Sanada Genichiroh era un joven criado bajo normas sumamente tradicionales y rigurosas. En más de una ocasión había sido objeto de críticas e incluso de burlas, pero eso no le importaba. Estaba orgulloso de lo que era y de la familia en la que había nacido.

Siendo un niño comenzó a practicar el tenis, alcanzando tal habilidad que solo en un par de años debuto en los torneos infantiles. Antes de ingresar a la secundaria participo en lo que se suponía, seria un torneo más. Se encamino a ese lugar junto a su amigo Yukimura, sin saber que ese día marcaria el resto de su existencia. La competencia no había hecho nada mas que empezar y el ya había sido descalificado, derrotado a manos de Tezuka Kunimitsu. Desde que tenia uso de razón Genichiroh sabia del amigo de su abuelo, Tezuka Kuniichi. Había escuchado que también tenía un nieto, pero hasta ese momento no lo había visto. Vaya forma de conocerse.

Al paso de los días el encuentro seguía dando vueltas en su cabeza. Comprendía que no había jugado a toda su capacidad, pero no entendía porque. Algunas veces hasta perdía la concentración en las clases. Era como si de repente se perdiera en algún lugar lejano. Justo como había sucedido en el partido. Era una sensación tan molesta.

Una tarde Sanada regreso a su casa tremendamente agotado. Las practicas en el club habían comenzado y a pesar de las advertencias de un chico llamado Yanagi, el subcapitan del equipo insistio en aplicar un programa de actividades elaborado por el mismo. El regimen estaba sobrecargado y muchos de los novatos habian resultado lastimados. Para quienes estaban acostumbrados al ejercicio las lesiones no habian sido un problema, pero el cansancio era insoportable. Genichiroh estaba furioso. Tenian que hacer algo antes de que el idiota con delirios de gran entrenador terminara matandolos.

Cruzaba la estancia principal cuando atravez de la puerta semiabierta, alcanzo a ver a su abuelo y al señor Tezuka jugando una partida de shogi. Sin embargo lo verdaderamente curioso era la persona que los acompañaba: Kunimitsu. Sentado al lado y un poco detras de su abuelo, el niño observaba con atención los movimientos del juego. Al percatarse de su presencia, los tres de ellos inclinaron levemente la cabeza. Genichiroh regreso el saludo y apresuro el paso. Si su madre lo encontraba ahí tendría que quedarse a la cena y el solo deseaba tomar un baño y dormir. Lo primero quedo olvidado porque al dejarse caer en la cama, en seguida quedo profundamente dormido.

Aquella noche Sanada tuvo un sueño muy extraño: estaba parado en una pista de tenis y al otro lado de la red se encontraba Tezuka, estrechando su mano. La respiración de Genichiroh aun era agitada. Tezuka en cambio, estaba sereno e impasible. El único signo de la energía invertida minutos atrás en el partido, era una leve coloración en sus mejillas. El resto de la piel en su cara era blanca y adornaba perfectamente los rasgos que ya comenzaban a abandonar la niñez. Una suave brisa cruzo la cancha. Genichiro respiro hondo y cerro los ojos. Le dolía. El fracaso era una de las sensaciones que mas podía herirlo. De pronto sintió un apretón en la mano. No se había dado cuenta que todavía sostenía la mano del otro. Sanada abrió los ojos y se encontró con que inexplicablemente, dos hermosos orbes castaños lo miraban tan de cerca, que en su campo visual no había lugar para nada más. Tezuka lo llamo por su nombre. Genichiroh sintió como si su cuerpo se sacudiera y luego un estrepitoso pitido lleno sus oídos.

El reloj despertador lo había regresado a la realidad. Con pesadez se levanto y se preparo para ir a la escuela. Toda esa semana fue pésima. Una rara opresión se instalo en su pecho y su distracción iba en aumento. Finalmente Sanada se entero del nombre de la escuela a la que Tezuka había ingresado y que ese colegio también estaba integrado al circuito de tenis. Se prometio que se prepararia para el momento en que se volverían a enfrentar. Por alguna razón ese pensamiento pareció apaciguar todo el malestar que lo había aquejado.

Meses mas tarde Sanada junto a Yukimura y Renji, formo parte del equipo que le dio a Rikkaidai Fuzoku su primer campeonato a nivel nacional. Los días posteriores a su victoria, Genichiroh se vio envuelto en la euforia de sus compañeros y maestros. Pero al paso de los días su ánimo decayó y esa sensación de ansiedad regreso. Y es que las cosas no habían ido tal como las planeo. Seigaku no había logrado llegar a las nacionales y por lo tanto, el tan esperado encuentro con Tezuka jamás sucedió.

Pronto se vio así mismo buscando pretextos para preguntarle a su abuelo sobre Kunimitsu. Sorpresivamente, Genichiroh descubrió que tenían muchas cosas en común. Tanto que de haberse conocido en circunstancias diferentes, habrían sido muy buenos amigos. Y juntos en el tenis habrían sido invencibles. No es que se quejara de sus actuales compañeros, no. En especial Yukimura le inspiraba un tremendo respeto. Desde su coronación como campeones, la visita de las niñas a las canchas se había vuelto cosa de todos los días. Mientras los regulares de grados superiores perdían el tiempo alardeando y coqueteando, Seiichi trabajaba duro. Con todo, gran parte de su atención siempre terminaba desviándose hacia Tezuka.

En la última semana de clases, mientras los tres grandes de Rikkaidai se dirigían a la salida de la escuela, una niña apareció repentinamente. Estaba muy nerviosa pero sus palabras fueron lo suficientemente claras como para que las amigas que la acompañaban soltaran unas risitas y los ojos de Renji se abrieran peligrosamente. Sanada simplemente se quedo ahí sin saber que hacer. Entonces Yukimura salió a su rescate.

Después de una corta charla, Seiichi acordó con la chica que Sanada debía tener unos días para pensarlo. Luego, cuando la niña se había marchado, Yukimura le dedico una sonrisa divertida, pues había comprendido que aquella era la primera vez que recibía una confesión amorosa. Sin embargo le advirtió que los momentos de descuido como ese no podían volver a repetirse. Unos días mas tarde, Genichiroh se encargo de echar por tierra las esperanzas de la pobre niña. Sin embargo aquella experiencia lo llevo hacia un paso esencial.

Por primera vez Sanada fue consiente de que a su edad era natural que los sentimientos de atracción hacia el sexo opuesto comenzaran a despertar. De hecho era casi imposible no notarlo con tantas parejas en el campus. Pero al mismo tiempo descubrió que todos los signos de atención e interés que las parejas experimentaban, coincidían con todo aquello que lo atraía hacia Tezuka. Y eso lo aterro. Comprendía lo que significaba. Sanada estaba tan confundido y lo único que tenia claro es que nadie debía saberlo.

Durante la primer practica del ciclo escolar, Yukimura fue nombrado capitán y Sanada vice capitán. El hecho de que por primera vez unos chicos de segundo grado fueran elegidos, causo revuelo en todo el colegio.

Aquel año Kirihara llego a Rikkaidai. Genichiroh recordaba muy bien la primera vez que lo vio: había trepado a la barda de la entrada principal y gritaba un montón de sandeces. Akaya era como un diamante en bruto y la tarea de pulirlo no iba ser nada fácil. Para apoyarse Sanada nombro a Kuwahara como su tutor. Jackal era paciente y logro que Kirihara mantuviera unas notas aceptables, incluso en ingles. Pero no era capaz de controlar el violento carácter de su compañero. Más de una vez Sanada tuvo que agachar la cabeza por el comportamiento de Akaya.

Hubo también otro ingreso en el equipo: Yagyuu Hiroshi. Presidente del consejo estudiantil y miembro del club de golf durante el primer grado, fue reclutado por Nioh, quien vio en el un futuro prometedor dentro del tenis. Sanada estaba un poco incrédulo pero Yukimura confiando en el buen juicio de Masaharu, lo acepto de inmediato. Aunque no dejo todo a la suerte, pues bajo su supervisión Nioh y Yagyuu se volvieron una pareja de dobles letal.

Tras una practica muy dura los chicos se relajaban debajo de los arboles tomando algunas bebidas, charlando y haciendo una que otra broma. Sanada y Yukimura disfrutaban de la refrescante sombra tirados en el pasto.

-En el torneo de Pekín tendremos la oportunidad de ver cuanto han mejorado nuestros rivales. Aunque hayamos conseguido nuestro segundo campeonato, no debemos confiarnos.

-Es verdad.

-Por cierto, me entere que Tezuka no ira.

-¿Como es posible?

-Es extraño. Rechazo la convocatoria sin dar alguna explicación y en su lugar asistirá un chico llamado Sengoku Kiyosumi.

-Es una lastima.

-Lo se. Bueno, iré a cambiarme. El aire esta frio y las piernas se me están helando.

El sol ya se ocultaba y Sanada siguió a Yukimura hasta el vestidor para hacer lo mismo, aunque la verdad se le hizo un poco exagerado el comentario de su amigo.

El viaje a China fue un éxito. Pero para Genichiroh la ausencia de Tezuka le resto emoción a la gira. Y es que deseaba tanto ver a Kunimitsu corriendo por las pistas, realizando precisos tiros, espectaculares técnicas. Admirarlo en todo su esplendor. Y lo peor era que por más que lo pensaba, simplemente no podía imaginar que motivo lo llevaría a rechazar la invitación de la selección junior.

Finalmente llego la hora de regresar y Genichiroh se sintió aliviado, sobre todo por Seiichi. Durante el torneo habían compartido la habitación y Sanada noto que Yukimura no se veía muy bien. Esto se hizo aun más evidente durante el vuelo. Yukimura no dejaba de frotarse las piernas, como si tuviera escalofríos. Al llegar a Tokio todos los jugadores se despidieron para dirigirse a sus respectivas ciudades. Yukimura y Sanada continuaron solos el resto de viaje en tren. En este punto Genichiroh ya estaba seguro de que Seiichi tenía un fuerte resfriado. Pero entonces, al llegar a la estación de Kanagawa sucedió algo totalmente inesperado: Seiichi se desmayo.

Con la ayuda del personal de la estación le dio los primeros auxilios y después lo llevo a casa en un taxi. Para cuando Sanada dejo caer el equipaje sobre el suelo de su habitación, ya había anochecido. Aunque lo sucedido en la estación lo había inquietado, pudo irse a dormir tranquilo porque sabia que a pesar de las quejas de Yukimura, su madre se aseguraría de su cuidado. El lunes el capitán se presento sin problema alguno. Explico que la sobre carga de trabajo le había provocado una leve anemia y que todo se resolvería con descanso y una buena alimentación.

Durante las vacaciones de invierno Genichiroh tenia muchas lavores en casa y el tiempo libre que le quedaba lo pasaba estudiando caligrafía o leyendo un libro. Aunque muchas veces era interrumpido por su sobrino. Su madre insistía en que debía convivir mas con el niño, pero a Genichiroh todo su comportamiento le resultaba sumamente desesperante. Hasta hace unos meses siempre se había preguntado como su escasa paciencia le permitiría criar a sus propios hijos. En la actualidad ya ni siquiera sabía si algún día los tendría. Era tan triste pensar que todos los valores y cualidades que había aprendido a valorar estaban reunidos en la persona equivocada. Una familia moldeada por rígidas normas y un primogénito con un matrimonio ejemplar, jamás aceptaría algo así.

Una noche especialmente fría Genichiroh se dirigía a la habitación de su hermano, con un profundamente dormido Sasuke en los brazos. La luz en la alcoba de sus padres estaba encendida y dentro su hermano hablaba con ellos. La primera reacción de Genichiroh fue seguir su camino, dejar a Sasuke en la cama e ir a descansar. Pero su curiosidad lo traiciono. Y es que por el tono tan bajo de la conversación, era obvio que deseaban mantenerla en secreto.

Lo que escucho oculto tras la puerta semiabierta fue que el matrimonio de su hermano estaba a un paso del divorcio. El mayor de los Sanada había contraído nupcias con una mujer muy guapa e inteligente, pero con una personalidad muy diferente a la suya. Al principio las cosas no pasaron a mayores, pero conforme creció el hijo de ambos, la mujer se mostro cada vez mas reacia a seguir los dictámenes de su marido. Cuando su hermano menciono que Sasuke ya estaba en edad de iniciarse en el arte del kendo, la respuesta de su esposa fue muy clara: no deseaba que Sasuke fuese educado de la misma forma que su padre. La discusión había sido tan violenta que apenas si se dirigieron la palabra durante días y para las festividades de año nuevo su hermano volvió a casa solo con su hijo.

Genichiroh regreso en silencio a su habitación, recostó a su sobrino en la cama y luego tendió un futon, donde durmió. O al menos lo intento. Por primera vez Sanada se pregunto si hubiera sido mejor haber nacido lejos de esta gente con la que compartía la misma sangre. De ser así su hermano no habría sido rechazado por una mujer que no soportaba tener un esposo con la mentalidad de un viejo. De ser así, el no se sentiría tan temeroso de decirles la verdad. Y de expresarle a Tezuka lo que sentía.

Era muy temprano en la mañana, cuando el celular de Genichiroh sonó. A tientas alcanzo el aparato que estaba sobre la mesa de noche. Miro la pantalla: era el número de Yukimura. Un poco desganado por la falta de sueño, contesto. Pero la voz al otro lado no era la de Seiichi, si no la de su madre. La señora amablemente le pidió venir tan pronto como le fuera posible y se despidió. Sanada tuvo un mal presentimiento. ¿Porque le llamaba la señora Yukimura y no el mismo Seiichi? ¿Y porque lo había hecho atreves del celular del capitán en lugar del teléfono de su casa? De inmediato se levanto y comenzó a vestirse.

Los primeros rayos del sol aparecían cuando toco a la puerta de los Yukimura. Al entrar, una densa atmosfera le dio la bienvenida. La señora Yukimura le informo que Seiichi deseaba hablar con el y lo acompaño hasta su habitación. Una vez estando ahí lo dejo solo. Sanada abrió la puerta y encontró a Yukimura en la cama. Todavía era bastante temprano así que no seria extraño que apenas se estuviera levantando. Lo raro era que las sabanas estaban impecablemente acomodadas y el joven de pelo azulado estaba vestido. Yukimura le hizo una seña para que tomara asiento en una silla justo al lado de la cama. Sanada obedeció y por unos segundos espero.

-Sanada...

-Dime.

-Debes escuchar con atención...no quiero interrupciones, solo escucha.

Definitivamente parecía como si Yukimura estuviera poniendo todo su esfuerzo para poder hablar.

-Te mentí. El desmayo no fue porque estuviera débil. Hay un problema con mi sistema inmunológico. En lugar de protegerme, me esta atacando. Según el medico, el daño esta siendo dirigido a las conexiones del cerebro con la extremidades. Recuerdo cuando empecé a sentir que las piernas se me entumían. Ahora ya no soy capaz de ponerme en pie. Sucederá lo mismo con el resto de mi cuerpo, hasta quedar totalmente paralizado.

Horrorizado Sanada miro como Yukimura levanto la mano derecha, abriendo y cerrando el puño con dificultad.

-Le llaman Síndrome de Guillian-Barre, es una enfermedad neurologica muy poco comun y sus causas son desconocidas.

Con tantas preguntas asaltando su mente, Genichiroh apenas era capaz de permanecer en silencio.

-Las probabilidades de recuperacion son de un ochenta por ciento, pero no hay manera de saber cuanto tiempo tomara. Y cuanto más tarde, mas graves serán las secuelas.

-Yukimura...

-Aun no termino. En unas horas me ingresaran al hospital. Como puedes ver ya esta todo listo. Durante mi ausencia los entrenamientos seguirán su curso normal, no debes ablandar el paso. Solo podrás hablar de esto con los regulares, el resto del equipo se conformara con la versión del director. ¿Entendido?

Sanada asintió sin perder cada detalle de la imagen de Seiichi. Había tanta rabia en sus ojos. Seguramente su amigo estaba maldiciendo a Dios, al destino o a cualquier fuerza en el universo que le estuviera poniendo en jaque de esta forma.

Tres días habían pasado y Genichiroh ordeno a los regulares quedarse en el campus supervisando la práctica y se dirigió a lo que seria la primera de sus visitas al hospital. Cuando volvió a encontrarse con Yukimura, toda la vitalidad, la fortaleza e incluso el enojo se habían desvanecido de aquella mirada. Solo quedaba angustia y desesperación. El mismo Genichiroh sintio un terrible escalofrio al ver a Seiichi atado a esa maquina sin la cual ya no podría respirar.