"Es tan fácil hacer sufrir

a un ser que nos ama, tan fácil,

que ni siquiera puede ser divertido."

Maurice Béjart

Cap. 1. ¿Apostamos?

Nunca había sido de las que escribían. Consideraba imprudente plasmar los sentimientos en un pergamino. Primero, porque era el único testigo que quedaba de aquello que fue, el único que siempre contaba la historia. Segundo, porque los sentimientos mutan más que las estaciones y difícilmente se distinguen los verdaderos. ¿De qué servía pues, parlotear sobre el festín de emociones que embriaga un corazón adolescente?

Hermione al concluir esto suspiró ruidosamente y detuvo su pluma. ¿Qué hacía relatando su primer encuentro erótico con Ron Weasley? ¿De que servía recrear mentalmente una y otra vez la experiencia? Paseó su mirada sobre el pelirrojo, que se encontraba dentro de la misma habitación jugando snaps explosivos con Harry. No entendía por qué, un mes después de lo ocurrido, Ron se atragantaba si ella intentaba hablar del asunto. Porque ella sabía que esto era lo correcto, hablarlo. No dejar el asunto sin concluir, no dejar que la historia se enfriara, no asumir el sentimiento del otro. Pero con Ron era imposible y con la llegada de Harry a la Madriguera ya Hermione ni lo intentaba. Sin embargo, ninguno de los dos podía evitar sonrojarse cuando, mágicamente, se quedaban a solas algunos minutos. Supuso que ya se daría el momento para hablar, porque después de lo que había pasado, estaba segura que este nuevo año sería diferente, retorcidamente diferente.

Desgraciadamente, había ciertas cosas que seguían siendo las mismas.

-¿No te avergüenza seguir mezclándote entre magos, Granger?- siseó una voz petulante que lamentaba mucho reconocer. Hermione acababa de dejar atrás a sus dos mejores amigos cuando había decidido entrar a comprar los nuevos libros del 6to curso dentro del Callejon Diagon. Rodó los ojos con impaciencia y lo miró. Draco Malfoy lucía igual de insolente, mimado e idiota que el resto de las ocasiones.

-¿No te molestaría que como acto de caridad te obsequiara un libro de mejores insultos, Malfoy?- comentó, intentando ignorar su presencia.

-¿Caridad, dices?- Draco rió falsamente. –Lo siento Granger, pero no me interesa tener en mis manos algo que ya tocaste. – el chico pensaba agregar algo más pero se detuvo al ver a Harry y a Ron aproximarse con malas caras.

-Malfoy, ¿no es éste el horario de visitas en Azkaban?- preguntó Harry con un saludo. Ron sonrió abiertamente al oírlo. Draco les dirigió la peor de sus miradas y luego giró su rostro hacia Granger.

-Descuida Granger, este año haré cosas más productivas que insultarte.- espetó, sonriéndole cínicamente en despedida. Hermione observó su figura perderse entre el tumulto de gente y empezó a buscar sus libros.

-¡Se ha ido con el rabo entre las patas!- comentó Ron animadamente.

-¿A qué se refería con que hará cosas más productivas que insultarte?- quiso saber Harry, mirándolo confundido. Hermione se encogió de hombros, restándole importancia.

-Harry, por casualidad el nuevo profesor de Defensa mencionó que libro usaríamos? Es que este que piden…- Hermione entrecerró los ojos leyendo la lista. – Conviviendo con lo Tenebroso, no es precisamente de defensa..- murmuró, ojeando con desconfianza el grueso tomo negro que tenía entre sus manos.

-¿Mortimer? Yo no hablé mucho con él, Hermione. Solo escuché la discusión que tuvo con Dumbledore acerca de Volde… ustedes-saben-quien.- terminó al ver la expresión de Ron.

-¿Qué discutían?-

-Mortimer intentaba hacer que Dumbledore y yo entendiéramos que él no era más que otro político que intentaba alcanzar el poder. Que todos los políticos reclaman sangre generación tras generación.

-Debiste haberte sentido insultado.- dijo la castaña al mismo tiempo que metía el libro en la cesta junto con los demás. Al salir de la tienda, Hermione suspiró exasperada porque tuvo que esperar a que Harry y Ron examinaran de cabo a rabo la nueva escoba que había salido al mercado.

-Es asombrosa ¿a que si?- musitó Ron pegándose completamente del vidrio. Harry pasó su mirada extasiada por cada punta de la escoba. Las cerdas estaban realmente pulidas y el palo era asombrosamente blanco, con una pequeña inscripción de oro en el comienzo de este.

-Pegasus….- murmuró haciéndosele agua la boca. Varios chicos de menor edad lo empujaron gritando para intentar ver mejor la escoba.

-Dicen que tiene ese nombre inspirado en el antiguo caballo mitológico Pegaso. Por eso es que el palo es completamente blanco, ya que simboliza las alas magistrales del caballo, y las cerdas están pulidas y en ellas está redefinida una supuesta brida de oro, sin esa brida la escoba sería indomable e inútil .- Ron suspiró melodramático esperando ver en Harry una reacción similar. –Quisiera tener una.- agregó entristecido. Harry en ese momento pensó lo mismo pero no hizo ningún comentario. Pasó su mirada a la tienda de al lado de donde salía apresurado un hombre con un grueso bulto.

-Eh Ron, Hermione.. ¡Es Louis Mortimer!- sus dos amigos se apresuraron a observar al hombre saliendo de la tienda La Botica. Era alto y muy delgado, tez pálida y cabello oscuro; llevaba barba. Tropezó estrepitosamente con una mujer pero no le dio ninguna disculpa. Caminó apresurado por el callejón y ni siquiera reparó en Harry.

-¿Qué hacía en La Botica?- Harry frunció el ceño y negó con la cabeza.

-Bueno…- habló Hermione retomando el camino. -¿Terminaron de ver su tonta escoba?- Ron la miró con los ojos desorbitados.

-¿Tonta? Hermione, ¿Dónde has dejado tu buen gusto?- Harry rió pero no pudo evitar notar el ligero rubor que apareció en el rostro de su amiga. La chica bufó y dio varias zancadas hacia Ginny, que venía con la Sra. Weasley y todas las túnicas de Madame Malkin's.

-Ron, ¿está todo bien entre Hermione y tú? – Ron no contestó inmediatamente. Se rascó la nuca con aparente necesidad mientras seguían el camino de la chica.

-Estrictamente bien… no. – Harry no pudo seguir indagando en el asunto ese día ni el resto de los días siguientes antes del 1ero de septiembre ya que la Madriguera se la pasaba atestada de gente en todo momento. La mayoría de los miembros de la Orden del Fenix pasaban a darles la vuelta en algún momento del día, quedándose generalmente para almorzar o cenar. Harry empezó a notar que Lupin se quedaba más de lo habitual, y más de una vez lo invitó a charlar al patio. El chico se preguntó si estaría tratando de llenar el vacío de Sirius.

Este pensamiento lo dejó salir en voz alta la última tarde de vacaciones. Se encontraba únicamente con Ginny, intentando desgnomizar el patio. No conseguía entender por qué se le hacía tan fácil hablar con ella de Sirius, a excepción de con Ron y Hermione.

-Vienen tiempos difíciles, Harry.- argumentó la pelirroja, golpeando duramente la fea cabeza de un gnomo. Harry rió al verla. –La Orden del Fenix empezó a fragmentarse. No he podido escuchar demasiado, pero muchos andan en el extranjero, buscando aliados. Esas fueron las órdenes de Dumbledore.-

-¿Crees que Lupin intenta despedirse de mí?- Ginny se encogió de hombros en respuesta.

-No lo sé, pero es un hombre lobo después de todo ¿no? ¿Qué te hace pensar que seguirá entre nosotros este año? Podría ir a reclutar gente como él…- Como la cara de Harry no lucía del todo convencida, agregó:- escucha Harry, Lupin sabe que no es Sirius, sabe que jamás podría ser lo que Sirius fue para ti. Pero no por eso despreciarás su afecto.- la pelirroja lo miró insegura unos instantes, luego se llevó una mano al bolsillo y sacó algo que tenía entrecerrado en su puño. Harry la miró sin comprender. Al abrirlo, vio que se trataba de un pequeño hongo.

-¿Qué es?-

- Stropharias. Prueba.- le extendió lentamente su mano pero Harry seguía desconfiado. –Harry, te preocupas demasiado.- negó, llevándose un trozo a la boca y guardando el resto.

-Está bien, sólo esta vez.- El chico decidió probar, no sin antes lanzar una preocupada mirada a la casa. Ginny lo observaba con una sonrisa. Pasaron el resto de la tarde juntos, riéndose de los inútiles intentos de los gnomos por regresar a sus antiguas guaridas. La pelirroja le describió los problemas que seguía teniendo Fudge para liderar el Ministerio y el inusitado silencio en el que se hallaba el que no debía ser nombrado, también le contó sobre los cientos de desapariciones muggles que estaban siendo profesadas por el lado oscuro. Se alegró de poder contarle todo en ese estado, ya que Harry sólo reía ante cada historia. No pudo evitar lanzar una carcajada al descubrir que la primera alucinación de Harry con hongos fue ver a un dementor aproximándose a la Madriguera. -¿Sabes que es gracioso?- preguntó Harry después de haberse asegurado que no había ningún dementor. –Esto. Nunca pensé que podría mantener una conversación contigo, siempre me evitabas. – Ginny no respondió inmediatamente y se limitó a ver el horizonte con expresión dubitativa.

-Sólo estoy tratando de mantenerte lejos de Ron y Hermione un rato. No te emociones.- intercambiaron una mirada divertida y se echaron a reír.

-¿Tú también notaste algo raro?- quiso saber el moreno, mirándola con interés.

-No noté. Sé que hay algo raro. Aunque no me parece que Hermione esté interesada.-

-¿Cómo saber si una chica está interesada?- Ginny se sorprendió ante la pregunta y se encogió de hombros. "Fácil, te limitas a fijarte en la expresión que pongo cuando te veo y…" el pensamiento de la pelirroja fue interrumpido por un portazo propinado por Ron que se había asomado apresurado, sobresaltando a los dos Gryffindor y dibujando una expresión desconfiada.

-¿Qué tanto hacen aquí solos?- Ginny se levantó rápidamente del suelo, limpiándose la ropa.

-Pensamos que estabas hablando con Hermione…- se excusó Harry con inocencia.

-Hermione tiene horas discutiendo con Fred en la sala.- Harry y Ginny intercambiaron una mirada desdichada al oír a Ron. –Mamá dice que entren porque llegó la hora de picar el pastel. –

-¡Genial, muero de hambre!- comentó Ginny mientras atropellaba a Ron y entraba a su casa. Harry rió entre dientes al verla desaparecer. Su sonrisa se congeló al darse cuenta que Ron seguía estudiándolo con una mirada acusadora y prefirió ir a celebrar su cumpleaños y desentenderse de las explicaciones que tendría que darle a su mejor amigo después.

(. . . )

El 1ero de Septiembre rondaba la misma muchedumbre que todos los años en la estación. Draco paseó su mirada aburridamente por cada compartimiento mientras buscaba alguno vacío. Al encontrarlo, depositó su maletín y se concentró en mirar distraídamente por la ventana. Ese día su madre se había mostrado bastante renuente a dejarlo asistir a Hogwarts. Era la primera vez que los papeles se invertían, y era él, el que quería regresar y abandonar la Mansión. Estaba cansado de aquel lugar; del llanto constante de su madre y de la soledad y no podía esperar la hora en que podría por fin cobrar venganza, hacer algo por la causa. Esperaba con ansias este nuevo año, aunque eso significara enfrentarse nuevamente a las mismas aburridas y desapasionadas clases de todos los cursos escolares.

Un ruido seco lo despertó de su letargo y alzó la mirada. Blaise Zabini, un Slytherin alto y moreno acababa de entrar al compartimiento.

-Crabbe y Goyle llevan rato perdidos, buscándote. Creo que pensaban preguntarle a Potter donde estabas. – soltó Zabini con una risita. El moreno lo estudió un momento sin decir nada y luego se aclaró la garganta. –Me imagino que no has tenido un buen verano, ¿eh? – Draco contemplaba sin ánimos la estación por la ventana cuando se encogió levemente de hombros.

-Pudo haber sido peor.- soltó, arrastrando las palabras con una enigmática sonrisa. Zabini alzó una ceja, intrigado.

-Supongo que te desentendiste por completo de nuestro mundo.- comentó con diversión. –Tu apellido ya no ronda en nuestro círculo, tú sabes, los que fueron postulados este año.- Draco frunció el ceño.

-¿No estoy postulado? Me pregunto por qué…- murmuró, aun con la enigmática sonrisa tatuada.

-Yo quedé en primer lugar.- se jactó el Slytherin sin darse cuenta de la ironía en la voz de Malfoy.- Me parece mejor que hayas sido cortado por lo sano, Malfoy. Limpiar tu nombre no está fácil. Tu padre defraudó profundamente al Señor de las Tinieblas. – Draco se enderezó y lo miró, su rostro se mostraba amenazador.

-¿En algún momento te he pedido tu opinión, Blaise?- susurró con tranquilidad. Zabini no retrocedió ante el cambio de postura del chico, pero se percató del peligroso silencio que acompañó su pregunta. Se escuchó un murmullo de voces fuera del compartimiento, cuando unas alumnas de tercero se asomaron rápidamente al compartimiento.

- Entiendo tu frustración, Malfoy. – volvió a hablar con una sonrisita insulsa. –Has añorado unirte a él tanto como yo. No puedo ni imaginar lo que significará para ti enfrentarte a Snape este año…- La mirada de Draco se suavizó, pero mantuvo su postura.

-¿Por qué debería enfrentarme a él este año?- Blaise ensanchó su sonrisa. "Bingo."

-¿No lo sabías? Snape ha suplantado el puesto de tu padre en las filas Tenebrosas. No sólo eso, alcanzó su añorado puesto en Defensa Contra las Artes Oscuras. – Zabini saboreó todo lo que pudo su momento. Sabía que Malfoy no tenía idea de lo que estaba sucediendo. –Por fin aprenderemos Artes Oscuras este año.

-Eso no puede ser verdad. El puesto de mi padre no ha sido suplantado por él.- silbó, recuperándose del golpe.

-¿Quieres apostar?-

-¿Cómo puedes estar tan seguro?-

-¿Cómo tú puedes estar seguro si ya no eres parte de nosotros?-

-¡Por supuesto que soy parte de ustedes!- espetó, levantándose del asiento y mirándolo con odio. –No sé dónde aprendiste a alardear pero créeme Blaise, no sabes hacerlo. ¿En serio piensas que andar chupando las bolas de Pettigrew y asistir con puntualidad a una reunión mensual te convierte en mortífago?- Draco alzó su varita a tiempo al ver como Zabini se levantaba del asiento e intentaba poner sus manos encima de él. El compartimiento se abrió con un ruido seco y una chica de tez muy blanca, cabello corto y oscuro y mirada altanera los observó con severidad.

-¿Interrumpo?- preguntó Pansy cara de pocos amigos. Draco se guardó su varita e intentó recobrar la compostura. Zabini respiraba con dificultad. –Draco, la reunión de prefectos ya ha empezado.- El rubio asintió con la cabeza, recordando. Luego le dirigió una mirada afilada al moreno y le extendió la mano. Blaise lo miró con desconfianza pero le correspondió.

-Apostemos.- murmuró Draco al mismo momento que se estrecharon las manos. –Un Malfoy jamás rehúye de lo que dice.- Blaise sonrió ligeramente, sobrecogido por la victoria que significaría obligar a Draco a pagar un precio demasiado alto para él.

Cap. 2 Capere Balbus

El Gran Comedor estaba tan espléndidamente decorado como siempre, algo que le molestó profundamente a Draco y mientras se sentaba en su mesa, pensó qué día él podría entrar en el Gran Salón y admirar una decoración distinta o al menos, menos monótona. Pansy le agarró fuertemente la mano haciéndolo detenerse.

-Quiero que nos sentemos aquí- anunció jalando al rubio para sí, ostentosamente, dirigió una mirada impertinente a las demás Slytherin de su casa y abrazó con insistencia a Draco. La fila de nuevos estudiantes se acercaba aprensivamente hasta el centro del Salón y el rubio dio un sonoro e imprudente bostezo al darse cuenta de todo lo que tendría que esperar para probar un bocado de la cena. Jugueteó indefinidamente con su varita mientras escuchaba un sinfín de nombres seguido de tontas exclamaciones como "Gryffindor!" "Ravenclaw!" "Slytherin!". Al mismo tiempo, pequeños mocosos bajaban a trompicones, alejándose del sombrero seleccionador hasta sus asientos. Fueron tan sólo unos minutos en los que el rubio se desconectó por completo de la realidad para no tener que aguantarse el discurso de su director cuando unos arrolladores aplausos provenientes de su propia mesa lo hicieron sobresaltarse. Todos aplaudían de manera cínica y contemplaban con devoción la mesa de profesores.

-¡Snape fue cambiado de plaza!- Draco alzó la ceja buscando a Severus Snape con la mirada y se lo encontró con una sonrisa socarrona que le dedicaba a su casa. Así que todo era cierto, pensó, el jefe de su casa, su padrino, profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. El Slytherin tensó la mandíbula, irritado y se cruzó de brazos. Blaise se hallaba a unos cuantos puestos de distancia, y el chico sintió la acusadora mirada cernirse sobre él. Había apostado… había apostado y había perdido.

-¡Sin más que agregar os ruego que disfruten del primer banquete de este nuevo año escolar!- los platos de comida fueron llenados al instante y la mayoría de estudiantes se lanzaron como depredadores a ellos. Draco comió despreocupadamente mientras alardeaba de la nueva adquisición que le había regalado su madre: la nueva Pegasus.

-No es tan buena escoba la verdad.- le comentó a un chico llamado Marcus Flint que lo escuchaba con aparente curiosidad. –Practiqué unas cuantas veces con ella este verano y no es lo suficientemente espléndida para mí.- se llevó a la boca un sorbo de hidromiel, su bebida favorita, y sonrió.- Revisé un catálogo de las escobas del futuro anoche y hay una que llegará al mercado el año que viene, creo que sólo por ella sería capaz de dedicarme a jugar al Quidditch internacionalmente.- El castillo seguía exactamente igual a como Draco lo dejó el año pasado. Le aburría soberanamente la monotonía, odiaba ver todos los años a los mismos cuadros a lo largo de las mismas escaleras móviles diciendo siempre los mismos comentarios. Bufó audiblemente cuando vio pasar al mismo fantasma chiflado que siempre pasaba en la planta baja y no se sorprendió en lo absoluto al descubrir que la contraseña de este año era la misma del año pasado, y del antepasado, y la del ante-antepasado.

-Pureza de Sangre- en ese momento el chico se desprendió despectivamente de Pansy y se unió a Crabbe y Goyle para subir a su dormitorio. La mayoría de chicos lo saludaron y se apartaron para darle paso, mientras que varias chicas, que reían como tontas en la sala común, le dedicaban miradas coquetas de manera bastante explícita.

-Ya estamos solos- comentó Goyle regresando de la puerta del dormitorio hasta donde se hallaban los otros dos Slytherin. -¿Y bien?- Draco lanzó un aburrido suspiro y se desprendió de su elegante túnica. Se desabotonó lentamente su camisa blanca y al quitársela, se dio la vuelta hacia ellos mostrándoles su hombro izquierdo.

-Es hermosa, ¿cierto?- la boca de Crabbe estaba mucho más desencajada que la de Goyle, pero los ojos de Goyle se lograban salir asombrosamente de sus orbitas.

-¡La marca tenebrosa!- la voz de Crabbe había sonado como un chillido de rata e intentó taparse la boca con la misma mano temblorosa con la que había apuntado hacia el hombro del rubio.

-Desde ahora carezco de moral y ética.- anunció escondiéndose de nuevo la marca. Draco sonrió para sí mismo. –Lo que significa que no dudaré en matar a nadie que se atraviese en mi camino. ¿Creen que no me vengaré de Potter por lo que le hizo a mi padre?- el rubio suspiró.- Ya quisiera, desafortunadamente, Potter es intocable para mí, pero los demás pueden correr el mismo destino que él si no se comportan. Esto va también para ustedes dos ¿entendido?... por ahora, no le dirán a nadie mi pequeño gran secreto pero tampoco se atreverán a defraudarme ¿les quedó claro?.

Su primer mandato autoritario hecho la misma noche que llegó a Hogwarts dejó al chico con un humor de lo más excelente. A media noche, fue despertado por otros compañeros de cuarto que lo invitaron a realizar una pequeña excursión. Juntos salieron a escondidas de la sala común y recorrieron todas las mazmorras hasta llegar al vestíbulo del colegio. Draco se enojó con Derrick por poseer tan basta memoria y no recordar la contraseña del brujo Paracelso.

-Eres un idiota. No hay mejor explicación posible.- varios Slytherin rieron divertidos.

-Al margen de Celso- recordó Derrick mientras el retrato les daba paso hasta el pasillo donde hallarían las cocinas de Hogwarts. El corredor estaba completamente oscuro y las estatuas del final del pasillo conferían un aspecto maquiavélico a la escena. Draco tropezó más de una vez con los desgastados adoquines del piso y bufó enrabietado cuando le preguntaron qué había que hacer para que el retrato del bodegón les diera paso, ya que él no recordaba la peripecia. Una chica llamada Daphne, del mismo curso que el de Draco, corrió a acariciar con sus uñas una pera que había pintada del lado izquierdo, esto pareció hacerle cosquillas a la pintura y gracias a ello, el rubio pudo contemplar una vez más las calurosas cocinas de Hogwarts.

Draco comandó a Crabbe y a Goyle para que robaran dos galones gigantes de wisky de fuego que se hallaban junto con otras bebidas en la lacena del fondo. Nott corrió inmediatamente tras de ellos e interrumpió sus intenciones.

-He hallado un método mucho más efectivo que la fuerza bruta de ustedes dos- espetó de manera diplomática mientras extraía dos pequeñas cajas negras del tamaño de un llavero de bolsillo.

-No tenemos tiempo para tus ridículos inventos Nott- se burló el rubio mientras hacía ademanes a los Slytherin de no desobedecer sus órdenes.

-Esta vez es diferente Malfoy. Mi más brillante creación está ante ustedes: con arrojar tan sólo una de mis capere balbus sobre los galones, estos quedarán encerrados en ellas y pesarán sobre tu mano poco más que una pluma.

-Vale Nott, sólo apúrate ¿quieres?- el chico le dirigió una mirada tajante a Daphne y chasqueó la lengua. Inmediatamente arrojó la primera capere balbus sobre el galón de wisky y con un sonido sordo, el galón fue impresionantemente reducido al tamaño de una metra y atrapado por la capere balbus. Antes de que Nott lanzara la siguiente, Draco se abalanzó sobre él con gesto curioso.

-Interesante. ¿Te importa si lo intento?- después de que su amigo se encogiera de hombros, el rubio arrojó con determinación el artefacto y observó con deleite como el galón era atrapado por esa extraña capsula. –Oye Nott, hazme capsulas así para mi, te pagaré muy bien.- sonrió cuando se introdujo la capsula en el bolsillo y salió disparado de la cocina junto con Derrick, Daphne, Crabbe, Goyle y un orgulloso Theodore Nott.

El viaje de regreso fue un poco más complicado que el anterior debido a que, curiosamente, se perdieron unas cuantas veces entre los oscuros pasillos. Decidieron dejar de buscar el retrato de Paracelso y se concentraron en salir a algún pasillo principal y continuar su ruta por las escaleras móviles hasta las mazmorras. Draco se desconcertó cuando vieron la luz de una incandescente varita que refulgía en el cuarto piso, justo por donde ellos pensaban salir. La luz se movió apresuradamente por el pasillo, dirigiéndose hacia ellos, y en un sobresalto los Slytherin se escondieron detrás de un tapiz encantado.

-Estamos muertos camaradas, ¡Es Mcgonagall!- Daphne siseó nerviosa callando el comentario de Derrick. El rubio observó boquiabierto como la chica se salía de lo más campante del pequeño escondite y desaparecía de su vista.

-¿Qué mierda hace?

-¡Silencio!- Draco asomó la mitad del rostro y la viva imagen de la Slytherin se transformó por primera vez ante sus ojos. Lo primero que notó fue como la cabeza se redujo impresionantemente de tamaño y su largo cabello negro se regresó rápidamente a su cráneo. Su figura, alta y esbelta, quedó reducida completamente al mismo tiempo que unas oscuras alas salían y sustituían a sus delgados brazos. El rubio abrió y cerró varias veces la boca sin saber que sonido emitir. Mcgonagall percibió el sonido y empuñó su varita decidida. La lechuza se lanzó hacia la mujer y batió sus alas fuertemente alborotando el elaborado moño de la profesora. Ésta giró confundida sobre si misma varias veces y lanzó pequeñas exclamaciones de desconcierto. Luego salió apresurada persiguiendo a la lechuza, lo que generó un pequeño frufrú sobre su bata.

-¿Qué ha sucedido?

-¡Cállate Goyle! Vamos, es nuestra oportunidad.- el rubio corrió hacia la puerta del pasillo y salió disparado por las escaleras móviles con todos sus secuaces atrás. Llegó, minutos después, extremadamente sudado a la sala común y para su sorpresa, la mayoría de los Slytherin de su curso estaban esperándolos. La bebida de los galones pronto pasó a formar parte de la atmósfera local y Nott tuvo serios problemas con las cornetas mágicas. Draco caminaba con parsimonia y se detenía un rato a charlar en cada grupo que había en la sala. Le costó un poco desligarse de Pansy y ya tenía unas cuentas copas encima cuando una figura que entraba por el retrato captó su atención.

-Hey, ¿Quieres jugar una partida de snap explosivos? ¡Apostaremos wisky!- el rubio arrugó la cara y quitó a Pucey de su camino con un manotazo.

-¡Eh! ¡Eh! ¡Daphne!- la chica giro sobre sí misma al instante y observó con impresión al Slytherin. Draco perdió el equilibrio cuando llegó a ella y se tuvo que sostener de uno de los muebles. –No sabía que eras animaga- murmuró melosamente mientras se inclinaba más a su rostro. La chica se apartó suspicaz y lo fulminó con la mirada.

-Lo soy, pero no estoy registrada. Si llegas a decir algo sobre ello, Malfoy yo…- Draco rió entre dientes y volvió a tambalearse.

-¿Tu qué? ¿Qué harás Greengrass?- Daphne lo examinó durante unos segundos con enfado. Por un momento pareció ver a través de él y el rubio giró el rostro para ver que miraba. Pansy rondaba la zona con una expresión bastante molesta.

-Estaré en graves problemas- contestó al fin. – Prométeme que guardaras el secreto.- Draco levantó una ceja. –Algún día te devolveré el favor. –insistió a modo de súplica.

-¡Veo que estáis divirtiéndose!- comentó Pansy ácidamente. Sujetó con fuerza el brazo del rubio y contempló a Daphne de arriba abajo. -¿sabes Dap? Me parece que Millicent te anda buscando.- replicó con una sonrisa insulsa y luego se volteó hacia Draco.-¿Me traes una bebida?- el rubio suspiró y caminó ostentosamente por toda la sala. Cuando llegó al rincón de los galones de wisky cambió de opinión repentinamente y se dirigió a su cuarto. El mareo estaba acabando con sus ganas de seguir bebiendo y a cada segundo se le escapaban pequeñas risitas sin sentido aparente. Las ganas de vomitar llegaron a medida que iba subiendo cada peldaño de las escaleras.

-¡Malfoy! ¿Ya te aburriste de las chicas?- Draco pasó de largo la figura y el comentario de Blaise mientras se aproximaba a su cama. –Si, creo que si. Sabes, estaba pensando que un día deberíamos tomar prestadas a algunas chicas de Ravenclaw, er, aunque estoy casi seguro que nos rechazarían.- el rubio se tumbó boca abajo sobre la cama y cerró los ojos agradecido con las almohadas.

-Sí, yo también opino que te rechazarían.- estuvo bastante de acuerdo segundos después. Zabini se acercó a la cama y lo contempló con escrutinio.

-¡Ja! ¿Qué te hace pensar que a ti no te rechazarían?-

-Soy yo- murmuró con voz apagada desde el otro extremo. Zabini creyó que iba a agregar algo más pero en ese instante, Draco hipó abruptamente.

- Malfoy, si te aceptarían sólo por ser tú, ya te hubieras tirado a medio colegio. Hasta las mojigatas de Gryffindor hubieran estado en tu cama.

-Soy una persona selectiva, Zabini.- bostezó dándose la vuelta.- Y deja los celos.

-¿Celos dices?- el joven rió y lo fulminó con la mirada. -¿Sabes? Creo que ya se el precio que pagarás por haber perdido la apuesta.- Draco se enderezó lentamente y lo miró con cautela.- Si eres tan popular entre las chicas como supones, acuéstate con una Gryffindor. – concluyó satisfecho de lograr tal impresión en la cara de su amigo.

-¿Con una Gryffindor? ¿Te has vuelto loco?- Draco hipó nuevamente y se tapó la boca.

-¿Huirás de mi apuesta, Malfoy?- preguntó Zabini mostrando sus dientes en una indulgente sonrisa.-Bueno, es comprensible, ninguna de ellas te haría caso. – la estridente risa de Draco borró la sonrisa del chico instantáneamente. Draco se levantó de la cama y se tambaleó hasta Blaise. Una vez allí, murmuró lenta y pausadamente cerca de su oído.

-Todas lo hacen Blaise, y me tomaré la molestia de darte pruebas una vez halla conquistado a algún león.- la sonrisa de Zabini volvió a aparecer. –Quizás así, lograrás aceptar que el único fracasado en esta casa, eres tú. – Draco volvió a hipar al instante y se alejó del chico que pestañeó varias veces y lo miró con una expresión furiosa.

Cap. 3 Orejas de Burro, le vamos a poner.

Pequeños rayos de sol penetraban por los gigantescos vidrios de la sala común. Ésta se hallaba completamente desierta, pero viva, ya que el silencio flotaba perezosamente en el aire, y la acompasada respiración de los dueños de ella confería un carácter imperturbable, como si de un gran coloso dormido se tratase. Sin previo aviso, el silencio se quebró por unas pisadas apresuradas que bajaron por las escaleras.

Hermione estudió rápidamente la sala y corrió a registrar por encima los escondites donde había dejado a propósito las prendas para los elfos de Hogwarts. La mayoría ya no se encontraban, por lo que la castaña exhibió una sonrisa triunfante. Hoy tendrían su primera clase con el nuevo profesor de pociones, por lo que estudió con vehemencia toda la clase del día de hoy. Estaba preparada para dejar impresionado a Louis Mortimer si era necesario, y también para responder a las preguntas de Snape en Defensa Contra las Artes Oscuras. Esa mañana bajó al Gran Comedor con Ginny, conversando trivialidades y aconsejándola sobre este nuevo año que la pelirroja enfrentaría.

Cuando bajó hasta los mohosos pasillos en las mazmorras, Ron y Harry ya se hallaban los suficientemente curiosos como para no querer seguir hablando. Una concurrida masa de Slytherin deambulaban por la zona, y ninguno les prestó la más mínima atención al llegar.

-Este año me presentaré a la pruebas de Quidditch..- los ojos de Harry y Ron se salieron de sus órbitas al escuchar a Hermione.

-¿Estás hablando en serio?- gimió el pelirrojo consumido por la emoción.

-No, era broma. Me he encontrado con las hermanas Patil en el baño y me han informado que Malfoy posee la escoba que tanto queréis.- Harry se encogió de hombros indiferente y Ron tensó la mandíbula.

-Ese estúpido hurón.-

-¿Has dicho algo, Weasley?- Draco se hallaba en ese instante detrás del trío y sonrió ostentosamente hacia ellos. –Es comprensible que sintáis envidia hacia mí por lo que ha dicho Granger. La envidia es de los débiles, y era exactamente ese concepto el que tenía de ustedes dos.

-¿Por qué no vas y te regodeas por todo el castillo sin molestarnos? ¿Acaso quieres llamar más la atención de la que lo está llamado tu padre?- El rubio miró con odio a Harry y metió la mano en su bolsillo.

-Nada de distracciones en estos pasillos- tronó una voz chillona al instante contra los chicos. Los demás alumnos giraron sus rostros, incrédulos. La voz absurdamente chillona que habían oído, había sido proferida por el nuevo profesor. Mortimer no les dedicó la más mínima atención y entró en el aula con un caminar realmente sospechoso. Ron codeó a Harry rápidamente y rió por lo bajo.

-Probablemente yo sea un tanto diferente al profesor anterior que tuvieron.- canto con su vocecilla y algunos de Slytherin volvieron a reír.

-Ahora sabemos por qué no se disculpó con aquella señora.- susurró Ron al oído de Harry.

-¿Cuál?- el pecoso lo miró desconcertado de que no pudiera recordar la escena.

-En mis clases no nos dedicaremos a hacer pociones mal hechas y entregarlas para que yo las corrija bien o mal, dependiendo de qué casa son.- gesticuló con desdén. Finnigan, de la casa de Gryffindor, le dedicó una sonrisa hedionda a los Slytherin. –En mis clases, cada alumno por semana traerá una poción… y más vale que la haga bien, porque probaremos cada una con todos los presentes en esta clase.- algunas chicas abrieron la boca y lo miraron con severidad. Hermione alzó la mano.

-¿Qué pasará si alguien ejecuta mal la poción?- Mortimer la estudió brevemente.

-El seleccionado en tomarla presentará los efectos no deseados, evidentemente.

-¿Eso no supondría algún riesgo?- preguntó la castaña arrugando la frente.

-Deme un ejemplo…- Los Slytherin sisearon y contemplaron expectantes a la chica.

-Si en una poción para encoger alguien no distribuye adecuadamente las gotas de jugo de sanguijuela que se necesita, la persona podrá quedar reducida para siempre- el hombre pareció considerar la hipótesis pero no comentó nada. La clase se mantuvo en silencio mientras Mortimer se paseaba por las mesitas.

-Hoy daré los ingredientes y el método a utilizar para preparar nuestra primera poción. Absolutamente todos tienen que elaborarla, ya que para la próxima clase, escogeré una persona completamente al azar y a un ayudante, para ver que hizo con su trabajo.- sacó su varita con sorprendente rapidez y la apuntó hacia el pizarrón. Las instrucciones quedaron plasmadas sobre él en un abrir y cerrar de ojos y Mortimer dibujó una sonrisa. –Poción crece-pelos, algo realmente sencillo de elaborar.

El silencio de los siguientes minutos sólo era alterado por el sonido de las plumas rasgando pergaminos. A medida que los alumnos iban terminando de anotar los ingredientes para su tarea, se levantaban y anotaban su asistencia en el escritorio del profesor para luego abandonar la clase.

-Él de verdad no nos conoce. ¿Cómo pretende mandar a alguien a probar una poción de otro?... No quiero ni imaginar la manera en la que un Slytherin pudiera aprovecharse de esta situación.- susurró Ron por lo bajo, buscando con la mirada auna aprobación de Hermione.

-¿Desea hacer una pregunta Señor…?- El pelirrojo miró al frente y tensó la mandíbula.

-Weasley.- respondió, hundiéndose en el asiento. Hermione se levantó rápidamente hasta el escritorio de Mortimer y al marcar su nombre en la lista, empezó a hacerle unas cuantas preguntas al hombre. Ron lanzó un largo suspiro y miró de reojo a Harry. Cuando salieron del aula tuvieron que esperar varios minutos a que la castaña saliera para dirigirse juntos a la siguiente clase.

-Gracias Hermione, te debo una.- comentó el pelirrojo cuando empezaron a separarse de los Slytherin y del interior de las mazmorras.

-No lo hice por ti. En realidad le comenté justamente lo que tú acababas de decir.- Ron abrió la boca y la cerró varias veces.

-¿Cómo pudiste hacer eso, Hermione? ¿Te volviste loca?- espetó indignado.

-Ron, creo que Hermione ni siquiera estaba escuchando tu comentario.- opinó Harry cuando alcanzaron el vestíbulo.

-¡Pero si ella estaba sentada a mi lado!-

-Estaba anotando los ingredientes de la poción y pensando en la manera en que le iba a plantear a Mortimer la cuestión.- se excusó la castaña sin el mayor remordimiento. –Pareció bastante comprensible en cuanto al asunto del odio entre Griffyndor y Slytherin así que me aseguró que no mandaría a elaborar pociones que pudieran servir para una batalla campal entre nosotros.- una pandilla de Ravenclaw pasó corriendo al lado del trío y se aglomeró fuera del vestíbulo. Hermione bufó, molesta.

-Compréndelos, Hermione. Están en primer año.-

-Harry, ¿cuándo nosotros en primer año desestabilizábamos el orden de esa manera?-

-Quizá cuando nos escapábamos después de media noche fuera del colegio, o tal vez cuando elaborábamos pociones multijugos ilegalmente.

-Eso fue en segundo.- rectificó Hermione riéndose.

-¡Mirad!- Harry y Hermione alzaron la vista pero no notaron nada peculiar en las escaleras. Ron lucía una sonrisa de satisfacción mientras daba zancadas a un punto específico por donde habían pasado los estudiantes de Ravenclaw.- ¡Críos! ¡Han dejado caer dos galeones de oro!- en el momento en que el pelirrojo se agachó a coger las monedas una lluvia de petardos se materializaron de la nada y cayeron sobre la cabeza del chico.

-¡Ron!- un petardo le dio de lleno en la cabeza y explotó sobre su cráneo. El pecoso chilló y se tocó el líquido espeso y transparente que el petardo mágico desparramó.

-¡JA JA JA JA! ¡EL WEASLEY HA CAIDO!- Peeves atravesó la pared de la izquierda y le sacó la lengua al Griffyndor.

-¡Estúpido poltergeist!- masculló Ron sobándose la cabeza. Harry y Hermione lo ayudaron a levantarse del piso mientras lloraban de risa.

-¡WEASLEY LAME LOS PISOS, WEASLEY LAME LOS PISOS! ¡VAMOS PIPOTE, AYUDA AL LAME PISOS A LEVANTARSE! JA JA JA JA- con esto último, el poltergeist les dedicó una grosería con el dedo y se alejó flotando lentamente por el pasillo, mientras se moría de risa.

Harry seguía riéndose cuando llegaron al segundo piso. Caminaron en silencio hasta la escalera de caracol y subieron por ella, preparándose mentalmente para lo que les esperaría con Snape como nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. La mayoría de Ravenclaw y Griffyndor se hallaban dentro del aula, sacando sus libros de texto y sus plumas.

-10 puntos menos para Griffyndor. Vaya Potter, ahora compruebo que definitivamente ser puntual no es tu fuerte.- El chico fulminó a Snape con la mirada y se apresuró a buscar un asiento. El hombre se paseó lentamente, sonriendo para si mismo, mientras observaba el aula en donde estaba. Parecía querer saborear de la mejor manera posible su triunfo. -La clase de hoy será sólo teórica. Empezaremos este nuevo año escolar estudiando los seres mágicos que son más peligrosos… hasta para las mismas Artes Oscuras. Abran su libro de texto Conviviendo con lo tenebroso en la página 10. – Snape guardó silencio mientras se escuchaba el sonido de páginas desplazándose.- Capítulo titulado Entre las Banshees, ¿Alguien podría decirme que son las Banshees?- Hermione levantó la mano automáticamente y el profesor dibujó una cara de angustia. -¿Nadie?...- un suspiro dramático se escapó de su boca y procedió a pasear entre las mesas. –Las banshees son seres tenebrosos que forman parte del folklore irlandés desde el siglo VIII. Se caracterizan por ser altas y extremadamente delgadas, exhibir unos ojos rojos de tanto llorar y una mata flotante de cabellos largos. De manera natural, una banshee se aparece cuando alguien está a punto de morir, y si varias banshees lo hacen, es porque ocurrirá una verdadera desgracia. Sin embargo, en la actualidad son hadas oscuras a las que el Señor de las Tinieblas ha comprado de alguna manera. Así, utiliza los gritos de las banshees para matar a cualquiera, muggle o no.- al final de la 4ta fila, Seamus Finnigan levantó con inseguridad su mano.

-¿Cómo se derrota a una banshee?- Snape vaciló un poco ante la pregunta y se devolvió nuevamente al pizarrón.

-No hay una manera precisa de derrotarlas. Se ha oído hablar de un conjuro muy famoso, que efectivamente le sirvió al autor de ese capítulo para ahuyentarlas por cortos períodos de tiempo.- El hombre sacó su varita y la blandió hacia la pizarra. La oración apareció escrita con una caligrafía pulcra y estilizada. Hermione entrecerró los ojos un poco para leer mejor.

-"El llanto penetrante que se alimenta del dolor y deja más pena que la que gana. Será ahora oído por quien busca detener los estragos que desgrana."- citó Harry quedamente desde su asiento. Ron, a su lado, llevaba varios minutos rascándose la cabeza. Hermione lo observó de manera severa.

-¡Me pica!- susurró el pecoso quejumbroso. Snape carraspeó varias veces y las palabras se borraron al instante.

-Aparte de eso, no se conoce hechizo alguno que acabe con ellas. Ahora, me van a elaborar para la siguiente clase, un ensayo de 90 líneas sobre la historia de las banshees, copiando además el conjuro que acabo de borrar de la pizarra.- un jadeo colectivo se escuchó en el salón pero Snape no dio pie a replicas.

-¡Ni siquiera nos dio tiempo de copiarlo!-

-Tranquilo Harry, yo si lo copié.- comentó la castaña dedicándoles una sonrisa a ambos chicos.

Ese mismo día, después de almorzar, Hermione obligó a Ron a mandarle una carta a su madre con la lista de ingredientes que necesitaban los tres para elaborar la poción. El pelirrojo había intentado esquivarla asegurándole que tenían muchos días para hacerla pero la chica no se inmutó. Antes de separase de los dos chicos, le aconsejó a Ron que fuera a la enfermería a ver que cura había para su extraña y reciente picazón en la cabeza.

-¿No piensas ir?- preguntó Harry curioso mientras entraban por el retrato de la Dama Gorda.

-Nah, no creo que sea nada. Ya se me pasará.- dentro de la sala común estaban todos los Gryffindor del curso aprovechando la tarde libre. Harry se dedicó a jugar a los snap explosivos junto con Neville y Finnigan mientras que Ron intentó acaparar un poco la atención de Parvati y Lavander. Aparentemente lo logró, ya que las chicas no lo dejaron de sonsacar ni por un momento.

-Por supuesto, yo pretendo ser un auror.- aseguró con voz melosa hacia Lavander. –Mis notas en Defensa Contra las Artes Oscuras son excepcionales, me atrevería a decir que mejores que las de Harry, ya sabeis… ¿no escucharon la clase de Snape de hoy? Yo sería capaz de derrotar a un puñado de banshees, se los aseguro. Es más, no me sorprende que en un futuro cercano me tenga que enfrentar a ellas y…- Ron se detuvo abruptamente cuando Harry le dio un empujón por detrás. -¡Hey!-

-Vamos, caza banshees… unas cuantas te esperan en el Gran Comedor.- Lavander y Parvati intercambiaron una mirada cómplice y dejaron al pelirrojo marchar. -¿Qué era todo eso?- Ron exhibía una sonrisa y se rascaba inconscientemente la cabeza.

-Mi querido Harry, llegó la hora de pensar en las generaciones venideras.- habló entusiasmado mientras bajaban las escaleras móviles. Harry frunció el ceño.

-¿Y eso que significa?-

-¡Vamos Harry! ¡Dejarle tu huella al mundo! ¡Procrear!- el moreno se tropezó y lo miró atónito. Ron rió entre dientes.

-¿Con Lavander y Parvati? ¿Pretendes empeorar tu raza o que?-

-¡Hey!-

-No es por nada Ron, pero tienes que pensar en Hermione.- el pelirrojo no contestó y adoptó una expresión seria. Harry lo estudió brevemente. –No me piensas contar lo que pasó ¿cierto?- Ron caminó con vacilación y se detuvo cerca de la armadura del tercer piso. Su amigo lo seguía contemplando ceñudo.

-Fue horrible.- declaró, llevándose las manos al rostro. Harry enarcó una ceja.

-Vaya… has sido bastante sincero.

-¡No, estúpido! No es lo que piensas es sólo que… estábamos solos y pasó de repente.-

-¿Pasó, qué?- Ron se acercó más a Harry.

-Tú sabes. Bueno, ¿recuerdas el lago que te mostramos detrás de la Madriguera? Fuimos ahí la otra noche. Todo iba de lo más normal hasta que… no sé cómo explicarlo.- susurró alejándose de nuevo. –todo pasó demasiado rápido. En un abrir y cerrar de ojos yo estaba besándola como nunca me lo había imaginado y mis manos la exploraban y luego… luego me viene a la mente su cara sonrojada y me invade una vergüenza atroz. Harry siento que le falté el respeto y no se cómo disculparme.- Harry soltó una carcajada.

-Bueno, no pareciera que estuviera molesta.- comentó incitándolo a caminar nuevamente. –En realidad, por lo que cuentas, parecía más bien aceptarte.- Ron negó lentamente con la cabeza. Las escaleras móviles giraron cuando iban pasando y tuvieron que correr para llegar al otro extremo del pasillo.

-No me entiendes. Yo la besé, ella se negó y yo no tuve en cuenta eso. Seguí besándola. No me importó ni por un momento lo que ella estuviera sintiendo. Ni siquiera logro recordar su reacción cuando la empecé a tocar.- la voz de Ron sonó contrariada e iba a agregar algo más cuando su boca quedó medianamente abierta al ver aparecer a Hermione por las puertas del Gran Comedor.

-Oh, siento no haberlos esperado. Se tardaron demasiado y me mandaron deberes para Aritmancia. Voy ahora mismo a la biblioteca para hacerlos. Si quieren nos vemos allá, así hacemos de una vez el ensayo de Snape.- con paso tranquilo, la castaña se alejó de ellos y Ron se quedó embelesado mirando su caminar. Harry puso la mirada en blanco y le dio otro empujón para avanzar. Después de haber cenado decidieron que no irían a la biblioteca. Harry por su parte no quería enfrentarse al ensayo de Snape aún, así que apenas llegó a la sala común se dirigió a su cuarto a dormir y pensó que iría solo cuando percibió a Lavander y Parvati frente al fuego. Ron sonrió casi arrepentido, y a pesar de las que chicas le hicieron señas, siguió a Harry lo más cerca posible y juntos se dirigieron a sus habitaciones sin intercambiar ni una palabra.

A la mañana siguiente tanto Gryffindor como Slytherin hicieron una pequeña excursión al bosque prohibido. La profesora Sprout los guiaba mientras les daba un discurso bastante ensayado sobre las propiedades de cada planta o árbol con la que se encontraban.

-Hemos llegado.- Anunció complaciente señalándoles una esquina sombreada repleta de unos arbustos de peculiar aspecto. Sus hojas, de color púrpura, estaban recogidas hacia arriba y caían en espirales. -¿Alguien me podría decir que planta es ésta?-

-Prepárense, ahí viene Granger.- Hermione levantó la mano y unas risitas silenciosas se escucharon detrás de ella. La castaña se sonrojó y giró el rostro, molesta, buscando a Malfoy con la mirada.

-¿Si, Srta. Granger?-

-El arbusto se llama Alihotsy y sus hojas son reconocidas por ocasionar estados de histeria en quien las coma.-

-¡5 Puntos para Gryffindor! Muy bien. Saquen sus utensilios y equipos de trabajo. Lo primero que haremos será dibujar el arbusto y luego procederemos a arrancar cierta cantidad de hojas para unos experimentos que les mandaré a hacer la semana próxima. Probablemente realizaremos el experimento con ayuda del profesor Hagrid, si, es muy probable.- a Hermione se le cayó el cuaderno de dibujo y cuando Harry se percató de ello, Ron ya se había agachado velozmente a buscarlo.

-Gracias, Ron.- El pelirrojo le dirigió una mirada a su amigo como queriendo decir "Aprende de mí" y procedió a sentarse y comenzar su dibujo. El viento soplaba con fuerza haciendo que el arbusto desprendiera sus hojas así que les llevó menos tiempo terminar su trabajo.

-Hermione, ¿me regalas unas cuantas?- la castaña contempló las pocas que Neville había conseguido agarrar.

-Claro Neville, ten..- dijo extendiéndole unas cuantas.

-¿Qué demonios intentas Ron? ¡Contrólate!- la castaña se giró confundida y observó la pequeña discusión que Harry tenía con Ron. Siguió la mirada de ambos chicos, que estudiaban con desconfianza la figura de Draco Malfoy regalándole unas cuantas hojas a Lavander Brown. El rubio le sonreía de manera deslumbrante a la chica, que parecía seriamente incómoda ante el resto de miradas de los alumnos. Hablaron brevemente, y Draco no dejaba de mirarla firmemente a la cara. Al final, Lavander hizo un comentario que borró la sonrisa del Slytherin. Luego se apartó educadamente de ella y se acercó hasta Blaise Zabini para seguir coleccionando hojas.

-¿Ok, qué fue eso?- Ron miró a Hermione molesto.

-¿Vez? ¡Hasta Hermione lo notó!- los alumnos pronto empezaron a recoger todo porque ya había finalizado la clase y Harry y Ron seguían confabulando sobre el pequeño suceso. Hermione se desconectó brevemente de sus dos amigos y estudió con desconfianza la figura de Malfoy por un momento. El chico pareció notarlo y giró el rostro hacia ella con altanería. Le sonrió burlonamente y después la observó de arriba abajo. La castaña bufó molesta y caminó a zancadas alejándose del bosque.

No es que le interesara mucho, pero tenía sus sospechas sobre el tipo de interés que estuviera moviendo al Slytherin para charlar con Lavander. Si su hipótesis era acertada, dentro de poco lo vería dirigiéndole la palabra a otras Gryffindor del curso y quizá, con el tiempo, llegaría hasta ella. Ese sería el momento oportuno para dejarlo en ridículo y aclararle que ella no era de esas chicas, y nunca lo sería si se tratase de escoger sólo a alguien como él.

A los dos días, Hermione se dio cuenta que su hipótesis en efectivo, era cierta. Malfoy no sólo le empezó a dirigir la palabra a algunas Gryffindor, sino que también empezó a pasar más tiempo con éstas, incluyendo unos pocos de sus amigos. Una noche en particular, se indignó mucho al encontrarse con el rubio en frente de la sala común, el cual estaba esperando a una chica llamada Lucinda, a la que había visto en muchas ocasiones con Ginny.

-Ya llegaron- anunció Ron al entrar por el retrato con una caja de color plateado. –Supongo que ya estarás contenta con tus ingredientes.- Hermione no levantó la vista de su pergamino pero asintió desinteresada. El pelirrojo se arrojó sobre una silla al frente de la castaña, observando muy sonreído como Lavander y Parvati le hacían señas. Se pasó una mano distraídamente por la cabeza y siguió estudiando a Hermione con una crítica mirada.

La castaña no notó la petición de atención y casi no se dio cuenta cuando su amigo se levantó del asiento y se sentó a charlar con sus compañeras al otro lado de la sala. Cuando Harry entró, Hermione dio por terminado su trabajo de Runas Antiguas y le dedicó una sonrisa ladeada.

-¿Preparado para hacerle una visita a Myrtle la Llorona?- el moreno frunció el ceño contrariado y recogió su mochila de los pies de Hermione. Estaba a punto de contestar algo cuando unos atroces gritos lo sobresaltaron en el acto. La castaña volteó y contempló espantada como Ron aullaba y se tocaba con las manos hacia su cabeza. Entre la mata rojiza de cabellos unas grandes orejas de burro se alzaron como imponentes robles y sus aullidos de consternación se transformaron en rebuznos que completaron el sacrificado coro de gritos de Lavander y Parvati.

Cap. 4 Una venganza ciega

Ron pasó todo el fin de semana en la enfermería. La señora Pomfrey probó más de un antídoto con el chico y, a pesar de que ya no rebuznaba, las orejas de burro seguían adornando su cabeza. Como último recurso, mandó a Harry y a Hermione a buscar a Peeves para preguntarle de donde había sacado el petardo mágico embrujado o qué era esa sustancia que había arrojado a la cabeza del chico.

El incidente no pasó desapercibido para los Gryffindor, contando a Lavander y Parvati como interlocutoras. Harry por otro lado, agradeció el hecho de que las pruebas de quidditch fueran la próxima semana, así habría oportunidad de solucionar el pequeño gran problema de su amigo. El domingo en la tarde, el moreno se dirigió con sus cosas al baño de chicas del segundo piso. Hermione ya se hallaba allí y había colocado frente a ella de manera bastante organizada su caldero y los ingredientes para elaborar la poción crece-pelos.

-Ron ya dice unas cuantas palabras- comentó, sentándose frente a ella y paseando su mirada por todo el baño. -¿No ha venido Myrtle a molestarte?- Hermione pasó distraídamente la hoja de su libro de Pociones y sacudió la cabeza.

-Por cierto Harry, yo le salvé el pellejo a Ron con Mortimer, pero te agradezco que no se lo digas.- el chico la miró brevemente y luego rió.

-¿Qué fue lo que le dijiste ese día?- La castaña destapó el envase que contenía las tripas de rata y lo estudió con asco. Luego cogió su libro de pociones y se lo mostró a Harry. El chico examinó la portada con confusión.

-"Guía de las Pociones Potentes" por Louis Mortimer- susurró, arrugando la frente.

-Lo peor es que yo ya había visto este libro cuando tú nos comentaste de Mortimer. No entiendo como no pude recordar el nombre. Básicamente charlamos sobre la metodología que empleó en su libro.

-Así hubiéramos sabido que no se trataba de un profesor de defensa.- estuvo de acuerdo. Permanecieron en silencio unos minutos mientras procedían a preparar los ingredientes.

-¿Por qué no aceptaste que le habías salvado el pellejo?- se atrevió a preguntar el Gryffindor un momento después. Hermione vaciló. –Lo digo porque otras veces que lo has hecho, te has encargado de recordárselo para que te lo agradezca precisamente.-

-Pues cambié de táctica- resopló cortante, sin querer seguir hablando. Harry se pasó una mano por la cabeza sin ánimos de replicar. Hermione suspiró y lo miró con determinación. –Es que no me parece bien salvarlo siempre de esas situaciones.- agregó insegura. –Siento como si le estuviera adulando y bueno, eso no acerca más a los chicos la verdad. Ni siquiera soporto la idea de no poder ayudarlo en estos momentos para que haga bien la poción, ¿qué tal si la realiza mal?- Harry rió entre dientes.

-Estamos claros que podríamos hacer una poción de más para él hoy. Pero no sería justo. Hermione esto es estúpido porque también iría para mí el comentario pero no podemos depender de ti siempre. Ron tiene que aprender a hacer las cosas sin tu supervisión y más si quiere impresionar a Lavander y a Parvati con su supuesto duelo contra un puñado de banshees- lo consideró, poniendo los ojos en blanco. Los labios de la castaña temblaron ligeramente.

-¿Ron intenta impresionar a Lavander y a Parvati?- Harry le devolvió la mirada contrariado y no dijo nada. –Hey, estoy haciéndote una pregunta. – el chico se rascó arrepentido la nuca y no contestó nada.

-Si bueno, eso creo.-

-¿Con qué fin?- Harry la miró con cautela.

-Bueno, con el de impresionar ya te dije.

-Pero ¿por qué? ¿Tiene interés en alguna de ellas dos?-

-¡Vamos, no! no creo.- Hermione llevaba aproximadamente un minuto revolviendo el líquido espeso de su caldero una y otra vez y miraba a Harry con intensidad. El moreno suspiró y se pasó la mano por la cabeza. –Bueno, creo que tiene un especial interés en Lavander, sobretodo después de la escena que presenció de ésta con Malfoy.- Hermione bajó la mirada a su caldero y no dijo nada. Los minutos empezaron a pasar y ambos trabajan con un aplastante silencio flotando por el baño. –Oye, Hermione. No es para tomárselo a mal. Después de todo, sólo quiere impresionar. No creo que busque algo serio con nadie en estos momentos, y menos con Lavander.

-Bueno, ya terminé. Ahora sólo falta esperar media hora a que el color tornasol se desvanezca y podremos dar por terminada la tarea.- comentó de una manera realmente efusiva. Empezó a recoger sus cosas y le dio la espalda a su amigo por un largo rato.

-Hermione, ¿estás molesta por lo que dije? No tienes que confiar en mi criterio, sabes muy bien que no soy muy bueno para observar esa clase de cosas.-

-¿Terminaste la poción? Es extraño que Myrtle no nos haya venido a arruinar todo, ¿será que está paseando por el lago?- Harry bufó.

-¿Quieres dejar de cambiar el tema?- preguntó mirándola seriamente. La castaña no le devolvió la mirada. Pareció contemplar con detenimiento algo por encima de la cabeza de su amigo. -¡Bien! ¿Sabes algo? Ron ha estado muy preocupado todos estos días. Él piensa que tú estás molesta porque él te faltó el respeto y además no entiendo por qué…

-No intentes encubrirlo, Harry.- el moreno abrió la boca, atónito.

-¿Encubrirlo? ¿De qué hablas? ¡No lo estoy encubriendo! Sólo estoy tratando de que hagan las pases y bueno a lo mejor pasa algo ahí entre ustedes…- una risita nerviosa se le escapó a Hermione e inmediatamente el ruido de una cañería explotó cerca de ellos. El agua roció en todas direcciones por uno de los retretes y Myrtle la llorona apareció con aspecto cruel y colérico.

-¡Alguien en el baño de los prefectos acaba de insultarme y burlarse de mi muerte!- chilló la chica alocada estudiando a los dos Gryffindor con aversión. –¡Fue ese asqueroso Slytherin que es condenadamente hermoso!- Hermione enarcó una ceja y siguió recogiendo sus cosas.

-No le hagas caso a lo que te dice Malfoy, Myrtle. Él es sólo un imbécil que no encuentra a quien fastidiar.

-¿Cómo supiste que hablo de él?- Hermione se encogió de hombros.

-Acabas de describirlo.- Harry frunció el ceño hacia la castaña.

-Sólo dijo que era condenadamente hermoso.- Hermione intercambió una mirada con el moreno y luego bufó audiblemente.

-Y dijo también que era un prefecto que la insultó y se burló de ella.- se defendió un poco dolida. - Y seamos claros, el único Slytherin prefecto que pudo burlarse de la condición de Myrtle es él. No me refería a lo que dijo de su "hermosura".

-¡Pero si es condenadamente hermoso!- repitió Myrtle, colérica. Harry rió.

-Vale vale Myrtle, mejor olvida el suceso. Apuesto a que te insultó porque lo estabas espiando desnudo.- Myrtle rió tímidamente, y si no fuera un fantasma, también se hubiera sonrojado.

-Pecar es de humanos…- la castaña puso los ojos en blanco y guardó en un pequeño tubo la poción crece-pelos.

-Claro, y como tú eres humana pues es obvio que hayas pecado.- Myrtle la miró severamente y dibujó una mueca asqueada.

-¡Ustedes también se burlan de mi condición! Cuando estén muertos, me burlaré todo el día de ustedes!- la fantasma se lanzó en picada al retrete y volvió a convertir el baño en un completo caos. Harry jadeó ya que por poco Myrtle arruinaba su poción.

En la tarde del martes, Ron regresó como nuevo a la sala común. Ya para ese momento había logrado acumular cientos de deberes, incluyendo la poción de Mortimer, el ensayo de Snape, el trabajo escrito de Binns, la práctica de hechizos de Flitwick y el croquis gigante de las estrellas de Sinistra. Curiosamente, Hermione le dio excusas de lo más superfluas, afirmando que tenía muchos deberes de Aritmancia y Estudios Muggles por hacer.

-¡Pero si tú la semana pasada hiciste los de Aritmancia!- se quejó el pelirrojo en la Sala Común. Harry fingía un aparente interés en las trenzas de sus zapatos.

-Pues me han faltado cosas de él que no hice. De verdad, pídele ayuda a Harry. Él ya los hizo casi todos.

-Confío más en tus apuntes. ¡Vamos Hermione! Aunque sea déjamelos y yo les cambio algunas cositas.- la castaña ya había desaparecido detrás del retrato y Ron suspiró desganado. -¿Qué ha sido eso? ¿Desde cuando se niega a ayudarme?- Harry fingió nuevamente no estar escuchando. Abrió su mochila y sacó de ella el trabajo de Binns.

-Toma. No te preocupes, mis deberes están bien hechos porque los hice con ella. Te recomiendo que intentes hacer después de eso la poción de Mortimer. Si quieres te ayudo a hacerla.- El pelirrojo asintió malhumorado. Pasaron casi toda la tarde dentro de la Sala Común, enfrascados en sus tareas y mientras Ron hacía lo imposible por concentrarse, Harry se desesperaba cada vez más intentando hacer el ensayo para Snape. Hermione no apareció en la Sala durante todo ese período de tiempo y tampoco la vieron en la cena, ni cuando volvieron a subir a la Sala Común para recoger sus cosas e ir al baño de Myrtle a hacer la poción de Ron.

A la mañana siguiente, la castaña bajó al Gran Comedor de muy malhumor. No entendía si su estado anímico se debía al resentimiento que sentía hacia Ron o a la indignación que sentía hacia algunas chicas de su propia casa que habían caído en la lista de Draco Malfoy. El caso era, que inconscientemente le había respondido mal a Ginny, había ignorado escrupulosamente a Neville y había fulminado con la mirada a Seamus cuando éste tropezó con ella al salir del Gran Comedor. Hasta había maldecido por lo bajo el desayuno. Estaba harta de comer huevos fritos.

-¿Dónde has estado?- Preguntó Harry cuando la vio aparecerse en las Mazmorras. La castaña sujetaba fervientemente su poción crece-pelos y no pudo disimular su malhumor.

-En la biblioteca, obviamente.-

-Haciendo deberes imaginarios, obviamente. De verdad no entiendo que tanto haces allí.- Ron se arrepintió al instante de haber dicho eso. Hermione lo fulminó con la mirada y depositó sus cosas en la mesa con estrépito.

-¡Muy buenos días!- los alumnos respondieron con débiles asentimientos. Mortimer se pasó una mano por el pronunciado bigote y sonrió. –¿Puedo preguntar porque tenéis esas caras de muerte?. No me imagino motivo siquiera. Posiblemente tengan familia, todos los miembros de su cuerpo completos y ninguna deficiencia mental ¿o me equivoco?- varios Gryffindor intercambiaron miradas desconcertados. –Muy bien. A lo que vamos…- su semblante volvió a adoptar la seria expresión de la semana pasada y caminó rápidamente hasta su escritorio. Sacó una larga lista y la hojeó brevemente con el ceño fruncido. –Daphne Greengrass y Harry Potter. –llamó alzando la cabeza. Harry tragó saliva y preguntándose quién sería Daphne caminó hasta quedar al lado del escritorio con su poción en mano. Los alumnos miraban la escena entre curiosos y preocupados. Una hermosa chica, proveniente de Slytherin se levantó sonriente y se dirigió hacia donde estaba Harry.

Mortimer los contempló expectante. -¿Qué están esperando?- Harry y Daphne intercambiaron miradas, un poco nerviosos.

-¿Quién beberá la pócima de quién?- preguntó Harry. El hombre abrió los ojos con asombro.

-Obviamente ambos beberán la poción de cada uno.- el silencio se tornó más aplastante y Harry se sintió incómodo ante el resto de miradas que los taladraban a ambos. Miró a Daphne inseguro sin saber qué hacer. La chica entrelazó su brazo con el brazo con el que el chico sujetaba el frasco y le sonrió.

-A fondo blanco.- susurró y se llevó a la boca su propio frasco de poción. Harry hizo lo mismo rápidamente y saboreó la extraña sustancia desde su propio tarro. Mortimer no pareció notar nada. Un jadeo colectivo se escuchó en toda el aula y Harry observó como el cabello oscuro de la chica se iba haciendo cada vez más y más largo. La mata de pelo llegó hasta el suelo y se siguió extendiendo, bordeando suavemente las mesas de los alumnos. Harry se sobresaltó cuando sintió su cabello caer y caer y un pronunciado bigote nació debajo de su nariz y creció abrumadoramente. Los alumnos empezaron a reír.

-¡Perfecto! Hubiera creído que eran retardados si no hubieran realizado bien una poción tan sencilla. Es más, si no me equivoco, ustedes mismos debieron haber hecho algo parecido en su segundo año.- les extendió un pequeño envase que al bebérselo, volvieron por completo a la normalidad. -Tomen asiento, Señor Potter y Señorita Greengrass y 20 puntos para cada uno. Muy bien- se volteó con un sutil movimiento y pasó a revisar la lista de nuevo. Harry se sentó desconcertado pero complacido a la vez y buscó con la mirada a Daphne; ésta le guiñó un ojo desde su asiento.

-¿Qué ha sido eso?- Harry observó a Hermione.

-¿Tú si lo notaste?-

-¿Qué si lo noté? ¡Por supuesto que lo noté!- Harry rió ante la cara de indignación de la castaña.

-Supongo que Greengrass no se fió de mi poción pero sabía que ella si la había realizado bien. Me alegro mucho de que hiciera eso porque yo tampoco me fiaría de una Slytherin.-

-Draco Malfoy… y Ron Weasley, pasen al frente.- Harry y Hermione jadearon al unísono y miraron a su amigo que se levantaba en ese momento con expresión de terror. Del otro extremo, Malfoy se levantaba de su asiento con la misma expresión que Ron y avanzaba hasta el escritorio. Entre ellos no hubo ni un gesto de saludo ni una cómplice sonrisa. Por alguna extraña razón, Hermione confiaba en que el rubio había hecho bien su pócima. Lo que le preocupaba era lo que sucedería con la de Ron.

Draco no esperó para que su profesor dijera algo más y le entregó de mala gana su poción a Ron. Éste la cogió con desconfianza y le entregó la suya. Varios segundos transcurrieron en silencio. Parecía ser, que ninguno se atrevía a beber la sustancia del frasco del otro y las examinaban con desconfianza al mismo tiempo, temiendo lo peor.

-Señor Malfoy, Señor Weasley…- empezó a hablar Mortimer cuando sin previo aviso, Draco se llevó el frasco a la boca y se lo bebió lentamente. Ron, a regañadientes, hizo lo mismo que su compañero y toda la clase permaneció en silencio, expectante, preparados para lanzar otro jadeo colectivo.

El efecto fue inmediato. El flameante cabello de Ron empezó a crecer hasta llegarle a los hombros, y después de unos segundos siguió creciendo sin límite. De sus brazos también empezaron a salir densos y rojizos cabellos y poco a poco, Ron se convirtió en una mata de pelos gigante y roja. Sin embargo, los alumnos no habían jadeado. Seguían de la misma manera, expectantes, estudiando con la mirada la figura de Malfoy.

Mortimer frunció el ceño cuando Draco dibujó una expresión de horror y abrió la boca impresionado. Sus finos y platinados cabellos que caían un poco más debajo de sus orejas, se fueron devolviendo al interior del cráneo del chico, lentamente. En ese momento el profesor se dio un golpe en la cara con una mano y todos los demás observaron con asombro como Draco se volvió completamente calvo. Hermione se tapó la boca con las manos para no reírse. Harry por el contrario, lanzó una carcajada involuntaria que se escuchó en todo el salón. Las risitas de los demás Gryffindor le siguieron, y Hermione observó con horror como la mueca de Draco se convertía en una expresión de odio puro.

Fulminó a Ron con la mirada. El pelirrojo retrocedió pasmado y tartamudeó varias frases de disculpa hacia el rubio. Como acto reflejo, Draco sacó su varita y la blandió en contra de Ron que afortunadamente no recibió el hechizo porque había tropezado con su propia mata de cabellos rojos y caído con un ruido sordo al suelo. La clase se volvió un caos. Varios estudiantes de Gryffindor saltaron como gatos sobre Malfoy que intentaba con todas sus fuerzas abalanzarse sobre Ron. Los Slytherin abucheaban y silbaban divertidos.

-¡Apartaos! ¡Señor Malfoy compórtese!- Mortimer inmovilizó con un hechizo al rubio que intentaba arrastrarse en el suelo como una serpiente ante el despavorido Ron. Los alumnos guardaron silencio. El profesor ordenó a Harry extenderle la poción que él había bebido hace unos segundos a Ron y los efectos de la crece-pelos desaparecieron. Draco, por el contrario, seguía completamente calvo. –Señor Malfoy nos ha demostrado hoy que su poción fue increíblemente potente viendo los efectos que tuvo en el Señor Weasley así que le otorgo 20 puntos. Usted, Señor Weasley por el contrario, me ha demostrado su completa ineptitud y si fuera posible, lo devolviera a segundo año ahora mismo. Pero estaré satisfecho con quitarle los 20 puntos que el Señor Potter había conseguido.- los Gryffindor no recibieron con alegría el comentario.

-Profesor, si me desata juro que no lo mataré. Sólo le clavaré mi varita en el ojo, pero nada más.- gimió Draco arrastrando las palabras sin dejar de mirar al pelirrojo. Mortimer pareció ocultar una sonrisa y carraspeó.

-La clase ha finalizado. Señor Malfoy, lo acompañaré personalmente a la enfermería. Segura estoy de que podrán hacer algo por usted.- unos murmullos excitados escaparon del salón y el profesor se percató de su error. –Que digo, seguro estoy…

(. . .)

-Prepárate Ron. Ayer escuché a un Slytherin que Malfoy estaba planeando una venganza. No te sorprendas si hoy te llega la citación a un duelo con él.- Ron tragó saliva asustado y miró a Harry implorante. Dean se alejó después de darle la advertencia y se perdió entre la creciente manada de estudiantes del corredor.

-¿Qué haré?- gimió con los ojos cegados por el horror.

-Ron es comprensible que quiera vengarse, de verdad que esperaba más de ti…- Hermione no completó su oración porque Ron se detuvo en seco y la miró colérico.

-¿Es comprensible? ¿Estás de parte de él? ¡Pero si esto no hubiera pasado si no te hubieras negado a ayudarme!- Hermione arrojó con estrépito su libro de Conviviendo con lo Tenebroso sobre la mesa de la biblioteca.

-Corrección. Esto no hubiera pasado si no fueras un lame pisos, como dijo Pevees.- Harry abrió la boca con asombro al igual que Ron. Sabía que Hermione tenía razón en que el pelirrojo se había sobrepasado, pero esto fue inaudito.

-Hermione, nadie tiene la culpa de lo que pasó ¿vale?. Si hay un culpable sería Malfoy por tomarse tan a pecho las cosas.- lamentablemente, el comentario de Harry no tuvo el efecto que él quería. Sus dos amigos se ignoraron escrupulosamente durante el resto del día. Ni siquiera se dirigieron la palabra cuando estuvieron en Herbología, y la profesora Sprout, junto con Hagrid, dio una de las clases más interesantes del trimestre. Harry simplemente quedó fascinado, pero no hubo manera de soltarle una frase alegre a Ron o a Hermione.

Al llegar Octubre, el frío se extendió por los terrenos a medida que pasaban los días. Los entrenamientos de quidditch ya habían dado comienzo y Harry se preocupaba por apartar el campo tantas veces como podía para que él y su equipo planificaran estrategias contra sus primeros rivales: los Slytherin. Los profesores también empezaron a planificar estrategias para reprobar a los alumnos en los exámenes. No habían podido disfrutar ni un solo fin de semana debido a la gran cantidad de deberes que les mandaban a los alumnos y entre evaluaciones continuas, ninguna casa había podido evitar que se le descontaran puntos. Por si fuera poco, Harry tenía que turnarse cada semana con sus dos amigos. Hermione y Ron seguían sin hablarse, por lo que el chico tenía que maniobrar entre ambos para no despreciar a ninguno con el otro. Al menos Hermione se la ponía más fácil, ya que cuando no se hallaba inmersa en los libros de la biblioteca, se pasaba horas en la sala común charlando con Ginny, la hermana de Ron.

-Nunca la perdonaré. ¡Defendió a Malfoy!- Harry suspiró cuando se sentó a la mesa en el desayuno. Sabía que tan grande era el resentimiento de Ron, pero estaba totalmente seguro de que cuando sacaba a Hermione a flote, sólo lo hacía para convencerse más así mismo de que estaba actuando de manera correcta. En ese momento Parvati y Lavander aparecieron en el Gran Comedor y se sentaron inmediatamente al lado de los dos Gryffindor. Harry buscó a Ron con la mirada.

-¿Qué haremos hoy, hinkypunks?- Ron rió melosamente dándose importancia. Harry en ese momento se dio cuenta que Hermione había entrado en el Gran Comedor y le había hecho señas. El pecoso lo notó.

-Si quieren damos un paseo por el lago, no tenemos planes después de las tres. ¿Verdad, Harry?- Harry abrió los ojos con impresión y se percató de la insinuadora mirada que Parvati le dirigía. Carraspeó ligeramente.

-Yo si tengo cosas que hacer.- murmuró, llevándose una cucharada de meigas fritas a la boca. Ron frunció el ceño.

-¿Qué cosas?-

-Yo…- Harry vaciló. –le prometí a Hermione que la ayudaría con unas cosas.- Ron le dirigió una mirada incrédula.

-¿Hermione pidiendo ayuda? No, sabes que sé que no te creo. – se volvió rápidamente hacia Lavander. -"El llanto penetrante que se alimenta del dolor y deja más pena que…"- el pelirrojo se cayó confundido. –Oh, lo olvidé.- las dos chicas rieron encantadas, como si eso hubiera sido lo más espléndido que Ron hubiera dicho jamás. Hermione dejó escapar un bufido. En ese momento, un chico de Ravenclaw se acercó a la mesa e intercambió palabras con la castaña. Ron se irguió un poco en el asiento para ver mejor que hacían y Harry juraría que hizo un ademán de levantarse cuando el chico se llevó a la castaña del Gran Comedor.

Cuando terminaron de desayunar, Ron jaló inmediatamente a Harry para sí. -¿Qué harás ésta tarde?-

-¡Entrenar!- Ron lo miró contrariado.

-El partido es en 4 días Harry, y sabes lo bien planificados que estamos.- el moreno siguió caminando.

-Pero no sabemos que tan bien planificados estén ellos.- murmuró señalando a un grupo de Slytherin pasar. Malfoy iba entre ellos, ya recuperado del incidente, y cuando reparó en los dos Gryffindor, les dirigió miradas hoscas y continuó su camino, hablando animadamente con Marcus Flint.

-¡Nos ignoró!- observó el pelirrojo con asombro.

-Me pregunto que se traerá entre manos.- opinó el moreno frunciendo el ceño.

-¿Traerse entre manos? ¿No te das cuenta, Harry? ¡Creo que está herido y por eso no nos ha insultado!... creo que Dean estaba en un error, no creo que se vaya a vengar en realidad. Fíjate, si planeara vengarse, no hubiera dejado correr un mes ¿o sí?- Ron parecía esperanzado por lo que Harry no quiso dar su verdadera opinión. Iban hacia el pasillo del cuarto piso cuando divisaron a Neville charlando animadamente con una chica. Ron le dio un codazo a Harry.

-¡Eh, Harry!- Neville se despidió de la chica y se acercó hasta ellos.-Casi lo olvido, toma- espetó, extendiéndole una pequeña carta.-Me han dicho que debía entregarte esto.- Harry examinó la carta con curiosidad sin reconocer la estilizada letra.-¡Hasta luego!-

-¿De quien es?- El moreno la abrió y leyó las únicas dos líneas que se extendían sobre el papel.

-Es de Dumbledore, quiere verme en su despacho el lunes en la noche.-

-¿Para que?

-No dice…- Harry se encogió de hombros y sin decir nada más siguieron caminando hasta el aula de Encantamientos. Cuando llegaron, Hermione se hallaba sentada en una mesa sola, leyendo una enciclopedia con aparente interés y no les dirigió ni una mirada a los chicos.

-Hoy aprenderemos a realizar un encantamiento que les será muy útil en el futuro.- explicó la vocecilla del profesor Flitwick. –Y recibe el nombre de Mosterfapter. ¿Alguien sabe en que consiste dicho hechizo?.- hubo una pausa y el hombrecillo sonrió. -¿Si, Srta. Granger?- Hermione se aclaró la garganta.

-Permite que el mago que lo conjura consiga una visión ilimitada de todo a su alrededor. Generalmente es usado en el Departamento de Ocultismo del Ministerio para misiones especiales.

-¡Muy bien Srta. Granger! ¡5 ptos!. Bien van a sujetar sus varitas de este modo y llevársela a la sien. Luego van a pensar con todas sus fuerzas en la manera en que se desvanecería una pared mental que les obstruyera la vista y van a blandir su varita… ¡Mosterfapter!- la mayoría de los alumnos repitieron el hechizo conjuntamente con el profesor. Media hora más tarde, Flitwick había colocado delante de cada uno una caja con algo adentro y ninguna persona había logrado mirar que había a través de ella excepto Hermione.

-Deja cansancio mental. No me sorprende que ese departamento tenga tantos inconvenientes para resolver casos.- Harry no respondió nada pero pasó una mirada preocupado por el aula.

-¿También permite ver a través de capas invisibles?- susurró levantando de nuevo la varita y conjurando el hechizo. Esta vez Hermione no respondió porque Ron le tomó la palabra.

-Por supuesto que no. No debes subestimar tanto las capas invisibles porque si no, no fueran tan sorprendentes.-

-Claro. Además Harry, la verdadera finalidad de este hechizo no es simplemente actuar como un aparato de rayos X a corta distancia, si no para poder escarbar el horizonte más próximo.- comentó Hermione entusiasta.

-Eso si que es práctico.

-Intentaré usarlo para ver que están preparando de comer los elfos domésticos.- Harry observó por un instante como Hermione le dirigía una mirada de reproche a Ron pero no comentó nada.

La mañana del partido llegó y Harry no pudo pegar el ojo en toda la noche. El día anterior había asistido a su cita con Dumbledore en su despacho y el tema que trataron era tan serio, que no se apartó de sus pensamientos ni por un instante. Por otro lado, se extrañó muchísimo que Ron no se apareciera en el dormitorio en toda la noche, cuando él le había asegurado esperarlo para averiguar que le había dicho Dumbledore. Con los nervios a flor de piel bajó hasta el Gran Comedor, esperando que Ron estuviera allí.

La multitud extendía murmullos excitados a lo largo de todas las mesas pero las miradas más preocupadas se encontraban en la mesa de Gryffindor. Cuando Harry se aproximó, Hermione se levantó inmediatamente del asiento.

-Han embrujado a Ron- Harry tardó un momento en reaccionar mientras el resto del equipo se aglomeraba en torno a él. –Está en la enfermería. Le será imposible jugar, Harry.- la mente del moreno se hallaba aturdida, sin saber que decir. Corrieron para atravesar el vestíbulo y tomaron el atajo del retrato de una bruja que estaba enamorada de Sir Cadogan para llegar más rápido.

-Al parecer fue anoche. Me apuesto todo el oro de Gringotts a que fueron los Slytherin- chilló Ginny contrariada mientras su capa de cazadora ondulaba con sus pasos apresurados. Cuando llegaron, la Señora Pomfrey estaba discutiendo acaloradamente con Louis Mortimer y Ron se hallaba postrado en una cama con una expresión tensa.

-¡He dicho que no jugará! ¡No ven el estado en el que está!- gritó la mujer al ver entrar a los Gryffindor. Harry corrió hasta Ron y lo miró preocupado. El pelirrojo no le devolvió la mirada, sólo frunció el ceño.

-¿Quién está allí?- Harry abrió la boca anonadado al escuchar la pregunta de Ron.

-¿Qué le han hecho?- preguntó espantado. Ginny se tapó la boca con las manos.

-Maldición Ocular. Es bastante compleja y el único remedio es hacer que beba la poción Oculus, pero tarda al menos dos días el elaborarla.- contestó Hermione lanzándole una mirada de soslayo a Mortimer que permanecía con el semblante serio.

-¡Gracias al cielo, Harry!... convenzan a Pomfrey para que me deje jugar. Demonios, estoy seguro que fue Malfoy.- gimió el chico desesperado, palpando con sus manos la cama en busca del tacto de alguien más. Harry buscó con la mirada al resto del equipo. Sus caras exhibían el mismo desconcierto que él.

-Slytherin nos aplastará sin un guardián.- opinó Woddy. Un muchacho enclenque y desgarbado que hacía el oficio de golpeador. Los demás parecieron bastante de acuerdos.

-No podemos sin más suspender el partido- contraatacó Harry y se pasó una mano por la cabeza.

-Si en mis manos estuviera, le daría la poción a Weasley ahora mismo, Potter- todos los rostros voltearon a contemplar a Mortimer.-Pero como dijo la Srta. Granger, tardaré dos días, quien sabe si tres… en elaborarla.

-¿Qué harán?- preguntó Hermione cuando el equipo iba caminando rápidamente hacia el Gran Comedor. Al entrar se toparon con unos cuántos Slytherin que se reían de ellos.

-¿Qué sucede, Potter? ¿Fuiste a ver a tu novio?- los chicos rieron a carcajadas ante el comentario de Malfoy. Hermione jaló a Harry para que se sentara en la mesa.

-No nos queda opción. Tendremos que jugar sin guardián.- decidió el moreno un minuto después. Los demás lo observaron con aversión.

-Pero… - Harry negó inmediatamente con la cabeza.

-Ustedes…- habló mirando directamente a Ginny, Woddy, Abril, Aleine y Deivid –Harán lo imposible por mantener la quaffle de nuestro lado. Mientras que yo, me encargaré de buscar y coger la snitch antes de los primeros 20 minutos.

-¡Así se habla, Harry!- el chico le sonrió agradecido a Ginny y un minuto después todos descendían las escaleras de madera que daban hacían el estadio de Quidditch. Hermione ya se hallaba en las gradas del campo acompañada por Neville y Luna. Neville hablaba animadamente con Luna sobre herbología, pero el chico dibujaba expresiones contrariadas cuando la rubia le relataba historias sobre plantas inexistentes. Hermione por su parte había llevado su varita consigo. No sabía por qué, pero después del comentario de Malfoy en el Gran Comedor, había tenido la resolución de ayudar lo más posible a Gryffindor para ganar el partido, así eso significara saltarse las reglas, porque segura estaba, que había sido ese Slytherin el que le había hecho el embrujo ocular a Ron.

-¡Bienvenidos todos al primer partido de Quidditch de la temporada!- la voz de Seamus se hizo sentir a lo largo de todo el campo en donde los gritos de la multitud se fusionaban con el gélido viento del mes. -¡Las Casas a enfrentarse este día serán Gryffindor contra Slytherin!- rugidos provenientes de Gryffindor apagaron por completo los abucheos de los Slytherin. Hermione observó como Harry salía seguido de todo su equipo y se topaba de cara a cara con Slytherin. Marcus Flint era el capitán, y mientras éste estrechaba la mano de Harry, la castaña pudo jurar haber visto como se extendía una sonrisa malévola a lo largo de su rostro. –Hemos recibido la noticia de que Gryffindor tendrá un duro comienzo ya que curiosamente se han quedado justo el día de hoy sin guardián. Si gana Slytherin, no merecerán un cordial recibimiento debido a su ingeniosa idea de borrar de la faz de la tierra a Ron Weasley…

-¡Finnigan!- rugió la profesora Mcgonagall por encima de las risas.

-Discúlpeme profesora. ¡Válgame el cielo, qué comienzo! Aleine tiene la quaffle y vuela de una manera deslumbrante por el campo. Ha esquivado la bludger de Crabbe y va a marcar señores, pero ¡oh! Todo fue un engaño, se la ha pasado a Weasley en el último momento… ¡1 favor de Gryffindor!- Neville vitoreaba al lado de Hermione y ésta buscaba con la mirada a Harry. Al poco tiempo lo encontró. El chico se hallaba suspendido varios metros encima del campo y rondaba con la mirada fija en todo el estadio. Malfoy voló hacia él y al parecer le estaba diciendo algo.- ¡Uh! Eso merece venganza. ¡Y si! Deivid Welberg le ha dado con la bludger a Marcus Flint que en estos momentos se halla sujeto con un solo dedo a su escoba. Ojalá se cayera…

-¡Seamus Finnigan!-

-No me había dado cuenta que este año el buscador de Slytherin se regodea a propósito por el campo para mostrarnos su nueva escoba Pegasus. A pesar de que digan lo buena que es, personalmente no le veo alguna mejora al lado de la fabulosa Saeta de Fuego de Potter… ¡Slytherin ha marcado! Ante este nuevo giro de los acontecimientos vemos que la cazadora Abril se queda cerca de los aros para hacer el oficio de guardiana. ¡Muy bien pensado, ha parado el lanzamiento de Theodore Nott!.. Ginny Weasley se hace de nuevo con la quaffle y por alguna extraña razón, Marcus Flint está siendo caballeroso con ella. –un abucheo colectivo se extendió por las gradas de los Gryffindor. –Corrección, señores. Flint le ha dado un duro golpe a Weasley y ahora se hace con la quaffle hacia el lado contrario del campo.- En ese preciso momento, Hermione observó como Harry descendió en picada hacia el campo y Malfoy, directamente detrás de él. Todos empezaron a gritar al percatarse que Harry había visto la snitch y la misma emoción que se afloraba por los poros de los jugadores de Gryffindor los hizo desconcentrarse.- ¡20 a 10 a favor de Slytherin! Vamos Gryffindor, dejen que Potter haga solo su trabajo.- el partido no siguió como esperaban. Harry perdió la snitch y Malfoy se burló de él, mientras que los Slytherin empezaron a ser más sucios aún. Crabbe y Goyle no dejaban en paz a Aleine y Abril que ya tenían los rostros llenos de moretones y golpes y con todo y eso estaban siendo protegidas por Deivid, mientras que Woddy hacía todo lo posible porque Marcus Flint no tumbara de su escoba a Ginny. Media hora más tarde, Ginny logró marcar otros 3 tantos para Gryffindor pero Marcus y Nott consiguieron entre ambos 7 más para Slytherin. Hermione casi se salía de las gradas de furia y no sabía que hacer para ayudar al equipo. Las caras de todos eran de consternación, menos Slytherin que silbaba cada vez con más ímpetu.

-¡Harry Potter por fin ve la snitch!- anunció Seamus un rato después cuando el moreno salió pirado hacia los aros de Slytherin. Flint se dirigía con toda su furia a detener a Ginny y Harry pasó velozmente al lado de la chica, protegiéndola de Marcus. Ginny marcó un gol. –Falsa alarma. Potter sólo quería salvar a Weasley. – Hermione dio un grito cuando buscó a Malfoy con la mirada y lo encontró volando como un rayo hacia las gradas de Ravenclaw. Zigzagueó asombrosamente por las gradas persiguiendo la snitch y se dirigía hacia las gradas de Gryffindor cuando Harry al fin notó lo que estaba sucediendo. Con desespero, voló ferozmente hasta allá, pero Hermione pensó que era demasiado tarde, Malfoy ya estaba extendiendo el brazo izquierdo hacia la pequeña pelota dorada. Entonces, sin previo aviso, la castaña sacó su varita. Antes de llegar a las cerdas, flotando sobre el mango blanco, se hallaba recubierta una brida de oro. Había oído hablar a Ron sobre ella, pero más que eso, le pareció haber leído en alguna parte lo que esa brida hacía. Empuñó su varita firmemente y lanzando una mirada airada, la dirigió hacia Draco. Si lograba pegar el hechizo con tan terrorífica velocidad de la Pegasus, sería una genio.

-¡Reducto!- el haz de luz rojiza cayó directamente sobre la escoba del chico. La brida de oro se partió en dos y cayó entre las alturas y con un chasquido, la Pegasus dio una brusca voltereta y arrojó con una insólita fuerza al cuerpo de Draco hacia adelante que chocó con las gradas de Gryffindor e hizo un hueco en ella. Harry consiguió atrapar la snitch en medio de los gritos de confusión que se extendían por todo el campo. Los profesores corrieron precipitadamente junto con el equipo de Slytherin hacia la grada agujereada, para ver el cuerpo inerte de Malfoy, cubierto de polvo en el suelo.

Cap. 5 Descubierta

-Es imposible. Se que me están diciendo la verdad… ¡Pero es imposible que una escoba tan maravillosa, increíble y excepcional como la Pegasus se dañara así como así! Quiero decir, me alegro que haya sucedido. Si la brida no se hubiera quebrado misteriosamente, Harry no hubiera atrapado la snitch y yo no estuviera feliz de que lo que Malfoy me hizo la haya pagado de esa forma.- Hermione escuchaba parlotear a Ron y miraba la alegre expresión de Harry sin dejar de sentirse culpable. Esa tarde, Mortimer entraría por la puerta de la enfermería y le devolvería la vista a Ron.

Hermione agradecía el hecho de que ya no tuviera que entrar ahí, porque el remordimiento la consumía por completo cuando entraba y se encontraba con Malfoy postrado en una de las camas. Desde el incidente no había recobrado el conocimiento, a pesar del dolor que debería suponer el dejar que el tónico le curara los huesos de ambas manos. También tenía un vendaje alrededor del cuello que hacía la ilusión de un collarín y Pomfrey le había dicho que tenía herida una pierna. En el fondo, la castaña no se preocupada por lo que le había pasado al rubio, o eso creía. Lo que le dolía era el haber hecho trampa de una manera tan vil y desalmada. Llegó a la conclusión de que había quebrantado al menos 4 reglas en 5 segundos al lanzar el embrujo hacia Malfoy y lo que era aún peor, que seguramente alguien lo había notado. Porque a pesar de que sus mejores amigos, los profesores, y el resto de los equipos no se hubieran percatado de lo que ella hizo, era de esperarse que algún ser vivo hubiera contemplado su descaro.

Se concentró pues, en sonreírle a Ron cuando era necesario (aunque este no lograra ver el gesto), debido a que los acontecimientos de los últimos tres días los habían vuelto a unir.

-Y entonces Harry, ¿Qué era lo que Dumbledore quería de ti?- Hermione percibió la repentina seriedad de Harry ante la pregunta de Ron.

-Recuerda que atrás de nosotros está Malfoy.- Ron dibujó un mueca de desinterés.

-¿Y qué? Créeme Harry, he convivido las últimas dos noches con él y a pesar de que estoy ciego te puedo asegurar que no ha movido ni un músculo, ni un quejido, nada de nada.- sonrió el pelirrojo con satisfacción. –Aunque lamentablemente aún respira.- completó mientras daba un bostezo.

-Ron no seas así. No es posible que le desees la muerte a Malfoy, no se la merece. –Ron puso cara de incredulidad y Hermione le dirigió una mirada al rubio, que se hallaba del otro lado.-Bueno, quizá si la merece. –agregó un poco más convencida.

-Estuvimos incursionando en el pasado de Voldemort- soltó el moreno de repente. Ron y Hermione jadearon al unísono.

-¿Cómo? ¿Hablas en serio?- Harry asintió.

-Y los paseos en su pasado seguirán, por lo que veo. Dumbledore dice que es importante que vea todas estas cosas, porque… porque…- el moreno vaciló un momento. –Porque soy yo el que he de deshacerme de él.- Su cara fue de completa resolución pero la de Ron, que seguramente era igual que la de ella, mostraba un temor inconfundible.

-¿Crees que nosotros podremos ayudarte?- Ron chasqueó la lengua pero Hermione no le hizo caso.-Quiero decir….- el moreno no la dejó seguir. Un ruido proveniente del otro lado de la enfermería los había alertado. Draco se encontraba despierto porque acaba de estornudar, pero no sabían cuánto tiempo podría haber permanecido indetectable para ellos. Sin embargo, el rubio ni siquiera los miraba. Contemplaba con desinterés la mesa atestada de golosinas y flores que tenía a un lado de la cama pero sus ojos se tornaron vidriosos al reparar en su escoba Pegasus que se hallaba toda estropeada.

(. . .)

A medida que pasaban los días los deberes se les iban acumulando a los alumnos cada vez más. Sólo Hermione lograba mantener el ritmo y terminar todas las tareas a tiempo y por si fuera poco, perfectamente elaboradas. En Encantamientos, seguían practicando el hechizo Mosterpfacter, mientras que en Pociones, Mortimer había seguido con su método de envenenamiento masivo entre Gryffindor y Slytherin en donde más de una poción fue mal elaborada y los resultados dieron origen a un sinfín de venganzas entre ambas casas. Hermione se indignó el lunes en la tarde cuando Snape le entregó su ensayo sobre las Banshees con un mísero "Aceptable", mientras que a Harry y a Ron les entregaba como nota un "Troll". Si eso no minaba el ánimo de los estudiantes pues otra cosa si lo hizo: los nuevos temas que estaba tratando Mcgonagall en Transformaciones.

-¿Y bien?- preguntó la mujer pasándose por cada una de las mesas del luminoso salón. Tanto los Gryffindor como los Slytherin parecían incómodos. Mcgonagall tenía la ceja peligrosamente alzada y una expresión escéptica. –No es posible que unos jóvenes cuyos estudios están casi por terminar no sepan usar la lógica en algo tan obvio y trivial.- Hermione suspiró exasperada. Ella era buena, indudablemente, pero eso de lógica mágica no es que se le diera muy bien. Para ser sinceros, no tenía idea de cómo resolver un acertijo. Estudió a Harry y a Ron con la mirada y no se sorprendió al ver las expresiones de sus caras.

Un ligero carraspeo al fondo del aula captó su atención. Malfoy acababa de levantar lentamente su brazo y pedía silenciosamente una muestra de atención. La profesora frunció el ceño agudamente. Lo más probable es que pensara que el rubio iba a criticarla o a quejarse de algo.

-¿Puede repetir el enigma? Creo tener la respuesta…- Los delgados labios de la mujer se tensaron.

-¿Qué es mayor que Dios, más maléfico que el Demonio. Los pobres lo tienen, a los ricos no les hace falta. Los muertos lo piensan y si lo comes morirás?-

-Nada.- contestó el rubio en el acto. El resto de la clase giraron los rostros atontados. –Nada es mayor que Dios ni más maléfico que el Demonio. Los pobres no tienen nada…- vaciló un instante y miró de manera burlona a Ron. –A los ricos no les hace falta nada. Lo muertos no piensan en nada y si no comes nada, mueres obviamente.-finalizó arrastrando las palabras. La profesora Mcgonagall no se inmutó ni por un momento. Empezó a pasear de nuevo y se dirigió a su escritorio.

-10 puntos para Slytherin. Efectivamente, la respuesta es nada. Para la próxima clase deberán traer resueltos cada uno de los Enigmas o Acertijos que les copiaré en el pizarrón. Y sin peros, el saber usar la lógica es algo sencillamente importante dentro del mundo mágico… y más adelante se enterarán porque tiene tanto peso en mi materia. Buenas Tardes.- los alumnos recogieron copiosamente sus cosas y Hermione se sentía tan molesta que abandonó el aula primero que nadie.

-¡Eh, Hermione!- Ron y Harry persiguieron a la chica a lo largo del pasillo. Cuando la alcanzaron, sonrieron ante su expresión crispada. –No te permitiremos que Malfoy te vuelva a ganar en algo, ¿entendido?- Hermione bufó sonoramente y les dio la espalda.

-¿Sólo se preocupan por el hecho de que me haya superado?.. De verdad, ¿no tienen idea de lo que pueda significar que me cueste tanto algo mientras a él, se le hace tan absurdamente fácil? ¡Díganme!- exigió consternada cuando atravesaba el patio de Transformaciones. -¿O es que acaso Malfoy puede leer la mente?-

-¿No se te ocurrió pensar… que simplemente es bueno aplicando la lógica?- inquirió Harry deteniéndose enfrente de un tablero que promocionaba un club de duelo entre los Ravenclaw. Ron también empezó a leer el anuncio.

-Si, pensé en ello. Pero…- la expresión de la castaña no era de convencimiento. No había terminado de expresar su enojo cuando una lechuza gigantesca y de aspecto hosco dirigió su vuelo hasta ellos. Varios alumnos que caminaban por el patio la señalaron con el dedo.

-¿Qué es esto?- la lechuza se guindó de una asustada Hermione que desprendió inmediatamente la carta que el animal traía. Frunció el ceño, reconociendo la confusa letra y mientras Ron se acercaba para ver mejor, Hermione retrocedió un poco, luego sonrió.

-Es de Viktor.- comentó calladamente leyendo la carta. Harry puso los ojos en blanco y Ron la contempló con asombro, como si no pudiera creer lo que ella había dicho.

-¿Krum? ¿Sigues manteniendo la correspondencia con ese zoquete?- espetó acaloradamente.

-¿Quién era el que besaba el suelo que él pisaba?-

-¡Yo no…! Él es un zoquete… intenta… tiene muy malas intenciones para contigo…- Ron adoptó un color rojizo en sus mejillas al igual que las orejas. La castaña se percató del repentino alejamiento de Harry de ambos.

-Los veré en la cena. Voy a ir a la Lechucería.- dijo la chica con una pequeña sonrisa. -¡Harry!- el moreno volteó atónito. -¿Me prestas a Hedwig?-

-Claro, no hay problema.- Hermione no esperó a que Ron siguiera con su pelea imaginaria y corrió hasta llegar a un retrato y tomar el atajo por él. Le agradaba mucho el que Viktor se tomara tan en serio cada palabra que ella decía. Sabía perfectamente que el chico no tenía conocimiento de la más mínima parte que ella, pero esa motivación que el mostraba para aprender de cada cosa que la castaña decía era lo que le daba más satisfacción. En pocos minutos llegó a la Lechucería y mientras subía los sucios escalones de piedra, la gélida brisa alborotaba su ya de por si alborotado cabello.

La mayoría de las lechuzas de Hogwarts se hallaban allí. Algunas permanecían en un insufrible sueño y la única de color nieve permanecía acurrucada a unos metros de ella. Hermione tardó unos minutos en escribir una extensa carta para su amigo y llamó a Hedwig para que la entregara. Observó con detenimiento como la lechuza se convertía pronto en una mota blanca en el anaranjado horizonte. No sabía cuánto tiempo habría permanecido en ese estado, mirando el impresionante atardecer, pero fue cuestión de segundos lo que le llevó darse cuenta que alguien más había llegado allí.

Hermione se giró completamente.

Draco Malfoy había aparecido en la Lechucería. Llevaba un sweater de lo que era claramente piel de dragón y una bufanda fuertemente amarrada del cuello. También tenía las mejillas increíblemente sonrosadas y parecía que acababa de dar una larga carrera. Cuando el rubio levantó la vista y la miró, dibujó una sonrisa ladeada. Se giró lentamente, sin dejar de mirarla, y cerró la puerta de la Lechucería. Hermione alzó las cejas.

-Al fin solos, Granger. – comentó paseándose un poco por la estancia. Luego suspiró. –Me ha costado ¿sabes?... ni siquiera cuando te separas del chalado y la rata para Aritmancia, Runas o cualquier otra estupidez te logro seguir el paso.-

-¿De qué demonios hablas?- espetó un poco insegura.

-Sólo cuando estás en la biblioteca te tengo para mí solo…- siguió sin prestarle atención. –Pero no era el lugar más apropiado para charlar contigo.- desenrolló un pequeño pergamino que llevaba escondido y llamó a una de las lechuzas. –Por eso es que tuve que fingir ser Viktor Krum en la carta que tienes en tu mano. –La castaña abrió la boca, estupefacta.

-¿Qué?- Draco rió.

-No sabía que fuera tan bueno para el espionaje, ni para mentir. Pero ya vez, he engañado a la bruja más inteligente de Hogwarts. Porque no niego, pequeña sangre sucia, que eres la más inteligente.- esta vez arrastró las palabras con un dejo de odio. –Pero aquí me tienes. Todo se resume a esto… ¿no?-

-Malfoy, ¿de qué demonios hablas?... no entiendo, que…- Draco volvió a reír entre dientes y se acercó más a ella. Del bolsillo extrajo otro pergamino y lo desdobló. Luego, se lo enseñó a Hermione. La chica agarró el pergamino con bastante recelo y luego se dio cuenta que se trataba de una foto. En ésta, se veía claramente el estadio de quidditch y un montón de figuritas volando sobre las escobas. Hermione frunció un poco el ceño y en una de las esquinas de la foto, descubrió efectivamente las gradas de Gryffindor y en las tribunas principales, otra pequeña figura, claramente reconocible, alzó su varita hacia uno de los chicos en escoba y posteriormente, el chico perdió el control de la escoba y su cuerpo atravesó por completo las gradas. El mismo movimiento se repetía una y otra vez en la arrugada foto. Los labios de Hermione temblaron ligeramente antes de apartar la vista.

-Muy lindo… ciertamente.- la castaña no miraba a los ojos al rubio, que se empeñaba ciegamente en estudiar su cara. -¿No tienes nada que decir a tu favor, verdad Granger? Me parece que esta foto lo dice todo. Ciertamente, llevaba días preguntándome como había perdido el control tan de repente.-

-Escucha… yo…- la castaña volvió a callarse ante la sonrisa incrédula de Draco.

-¿Tu no querías hacerlo? ¿La varita actuó sola? ¿Hechizaste a quien no era?- Malfoy rió entre dientes, esta vez un poco más alto.-Granger, Granger, Granger… Espero que estés feliz. Gracias a ti, fui vencido de nuevo por Potter cuando por primera vez en la vida lo iba a superar justamente. Gracias a ti pasé dos noches deseando morirme por el dolor, porque sí lo sentí, y gracias a ti tengo en mi poder la más irrefutable prueba de tu expulsión de Hogwarts.-

-¡Tú embrujaste a Ron!- chilló Hermione dándole un empujón.

-¡Yo no lo hice! Y si lo hubiera hecho, ¿tienes alguna evidencia mejor que la que yo tengo?- la chica sacó su varita, presa del pánico y apuntó a Malfoy con determinación.

-Entrégame la foto.-

-¿O qué?- siseó el chico guardándosela en su bolsillo.

-¡No sabes lo que soy capaz de hacer!-

-Ah!... Ya. O sea, que eres capaz de atacarme, quebrantar la ley aún más de las que ya quebrantaste, por arrebatarme una simple foto. ¿Qué te dice a ti, Granger que no estaba ya preparado para tu reacción? ¿Cómo sabes que no tengo otra foto de lo que me hiciste?- Los ojos de Hermione se aguaron al instante y negó con la cabeza.

-Malfoy…- el chico sonrió más aún.

-¿Si?- la chica empezó a llorar silenciosamente frente a él. La desesperación se estaba apoderando de ella y la impotencia que sentía de no poder hacer nada la estaba matando. De repente y sin previo aviso, Draco dio la vuelta y abrió la puerta de la Lechucería con un chasquido. Luego la estudió durante un momento con sus fríos ojos. –Lárgate.- murmuró, transformando su rostro en una expresión de completa ira. –Lárgate y no hables de esto con nadie. Si es que tu sucia boca es capaz de contenerse y no contárselo a Potter o Weasley.- Hermione dio unos pasos inseguros con los ojos aún inundados. –Puedes dormir tranquila, seguramente en los próximos días tendrás la dicha de seguir estudiando en Hogwarts. Pero no te confíes Granger, no sabes de lo que soy capaz. –se miraron mutuamente con expresiones serias. Draco hizo un ademán de impaciencia y Hermione pasó a su lado sin decir nada, bajó los escalones apresurada y se alejó lo más rápido posible de la Lechucería. El rubio contempló su trayectoria un buen rato. Cuando no pudo reconocer su figura ante la creciente oscuridad que se cernía sobre el castillo, volvió a sonreír satisfecho consigo mismo y caminó lentamente de regreso.

(. . .)