ahora sí, díganme… Waaaaaaa ¿Qué les pareció lo de Jake? Jojojojo ¡Lobito una vez, lobito por siempre! Jojojo XD. Las amo mucho, y nos seguimos leyendo.

Kokoro.