Bueno, después de un fic largo Laven y un OneShot Yullen como entrenamiento, creo que estoy preparada para comenzar con un fic largo Yullen, XD.

Como advertencias sólo puedo decir: violencia (amo la sangre), mal vocabulario, posible lemon (o lime), muertes, etc etc.

Los capítulos serán cortos, porque la verdad es que no doy abasto, y si llego a las 2.000 palabras me doy con un canto en los dientes XD.

Y, oh, sino queréis rayaros la cabezas con teorías súper-mega-rayantes del manga, y no queréis comeros muchos muchos spoilers, mejor que no sigáis leyendo (o que no comencéis, vaya).

Y, bueno, por último: -Man no me pertenece. Si me perteneciese, quitaría la R del "Gray", y todo tendría mucho más sentido =)

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Prólogo:

-No pareces el mismo.

Él sólo alzó una ceja, haciéndome ver que me había oído, pero que ignoraba mi comentario. Ambos sosteníamos las copas a medio llenar de champán como si nos hubieran caído del cielo, sin saber muy bien qué hacer con ellas.

-¿Y tú? ¿Te has mirado a un espejo? Pareces uno de esos niños ricos repelentes y consentidos –su mirada se clavó en mi cuello, y sonreí-. Por Dios, quítate ese lazo. Es horrible.

Se arregló la corbata, algo incómodo, y mi sonrisa se ensanchó aún más, regodeándome interiormente por aquel comportamiento suyo, mucho más irascible a lo normal. Yo sabía que tenía ganas de huir de aquella música pastelosa, del banquete, del esmoquin y del baile. Me miró de nuevo con el ceño fruncido.

-Me las pagarás todas juntas, niño maldito.

Reí por lo bajo, dándole la espalda. Lenalee se nos acercaba, deslumbrante con su vestido de gala verde esmeralda. Me apresuré a responderle, mirándolo con advertencia:

-Me dijiste que esta noche mandaba yo.

Me devolvió una risotada sarcástica:

-¿Y te lo creíste? Bastante tengo con aguantar esta estúpida ocurrencia de ese desequilibrado mental.

Me quedé con la boca abierta, y dejé la esbelta copa en la decorada mesa de un golpe:

-¡Era una promesa! –exclamé entre dientes, sintiéndome engañado. Bueno, no era la primera vez que me la jugaba de aquella manera. ¿Cuándo aprendería a no confiar en sus palabras? Sobretodo cuando está a medio camino de desnudarte, no había que creerle nada.

Y menos si era un chantaje.

Simplemente alzó la copa hacia mí en señal de brindis, con una media sonrisa triunfal, y tomó un largo trago.

-Feliz Año Nuevo, moyashi –susurró, pasándose la lengua por los labios húmedos de alcohol.

Y, entonces, ocurrió la explosión.

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1. Riot!

-¿Qué haces aquí, imbécil? –me espetó, tan amable y delicado como siempre.

Me giré para mirarlo, dado que había ido directo al corredor donde Fou descansaba, creyendo que encontraría allí al japonés, siendo sometido al examen previo de seguridad de la Rama Asiática. No había esperado verlo salir de la cafetería junto con Bak, el supervisor asiático.

-No trates así a Walker, Kanda –intentó conciliar Bak, con cara de circunstancias.

Kanda bufó, ignorándolo deliberadamente. Sonreí al supervisor, haciéndole un gesto para restarle importancia al asunto. Sabíamos como era Kanda.

-Nos han asignado otra misión –le comenté, acercándome a ellos. Anduvimos por un corredor por el que nunca me parecía haber estado.

-¿Otra? –inquirió, con la voz crispada de rabia e incredulidad.

Me encogí de hombros.

-A la tercera va la vencida. Komui cree que si estamos mucho tiempo juntos le acabaré cayendo bien –le expliqué a Bak por lo bajo, mientras Kanda seguía dirigiendo la marcha hacia sabía Dios dónde.

-Tss. Iluso.

Desvié la vista. Me intentaba tomar con humor la aversión que Kanda tenía hacia mí, aunque era como una espina que tenía clavada en mi orgullo. Había demostrado que estaba a su altura y, aún así, él seguía despreciándome a cada oportunidad. Así que yo sólo podía contestar a sus ocurrencias, amenazarlo, que me siguiese el juego, y acabar gritándonos en cualquier lugar o momento.

-Eh… ¿adónde vamos?

Nos habíamos detenido al final del corredor, ante una puerta grande pero aún así sencilla. Se oían voces al otro lado. Antes de que pudiésemos acercarnos más, la puerta se abrió, y por ella salió Fou, con aspecto de haber sido sacada de quicio. Tras ella caminaba despacio un asiático que parecía afable, con un tatuaje romboide en su frente y calva. Fruncí el ceño ante ellos dos.

-¡Oh, Bak! –gritaba ella-. ¡Ha vuelto a meterse los auriculares en los calzoncillos!

El anciano reía por lo bajo, y parecía estar bastante orgulloso de su hazaña. Pero pronto se fijó en el japonés, y su risa a trompicones se paró en seco. Vi cómo echaba mano a algo guardado en las profundidades de sus ropas, en algún lugar que no quería siquiera adivinar; y se lo colocaba en las orejas.

-Kanda… –susurró.

Fou puso los ojos en blanco, y se apartó de la puerta. Observé cómo Kanda avanzaba hacia el anciano, y cómo éste apoyaba una mano en su antebrazo. Aquello era muy… íntimo. Desvié la vista, desconcertado. Bak me hizo darme la vuelta, mientras Kanda cerraba la puerta tras de sí. El japonés me dirigió una última mirada, y no supe identificar el mensaje.

-¿Quién es? –pregunté-. No lo había visto por aquí.

Bak sonrió ampliamente:

-Pues fue quien te dio de comer cuando estabas manco, majo –intervino rudamente Fou. Me estremecí ante la mención de mi brazo izquierdo, y apreté fuertemente la mano, asegurándome de que seguía allí. Procuré seguir sonriendo.

-También es quien diseña y da forma a las Inocencias de tipo equipo. Hace una entrevista al exorcista, lo mide, le hace dibujar cosas extrañas… y luego elige el arma. De momento no se ha equivocado.

-¿Kanda necesita una espada nueva? –pregunté. Que yo supiese, Mugen había sido reconstruida por completo hacía poco, tras la pelea en el Arca, y no lo había visto incómodo con su nuevo acero.

Bak negó con la cabeza:

-Sólo es… una pequeña revisión.

¿Revisión? ¿A apenas un mes de haber salido de la forja?

-Pero…

-Te ha dicho que es una pequeña revisión, mocoso –me cortó Fou de nuevo-. No preguntes más.

Ambos miraban al final del corredor, y evitaron todo contacto con mi mirada.

Algo raro pasaba allí.

Algo relacionado con Kanda.

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Veintiocho grados y una humedad asfixiante.

O, al menos, eso era lo que nos esperaba en nuestro próximo destino. Había esperado la salida de Kanda junto con Lenalee y los demás en la Cámara de la Puerta durante casi tres horas. Había visto cómo el sarpullido de Bak se extendía por toda su cara y cómo Fou reprimía los celos que un robot como ella no debería sentir. Charlas con Rohfa, miradas encontradas de exasperación con Lenalee y curiosas e incómodas hacia los dos medio-akumas que nos acompañaban.

Pero, por fin, todo eso había acabado.

-Recuerda: 66600253, ¿lo tienes?

Asentí, alzando el pulgar hacia Reever, que me devolvió la sonrisa. Atravesé el Arca, donde me esperaba Kanda con los ojos cerrados. Grabándose la clave, quizá.

-Cambio de última hora –le informé, mientras Link cruzaba tras de mí y me apartaba de un empellón que pretendía ser cortés.

Kanda aguardó.

-Al final sólo vamos a ir nosotros tres. Parecer ser que ha habido visos de otra Inocencia en Nueva Inglaterra, así que han mandado allí a Lenalee y a los terceros exorcistas.

Él bufó entre dientes, pero no dijo nada. Comenzado a andar por entre las impolutas calles del Arca, revisando los carteles marcados en las puertas azules y esperando encontrar la que nos había sido asignada. Debería haber un gran cartel que rezase "Misión Kanda-Walker". Nunca decíamos la situación exacta de las misiones, por si acaso volvía a pasar lo de Suman. Se me encogió el corazón cuando me acordé del Exorcista parasitario que me había costado un brazo y una mano quebrada el salvarlo. ¿Y para qué? Para deshacerse en miles de Teases.

Tras un buen rato abriendo y cerrando puertas mal etiquetadas, casi entré en el estado de nervios crítico. ¿Dónde estaba la maldita puerta? Debería estar entre la conexión con Grecia e India, ¿verdad? Y, entonces, ¿por qué no había puerta?

Link tomaba apuntes con su habitual parsimonia, y Kanda sólo seguía nuestros pasos. Me paré en seco, y me giré hacia ellos.

-No la encuentro.

Me miraron. Link frunció el ceño.

-Pues volvamos y que el Supervisos se encargue.

Torcí el gesto. No veía necesario deshacer todo lo andado. Pero sabía que el Inspector no me dejaría preguntarle al Arca. Me mordí el labio inferior, pensando en el modo de proponérselo.

-¿Y por qué no abres tú una? –preguntó Kanda.

Link se volvió hacia él.

-Walker no está autorizado para…

-Es para lo único que sirve –le cortó-. Apúntalo en la libretita y dejémonos de gilipolleces.

Sonreí interiormente. La impaciencia de Kanda siempre aparecía en los momentos oportunos. Y la mayoría de las veces me venían bien. Al parecer, a Kanda le exasperaba aún más el estricto Inspector que yo mismo.

-Alguna vez serás reprendido, Kanda –le dijo Link, mientras apuntaba algo con rabia en sus papeles.

-Me gustaría ver eso.

Esperé con paciencia a que las chispas se desvaneciesen entre ellos, y luego pregunté:

-Entonces, ¿puedo?

Link asintió sin mirarme. Sonreí imperceptiblemente, oliendo la victoria. Me concentré, y dejé aparecer una brillante Puerta a mi derecha. Link me siguió cuando la atravesé, aunque Kanda se quedó fuera, aguardando.

Esperaba ser rápido, o sería Kanda quien me mataría esta vez.

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Ese enano tardaba demasiado.

Si antes no había aguantado al estúpido moyashi a mi lado, en esos momentos era simplemente una tortura continua. Porque ya no era sólo él, no, sino que el perrito faldero del mojigato alemán lo seguía a todas partes. Y ese "todas partes" era yo, claro. Lo había mandado a la mierda varias veces, pero sólo porque ya había sobrepasado el límite de la irritación. No me hacía gracia que el moyashi disfrutase de aquellos momentos en los que vejaba al rubio. Porque lo hacía, claro que lo hacía. Estaba tan harto de él como yo, pero cerraba la boca porque era un jodido mártir, y encima se había mostrado lo suficientemente astuto como para dejar que yo me encargase de él. Quizá hasta Komui lo veía así, y por eso nos mandaba juntos a tantas misiones últimamente. Proteger la integridad psíquica del enano era muchísimo más importante que cualquier otra cosa, por supuesto.

Ese estúpido enano tardaba demasiado.

El portal luminoso seguía abierto ante mí, y me dirigí hacia él. No oía melodía alguna, así que el moyashi no estaba abriendo un nuevo enlace con Istambul o donde fuese que nos habían mandado.

Atravesé la puerta para gritarle cuatro cosas, pero me detuve en silencio.

Link daba cabezazos de sueño, fingiendo estar revisando los apuntes de su inseparable librito. Estaba en una posición ideal para vengarse de él, pero no era el Inspector lo que me llamaba la atención.

Era el moyashi, con las manos casi rozando las teclas de aquel imponente piano. Pero no miraba a las teclas, siquiera Tincampy le mostraba aquellos símbolos que podía leer. Al contrario, miraba con fijeza su reflejo en la gran cristalera que cubría toda la pared. O no. No, no miraba su reflejo, miraba más allá, a algo que parecía estar por encima de su hombro.

Y le hablaba.

-Seguro que sabes donde está. Lo necesito ahora.

Silencio. Fruncí el ceño, pero no me moví un mínimo.

-Ya veo… no creo que esto le guste a Link.

Y deslizó sus dedos sobre el teclado, tocando dos simples notas. El aire se estremeció un momento, y supe al instante que el enano no había encontrado el enlace a Turquía, sino que había abierto uno nuevo.

Se volvió para avisar a Link, y clavó sus ojos grises en mí, alarmado.

-¿Kanda?

-¿Con quién hablabas, moyashi?

Su mirada se endureció, y sonreí.

-Mi nombre es Allen.

Reí por lo bajo. Crucé la sala en dos zancadas, acercándome al supervisor mojigato, y le zarandeé lo más bruscamente que podía. Lo sentí dar un pequeño brinco, y me miró con una cara increíblemente despierta. Despierta y odiosa, si se me permitiese añadir.

Se levantó con lentitud, y miró al imbécil, que atravesaba la puerta en aquellos momentos.

-Segundo Exorcista Kanda Yuu –¿realmente hacía falta tratarme con tanta pomposidad?-. Si tiene información que reportar…

-¿Y usted? ¿Tiene información que reportar? ¿O prefiere dormir?

Se tensó. Sabía que así le hacía un favor al enano, cosa que no me hacía nada de gracia. Pero aquello sería interesante si no lo mataban por hereje tan pronto. Al fin y al cabo, parecía ser que al moyashi le gustaba hablar solo. O quizá no estaba exactamente solo.

Él cerró la puerta a la Habitación del piano en cuanto pasamos a través de ella. Parecía nervioso, esperando una sentencia.

-Espero no toparme con ninguna clase de confidencia secreta entre vosotros dos.

-Descuide –contestó el moyashi, extrañado. Luego me miró atentamente. Finalmente asintió, un agradecimiento mudo que preferí ignorar.

Echamos a andar hacia donde teníamos nuestro nuevo enlace. Ahora sí se leía claramente "Misión Kanda-Walker", y me pregunté si eso también lo había creado el enano. Alcé una ceja, divertido.

Así que el leal, tierno e inocente Allen Walker también tenía sus secretos para la Orden.

Qué curioso.