8. Errores
Era noche avanzada, y dos figuras encapuchadas atravesaban los terrenos de Hogwarts bajo la lluvia torrencial. Nada más llegar al castillo les recibió la anciana directora y en el más completo silencio les llevó a su despacho, procurando no ser vistos. Una vez allí los dos jóvenes se quitaron las capas dejando al descubierto su identidad.
…
-"¡Impedimenta!" – gritó Rose apuntando a James con la varita.
-"¡Protego!" – dijo el chico sin mucho éxito ya que antes de que este hechizo cerrara un escudo a su alrededor, la magia realizada por Rose le impactó en el pecho e hizo que volara por los aires hasta chocar contra la pared de la sala de menesteres.
-Otra… vez… - dijo James sin aliento.
A su alrededor se daban escenas parecidas. Dominique luchaba contra Lily, que había resultado ser tan buena contrincante como ella misma y sus fuerzas estaban muy igualadas. Albus peleaba contra Molly, y para el asombro de todos, esta era bastante mejor realizando hechizos de ataque que Albus. Roxanne y Fred eran un verdadero show. En vez de lanzarse hechizos de ataque, parecía que se estaban bailando entre luces de colores salidas de sus varitas.
- ¡Vale ya por hoy! – gritó Rose entre el ruido. Como siempre, ella era la única que se daba cuenta de la hora que era, y aunque sus primos protestaron, decidieron que era mejor que fueran a dormir.
Albus, Dominique y ella se quedaron para recoger el estropicio que habían hecho en la sala.
-¿Crees que de verdad esto sirve para algo? – pensó Dominique en voz alta.
-Tenemos que estar preparados. – contestó Albus simplemente.
-¿Preparados para qué? – le dijo Dominique. No le disgustaba pertenecer al ED con sus primos, pero empezaba a estar cansada con todo el trabajo acumulado que tenían, pasar tiempo con su novio y además seguir dedicándoles la misma atención a sus amigas – No somos nuestros padres, ya no hay nada contra lo que luchar ni a lo que temer. Creo que simplemente están paranoicos viendo el mal en todos los lados.
-¡Eres una inconsciente! ¿Sabes todo lo que nos podrían hacer si lo que dice la carta de Teddy es cierto? ¡Dominique, por Merlín, somos los hijos de los que hicieron que se vieran acorralados, encerrados y que volvieran a las sombras! ¿No crees que vendrían a por nosotros y tendríamos que saber defendernos? – dijo Albus alzando la voz. Dominique mantenía los labios apretados en una línea haciendo esfuerzos por no llorar, y Rose no sabía que hacer.
-¡Vale ya! – gritó Rose. Finalmente había decidido que era mejor intervenir. – Domi, sé que esto es demasiado para ti, que no te gusta pensar en un futuro difícil y que preferirías mil veces estar pintándote las uñas en nuestro cuarto. Y no te culpo, en serio. Pero, si lo que dice Teddy es cierto, debemos estar preparados para lo que venga. Debemos saber valernos por nosotros mismos. – le apretó suavemente la muñeca y le secó una lágrima que no había podido contener. – Y Al, tu crees que seremos héroes y salvaremos el mundo del mal. Y creo que deberías entender que hay gente que prefiere ser normal y dejar las hazañas para otros. Entiendo lo de aprender a defendernos, pero, ¿realmente crees que alguien volverá a dejar que ocurra lo de Voldemort? Porque si es así creo que no hemos aprendido nada en estos años.
Se hizo un silencio en la sala. Todos estaban resentidos pensando que sus perfectas vidas se podían alterar de alguna manera, pero cada uno veía las cosas desde su perspectiva.
-Y… chicos, ¿nos vamos a pelear solo por esto? Creo que deberíamos estar unidos, por si hay lucha, o por si no. No quiero separarme de ninguno de vosotros. – dijo Rose abriendo los brazos para estrechar a sus primos contra ella.- Más que primos somos hermanos, unos más guapos, unos más valientes, otros más listos… - sonrió con suficiencia en la última parte. – Pero la misma sangre corre por nuestras venas.
-¿Abrazo? – preguntó Dominique con timidez. Albus se decidió por ella y estrechó a sus primas entre sus musculosos brazos.
-Lo siento Dominique, pero es que no me lo perdonaría nunca si os pasara algo a cualquiera de vosotros y yo pudiera haber hecho algo para impedirlo. – dijo Albus con una media sonrisa.
-Y yo siento ser tan egoísta, solo es que me vi desbordada por todo. – reconoció la rubia.
-Venga, vamos que voy a llorar y no me quiero poner sentimental. – dijo Rose. – Adoro las reconciliaciones. – reconoció con una sonrisa.
-Lo sé. – dijo Dominique con voz emocionada e infantil. – Ahora. – agarró a sus primos de los brazos mientras se dirigían a la sala común. – Hablemos de Clark Jameson. En una palabra T-R-E-M-E-N-D-O. ¿Cuándo decías que habíais quedado?
-¡Por favor chicas! – suplicó Albus. – ¿No podéis esperar a que yo no esté para hablar de chicos? Y… Rose, ¿Clark Jameson? ¡Ese capullo ha salido con medio Hogwarts!
-Pero conmigo no. – dijo la pelirroja con voz de pílla. – De todas formas no quiero hablar de esto ahora… "Locus Amoenus"
-¿Otra vez vosotros? – preguntó la Dama Gorda visiblemente contrariada. – Tenéis suerte de que estuviera teniendo una pesadilla, si no, no os hubiera dejado pasar. – y tras decir esto abrió el hueco por el que se accedía a la sala común.
Los tres pasaron con rapidez antes de que la Dama cambiara de opinión.
…
El pasadizo que unía la casa de los gritos con los terrenos del castillo había sido sellado después de la gran batalla. Ya nadie se acordaba de que existía, menos una persona. Él tenía la misión de introducir algo tan secreto en el castillo, que ni sus propios amigos, o más bien secuaces, sabían de su existencia. El problema ahora estaba en como reabrir el camino sin que nadie se entrometiera en sus planes.
…
Rose daba vueltas en la cama, furiosa consigo misma, pero sin encontrar el motivo. Una lágrima se deslizó por su mejilla. Tenía un nudo en la garganta y sentía unas ganas horribles de llorar, pero aguantaría. No era el momento.
Se levantó con sigilo, y miró hacia las camas de sus amigas. Dominique estaba tapada hasta las orejas y Marine abrazaba su almohada y sonreía. Rose se hizo la nota mental de comentarla lo del ED. Era su amiga, debería saberlo.
Suspiró y se sentó en el alfeizar de la ventana a ver caer la lluvia.
La oscuridad era tal, que apenas se veía a dos palmos del cristal. Un relámpago iluminó la noche. Rose fue capaz de vislumbrar una figura que corría hacia el lago. Se lanzó a su baúl y cogió el mapa del merodeador. Frunció el entrecejo.
Malfoy…
…
El sauce boxeador se alzaba con tanto esplendor como siempre. El chico sacó su varita y petrificó al árbol, para poder trabajar con la piedra que bloqueaba el camino. Tiempo antes hubiera sido muy difícil moverla, pero el tiempo había hecho mella en ella, y estaba agrietada y sucia.
Sonrió y la empujó. El sonido que hizo al romperse fue silenciado por un nuevo trueno.
Era el momento. Entró en el pasadizo. Su misión estaba cerca de cumplirse.
…
"Debería haberles dicho a las chicas donde iba"- pensaba Rose. – "O al menos haber cogido un abrigo o unos zapatos".- Estaba calada hasta los huesos, y tenía su ligero camisón de algodón pegado al cuerpo.
A lo lejos vio a Malfoy meterse por el pasadizo y apretó el paso. No le fue muy difícil seguirle una vez consiguió deslizarse ella también por debajo del sauce. Era una locura. Quizá debería haber dejado a Albus que se encargara de ello. Malfoy iba a pensar que estaba obsesionada con él, y ella solo deseaba que desapareciera de una vez de su cabeza. Pero tenía que ser fuerte. Por el ED, por sus primos, por sus amigos. Él no tramaba nada bueno, y lo demostraba escapando por la noche a través de pasadizos cerrados, o yendo al bosque en las salidas a Hogsmeade. Esa noche le iba a descubrir.
Al final del pasadizo había unas escaleras. Nunca había estado allí, pero decidió que era la entrada a la famosa Casa de los Gritos. Por supuesto ella conocía la historia completa de la casa. Cuando era pequeña y la noche era lluviosa, a su padre le gustaba contarles historias sobre la casa de los gritos a Hugo y a ella.
Al final de la escalera la puerta de entrada a la casa estaba entreabierta. Asomó la cabeza, y le vio, de espaldas a ella sacando algo del bolsillo. El rubio depositó el paquete sobre la mesa y se sentó en una silla. Parecía cansado. En un instante de lucidez, Rose reconoció el paquete como el que le habían dado los hombres en el bosque. Soltó un jadeo ahogado y se mordió el labio. ¡No podía ser! Al fin iba a descubrir qué era. Se la inundaron los ojos de lágrimas de la emoción. El rubio se levantó de la silla y se aproximó a la puerta. Rose retrocedió, se pegó a la pared y se llamó estúpida a si misma. Si la descubría no se podría defender. Su varita estaba encima de su cama, junto al mapa del merodeador. Cuando dejó de oír sus pasos se volvió a asomar y…
…
Allí estaba ella. No podía aguantar un día sin meter las narices en lo que no la importaba. Frunció el ceño y la dirigió una media sonrisa. Incluso con el pelo empapado y cubierta de barro hasta las rodillas estaba preciosa. No tenía ánimos para echarla de nuevo, ni de discutir con ella, además estaba asustada, y estaba claro que no llevaba la varita.
-¿Tan irresistible soy que no puedes dejar de seguirme ni un momento? – le dijo el chico. Rose frunció el ceño. Pero sintió alivio. Sabía que no corría peligro.
-No te seguía, yo sólo…
-Ya, y yo soy el conejito de Pascua. ¿Crees que soy estúpido? –le preguntó. – Si me odias ¿porqué me sigues siempre?
-¡No te incumbe! – Dijo ella irritada girándose para marcharse. Una mano se lo impidió.
-Ahora no te vas a ir. – dijo él empujándola contra la pared y apresándola con su cuerpo. Por una parte estaba enfadado, por otra… No podía odiarla, y ambos lo sabían. - ¿Porqué me sigues? – repitió pronunciando cuidadosamente cada palabra.
-Tengo que hacerlo. – dijo ella sin pensar. Cerró los ojos y giró la cara. Si seguía mirando esos ojos azules le contaría todo lo que quería saber. Y no podía. Y no lo haría.
Scorpius le agarró de la barbilla para girar de nuevo la cara de la pelirroja, y apoyó su nariz contra la suya. Cerró los ojos y trago saliva.
-¿Qué quieres que te diga? – Rose abrió los ojos. No podía creer lo que acababa de decir.
-¿Hablas en serio?
-Sí. – respondió él.
-¿Por qué? – preguntó esta vez la chica.
-No quieras saberlo todo. – respondió él abriendo los ojos y con una media sonrisa. La acarició la mejilla y Rose se estremeció. Si no fuera él igual… - Estás empapada. Deberías secarte.
-No… llevo… la… varita…- pronunció ella a duras penas.
Con un leve movimiento de varita el chico consiguió que ella estuviera limpia y seca. La cogió de la mano y la ofreció asiento sobre la única silla sana que quedaba en la sala. Él, en cambio, se sentó sobre la mesa.
Rose estaba desconcertada. ¿Qué ocurría? ¿De verdad iba a dejarle ver el interior del paquete? ¿Sería una trampa?
-¿Qué quieres saber? – repitió él.
-¿Qué hay en ese paquete? – preguntó señalando el bultito que había sobre la mesa.- ¿Es el que esos hombres te dieron en el bosque?
-Ábrelo y descúbrelo.- el chico se encogió de hombros mientras la pelirroja cogía el paquete recelosa.
-¿Un reloj de pulsera? – dijo extrañada al ver un pequeño reloj con la correa negra y la esfera plateada. - ¿Está embrujado?
-No, no lo está. Y sí, es el que me dieron los hombres en el bosque. – se quedaron en silencio.
Rose estaba segura de que no le contaba todo, y Scorpius no sabía si prefería preguntar o callar. Optó por la segunda. Pero había otra cosa, y esta no se la podía callar. Alargó el brazo y la cogió la mano con delicadeza. Rose no la apartó.
-Por favor, dime que lo de la noche de Halloween no lo decías de verdad… - suplicó el chico.
Ella se quedó muda. Le miro desconcertada y boqueando. No sabía que decir. Realmente no lo había dicho en serio, pero no lo había reconocido ni si quiera para sí. Se dio cuenta de que estaba temblando, pero no solo del frío.
-No lo dije en serio… - agachó la cabeza. Se sentía vulnerable con esos ojos de hielo perforándola.
-Eh… ¡pelirroja! – ella levantó la cabeza. – Eres preciosa.
Ambos se ruborizaron. Scorpius agarró su mano y tiró de ella para ponerla de pie justo enfrente de él.
Estaban tan juntos que entre ellos no hubiera podido pasar ni un pergamino. Scorpius jugaba con el pelo de Rose y ella acariciaba la mejilla de él. Y sus labios se encontraron, como las veces anteriores, pero de diferente manera. Sabían lo que estaban haciendo, y aunque delante de los demás no lo reconocerían, se sentían completos el uno junto al otro.
El beso se hizo más profundo y ella le colocó las manos en el cuello y él la aupó y la sentó en la mesa. Rose entrelazó sus piernas alrededor de la cintura de el rubio y pasó las manos por el pecho del chico. Él a su vez acariciaba la cintura de la chica.
Rose se separó lentamente, pero no quería parar así que se dirigió al cuello del chico y empezó a besarle y a mordisquearle. Scorpius gimió, y en un momento de lucidez se dijo que deberían parar, a si que agarró a Rose de la cintura con suavidad, y la separó ligeramente.
-¡Eh!- dijo él apoyando su nariz sobre la de la chica.
-¡Eh! – contestó ella sonriendo. - ¿No deberíamos estar haciendo esto, verdad?
-Verdad. – dijo solamente. – Rose… me gustaría decirte algo…
-Te escucho. – susurró la pelirroja mirándole a los ojos.
-Quiero ir contigo mañana a Hogsmeade. – pidió él.
Rose se quedó paralizada. No podía pedirle eso. Él sabía que ella había quedado con Clark… ¡Y sus primos! ¿Qué pensarían de ella si la vieran intimando con el enemigo? De repente se dio cuenta de lo que había hecho y de lo lejos que habían llegado. No podía dejarse sentir esas cosas por él, solo porque cuando la tocara sintiera que el mundo estaba formado por ellos dos.
-No puedo… ¡No podemos, Scorpius! – dijo ella alzando la voz.- ¿Qué dirían los demás? ¡Eres el enemigo!
-¿De verdad piensas que soy el enemigo? – dijo el enfurecido apartándose de ella.- ¿De verdad? – repitió. – No me puedo creer que nos acusen a los Slytherin de ser clasistas cuando está claro quiénes lo son más.
-Pero Scorp…
-Nada. Rose, vete, no quiero verte. Lo de hoy ha sido un error. – dijo dándose la vuelta.
Ella se marchó, sintiéndose fatal. No podía traicionar a su familia, pero tampoco quería traicionarse a ella misma. Ahora no la importaría llorar para desahogarse, pero sentía que no lo merecía.
Cuando llegó a su cuarto, sin decir nada se metió en la cama de Marine y la abrazó. La rubia, a pesar de haber sido despertada por su amiga en medio de la noche no hizo preguntas y solo le ofreció su hombro para llorar.
…
Cuando él dejó el sauce y se dirigió a la sala común de Slytherin sintiéndose mucho peor que ella, se fijó en que salían del castillo dos figuras encapuchadas acompañados por la mismísima Minerva McGonagall. Quizá él no era el único en ese castillo que tenía que ocultar algo…
Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento!
Sólo puedo deciros eso, y la verdad es que no es mucho!
Ha sido un año duro y dificil (empecé la universidad!) y el poco tiempo que tenía lo he usado para salir de fiesta o para las redes sociales (malditas! como enganchan!).
Sin embargo, y aunque creo que he perdido completamente la inspiración, he intentado seguir y el resultado no me disgusta. Se que lo puedo hacer mejor, pero eh, llevo un año sin escribir nada! A si que quiero que me digais todo lo que falla, lo que no os gusta o así, porque realmente no es mi mejor capítulo!
Besitos, y esta vez, prometo que subiré el siguiente muy pronto!
Elle.