Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de la señora Stephenie Meyer.

INMORTAL

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"Los edificios arden, las personas mueren, pero el amor verdadero… es para siempre"

El cuervo.

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Epílogo.

Hay amores que nunca mueren. Historias que nunca terminan. Rostros que jamás se olvidan.

Los años no duran precisamente trescientos sesenta y cinco días. Tampoco las horas duran sesenta minutos, ni mucho menos éstos están formados por sesenta segundos. El tiempo es diferente para cada uno. En un suspiro podrías encontrar décadas enteras… Un siglo puede parecerte tan corto como un eclipse, si luchas, si amas, si sufres…

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Capítulo 1: Introducción

El viento sopla y las ramas de los árboles se agitan con su suave caricia. El agua azul y cristalina moja las rocas, como beso del hombre la boca de su amada. La tierra se desplaza, poderosa e inmune bajo los pies vírgenes y descalzos de los humanos…

El inmenso bosque de Forks: Mi reino, mi hogar, la cuna de mi nacimiento, la casa de mi eternidad. El lugar donde he de pasar años, décadas, siglos, milenios… sin conocer nunca la muerte. Soy inmortal. Y el solo pensarlo me aterra. No quiero una vida infinita, llena de soledad y tristezas…

–Alteza, tiene que arreglarse. El baile comenzará en pocas horas.

Horas… ¿Qué son las horas para mí? Nada más que pequeños fragmentos de una inexistencia ilimitada.

Aún así, tengo que dar media vuelta y asentir. Y, aunque no recuerdo cuál es el motivo que hay para celebrar, dejó que mis doncellas me vistan con las mejores galas. Un vestido blanco, con magas holgadas y de un color perla muy singular.

Tomo asiento, siendo guiada por las gentiles manos que se atreven a tocarme. Siento el peine deslizarse por mis largos cabellos y me atrevo a levantar la mirada para posarla frente al espejo con marcos de oro.

Entonces aparece, ante mis pupilas, una chica de apariencia nada ordinaria, puesto que su belleza resulta impactante y anormal. Su piel pálida, y visiblemente delicada y suave, se adorna con dos pómulos tenuemente rosados. Su frente lisa, que nunca jamás se vera cubierta de arrugas, a la espera de algo más

Es ahí cuando recuerdo el motivo de la celebración.

–Ya esta lista, Mi Princesa – anuncia la doncella y hace una reverencia ante mí – Si usted me lo permite, déjeme decirle que se ve hermosa

Camino hacia la entrada del lujoso salón y veo a mis padres esperándome, sentados en sus tronos. La gente se inclina al verme. El gesto me molesta. No soy una deidad… no me gusta tanta atención puesta en mí. Pero, desgraciadamente, no puedo extraer de mis venas la sangre inmortal que corre en ellas y me condena.

Mi hermano, James, llega a mi encuentro y me toma la mano y la besa, con sus labios delicados y deseados.

–Te ves preciosa, hermana mía – susurra y me lleva hacia donde nuestros progenitores están

Mi padre, el Rey Charlie, y mi madre, la Reyna Renne, se ponen de pie y me reciben con amorosos abrazos. Hace mucho tiempo, ellos también dejaron de cambiar. Sólo en sus ojos se percibe la sabiduría adquirida con el paso de los años.

– Toma asiento, mi querida hija – ofrece mi padre.

Acepto. Y la ceremonia comienza con un armonioso baile

–¡Míralos! Mira cómo danzan sus frágiles piernas y como se mueven sus delicadas manos – señala mi madre – Nuestros fieles mortales. Son felices en nuestro reinado

Si, ellos son felices… ¿Cómo no, si tienen sus suspiros contados? La vida se valora más cuando se sabe lo corta que es. El que agoniza desea levantarse de su lecho de muerte para correr, brincar, bailar… hacer todo aquello que nunca hizo. Cuando sabes que no vivirás más que unos cuantas décadas, no te queda opción alguna más que aprovechar ese escaso tiempo para convertirlo en algo mágico. Definitivamente, ha de ser hermoso ser humano.

La ocasión arriba. Mi padre indica que la música cese y las luces se enfoquen en mi figura. Se coloca frente a mí y veo lo que en sus manos yace: Un hilo delgado y trenzado, de brillo dorado, con un pendiente azul zafiro, en forma de ovalo, colgando sobre él.

Parece una fina cadena, pero, no lo es…

–Hoy cumples tu primer siglo, hija mía – comienza a decir y todos callan – Isabella Marie Swan, el momento de portar la corona, que te distingue como inmortal princesa de Forks, ha llegado. Toma éste tesoro y llévalo, con dignidad y responsabilidad, pues es el símbolo del amor que tu familia, y tu reino, te profesa

La delicada cadena cae sobre mi cabeza y el cristal reposa sobre mi frente. Sé que tengo que decir algo, una palabra si quiera. Abro mis labios, nadie se imagina el esfuerzo que esto me toma.

–Gracias – susurro y los brazos de mi madre me vuelven a cubrir.

–Felicidades

Me veo salvada por los brazos de mi hermano

–Te has de sentir muy orgullosa – me dice, con una resplandeciente sonrisa. Miro fijamente el cristal de color vino que también reposa sobre su frente.

La diferencia de los colores denota los siglos que hemos vivido. Me pregunto: ¿Cómo ha logrado vivir por más de doscientos años? Y, como extraña respuesta, una bella mujer con cabellera roja se aproxima, le abraza por la espalda y deposita un beso sobre su mejilla. Y me vuelvo a preguntar otra cosa más: ¿Podré yo algún día encontrar un motivo para tan larga e infinita historia?

Miro a mis padres y me aterrorizo al poner mis ojos sobre sus cristales, color verde esmeralda. Diez siglos… ¿Se extenderá tanto tiempo mi existencia? Tiemblo nada más de pensar en una afirmación. Decido desviar mi mirada hacia el horizonte, que comienza a bañarse con la llegada del oscuro manto de la noche.

Las puertas del palacio se abren y unos guerreros entran. Mi hermano se encamina a su encuentro, al lado de mi padre.

–Vampiros, señor – informa uno de los hombres con armadura – Han atacado una aldea del lado oeste… Llegamos tarde, pocos han sobrevivido

Mi hermano saca su espada de la funda y gruñe, encolerizado. Mi padre pone una mano sobre su hombro, para poder sosegarlo.

– Vayan y denles cacería – ordena – No duerman si es necesario

La guardia asiente y se retira. Mi madre y Victoria se acercan a sus maridos. Yo, mientras tanto, me limitó a seguir observando el inmenso bosque. Cierro los ojos. Una extraña e indescifrable canción comienza a cantar en mis recuerdos…

Vampiros…

Nuestros eternos enemigos. Tan diferentes e iguales, al mismo tiempo. Compartimos la inmortalidad... más no el buen corazón. Ellos matan, asesinan y masacran por su sed de sangre. Especies en destierro por nuestra orden y poder. Tienen el mismo deseo de exterminarnos, como nosotros a ellos y, a ninguno de los dos se les ha hecho realidad tal ambición

No hay guerra perdida, ni ganada, entre nosotros. Ellos poseen aquella venenosa ponzoña que, a diferencia de los humanos, si se introduce en nuestro cuerpo, nos envenena y mata. Nosotros, tenemos armas, únicas que pueden aniquilarlos… Estamos en un perfecto empate.

Aunque, tengo la vana y secreta esperanza de que, algún día, uno de ellos me regale la dicha de morir. Es una locura, pero, ciertamente, apaleo un ligero presentimiento de que, mi felicidad, depende de esa especie a la cual, tanto debo odiar...

¿Dónde estás?