¡Hola! Bueno primero que todo feliz año nuevo y ojalá hayan pasado muy bien las fiestas de fin de año con su familia y la gente que aprecian ^^ y segundo mil disculpas por haberme tardado tanto con este cap, de verdad el tiempo se me va de las manos T.T y lo he ido escribiendo de a pedacitos-a paso de tortuga con muletas XD- tercero muchas gracias a angel de acuario,Maryn,UchihaDiana,geminiforever, AndromedaKamui,Arundhel Snape, Valdemar,Love-Shun-4ever, CarriazoKill y Nana-C-Lover,Maryn Kimura, JESSWINCH, Adriana Al, Diita Scorpio por sus reviews ^w^ de verdad que sí!

Bueno espero que les guste aquí va otro cap de esta historia y ojalá me sigan dejando sus críticas son muy importantes para mí.

Las criaturas del desierto

-Ese libro que traes, dámelo-Le dijo Kanon señalando el libro.

Shun dio un paso atrás algo asustado, pero Saori se adelantó.

- ¡Kanon! ¿Por qué nos atacas?-Le dijo Saori con autoridad.

- ¡Athena! Ese objeto es un peligro, ¡tiene al santuario vuelto un caos! ¡Hasta desde aquí se puede ver el templo del patriarca ardiendo en llamas y no hemos podido hacer nada para apagarlo!

Los tres se miraron entre sí por la afirmación hecha por el géminis menor, quien hablaba atropelladamente y con desesperación.

- Llevo llamándolos por un rato pero como no me escuchaban no me quedó otra alternativa, además no era nada inofensivo y Athena venía con ustedes. Yo estaría frito si le hubiera dado a ella. ¡En fin, hay que deshacerse de ese objeto ya!

- Kanon, dime algo, ¿Por qué sospechas que algo así puede ser peligroso? Es sólo un libro.- Le preguntó la diosa con curiosidad, ella ya sospechaba algo pero parecía que su servidor de la orden dorada sabía algo que ella pasaba por alto.

- Señora, ese libro es un peligro, permítanmelo y se los mostraré.

- Shun, dale el libro a Kanon.

En seguida Shun obedeció y Kanon cuando tuvo el libro en sus manos…

- ¡Golden Triangle!

Seiya alejó a Saori para protegerla y Shun se cubrió con los brazos, todos quedaron ciegos por el resplandor y el humo que apareció después.

-¡Kanon! ¿Por qué hiciste eso?- Saori le reclamó

- Es inútil. Ni siquiera puedo destruirlo.

En efecto, el libro no tenía un solo rasguño.

-¿Cómo puede ser esto posible? – Se preguntaba Shun- Parece algo normal como cualquier otra cosa.

- Díganme si lo que ven allá en la cima se les hace "normal"- Les dijo Kanon señalando el templo del patriarca.

-Dinos, ¿qué ha pasado en el santuario? ¿Y tú por qué crees que es el libro lo que causa todo esto?- Le dijo Seiya quien no entendía nada de lo que pasaba.

- La verdad no es el libro quien causa esto, sino su dueño. "Quien sea el primero en poseer este libro será dotado de grandes poderes" ¿No les suena?

Shun y Saori intercambiaron miradas de desconcierto por un momento y luego regresaron a Kanon, quien al recibir ese silencio como respuesta decidió seguir hablando.

- Les contaré algo para que entiendan lo peligrosa que es esa cosa, comenzó mucho antes de que…Bueno, mucho antes de cabo Sunion, Saga y yo teníamos unos ocho años…

------------------------------------------Flash back--------------------------------------------------

- ¿Estás seguro, Kanon?

- Claro que sí, ¿no te interesa?

- Nos va a regañar el patriarca por salir sin permiso-hablaba Saga en susurros.

- No te preocupes, es sólo una mirada y ya.

- ¿Y a ti desde cuándo te interesan los libros?

- Tú qué vas a saber, siempre te la pasas metido en el entrenamiento y haciendo estallar las piedras encima de mí para molestarme.

- No es cierto, es para hacer más resistente tu cabeza

Kanon miró a Saga por un instante con incredulidad

- ¡Pero duele mucho Saga!

- Me lo agradecerás algún día. Ahora vámonos de aquí lo más rápido que podamos.

- Una miradita y nos vamos.

Los gemelitos se encontraban en un recinto amplio y lleno de estantes con libros de todas las formas, tamaños y colores. Kanon fue en busca de un libro en específico.

- ¿Por qué quieres ver el libro que el patriarca nos prohibió ver?

- Pues por eso mismo, para saber por qué es pro-hi-bi-do, no seas bobo Saga.

Kanon divisó el objeto en cuestión a unos tres metros hacia arriba por lo que empezó a trepar para bajarlo. Llegó y lo tomó entre sus brazos, se veía muy grande para que un niño de ocho años lo sostuviera sin tambalearse.

- ¡Saga, lo tengo! ¡Ahhhh!- Kanon empezó a caer y al tratar de sostenerse del estante se vinieron los libros y las cosas que estaban allí, cayendo todo eso encima de Saga y Kanon.- Auuchh, Saga, ¡Saga!- Kanon miraba todo el recinto pero no había rastro de su hermano hasta que emergió del montón de cosas que habían caído al piso.

- No vas a librarte tan fácil de mí.- Le dijo Saga con una sonrisa- la próxima vez ten más cuidado. Ahora toma tu libro y vámonos.

- Sí, claro.-

Kanon se disponía a buscar el libro cuando

- S-Saga- Habló Kanon entrecortadamente y algo asustado.

- ¿Qué pasó ahora?- Saga ya estaba fastidiado

- M-Mi-ra eso- Le dijo Kanon señalando el libro en cuestión, abierto en medio del suelo y resplandeciendo.

Ninguno de los gemelos se atrevía a dar un paso cuando escucharon una voz detrás de ellos.

- ¿Qué hacen aquí ustedes dos? ¡Váyanse ahora de aquí!

- Patriarca, nosotros…

- ¡Vuelvan de inmediato a dormir!- les ordenó Shion, recogiendo el libro; los gemelos iban a salir cuando escucharon una voz desconocida.

- ¡Shion! Deja el libro que tienes en tus manos. Ciérralo y entrégamelo.

Delante de ellos apareció una figura de un hombre de apariencia de no más de trece años, de cabello castaño y ojos azules, vestido con una túnica griega blanca que le llegaba hasta las rodillas y sandalias aladas, rodeado por un aura de color azul claro, su sola presencia inspiraba respeto a pesar de la expresión de inocencia que mostraba su semblante.

- Yo soy el dueño de ese libro que tienes. Soy Hermes. Por favor, devuélvemelo. Ese libro cayó en manos de Athena en la era del mito y ha permanecido aquí por miles de años pero es hora de que regrese a mis manos.

Shion apenas había salido del shock que le produjo la aparición del mensajero de los dioses, reunió fuerzas y empezó a hablar.

- Señor, la fuerza que emana del libro me impide cerrarlo.

Hermes se acercó con pasos serenos hacia donde estaba Shion, quien se alejó unos pasos de donde estaba para darle paso al dios del comercio, quien cerró el libro con facilidad, dejando la estancia a oscuras.

- "Quien sea el primero en poseer este libro será dotado de grandes poderes". Ese es el propósito. Esto no puede ser destruido por métodos comunes y puede crear catástrofes. Incluso puede hacer que aparezca fuego griego, el que no se puede apagar con agua sino sólo con la fuerza de un dios. Si en esta era cayera en manos equivocadas no me imagino lo que le pueda pasar a la tierra. Bueno, la imaginación es un campo amplio. – Les dedicó una sonrisa despreocupada a los presentes – Shion, cuida de esos niños, son bonitos. Ah por cierto, no me llames Señor. Me haces sentir viejo… ¡Y yo sólo tengo 3115 años! Hermes está bien – Y desapareció del lugar.

----------------------------------------Fin Del flash back------------------------------------------

- Y esa es la historia- finalizó Kanon.- Por eso cuando el fuego apareció en la sala del patriarca y no pudimos apagarlo pese a todos nuestros esfuerzos, enseguida pensé que esa cosa estaba en la Tierra, me imagino que por eso la llamaron, Athena.

- Kanon, si el libro le pertenece a Hermes tenemos un problema grande.- Decía Saori con preocupación.

- ¿Y eso por qué?- Preguntó Seiya.

- Porque Hermes además de ser mensajero es el dios de la suerte, las bromas y otras cosas, y eso que mencionó de la imaginación quiere decir que cualquier cosa que se imagine el dueño, o más bien la primera persona que lea la primera página, será convertida en realidad sin importar lo descabellada que sea. ¿Shun, qué tanto has leído e imaginado?

Seiya y Shun se miraron entre sí por un instante con desconcierto.

- ¡Ups!- Dijo Shun después de un largo silencio con una gota en la cabeza y alzando la cabeza para encontrarse con las miradas de Kanon y Saori.

-Tengo que hacer una llamada- Dijo Saori a la vez que levantaba a Nike y la hacía brillar. -¡HERMEESS!

Los demás se taparon los oídos por el timbre de voz de la diosa de la sabiduría, incluso el recién llegado, quien se estaba sacudiendo los oídos.

- Athena, ¿Por qué tuviste que reencarnar en una niña tan escandalosa? ¡Casi me rompes los tímpanos!

- Hermes, aclárame todo este lío. ¡Ya!- Habló Athena con autoridad.

- ¿Qué ha pasado?

- Y me lo preguntas. Dime que esa cosa no es tuya. - Le señaló el libro.

- Si, lo es. Estaba en mi biblioteca, ¿Por qué lo sacaste de allí?

- Yo no lo hice. Te estoy preguntando por qué lo trajiste a la Tierra.

- Pero yo tampoco lo he sacado.

Ambos se miraron con desconcierto.

- En fin. Luego discutimos quién es el culpable, ¡Ahora la prioridad es ayudar a que esto se termine y a apagar ese incendio!

- Hermes, ¿Es cierto que si la persona dueña del libro imagina algo se hace realidad, sin importar lo descabellada que sea la idea?

- En realidad puede ser cualquier cosa. Un parque de diversiones, una casa bonita, un tiranosaurio, un hotel en las Vegas, lo que sea.

- ¡No puede ser! ¡Un momento!-pensó un momento - Seiya, Shun, cuando leían Sagitario en el avión...¿Eso significa que tendremos que buscar un centauro por todo el santuario?- Vociferaba Saori con preocupación.

- ¿Un centauro? ¿Por qué dices que tenemos que buscar a un centauro?

- Una larga historia-Alcanzó a decir Saori entre dientes viendo a Shun y Seiya con malos ojos.

- A ver, Athena ¿Qué tan malo puede ser? ¿Quién es el susodicho dueño en este momento?

- Shun de Andrómeda- le dijo Seiya a Hermes, señalando al aludido.

- Saori-san, ¡Lo siento!¡Disculpa! no sabía, perdóname por esto- Shun hablaba desesperado y con una que otra lágrima de verguenza amenazando por salir de sus ojos.

Saori le abrazó y le dijo que todo está bien y que no se preocupara, igual nadie podría saber que esto pasaría. Hermes ayudó a Saori con el fuego, en equipo pudieron apagarlo con sus cosmos. Ella lo convenció de que le dijera qué cosas había imaginado a través de la lectura.

- ¿Afro es una sirena? Jajajajajajaja, yo tengo que ir a Piscis a comprobarlo. Ahora sí, no te salvas "Sardina" - Comentó Kanon sin contener la risa. - Además de que Camus es un niño y Aioros un centauro. ¡Tienes la imaginación de un niño de 8 años! jaja.

- Entonces, Hermes, ¿Vas a decirme cómo detener todo esto? ¿No puedes simplemente destruir esa cosa?

- No, ni siquiera yo puedo. La única forma es terminar de leerlo. Después es vulnerable.

- ¿Entonces qué estamos esperando? Shun, por favor, termina lo más rápido posible de leer. Y por favor trata de no imaginar algo peligroso. Sé que lo del centauro fue culpa de Seiya.

- L-Lo intentaré- Le dijo Shun dedicándole una sonrisa inocente.

- Kanon, lo mejor es que subamos por los templos a ver qué ha pasado mientras Shun termina. Seiya vienes conmigo.
¿Ya se te olvidó quién va a subir los escalones por mí?

Seiya hizo un gesto de desaprobación pero al final saori terminó literalmente "jugando al caballito con Seiya". Con 800 escalones entre templo y templo de subida, Hermes, Saori, Kanon y Seiya iniciaron su recorrido escaleras arriba.

Una vez que se fueron, Shun abrió el libro por donde había quedado, Sagitario. Pasó la página a leer el título "Constelación de Scorpius" y su contenido

"El origen de la constelación se encuentra en la leyenda de Orión. Según una de sus versiones, Orión el cazador se sacó los ojos en un arrebato de celos, y mientras vagaba ciego por el mundo pisó un escorpión que le picó con su aguijón, provocando su muerte."

- Auch. Eso debió dolerle al gigante Orión. Debió estar en un desierto, que es donde abundan los escorpiones. Ahora entiendo por qué las personas de este signo son consideradas ponzoñosas, y al menos esa es la impresión que me da Milo. Me pregunto qué habría hecho él si estuviera en una situación semejante y si le tocara enfrentarse con un gigante como Orión o un cíclope como Polifemo. - El libro empezó a emitir su característico resplandor y a este punto Shun abrió los ojos desmesuradamente al darse cuenta de lo que estaba haciendo- Saori-san, lo siento- susurró con pena y bajando la cabeza, sumergiéndose de nuevo en la lectura.

Templo de Escorpión

Milo había llegado de su encuentro con chibi-Camus y ya se había lavado y cambiado de ropa, se disponía a limpiar el templo cuando sintió un aura helada a sus espaldas, un cosmos conocido.

- ¡Hola escandaloso!- le gritó la vocecita lo que produjo que Milo saltara espantado, girando la cabeza para ver el culpable.

- No soy escandaloso. ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu hermano para llevarte con él?

- Yo no tengo hermanos- Dijo con voz seria.

- ¿y tu mamá?¿Tu papá?

A este punto chibi-Camus bajó la cabeza y dejó escapar en un susurro casi imperceptible "No tengo familia...el fuego...Mi casa...Papá...Mamá...todos se fueron". Lágrimas empezaron a salir de los ojos del pequeño dorado, lo que poco a poco se convirtió en un llanto ensordecedor.

- Disculpa, no sabía, yo...- Milo no sabía qué decir para calmar al pequeño señor de los hielos que seguía llorando y gritando, a lo cual el escorpión dorado tuvo que recurrir a otros métodos porque su llanto se tornaba ensordecedor.

- ¡Mira! - Milo le estaba mostrando una caja de colores con unas hojas de papel - Serán tuyas si dejas de llorar.

Camus se detuvo y empezó a secarse los ojos, a lo que Milo le alcanzó la toalla con la que se había secado momentos antes para facilitarle su labor, la cual el niño tomó de buena gana y agradeciéndole con la mirada.

- Discúlpame de verdad no quería que te sintieras mal. Qué le habrá pasado- Pensaba Milo mirando fijamente como el niño que tenía ante sí tomaba la hoja y los colores y se tiraba en el piso a hacer...¿Garabatos? Era un niño después de todo, pero un misterio cómo había llegado al santuario sin ser visto. Y se parecía mucho a Camus pero dice no conocer otra persona y reclama ése como su nombre de pila.

Milo terminó de divagar por sus pensamientos cuando una luz blanca resplandeció frente a él. Lo que vino después fue a chibi-Camus empujándolo y gritándole "¡Al suelo!" al tiempo que dejaba los instrumentos de dibujo en el piso.

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué me empujas así? - Le reclamó Milo tratando de levantarse, esparciendo mucho polvo por el ambiente.

- Acabo de salvar tu vida y me lo agradeces así, de verdad que eres un bicho malagradecido- le dijo Camus con una mirada no muy buena hacia su compañero de orden encogido.

- ¡Yo no veo nada!

- ¡Mira bien baboso! ¡Alrededor no hay nada sólo esa cosa que intentó matarte!

Milo quedó boquiabierto por un instante por el paisaje que se extendía hasta el horizonte. Arena. Donde sea que pasara la mirada todo se terminaba en la unión de la Tierra con un cielo azul y un sol sofocante, destellos amarillos por todos lados y un aguijón de dos metros delante.

- Te lo dije.

- ¿Un escorpión?¿El desierto? ¿Qué pasó con el templo? ¡Kanon si esta es otra de tus bromas no dudes en que serás comida para aves cuando esto termine!

- ¿Quién es Kanon y por qué le hablas al vacío?

- ¿Eh? - Milo se había olvidado por un momento del pequeño que estaba a su lado en posición de ataque en frente de un escorpión rojo de cinco metros de alto y cuyo aguijón era de la estatura de Milo.

- Wow nunca había visto una réplica tuya tan grande bicho jaja- Se burlaba Camus

- ¿Por qué se me hace tan familiar? Se supone que él no me conoce. ¡Oye! Sólo mis amigos me dicen así.

En la discusión, la arena empezó a levantarse indicando que el animal se movía contra ellos una vez más, Camus fue hasta él y trató de congelar su aguijón pero el hielo se rompió instantáneamente. Milo arremetió contra él agarrándolo de la cola y lo empezó a girar en el aire para luego lanzarlo lejos, vio que la criatura se levantó pero no volvió.

- Ves, eso es para hombres, no para niñitos.

- ¿Y tú crees que eso fue gracioso? Engreído bicho, claro, si esa cosa era de tu especie por regla deberías saber cómo vencerla...- Abrió los ojos desmesuradamente- Y vamos a necesitar más de tu sabiduría de insecto para esto.

- ¿De qué hablas?

Camus se dio una palmada en la cara y luego volteó el rostro de Milo, sorprendido por segunda vez al ver que una manada de criaturas iguales a la de hace un momento empezaban a emerger de la arena alrededor de ellos, con lo que reaccionaron colocándose uno a la espalda del otro y dando pasos hacia atrás a medida que los escorpiones gigantes se acercaban.

- Quédate cerca de mí- Le dijo Milo a Camus en tono de preocupación

- ¡Ja! ¡Tú eres el niñito aquí! No necesito que me protejas puedo ciudarme solo- Pronunciaba con la seguridad de un adulto. Milo estaba desconcertado, ya no sabía qué pensar de aquel niño que estaba a su lado y por qué le recordaba tanto a Camus. Hasta en los insultos se parecen. Pero no es momento para pensar, hay que salir de aquí. Pensé al principio que esto era una ilusión pero no puedo sentir ningún cosmos extraño. Bueno lo que importa ahora es salir vivos de esto.

Ambos estaban dispuestos y empezaron a luchar contra las criaturas que los embestían, esquivándolos y dando golpes certeros de vez en cuando, cayendo al suelo repetidas veces, Camus estaba congelando las extremidades de sus enemigos pero al poco rato se derretían por el calor del desierto.

- Déjame eso a mí ¡Aguja Escarlata!

De la mano de Milo salieron varios rayos rojos que atravesaron a muchos escorpiones, ocasionando que algunos perdieran su aguijón. Quedaban pocos, pero aunque podía con ellos, estaba cansado y respiraba entrecortadamente. El niño no podía hacer mucho ya, su cuerpecito no resistiría tanto esfuerzo y además estaban empezando a sentir el efecto de la sofocación de aquellas tierras áridas. La sed empezaba a manifestarse.

Iban a detener otro ataque cuando cada uno de los grandes animales que los acechaban se internaron de nuevo en sus madrigueras.

- ¿Se fueron? - Preguntó Milo

- Esto es sospechoso.

- No, ¡escucha!- dijo poniendo su oído en el suelo- Son pasos.

- ¿De una persona? Porque se escuchan algo...Diferente.

Los pasos se hicieron cada vez más claros y fuertes a pesar de que provenían de la arena cambiante. En el zenit divisaron una figura. Un hombre tal vez. Tal vez podrían encontrar a alguien que los ayudara. El hombre se hacía más y más grande, y cuando estuvo frente a ellos no se atrevieron a mover un centímetro. Era un hombre bastante alto y corpulento con un solo ojo, vestido con un pantalón de cuero en el que en la cintura tenía una espada. No tenía camisa alguna y llevaba un garrote en la mano izquierda, tenía expresión de ser un solitario de pocos amigos.

'No es un hombre es un gigante' - Hablaba por el cosmos a Milo

'Es un cíclope, tiene un solo ojo'

'Y tiene cuatro veces tu estatura'

'Bien,¿Qué hacemos?'

'Esperar'

En efecto esperaron un momento pero el aura del gigante los empezó a intimidar y empezaron a retroceder. El cíclope dió un golpe con el garrote en el lugar donde antes estaban, hubieran estado aplastados si no hubiera esquivado eso. Comenzó a atacarlos sin razón alguna así que no les quedó más que seguir peleando a pesar de que estaban exhaustos por el encuentro con los escorpiones. Los ataques de hielo de Camusito no eran gran cosa ahora, no poseían mucha potencia. Milo trataba de debilitar a su oponente pero no había hallado la forma. Y qué esperaban, era la primera vez que luchaba contra algo así. Pero por su orgullo no iba a dejarse ganar de nadie y menos de un engendro como ese. El gigante había derribado a chibi-Camus. Esperó un momento. No se levantó del suelo.

Corrió hacia él temeroso de que algo le hubiera pasado, sus fuerzas desfallecían. 'Si Camus estuviera aquí' . Ya casi alcanzaba al pequeño cuando un remolino de arena que se formó alrededor de él se lo impidió, se le metió arena en los ojos cegándolo por un instante. Una especie de tornado giraba en torno a Camus quien empezaba a levantarse pero Milo no podía divisar su rostro por el polvo y la barrera que se había materializado, luego, el remolino desapareció lentamente mostrando una figura de un hombre de ojos azules y cabello verde y lacio.

- ¿Cuándo vas a dejar de meterte en problemas, Milo? Sin mi no eres nadie- Articuló con algo de burla pero sin expresión en el rostro.

Milo se sorprendió por tercera vez en ese día, ahí donde estaba el pequeño travieso de ojos azules apareció Camus con su verdadera forma y vistiendo la armadura dorada de Acuario, reluciendo a juego con la luz del sol de ese lugar.


Bueno eso fue todo por ahora, ¿me parece que cada capítulo se está poniendo más largo que el anterior o es idea? ¿No he sido muy mala con Milo? ¿O sí? juzguen ustedes. Aprecio sus opiniones.

Hasta la próxima vez

XD