Empiezo con decir (y solo lo voy a decir por una vez) que no soy dueña de Kyou Kara Maou ni de ninguna de sus personajes. Se pudiese seria dueña de Lord Wolfram von Bielefeld. ¡Seria solo mío! Muahahahaha.

Este cuento lo estoy escribiendo en ingles (británico). He decidido traducirlo al español (bueno, al castellano para que nos entendamos) para eso lectores que prefieran leerlo en español ó no saben ingles.

La serie la he visto en ingles y por lo tanto los motes o apodos los traduzco tal cual. Ejemplo, WIMP – PELELE. Es que en verdad Yuuri es un pelele.

Bueno me decís si me merece la pena seguir traduciéndolo o no.

Que os guste.

Sumario: Wolfram esta buscando un documento en el despacho Yuuri y encuentra el diario de Yuuri. Wolfram decide leerlo no dándose cuenta de las consecuencias que puede traerle.

EL DIARIO

Wolfram estaba en el despacho de Yuuri buscando sin cesar el documento que Yuuri debía de haber firmado. A Wolfram le hubiese gustado que Yuuri lo hubiese firmado delante de el, pero Wolfram se havia acobardado. Hubiese sido demasiado doloroso ver a Yuuri firmar el documento. Yuuri ahora estaba visitando a su hermano Shori en la Tierra, y no volvería por un par de días más. Wolfram no quería esperar más. Quería acabar con todo ya.

Busco por el montón de aprobados y firmados, aprobados pero aun faltaba la firma, los que aun faltaban de ser mirados, y por fin (deseando que estuviese allí) el montón rechazado. El documento no estaba en ninguno de ellos. ¿Qué habia hecho Yuuri con el? ¿Quemar lo? No, eso es algo que el, Wolfram, hubiese hecho. O, espera, podía estar en la papelera. No, estaba en la papelera. Las criadas la habían vaciado. ¿Podía ser que Yuuri lo hubiese puesto en algún sitio para después hablar con?

Wolfram empezó a buscar por los cajones del escritorio. Cuando llego al último cajón a mano derecha se dio cuenta de que estaba cerrado con llave. ¿Por qué Yuuri tenia un cajón cerrado con llave? Empezó a preguntarse si debía de abrir el cajón o no abrir lo. –Abrir o no abrir- pensaba para si mismo. Estaría invadiendo la privacidad de Yuuri. Sintiéndose un poco culpable, tiro un poco más fuerte del manillar del cajón. No se abría.

Wolram miro alrededor del despacho para asegurase de que lo había nadie. ¡No, ni un alma! Saco una pequeña daga que ocultaba dentro de su bota derecha. Con aprehensión y con las manos temblando por lo que iba a hacer, deslizo la lámina de la daga por grieta de cajón buscando el cierre. Lo encontró y con la lámina deslizo el cierre del cajón. El cajón se abrió inquietante revelando su contenido: una libreta negra con letras en oró en la cubierta.

Wolfram se quedo plasmado. Miro a la libreta antes de sacar la lentamente de so sitio de descanso. La sujeto entre sus manos mientras sus ojos miraban las cubierta. Sus manos empezaron a temblar. Su corazon iba como se hubiese corrido un maratón. Un nudo se le ato en la garganta mientras leía las letras de oro.

El Diario

De

Yuuri Shibuya

Maou 27 de Shin Makuko

No podía retirar sus ojos esmeraldas de las letras de oro cuando sentía como toda su sangre le dejaba, un sudor frió le acorralaba, y un mareo leve hacia su presencia. Se sentó en el asiento de Yuuri manteniendo el diario en sus temblorosas manos mientras cientos de pensamientos atormentaban su preciosa cabecita: debería de leerlo, seria un invasión de privacidad, que pesaba Yuuri sobre el, que escribiría Yuuri, por lo menos sabría se Yuuri le había sido infiel, habría Yuuri escrito algo sobre el, que eran de verdad los pensamientos y sentidos de Yuuri, ect… Volvió a la realidad cuando oyó una explosión que venia de la dirección del laboratorio de Anissina.

Sabía que tenia que salir del despacho antes que alguien lo encontrase allí. Abrazo el diario con fuerza contra su pecho mientras tomaba una decisión. ¡Lo iba a leer! No iba leer lo allí en el despacho, pero si mas tarde en su dormitorio compartido a solas.

Despacio cerró el cajón. Se levanto del sillón y silenciosamente se fue a la puerta. Abrió la puerta, un resquebraja, lo suficiente para echar un vistazo para ver si había alguien en el pasillo. Estaba vació. Despacio se deslizo de la habitación y con suma delicadez cerro la puerta. Silenciosamente, como un gato, hizo camino hacia el dormitorio por las sombras de los pasillos evitando cualquier persona que se encontrase por el camino. Era un hombre en una misión sumamente secreta.

Wolfram llego al dormitorio sin que nada lo viese. Abrió la puerta con silencio, se deslizo a dentro, y cerró la puerta lentamente y con cuidado. Fue a la cama y se sento en ella. Un suspiro de alivio se oyo en la habitación. Retiro el diaro de su pecho y lo volvio a mirar. Wolfram se dio cuenta en ese momento que ya no habia marcha atrás. El iba a leerlo; no importando le lo que decía ni si fuese hedido por el.

Wolfram abrió el diario despacio. Cerro sus lindos ojos por si acaso una luz brillante se manifestase. En la primera pagina había una dedicatoria escrita a mano formal y con fluidez.

Para

Su Majestad

Rey Yuuri Shibuya

Maou 27 de Shin Makuko

De

Su Alteza

Ken Murata

Gran Sabio de Shin Makuko

Escrito informal:

Saludos Shibuya,

Feliz Cumpleaños Numero 18

Este diario es para que tu escribas, desde tu propia perspectiva, tu historia, como la ves y tus pensamientos.

Deviertete con el. Cuando lo leas dentro de unos años reirás y posiblemente llores por la memorias que sino hubieses olvidado.

Tu amigo para siempre

Murata

P.D. Ya eres legal en la Tierra

Era la hora de cenar. Wolfram sabia que si lo iba al comedor alguien vendría en su busca. Lo de leer el diario tendría que esperar hasta la hora de acostarse. Wolfram tenía que esconder el diario por ahora. Miro a sus alrededores y decido esconderlo debajo del colchón. Un vez terminado con su tarea, se cepillo con las manos las arrugas imaginarias de su uniforme, y corrió sus dedos por sus mechones de oro. Salio de la habitación con una expresión de inocentón como si no hubiese hecho ninguna travesura.

Wolfram volvió al dormitorio. La cena había ido sencillamente perfecta. Nadia noto que el habia hecho un travesura y que tenía un secreto. Se cambio a su camisón de color melocotón. Saco el diario de su escondite mientras miraba sobre su hombro. Deslizo sus piernas de bajo del edredón y se puso una ahumada entre su espalda y la cabecera de la cama. Una vela solitaria, que iluminaba la habitación, había sido estratégicamente colocada en la mesita, alado de la cama, para iluminar las paginas del diario.

Wolfram despacio abrió el diario a la primera página en la cual había escrito Yuuri…