"Ni el rubio oxigenado hiperventilador, ni la castaña pelo de escoba nos pertenecen (lamentablemente), sólo prácticamos el maleficio imperio con ellos para zangolotearla un rato".

Hay fenómenos inexplicables, extraños, e inusuales, que por más que tratas de encontrarle algún sentido, no lo tiene, y terminas atribuyendo su acaso al destino o a la coincidencia. Uno de ellos fue como nos conocimos con Arrayan, y como ha evolucionado nuestra amistad desde entonces.

Podría decirse que estuvimos en el lugar y en el momento adecuado, pero además, que en cierta medida, sabíamos que el día que nos encontraramos, no nos separaríamos más. A pesar de que pasaran semanas sin hablar, ni tener noticias de ambos lados, tanto ella como yo sentíamos la presencia de la otra. ¿Cómo es posible? no tenemos idea, pero es un hecho.

Lo más particular de todo, queridos lectores, es que tenemos una coordinación que llega a perturbarnos. Si una lloró en el día, la otra probablemente también. Si una está escuchando cierta canción, la otra la está tarareando, y así, una infinitud de coincidencias que ya parecen de mentira...

-¿Qué haces? - la escucho murmurar.

Está al lado mio, con la nariz hundida en el libro que sostiene entre manos, con las gafas a medio caer y el ceño fruncido; se nota que la historia que lee le tiene el corazón a dos manos, pero que aún así, tiene un ojo en mí.

-Estoy publicando el nuevo capítulo - respondo, sin dejar de teclear en Killy (sí, mi notebook tiene nombre) - Y les cuento un poco de nosotras.

La veo asentir y seguir su lectura. Hace dos horas que estamos en silencio, acompañándonos, sin incomodidad por la ausencia de palabras. No las necesitamos. Sin embargo, la noto perturbada, hasta que finalmente cierra el libro y lo deja a un lado.

-Está nevando afuera - suelta, mirando por la ventana mientras se acurruca en el sillón y emite un profundo bostezo - ¿Te parece que una vez que termines, salgamos a pasear? Podemos hacer unos angelitos en la nieve, y pegarnos una neumonía de puta madre.

Me rio. Nuevamente, me leyó la mente.

-Me parece un espléndido plan. Pero por mientras, si quieres, puedes dormir una siesta. Te despierto a penas termine.

Ella sonríe y cierra los ojos, y sin proponérmelo, me asalta un sueño brutal y termino durmiéndome también.

***

Agradecimientos a: Regina Austen, Cintia Black, Jos Black, Zareth Malfoy, Vadeti, Aniia HG, Dannia, Camila92, Angy Malfoy, Kunii24, Kty. Black, Karii Malfoy, Gabrielle Felton, Crimson Rouge Rot, Londony, AngieShields, Eterna romantica 03, Aby Penita, NemesisAg, aPustistinaa, Beautifly92, Pao Malfoy Cullen Uchiha, Natasha Granger, Fleurione, Rose Malfoy Granger, Elwing Nyar, Ashamed Kawaii y Javiera - 6. GRACIAS!!, se pasaron, y disculpen no haber respondido sus maravillosos comentarios... a las dos nos queda tiempo con suerte para respirar, pero a penas podamos, daremos señales de vida vía review reply, ¿ok?

PD Arrayan: Como a Mad se le da mal mentir y a mi me sale estupendamente, les inventaré una excusa que valga la pena leer en vez de esa insípida verdad de la escasez de tiempo. No pudimos agradecer en extenso porque hemos sufrido lo que llamo "Una serie de eventos desafortunados que no desencadenaron el Apocalipsis, pero casi".

A mi me gusta preparar mi té, no es que crea que lo hago mejor que nadie, pero como me lo tomaré yo, pues, me lo preparo yo y punto. El proceso está estandarizado por mi y sirve sólo a mis propósitos, es decir: negro con bergamota, en taza precalentada, agua a punto de hervir, jamás hervida...jamás azúcar, en palabras simples y sencillas, un té perfecto. Hasta que la poco seria de mi amiga se le ocurrió empezar a hablar de la premier de HP6, si debiésemos haber ido disfrazadas de lechuzas o escobas, que si nos hacíamos de la capa de Harry, nos secuestrabamos a Tom Felton o a Alan Rickmann, asuntos de gran interés por lo que no me di cuenta que como a ella le gusta el té con azúcar, le vació el kilo y medio del azucarero a mi taza, cuando con seriedad, como amerita una discusión de tamaña profundidad, le digo que incluso sin la capa de Harry a Alan Rickmann no le ven ni la sombra del personaje una vez a mi alcance. Me llevo mi otrora perfecta taza de té a la boca para en menos de dos segundos lanzarle lo que casi me trago y lo que quedaba en la taza por la cabeza a mi amiga. Paipazo en la testa.

Ahora Mad perdió la memoria, se cree tenista y cantante de bar, yo la dejo ser porque verla cantar con una raqueta en la mano es algo imperdible, además, desde que se inventaron los celulares con cámara todo se sube rápido a youtube, transformando un embarazoso momento privado en una burla de proporciones mundiales...¡como no tentarse!.

Ah si, los reviews no los contestamos porque se me ocurrió mejor inventar una excusa falsa y poco creíble en el espacio de las respuestas.

:P

PD Mad: Cómo podrán imaginarse, la que hace unos días se había apropiado de este espacio, yace a mi lado con estertores por una taza de té mega cargada de azúcar y miel, dada de mi parte en un acto de alevosía ninja y aprovechándome de su habitual estado "grogui" por las mañanas. ¿Y es que creía que jamás recordaría lo que me hizo? la venganza es dulce, queridas lectoras, y como dicen por ahí, "es un plato que se come frío", aunque bueno, en su caso se trata de una mega bomba de azúcar incrustrada ahora en su estómago, luchando contra el ácido que intenta - sin mucho exito - disolverla para devolverle la conciencia. ¿Cómo diablos me dejó cantar ante un considerable público "la macarena" versión hip hop y con una raqueta en la mano? Eso no lo hacen las amigas, no señor. Además, nunca he sido buena para el tenis, y debo confesar que suelo atropellar a la gente cuando llevo cosas peligrosas en las manos, sino, pregúntenle al público de esa noche... creo que dejé knock out a varios cuando se me resbaló al hacer el "ehhh, macarena, ¡oé!" (y eso que detesto la canción y ese baile, prefiero hacer un breakdance sobria en el metro antes que realizar el mismo paso una y otra vez como disco rayado y sin pizca de estilo).

Por otro lado, no me gustó nadita que se aprovechara de mi black out para realizar maniobras oscuras de "raptación a capella" a don Rickmann. Es decir, ¿y dónde está mi parte del plan? yo también quiero secuestrarlo, y de paso, llevarme a Tom para que me dijera con su tono old england toffee "good morning" todas las mañanas... así se me haría mucho más fácil ir a trabajar. Pero no, no me "recordó" que teníamos que "recordar" "raptacionarlo" a penas terminen de filmar la séptima película, y eso que yo ya me había conseguido cloroformo. Le pediré las correspondientes explicaciones a penas le baje la birirrubina

En fin. Mientras tomo mi café cortado con chocolate, la veo ahí, aún tirada en el suelo, y creo que le está saliendo espuma por la comisura de los labios... ¿Tendré que verificar si aún respira?

Nah... si lo hago, se me enfriará el café, y no hay cosa que deteste más que el café frío.

PD Arrayan2: ¬¬

PD Mad2: you know, with love ;P

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A leer.

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3.-

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-Draco... ¿no piensas que es un poco temprano para bajarte una botella de whiskey tu solo?

No lo había dicho en tono de reproche, su voz sólo reflejaba preocupación. Astoria Greengrass estaba apoyada en el marco de la puerta y de brazos cruzados, enfundada en su bata blanca y mirándolo con atención. El hombre que tenía al frente, y que ahora era su novio, estaba sentado en la sala de la mansión, despeinado, ojeroso y bebiendo hasta por los poros, una imagen que no había visto desde hace años atrás, cuando recién lo reencontró.

-¿Tú crees? Lo siento, no me di cuenta que ya había amanecido - respondió él, bebiéndose de un sopetón todo lo que le quedaba en el vaso - te juro que aún era de noche cuando destapé la botella.

Astoria frunció el ceño, pero pronto, se obligó a suavizar el gesto adusto de su rostro. No sacaba nada enojándose con él, era tiempo perdido, así que optó por lo que creyó correcto. Se acercó hasta donde se encontraba, tomó asiento a su lado, y agarró su mano derecha, enlazando sus dedos con los propios.

-Son las siete de la mañana, y si sigues así, serás un estropajo el resto del día... ¿qué fue lo que sucedió, amor?

Él suspiró hondamente y posó el vaso al borde de la mesa ratona, frotándose las sienes con la mano que tenía libre. Estaba pensando, imaginando, maldiciendo tantas cosas a la vez, que su cabeza era un plato de tallarines. Sentía el cerebro hinchado, atontado, y todo le daba vueltas, incluso aún antes de comenzar a beber esa vieja botella de whiskey que tantos años llevaba guardada en la vitrina. Cerró los ojos tratando de enfocar su razonamiento, destrabar su lengua, ignorar la profunda pena y rabia que lo embargaba, pero sabía que podrían pasar meses, años inclusive, antes de poder encajar la nueva información que se había tatuado en su memoria. Un hijo. Había perdido un hijo sin saberlo.

-Te lo diré... era hora de que lo supieras de todos modos - susurró, abriendo los ojos - Hace tiempo atrás, antes de que volvieramos a encontrarnos fuera de Hogwarts, yo dejé de ser un mortífago, y tú sabes porqué, ¿no?

La mujer asintió lentamente, sintiendo como un escalofrío le recorría la espalda.

-Por lo que le hicieron esos bastardos a tu madre - respondió con cautela - por venganza.

-Exacto. Mi odio hacia Potter y compañía quedó en segundo plano cuando sucedió lo de mi madre, así que me enlisté en su maldita Orden del pajarraco para poder llevar a cabo mi venganza contra el Señor Tenebroso... pero no contaba con que al hacerlo, terminaría obteniendo algo más. Si bien al principio nos comportábamos como perros y gatos, a medida que pasaba el tiempo, Granger y yo comenzamos a sentir algo más, algo que obviabamos mediante pesadeces, insultos y fingida indiferencia, hasta que un día, no pudimos hacerlo más. Caí en la tentación, y me la llevé conmigo en eso. No sabría explicarte como comenzó todo con exactitud, un día simplemente empezamos a vernos en secreto, a amenazarnos con que no podíamos decírselo a nadie, y a celarnos mutuamente de una manera completamente irracional, especialmente de mi parte... De un momento a otro, y sin que nos lo propusieramos, todo se destapó, y tuve que estar en el epicentro de la crisis del trío dorado. Tuvo que pasar bastante tiempo para que tanto la comadreja como Potter aprendieran a vivir con ello, y gracias a eso, pudimos fojar algo parecido a una amistad. Podría decirse que en ese instante, me integré realmente a la Orden, pero cuando cayó el Señor Tenebroso, y creí que podría reiniciar mi vida por completo junto a ella, pasó...

Draco calló y tragó espeso, inseguro de si sería capaz de continuar. A pesar de que habían pasado años desde los hechos, los recordaba tan claramente que aún le escocían en el pecho. Recordaba el momento en que había recibido la noticia, cómo había corrido como un alma en pena, cómo había buscado semana tras semana sin dar con su paradero, y finalmente, cómo la había encontrado... o cómo había encontrado lo que quedaba de ella.

-¿Pasó qué? - indagó Astoria, apretándo suavemente su mano para incitarlo a continuar.

-Bellatrix - soltó, como si escupiera su nombre - Como bien sabes, Bellatrix formó un grupo de renegados, la resistencia de aquellos mortífagos que querían perpetuar el legado de su amo, y que juraban que volverían a traerlo a la vida. Ella fue la responsable de que todo se fuera a la mierda. Secuestró a Hermione durante semanas, y la sometió a todo tipo de torturas y vejaciones que sinceramente no quiero ni debo recordar o pronunciar. Cuando pudimos recuperarla era otra persona. Estaba quebrada mental y físicamente, podría decirse que hasta había perdido las ganas de vivir. No quería que me acercara a ella, nadie podía acercársele, ni siquiera los medimagos. Balbuceaba incoherencias, y la mayor parte del tiempo, su mirada estaba perdida en el horizonte, desenfocada, a punto de perder la completa noción de la realidad. Fue... duro. Demasiado duro. Durante semanas permaneció así, cada vez peor, y Potter decidió que lo mejor era borrar sus recuerdos del ataque... lo que él no esperaba es que, junto con eso, se borrara también su pasado conmigo.

-¿Te olvidó?

-Sí. Me olvidó.

-¿Y porqué no luchaste por recuperarla?

Él la miró de reojo, notando que su interés era real y que no fingía comportarse de una manera políticamente correcta. Draco ya lo sabía, pero ahora lo comprobaba. Astoria era una persona de naturaleza amable, honesta, pero por sobretodo, empática. Nunca se quejó por las apariciones abruptas y extrañas de Hermione Granger en la vida que tenían de pareja, a pesar de que no fue sino hasta ahora que sabía los motivos de las mismas.

-Los medimagos dijeron que si trataba de lograr que me recordara, probablemente todo el resto vendría por añadidura. Así que me recomendaron que, por la salud de ella, tratara de rehacer mi vida, así que lo hice...

-Pero nunca te olvidó por completo - refutó - Es decir, siempre se aparecía con sus crisis de pánico o de angustia, a toda hora y en todo lugar. Algo había quedado en su memoria, al menos, los sentimientos estaban, ¿no crees?

Draco asintió, exhalando frustrado.

-Quizás eso explique en algo que ahora lo recuerde todo. Maldito Potter, todo es su culpa.

Astoria chasqueó la lengua y lo miró severamente.

-No es culpa de Potter, él hizo lo que creyó correcto, y si tuviste que salir de la vida de Hermione, fue porque tú lo decidiste. No ha nacido la persona que te obligue a hacer lo que no quieres, y si tomaste una resolución, debes hacerte responsable de sus consecuencias - soltó como la más cruda de las verdades - ¿Y ahora dónde está ella?

-No lo sé. Se ha marchado, y al parecer, no volverá en mucho tiempo. Se llevó todas las cosas que podía y quería.

La mirada del joven se ensombreció, y lamentó en su cabeza que el licor no estuviera realizando la función sedante que pretendía. No quería pensar, no quería sentir, no quería... hasta que escuchó su voz, como un murmullo lejano.

-Draco... ¿Y por qué no la buscas? - él la miró extrañado, por lo que Astoria tuvo que comenzar a explicarse - Draco, entiendo toda la situación, más de lo que tú crees. Si decides ir a buscarla, o quedarte aquí sentado hasta vaciar la botella, es tú decisión y la respeto. ¿Somos un equipo, no? Sé que me amas... quizás no de la forma o con la intensidad que la amabas a ella, pero lo haces. Yo también te amo, y jamás te obligaría a quedarte a mi lado si no eres feliz con eso. Cualquiera acción que tomes, yo te apoyaré... así que respóndeme, sin temores ni reservas, ¿Irás tras de ella?

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Desde el momento en que todo volvió a su mente, el mundo como lo conocía se transformó en algo indefinido, extraño y desagradable. Fue como si alguien hubiese golpeado su cabeza con un florero, porque todo se sintió frió, pesado y doloroso. Ocurrió cuando se preparaba un té en la cocina. En un momento estaba poniendo agua en la taza, y al siguiente, estaba en el suelo sujetándose la cabeza como si alguien se la quisiese arrancar de golpe. Durante horas la secuencia de imágenes llenó su memoria como si fuese una interminable pesadilla, y cuando todo pareció asentarse, el llanto cesó, y una respiración pausada y cansada la invadió. Seguía tirada en el piso con lo que quedó de su taza de té alrededor, rota en miles de pedacitos, exactamente como se sentía ella, rota en mil pedacitos pequeños. En situaciones como esa hay dos opciones plausibles, recoges todo y sin pensártelo dos veces lo tiras a la basura, o recoges todo, respiras profundo, vas por el mejor pegamento que encuentras y con paciencia, te dedicas a componerlo, sabes que no quedará como antes, la gente notará que no es lo mismo que antes, pero, quizás así, incluso quede mas firme.

Hermione decidió ir por el pegamento, porque adoraba su vida o lo que quedara de ella a este punto, y el sentimiento de sobrevivencia era aún más fuerte que las ganas de sumergirse en la oscuridad de la locura. Es increíble como llega a funcionar la mente del ser humano cuando se trata de protegerse a si misma. Años atrás, ante la misma situación, la desesperación y el dolor físico y mental pudo con ella. Hoy, los recuerdos de una vida a medias la sostienen, si bien no firmemente en pie, al menos de pie. Son los recuerdos de estos años de vida a medias la que la empujan a marcharse sin destino.

Sin destino conocido era lo mejor que podía ocurrírsele. No pensar en nada, olvidarse de quien fue para vivir quien es, porque de una cosa estaba segura, si se quedaba se volvería loca, porque con tanta gente a su alrededor se olvidaría de velar por ella misma, y en el momento en que se dejase de lado, se perdería absolutamente. Esta vez para siempre.

Así y todo, decidir marcharse no fue una decisión fácil, rápida si, pero no fácil. Es como saltar en paracaídas desde un avión a gran altura; sientes la excitación, la adrenalina, el miedo. Te aferras secretamente a tus ruegos para que el maldito pedazo de tela se abra cuando jales del cordel, y ahora Hermione iba en picada, rezando secretamente para que cuando lo necesitara, su paracaídas abriera.

Pero ya han pasado un par de días desde que saltó en paracaídas desde Londres, y cae en picada rumbo al sur del país, al sur no por ninguna razón en particular, salvo el hecho que desde donde partió había mucho más sur por recorrer que norte, y ella necesitaba un viaje largo, un viaje sin destinos predeterminados, un viaje a corazonadas y porque ir al sur le da la morbosa sensación de ir cuesta a abajo.

Hermione viaja en tren, en bus, autostop o camina. Se baja en un pueblo si se le antoja, toma un tren a un lugar que ni siquiera sabe que existe, y para tamaña hazaña solo tiene como ayuda un viejo libro de rutas, de esos que dan las oficinas de turismo a los visitantes. A medida que viajaba, tachaba el lugar que había recorrido. Cada vez que algo dentro de ella le gritaba que volviera a casa, se recordaba a gritos los versos de Machado "Caminante, son tus huellas el camino y nada más".

Si en un determinado momento logra cierta tranquilidad, y puede permitirse planificar su viaje con algo más de detalle, al siguiente minuto las imágenes de los golpes de Bellatrix, el sonido de los huesos al romperse, el olor metálico de la sangre en su boca y otras cosas que le encogen las entrañas, le arrebatan con rapidez la tibieza de ese pequeño descanso. Todo viene de una vez, como un gran camión golpeándola de frente, dejándola paralizada y llena de miedo, como si estuviese ocurriendo en ese preciso instante. Y es ahí cuando, incluso subir a un tren, se le hace increíblemente difícil, porque le cuesta diferenciar donde está realmente, si en el pasado o en el presente.

De todo, sin embargo lo que más la perturba es la llegada de la noche, cuando todo tiende a quedarse en silencio y tranquilo. Cuando ha tenido suerte se refugia en una pieza y cierra los ojos con fuerza hasta que se duerme, cuando no ha encontrado donde dormir, se sienta en la banca de algún parque, y cuando el miedo la termina de consumir, llora. A veces, es un sollozo quieto y constante, otras veces es un alarido desgarrador, lleno de hipidos y espasmos.

Hermione apenas usa su varita, no porque estuviese molesta con la magia, sino porque no puede controlarla bien. Su estado psicológico la mantiene constantemente nerviosa, y cuando los hechizos no se le confunden, no son invocados con el tono necesario. Pero ella no se frustra, lo asume. Su conciencia actual le dice que todo se asentará en su cabeza en algún momento pero, por ahora, sólo puede dejarlo ser y recordarse una y otra vez como un mantra, que está a salvo, que nadie la dañará. Nunca más.

En la escasa rutina que se impuso en este viaje, estaba desayunar bien y leer regularmente. Cuerpo sano y mente sana. Podía perder todas las comidas del día excepto el desayuno, y podía caminar toda una noche si era necesario, pero debía parar y leer un par de capítulos cada par de horas. La variedad literaria se limitaba a los tres libros que alcanzó a miniaturizar antes de abandonar su casa, y aunque ya los había leído un par de veces antes, no se sentía menos abstraída en sus tramas ahora que los tenía en sus manos otra vez.

Sólo en contadas ocasiones en sus casi a diez días de viaje, se había derrumbado a tal grado que se permitía algo que en normales circunstancias rechazaría en estima de su moral y buenas costumbres; un vaso de whiskey.

Y hoy era uno de esos momentos. Hermione Granger bebe sola en un rincón de la barra de un pueblo perdido en la costa de Irlanda, con un público a todas luces mágico, o quizá no a todas luces, pero la jarra con varitas que guarda el landlord para evitar disturbios junto a las botella da una clara idea del tipo de ambiente.

-Hermione Granger, tanto tiempo –la voz con acento marcado y familiar hizo a Hermione temblar, a partes en excitación, a partes en reticencia de saberse cerca de alguien conocido- espero que no te moleste si te acompaño, es un coñazo beber solo.

Hermione levantó la vista de su segundo vaso de alcohol para dejarla en la cara risueña del que fue por años el capitán del equipo de quidditch de Griffyndor, Oliver Wood. Asintiendo con la cabeza ante el saludo y la afirmación, volvió su vista al vaso para empinarlo en un trago pausado.

-¿Sabes el alboroto que ha dejado tu partida en el querido Londres?, Potter casi da más miedo que Voldemort, en lo que algunos llamamos el "Renacer del chico que vivió para acabronarse y cargarse al resto"- una carcajada limpia y contagiosa escapó a sus labios antes de beber con gusto su propio trago.

-Me imagino que le irás con la noticia a tu buscador dorado –comentó ella con la voz ronca por la aspereza del licor, con un tono seco e irónico que hizo a su interlocutor levantar una ceja en asombro.

Tras observarla por un momento, Oliver tomó una decisión, una de la que no estaba muy seguro, pero que a su instinto le pareció correcta, y él como buen jugador de Quidditch siempre hacía caso a sus instintos.

-No es mi problema, Hermione- aseguro honestamente mientras terminaba de bajar su trago- si piensas quedarte por estos lados quizá pueda tenderte una mano, más que mal, si no fuese por ti y la impresionante cantidad de puntos que hacías para nuestra casa con el tic de tu "mano en alzamiento permanente", no hubiese obtenido la copa cuando más la deseaba.

Hermione sonrió, por primera vez en varios días.

-Mi familia ha tenido por estos lados un trasto al que llaman cabaña, esta en pésimas condiciones, apenas si se mantiene en pie. Tiene filtraciones y el suelo no ha sido limpiado desde…nunca, pero tiene una impresionante vista del mar y queda lo suficientemente alejada de todo para perderse en ella - al ver que la muchacha negaba con la cabeza supo enseguida que no aceptaría ayuda así por que si, así que decidió darle un giro irresistible- no te la ofrezco de gratis, tengo mis motivos slytherin detrás de todo este despliegue de caridad. Tú la reparas y te puedes quedar ahí el tiempo que gustes, y no te preocupes, yo a Harry no le temo nada, es más… aún cuando hoy por hoy nos encontramos, mantiene esa mirada de incertidumbre en sus ojos, como si lo fuese a sacar retroactivamente de su posición de buscador… curioso, ¿no?

Mientras Oliver reía, Hermione pensaba todo lo rápido que el licor se lo permitía. No estaba mal tener un lugar fijo y algo que hacer de momento, pero sólo de momento, se prometió, de todas formas, no estaba volviendo sobre sus pasos, sólo no avanzando.

-Acepto, Oliver- susurró antes de terminarse el resto del contenido de su vaso.

-Muy bien - soltó, dándole un golpe victorioso a la barra -además quién sabe, una reparación puede llevar a otra, ¿no crees?

Hermione no respondió, pero la idea no se alejó más de su cabeza.

Una reparación lleva a otra...

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