Holas. Este es mi primer intento de fic de hetalia. Es shonen-ai y todos sus derechos reservados. Ojalá les guste.

Citas a ciegas.

Suspiro mientras observaba al joven marcharse rápidamente. Aun recordaba la expresión de miedo en su rostro antes de disculparse y emprender la retirada. Porque eso era lo que había hecho. Huir de el como si fuera la cosa más peligrosa del mundo. Y definitivamente no entendía el motivo de aquella acción.

Miró las tazas de té a medio tomar, apenas habían conversado una media hora antes de que huyera como si de un demonio se tratara. Aquel joven le había parecido amigable y realmente se había sentido cómodo a su lado, el otro parecía sentirse de la misma forma, entonces ¿Qué había pasado? ¿Por qué de pronto el pobre tipo se encontraba huyendo con la expresión de que su vida dependía de ello? Simplemente no lo entendía.

Tomó su taza y comenzó a beber tranquilamente, lo que menos debía hacer ahora era marcharse del lugar, o sino parecería que le hubiesen rechazado y eso era algo que nunca iba a aceptar.

Aun no entendía el porqué se encontraba en este lugar, o por qué había decidido juntarse con ese extraño para conversar. Nunca se había interesado en esas cosas, no se sentía lo suficientemente desesperado como para querer encontrar a alguien a través de estos métodos.

Suspiró con resignación, desconociéndose por primera vez en todo lo que llevaba de día. Bebió un poco más de su té para luego dedicarse a comer un poco de pastel, observó por la ventana a la gente pasar. Ahora que lo pensaba bien, todo esto había comenzado por capricho y por culpa de Francis al burlarse de el.

- Nunca encontrarás a alguien si sigues así.

Le había dicho el muy bastardo con su típica sonrisa de idiota en su rostro. Aquella frase y todas las demás, como: 'El sin amigos' o 'Cómprate una isla y de seguro serás más feliz' eran parte de una rutina que vivía diariamente y de algún modo podía aguantar. Mas, aquella última frase había sido la gota que derramo el vaso. Completamente humillado se había retirado de la sala, claro primero dándole su merecido al imbécil que decía llamarse su amigo. Todo el día se encerró en su cuarto, mirando el techo, leyendo o hablando con sus amigos mágicos. Las horas pasaron lentas, pero tranquilas, en algún momento le dio por meterse al Pc y en medio de búsqueda y búsqueda, lo encontró.

Era un anuncio de citas a ciegas en donde las posibilidades de encontrar a la media naranja eran de un 100%. Se metió a la página de pura curiosidad. Luego de unas cuantos minutos de lectura, no pudo evitar sentir que el programa o método de encontrar a la persona ideal era completamente interesante. Observó por un momento el botón para inscribirse y con un simple 'Que más da' al aire se inscribió. No creía que fuera tan problemático, además nadie debía saber en lo que se había inscrito, mucho menos el idiota de Francis.

Al paso de algunos días recibió a través de su celular su primera cita, lo pensó un momento, pero con una idea positiva decidió aceptar. Quizás sería divertido y les demostraría a todos de que si era sociable y de que no se quedaría solo en lo que se refería amorosamente.

Y ahora aquí estaba, sintiendo el sabor del primer rechazo.

- ¡Hey!

El saludo lo sacó de sus pensamientos junto con una mano en su hombro, rápidamente se giro para ver a la persona en cuestión. Para su sorpresa Alfred se encontraba a su lado, sonriéndole de aquella forma tan característica de su persona, dándole millones y millones de sensaciones molestas ¿Por qué diablos era tan alegre? ¿Y qué demonios hacía en un lugar como este?

- ¿Qué quieres? – Habló de mala gana, no podía evitar sentirse molesto luego de todo el show de antes. Alfred pareció no importarle el semblante de su amigo, acostumbrado a todos ellos luego de sus años de convivencia. Se sentó en donde alguna vez un sujeto desconocido había estado ahí, ahora que lo pensaba ni siquiera recordaba su nombre.

Sin más Alfred señaló hacía una dirección, la cual siguió encontrándose con un Mc'donalds en medio de una esquina. Volvió a suspirar.

- Me gustan las hamburguesas de ese local.

- Vas a engordar si sigues comiendo de esa basura.

- ¡Que no es basura!

Alfred hizo un puchero al sentir insultada su comida, provocando con ello que una pequeña sonrisa se formara en los labios del otro, olvidando por algunos segundos la mala experiencia.

- ¿Qué te trae a ti por aquí Arthur, no eres de andar saliendo.

La sonrisa murió luego de aquello y giró su cabeza de mala gana.

- Sólo vine a pasear un rato, tantos papeles me tiene algo estresado.

- Que mal mentiroso eres. – Susurró el otro.

- ¿Qué? – Arthur no había entendido muy bien lo que Alfred le había dicho.

- Que por qué no salimos a dar una vuelta. Si viniste a pasear entonces podríamos divertirnos juntos.

Arthur le observó, reflejando su sorpresa. Alfred simplemente aumento la sonrisa tratando con ello de expresarle lo genial que seria.

- No… Tal vez para otra ocasión, en estos momentos me siento algo cansado.

Alfred se mostró desilusionado ante aquella respuesta, pero siguió sonriendo.

- Entonces para a próxima.

Arthur sonrió en respuesta y sin más palabras se despidió del joven. Ahora lo que más necesitaba era dormir un poco y contarles su penosa primera cita a sus pequeños amigos.

Alfred lo observó marcharse, cuando ya no pudo divisarlo suspiró para luego retirarse del lugar. Cruzo la calle hasta el Mc'Donalds en donde pidió un combo simple. Se sentó tranquilamente y comenzó a devorar la hamburguesa.

Se sentía confundido, los sentimientos de culpa y tranquilidad se mezclaban en su interior constantemente. Pero es que al ver sin querer aquel mensaje en el celular de Arthur sobre una cita con un completo desconocido le había dejado en shock. Sabía que se peleaban siempre, que Francis lo molestaba de varias formas ¿Pero citas a ciegas? Diablos, era como si Arthur estuviera desesperado por encontrar a cualquier idiota sólo para dejar a Francis con la boca cerrada. Estaba seguro que sólo era por eso que se había metido a aquel extraño círculo de citas y no permitiría que su amigo se metiera con cualquiera (Se había leído toda la página esa y definitivamente no le agrado nada del asunto)

Se levantó para pedir otro combo, y nuevamente comenzó a devorarlo. Aun recordaba la cara de ese idiota cuando lo pillo en el baño y lo atormento con cosas muy malas del que era su cita. Casi le estaba gritando que Arthur era un psicópata buscando a su próxima víctima. Nunca se imaginó ser tan buen actor ya que el pobre hombre se fue sin dar escusas. Con una sonrisa vio a ese idiota marchar, lo que lo sorprendió fue ver el rostro de Arthur, aquella expresión confusa y algo dolida no le gusto.

"Pero es que Arthur no se merece a un cualquiera, menos a ese imbécil cobarde"

Pensó ya con su tercera hamburguesa en la boca. Arthur no se merecía a cualquiera, Arthur simplemente no era para cualquiera. Dejó la hamburguesa luego de aquellos pensamientos.

Entonces ¿Quién se merecía a Arthur?

"Soy un jodido egoísta…" Dejó su hamburguesa a medio comer, pero la decisión en sus ojos era clara "Pero nadie lo alejará de mi lado, menos unos desconocidos"

Ya con todo más claro, sólo necesitaba descubrir cuando serían las próximas citas de Arthur, sabía que abrían más, sabía todo de aquella estúpida página y su modo de trabajar, aunque igual rezaba que Arthur se arrepintiera de seguir con el juego luego de esta experiencia. Una pequeña gotita se formó en su frente, conocía demasiado bien a Arthur como para pensar que este se rendiría a la primera.

Pero ahora, el problema era otro. Arthur nunca le dejaba ver su celular ¿Cómo diablos sabría de las otras citas? Lo pensó por algunos minutos y luego la respuesta llegó a su cabeza sacándole una gran sonrisa. Estaba seguro que Kiku lo ayudaría en su gran y heroica misión.


Pasaron algunos días antes de que Arthur recibiera un nuevo mensaje con la fecha de la que sería su próxima cita. Observó la pantalla por algunos minutos pensando en si iría o no a aquello.

- ¿Qué haces?

Para variar Alfred lo sacó de sus pensamientos, asustado guardó el celular en su pantalón, los ojos azules no dejaron de observar aquel pequeño aparato con una sonrisa traviesa.

- Nada.

- Ya.

- ¿Qué quieres?

Alfred lo miró por unos momentos y luego ensanchó la sonrisa.

- Vine a cobrarte lo del fin de semana. – Arthur lo miró sin entender - ¡Salir! ¡¡Me prometiste salir!!

- ¡No grites idiota! – Las mejillas de Arthur estaban completamente rojas, sentía las miradas curiosas de todos luego de escuchar las palabras tan entusiastas de Alfred, aunque aquello sólo aumentó su vergüenza.

- ¿Eh? Así que una cita. – La voz de Francis no se hizo esperar luego de aquello, acercándose a los jóvenes de forma burlona. - ¿Tan desesperado estas que ahora quieres salir con Alfred?

Arthur no respondió, se levantó de golpe y con el mismo impulso dirigió un puño hacia el rostro de Francis.

- Claro que tendré una cita imbécil – Exclamó con notoria furia, mas de algún modo Alfred sabía que aquella cita no sería con él, menos al percatarse de cómo el rubio sacaba su celular y comenzaba a escribir en el, para luego salir del salón.

Miro de mala gana a Francis, quien seguía en el suelo quejándose de dolor.

- Idiota…

Susurró con molestia. Pero bueno, debía prepararse para 'salvar' al pobre de Arthur de ese segundo desconocido malvado. Abrió su celular, encontrándose con dos nuevos mensajes, uno con la información de la próxima cita y otro con la respuesta de Arthur. Alfred alabó a Kiku, simplemente era un genio.


Arthur miró el reloj por quinta vez, aun esperando a que su famosa cita se hiciera presente.

- 45 minutos y nada. – Susurró de mala gana. La cita era en un edificio ubicado en pleno centro de la ciudad. Aquel lugar era un hotel, mall, restaurant, salón de té y demás, pero de la más alta calidad. En lo personal siempre le había llamado la atención aquel lugar (Sobre todo al escuchar que vendían un té de primera calidad) mas nunca había tenido la oportunidad de conocerlo y mucho menos entrar.

De por si el edificio era uno de los tantos auspiciadores del famoso club de citas en el que se había metido. De por si Arthur lo encontraba un tanto sospechoso, ni siquiera le decían el nombre de la persona con la que se juntaría, a esa empresa le encantaba que todo fuera una sorpresa.

"Pero cómo diablos esperan que sepamos quien es quien si no dicen nada"

Maldijo un poco más y volvió a ver la hora, decidido a marcharse del lugar al acabar su té (El cual había pedido algunos minutos después de sentarse en el lugar indicado por el mensaje de su teléfono)

Otros 45 minutos pasaron hasta que Arthur decidió marcharse del lugar, sintió como su celular vibraba y sin más lo sacó para ver de qué se trataba. Era un mensaje de texto del famoso club de citas el cual le decía que su pareja debido a causas mayores no iba a poder presentarse a la reunión. Luego de leer el mensaje cerró el celular con fuerza y de la misma forma lo puso en su pantalón.

"Genial, primero salen huyendo y ahora me dejan plantado"

Arthur no podía sentirse más que humillado, ya era la segunda vez que pasaba algo con sus supuestas medias naranjas. Salió del lugar maldiciendo, tan concentrado estaba en ello que no se percató de su alrededor y antes de poder hacer algo ya se encontraba en el suelo producto de un choque.

- ¿Estás bien?

Estuvo a punto de insultar al sujeto cuando el tono de voz de aquel desconocido se le hizo familiar, rápidamente giró en dirección a la voz y lo encontró. Alfred lo miraba con expresión preocupada mientras le ofrecía una mano para levantarlo, de algún modo la molestia ceso.

- Disculpa.

- No hay problema. – Dijo suavemente, ensanchando con ello la sonrisa de Alfred, quien sólo se limito a dejar una mano en la cabeza del inglés.

- Eres tan pequeño que no pude verte.

Si Arthur pensó que su molestia había disminuido, pues estaba muy equivocado. Sus mejillas enrojecieron luego de aquel comentario, pero ante toda la furia que sentía en estos momentos. Alfred sintió un escalofrío en su espalda antes de que Arthur sacara su mano con un golpe.

- Idiota.

Sin más dio media vuelta y emprendió camino. Alfred lo siguió rápidamente, aun con una sonrisa en su rostro.

Así fue por lo menos media hora de caminata, en donde Arthur se paseaba por cualquier lado y Alfred lo seguía con su sonrisa. Sin más se detuvo de golpe y encaró a su amigo.

- ¿Qué quieres?

- ¿Qué quieres tú?

La preguntó desconcertó por algunos momentos a Arthur.

- Que te importa. – Respondió de mala gana y un poco sonrojado. Maldijo a Alfred, siempre lo hacía sonrojar. El otro ignorando aquellos pensamientos se acercó un poco más.

- Conozco un buen lugar cerca de aquí ¿Qué te parece si vamos?

- ¿Eh?

- ¡¡¡Será divertido!!!

Sin esperar respuesta Alfred tomó la mano de Arthur, haciendo que las mejillas del otro se pusieran aun mas rojas de lo normal. Con rapidez Alfred lo llevó hasta el mismo edificio en el que Arthur alguna vez estuvo esperando una cita. Al ver el lugar sólo provocó que varias venitas aparecieran en la frente de Arthur.

- ¿Te estás burlando de mi?

- ¿Por qué?

Arthur se cayó, era obvio que Alfred no tenía idea del por qué se encontraba ahí en primer lugar. Sin mas ambos entraron al local. Alfred lo llevó hasta el último piso y para su sorpresa todo un nuevo ambiente lo recibió. Podía escucha los disparos, las risas, podía ver a esas personas con trajes extraños y listos para dispararse en cualquier momento. Era un lugar en donde se podía disparar libremente, casi como en una guerra, con la diferencia de que las balas era de pinturas. Notó los distintos tipos de ambientes, en uno parecía una jungla, otro estaba lleno de murallas, había un intento de casa en el que algunas personas se escondían y luego disparaban a los que pasaban. No evitó emocionarse y rápidamente se giró para ver a Alfred.

- ¿Quieres intentarlo?

Arthur olvidando por completo el fracaso de antes, asintió con entusiasmo. Sin más Alfred se dirigió hasta una caja y así pedir lo necesario.

Ya ambos cambiados, con pistola en mano y algunas municiones de repuesto se dedicaron a escoger el ambiente. Alfred ganó el piedra-papel-tijeras y sin más condujo a Arthur hasta la jungla.

- Bien, primero nos damos 15 segundos y luego empezamos con la acción. – Arthur simplemente no podía evitar sonar entusiasmado, después de todo lo estaba.

- Muy bien, pero ten cuidado. – Alfred de pronto hizo su típica pose cuando quería lucirse por algo. – ¡¡Los héroes somos expertos en armas!!

- Que héroe ni que nada.

- Entonces qué te parece una apuesta. –Arthur lo miró interesado.

- Haber.

- Pues… si yo ganó, me invitas a comer hamburguesas por una semana. Pero si tu ganas. –Alfred tembló por unos momentos. – Dejaré que me prepares el almuerzo por una semana.

- ¿Acaso comer mi comida es tan horrible? – El otro sólo comenzó a reír ante el comentario.

- Tu lo dijiste no yo.

- ¡¡Pues acepto idiota!! En esa semana te darás cuenta de lo maravillosa que es.

- ¡Jah! En esa semana amarás las hamburguesas.

Se dieron la mano cerrando el trato y sin mas ambos dieron media vuelta y se adentraron entre los árboles.

Arthur rápidamente se ocultó en un árbol, los quince segundos ya habían pasado y ahora el ruido de los otros disparos junto con las risas se escuchaban por todo su alrededor. Intentando afinar sus sentidos miró a su alrededor. Nada.

"Maldita sea"

Se agachó y luego se acomodó el casco, lo que menos necesitaba ahora era ser descubierto por su color de cabello. Se tensó al escuchar movimientos de arbustos, giró hacia la dirección apuntando con su arma, mas no pudo hacer nada cuando sintió un pequeño golpe en la espalda y luego la carcajada de Alfred ¿Cómo diablos había hecho eso?

Se movió con rapidez y sin más disparó, ensanchó su sonrisa al escuchar una maldición por parte de su amigo. Notó como una niña salió por donde había escuchado el movimiento minutos antes. Tomó aire y sin más se lanzó hacía una dirección.

El encuentro había terminado y Alfred con una gran sonrisa expresaba lo bien que se sentía por su victoria.

- Estaré ansioso por mi hamburguesa de mañana.

Exclamó con felicidad mientras se iban alejando del edificio. Arthur lo miraba con notorio enfado. Y es que Alfred había ganado por tan poco, definitivamente culpaba el primer disparo que Alfred le había acertado. Pero bueno, cumpliría con su palabra.

Suspiró derrotado, realmente le había gustado la idea de prepararle el almuerzo a Alfred. Sintió enrojecer luego de ese pensamiento.

- Y tú también comerás conmigo ¿De acuerdo? – Como siempre Alfred se encontraba ajeno a los pensamientos de Arthur.

- Como si quisiera de esa basura.

- ¡¿Eh!? Pero no puedo comer solo. ¡Tienes que acompañarme! – Hizo algunos pucheros enfatizando con ello lo poco que le había gustado aquel comentario. Arthur no evitó sonreír, le agradaban algunas expresiones de Alfred, las encontraba tan adorables e inocentes.

- Lo pensaré… pero no esperes que compre una hamburguesa.

- Ya veremos.

Alfred ensanchó su sonrisa, pero no pudo seguir viéndolo cuando sintió su celular vibrar. Lo abrió y para su sorpresa la fecha de una nueva cita se le hacía presente, lo miró por unos momentos, preguntándose si en confirmar aquella nueva cita.

- ¿Qué es Arthur? – Alfred comenzó a acercarse producto de la curiosidad.

- Nada. – Rápidamente cerró el celular hasta colocarlo en su pantalón, Alfred hizo un puchero por las acciones del rubio.

- ¿Vamos a comer?

- Creo que ya paso… es algo tarde y mañana hay clases.

- Supongo que tienes razón. –Suspiró derrotado y luego tomó un brazo de Arthur – Pero al menos te dejaré en tu cuarto.

- N…no tienes por qué hacerlo.

- Los héroes siempre acompañamos hasta el final a sus damiselas.

- ¡Idiota!

Alfred comenzó a reír al ver las mejillas rojas de Arthur, pero se sorprendió cuando el otro no se apartó de su lado. Su sonrisa burlona se transformó en una más suave.

- Yo no soy una damisela.

- Cierto… -Susurró bajo, mas Arthur podía escucharlo por la cercanía. – Las damiselas no poseen lo que tú tienes entre las piernas.

El rostro de Arthur no pudo estar más rojo por la vergüenza, de un manotazo se apartó de Alfred para luego apurar el paso. Alfred sonrió al verlo, también apuró el paso para poder alcanzar a su amigo. La espalda de Arthur se veía pequeña en comparación a la suya, a veces Alfred pensaba que con cualquier golpe muy brusco Arthur se rompería en mil pedazos. Pensar en esas cosas no le causaban los mejores de los sentimientos y a la vez sabía que eran unos pensamientos estúpidos ya que el inglés lo que menos podía ser era ser débil. Mas, de alguna forma la idea de protegerlo, abrazarlo y tenerlo siempre a su lado no se iban.

Notó cuando Arthur sacó el celular y leía el mensaje, también había sentido su celular vibrar, así que era más que obvio de lo que se trataba. Recordó el destino del que pudo haber sido la segunda cita de su amigo.

Gracias a Kiku había podido encontrar el nombre de aquella persona. De algún modo su amigo había conseguido meterse en la base de datos de aquella empresa (Por lo que ahora Alfred le debía muchos mangas y mechas a su oriental amigo, pero por salvar a Arthur no importaba lo que pudiera perder, menos si se trataba de dinero)

Trató de pensar en un plan para alejar al bastardo de Arthur. Kiku de alguna forma le advirtió que no se metiera en ese tipo de cosas, pero que igual estaba dispuesto a ayudarlo en caso de cualquier cosa, lo que menos deseaba el joven es que le pasara algo a Alfred.

Alfred si saber que hacer le pidió ayuda. El joven si más se dedicó a investigar más del hombre, descubriendo que trabajaba en una empresa de informática. Alfred sonrió con esa nueva información. No había nada más fácil que amenazar a un informático.

Ahora sería uno menos en la lista.

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