La Diferencia entre el sexo y el amor II

EXTRA

"Circunstancias"

"Feliz cumpleaños número 21, Shu-chan" es lo que escuchaba por todos los lugares a los que iba un cansado escritor fumando su tan ansiada droga, el cigarrillo. Todas las tiendas de música estaban repletas de gente, como si el cumpleaños de su esposo fuera la gran cosa. Realmente estaba cansado, ajetreado, aburrido y, por sobre todas las cosas, en un gran aprieto… ¡No sabía qué regalarle al revoltoso cantante por sus veintiún abriles! Había buscado de todo, pero nada le satisfacía el gusto, y tampoco iba a pretender ir hasta donde el maldito Sakuma a pedirle un consejo. Conociendo a Shuichi, podría regalarle hasta un chicle mascado por el mismo idiota cantante y él estaría feliz… ¡pero esa era la parte que más le cabreaba! Así que por ningún motivo recurriría a él. Si le preguntaba a Tatsuha, seguramente le saldría con algún juguete erótico y, aunque la idea no estaba del todo mal, conocía perfectamente la mente enfermiza y 'yaoizada' de su hermano y apostaba su carrera a que luego le propondría hacer un trío con su pequeño y eso sí que no lo permitiría, no lo iba a compartir con nadie, primero tendría que pasar por su cadáver. Ni qué decir de Mika, seguramente le iba a sugerir algo cursi y romántico que lo pondría en vergüenza, su padre podría pedirle muy seguro que le cantara una canción…sí que estaba perdido, seguramente Shuichi estaría esperando por él en casa fantaseando con el ansiado momento y Eiri ya le estaba dando un pase de admisión al pánico.

Pero de repente, vio algo que le llamó mucho la atención. Algo que pensó al pelirosa le gustaría muchísimo. Cuando dio un paso hacia dentro de la curiosa y colorida tienda, su celular comenzó a sonar con sañosa insistencia. Malhumorado, lo tomó entre sus manos e hizo un obligado uso de él.

- ¿Quién demonios eres?

La voz desesperada de Shuichi lo sobresaltó de repente, haciéndole saltar por la impresión.

- ¡Eiri idiota! ¿Cómo demonios se te ocurre dejar a Shuuri-chan sola en la casa?

Abrió los ojos de par en par de repente. Cuando salió de la casa después de una larga siesta sintió desde un principio que se había olvidado de algo muy importante mas no sabía de qué se trataba. Musitó un muy audible 'maldición' y salió corriendo de ahí para llegar rápidamente hacia su casa, olvidándose completamente del regalo que estaba a punto de comprar. No podía culparse, según él, ya que aún no podía asimilar la idea de tener un hijo y de que todo el mundo lo supiera. Tenerla por ley había sido difícil, aún más para Shuichi al tener que soportar las habladurías de la gente a su alrededor, pero juntos lo habían podido afrontar. Llegó a su casa, presuroso, y lo que encontró detrás de la puerta no fue, obviamente, para nada agradable.

- ¿Dónde diablos estabas?

- Paseando…-respondió con altanería.

- Eiri, dejaste sola a la niña… ¿Y hablas así tan tranquilo?

El novelista tiró el cigarrillo a medias a la basura de la entrada.

- Se me olvidó, perdón.

- Llegué temprano y la encontré llorando completamente sola en la casa, estaba muy asustado.

Eiri miró a su pequeño, sus ojos lucían opacos. Últimamente, por tanto trabajo, Shuichi apenas tenía un poco de tiempo para descansar. Y ahora, para rematar el día, se había puesto de lo más histérico por haber encontrado sola a Shuuri…justo en el día de su cumpleaños. Se llevó una mano a la cabeza, sobándosela totalmente abrumado. Shuichi mecía a la niña para que dejara de llorar y el rubio estaba ahí parado, sin saber qué hacer para disculparse.

- D-De verdad no fue intencionado. Solo lo olvidé. ¿No estás molesto, verdad?

- Bueno…lo importante es que ella se encuentra bien. Más bien ¿en dónde estabas?

- Pues…salía por allí a despejarme un rato…

- Ah, ya veo…A pasear.

- No olvidé tu cumpleaños si es lo que te molesta.

Los ojitos violetas del pelirosa brillaron como faroles con todo furor, provocando en el albino una sonrisa bufona. Le dio un muy prolongado beso sin importarle que la niña comenzara a quejarse por la falta de atención de sus padres. Los sonoros llantos de Shuuri alarmaron al cantante, quien inmediatamente intentó separarse de su esposo, mas le fue totalmente imposible.

- Ah, no…Hoy sí que no te escaparás de mí.

- Pero, Eiri…la niña…

Eiri le arrebató a la bebé de los brazos a Shuichi y comenzó a mecerla para que se durmiera. Sorprendentemente la nena dejó de llorar y comenzó a disfrutar de la atención de su joven padre. Rápidamente se quedó dormida y el rubio se dirigió hacia su pequeña cuna para recostarla. El hermoso cantante estaba anonadado por el comportamiento tan cariñoso y poco inusual de Eiri.

- Ya está. La niña está dormida. Ahora dime… ¿dónde lo prefieres? En la cama obviamente por ahora no porque Shuuri está durmiendo, pero puede ser motivo para innovar. Puede ser el sillón, el balcón, la mesa, la cocina o si lo prefieres podemos hacerlo en la ducha. Puedes escoger cualquiera de las opciones, por mí no hay problema.

Shuichi estaba de los mil colores, pero eso no fue un impedimento para poder responderle a su esposo.

- Según tú esa es la mejor manera que se te ocurre para festejar mi cumpleaños ¿verdad?

- Bah…-bufó pervertido el escritor.- no me digas que no te gusta…bien que lo disfrutas.

- Hablar así es muy sucio, señor Uesugi…

- Vamos, mocoso. Bien que te gusta que sea sucio, y a ti también te gusta serlo, eres igual que yo.

- Que joven tan grosero…Voy a tener que castigarte.

El escritor extendió los brazos libremente.

- Haga usted lo que quiera conmigo…pero no puedo asegurarle estar quieto…

El pelirosa corrió a abrazarlo.

- Te amo, Eiri…Gracias.

- Espera que todavía falta mi sorpresa. Tendrás que esperar. Hasta ese momento no te felicitaré.

- ¿Todavía?

- No. Todavía. Ahora ven aquí…-dijo al mismo tiempo que llenaba de besos el cuello del menor. -Maldición –dijo- ya me arrepentí, quiero tenerte aquí ahora mismo…

- P-Pero, Eiri…

- No, ya no puedo aguantar más. Tienes que ser mío ahora…

Sus ojos mieles brillaban por la desesperación y la pasión reprimida desde la llegada de un nuevo integrante a la familia. Shuichi tampoco pudo resistirse más, así que correspondió a la desesperación de su amado esposo.

- Entonces, tómame aquí…

El rubio no lo pensó dos veces para comenzar a desvestir ahí mismo a su pelirosa esposo. Todo iba perfectamente bien, la armonía era perfecta, el ambiente estaba a su completa disposición…aunque no por mucho tiempo…

- ¡Shuichi, feliz cumpleaños!

Oyeron gritar a un grupo de personas la pareja. Se soltaron rápidamente y lo que vieron en la entrada los dejó bastante decepcionados.

- ¡¿Qué hacen todos aquí, maldición?! –renegó el rubio.

- ¡Vinimos a felicitar a Shu-chan na-no-da! –repetía una y otra vez el vocalista de Nittle Grasper en compañía de su inseparable Kumagoro.

- B-Bienvenidos…-decía asustado mientras se arreglaba la ropa disimuladamente.

La fiesta se armó de repente, todos estaban muy contentos celebrándola en honor a Shuichi. Eiri estaba exasperado y para el colmo de los colmos, los ruidos habían despertado a la niña, quien comenzó a llorar de temor. Eiri la alzó entre sus brazos y aprovechó para salir de la casa con la niña de acompañante. Simplemente…Shuichi no se dio cuenta.

- Este será nuestro secreto, niña, así que no dirás nada –le dijo el albino a su hija.- Bueno, supongo que no dirías nada aunque quisieras…

Mientras, por otro lado, la gente bebía mientras que Shuichi ya había notado la ausencia de su esposo.

- ¿Eiri?

Su teléfono celular comenzó a vibrar. Era un mensaje.

"Nos vemos en el parque a las nueve. Eiri y Shuuri"

Miró el reloj de la pared y se dio con la sorpresa de que para que dieran las nueve de la noche solo faltaban quince minutos. Se puso una chompa ligera y salió de allí dejando todo el griterío atrás. Corrió rápidamente hasta el lugar citado, el cual, al llegar, desconoció completamente. La entrada del parque estaba adornada con rosas blancas, también el camino. Tomó una por una hasta llegar a la banca en donde Eiri y él platicaron alguna vez. No había nada más que una pequeña cajita de color azul en el asiento, con muchas flores blancas alrededor y una tarjeta encima de ella. La tomó entre sus manos y leyó lo que estaba escrito adentro.

Una rosa puede aflorar muchos motivos.

Amor, amistad, cariño, piedad…

Pero para ti, que eres más puro que el cielo…

Ni el brillo de la luna puede opacar tu resplandor.

Oh mi hermosa criatura de singular belleza,

En esta noche sin igual de luna clara y lideresa.

Bendigo a las estrellas y a los dioses, por crear la perfección en este mundo…un ángel de perlas amatistas que debería ser la envidia hasta de las estrellas.

Feliz cumpleaños…a mi belleza amatista.

De sus ojos salían muchas lágrimas, de pura emoción, conmoción, claramente enamorado, cautivado, encantado por tan hermoso detalle. Dirigió su mirada hacia la cajita y sin más la abrió, quedando prendado por el brillo precioso de aquel anillo que tenía frente a sus ojos.

- ¿No te lo pones?

- Eiri, Shuuri-chan…

- La nena me acompañó a prepararlo todo. ¿Te ha gustado?

- ¿Bromeas? Me ha encantado. Muchas gracias. Además...fue este el lugar en donde nos conocimos...

- Así es. Pero no me has preguntado el por qué del anillo… ¿No tienes curiosidad por saber el nombre de esa joya?

- ¿Esta joya tiene un nombre?

- Se llama "Beautiful Amethyst" y fue nombrado especialmente para ti, Shuichi…

- ¿Para mí?

El rubio asintió. Shuichi, inmediatamente, se puso el anillo.

- Feliz cumpleaños, Shuichi.

El vocalista corrió a abrazarlos, a él y a su niña. Quedaron largo rato así, cuando, de repente, la niña comenzó a llorar.

- Ay, no. Que niña tan chillona. –masculló el escritor.

- Parece que tiene hambre…

- Genial… ¡Yo nunca pedí ser padre!

- Vamos… ¡Ya cállate y corre!

- ¿Adónde?

- ¡Tenemos que ir al supermercado antes de que lo cierren o no habrá leche para la niña!

- ¡Doblemente genial!

&&&

Eran las once de la noche cuando llegaron a la casa después de haber recorrido medio Japón en busca de leche para la niña. Eiri estaba cansado, quería buscar su cama y quedar dormido por más de tres mil años, mientras que Shuichi solo buscaba la manera de cómo prender las luces de la entrada.

- Eiri, las luces no prenden.

- ¿Cómo que no prenden? Intentaré con la del pasadizo.

El rubio prendió la luz y lo que ambos vieron frente a ellos, hizo que Eiri diera un grito desgarrador.

- ¡Imbéciles! Largo de nuestra casa, todos. ¡Fuera!

Las paredes de finos acabados ahora estaban adornadas por varios huecos, indudablemente, bautizadas con la Magnum de Mr.K, había latas de cerveza por todo el suelo, vasos rotos, la cocina estaba hecha un desastre y qué decir del fregadero, cubierto el pobre de puros platos rotos, lo que oprimió el corazón de Shuichi, porque le habían costado tanto y era de su loza favorita.

Vaya forma de acabar el día. Al final, Eiri se quedó sin complacer a Shuichi, su casa estaba destruida y, por sobre todas las cosas, se moría de sueño.

- Lo siento…todo es mi culpa. –le dijo Shuichi.

- Ya qué…lo importante es que recibiste mi obsequio y el de Shuuri. –dijo el escritor mientras acariciaba la cabecita de la niña dormida.

- Es un ángel ¿verdad?

- Ha sacado tu rostro. Es hermosa, como tú.

- Ahora…ya somos una familia completa.

Sonrió el escritor. Y se quedaron dormidos, admirando el apacible sueño de su hija. Eiri no podía pedir más a Dios, sí que estaba bendecido de antemano si le había mandado tantas alegrías.

3:30 de la madrugada:

- ¿Y ahora qué? –refunfuñó el escritor, adormilado.

- Se ha hecho en el pañal, Eiri…

- ¿Y?

- Pues…al parecer ya no nos quedan más pañales…

Los hermosos ojos mieles del escritor parecían desorbitados.

- ¡¿Cómo diablos esperas que encuentre una tienda abierta a las tres de la madrugada, Shuichi?!

- Pero es que está llorando mucho…

No. Otra vez esa cara de perrito muerto de hambre…no. Nuevamente y por centésima vez en la semana, la voluntad de Eiri se había esfumado. Ya no le quedaba ni una pizca de orgullo, es lo que pensaba cierto novelista mientras corría de tienda en tienda rogando por una mísera bolsa de pañales.

FIN

Por Dios, que final se me ocurrió.

Muchas gracias por su seguimiento, espero me sigan apoyando con la pequeña secuela de "El Capataz"

Matta ne!

Namida-chan