Soledad y silencio.

POV Alice

- ¡Me voy de caza! – me levanté de el sofá aburrida y algo hambrienta - ¿Jazz quieres venir? – le dije pero el negó con la cabeza y me dedico una amplia sonrisa. Tendría que ir sola entonces, me acerqué a Jasper e intercambié un beso rápido pero dulce con el y a los demás miembros de mi familia un adiós acompañado de una sonrisa.

Salí de mi casa y me dirigí hasta la parte de el bosque más cercano donde abundaban los animales y donde solía ir de caza con Jasper, Esme y Rose. Busqué algún que otro animal, cualquiera me iba bien ya que más que hambre tenía aburrimiento y detecté un grupito de ciervos que rondaban cerca algo despistados. Me dirigí hacia ellos sigilosamente y me escondí detrás de un arbusto mirándolos fijamente.

Salí rápido de mi escondite y no les di tiempo a reaccionar cuando me lancé sobre el macho que evidentemente, era el mas grande de los cuatro y el que tendría mas sangre. Sólo me bastaba este y ya estaría contenta.

Los otros tres salieron corriendo sin ni siquiera mirar atrás, sin mirar a el macho que tenía atrapado bajo mis fuertes y pequeñas manos. Dudaba que le echaran de menos a pesar de que probablemente era el padre del más pequeño. Siempre sentí curiosidad por los animales y me costaba mucho al principio el hecho de beber su sangre aunque en mi opinión es mejor una vida de un ciervo que la vida de un humano.

Miré al ciervo que se movía intentando escapar, le cogí y le rompí el cuello para que no tuviera que sufrir por mi culpa, el ciervo dejo de moverse al instante y se quedó extremadamente quieto y su corazón que bombeaba sangre ruidosamente cesó de latir.

Puse mi boca lentamente sobre su cuello donde había más sangre tanto en animales como en humanos, noté su pelaje debajo de estos y abrí la boca para después hincar mis dientes en el cuello y empezar a sorber la sangre que llevaba dentro el pobre animal.

Y ya estaba hecho, deje al animal allí y me pregunté que haría ahora. No volvería a casa porque sólo había aburrimiento todo el día, podía ir y leer pero entonces tendría que soportar la pelea de Bella y Emmett porque éste le había gastado una broma pesada, típico en él, y Bella se había enfadado. Le repetía que madurase, cosa que no pasará jamás por que a la edad de Emmett no cambian las personas y porque el carácter de Emmett era definitivamente, infantil.

Por lo tanto decidí ir a dar una vuelta por los alrededores. Empecé a caminar hacia el norte dejando atrás mi hogar y el ciervo muerto, hoy estaba rara y todo me enfadaba, todo me ponía triste y todo se me subía a la cabeza ya que normalmente no sentía pena por una presa.

Caminé por los bosques mirando los riachuelos y los animalillos que corrían y me miraban con curiosidad, otros me ignoraban y otros huían de mí, como si notaran que era una especie de humano no muy normal, como si pudieran ver que era parte de lo que llamarían los humanos "mitología", eso incluía dragones, unicornios, elfos, enanos y por supuesto vampiros.

Me paré un momento porque había visto algo de reojo que no me era muy familiar, me giré y a mi derecha tenía una especie de cueva, me aventuré y me acerqué hasta dónde estaba y eché un vistazo. No había nada más que oscuridad, aunque yo podía ver bastante claramente, ya que mis ojos eran diferentes a los de un humano, más desarrollados y más perfectos.

Tras echar una ojeada, entré en el interior donde me encontré, ocultas a cualquier ojo de humano que tuviera curiosidad, unas escaleras estrechas y empinadas. Miré atrás no se porque, y bajé una por una las escaleras pasando la mano por la pared de la estrecha cueva.

Llegué hasta un muy amplio sitio, como una habitación pero grande, más que nuestro comedor y cocina juntos. No había nada ni nadie allí, encontré una caja de cerillas y encendí una, encontré también una antorcha y la encendí con esa misma llama. Había mil y una cosas allí dentro: relojes, espejos, estanterías vacías, otras llenas, dos mesas, un escritorio con papel y pluma pero sobretodo libros, desde manuscritos a novelas y cómics, libros de leyes, libros en alemán, en chino, español, pakistaní, de todo, era una pasada, algún día llevaría a mi hermano Edward aquí ya que le gustan tanto los libros, son una de sus aficiones.

Posé mi mano sobre un manuscrito antiguo, lo cogí entre mis manos y me lo llevé a una de las mesas. Le pasé la palma de la mano por encima y le saqué el polvo que tenía, me hice toser de la gran cantidad de polvo que tenía, lo abrí por una página de en medio pero no entendí nada. No era un idioma conocido para mí, ni siquiera lo podía llamar idioma, eran una serie de símbolos, como venidos de la antigüedad. Curiosa pasé hoja por hoja revisando cada centímetro del libro en busca de algo que pudiera comprender.

Cuando por fin lo encontré. Al lado de unos escritos del mismo estilo había una hoja de papel, la puse apartada del manuscrito y la abrí con suma delicadeza, ¡al fin algo en inglés que podía entender! Estaba escrito en un inglés antiguo con vocabulario culto y rebuscado como el de mi época.

Lo leí y decía lo siguiente:

Según afirmaron los antiguos sabios de los buenos tiempos,

La catástrofe está por llegar,

Nadie lo sabe, nadie se prepara para el gran momento.

Nuestro mundo se destroza, cada minuto, segundo que pasa

Y ellos lo saben.

Harán todo lo posible por librarse de la especie humana,

Como si de ratas se tratara,

Que efectivamente lo son.

El 4 de Julio del 2009 a las 12 de la mañana

La catástrofe más grande

De las catástrofes registradas sucederá.

Todos aquellos que se refugien en la falda de Dios

Serán salvados al instante

Los que no, serán callados y eliminados

Para no volver jamás.

Me pasé mucho rato con el ceño fruncido preguntándome que era lo que acababa de leer y asimilar, tenía un presentimiento y no era de los mejores. Aparté el papel y apoyé los codos sobre la mesa. Me concentré en un futuro que llegaría pero no veía nada más que Soledad.

En seguida retiré la concentración, me había asustado ese futuro, era incierto y no quería saberlo, era por lo que vi, espeluznante.

Me levanté de un salto y mire a mí alrededor cuando me paré a pensar… Hoy era el 4 de Julio de 2009 y yo salí de casa a las 10 de la noche del día 3, había pasado 2 horas por lo tanto… Mis pensamientos fueron detenidos por una grandiosa explosión, muy fuerte que me dejó aturdida y con un pitido en el oído molesto y doloroso. Todo vibró a mí alrededor, las paredes retumbaron y tierra cayó sobre mi pelo, miré al techo pero nada.

Subí hacia arriba, a la superficie… Todo era igual, nada cambió, los mismos árboles, el mismo río ancho al lado de la cueva, la luz de la luna, el brillo de las pocas estrellas que se imponían a las luces de las grandes ciudades, todo igual excepto por una cosa, ahora reinaba el silencio.

Ni los grillos con su especie de cantar, ni las libélulas con su alegre brillo, ni las ranas… nada. Aún me pitaban los oídos, tenía que bajar a comprobar lo que decía ese manuscrito, que pasaría ahora. No quería acudir a mis visiones, me daba miedo.

Bajé por las escaleras rápido, tan rápidamente y tan aturdida estaba que me tropecé en el último escalón y me propiné un golpe en la frente.

Me acerqué a la mesa rápida y pasé más hojas, en una de ellas se leía que pasará después. La cogí pero de repente otro estallido que me volvió a dejar aturdida y me volvieron a pitar los oídos, mas dolorosamente que antes.

Me cayó mas tierra en el pelo pero lo ignoré, lo último que vi fue mi rostro en un espejo: pánico, miedo, confusión, intriga… todo eso leía en mi cara, miré al techo y acto seguido mas tierra cayó sobre mi rostro, pasando ligeramente por mis mejillas cuando entonces, una grieta cruzó de lado a lado y se vino sobre mi el techo, la tierra, las rocas, el césped de la parte superior.

No sentí nada físicamente, tenía un mal presentimiento, en vez del techo me dio la impresión de que se me había venido encima el Mundo.