Debo aclarar que esta historia NO me pertenece; es de bars-9, ella me concedió su permiso para amoldarlo a un Sasusaku. Así como los personajes tampoco; ya que son de Masashi Kishimoto.

¡Último capítulo extra! Son de nuevo tres escenas: una charla de Sasuke con Ino antes de ir a ver a Sakura y encontrarla con Neji (capítulo 9), el encuentro de Sakura y Sasuke en la estación de tren (capítulo 10) y la escena sorpresa que os había prometido. Espero que os gusten.

.

CINCO RAZONES PARA NO ENAMORARSE.

EXTRA 3. TENDENCIAS MELODRAMÁTICAS.

- Sasuke, ¿puedes hacernos un favor a todos?

Alcé los ojos del cuaderno de música que captaba hasta ese momento toda mi atención, sin molestarme lo más mínimo en ocultar mi irritación, para encontrarme con la figura de Ino. Un único vistazo fue suficiente para darme cuenta de que Ino estaba con el piloto de "bruja fastidiosa" encendido: brazos cruzados con fuerza sobre el pecho, ceño ligeramente fruncido y labios apretados en una delgada línea.

Reprimí un gruñido, que tan solo lograría empeorar mi situación, y alcé las cejas, expectante por que soltara aquello que consideraba tan importante como para interrumpir mi retiro social voluntario.

- ¿Podrías dejar esa mierda de actitud depresiva a un lado y hacer algo con tu vida?

Le dediqué un segundo y medio a analizar la petición de Ino, antes de poner los ojos en blanco y volver a centrar toda mi atención el mi cuaderno de música. En mis momentos de bloqueo mental, tan solo había tres cosas que lograban captar toda mi concentración y evitar que me pasara horas y horas dándole vueltas en mi cabeza a lo que fuera que me preocupara: conducir mi Volvo, las discusiones absurdas con Itachi y componer. Evidentemente, en el diminuto apartamento para estudiantes que compartíamos Naruto y yo, un piano no era el adorno ideal para nuestro salón, por lo que para componer me tenía que conformar con un triste cuaderno de música.

Ino me conocía lo suficiente como para saber que cuando abría mi cuaderno de pentagramas, sus interrupciones no eran bienvenidas. Pero por alguna extraña razón que se me escapaba, siempre decidía que sus dudas existenciales eran demasiado importantes como para dejarme disfrutar de unos minutos de paz.

- Estoy hablando en serio, Sasuke – insistió, ignorando por completo mi evidente actitud de indiferencia.

La interrupción de Ino había acabado con toda la poca inspiración que hubiera podido tener, pero aún así continué garabateando distraídamente en el cuaderno, en un penoso intento por que Ino se hartara de mi silencio y se marchara a hacerle la vida imposible a otro, Itachi preferiblemente.

Iluso. Como si eso fuera posible.

- ¿Puedes dejar de ser un egocéntrico y prestarme atención por un minuto?

Dejé el cuaderno de pentagramas sobre la mesa y me crucé de brazos, reclinándome sobre el respaldo del sofá. Observé a Ino en silencio durante unos segundos, antes de hablar.

- Curiosas palabras viniendo de ti, Ino.

Ella tan solo bufó.

- ¿Qué problema tienes ahora, Ino? – pregunté con cansancio.

- Tú – respondió simplemente, encogiéndose de hombros.

- No sé de qué me hablas – mentí, mirando hacia otro lado, como si escapar de los ojos escrutadores de Ino fuera a ahorrarme la charla que me esperaba.

Sentí como los cojines del sofá se hundían bajo el peso de Ino, que por lo visto había decidido dejar su pose ofendida y se había sentado, pero continué con la vista fija en el otro lado del salón.

- ¿Que no sabes de qué te hablo? No me digas que no te has dado cuenta de que los últimos tres días te los has pasado refunfuñando por toda la casa – bufó, sin ocultar su tono sarcástico.

- ¿Y por qué eso supone un problema para ti? No te acerques por aquí en unos días, y asunto arreglado.

- Sasuke, haz algo de una vez – insistió Ino, pasando por alto mis palabras.

- Sigo sin saber a qué te refieres – volví a decir con cabezonería.

Ino se quedó en silencio durante unos instantes, antes de tomar aire y sacar la artillería pesada.

- He hablado con Sakura.

Por primera vez en toda la tarde, desde que Ino había decidido matar el tiempo muerto haciéndome la vida imposible, sus palabras captaron mi atención. Hacía escasas 24 horas que me había dejado caer por el apartamento de Sakura, con una patética excusa para poder verla, y la última conversación que habíamos mantenido tan solo había logrado dejarme más confuso. Así que cualquier información extra sobre lo que pasaba por su indescifrable cabeza, era bienvenida.

Aunque esa información viniera de boca de Ino. Siempre acababa dándome buenos consejos, pero el camino para conseguirlos era difícil. Demasiado honesta para mí gusto.

- ¿Y? – pregunté con un aire de falsa indiferencia. Tampoco era necesario que Ino supiera lo desesperado que estaba por oír noticias de Sakura.

- Y deberías dejar de perder el tiempo, ir a verla y no salir de su habitación en tres días.

A eso es a lo que me refería cuando hablaba de su exceso de honestidad. Aquel era el mismo consejo que me había dado Itachi hacía dos semanas, pero curiosamente en boca de Ino sonaba mucho menos obsceno y mucho más apetecible…

No, Sasuke. Eso no es lo que Sakura te ha pedido.

Suspiré, pasándome una mano por la cara. Mi desesperación aumentaba por momentos y cada vez me resultaba más complicado pensar con claridad.

- Sakura me ha pedido tiempo.

Ino alzó las cejas, claramente sin ver dónde estaba la complicación del asunto.

- ¿Y dónde está el problema?

- El problema, Ino, es que cuando alguien te pide tiempo es de buen gusto aceptar su petición y dejar libre su espacio personal para que pueda pensar tranquilamente y tomar una decisión.

Ino se cruzó de brazos de nuevo, rodando los ojos. Por lo visto no estaba muy de acuerdo con mis palabras.

- No puedo creer que, después de un mes conviviendo con ella, no te hayas dado cuenta de que lo mejor es no dejar que le dé demasiadas vueltas a esa cabecita suya – dijo, negando con la cabeza – Sasuke, ya sé que tu fuerte no es ser directo, pero deberías ir a su casa y acelerar un poco las cosas. Es evidente que le gustas a Sakura, pero, por alguna razón que no logró comprender, tiene dudas. Deberías ir allí, comportarte como el tonto caballero encantador que eres y hacer que se olvide de todas sus dudas.

- Estupendo consejo, Ino – ironicé – Eso es exactamente lo que he tratado de hacer en estas cuatro semanas y tan solo he logrado confundirla y que me pida tiempo.

Me recliné de nuevo sobre el respaldo del sofá, cerrando los ojos y con la cabeza dándome vueltas. No tenía ni idea de lo que debía hacer. La sugerencia de Ino era exactamente lo que mi cuerpo me llevaba pidiendo desde que había recogido todas mis cosas y había vuelto al apartamento que compartía con Naruto. Ino tenía razón, a estas alturas por lo menos ya tenía claro que Sakura sentía algo de atracción por mí, aunque no estaba seguro de cuánta. Por lo visto no demasiada si su primera decisión tras confesarle lo que sentía por ella había sido la de poner espacio entre los dos.

Quizás debería pasarme por allí y forzar un poco la situación.

Pero Sakura me había pedido tiempo.

Aquel debate mental no iba a llevarme a ninguna parte. Abrí los ojos para encontrarme con la mirada analizadora de Ino. Estuve seguro de sus palabras antes incluso de que salieran de su boca.

- Deberías ir a verla – sugirió en voz baja.

La miré, dubitativo. Tenía tantas ganas… pero eso no era lo que Sakura me había pedido.

- Sasuke, ¿cuándo te he dado un mal consejo?

- Nunca – contesté de manera automática, sin ni siquiera pararme para pensar mi respuesta.

- ¿Y qué te hace pensar que ahora te estoy dando un mal consejo? – concluyó Ino, esbozando una pequeña sonrisa.

Esas palabras fueron suficientes para que tomara mi decisión. Aquello era tan simple como eso. Ino, la muchas veces molesta y vanidosa novia de mi hermano a la que conocía desde que éramos adolescentes, nunca me había dado un mal consejo. No había motivos para pensar que ahora estaba equivocada.

Me levanté del sofá, rebuscando por todo el salón mi chaqueta y las llaves del apartamento. En cuanto lo encontré, me dirigí a la puerta a grandes zancadas.

- Gracias, Ino – dije, mirándola por encima del hombro y sonriendo, antes de salir por la puerta.

El camino hasta el apartamento de Sakura, aunque corto en distancia, se me hizo eterno. Mi cabeza volvía a dar vueltas, convertida en un torbellino de posibles escenarios en los que me encontraría a Sakura, posibles palabras para decirle y posibles reacciones. Al llegar allí, subí las escaleras hasta el sexto piso de dos en dos, demasiado impaciente y ansioso. Una vez arriba, me concedí unos segundos para recuperar mi ritmo respiratorio normal, mientras rebuscaba en el bolsillo de mi pantalón las llaves del piso, esas que Sakura había insistido en que me quedara a pesar de que ya no vivía allí.

Pero cuando introduje la llave en la cerradura y abrí silenciosamente la puerta, con la intención de darle una sorpresa a Sakura, la escena que se descubrió ante mis ojos no era exactamente lo que me esperaba encontrar.

De espaldas a mí, se encontraba un hombre corpulento de piel morena y pelo largo y negro, atado en una cola. Sus enormes brazos estaban envueltos alrededor de un pequeño cuerpo que no podía ser de nadie más que Sakura. Vi como Sakura comenzaba a revolverse ligeramente, como tratando de librarse del abrazo, y me di cuenta de que debía salir de allí lo antes posible si no quería cometer una locura.

- Oh. Lo siento. No quería interrumpir.

La cara de Sakura apareció tras el cuerpo de aquel tío enorme. Sus ojos jades se abrieron con sorpresa al verme y me esforcé por mantener su mirada y mi expresión impasible. Tarea bastante difícil teniendo en cuenta de que todo mi cuerpo burbujeaba con rabia.

- Sasuke… - dijo Sakura, una vez que logró librarse de los brazos de su… amigo. Novio. Alma gemela. Lo que fuera.

- Solo venía a… - ¿hacer que no saliéramos de tu habitación en tres días? – No importa. Vendré en otro momento.

Cuando se me pasen las ganas de partirle la cara a ese imbécil que tenía las manos por todo tu cuerpo.

Salí del apartamento a grandes zancadas y, una vez fuera, apoyé la cabeza contra la pared y cerré los ojos, en un intento por tranquilizarme. Los celos no iban a llevarme a ningún sitio. Y menos cuando no tenía ningún derecho para estar celoso.

Lo cierto es que había sido un ciego desde el primer momento. Sakura me había dado todas las señales para sacar la conclusión correcta, y ahora me resultaba evidente porqué me había pedido tiempo. Tan solo había tratado de rechazarme de una manera amable. Rebusqué en el bolsillo de mi chaqueta mi teléfono móvil para teclear el número de mi hermano.

Tenía bastante claro lo que quería hacer a continuación.

- ¿Sasuke? – respondió mi hermano.

- Itachi, acepto la beca. Me voy a Philadelphia.

* * * * * *

- Sasuke, eres consciente de tus tendencias melodramáticas, ¿verdad?

Ni siquiera me molesté en dejar de hacer mi maleta. Me conformé con levantar ligeramente la cabeza y lanzarle a mi hermano una mirada envenenada.

- Limítate a ayudarme a meter la ropa en la maleta, por favor – le pedí.

- ¿No crees que estás exagerando? – continuó, sin darse por vencido - ¿Piensas irte todo un semestre a Philadelphia solo porque has visto a Sakura abrazándose con un tío? ¡Podría ser su hermano!

- Sakura es hija única – aclaré entre dientes.

Continué preparando mi equipaje para mi viaje a Philadelphia en silencio, pero no se me escaparon los bufidos de desesperación que Itachi dejaba salir de vez en cuando, como queriendo recordarme lo poco conforme que estaba con mi decisión de aceptar la beca.

Lo cierto es que me encantaba mi vida en Washington y desde un primer momento mi idea había sido la de rechazarla. Pero en el último mes, mi vida se había complicado demasiado, quizás un cambio de aires era justo lo que necesitaba en ese momento. Y confiaba en que poner unos cientos de kilómetros de distancia entre Sakura y yo, me ayudaría a recuperar mi cordura y mi capacidad para pensar con claridad.

Sí, pensar con claridad. Eso era precisamente lo que buscaba mudándome a Philadelphia. No estaba huyendo de Sakura.

¿Verdad?

- Estás huyendo de Sakura – sentenció Itachi, tras unos minutos de apacible silencio. ¿Ahora tenía la capacidad de leer el pensamiento o qué? – Estás huyendo de Sakura solo porque has visto a un tío abrazándola y has sacado tus propias conclusiones, equivocadas por cierto. ¿Te das cuenta de lo absurdo que suena?

- No estoy huyendo de ella – especifiqué – Me voy a Philadelphia porque esa beca es una gran oportunidad y porque seis meses fuera me van a venir muy bien. Pero en el hipotético caso, hipotético y por lo tanto imposible, de que la razón para irme fuera Sakura, deberías saber que no he sacado conclusiones equivocadas. Sakura me pidió tiempo porque tenía dudas. Está claro que el motivo de esas dudas era aquel tío. Fin del asunto.

Itachi alzó las cejas, con su característica sonrisa burlona bailando en sus labios. Negó con la cabeza antes de hablar de nuevo.

- Sasuke, hermano, espero que te des cuenta de tu error antes de que sea demasiado tarde.

- No he cometido ningún error – insistí.

Coloqué mis últimas pertenencias y cerré la maleta. Me dirigí a la puerta, donde Itachi me esperaba ya con las llaves del apartamento en la mano.

- Hablaremos el lunes cuando vuelvas. Con un poco de suerte habrás arreglado todo el papeleo de la beca y habrás encontrado un lugar decente en el que vivir los próximos seis meses. Espero que eso te ayude a pensar con la cabeza por una vez.

- Como quieras Itachi – concedí, en un intento por no continuar con la discusión – Pero sabes que esta vez ni siquiera tú podrás hacerme cambiar de opinión.

Itachi estalló en carcajadas mientras abría la puerta del apartamento y me ayudaba a colocar la maleta en el ascensor.

- ¡Oh, sí! De eso estoy seguro – murmuró entre risas – No soy precisamente yo quien puede hacerte cambiar de opinión.

Las risas de Itachi aún resonaban por el pasillo cuando las puertas del ascensor se cerraron, y no pude evitar una media sonrisa ante la jovialidad de mi hermano. Respiré profundamente varias veces, tratando de convencerme de que había tomado la decisión correcta. Pero de eso ya estaba seguro, ¿verdad? No tenía porqué recurrir al auto-convencimiento.

Gruñí mientras cargaba mi maleta en el maletero del Volvo. Maldito Itachi. ¿Por qué había decidido que precisamente hoy iba a hablar de manera sensata por primera vez en su vida?

De camino a la estación de tren, intenté por todos los medios no pensar en si estaba cometiendo un error o no. Llené mi cabeza de cualquier cosa excepto Sakura y la beca: la lista de la compra, los turnos para planchar esta semana, las horas de prácticas que aún me quedaban en la universidad antes de las vacaciones, qué le iba a regalar a mi madre esa Navidad… Estacioné el Volvo en el aparcamiento de la estación mientras hacía una lista mental de todas las cosas que tendría que hacer cuando llegara a Philadelphia, pero, una vez dentro de la estación, tuve que interrumpir mi proceso de distracción mental para buscar el andén correcto. Localizado el cartel indicador, seguí las flechas que señalaban el andén 12. Me senté en una de las incómodas sillas de plástico y me dispuse a esperar a mi tren, no sin antes echarle un breve vistazo a los paneles luminosos que indicaban la hora: me quedaban siete minutos.

Siete minutos en los que estaba prohibido pensar en cualquier tema importante. Tan solo estaban admitidos los asuntos banales y sin sentido. Hmm… veamos… ¿la lista de la compra la había repasado ya?

Sí. Tres veces de camino a la est…

- ¡Sasuke!

Si no fuera porque me había prohibido a mí mismo pensar sobre temas trascendentales en general y sobre Sakura en particular, estaría seguro de que el sonido de su voz llamándome tan solo había sido fruto de mi imaginación. Me di la vuelta rápidamente, casi sin que mi cerebro tuviera que darle la orden a mi cuerpo, y abrí los ojos con sorpresa al ver la pequeña figura de Sakura corriendo hacia mí, esquivando hábilmente todos los obstáculos.

- ¿Qué hace Sakura aquí? – murmuré para mí mismo.

Justo cuando estaba a punto de llegar a mí, y cuando le quedaba escaso metro y medio de superficie lisa por recorrer, en un movimiento típicamente Sakura pareció hacerse un lío con sus propios pies y tropezó. Por suerte, estaba ya lo suficientemente cerca de mí como para poder estirar los brazos y atraparla antes de que su cara tuviera un encuentro poco agradable con el suelo.

- Sasuke… - consiguió articular entre el ritmo agitado de su respiración.

Me di cuenta de que mis brazos estaban alrededor de su cintura, como resultado del intento de evitar su caída. Los retiré inmediatamente, de nuevo con la máxima de "no invadir el espacio personal de Sakura" repitiéndose una y otra vez en mi cabeza.

La miré sin haber podido borrar todavía mi expresión de sorpresa, y sin estar seguro de poder encontrar mi voz y hablar.

- Sakura, ¿qué haces aquí?

- Yo he venido a… Ino me dijo que te ibas y he venido a… a despedirme… porque te vas y… hubiera venido antes, pero me acabo de enterar y…

Oh, claro. Despedirse. Ni por un momento debería habérseme pasado por la cabeza la ilógica posibilidad de que Sakura estuviera aquí para evitar que me fuera y cometiera una estupidez.

Por megafonía, una voz metálica anunció que tan solo quedaban cinco minutos para la salida de mi tren. Pude ver como Sakura fruncía levemente el ceño, clara señal de concentración, y respiraba hondo varias veces antes de abrir la boca para hablar.

- He venido porque no puedes irte. No al menos sin antes escuchar lo que tengo que decirte.

Aquello no encajaba exactamente con mi definición de "despedirse", y sí más bien con la de "evitar que Sasuke haga una estupidez". Pero había aprendido que con ella, lo mejor era no hacerse ilusiones antes de tiempo. Su cabeza funcionaba en una frecuencia diferente a la del resto del mundo y, en demasiadas ocasiones, me resultaba muy difícil seguirle el ritmo de pensamiento.

- ¿Qué quieres decir? – pregunté, confuso.

- Quiero decir que soy algo complicada y que mi cerebro no funciona en la misma sintonía que los demás. Sasuke yo… me obsesioné contigo el primer día que apareciste en la biblioteca. Aparecías cada tarde por allí, y te sentabas enfrente de mí ignorando que por tu culpa yo era incapaz de concentrarme en algo que no fueras tú. Y justo cuando me había resignado a no ser capaz de hacer algo de provecho en la biblioteca, apareces de la nada y te instalas en mi casa y eres encantador y amable y paciente y comprensivo… sé que no lo haces a propósito, pero deberías controlarte más. Deslumbras demasiado.

Una media sonrisa involuntaria se dibujó en mis labios al escuchar sus últimas palabras, antes incluso de que mi cerebro fuera capaz de procesar toda la información que acababa de revelarme.

- ¿Deslumbro? ¿Quieres decir que… te deslumbro? ¿A ti?

- Constantemente – reconoció en un suspiro.

- ¿Lo estoy haciendo ahora? – Pregunté, fascinado por aquella nueva información - ¿Te estoy deslumbrando?

- ¿Necesitas una dosis extra de ego o qué? Sí, lo estás haciendo. Esa sonrisa no me deja concentrarme.

Me esforcé por borrar mi sonrisa, pero aún así esta pugnaba por salir. Me sentía extrañamente aliviado al comprobar que yo no era el único que sufría de problemas de concentración cuando estábamos juntos.

- Lo siento – me disculpé – Continúa, por favor.

Sakura le echó un rápido vistazo al panel luminoso que marcaba la hora.

- El caso es que… nunca pensé que alguien como tú pudiera fijarse en mí – abrí la boca para replicar, pero Sakura me cortó – Por favor, déjame acabar. Daba por hecho que lo mejor sería no hacerme ilusiones e intentar pensar con claridad, pero durante esas cuatro semanas no me lo pusiste demasiado fácil, ¿sabes? Porque aparte de lo obvio… – dijo, señalándome con la mano. ¿Lo obvio? ¿Qué coño quería decir con lo obvio? – aparte de lo obvio, resulta que eras encantador y divertido y estar alrededor tuyo resultaba demasiado fácil. Así que intenté… intenté no enamorarme de ti pero cuando estaba empezando a asumir que eso era una tarea imposible, me besaste y luego me preparaste aquella cena la última noche… y me volviste a besar… y me dijiste todas aquellas cosas… y cuando por primera vez vi una posibilidad real, me asusté.

Demasiada información. Demasiada información. Me di cuenta de que, inconscientemente, había abierto la boca. Estupendo. Ahora, además de no poder procesar toda la información que acababa de recibir, y que por lo visto entraba dentro de la categoría de "trascendental-esencial-y-extremadamente-importante", debía de parecer un completo idiota con la mandíbula abierta.

- Sasuke – me llamó Sakura, sacándome de mi espontáneo cuelgue mental - Creo que ya te mencioné que la única relación seria que tuve no acabó demasiado bien. Y ya sé que tú no tienes nada que ver con todo eso, pero no pude evitar tener miedo.

- Pero tú no hablaste de miedo – conseguí decir, tratando de recordar en qué momento la palabra miedo había salido de sus labios. Nunca - Dijiste que tenías dudas. Al día siguiente llegué a tu casa, te encontré con aquel chico y me quedó bastante claro el motivo de tus dudas. Ya te dije que no quería forzarte así que…

- Así que decidiste aceptar esa beca y coger el primer tren que te alejara de aquí, ¿verdad?

Dicho así sonaba bastante mal. ¿Por qué cuando tomé esa decisión no tuve la sensación de estar actuando como un cobarde? ¿Y por qué nadie me avisó? Ah, sí. Recuerdo a Itachi mencionando por encima algo sobre cometer un error y exceso de melodramatismo…

- Lo siento, Sasuke – se disculpó, a pesar de que tenía toda la razón – Pero si te hubieras quedado a escucharme y no hubieras sacado conclusiones precipitadas… aquel chico es mi mejor amigo. Y vale, estuvimos juntos hace tiempo pero como ya te he dicho las cosas acabaron mal y no tiene nada que ver con mis dudas.

Sakura se quedó en silencio tras su explicación. Tenía la ligera impresión de que era mi turno para hablar. El hecho de que los ojos jades estuvieran clavados en mí con tal intensidad, no hacía más que confirmar esa sospecha. Tenía que abrir la boca y decir algo ya. No podía ser tan difícil, ¿verdad?

Qué buen día hace hoy.

¿Has estado alguna vez en Philadelphia?

Me vuelves loco. En el buen sentido. Y a veces en el malo, también.

- Lo siento, Sasuke – se disculpó de nuevo, aunque esta vez no tenía ni idea de porqué – Siento no haberte dicho nada, siento haber sido una egoísta y haberte dejado sin una pista sobre lo que pasaba por mi cabeza. Siento haberte hecho creer que tenía dudas cuando en realidad estaba aterrorizada de meter la pata otra vez. Pero antes de hacer o de decir nada tenía que librarme yo de mis miedos, porque tú ni te los merecías ni tenías nada que ver con ellos, y llegar a una conclusión…

- ¿Y lo has hecho? – conseguí decir finalmente, mirándola con la misma intensidad con que ella me había traspasado segundos antes. Necesitaba saber que toda esta conversación iba hacia algún lugar concreto. Y feliz, preferiblemente - ¿Has llegado ya a alguna conclusión?

Sakura asintió, mientas por megafonía se anunciaba que tan solo quedaba un minuto para la salida de mi tren.

- ¿No te recuerda esto a una serie de televisión?

Alcé las cejas, sorprendido y confuso por sus inesperadas palabras.

- Ya sabes… yo soy como Ross y tú como Rachel… estás a punto de irte y yo vengo como una loca a intentar detenerte… salvando las distancias, claro.

Sus palabras me tomaron por sorpresa. Eran tan absurdas y fuera de contexto, pero a la vez tan adecuadas para romper la tensión que se había apoderado de nosotros, que no pude evitar reírme aliviado.

- ¿De verdad crees que me parezco a Jennifer Aniston?

Antes de que Sakura pudiera responder, la insistente voz metálica anunció por megafonía la inminente salida de mi tren. Miré a Sakura, en un intento por que entendiera que nos estábamos quedando cortos de tiempo, pero ella había cerrado los ojos.

- ¿Vas a coger ese tren? – susurró.

Internamente puse los ojos en blanco.

- Supongo que eso es una pregunta retórica.

Sakura abrió la boca, seguramente para darme alguna de sus exasperantes réplicas. Y por mucho que me divirtieran nuestras conversaciones, en este momento no teníamos tiempo para hablar. Se me ocurría cierta actividad mucho más interesante en la que mantener ocupadas nuestras bocas. Sin mencionar, claro, que en ocasiones las acciones resultaban ser mucho más eficaces que las simples palabras.

Así que, aprovechando su descuido, atrapé sus labios en un beso. Quizás era cierto aquello de que con la práctica se alcanza la perfección, porque cada beso con Sakura me parecía más increíble que el anterior. Aunque puede que el hecho de saber con seguridad que Sakura se sentía igual que yo, que no estaba invadiendo su espacio personal o forzando una respuesta positiva por su parte, mejorara la experiencia considerablemente.

- Espero que estés seguro de no querer coger ese tren – murmuró Sakura instantes después de separarnos – No sé si podrán cambiarte tu billete para otro día.

Comprobé que el tren ya había abandonado la estación y que nos encontrábamos completamente solos en el andén. Reí entre dientes, un poco tarde para arrepentirme de no haberme subido al tren, ¿no?

Atrapé a Sakura con mis brazos y la estreché contra mi cuerpo.

- Tonta, Sakura. Con lo que me ha costado atraparte, ¿crees que ahora me voy a escapar?

Después de lo que me había hecho sufrir, le iba a costar mucho librarse de mí.

* * * * * * * * * * * * *

- Vamos, Sakura. Lo prometiste.

Sakura se cruzó en brazos con cabezonería, y negó insistentemente con la cabeza. Se interpuso entre su armario y yo, evitando así que pudiera tener acceso al lugar donde guardaba aquella lista que Itachi había mencionado y que Sakura había prometido enseñarme hacía una semana.

Promesa que, por lo visto, Sakura no estaba muy por la labor de cumplir.

- Sakura, lo prometiste – le recordé una vez más, utilizando mi tono más insistente. Ese al que Sakura había resultado ser demasiado parcial.

Sakura agitó de nuevo la cabeza de un lado a otro.

- No estaba en plenas facultades cuando hice esa promesa.

Me apoyé contra la mesa de su escritorio, cruzando los brazos y los pies. La observé con una media sonrisa divertida, preguntándome cómo pretendía salir de esta.

- ¿Y cómo explicas eso? – quise saber con genuina curiosidad.

- Me coaccionaste para que aceptara enseñarte esa lista.

Alcé las cejas con una falsa expresión de inocencia, apretando los labios con fuerza para evitar que se me escapara una sonrisa. Tenía una ligera idea de hacia dónde iba esta conversación, pero sería mucho más divertido si Sakura se veía obligada a desarrollar su idea. Algo sobre ciertos poderes deslumbrantes estaba a punto de salir a la luz…

Sakura bufó, exasperada al comprobar que aquella tarde no me sentía demasiado colaborador.

- No me mires con esa cara de no haber roto un plato – pidió ella, descruzando los brazos y apoyándolos sobre sus caderas – Sabes de sobra que utilizaste tus poderes deslumbrantes para lograr que aceptara. Eso es jugar sucio.

- ¿Nunca te habían dicho que en el amor y en la guerra todo vale? – pregunté, poniéndome de pie.

Abandoné mi posición al lado de su escritorio y de dos pasos cubrí los metros que nos separaban. Me coloqué delante de ella, con los brazos aún cruzados sobre mi pecho y sin tocarla, pero haciéndole saber que la distancia entre nosotros era mínima.

- Sakura, no te hagas la difícil – aconsejé, esforzándome para que mis palabras no sonaran ni a petición ni a orden – Sabes que en cualquier momento puedo volver a deslumbrarte, como tú dices, y conseguir que me enseñes esa lista.

Para probar mi afirmación, me acerqué unos centímetros más y deposité un pequeño beso justo debajo de su oreja. Sakura suspiró suavemente y sentí como su cuerpo se relajaba de manera perceptible contra el mío. Sonreí contra su piel antes de separarme de ella y mirarla directamente a los ojos, sin poder ocultar mi característica media sonrisa.

- Está bien – cedió finalmente, derrotada.

Mi sonrisa se convirtió en una mueca completa, al tiempo que Sakura se daba la vuelta para abrir su armario. Por fin. Rebuscó durante unos segundos en el fondo antes de sacar una pequeña hoja de papel doblada a la mitad. Me la tendió sin ni siquiera mirarme a los ojos, aunque no sabía si a causa de la vergüenza o del enfado por haber cedido tan pronto.

Tomé el papel entre mis manos y, al abrirlo y leer el título de su lista, una pequeña risa se escapó de mis labios.

Cinco razones para no enamorarse de Sasuke Uchiha.

Levanté la vista hacia Sakura, justo a tiempo para ver como ponía los ojos en blanco y se pasaba una mano por el pelo con nerviosismo.

- Sin risas, por favor – pidió con un hilo de voz.

Asentí con la cabeza y proseguí con la lectura.

- Uno, iniciar una relación supone: a) liberar una cantidad excesiva de hormonas, b) fantasear horas ilimitadas sobre qué hacer con tu chico y/o qué te gustaría que te hiciera, y c) constante tensión sexual – leí en voz alta el primer motivo.

- ¿Nunca te han enseñado a leer para ti mismo? – interrumpió Sakura, claramente irritada.

- Vamos, Sakura. Así es mucho más divertido.

- Si por divertido entiendes humillante, entonces sí – murmuró entre dientes.

- ¿Te importaría compartir alguna de esas fantasías? – pedí, esbozando mi sonrisa más encantadora.

Sakura gruñó y me golpeó en el brazo.

- Sigue leyendo – ordenó, dedicándome una mirada asesina.

- ¡Pero no estoy de acuerdo con este motivo! – Protesté – Durante las cuatro semanas de convivencia no estábamos juntos y aún así había muchísima tensión sexual.

Sakura me regaló otra de sus miradas mortíferas antes de hablar.

- ¿Por qué te crees que lo taché de la lista? Continúa leyendo – repitió.

- Está bien – acepté, centrando mi mirada de nuevo en la pequeña hoja de papel – Dos, Sasuke es el mejor amigo del novio de mi mejor amiga – alcé los ojos hacia Sakura, sin comprender el sentido de la segunda razón - ¿Qué tiene eso de malo?

- Nada si tu amiga no es Hinata – explicó Sakura – Ya sabes, el duende hiperactivo al que le encanta organizar citas de parejitas.

Asentí otra vez con la cabeza, releyendo aquel motivo.

- ¿Cuándo desapareció de la lista?

- Después de aquella cena con Hinata, Naruto, Itachi e Ino a la que Hinata consiguió arrastrarnos. Sigue, Sasuke. No tenemos todo el día.

- Tres, incompatibilidad de caracteres – la miré, de nuevo sorprendido - ¿Incompatibilidad de caracteres? – Repetí - ¿De dónde sacaste algo tan absurdo?

Sakura tan solo se encogió de hombros.

- Necesitaba motivos para rellenar la lista.

- ¿Aunque fueran absurdos y no tuvieran ninguna base real?

- Sasuke. Sigue. Leyendo – ordenó, con tono duro y puntualizando cada una de sus palabras.

- Cuatro, incompatibilidad física.

Volví a fijar mis ojos sobre ella. Esta vez estaba seguro de que cualquier explicación no iba a ser suficiente. ¿Incompatibilidad física? ¿Qué coño significaba eso? Por favor, dime que Sakura no pertenece a ese grupo de chicas que creen que su novio debe ser una réplica exacta de sí misma, pero en versión masculina.

- Oh, vamos, Sasuke. Es obvio – dijo, rodando los ojos y señalándome con la mano. Alcé las cejas, sin saber exactamente a qué se refería con obvio – Tú eres una especie de dios griego del siglo XXI y yo soy… ya sabes, simplemente Sakura.

Esta vez fui yo quien puso los ojos en blanco. ¿Dios griego del siglo XXI? ¿Qué clase de expresión era esa?

- Me reservo mis comentarios sobre lo absurdo de este motivo. Solo te digo que tu percepción sobre mí, y ya de paso sobre ti, está bastante alterada – devolví mi atención a la lista para leer en voz alta el último motivo – Cinco (y la más importante), está pillado. ¿Pillado? Primera noticia que tengo.

- Ya sabes, al principio creía que la Barbie recauchutada era tu novia – me recordó Sakura.

- La Barb… ¿quién?

- Karin – aclaró.

- Oh - fue todo lo que pude decir, antes de echarme a reír.

Envolví el pequeño cuerpo de Sakura entre mis brazos y apoyé el mentón sobre su hombro, estrechándola contra mi cuerpo.

- Ese es el único motivo correcto de tu lista.

- Supongo que sí – suspiró Sakura.

- Podríamos hacer una lista con motivos por los que deberías estar con Sasuke Uchiha – sugerí, comenzando a trazar un pequeño camino de besos por todo su cuello – Se me ocurren unas cuantas razones de peso…

Sakura se revolvió entre mis brazos, forcejeando ligeramente pero sin hacer verdadero esfuerzo por obligarme a que me separara de ella.

- Piérdete, Sasuke – consiguió decir entre sus pequeñas risas.

Sonreí contra su piel y proseguí con mi tarea de darle más motivos para nuestra propia lista. Tenía la certeza de que esas razones iban a ser mucho más consistentes que las que Sakura había apuntado en su inservible lista.

***********************

Hola

Espero no haberlos decepcionado, la verdad esta historia me gusta muchísimo. Espero que les haya gustado la parte en la que Sasuke consigue leer la lista desparecida de Sakura.

¡Y les tengo una gran noticia!

Bars-9, es decir, la autora de esta grandiosa historia. Esta por publicar una secuela de este fic… que se llamará: Cariño, te he comprado un anillo. Y en cuanto ella me conceda nuevamente su permiso, la estaré publicando para que puedan leer esta nueva e interesante historia.

Muchas gracias por leer este grandioso fic, espero que les haya gustado.

Nos seguiremos leyendo más adelante ó en otra de las historias que aún no término de subir.

Saludos.

Ranko Uchiha

¡Reviews!