Sakura PDV
Pensar que todo empezó así, con flores... y del mismo color, blancas, con el centro amarillo.
Lo recuerdo bien. Tenía siete años, paseaba por un hermoso campo de la ciudad, que una empresa privada se había encargado de tapizar con flores amarillas, blancas, y de ambos colores.
Era verano, yo llevaba un solero y un sombrero para protegerme del sol, mi entusiasmo había hecho que me escape de la mano de mi padre y salga corriendo tras una mariposa azul, que logré atrapar con mis manos. Di un saltito de alegría cuando noté que la tenía y me choqué con alguien. Ese chico se dio vuelta, y, agresivamente, me gritó:
—¿¡Acaso no ves por donde vas!
Yo, aterrada y sin querer dejar escapar a mi bicho cerré las manos y me callé, con lágrimas de rabia a punto de salirme de los ojos, bajé la vista y caminé, él me retuvo, tomándome de la muñeca.
—¡Te estoy hablando! —me gritó nuevamente.
—¡No! —grité, y acto seguido, me largué a llorar, me había costado mucho agarrar esa mariposa, y ahora se escapaba volando lejos.
—¡Hey, no, no llores! —suplicó el chico, avergonzado—ven, podemos ir a buscarla juntos.
Levanté la vista, ante la insistencia del chico.
—¿Cómo te llamas? —le pregunté, desconfiada.
—Shaoran, Shaoran Li ¿Tú?
—Sakura Kinomoto.
Debería haber olvidado ese recuerdo, debería estar enterrado en mi mente y jamás haberlo recordado. Pero se grabó, a fuego, en mis neuronas.
Se alejó por unos segundos, y volvió con un pequeño ramillete en las manos, mientras yo, como una idiota, seguía llorando.
Tenía una cara rara, a mi saber, demasiado tierna para una expresión tan dura, los ojos ámbares transparentes, el pelo chocolate, la mandíbula demasiado tensa para un niño…
—Para disculparme…-pidió, desviando la vista, extendiendo el pequeño conjunto de flores.
—Gracias, Li —le sonreí, ahora sí, con confianza.
Y tomé su mano, para que juntos busquemos aquello que se me había perdido.
Ahora también tenía un ramo de flores, y tomaba su mano. Pero estaba vestida de blanco, y esperando el momento indicado para dar el sí...
Que me uniría para siempre con aquella persona que me quitó lo más insignificante, y me dio todo lo que hubiera querido en la vida.