Sailor Moon ©Naoko Takeuchi.


Lost Angeles.

En algún lugar del mundo, 1908.

Sin razón aparente, creyó que adentrarse en el bosque era una buena idea. Al verse rodeada en las penumbras se llamo así misma insensata por haber accedido a semejante idea. Intento retroceder sobre sus propios pasos para volver a la fiesta en la aldea, pero luego de haber caminado en círculos por más de veinte eternos minutos, desistió de cualquier nuevo intento y decidió quedarse en su sitio para esperar el anochecer.

Al verse acompañada por los sonidos de los distintos animales, que para su pánico y disgusto, algunos de ellos eran salvajes, pensó que la compañía de Kelvin no sería tan desagradable a comparación de la situación en la que se encontraba. Pero al recordar los elogios empalagosos y los constantes intentos de besarla del muchacho, se dijo que prefería, años luz, la compañía de cinco lobos hambrientos.

No quería comportarse groseramente con el joven. Tampoco quería ser desagradable con él intencionadamente, ni mucho menos demostrarle desprecio. Ella no quería herirlo con palabras crueles, ni descargar con el su furia.

Serena se odiaba así misma solo por el hecho de haberse escabullido de la fiesta con la única razón de escaparse de él y los vanos intentos de sus familias para unirlos en matrimonio. Aun se consideraba demasiado joven como para casarse y sabia que no era la clase de mujer que pudiera acostumbrase a la clase de vida de las demás mujeres que conocía; sumisas, siempre dispuestas a las órdenes de los hombres.

Furiosa, pensando que las cosas nunca cambiarían, se sentó contra el troco de un árbol. Pensó en Luna, su amiga de toda la vida. Ella se casaría dentro de poco, y como pocas, había podido elegir a su propio marido.

Serena solo había crecido con sus abuelos. No eran malvados, al contrario, eran muy dulces. Pero nunca consideraban las opiniones de ella. En la casa solo se hacia los mandatos que ellos dictaban y no se hablaba mas al respecto. Ahora pensaban que lo mejor era que Serena se casara con un hombre de bien, ya que ellos eran ya demasiado viejos para hacerse cargo de una joven que ya era más cercana a una mujer que a una niña.

Serena rodo los ojos – "¡Por los clavos de Cristo, justo a Kelvin tenían que elegir!"

No es que el muchacho no le simpatizara, pero en lo que a Serena respectaba el muchacho carecía de varias virtudes; no era guapo, para empezar. Sus ojos siempre se veían enormes a causa de sus lentes de culo de botella y carecía por completo de sentido común.

Ella amaba la vida y no es que pensara que no había nacido para el matrimonio en sí, ella no quería que la domaran. Quería vivir la vida segundo a segundo, sin restricciones, sin penas y anhelaba encontrar el amor en un hombre de bien y si, pensaba casarse, pero con alguien que ella eligiera y no que le impusieran.

Enfadada miro el cielo, comenzaba a nevar otra vez. Todos los arboles estaban decorados con copos de nieve y la noche estaba bastante fresca. Agradecida por su abrigo, se removió en el suelo y se levanto las solapas para cubrirse hasta la nariz.

Intento olvidar de momento sus temores, intento pensar el futuro. En una vida que ella podría dirigir junto con el ser amado y con sus seres queridos. Inhalo el aire fresco y el perfume del bosque que tanto amaba, las pequeñas cosas que la hacían feliz todos los días.

Con dieciocho años se sentía feliz con saber que la vida le deparaba muchas cosas y situaciones que vivir. Algunas buenas, otras malas, pero feliz de saber que aprendería y maduraría lo suficiente para poder sobrellevarlas, se durmió en medio del bosque más tranquila y menos angustiada.

Mañana seria otro día.

Se despertó con los ruidos de los pájaros. Sintiendo sus pies entumecidos por el frio, se reincorporó y se froto los ojos para poder acostumbrarlos a la luz del sol. Miro en todas las direcciones y como espero, se encontró completamente sola.

Aun no queriendo regresar a su casa, camino por el bosque hasta el sendero que conocía como la palma de su mano y allí encontró el pequeño lago que, lógicamente a esa altura del año, se encontraba totalmente congelado.

A lo lejos pudo ver a Luna deslizándose de un lado a otro por la improvisada pista de patinaje riéndose sola como solía hacer de costumbre. Serena se rio por la aniñada que era su amiga, aunque ella sabía que era bastante similar en algunas cosas.

Se preocupó al ver que Luna se dirigía a la parte donde el hielo era más delgado. Se acerco caminando apresuradamente para llegar hasta ella. Sintió una fuerte punzada en el estomago cuando vio que el hielo se comenzó a abrir y ligero el ruido quebrarse le penetro en los oídos. Corrió hasta ella con todas sus fuerzas y lanzo una plegaria a todos los ángeles para que Dios no permitiera que una tragedia se llevase a su amiga.

Se deslizo por el hielo como su amiga había estado haciendo apresuradamente y cuando llegó hasta ella la empujo hasta que Luna aterrizó sobre el césped, cerca donde se encontraban.

Su amiga, aturdida volteo para verla y, entre alarmada y aterrorizada, la vio caer estrepitosamente en el agua congelada. Sintió millones de puñaladas por su cuerpo a causa del agua a tan baja temperatura. Su largo vestido y el pesado abrigo le dificultaban que pudiera nadar hacia la superficie.

El agua entraba por su boca en cada intento que ella hacía por respirar. El miedo ya se había apoderado de ella. Serena no quería morir. No podía morir así, no ahora, no tan joven. Cuando recién comenzaba a vivir, cuando tenía tantas cosas por hacer y aprender.

A lo lejos oía los gritos desesperados de Luna, desde el fondo del agua veía su mano intentado llegar hasta ella, pero lamentablemente estaba cada vez más alejada de alcanzarla. Quería gritar, rogó por vivir. Podía ver los destellos del sol sobre su cabeza, hasta que todo se apago, solo quedaba en su inconsciente los ruegos de Luna –"Serena no te mueras ¡Que alguien me ayude!"

Después todo fue silencio y oscuridad.

De un momento a otro despertó gracias a unos sollozos femeninos. Abrió los ojos y se sentó mirando hacia alrededor. Luna estaba arrodillada dándole la espalda, junto a ella estaba Artemis, su prometido, abrazándola como si estuviera brindándole consuelo. Mas personas se encontraban en el lugar.

Se acerco a la multitud y lo que vio la dejo estupefacta. Se vio a sí misma. Su abuelo la tenía en su regazo, estrechándola contra si con mucha fuerza, como si no quisiera dejarla ir. Su abuela lloraba desconsolada mientras una vecina intentaba calmarla. Fue una imagen impactante. Se vio muerta, sin vida, completamente mojada.

Quiso manifestar su frustración cuando comprendió que estaba muerta.

Que todo había terminado para ella.

Que la vida se le había esfumado.

Ayer se lamentaba por tener que casarse con alguien que no amaba y hoy estaba muerta. Ella quería vivir. Quiso gritar para calmar a Luna que gritaba desgarradoramente, para que supiera que ella estaba ahí aun, que no se había ido.

Se acerco a su abuela que no cesaba de llorar y la acaricio, su vecina se había alejado un poco para decirle a su marido que sería mejor llevar a la anciana a su casa, para que no siguiera viendo el cuerpo de su difunta nieta.

"Estoy bien, abuela."- le acaricio tiernamente la mejilla, brindándole un poco de sosiego. Para su sorpresa la anciana alzo la vista y por un instante creyó que podía verla.

"¿Serena? "- dijo la anciana asombrada. – "¿Estás aquí pequeña?"- le pregunto con voz quebrada.

Entonces se acerco nuevamente la vecina – "Venga señora Tsukino, vámonos, tiene que descansar."- y comenzó a caminar con la anciana en un abrazo.

"Mi pequeña me ha hablado"

La vecina, obviamente pensando en el shock de la pobre mujer, la dejo hablar. "- Si señora Tsukino, ella se ha despedido de usted."

Serena, mientras tanto, miro por última vez a su abuela, que la había criado toda su vida.

Se sintió mejor cuando cayó en la cuenta que volvería a ver a su madre, que había muerto cuando la dio a luz. Su padre, sintiéndose culpable, la dejo con sus abuelos y jamás lo había conocido. Pero eso no mitigaba el dolor que sentía de tener que partir. Poco conocía de la vida después de la muerte. Había oído relatos, canciones entre otras historias de la gente. No sabía cuánto había de mito en cada crónica que escuchaba.

De un momento a otro una luz cegadora le impidió ver cualquier cosa y la obligo a cerrar los ojos fuertemente y se protegió el rostro con las manos.

"¡No vayas a la luz, Serena!"- Oyó una voz femenina.

¿Había una posibilidad de volver? Por un segundo se sintió esperanzada de regresar con los suyos. No quería irse. Giro sobre si misma cuando percibió que había alguien más detrás de ella.

Era un hombre de cabellos color caoba, a la luz del sol algunos mechones daban la impresión de que eran del tono del fuego. Era increíblemente apuesto, ella jamás lo había visto. Estaba completamente vestido de blanco; al contrario de ella, que aun se encontraba con su vestido largo y el abrigo.

Seguía en el bosque, pero ya no estaba en el mismo lugar con las demás personas.

"Tienes dos opciones, Serena. Te quedas o te vas."- le dijo el hombre sencillamente.

"¿Quién es usted y como sabe mi nombre?"- Inquirió ella.

"Soy Rubeus, soy tu ángel guardián desde el día que has nacido"- dijo el sin dudarlo. En algún otro momento Serena lo habría tachado de loco y se habría descompuesto de risa ante semejante declaración. Pero luego de haberse visto muerta creyó que el hombre le decía la verdad.

"Si eres mi ángel guardián, ¿Por qué estoy muerta?"- pregunto inocente.

Para su desconcierto, las mejillas del hombre se tiñeron de rubor- "No es mi culpa, siempre fuiste muy inquieta y nunca sabia que ibas a hacer."- rezongo el hombre.- "Nosotros debemos proteger, no intervenir. No podemos entrometernos en el libre albedrío."

"Pero… ¿no se supone que deberías cuidarme."

"Puedo protegerte, pero como fue el caso, yo no puedo intervenir en tu vida. Ya no soy humano, no podía tirarme al agua para salvarte, va contra las reglas."- le explico.

"Quiero volver a casa. Esto debe ser un mal sueño."- dijo ella de repente con voz queda.

"A mí también me gustaría que lo fuera, pequeña Serena."- le dijo Rubeus acercándose hacia ella. – "Pero no lo es, ahora debes elegir. Puedes partir y esperar a reunirte con tus seres amados en el otro mundo o quedarte para vivir como yo."

"¿Vivir como tú?"- pregunto confundida.- "¿Cómo? ¿hay mas ángeles?"

Rubeus asintió-"Hay distintos tipos de ángeles, dulce Serena. Algunos como tú, nos hemos perdido entre el Cielo y la Tierra y escogemos la misión de ser ángeles guardianes. Algunos otros aun no han nacido, pero si los ves tienen la misma estructura física que tu y yo."

Era todo demasiado confuso, pero comprendía que no tenía mucho tiempo para escoger. No tenía demasiadas alternativas. Solo tenía dos, y ninguna le gustaba.

"Decido quedarme, al menos así estaré cerca de ellos."

Rubeus la miro asombrado. – "Siempre has tenido el don de sorprender a la gente, pequeña."- le dijo con una amplia sonrisa iluminándole el rostro.- "Pero ellos no vivirán por siempre, debes saberlo."

"No me importa, mientras pueda tengo que hacerles saber que estoy bien. De otra forma siempre se sentirán tristes. Luna se sentía muy culpable, pude sentirlo."

Rubeus asintió y paso un brazo por su hombro. – "Tienes mucho valor. Bienvenida al mundo de los Ángeles Guardianes, pequeña Serena."


¡Hola!

¡Tanto tiempo! Se que algunas me quieren tirar con tomates y no las culpo. Primero por tardar tanto con Desde que te vi y con Cuore in Tempesta. pero esta historia se me vino de golpe a la cabeza, en un solo dia escribi este capitulo. Además ya tenia ganas de escribir algo mio y no adaptaciones.

Bueno... tambien sé que me van a querer matar por asesinar a Serena, pero bueno, es la base de la historia. Siempre me gusto "Gosht" o como se escriba y "Un Angel Enamorado" Para que se den una idea, "Lost Angeles" puede parecerles similar en un comienzo, pero en realidad no tienen mucho que ver. Siempre me gustaron este tipo de cosas, como los angeles y espiritus... sera que por eso no me costo tanto escribir este corto capitulo.

Bueno, eso es todo por ahora.

¡No me linchen!

Consultas, quejas, ideas ya saben donde encontrarme.

BzO!

Akari87