Cap. 10 SEGUNDO VIAJE

-¡Quítale las manos de encima! –bramó Aston sosteniendo su espada desde la puerta seguido por mi padre y tres guardias reales.

-Discúlpeme, majestad -respondió mi amigo, pasando un brazo por mi cintura y atrayéndome a su cuerpo.

-¡¿Para qué me pides disculpas si la sigues tocando? –continuó furioso mi prometido.

-No quiero ser grosero, pero no me dirigía a usted.

-No, Link –habló mi padre, dando unos pasos a donde yo me encontraba -déjala.

-La regresaré pronto. Estará segura conmigo.

Puede que si sea tan despistada como Aryll solía decirme, pero su muda conversación comenzaba a sacarme de quicio. Abrí la boca para protestar, pero de pronto mis pies estuvieron al aire. Grité sin comprender, lo último que vi era a mi padre asentir seriamente y a mi prometido correr hacia nosotros, tratando de darme alcance y separarme de Link. Caí en cuenta de lo que ocurría hasta que el hyliano me apretó más contra su cuerpo al ver a Aston dirigirse hacia nosotros… él me estaba cargando, me había tomado en sus brazos y ahora estaba saltando por la ventana… Un segundo…

-¡AHHHHHHH! ¡¿PERO QUÉ ESTÁS HACIENDO? –lo abrasé fuertemente y él rodó los ojos.

-Confía en mí.

Abrí los ojos desorientada cuando dejé de sentir el viento corriendo por mi cuerpo a causa de la caída. Link me pidió que por favor le permitiera respirar y posteriormente, me puso en el piso. Di un paso… o esa fue mi intención, ya que estaba mareada y me fui contra el suelo. El me sujetó a pocos centímetros de la tierra y gentilmente me ayudó a sentarme.

-Tranquila. Creí que habías superado tu miedo a las alturas.

-Sigo igual de cómo me dejaste –y era absolutamente la verdad.

-Veo que en verdad te enojaste conmigo a pesar de los años –el hizo una mueca pero permaneció de pie –Te dije que era necesario.

-¿Y te sentirás contento si te dijera todas las veces que estuve apunto de…? –solté sin medirme. Pensé mejor las cosas, si le decía cuantas veces estuve a punto de morir o tuve heridas graves sólo lograría que se sintiera peor.

-¿De qué?

-Nada.

-¿Zelda? ¿De qué?

-Nada, no dije nada. –alcé la mirada, sólo para encontrarme con la suya, estaba enojado.

-Desde el día que me fui te dije que no era gracioso –susurró y yo, me golpee mentalmente, me conocía realmente bien –No sabes los ataques de preocupación que sufría por ti.

-No eran necesarios…

-No, no lo eran. Pero no podía dejar de preguntarme si estabas bien. Si te pasaba algo, sería completamente mi culpa.

-Por supuesto que no. Sería mía, por no saber cuidarme.

-Pero es mi deber protegerte… y yo te abandoné.

-ERA tu deber protegerme, Link.

-¿Ya no?

-¿Aún trabajas aquí? No te has reportado.

-Tuve que irme…

-Tendrás que hablar con mi padre.

-Eso haré…

-Eso quisieras…

Continuaba sin estar segura, pero interiormente me sentía feliz de volver a pelear con él. Después de todo, era bastante cómico. La gente solía comentar lo muy distintos y enteramente iguales que éramos, suponía yo, esa era la razón de nuestra amistad y del profundo amor que yo sentía por él.

-Aún así debo protegerte, lo que te pase será mi culpa –aseguró Link un poco más calmado.

-Si un wolfos me ataca a mitad de la noche no tiene por qué ser tu culpa –declaré y no fue hasta unos segundos después que me di cuenta que había metido la pata. Hice una mueca y me cubrí el rostro con las manos.

-¡¿Quéeee? ¡Un wolfos! ¡¿Peleaste contra un wolfos? –oí el crujir de unas hojas y supe que se había hincado enfrente de mí. Sujetó mis brazos con fuerza y me sacudió -¡Te hirio! ¡¿Te hirió no es verdad? ¡Zelda, mírame! –retiré mis manos lentamente de mi rostro y pude ver claramente sus facciones, no estaba molesto ni enojado… estaba furioso - ¡Pudiste haber muerto! ¡¿Podrías decirme que hacías en el bosque por la noche? ¡Sabes que los wolfos salen por la noche a cazar!

-Cálmate ¿Si? –él se quedó estático por mi reacción, yo decidí tomar la iniciativa ahora, estaba dejando de sentir mis brazos –Link, por favor suéltame…

-¡AHORA!

Link soltó una maldición y se levantó tranquilamente a mi lado. Suspiré relajada al sentir la sangre caliente correr nuevamente por mis brazos -¿Otra vez tú?

-¿Aston? -miré por encima de mi hombro a la dirección en la que Link miraba también.

Mi prometido bajó de blanco corcel empuñando su espada. Tenía puesta una capa roja y un traje blanco de príncipe haciendome recordar los típicos principes de lo cuentos de hadas, y no se diga de su forma de caminar completamente exagerada y fuera de lugar. Hasta a mí me hizo sentir más masculina que él. Tanto a mi amigo como a mí nos corrió una gota por la nuca, que prontamente la olvidamos al ver como el filo de la espada de Aston se encontraba ya en la garganta de Link.

-Tal vez al Rey no le importe que hagas con su hija. Pero yo no permitiré que te la lleves… ¡Ella es mía! –sin dejar de mirar al hyliano de traje verde, se dirigió a mí… -¡Zelda! ¡Ponte detrás de mí!

-Pero yo no…

-¡AHORA! –bramó furioso. Comencé a levantarme.

-No debiste hablarle así –gruñó Link. En menos de un segundo, desenfundó su espada y con un rápido choque entre las armas, Aston quedó desarmado. –Novato… –rió mi amigo antes de lanzar un chiflido al aire. 5 segundos después, Epona apareció de entre las sombras corriendo a todo galope.

Rápidamente Link me montó sobre su yegua y con un hábil salto, se situó detrás de mí pasando sus manos por mi cintura para tomar las riendas. Epona comenzó un trote rápido y me giré al escuchar los cascos del caballo de Aston, a pocos metros de nosotros.

-¡Vamos! ¡Enséñales que lo que verdaderamente es galopar! –le gritó Link a su yegua, quien, sorprendentemente comenzó a apretar el ritmo de su carrera hasta una velocidad que se me hizo increíble ver en un caballo. Link pasó una mano por mi cintura, sujetándome al ver cómo daba constantes brinquitos sobre el lomo de su yegua, además descubrí cómo yo misma enterraba mis uñas en su montura. Salimos del castillo a todo galope, cruzamos el pueblo como un rayo y no tardamos demasiado en divisar el bosque. Ya no pude visualizar a mi prometido.

Una vez fuera del pueblo, no pude escuchar más que los cascos de Epona, chocando contra algunas piedras que sobre salían de la tierra. Al darse cuenta de esto, Link hizo que la musculosa yegua bajara el ritmo hasta sólo ir en un trote rápido. Un relámpago me hizo saltar espantada por la cercanía de la tormenta que esta mañana había divisado desde mi cama. Era increíble el vuelco que habían dado las cosas y me pregunté cuando mi amigo me permitiría volver… o si yo misma desearía volver. A final de cuentas, tuve la corazonada que iba a regresar, de algún modo u otro. Me giré un poco y asomé la cabeza por un costado suyo, alcanzando a ver cómo el castillo desaparecía entre los árboles y la noche. Suspiré resignada, unas vacaciones no me vendrían mal, pero debía regresar a tiempo para la boda. Parpadee en cuanto una gota cayó dentro de mi ojo, seguida de unas más grandes.

Epona se adentró unos metros en el bosque, fuera del sendero para no ser descubiertos. Cuando Link estuvo seguro de que un grupo arbustos nos cubría lo suficientemente bien de la vista de alguien, le dio un golpe en el costado a la yegua haciendo que esta se detuviera y el se bajó inmediatamente, buscando algo -Descansaremos aquí –anunció mi acompañante un tanto serio.

-¿Qué? ¡Pero se va a caer el cielo! –objeté señalando el negro firmamento -¿Por qué mejor no fuiste por mí como es debido?

-¿Cómo es eso? –cuestionó sin mirarme, lo único que hacía era caminar entorno a su yegua y de mí, buscando algo en las raíces de los árboles.

-¡Presentándote formalmente! ¡¿Por qué tuviste que entrar por la ventana? –las pequeñas gotas comenzaban a tener un volumen mayor conforme los segundos pasaban, empapándonos por completo.

-No lo entenderías.

-¡Trata de explicarme!

-Pues… -finalmente le dio por mirarme, sin embargo… no de la manera que yo deseaba… Quedándose inmóvil en su lugar, recorría todo mi cuerpo con la mirada, además de mantener su boca abierta.

-¡¿Qué?

(N/A: Era obvio que lo que Link observaba era la bien formada figura de la chica remarcada por su empapada ropa, además de cierta parte ente el estómago y el cuello donde el vestido se le había pegado más de lo normal)

Como no se movía, opté por mirarme, por si acaso tenía algún insecto o algo en mí estaba fuera de lo normal. Pero no encontré nada, le miré dudosa sólo para quedarme sorprendida ante el espectáculo que la lluvia me regalaba. El hyliano, al no haberse movido en dos minutos y medio, permitió que su ropa quedase completamente empapada, adhiriéndose a su piel como si fuera parte de la misma y exponiendo el fornido cuerpo y los bien formados bíceps de mi amigo. Reaccione rápidamente y me dirigí hacia donde estaba Epona. Me quité los zapatos, los collares, mis aretes de la trifuerza y toda baratija que me podría lastimar para dormir y la guardé en una de las bolsas que esta portaba. Me agradecí interiormente por no haberme puesto un vestido demasiado caro y fino. Desabroché una extensa tela que lo cubría exteriormente, podría servirme como cobertor o podía hacer un techo para que la lluvia no me mojara más, quedándome con un camisón demasiado delgado para mi gusto pues toda la corriente de aire frío traspasaba la tela haciéndome estremecer de vez en cuando.

-¿Q-qué haces? –habló de pronto, sin mover más que la boca.

-¿No es lógico, Link? Me preparo para pasar la noche a la intemperie.

Él me miró moverme de un lado para otro, buscando un buen lugar para recostarme, un minuto después hizo lo mismo… juraría haber escuchado un click dentro de su cabeza. De entre las bolsas que colgaban de Epona sacó unas mantas, dos para ser exacta. Una era extrañamente pequeña pareciera que fuera…

-Una toalla –se explicó –Sabía que iba a llover.

Ambos no secamos un poco el cabello y nos recargamos en un árbol de tronco grueso. Link insistió en que yo me quedara con la manta, pero como siempre, yo me negué. Extrañada por que se diera por vencido tan pronto, me cubrí lo más que pude con la tela de mi vestido y cerré los ojos. Desee caer en la inconsciencia pronto, sin embargo en mi mente surgieron varias ocurrencias, cuestionándome si volver o no. Abrí los ojos y me giré un poco para cerciorarme de que Link estuviera dormido, efectivamente, abrazando su espada bajo la manta, roncaba placenteramente. Podría levantarme ahora y comenzar una larga caminata de regreso al castillo para casarme y vivir al lado de Aston, como era mi deber o podría atrasar esto y pasar un tiempo con Link antes de volver. Sabía que era un extremo riesgo a que se enterara de mis sentimientos, pero todo mi ser anhelaba verle. Cerré los ojos y una fuerte corriente de aire me hizo estremecer, encogiéndome bajo la tela que me cubría. Pronto esta cesó y mi cuerpo comenzó a entrar en calor rápidamente. Abrí los ojos nuevamente para encontrarme cubierta por la cobija de Link también.

-No es necesario –sabía que estaba despierto, alerta.

-Nunca has podido conservar una temperatura adecuada en tiempos de frío, es típico en ti –sonrió aún con los ojos cerrados.

-Pero no por eso permitiré que tú mueras de frío, estás mojado –saqué mis manos y tomé la manta que el me había brindado con intenciones de devolvérsela.

-No –le miré nuevamente sólo para encontrarme con dos hermosos zafiros azules, extrañaba ver aquel brillo tan peculiar en él, alumbrando un poco más de lo que había sido mi obscura vida.

-Entonces, lo compartiremos.

-No nos reguardará de frío completamente –comentó con el ceño fruncido, estaba pesando – A menos de que…

-¿De qué?

-Ven –fue todo lo que me dijo antes de tomarme nuevamente en sus brazos y conijandonos al mism tiempo –Ahora ninguno tendrá frío ¿Contenta?

-Demasiado –Suspiré para mí. Noté que Link estaba respirando profundo apretando fuertemente los puños.

-¿Pasa algo malo?

-N-no –se apresuró a decir –Estoy bien

Sin tomarle demasiada importancia, recargué mi rostro en su pecho y acunada por su calor corporal me quedé dormida. No sin antes aspirar su aroma unas cuantas veces y acurrucarme más a él, excusándome por la falta de calor. Los párpados me pesaban y justo antes de que se cerraran para no volver a permitirme ver hasta dentro de unas horas, sentí como si aspirara el olor de mi cabello, recargado su rostro suavemente en mi cabeza. Y yo… extasiada en sus brazos.

/*/*/*/*/*/*/*/*/*/

El armonioso cantar de un pájaro posado en alguna rama cercana me sacó suavemente de mis dulces sueños. Al fin, después de cuatro años, no podía pedir otra cosa más que un amanecer en sus brazos, todo estaba tranquilo y a juzgar por su acompasada respiración supe que el continuaba en el quinto sueño. Sentía su cálido aliento contra mi cabeza y sus brazos rodeando delicadamente mi cuerpo, brindándome una temperatura adecuada. Hundí un poco más mi rostro en su pecho, deleitándome con su fresco aroma tan… tan… Suspiré. Tan… Link.

Me removí un poco incómoda y curiosa al sentir un olor a madera en combustión, bastante cerca para mi gusto. Casi podía sentir el calor de las llamas gracias a una ligera brisa que acompañaba la fresca mañana. Quise olvidarlo y volver a aquel sueño tan hermoso del que me habían despertado, pero el aroma se fue intensificando a tan grado en que la curiosidad mató mi cansancio.

-¿Impa? –susurré somnolienta, frotándome un ojo con el dorso de mi mano, acto que me hizo sentir como una niña pequeña sacando una sonrisa a mi nana de paso.

-Buenos días, princesa.

Parpadee unas cuantas veces, aclarando mi vista. No sabía a que hora había parado de llover, ni mucho menos cuando había llegado Impa, pero me reconfortaba ver una cálida fogata no muy lejos de mí, a mi nana procurando que no se apagara y Epona… Epona estaba pastando no muy lejos de aquí. (xD)

-¿Zelda? Zelda mi…

-Ya era hora de que despertaras, Link –saludó la sheikah -El príncipe Aston no tardará en regresar.

-¿En regresar? –Link se estiró los brazos haciéndome sentir la persona más pequeña de mundo, en verdad había crecido -¿A qué te refieres?

-Los ha estado buscando desde el alba. Sigo sin entender el por qué de su furia.

-Es… complicado –se excusó el hyliano. Impa se limitó a asentir.

-"Buenos días, Zelda" –hablé sarcástica –"Ah, si buenos días Link ¿Cómo te sientes?" "Muy bien gracias por preguntarlo"

-Ja Ja muy chistosita -a Link no le pareció muy graciosa mi broma, dirigiéndome una cara de pocos amigos –Estaba a punto de decírtelo, no era necesario que tu… -Yo le respondí enseñándole la lengua.

-Oigan, niños –interrumpió Impa, recibiendo una cara similar a la que Link me había dedicado hace unos momentos pero por parte de ambos. –Desayunen pronto y váyanse si es que esas son sus intenciones. O lograrán que el principito los siga hasta Ordon.

-Yo puedo encargarme libremente de romperle su pequeño cuello si piensa que lo dejaré…

-Link… -le regañé antes de que su vocabulario me obligase a propinarle una buena bofetada.

-Le patearé su lindo trasero.

-No te dejará.

-Ni que fuera a pedirle permiso.

-Quisiera verlo.

-Eso harás.

-Eso quisieras.

Mi nana hizo como si de pronto las llamas de la fogata fueran algún misterio, ya que se quedó perdida en el movimiento ondulante de las llamas. Podría jurar haberla oído susurrar algo como "Tal para cual" aunque pudo haber sido un hechizo o mi mente me estaba jugando una broma. Era obvio que ni a Impa ni a Link les agradaba el príncipe Aston, la razón: la ignoraba. Me estremecí al incorporarme y froté mis brazos en un intento por guardar un poco más el calor de mi cuerpo, los rayos del sol aún no había salido lo suficiente como para calentar mi piel.

-La mañana está muy fresca. Si no te cubres, te resfriarás –Link también se había levantado, y al notar mi estremecimiento, colocó la manta sobre mis hombros para que yo pudiese cubrirme con ella.

-Gracias, Link.

-Nunca cambiarás, ¿Cierto? ¿Cuándo dejarás de sobre poner a los demás antes de ti?

-Yo no sobre pongo a los demás, también me preocupo por mí misma.

-Y aquí vamos de nuevo… -susurró mi nana.

-¡Oh claro! –sabía que link tenía razón, pero era algo que no podía controlar siempre debíamos llevarnos la contraria -Dime al menos 3 ocasiones en las que NO trataste de aguantar dolor, frío o incomodidad por el bien de alguien más.

-Pues…

-Y que no me haya dado cuenta –completó el hyliano, cruzándose de brazos al verme dudar –Lo sabía, nunca te cuidas Zelda, te conozco, y repito, nunca te ha importado TU bienestar ¿No sabes lo importante que eres para m… p-para muchas personas?

No pude más que bajar la mirada. Sus palabras era muy ciertas, no era por que me despreciara, era la manera en la que mi mente había madurado, teniendo su frase única "Yo no importo, los demás primero" Consideraba como un reto o alguna misión de Nayru para mí. Todos bien sabíamos que Ganondolf no volvería, justamente se estaría pudriendo el lo más profundo del infierno gracias a nuestros antepasados quienes pusieron sus vidas en riesgo para nuestro bien. Les envidiaba, sus nombres habían sido grabados en templos y piedras dedicadas a su sacrificio, era muy chistoso que mi amigo y yo fuésemos tocayos de tan populares personas, pero nuestra aventura no era de combate, heridas y sangre. Era más que nada, una historia de amor… amor no correspondido.

-L-lo siento –Ss disculpó el hyliano al no recibir respuesta de mi parte -Yo no quise lastimarte yo…

-¿Lastimarme? No. Después de todo, es la verdad.

-No, bueno… no es por completo, la verdad yo no quise…

-Déjalo –cabizbaja, pasé a su lado y me interné en el bosque –Iré por el desayuno.

Después de desayunar, Link no dijo nada más, no supe en que pensaba, su rostro sereno demostraba como el chico estaba encerrado en sus propios pensamientos sin una intención de volver a la realidad. Minutos después, mi nana se acercó a mí extendiéndome las riendas de un caballo desconocido.

-¿Y eso?

-Es un regalo, espero y te guste.

-Impa… -agradecida de la distracción, me paré a contemplar el semental –Es precioso.

Podía sentir como los zafiros de Link me taladraban la espalda, no estaba enojado, pero no encontraba palabras con las cuales hablar, lo sabía, lo veía en sus ojos. Yo en cambio, me concentré en el corcel negro que Impa me ofrecía. Era un casi tan grande como Epona, de complexión más gruesa y musculosa, por lo que deduje que sería macho. Su hermoso pelaje brillaba con los rayos que se filtraba a través de los árboles mientras una ligera briza ondeaba sus crines del mismo color, sentí un pinchazo de envidia.

-Pero… Este ha sido tu corcel desde que tengo memoria, no creo que pueda aceptarlo.

-No tienes por qué preocuparte, después de todo, pronto necesitaría un nuevo dueño. No, Zelda, no pongas esa cara. Tu, yo, Link…

-¿Yo que? –intervino este aún despistado, sin embargo, Impa le ignoró.

-…Por mucho que lo deseemos o no, todo el mundo tiene que morir algún día. A excepción de este caballo, claro.

-Es inmortal -recordé en voz alta.

-Así es, por cierto, toma este vestido. Lo compré para ti hace tiempo, espero que aún te quede.

Tomé la prenda entre mis manos y dejé que se desdoblara. No se veía costosa, ni delicada, justamente un vestido que cualquier chica de mi edad usaría, con corte un poco escotado, supuse que el vestido me llegaría arriba de la rodilla. La tela no era tan delgada y tenía un color hueso, estaba tan bonito que de inmediato pensé en ponérmelo.

-Zelda espera –me reprimió mi nana cuando estaba desabrochando mi vestido. Ella se giró hacia el muchacho que nos observaba con mucha atención –Link ¿Podrías dejar de mirar y darnos un poco de privacidad? -el aludido cerró la boca y se retiró presuroso. Me pregunté en que estaría pensando, extrañaba conversar con e´l–Gracias, Link.

-Si, si, de nada.

Tras probarme el vestido, agradecí que aún me quedara, no es que fuera orgullosa, pero tras ver mi reflejo en un charco cercano, descubrí que se me veía realmente bien. Lo mismo me dijeron mis acompañantes lo que hizo sonrojarme un poco además de aumentar mi orgullo. Nunca había presumido nada a nadie, ni me interesaba que la gente me mirara al pasar, pero quise que Maguie, la hija de aquel Conde de un cercano fuerte en Hyrule me viera en estos momentos. Link había sido testigo de cómo me trataba y ambos sabíamos que era por envidia, ser la hija de un Conde tenía sus ciertas restricciones… en cambio, una princesa de Hyrule tenía mucha más autoridad y respeto ante la sociedad, sin mencionar la mayor cantidad de riquezas que ella deseaba. Siempre se burlaba de mí, era un poco más grande que Link, aún así, nunca dejó de pretenderlo.

-Cabe mencionarte que este caballo es especial, Zelda –Impa ni siquiera me miraba, estaba demasiado entretenida ensillando el semental y revisando la montura -Mientras dormías, cree un vínculo entre ustedes, a medida que pase el tiempo, aprenderás a usarlo. Debes entender que los animales no pueden hablar, pero eso no significa que no entienda ciertas cosas, un claro ejemplo es Epona. No te preocupes si ahora no puedes descubrir al que me refiero, poco a poco, tanto como el caballo como tú se darán cuenta de lo que pueden hacer juntos. No me sorprendería que al atardecer ya lo hubieras descubierto.

-¿No podrías decirme a que te refieres exactamente?

-No, tómalo como una pequeña prueba. Y ve pensando en un nombre.

-Canth, me gusta Canth.

-Bueno, será mejor que se marchen chicos –parpadee ante el brusco regreso a la realidad -Puedo sentir la presencia de Aston acercarse por el norte.

-Vámonos, Zelda –y nuevamente, Link estaba de mal humor.

Link ensilló nuevamente a Epona y de un salto estuvo sobre ella. Yo tardé un poco más en subir, y en cuanto estuve sobre su lomo, inmediatamente presentí unas palabras, no palabras no, como una serie de gamas de colores y sentimientos que no supe diferenciar con claridad. Entre esos sentimientos denotaba la curiosidad y nuevo cariño… fidelidad tal vez.

-¿Pero qué…?

-Te dije que era especial –recalcó mi nana.

-No te hubieras molestado –le sonreí -Gracias, por todo.

-No hay de que –en sus ojos pude notar un tono bastante maternal, tan peculiar en ella. Fuera de los entrenamientos, claro –Ahora váyanse.

Y con esto, el caballo se hecho a todo galope dándome apenas tiempo para sujetar las riendas y evitar mi caída. Mientras me alejaba, me giré para poder despedirme de mi nana con un movimiento de la mano y cerciorarme que Link ya había montado en Epona para darme alcance. Mientras galopábamos tomando camino hacia Ordon, me obligué a distraerme para no mirar a mi amigo a los ojos. Sólo él sabría que planeaba y a donde nos dirigíamos, pues ya hacía bastante que el castillo había desaparecido de nuestra vista y yo no reconocía el camino.

A diferencia de mi pasado viaje, este era muy tranquilo. Aún cuando Link continuó de mal humor hasta que salimos de Hyrule, pareciera que al cruzar la frontera su enojo se hubiese quedado atrás, junto con mi reino, mi castillo… y mi prometido. Acampamos poco después de salir de Hyrule. No me pareció sorpresa, ver a mi mejor amigo roncar en cuanto se acostó junto a su yegua, siempre le había envidiado esa facilidad con la que conciliaba sueño. En vez de imitarlo, me dediqué a contemplar el cielo, por mi mente aún pasaban demasiadas cosas, problemas y ocurrencias respecto a lo que era y sería mi vida. Ya no me quise recordar lo que nunca habría entre Link y yo, esa tristeza y sensación de vacío me acompañarían por siempre y dudaba que algún día pudiera deshacerme o acostumbrarme a ella. Ser reina de Hyrule también era una importante cuestión, y desde mi punto de vista actual, cambiaría un par de cosas tal vez a escondidas de mi rey. Suspiré. Casarme con Aston nunca había estado dentro de mi lista de cosas por hacer, y mucho menos pensé que terminaría escogiéndolo a él como soberano de mi pueblo. No parecía tener demasiada codicia por el puesto que le ofrecía el matrimonio conmigo y tampoco era un desquiciado dictador como –había aprendido– lo había sido Ganon. No esperaba llenarme con el amor que el príncipe me profesaba, pero ese cariño era el que lo distinguía de los demás pretendientes que había tenido, y por consiguiente, era lo que me había hecho escogerlo. Aunque, si no existiera esa ley que proclamaba que sólo la nobleza ocuparía el trono del reino… Yo escogería a alguien más.

Sacudí la cabeza deseando poner la mente en blanco y miré el cielo nocturno. Hacía varios años que no disfrutaba de una noche tan estrellada como la que tenía hoy sobre mi cabeza y el mismo tiempo que no veía a Link. Lo extrañaba… ¡Ahhhg! ¡Otra vez! Sacudí nuevamente la cabeza en un segundo intento por mantenerla alejada de todo. Esta vez, traté de ver formas en el cielo uniendo las estrellas como solía hacerlo de pequeña, pero mi imaginación estaba tan dormida como el bulto que no dejaba de roncar al lado de Epona. Suspiré nuevamente cerrando los ojos. Y, por obra y gracia de las diosas, me quedé dormida.

/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/

HOLA CHICAS, NO HAY EXCUSA NI PRETEXTO. HASTA YO CREI QUE NO VOLVERIA A ACTUALIZAR JAMÁS.

SOLO LE DEJO UN ENORMISISISISISISIMO AGRADECIMIENTO A LAS QUE TODAVÍA LEEN ESTE FIC Y A girl-hatake95 POR ANIMARME A CONTINUAR ESCRIBIENDO.

NOS LAS MOLESTO MÁS, LES PROMETO QUE EL PROX CAP NO LO PUBLICARE EL PROX AÑO Y ESTARÁ MAS INTERESANTE CON LA LLEGADA DE ZELDA A ORDON.

SI ALGO NO LES PARECIÓ, HAGANMELO SABER.

¡CUIDENSE MUCHO Y NO DEJEN DE ESCRIBIR!