Disclaimer: Nada de lo que puedan reconocer me pertenece.
Título: Efecto mariposa.
Autora: Zayde.
Resumen: La misión de Harry Potter es sencilla: Eliminar a Tom Riddle antes de que se convierta en Lord Voldemort. Pero cuando Harry esta por el medio, las cosas tienden a complicarse.
Parejas: Harry/Tom. (Es el propósito mismo de esta historia.)
Advertencias: Slash. Un poco de sangre (pero nada gráfico).
Siento el retraso, y siento no haver respondido a los reviews, se aprecian todos y cada uno de ellos.
Gracias a moamoa2, que aunque con un més de retraso, me ha hecho finalmente volver a publicar algo.
No te va, no lo leas. Lo lees, te va, dejas un review.
Gracias.
7. Y más Hogwarts.
27 de Agosto de 1993.
Sala de Juntas. Primer piso.
Ministerio de Magia.
Londres. Inglaterra.
Lord Slytherin estaba aburrido o, mejor dicho, muy aburrido, muerto de aburrimiento incluso, aunque, en realidad, él era más de matar por aburrimiento. Desgraciadamente, esa no era una opción en esos momentos, aunque, la verdad, lucía más tentadora por segundos.
"¿Un caramelo de limón, Tom?"
La presencia de Albus Dumbledore en la habitación no favorecía en nada la situación.
La pluma en su mano se rompe y algo de tinta mancha sus dedos, respira hondo contando hasta diez, suelta la pluma, sonríe falsamente y niega con la cabeza, inseguro de poseer el control necesario para no maldecir, respira profundamente una vez más y coge una pluma nueva.
En realidad no necesita una pluma, no ha escrito ni una palabra en las tres horas que lleva allí sentado y hay gente en la sala con el único fin de tomar nota, pero si la suelta, si llega a tener las manos vacías, no cree que sea capaz de quedarse ahí sentado, quietecito, como un buen chico.
No, sacaría su varita y silenciaría de una vez al tal Trukman arrancándole la lengua para luego hacérsela tragar y, más tarde, presentarlo voluntario para esa nueva poción que deshace los órganos desde el interior. Eso último tendría que esperar, claro, primero tenía que hacer que el maldito Dumbledore se tragase todos y cada uno de sus malditos caramelos de limón hasta que estos le saliesen por las orejas sólo para seguir hasta que se asfixiase en ellos.
Albus Dumbledore muerto por sobre-ingestión de caramelos de limón. Ja. Eso sería karma en acción.
Aunque, en el fondo, la culpa es suya, porque sí cuarenta años atrás en lugar de haber empezado una carrera política hubiese empezado una guerra, Dumbledore ya estaría muerto y Trukman hubiese caído tan pronto como hubiese empezado a balbucear esa tontería sobre culos de calderos.
Black hubiese muerto por irritante, Potter por engreído y Fudge por estúpido. Longbottom por bueno, Bones por sabiondo y Mulciber por alto. Moody moriría por loco, Lestrange por psicópata y Malfoy por rubio. Y, los demás, por estar en el cuarto.
Sí, sin lugar a dudas, la violencia hubiese sido el camino inteligente.
2 de Septiembre de 1993.
Aula de Estudios Muggles. Ala Oeste. Primer Piso.
Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Algún lugar de Escocia.
Jueves, primer día de clase, todavía no las ocho de la mañana y, aún así, Harrison Riddle, individuo no madrugador por naturaleza, lleva dando saltitos a la puerta del aula cerrada desde las siete treinta y tres.
"¡Harrison!" Los saltitos pierden un poco de entusiasmo ante la llegada de Eileen y, con ella, media docena de Gryiffindors, otros tantos Ravenclaws y la mitad de los Huflepuffs. Claro, qué fuese una clase para Slytherins, con él siendo el único Slytherin, era demasiado pedir, ¿no?
"¡Eileen! ¿Qué haces aquí?"
"¿Estudios Muggles?"
"Tu madre es hija de muggles."
"Tú eres hijo de muggles." Vale, era una pésima escusa.
"Sí bueno, pero… Estudiarlos desde el punto de vista de los magos debe ser fascinante."
"Eso es exactamente lo que yo pienso." Harry sonríe inocentemente a Hermione, ¡qué casualidad!
Afortunadamente, es entonces que la profesora Snape llega y, ante su simple presencia, la sonrisa de Harrison vuelve a plena potencia.
"Buenos días." Ella también sonríe, aunque en general, y abre la puerta cediéndoles el paso, desafortunadamente, a pesar de toda la buena intención del Slytherin de sentarse en primera fila y por una vez prestar atención a un profesor, en esos momentos está demasiado distraído y queda el último. ¿O es afortunadamente?
"¿Harrison?" La profesora inquiere.
"Harry." Corrige automáticamente, aunque ya sólo Luna lo llama así.
"Harry." La profesora concede y sonríe y el corazón del moreno se acelera.
Esta decidido, Estudios Muggles es su asignatura preferida.
"Luna."
Harrison corre, traviesa pasillos y salta escaleras. Y grita.
"Luna."
Los demás alumnos lo miran, la mayoría percatándose por primera vez de su existencia. Pero él ni lo nota.
"Luna."
Por el camino tira a un par de primeros años al suelo, y se desliza entre un par de alumnos de séptimo e, incluso, llega a saltar por encima de un muy sorprendido profesor Flitwick, aún así, no disminuye el ritmo de su carrera.
"Luna."
Para cuando él gira la última esquina, Luna está esperándolo.
"Harrison."
"Adivina." Su respiración ligeramente entrecortada, pero con sonrisa de oreja a oreja y ojos de brillante color esmeralda.
"Acabas de tener Estudios Muggles."
"¡Sí!" Él ríe, y la abraza, dándole incluso un par de vueltas en el aire, eufórico.
Ella le sonríe de vuelta, una sonrisa mucho más suave, un poco triste en el fondo, porqué es injusto.
"Te ha llamado Harry."
Él vuelve a reír, feliz.
"Es perfecta, mejor incluso de lo que imaginaba. Merece la pena, todo merece la pena por ella." Vuelve a abrazarla, y susurra en su oreja. "Y por ti Luna. Gracias." Acaba dándole un suave beso en la mejilla para luego volver a echar a correr con un '¡Ups! Llego tarde'.
Luna ríe ligeramente con el último comentario, tan Harry, y, al mismo tiempo, llora, porque sigue siendo injusto.
En efecto, llega tarde, unos buenos diez minutos, Slytherin probablemente se cabree. Mejor.
Sin molestarse en llamar entra, aún con sonrisa de oreja a oreja, aunque esta pierde intensidad cundo los ojos rojos del profesor se centran en él, no que Harry vaya a dejar que el idiota le estropee el día.
"Llegas tarde Riddle. Un mes de castigo con Filch."
¿Un mes? Algo debía de haber puesto al profesor de un extraordinario buen humor, ¿sólo un mes de castigo y sin amenazas de echarlo de Hogwarts? El fin del mundo debe estar cerca.
"Sí señor." Acacha la cabeza y hace el intento de ir a su sitio, pero con un movimiento de varita el profesor le redirige a la tarima. Slytherin suele evitar tocarlo, Harrison está completamente a favor de esa 'no contacto' norma del profesor.
"Como iba diciendo, antes de ser tan rudamente interrumpido, este es un año transcendental en vuestra educación. Hasta ahora vuestro estudio de la magia se ha limitado a familiarizarlos con ella, a tomar contacto. Pero eso se acabo. Ya no sois niños, sois magos en proceso, sois los futuros brujos y brujas que dirigirán nuestro mundo, un gran honor, y una gran responsabilidad."
Lord Slytherin hace una leve pausa y estudia a sus alumnos, ávidos por sus palabras. Siempre ocurre.
"Pero yo creo, no, yo sé, que estáis a la altura. Sé que con la educación adecuada, la educación que os proporciona Hogwarts y vuestras propias cualidades como individuos, tenéis todo lo necesario para ser los líderes del mañana.
"Y estoy dispuesto a daros ese empujón que necesitáis para convertiros en los magos y brujas que podéis llegar a ser. Claro, si vosotros os creéis preparados."
La respuesta es unánime, aunque no realmente, el alumno a su espalda, en la tarima, lo mira incrédulo, '¿los líderes del mañana?', ¿va de coña no?
"Muy bien, sabía que mis esperanzas en vosotros no eran en vano." Ondea la varita y los pergaminos en su mesa se distribuyen entre los alumnos. "Este primer trimestre, desde mañana mismo hasta navidad, nos centraremos en la teoría del duelo, su historia, los reglamentos, las posturas, técnicas, hechizos de interés y demás. Y, a partir de navidad, empezareis con prácticas de duelo los… miércoles creo recordar, con el profesor Lockhart. Los pergaminos que os acabo de repartir son un listado de hechizos que debéis dominar para entonces, para algunos, los más complicados, igual hagamos un par de demostraciones en clase. Pero sólo los más complicados y aquellos en los que más de un par de vosotros tengáis dificultades, tenemos mucho más material que cubrir, y otro gran numero de hechizos más complicados que sí es necesarios que veamos en clase."
Hace otra leve pausa y los alumnos comentan un poco entre sí entre susurros, excitados, por una vez les deja. Harrison por su parte mira a sus compañeros con ojos como platos, aquí está Slytherin poniéndoles trabajo extra y mírales a ellos, ilusionados como niños con juguetes nuevos, claro que, son niños con juguetes nuevos.
"Hoy haremos un pequeño test de vuestras habilidades como 'duelistas', de ese modo, vosotros mismos podréis comprobar cómo mejoráis a lo largo del año." Sonrisas entusiasmadas, alguna risilla y algún que otro 'genial' es la respuesta que recibe su comentario. "Mr. Khan, por favor, si es tan amable de unirse a Riddle en la tarima."
Los murmullos excitados aumentan, lo cual es de esperar, Kayden Khan es hijo de Derek Khan, siete veces campeón del mundo de Duelo e instructor en la academia de Aurors, en verdad parece un chico prometedor.
Los alumnos en la tarima se sitúan en extremos opuestos, enseguida se nota que Khan si ha tenido algo de entrenamiento pues automáticamente flexiona las rodillas colocándose en posición y tiene la varita preparada. Claro que el mudblood no es el mejor ejemplo de comparación, ni tan siquiera a sacado la varita.
"Las normas son las básicas de todo duelo, nada mortal y, dado que sois niños, nada permanente. El vencedor se enfrentará al siguiente alumno, el perdedor… pierde. Empezad."
Harrison saca una varita del bolsillo y juguetea ligeramente con ella al tiempo que observa a su oponente, ¿qué hacer?
Obviamente, no puede ganar, sería curioso que un medio Squib, tal y como lo considera la mayoría del alumnado y buena parte del profesorado, ganará en un duelo improvisado al hijo de Derek Khan, aparentemente un duelista de renombre. Pero eso no significa que esté dispuesto a perder, eso haría feliz a Riddl-Slytherin, por lo que, no.
"Stupefy." Khan lanza el primer hechizo. Es bueno, el hechizo tiene poder, avanza con rapidez y va dirigido directamente a su centro de equilibrio.
Harrison lo esquiva en el último momento, apartándose lo justo de la trayectoria para que pase entre su cuerpo y su brazo ligeramente abierto. Pura chamba para cualquier observador no en la tarima, pero Khan se da cuenta y comprueba que no es simple suerte.
"Desmaius, Ricturesmpra, Confringo." Tres maldiciones prácticamente en cadena, es bastante bueno para un treceañero.
Harrison vuelve a esquivar la primera y 'tropieza' y cae al suelo evitando las otras dos.
Los demás alumnos gritan y animan, no a él, pero de todos modos su entusiasmo le arranca una sonrisa a Harry, ¿él no era tan crío a los trece verdad?
Cuando centra la atención en su oponente, ve que este aún le observa inseguro, no acaba de tragarse su tropiezo. Vale, se acabo el juego.
"Stupefy." Ataca de nuevo y, por una vez, Harry contraataca, más o menos.
"Expelliarmus." Más o menos porque de algún modo, fruto de la práctica, consigue chapucear el hechizo de modo tal que, cuando ambos hechizos colisionan en el aire, la magia se multiplica por diez y sale disparada en cualquier dirección, en esta ocasión, el techo, que cede y se desploma en gran parte encima de la tarima al tiempo que, casualmente, la tubería que pasa por encima también revienta y agua empieza a caer en cantidades alarmantes.
"¿Ups?" Es toda respuesta que ofrece Harry a los furiosos ojos carmín, en glamour en sus ojos incapaz de esconder por completo el brillo jubiloso en sus ojos.
Definitivamente es un gran día.
-.-.-.-.-
15 de Octubre de 1993.
Alféizar de una ventana del Séptimo Piso.
Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Algún lugar de Escocia.
Harrison está sentado en su ventana del séptimo piso, la que da a la entrada principal del castillo y está más cerca del Cuarto de Requisitos, donde pasa la otra mitad de su tiempo libre, su atención completamente volcada en el libro en sus rodillas, un tomo avanzado de magia druídica rúnica.
Sin motivo aparente levanta la cabeza de golpe, la ladea suavemente como escuchando y, curioso, se gira hacia la esquina que da paso al pasillo en que se encuentra, no hay nadie, pero en segundos alguien gira la última esquina.
¿Hermione?
Al verle, ella pausa levemente, hasta que su cara adquiere ese gesto de determinación absoluta que él conoce tan bien, afirma con la cabeza decididamente para sí misma y avanza con decisión hacia él.
"Hola." Hace una pausa, respira hondo y recoge coraje, Harry tiene que hacer un esfuerzo para no sonreír, es un gesto tan de ella. "Mi nombre es Hermione Granger, soy alumna de tercer año de la casa Ravenclaw. Tenemos algunas clases en común, Defensa Contra las Artes Oscuras, Estudios Muggles, Cuidado de las Criaturas Má-. "
"Sí. Sé quién eres." Harry la corta, su tono tal vez un poco más frío de lo necesario, pero es difícil hablar asolas con una Hermione que no es su Hermione.
"Luna Lovegood, de mi casa, segundo año, me ha dicho donde podía encontrarte." Ella lo mira, él simplemente afirma con la cabeza, Luna y él suele verse allí. "Lo curioso es que yo no le había dicho a nadie que estaba buscándote." Añade más para sí misma que para él. Harry se encoge de hombros.
"Luna hace cosas así."
Hermione lo estudia, y parece que va a preguntar qué quiere decir con eso pero, siendo quien es, va al grano, al motivo que le ha llevado a recorrer más de media escuela en su busca.
"Tengo un oferta para ti. Un trato que puede beneficiarnos a ambos." Harry levanta una ceja curioso. "Crear un grupo de estudios de Defensa Contra las Artes Oscuras." El Slytherin le mira boca abierto por unos segundos antes de romper a reír a carcajadas.
"¡Muy buena Hermione!" Porqué es sencillamente imposible que le esté pidiendo ayuda en Defensa cuando Harry se ha asegurado de ser el mayor desastre en la asignatura del último siglo.
"No bromeo. Todo Hogwarts sabe que eres el mejor en Teoría de DCAO." Con esto Hermione hace una pausa, saca su último ensayo de Defensa de la mochila y se lo pasa, Harry no puede evitar hacer una mueca, un siete, para ella esto es fracaso absoluto. "Es la nota más alta de Ravenclaw, y del curso al completo exceptuándote a ti, la siguiente es un seis sesenta de Terry Boot."
Harry tiene un nueve noventa y nueve en ese mismo trabajo, bueno, tiene un nueve noventa y nueve en todos sus trabajos, es un buen modo de sacar a Slytherin de quicio, es el rey de la teoría, pero es 'incapaz' de hacer el más simple hechizo a derechas, y tampoco es que tenga que currarse la teoría, tiene suficiente experiencia práctica.
Harry suspira, mira el escrito y mira a Hermione, inseguro si es buena idea pasar tiempo asolas con ella pero, por su Hermione, se lo debe.
"Hecho, te ayudaré con Defensa."
Por primera vez Hermione sonríe.
"¿De verdad? Yo puedo echarte una mano con la práctica a cambio."
"No es necesario."
"De verdad, no es molestia, es lo mínimo que puedo hacer." Harrison sonríe.
"Gracias, pero no es posible, tengo prohibido hacer magia sin la supervisión de un profesor."
"¿Prohibido?"
"Sí bueno, tras el incidente en la primera clase de defensa este año, que estoy seguro que recuerdas, y la explosión de los baños de las mazmorras el año anterior, y el pequeño incidente con el millón de babosas que inundaron la Sala Común y un par de insignificancias más, el profesor Slytherin decidió que por la bienestar del alumnado y la integridad del castillo, lo mejor sería que, fuera del horario escolar, él guardase mi varita, por seguridad."
"Dicho así suena razonable." Hermione suena dudosa, Harry sonríe y se encoge de hombros, Slytherin se queda una varita, él tiene algunas docenas más.
"Pero, ya que insistes, a cambio de mi ayuda con defensa, me gustaría una copia de tus apuntes de Runas Antiguas." Es más que probable que cualquier cosa que ellos den en clase él la tenga más que sabida, pero las bases son importantes, y él nunca ha tenido una instrucción propiamente dicha en la materia.
"Pero tú no tienes Runas."
"No. Y dado que es a la misma hora que Estudios Muggles, tú tampoco deberías tenerla." Hermione se tensa, Harry sonríe su mejor sonrisa inocente. "Yo no pregunto, tú no preguntas."
-.-.-.-.-
22 de Diciembre de 1993.
Salón de Baile. Palacete Baretti.
La Toscana. Italia.
Marvolo observa absorto las ondulaciones que crea el líquido dorado en su copa al agitarla con cuidado, sin escuchar ni una palabra de lo que dicen a su alrededor. Mal hecho.
Debería prestar atención o, al menos, fingir que lo hace, pero no puede, no hoy, no tan cerca de la medianoche, no con tanta magia a su alrededor.
Por Merlín, es veintidós de diciembre, apenas quedan veinte minutos para el Solsticio de Invierno, ¿cómo no pueden sentir como la Magia les llama?
Desviando la mirada de su copa Marvolo estudia al resto de los asistentes. Es una fiesta exclusiva, sólo los mejores, sólo purebloods y sólo los miembros más exquisitos de la alta sociedad europea.
Y ni uno solo de ellos parece los más mínimo afectado con la proximidad del Solsticio.
Frunciendo el ceño Marvolo abandona la copa, intacta, y abandona la sala, ignorando las llamadas a su espalda, si no pueden sentir a la Magia, no merecen su atención, y menos ahora.
El Solsticio de Invierno es una fecha con gran significado para la Magia, una fecha de la que los muggleborns no llegan a apreciar el significado y los purebloods hace tiempo que dejaron de entenderlo, pero esos pocos que son uno con su magia, para aquellos que la magia es una prolongación del propio ser, pueden sentir como esta les reclama.
Acaba en un mirador situado en el extremo completamente opuesto de la mansión a poco de las doce. Respira hondo y cierra los ojos, dejando que la Magia lo guíe.
Cuando llega el momento, con la varita corta la runa de la magia en la palma de su mano al tiempo que recita el juramento a la magia.
"Magicis, magia, magicae nos." Por la magia, para la magia, pues magia somos.
Por unos segundos la Magia lo inunda, ocupando cada uno de los poros de su cuerpo, lo llena de energía, regenera su magia y aumenta su poder.
El único rastro obvio al final del ritual es el aumento del brillo en sus ojos, la sonrisa en labios y su mano ensangrentada, aunque sin herida. Más animado que antes vuelve al salón de baile, ahora esta incluso dispuesto a socializar.
Recostado en el tejado de la torre de astronomía, con media docena de hechizos encima para mantenerlo caliente, la nieve retirada y una burbuja creada con runas para protegerlo de la nevada, Harrison siente su magia vibrar con la llegada de la medianoche, el Solsticio de Invierno.
Inconscientemente, su misma magia le urge a recitar el juramento.
"Magicis, magia, magicae nos."
La Magia lo inunda, ocupa todos y cada uno sus poros, lo llena de energía, regenera su magia y aumenta su poder.
Harrison sigue durmiendo.
Albus Dumbledore observa, desde la ventana de su despacho, los terrenos del castillo. A pesar del frío fuera la ventana está abierta y, a pesar de no tener reloj, es perfectamente consciente de la llegada de la media noche. Él también recita el juramento a la magia.
"Magicis, magia, magicae nos."
La Magia lo inunda, ocupa todos los poros de su cuerpo, lo llena de energía, regenera su magia y aumenta su poder.
Con ojos azules más chispeantes que nunca, Albus Dumbledore cierra la ventana.
-.-.-.-.-
24 de Marzo de 1994.
Torre Norte (en otro tiempo, Aula de Adivinación).
Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Algún lugar de Escocia.
Jueves.
Noche de póquer.
Al final, si que había reiniciado el negocio que había mantenido a flote a la resistencia, partidas ilegales de póquer, aunque esta vez con alumnos, lo que lo hacía cien veces más seguro que jugar con goblins, e infinitamente más aburrido.
Un pelirrojo, que en realidad no es pelirrojo sino que es Oliver Wood, reparte.
Empezarlo había sido difícil, nadie había confiado en un principio, aunque todos habían estado intrigados, y eso era lo único necesario, con que asistieran una simple vez, querrían volver.
El moreno a su izquierda con emblema de Slytherin resopla en un obvio gesto de disgusto (falso, debe tener buenas cartas). Los Hufflepuff de verdad no saben mentir.
El aula, no luce como un aula en absoluto, con la mesa de póquer en el centro y siete sillas, algunos sillones repartidos por la habitación y una barra con bebidas en una esquina. Además, había sido hechizada y rehechizada para que fuese imposible hacer trampas, por Harry mismo y por otra docena de cautos jugadores.
A su derecha el individuo con pelo Malfoy, que es obviamente no Malfoy ya que solo pueden participar de quintos años para arriba (y Harry), aprieta los labios intentando evitar una sonrisa e intercambia una mirada con un observador al otro lado de la mesa. Los Lestrange tampoco saben disimular. Envida.
Los invitados a jugar encontraban un naipe sobre su almohada el miércoles por la mañana, si aceptaban, debían poner el naipe boca arriba, en caso contrario, el naipe simplemente desaparecería, no que nadie hubiese rechazado la oferta. Solo alguien con un naipe podía ver la trampilla de acceso a la torre, y solo los jugadores de las tres últimas semanas tenían naipe, los que no jugaban iban a ver y beber o montaban su propia partida a un lado.
Davies, convenientemente disfrazado de inocente Hufflepuff descarta cuatro cartas. Para ser un Ravenclaw confía demasiado en la estadística.
Nadie sabe quién es el organizador de las partidas, o quiénes son los otros jugadores, de ese modo no hay represalias. De ahí que se incite a los jugadores a acudir de 'incognito', el mejor Fred, que asistió de George.
Lestrange descarta una, Harrison con pelo verde y un pijama con hipogrifos no descarta y sonríe soñadoramente al estilo de la vieja Luna. Brown, el Hufflepuff tampoco descarta, tan mal jugada que tenía y todo eso.
Tras la primera noche, el primer jueves de octubre, todo ente de sexo masculino de quince años para arriba espera con ansias recibir el deseado naipe que les da acceso a ese mundo de alcohol, tabaco y sex- póker, ¿qué adolescente puede resistirse?
Davies descarta, Lestrange apuesta tres galeones más, Harry acepta, el Hufflepuff sube a diez, todas sus ganancias de la noche (es el que más se ha llevado), Lestrange cruza una mirada con su hermano y acepta, Harrison frunce el ceño antes de sacarse el dinero del bolsillo.
Lestrange muestra sus cartas, Doble Pareja y ríe.
Brown sonríe de una manera que lo hace digno del escudo de las serpientes en su pecho y muestra una Escalera.
Harrison, que no ha ganado ni una en toda la noche muestra las suyas, Color, y con eso se lleva prácticamente todo el dinero jugado.
"Tramposo." Lestrange grita y se levanta amenazante. El pobre Hufflepuff parece demasiado afectado para reaccionar.
"Mal perdedor." Responde Harry sin inmutarse empezando a recoger sus ganancias. Aunque quisiese, Lestrange no puede hacerle nada, otro de los hechizos en la sala.
Además, él no hace trampas, no lo necesita, puede que ya no sea un Potter de nombre, pero la suerte no la ha perdido.
-.-.-.-.-
21 de Mayo de 1994.
Cuarto de Requisitos. Séptimo Piso.
Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Algún lugar de Escocia.
Param-pumpum param-pumpum param-pumpum PAAM!
Entre golpes a una batería imaginaria, Harrison le da los últimos retoques azul eléctrico al colacuerno húngaro. Después sin dejar de seguir la música retrocede un poco para ver la pintura al completo, solo un detalle más.
Salta y se desliza por el suelo de rodillas siguiendo el final de la canción, y como si de un zarpazo se tratara pinta una línea rojo sangre en el límite inferior. La música acaba justo cuando el separa el pincel de la pared.
Eufórico, dando saltos de energía contenida, con una sonrisa medio maníaca y cubierto de gotas de gotas de pintura vuelve a retroceder y contempla su obra.
Su sonrisa se vuelve completamente lunática cuando con un movimiento de varita activa la magia.
El dragón inmediatamente ataca al hombre frente a él, una llamarada que el individuo, muy diestro, contrarresta con llamaradas negras de su propia varita, pero el dragón ataca de nuevo con su cola llena pinchos y el sujeto 'vuela' fuera de alcance (¿igual lo había hecho demasiado bueno?), el colacuerno muerde y lo único que queda visible del idiota es una pierna entre los colmillos del animal.
Harrison suelta una risita.
Risita que se corta en seco cuando se da la vuelta y encuentra a Albus Dumbledore a su espalda.
Mierda.
El director contempla la pintura en silencio un par de segundos, ligeramente perturbado, al fin y al cabo, un colacuerno húngaro acababa de comerse a su profesor de defensa.
Albus contempla a su alumno por un par de segundos, el chico rehúye su mirada y el vuelve a centrar la atención en las paredes. La del colacuerno no es la única pintura en las paredes, hay muchas otras, y esa parece la única que invita a violencia. Suspira y centra de nuevo sus ojos en el alumno frente a él que, por su parte, tiene los ojos fijos en el suelo.
Albus deja su magia extenderse y estudiar al muchacho, la respuesta del chico al contacto es automática, su magia reacciona rodeando al adolescente, protegiéndolo. Albus no puede evitar una exclamación ahogado, no es una respuesta normal, el adolescente simplemente retrocede. Merlín, Minerva tenía razón, ¿de verdad ha dejado que su ceguera ante un nombre volviese a otro chico en un Tom? No, no, no, esta vez salvaría al chico.
Respira hondo, intentando calmarse y sonríe suavemente.
"La señorita Adamson me dijo que eras bueno dibujando, pero no sabía que tanto."
El chico levanta la cabeza, dudoso.
"¿Gracias?" Albus ríe. No todo parece perdido.
"Es la verdad, simple y llanamente, eres un joven con mucho talento." El joven hace un asomo de risa.
"Solo son cuatro rayajos profesor, y un poco de color, nada más."
"Rayar es lo que hago yo, que lo único que sé dibujar una boa abierta y una boa cerrada."
"Y una boa digiriendo a un elefante, ¿no?"
Albus ríe, no, no está todo perdido.
"Me temo que eso ya está fuera de mis habilidades." El chico sonríe. "Pero tú, mi joven amigo, tienes verdadero talento." Antes sus propias palabras el director se para a pensar, una idea formándose en su cabeza. "¿Cómo es tu francés?"
Harry ni parpadea ante el repentino cambio de tema, está acostumbrado a los manierismos de Dumbledore.
"Me defiendo." Recibe una sonrisa brillante por su respuesta.
"¿Algún plan especial para este verano?"
Esta vez sí, parpadea, abandonando toda ilusión de entender al anciano.
"¿Volver a la casa de acogida?"
"Igual no, necesitaré hacer un par de llamadas floo para asegurarme, y tendremos que presentar algunas de tus obras, pero no creo que haya problema."
"¿Profesor?"
"¿Qué dirías de asistir este verano a un Curso de Arte en el Louvre?"
Gracias por leer, esperemos que el próximo no tarde tanto.
Zay.