Disclaimer: Extendido. Los personajes y el Universo de Harry Potter son de exclusiva creación de J.K Rowling, reservando algunos derechos a Warner Bros. Este escrito está desarrollado sin fines lucrativos ya que no me enriquezco poniendo a los personajes en estas situaciones.
Advertencias: Semi-AU, leve OOC en los personajes, Drama, Romance, Tragedy, leve Gore. Espero que hayan prestado atención al rated de la historia.
Autor: Theroux G. (Sí, me cambié de Nick xD)
Notas de Ge: Este escrito se me ocurrió leyendo uno de un Draco veela... aunque aquí de veela no tenga nada, ni Harry de perseguido por aquellas cosas x'D (tenía el título en mayúscula y 42 capítulos :O). Llevando la verdad por delante, el calor también tiene mucho que ver. ¿Les dije que era semi-AU? En tal caso, espero que les agrade mi Fic. Una nota al pie sería que cavilé en colocar Narcisa o Narcissa (que es la versión Original) pero el 'de verdad' no me agrada en lo absoluto, lo encuentro anti-estético —sé que soy nadie para elegir algo así— pero de todas maneras lo anuncio. Enjoy :D


Travesuras de Escuela


Hoy, como todos los primeros días de Septiembre, el expreso Hogwarts partía puntual a las once de la mañana, la algarabía que había a segundas horas del amanecer en el anden nueve tres cuartos era desquiciante y sorprendente, jóvenes magos y brujas —inclusive los novatos de primer año— parecían no querer despedirse o, de alguna u otra forma, subirse al endemoniado tren carmesí que comenzaba a provocar aquel sonido de partida.

—¿Tienes todo lo necesario, Draco? —Narcisa Malfoy era una mujer conservada, que incluso con aquellas arrugas en su rostro, la belleza clásica no mermaba otorgándole aquel aire flamante que la hacía 'digna' esposa de Lucius Malfoy.

—Sí madre, nos veremos para las vacaciones de invierno —muy por el contrario de los pensamientos de sus compañeros, Draco poseía aquella amabilidad que le sembró su madre tras el fallecimiento de su padre tras la segunda caída de Lord Voldemort hacia ya cinco años, forzado aquella nueva 'cualidad' o no en la gran familia Black y Malfoy, su progenitora aprendió que si quería sobrevivir a aquella guerra mas le valía ser una mujer menos hipócrita, más amable y dar de vez en cuando una expresión sincera. Draco le sonrió de lado a aquella fémina que representaba todo en su vida por ahora, despidiéndose con un corto abrazo que expresaba mucho más de lo que se podía apreciar a simple vista y se subió a su medio de transporte, buscando los compartimientos que sus amigos de Slytherin tenían guardado para él.

Cuando pisó el vagón de las serpientes no esperó mucho tiempo para saludar con la vista Theodore, Pansy y Blaise, quienes parecían sumergidos en una discusión del colegio.

—¡Draco! ¿Te has enterado? —curioseó Nott claramente sorprendido por las palabras de Zabini.

—¿Qué?

—Hay un nuevo profesor de Defensas contra las Artes Oscuras —agregó la única fémina sonriente.

—¿Y eso qué tiene de novedoso?, todos los años lo cambian —el sarcasmo era latente en cada una de sus palabras, pero aún así Parkinson continuó con sus palabras.

—Sí, pero nunca ha sido un Auror.


1– Defensa contra las Artes Oscuras


El viaje se había hecho tan extenso como Malfoy rememoraba de sus anteriores viajes, los parajes de inhóspito verde atravesando montañas se repetían una y otra vez aburriéndolo, colapsándolo. Salió de aquel habitáculo tedioso, decido a darse una vuelta por allí, después de todo no faltaba mucho para llegar a Hogwarts; realmente le sorprendía la decisión de la profesora McGonagall en colocar a un Auror capacitado a dar clases, sus anteriores ilustradores en aquella materia o estudiaban para ser docentes en aquel campo, o tenían un amplio conocimiento que no siempre tenía como desencadenante una historia como protector de Mundo Mágico. Con evidente curiosidad, decidió husmear en el vagón de los profesores que estaba en el fondo de tren, caminó con completa parsimonia sorteando a Hufflepuffs y Gryffindors que lo miraban con saña hasta bisbisar pequeños perfiles de sus anteriores profesores, como Snape quien permanecía impertérrito a cualquier palabra pronunciada por la profesora Sprout contando su viaje a Albania, o a la señora Hooch quien le prestaba más atención a lo que hacia la profesora Vector que otra cosa.

—¿Hay algo que quiera informar, joven Malfoy? —casi pega un salto debido a la repentina aparición de la loca de Septima.

—De hecho no —murmuró consciente de que los Malfoy nunca se exaltaban —, sólo pensé en ver al nuevo profesor de DCAO —su penetrante mirada plateada no funcionó para siquiera intimidar a la profesora de Aritmancia, la cual le sonrió con gracia.

—No eres el primero, querido, pero el profesor de DCAO llegará el día en el cual comienzan sus clases, tenía una misión importante que hacer por lo cual no podrá estar presente en la ceremonia de inicio —argumentó mientras que con una clara intención le invitaba a colocarse su uniforme anunciando que arribarían en diez minutos.

No caminó mucho tiempo cuando volvió a ingresar a su compartimiento encontrando a sus compañeros completamente vestidos.

—¿Dónde te fuiste, Draco?

—Quería ver al nuevo profesor... pero la profesora Vector me interceptó, el estúpido Auror tiene trabajo —chistó enojado.

Camino a Hogwarts todo comenzó a tornarse más enervante y demencial, no comprendía la emoción de todas aquellas personas por ingresar a esa estúpida academia de Hechicería, a sus quince años Draco lo que menos apreciaba era un montón de hormonas que parecían querer aparearse en un árbol frondoso, o la excitación de algo novedoso. Le atraía lo que estaba fuera de aquellas paredes, en el mundo real, explorarlo a fondo y poder aventurarse en el exterior, probar su supremacía; los conglomerados de estudiantes comenzaron a empujarse por las escaleras, sonriendo de reojo a sus compañeros, saludando extasiados a los de otras casas y admirando de reojo los nuevos estudiantes de transferencia que tenían una elección privada.

Como siempre, los Slytherin caminaban en grupos atrayendo la atención ya sea por gracia natural o por sus molestos sarcasmos que rellenaban el silencio otorgado para poder despreciarlos en silencio; ingresando al gran comedor, apreció ya a todos los profesores sentados en sus respectivos puestos dejando uno vacío donde supuso Draco, iría el dichoso Auror que traía revolucionado a medio colegio.

—¡Buenas noches, mis queridos alumnos! —aquel grito reverberó en las paredes del gran comedor llamando la atención de todos —, dejemos entrar a la profesora McGonagall con los niños y les daré algunos anuncios sorprendentes —parló el Director, y Profesor, Dumbledore; pronto los pasos de los menores comenzaron a resonar por lo pasillos y más de una veintena de pueriles y asustadizos muchachos pasaron guiados por la profesora de Transformaciones. Minerva comenzó a dar las instrucciones básicas, el sombrero cantó, y pronto el horrisonante estrépito de la voz de aquella mujer llamaba la atención de los alumnos.

—¡Ronald Weasley! —se le escuchó decir cuando el final estaba próximo. Draco conocía a aquella familia, era sangre pura pero su madre y padre decían que eran pobres, si mal no recordaba había un Weasley en último año de nombre Ginevra.

—¡¡Gryffindor!! —oyó gritar el rubio mientras veía cómo el pequeño pelirrojo, que suponía debía ser hijo de uno de los mayores Weasley, se sentaba en la mesa feliz y orgulloso de estar en la casa leona.

—Esto es una estupidez —murmuró agotado. La cena apareció de repente y pronto el molesto zumbido de platos y tenedores chocar se sintió con más fuerza, la mayoría de los alumnos poseía aquellos estúpidos sombreros de cono sobre sus cabezas, y para cuando su aburrimiento era alarmante la voz del viejo chiflado les volvió a llamar la atención.

—¡Muy bien! —comenzó de buena gana— quiero anunciarles a sus nuevos profesores. Lamentablemente el profesor de Defensas contra las Artes Oscuras no llegará hasta mañana a primera hora para sus clases, pero tenemos a Hermione Granger como profesora de Runas Antiguas y a Norman Beery como el profesor de Historia de la Magia... al parecer el profesor Binns decidió retirarse por un problema con su cuerpo.

"El celador Filch les recuerda a los de primero, y también a los de otros curso, que el Bosque Prohibido está prohibido, y que la sala número 44 del quinto piso está inaccesible hasta nuevo aviso, como también el baño de la segunda planta. Pueden marcharse a descansar, mañana tendrán un día arduo".

...

A primera hora por la mañana de su segundo día en Hogwarts el desayuno transcurrió animado, y con muchas historias aún por contar. Debía admitir que había añorado su sala común, como también sus habitaciones individuales y privacidad al límite... le atraía el misterio. Aquel año Draco se dedicó a instruir levemente a los niños que habían llegado —que no eran más que cinco en comparación con los ocho o nueve de Gryffindor o Ravenclaw—, les pasaron un pequeño manual de protocolo y enunciaron cada una de las contraseñas de los escondrijos que todo buen serpiente conocía; Draco, como siempre, disfruto de escuchar las anécdotas bastante mundanas de Blaise en su incursión por el mundo muggle, como también de los nuevos pubs mágicos adolescentes, al parecer habían abierto uno en Hogsmeade y estaban más que dispuestos a ir en su primera salida.

Para cuando terminó el primer bloque se escuchó un rumor bastante intenso que tenía como punto de atracción la sala de DCAO que esta vez se movió piso para comodidad del profesor, a pesar de ser las primeras clases las palabras "es él" o "sorprendente", "maravilloso", "poderoso" resonaban tanto de labios femeninos como masculinos, debía admitir que era la primera vez que la curiosidad lo cegaba y, para cuando vio su horario, se dio cuenta que la última hora tenía aquel ramo, y dispuesto a comprobar si aquellas estúpidas palabras de algún alumno eran ciertas.

Al atravesar la sala los bancos estaban en la misma posición que recordaba hacia años, la pizarra era igual de verde y el molesto esqueleto de Dragón seguía colgando del techo, los ventanales eran más amplios —eso sí— se dio cuenta que la puerta que daba al despacho del inútil maestro parecía tener una especie de conjuro que la desaparecía porque, realmente, no estaba en su lugar. También había un gran librero extendiéndose de pared a pared por el fondo de la sala, el escritorio del profesor parecía desordenado con papeletas tiradas y tinta derramada, mientras que la decoración sólo tenía como objetivo parecer la temible clase de Defensas en algo tan habitual como la sala de Encantamientos: sin cuadros, sin vida, no más que unas cuantas telas de blanco color colgadas mágicamente.

—¿Y bien? —indagó curioso Blaise a su derecha sentándose en sus lados habituales. Aquella clase la compartía con los de Gryffindor —cosa que no le gustaba—, pero al parecer el Jueves tenían dos horas con Ravenclaw cosa que agradecía. Pronto el límite estaba marcado a fuego ya que la fila del medio estaba reticente a mirar a sus costados dependiendo del lado donde estaban sus compañeros. Pasaron alrededor de diez minutos y nada del profesor.

—¡Esto es una mierda! —gritó un león, que tenía razón pero no se la daría. Los papeles volaban como si fuera una guerra y para cuando se pudieron dar cuenta el piso estaba en un apreciable color crema producto de sus pergaminos.

—¡Eso duele Parkinson! —Lavander Brown era una chica inteligente y medianamente hermosa... lástima que era el enemigo.

—Oh esto es un desastre —nadie prestó atención a la voz que provenía de la puerta —. Suficiente, dejen de tirarse papeles. La profesora McGonagall me matará —nuevamente hablaba sin que nadie prestara —. Demonios —el rubio príncipe de Slytherin miró a la puerta apreciando aquel extraño uniforme negro, bastante negro y algo ceñido. Las botas de cuero de Dragón parecían darle más altura y el rebelde cabello azabache parecía un nido de ratas, aquel verde esmeralda se deslizó por las personas en la sala y sonrió a más de alguna con genuina felicidad mientras se hacía paso entre chicos y chicas demasiado alborotados para verlos.

—¡Oh por Circe! —escuchó gritar a Pansy— ¡¡Es él, de verdad es él!!

Varias cabezas se voltearon para apreciar lo que la Slytherin ventilaba a los cuatro vientos, el Auror se encaminó hacia su escritorio sorteando papeles y viendo de vez en cuando aquellas aves de papel planear por el cielo sonriendo al recordar antiguos momentos en salas similares.

—Es cierto...

—... Y yo que pensaba que los de Ravenclaw por primera vez se habían equivocado —murmuraban por todos lados.

—Sorprendente —Draco apretó su mandíbula al rememorar todos los sorprendentes y maravillosos que había escuchado a lo largo del día. La vista de sus compañeros parecía estar pegada a la espalda de aquel desgarbado chico, porque era lo que parecía, mientras buscaba algo en su desordenado lugar de trabajo.

—Donde la dejé —se le escuchaba bisbisar con aquellos finos labios que se torcían cuando sus intentos eran infructuosos. El joven Malfoy apreció aquel perfil masculino con detalle, recorriendo curvas toscas y nariz definida, su piel era algo nívea mientras que aquellos orbes verdes se enmarcaban por largas pestañas y profundas cejas —. La encontré —exclamaba feliz. Alzó una tiza blanca y comenzó a escribir en el pizarrón con una letra imprenta y algo curvilínea.

—No lo puedo creer —Blaise, a su lado también bastante excitado como el resto de sus compañeros miraba a aquel profesor sin mediar muchas palabras, sin contar con las que estaba balbuceando —, es H...

—¡Buenas tardes chicos! —su voz tenía tintes de alegría, bastante infantiles según el rubio, pero con una clara voz profunda —, seré su nuevo profesor de Defensas contra las Artes Oscuras, o como cariñosamente hablan algunos: DCAO. Primero pasaré la lista y luego podrán hacerme preguntas de clase —enfatizaba al mirar de reojo a los alumnos de Gryffindor específicamente.

—Brooke Adams.

—¡Presente!

—Niguellus Ahlquist —murmuró complicado el profesor.

—Aquí.

—Brad...

Draco perdió el hilo de los nombres para observar la atención exasperante de la clase por sobre aquel hombre que, según sus estadísticas, no debería pasar por sobre los veinte tantos. No tenía un gran cuerpo, pero tampoco era despreciable, la túnica y camisa que sobresalía del uniforme a lo menos le quedaba una o dos tallas grandes, los pantalones —muy por el contrario— estaban algo apretados en las pantorrillas y muslos, por lo que podía apreciar. Bufó contrariado ante la inamovible sonrisa que poseían aquellos labios.

—"Gryffindor" —pensó para sus adentros ante tal índice de felicidad inusitada. El nombre de aquel personaje aún estaba grabado en su retina: Harry Potter, no era estúpido para no saber quién era el salvador de Mundo Mágico, pero tampoco le causaba aquella emoción desbordante que traían sus compañeros.

—... Malfoy —miró por las ventanas sin prestar mayor atención, abstraído en su mundo de conveniencia y anhelos ocultos —, Draco Malfoy —volvió a llamar Harry sin respuesta —... ¿Está el señor Malfoy en este salón? —Pansy removió un poco el brazo de su compañero tratando de hacerle entrar en razón, el rubio alzó su mano distraído aún mirando por la ventana hasta que sintió su nombre nuevamente —; Espero que sea una distracción pasajera, señor Malfoy, no quiero quitarle puntos a su casa.

—"San Potter" —caviló al obtener aquel llamado de atención tan sublime.

—Caspar Pervell...

Por unos segundos entró a un mundo paralelo en el cual los alumnos, irónicamente, no querían salir de aquella habitación, ya que llegando al último de la lista —Blaise— las manos alzadas de varias personas parecieron adornar el aire ante la breve frase de "preguntas" murmurada por Potter. Tenía que admitir que no se sentía por completo cómodo, era un hijo de Mortífago, y aquello simplemente superaba su paciencia por varias razones entre absurdas y bastante infantiles, miró por última vez la clase con atención antes de desviar su mirada al Bosque Prohibido.

...


◊ He de admitir que me gustan estas tramas... siempre pensé en un profesor como Draco pero se vería como Snape (horror) así que acomodé a Harry, porque después de todo es más neutro que Malfoy. A decir verdad no quise colocar todo el universo como estaba, creo que es una buena combinación alterar algunas edades —dejar solo a Draco en aquel estado sería absurdo—. Los semi-AU son mis favoritos, permiten más versatilidad en el propio mundo... en fin, espero que les haya agradado, espero con ansias sus comentarios —o lo que venga xD—.