Disclaimer: Los personajes de la serie Twilight no me pertenecen -Qué no daría para que Jasper sí...- Le pertenecen a Stephenie Meyer, la creadora del 90% de mis amores imposibles.
Nota : Este fiic es Let me love you, desde el punto de viista de Jasper. A mí me encanto escribirlo & espero qe a ustedes leerlo(:
Chapter 1 :: Behind Blue Eyes
No one knows what it's like to be the bad man, to be the sad man…
Behind blue eyes
Mis antiguas botas se hundían en el barro y no me interesaba. Sentía las gotas de lluvia chocar contra mi capucha y había dejado de sentir el frío. El pueblo se quedaba detrás de mí y paso a paso me adentraba más al bosque.
No tenía rumbo fijo, solo me alejaba de donde venía… Sabía que tenía que volver, pero no me apetecía hacerlo ahora. Miraba el lodo que se mezclaba con hojas secas, cuándo un fuerte sonido me distrajo.
"¡Cuidado! No quiero que rompan ninguna de las cosas." Gritó una fuerte voz.
Me volteé y observé la casa de donde venía el gritos. Esa casa le había pertenecido a los Newton, pero hace años la habían abandonado. Al parecer, los nuevos dueños habían arreglado el jardín y la habían pintado también. Se notaba el toque femenino en la decoración. Sentí algo romperse en mi anterior al notar eso.
Un auto muy familiar para mí –Y todo habitante de Forks- estaba aparcado afuera, era el auto del jefe Swan, seguro era él quién había gritado antes, esa voz se me hacía conocida. Me dispuse a continuar con mi camino cuando escuché otro grito.
"Jasper." Me volteé y me encontré con el jefe, quien me miraba desde el marco de la puerta.
"Jefe." Asentí sin detenerme, no tenía interés de entablar una conversación.
"¿Qué haces por aquí, chico?"
"Paseaba." Genial, el sí quería una conversación. Sabía que tocaría ese tema, sentía que las emociones que lo invadían eran preocupación, tristeza...lástima. "¿Planes de mudanza?"
"No, para nada. Sólo chequeo la mudanza de un buen amigo, el doctor Cullen."
"Cierto, me habían comentado que un doctor se mudaba a Forks."
"Exacto." Miró su reloj y volvió a mí. "En unas horas voy a ir a buscarlo."
"Ojalá le guste el pueblo, aunque la casa se le hará un poco grande."
Él miró la casa , para luego continuar una conversación que no iba a ningún lado. "No lo creo, viene con su mujer y sus dos hijos, Edward y Alice. Irán a la misma escuela." Su mujer… Esas palabras entraron como cuchillos hasta mi pecho y pude sentir el dolor.
"Así que una chica nueva, a Rosalie no le gustará la idea." Él rió, pero a mí hasta me causó escalofríos, Rose no le convenía de enemiga a nadie.
"Creo que va en su mismo curso." Sonrió tímidamente y yo no pude hacer lo mismo.
"Emmh… No soy bueno para estas cosas... Mira, Jasper, sé que ya haz debido escuchar muchas veces esto, pero lo lamento mucho. Sabes que te quería de verdad y no le gustaría verte…Emmh…Así. Intenta superarlo, hazlo por ella"
Sí. Había tocado el tema… Y acompañado del discurso más largo que le oí decirme. Desde lo ocurrido, muchas personas me habían dicho aquellas palabras, pero aunque me las seguían recordando, no terminaba de asimilarlas…
Me quedé con la boca media abierta, buscando las palabras para admitir que ella nunca más… Salvado por la campana, escuché mi celular sonando desde mi bolsillo.
El identificador de llamadas me mostró el nombre Rose, junto a una foto que posaba frunciendo los labios. Le hice un gesto con la cabeza a Charlie, el me dio un par de palmadas en la espalda.
"Jazz."
"Rose, ¿Qué pasa?"
"Robert está intentando hacer lasagna para ti. ¿Acaso no vas a venir? " Me interrogó algo enojada. Como si tuviera interés en comer con mi padre y Rosalie en una mesa llena de recuerdos…
"Estoy lejos de la casa, no creo alcanzar. Dile que se vayan adelantando, cuando yo llegue me caliento un pedazo." Le respondí alejándome cada vez más de Charlie.
Rosalie demoró en responder, así que supuse que estaba enojada. "¿Rose?" Tan sólo me respondió el pitido del teléfono y lo guardé.
Caminé un poco más y me alejé de la autopista. Me senté junto a un árbol y recosté mi cabeza, dejando que las gotas de lluvia rozaran mi cara.
No pude encontrar un modo mejor de desahogar mi dolor y golpeé el suelo con todas mis fuerzas. Era hora de aceptar la verdad:
Nunca más volvería a saborear las deliciosas pastas de mi madre, ni escucharía su descontrolada risa. No me reñiría más por entrar a la casa con las botas enlodadas, o por fastidiar a Rose. Simplemente, se había ido.
Y comencé a recordar mi última charla con ella, aunque estaba adormilado, recordaba cada palabra que me dijo y las guardé como el más preciado tesoro. Cada vez que pensaba en ella, veía en mi mente en cámara lenta lo último que me dijo, el último beso en la frente que me dio, y la última promesa que no cumplí…
En vísperas de su aniversario con mi papá, había salido muy tarde para recoger su torta, los postres nunca habían sido su fuerte. Antes de salir había pasado por mi cuarto…
"Jasper, si tu papá se despierta le dices que estoy en el baño del primer piso. Invéntate alguna molestia estomacal o algo así." Me dijo con un susurro.
"¿Ma? ¿Recién vas por la torta?" Le pregunté medio adormilado.
"Tu papá se demoró en dormirse, cariño."
Me senté en la cama y cojí las llaves de mi auto. "Voy mamá. Espérame unos minutos para ponerme una chaqueta."
"No, Jazz. Harás ruido con el auto, iré caminando. Recuerda que está a tres cuadras." Me consoló.
Bostecé y volví a mi cama, si había algo bueno en Forks, es que no había lugar mas tranquilo en América."Camina con cuidado ¿Va?"
"Ya parezco tu hijo." Se burló con una sonrisa y me besó la frente. "Quédate despierto un rato más, hasta que llegue. Por si tu padre se levanta y…"
"No te preocupes, yo te cubro."
Y esa fue mi última charla con ella. Si la hubiera llevado en mi auto, en este instante estaría camino a casa, a punto de comer una de sus exquisitas lasagnas.
Si me hubiera quedado despierto, cómo le dije que haría, hubiera salido a buscarla después de que se demorara y tal vez la hubiera encontrado viva todavía.
Su repentina muerte nos había afectado a todos a nuestro modo. Esta semana sin mamá había sido la más dura que hubiera imaginado. Todas las noches escuchaba la voz de mi padre que decía "Elizabeth, no me dejes. Elizabeth." Cuando pasaba por su cuarto antes de dormir, lo veía contemplando fotos de mi madre con lágrimas en los ojos. Perder el amor de tu vida debe ser muy doloroso, pero lo peor es ver en tu hijo el reflejo de tu ser amado. Y para Rosalie no había sido mucho mejor…
Ella es mi prima hermana, hija del hermano de mi padre. Se mudó a Forks el año pasado de Otawa, por que sus padres se separaban. Cómo era la clásica chica engreída, no le gustaba la idea de elegir a uno de sus padres y se mudó aquí, a fastidiar mi perfecta vida de hijo único.
Ahora que mi mamá se había ido, se sentía sola de nuevo. Sentía que simplemente, la felicidad no estaba hecha para ella. Y no sabía como consolarla cuando me sentía exactamente como ella.
Sentía un hondo dolor en el pecho, el dolor de mi padre era mi dolor. El dolor de Rosalie era mi dolor.
Esos pensamientos hicieron que de mis ojos brotaran lágrimas. Las lágrimas que no había soltado en el momento en el que me enteré que había muerto. Las lágrimas que no había soltado en el velorio. Las lágrimas que no había soltado en el funeral… Sentía que quemaban mi piel, y aunque en mi corazón no cabía sentimiento alguno que no fuera melancolía y tristeza, fue algo consolador poder expresar mi dolor.
Por fin pude asimilar la verdad.
Mi mamá había muerto. Y había sido por mi culpa.