Te amo

Capítulo final parte I: Elaborando un destino

No podía creer lo que escuchaba de boca de la propia Sayaka, de la inocente Sayaka que tanto había querido como una hermana tiempo atrás. La pequeña e inocente niña que tanto adoraba, ahora estaba amenazándome…y no podía permitirlo, no podía permitir que ella quisiera hacerle daño a Yukiya…

- ¿Es tu última palabra, Sayaka?

- Me temo que si.

- Siempre te he querido como una dulce y tierna hermana, no hagas que me arrepienta de haberte conocido y de haberte dado mi confianza.

- Quiero que seas mío, entiéndelo. Ese niño jamás podrá darte lo que yo estoy dispuesta a ofrecerte por razones obvias.

- Esa decisión es mía, no tiene nada que ver contigo.

- Somuku, piénsalo bien. Él no es digno de ti, es solo un niño que podría ser como tu hermano. Tarde o temprano te cansarás de él y yo ya no estaré para recibirte cuando eso suceda.

- Eso no pasará.

- Ámame, yo puedo dártelo todo…

- Siento mucho no poder corresponderte. Espero que entiendas mis sentimientos…algún día, Sayaka.

- Entonces prepárate para lo que puede venir en contra de tu suerte.

- Estaré preparado. Pero eso sí, más te vale no meterte con Yukiya, de lo contrario puedes ir considerando cavar tu propia tumba, Sayaka, ya que olvidaré que alguna vez fuiste como mi familia.

La mujer salió sumamente enojada de la habitación y del hospital, dejando al empresario absolutamente solo y con los pensamientos rondando en un solo nombre: Yukiya. No quería que, por su culpa, él sufriera alguna clase de acoso o cosas mucho peores que había tenido que pasar a lo largo de su vida. No quería verlo sufrir por culpa suya o de sus enfrentamientos. Primero tendría que morir él.

- ¿Qué podré hacer? No puedo arriesgar a Yukiya a ningún tipo de peligro.

Oyó un ligero toqueteó en la puerta. Trató de relajarse un poco.

- Somuku-san, ya llegué. -Anunció con ternura el pequeño, ajeno a toda situación recién acontecida.

- Ah, Yukiya. Pensé que demorarías un poco más.

- ¿Hice mal en venir?

- No, claro que no. Siéntate, por favor. Necesito que hablemos.

- Si, claro –le dijo con una gran sonrisa.- ¿Pasa algo?

Le miró por unos segundos, dudando si debía decírselo, pero decidió arriesgarse.

- Quiero preguntarte algo muy importante. ¿Puedes responderme con sinceridad a lo que yo cuestione?

- ¡Claro que sí!

- Si yo me quedara sin nada, ¿seguirías a mi lado?

El joven se extrañó un poco ante tal comentario.

- ¿De qué hablas, Somuku-san?

- Solo responde a mi pregunta. ¿Te quedarías a mi lado?

Su rostro se tornó pensativo y esto alarmó un poco al empresario, pensando que, quizás, la pregunta era un poco difícil de responder o quizás era inoportuna. Hubo un pequeño silencio, pero finalmente el rubio decidió contestar a su pregunta. El niño sonreía.

- Aunque Somuku-san no tuviera absolutamente nada, yo estaría a su lado y padecería con él. –Respondió con sinceridad- La verdad me quedé pensativo porque intentaba imaginarme a Somuku-san como una persona normal como yo. Imaginar tanto me hizo doler la cabeza. –sonrió avergonzado.

- Pero, Yukiya…

Estaba preocupado.

- Sé que han ocurrido muchas cosas desagradables entre nosotros, pero no quiero que dudes de lo que quiero. He vivido mucho tiempo por mí mismo, pero estando contigo ya no puedo concebir una vida solitaria.

- Habrán muchas dificultades que tendremos que enfrentar. Quizás no contemos con mucho apoyo para nuestro futuro.

- No importa, igualmente quiero estar a tu lado. No me importa lo demás.

- Muchas gracias…-sonrió complacido, aliviado.

Somuku se acercó un poco más al pequeño cuerpo, para después rodearlo completamente en un cálido abrazo. Añoraba tanto su calidez en cada momento, sentirlo cerca era como un consuelo y aún con todo el orgullo que cargaba, no podía evitar sentirse doblegado al lado del universitario.

- Somuku-san, ¿pasa algo?

"¡Quiero violarte!" iba a decir, pero se arrepintió a los pocos segundos. Lo que menos quería era forzar a Yukiya. Solo reforzó el abrazo sin lastimar a Ayase, tratando de que este sintiera puramente su amor.

- Te amo, Yukiya…

El de ojos azules solo atinó a sonreír nuevamente y se dejó abrazar y mimar por su pareja.

Sabía de antemano que días difíciles vendrían después de ese, sabía también que padecería bastante por lograr ser al fin una persona honrada y digna de Ayase, pero…para no ponerlo en riesgo, tenía que pelear y protegerlo, porque eso es lo que se había propuesto. Pasase lo que pasase, no dejaría que el rubio padeciera ni sintiera necesidad, por ningún motivo lo haría sufrir ni permitiría que llorara. El estudiante sintió una rara angustia que de repente lo hizo temblar, aquel abrazo sobreprotector le estaba provocando inseguridad y no sabía el por qué. Deshizo el gesto secamente y luego miró desconfiado a un sorprendido adulto que lo miraba sintiendo un nudo en su garganta.

- Siento que me estás ocultando algo…y me hace sentir incómodo.

Kanou cerró fuertemente los ojos y agachó la cabeza.

- Lo único que debes hacer por mí es confiar, Yukiya, te prometo que no pasarás necesidad.

- Yo no hablo de eso, Somuku-san. Vi a Sayaka-san salir de la habitación apenas me dirigía a dónde estaba usted. ¿Acaso pasó algo malo con ella? ¿Tiene problemas por haberle dicho las cosas como eran? ¿Acaso lo amenazó?

- Niño, tranquilízate…respira un poco y deja de hablar tan precipitadamente. Haz una pregunta a la vez.

- ¿Le estoy causando molestias por mi egoísmo? –preguntó con incomodidad al ver que su pareja seguía con aquel serio semblante.

- Esto no tiene que ver nada contigo, así que no te preocupes.

Pero, por más confianza que el mayor le había dado, las dudas aún permanecían dentro de la mente de él, estrujando ligeramente su corazón. Seguramente –pensaba el joven- algo malo estaba sucediendo e indudablemente era su culpa, por ser tan caprichoso estaba lastimando a la persona que consideraba la más importante.

Finalmente Kanou fue dado de alta y podría regresar a su hogar en compañía de Ayase, quien, fielmente le acompañaba en su camino, en todo momento. Bajaron del taxi y entraron lentamente hacia el lujoso departamento. Yukiya abrió la puerta aún con la emoción reflejada en su rostro, pero la cruzar el umbral de la puerta, todo pareció deshacerse un solo instante. El pequeño sintió como Somuku se aferraba a él, mas no denotaba expresión alguna.

La casa estaba totalmente deshecha por dentro, como si la hubiesen saqueado. Ayase no se animó a preguntar nada, pero sintió que se ahogaba, muy incómodo.

- No te preocupes, todo va a estar bien –dijo el mayor.

Se sentía miserable, sentía que todo era culpa suya, por haberse enamorado, por haber entrado en la vida del empresario. Por culpa de él, Kanou estaba perdiéndolo todo, pero era tan egoísta que no podía pensar en dejarlo…no para que Sayaka tuviera el camino libre. Sí, era terriblemente caprichoso y egoísta y sentía vergüenza de sí mismo.

- Lamento esto…no deberías tener que pasar esto conmigo, Yukiya.

Se puso fuerte rápidamente. No podía hundirse, necesitaba ser el apoyo de Kanou-san sin importar qué. Entró a la casa ante la mirada sorprendida del empresario y comenzó a ordenarlo todo, aunque tardaría mucho tiempo haciéndolo solo. Somuku se acercó a él y le ayudó a acomodar todo.

- ¿No vas a preguntarme el porqué de este desorden?

Sonrió el pequeño, para comodidad del mayor.

- No voy a preguntar nada, solo quiero luchar contigo, pero si no puedes decirme nada, yo entenderé.

Somuku se llenó de ternura nuevamente y abrazó a Ayase, quien correspondió inmediatamente al contacto. No sabía aún cuan graves serían las consecuencias de ese momento en adelante, pero de lo que estaba muy seguro, era de que su amor por el mayor seguiría intacto pasara lo que pasara.

En muy pocos días, ya no tenía trabajo ni un par de empleados que estuvieran a su mando. Su oficina fue cruelmente saqueada y, del que antes fue un gran emporio, ya no quedaba nada. Kanou sacó del lugar lo poco que realmente podía llamar propio y abandonó para siempre el lugar que fue su orgullo por muchos años. Yendo de camino a casa, se topó con un preocupado Kaoruko, a quien solo atinó a sonreírle cansinamente.

- Conmigo no tienes que fingir lo que no sientes, Kanou. Esa mujer los ha dejado en la calle, a ti y al pequeño Yuki. ¿Qué pretendes hacer en adelante?

Miró fijamente al okama sin titubear.

- Seguir viviendo como me lo propuse desde un inicio.

- ¿Vas a seguir viviendo de esa manera, arrastrando contigo a Yukiya?

Su rostro se ensombreció.

- Por Dios, hombre…viven en una habitación de hotel. ¿Hasta cuándo va a durar esto? Déjame ayudarlos en algo, por favor.

- Estaremos bien, así que despreocúpate. Tengo que ir a casa.

Su amigo no objetó más al ver la decisión que denotaban sus ojos, y le dejó marchar sin cambiar su expresión angustiada.

El moreno giró la perilla y se adentró en una habitación terriblemente oscura y sin un solo ruido. Intentó llegar hacia el interruptor, pero un obstáculo a medio camino lo hizo tropezar y caer encima de un extraño bulto. Sacó rápidamente su celular y lo que vislumbró debajo de él era el rostro acalorado y demacrado de su amante, quien parecía hallarse inconsciente. Con ayuda del aparato, finalmente llegó hacia el interruptor y encendió la luz para después cargar el frágil cuerpo del rubio y depositarlo en la estrecha cama que compartían, sin siquiera tomar importancia del enorme desorden que los rodeaba. Vio como el muchacho abrió los ojos con dificultad para después concentrarse en su rostro.

- Has vuelto…-dijo con una falsa sonrisa.

- No hables. Tienes mucha temperatura. Iré a traerte alguna medicina de la farmacia. Espérame aquí ¿si?

Yukiya se aferró a su brazo, impidiéndole avanzar.

- No te vayas, por favor. Si te vas, ella volverá…

- ¿Quién?

El joven rompió en un llanto desgarrador, que inmediatamente conmovió al mayor, quien lo abrazó fuertemente para tratar de consolarlo.

- Perdona. Yo no pude hacer nada. V-Vinieron y se llevaron todo el dinero que estaba en tu cajita fuerte.

- ¡¿Te hicieron daño?! –exclamó sobresaltado.

- N-No, no me hicieron nada. Ellos ya estaban de salida cuando regresaba de la universidad. La puerta estaba abierta y ellos salieron corriendo apenas me vieron. –Su voz se quebró- Yo quise seguirlos, pero estaba muy mareado por la fiebre y, luego, ella vino, y…

- ¿Hablas de Sayaka?

Él asintió con temor.

- Ella no nos va a dejar en paz, Somuku-san…

Tragó fuerte mientras arrullaba tiernamente a su amante, quien rápidamente cayó dormido. Tomó las llaves de su mesita de noche y salió rápidamente hacia la farmacia más cercana, en donde compró lo que necesitaba para después salir de ahí con la misma prisa.

Repentinamente se sintió observado. Caminó con más prisa solo para darse cuenta de que un extraño estaba siguiéndolo de camino hacia el hotel. Tomó otra ruta para perderle el rastro, pero no fue lo suficientemente rápido para perderle de vista. Un golpe en la nuca lo dejó mareado y tirado en un rincón de callejón, lleno de bolsas de basura.

- ¿Quién eres? –preguntó.

El desconocido sonrió entre las sombras, Kanou podía ver su perfecta y blanquecina dentadura.

- Me llegó el rumor de que el Todopoderoso Kanou Somuku, ahora no era nada más que una vil rata de alcantarilla porque lo perdió todo. No dejé de reírme toda la noche por tu desgracia. Al fin estás pagando por todos los errores que has cometido.

- No sé de qué estás hablando –dijo aun en su confusión.

- ¡Oh! –exclamó.- ¿Es que no recuerdas al tipo pobre y miserable al cual dejaste en la calle por incumplimiento de pago del dichoso préstamo que le hiciste?

- Tú eres… ¿Ueda?

El nombrado salió de las sombras, dejando ver consigo un rostro lleno de cicatrices y arrugas, sin borrar de su rostro una enorme y sádica sonrisa.

- Veo que te acuerdas de mí. Me hiciste rogarte de rodillas por clemencia, pero de igual manera me dejaste sin un centavo. Mi esposa me dejó, caí en desgracia…y todo por ti. Es hora de que pagues por todo el daño que has causado.

Tras él comenzaron a aparecer muchos hombres que lo miraban con una increíble expresión de odio y sed de venganza. Llevaban palos y fierros consigo entre sus manos y, contra todo pronóstico, el débil hombre solo atinó a proteger lo que llevaba consigo para después esbozar una pequeña sonrisa.

- Pues, si van a vengarse, háganlo ya…pero no crean que me defenderé. Si así pueden aplacar su ira, golpéenme hasta que su sed sea saciada.

Estas palabras ni siquiera inmutaron a las coléricas personas delante del herido. El moreno sintió un fuerte golpe en el estómago.

Todo se volvió negro para él después de ello.

Ayase…

¡Kanou-san!

¡Kanou-san!

¡Somuku-san!

Despertó sobresaltado con un enorme dolor de cabeza. Quiso levantarse, pero se sentía tan mareado y adolorido que, a duras penas, podía ejercer algún movimiento. Abrió lentamente los ojos, quedando cegados segundos después por una molesta luz. No divisaba casi nada, no podía mover la cabeza, ni sus extremedidades. Lo único en lo que podía pensar era en su pequeño Ayase.

- ¿Dónde estás, Yukiya?

- Descansa. No hagas esfuerzos, por favor.

- ¿Kaoruko? Yukiya… ¿Dónde está él? ¿Esos tipos le hicieron daño? –se removió violentamente- ¡Tengo que llevarle sus medicinas!

- ¡Cálmate! Estás muy herido. Tienes varios huesos rotos y moretones por doquier. Si te mueves, será peor para ti.

- Yukiya…

- El pequeño Yuki está bien. Yo lo traje con una ambulancia. A ti te salvó la policía de una muerte segura. Los que te hicieron esto ya están en la cárcel.

- Tengo que verlo…

- Ahora mismo no puedes. Se está recuperando de una infección pulmonar, pero, descuida ¿sí? El médico aseguró que él ya está fuera de peligro.

- Todo esto es mi culpa. Él se involucró conmigo y ahora ha terminado aquí.

Kaoruko suspiró con tristeza.

La puerta de la habitación se abrió abruptamente, y la persona que entró por ella, sobresaltó más a Kanou que a su amigo. En seguida su semblante cambió de preocupación a uno de cólera.

- ¡Somuku! Me dijeron que estabas hospitalizado. ¡Dios! ¿Qué pasó?

Pausadamente, el nombrado hizo un gran esfuerzo por acomodarse en la cama. Kaoruko lo ayudó en tal tarea, preocupado por su amigo que temblaba de rabia.

- Déjanos a solas, por favor…

- ¿Estás seguro?

- Acompaña a Yukiya, por favor.

Él asintió. Kaoruko se marchó, evadiendo la mirada a la muchacha que creía sumamente malvada. Sayaka miró de reojo al okama hasta que finalmente la puerta se cerró.

- Somuku, no sabes cuánto…

- Te dije que si Yukiya salía lastimado, la ibas a pasar muy mal.

- Somuku, yo te amo…

- Pero yo te odio, y vas a pagar caro por lo que has causado.

- ¿Y qué vas a hacer? ¿Pegarme?

Para sorpresa de la chica, Somuku alargó el brazo hacia su saco que se encontraba colgado en el barandal de la cama y de su bolsillo sacó un arma. Ella se tiró para atrás, asustada.

Un tiro de bala resonó por los pasillos del hospital. Ya no había marcha atrás.

Continuará!