Nanoha frunció levemente el ceño, el manojo de ajos aún danzando en su mano. La criatura de la capa parecía no inmutarse ante ellos.

Para asegurarse y en un acto lleno de aprensión y valentía, la niña arrojó su arma secreta contra el ser. El oloroso conjunto de ajos cruzó el cuerpo de la rubia sin resistencia.

Nanoha vio pasmada como las hortalizas se estrellaban en el piso rebotando ligeramente, para ellas no había existido aquella misteriosa chica.

La oscura figura miró por un momento los ajos en el suelo y alzó la vista para encarar a la nueva inquilina de la casa otra vez. Su rostro, una mascara impasible.

Por el contrario, Nanoha lucía una expresión incrédula y entre asombrada y asustada, como si no supiera por que emoción decantarse.

"Vete" volvió a hablar el fantasma sacando a Nanoha de su estupor. "¿Cómo?" se le escapó a la niña la expresión.

Las facciones del espectro no cambiaron, siguió mirándola seriamente "Debes irte de esta casa" repitió el fantasma sin entonación.

Era difícil saber si la frase era una orden o una petición.

Nanoha en su ingenuidad e inocencia parpadeó. Sin saberlo se sintió más segura y confiada en presencia de esa niña, vista de cerca no parecía mala, además su voz era muy dulce.

"¿Por qué?" preguntó Nanoha exigiendo una explicación, apenas habían pasado un día en su nuevo hogar.

"Vete" dijo de nuevo la de capa negra, esta vez su tono más autoritario. Pero eso molestó a Nanoha que siempre había sido muy cabezota "¡No! Acabamos de llegar" expuso.

Nanoha vio un extraño destello cruzar los ojos de la rubia. Un fugaz brillo de sorpresa, de miedo y de tristeza que inmediatamente fue cubierto por un muro de determinación.

Los pelos de la pequeña se erizaron intuyendo algún peligro.

La ventana de la habitación se abrió de golpe, los objetos se tambalearon ante una furiosa ráfaga que apareció de la nada. Esa fuerza revoloteó la castaña melena de Nanoha en todas direcciones.

"Márchate" le advirtió la voz entre el bramido del viento.

Pero la respuesta de Nanoha fue negar con la cabeza y desafiar al ser con su mirada más grave.

Con un fuerte portazo, la ventana se cerró y el pequeño tornado desapareció. Nanoha parpadeó confusa y ojeó a quien sabía era el artífice de aquellos hechos.

La rubia la miró una última vez antes de dar media vuelta y darle la espalda. La pequeña Takamachi se irguió sobre la cama, algo en su interior le decía que todo aquel espectáculo era solo una advertencia.

Aquel fantasma sólo quería asustarla, si le hubiera querido algún mal, ya se lo habría hecho. Estaba convencida. ¿Por qué quería intimidarla entonces?

"Espera" la llamó Nanoha, sabía que el ente estaba apunto de desaparecer. "No te vayas" le pidió sin saber por qué. El fantasma la miró por encima del hombro, sin voltear.

El jovencito ente parecía no comprender la reacción de la humana. Parecía confuso y cansado.

"Mi nombre es Nanoha" se presentó por segunda vez. "¿Eres un fantasma? ¿Cómo te llamas?" se interesó curiosa la castaña.

El alma en pena volvió su vista al frente, aquella humana era peculiar. Hacía tiempo que no interactuaba con nadie, que no hablaba con nadie. Hacía demasiado tiempo que nadie la llamaba por su nombre.

El fantasma creyó que no había mal en responder ¿verdad? "Yo soy Fate" susurró sin mirarla. De todos modos, aunque conociese su nombre, no iba ha hacer mucho uso de él, pronto haría que se fueran.

Era cuestión de tiempo que la niña se olvidase de su nombre y de ella; o bien la familia acabaría mudándose a otra parte cuando se cansasen de ese sombrío lugar.

Sin prestarle más atención, el fantasma de esfumó. En la habitación Nanoha hizo un puchero mirando a su nueva, y aún ajena habitación. Al desaparecer la chica de la capa, Nanoha se sentía de nuevo abrumada y sola.

"Nanoha, Nanoha" alguien la llamaba, y con un gruñido, Nanoha despertó de su letargo. "Nanoha, no seas gandula, levanta o llegarás tarde a tu primer día de escuela" la avisó su madre.

"Si" respondió soñolienta levantándose con desganas.

"¿Cómo te encuentras hoy, cariño? ¿Crees que podrás?" se preocupó Momoko. Después de lavarse la cara y vestirse, Nanoha se sintió refrescada. "Un" sonrió. Mientras, su madre intentaba ordenar un poco la habitación.

"¿Qué es todo este desastre?" preguntó, su expresión aún se tornó más confusa al recoger la cabeza de ajos. Miró a Nanoha que soltó unas risas nerviosas.

Nanoha se sentó a desayunar con sus hermanos. Momoko mientras les preparaba la bolsa de comida para la escuela.

Charlaron tranquilamente, con alegría, pero Nanoha perdió el hilo de la conversación al sentir la presencia cerca. Parpadeó y miró alrededor. Pero Fate no estaba a la vista.

Decidiendo ignorar la sensación, Nanoha se preparó para su primer día en la nueva escuela. Esperaba poder hacer amigos pronto, deseaba poder encontrar una mejor amiga a quien contarle sus secretos.

Los tres hermanos salieron de la casa juntos, despidiéndose de Momoko, que se quedaba para terminar de arreglar el caserón. "Adiós, mamá. Hasta la vuelta" "Nos vamos" "Hasta luego".

Mientras surcaban el camino de adoquines Miyuki dio media vuelta observando la casa mientras andaba marcha atrás. Soltó un silbido. "La casa de verdad es una pasada, pero tiene un algo que sigue dando miedo"

Kyoya rió, a pesar de tener la misma impresión. Nanoha no dijo nada, siguió andando con la cabeza baja, viendo sus zapatos desplazarse sobre el pavimento rocoso.

Seguía pensando en la chica fantasma. Fate. ¿Cúanto tiempo debía haber vivido en esa lúgubre mansión? Bueno, si se le puede llamar vivir a lo que hacen los fantasmas.

Debía ser muy triste pasar todo el tiempo ahí, sola. A Nanoha no le gustaba la soledad, ni para ella, ni para nadie. Sintió pena por el fantasma. Aunque hasta ahora no parecía muy sociable, Nanoha decidió que quería ayudarle.

Cuando llegaron a la verja que daba a la calle, Nanoha se atrevió a mirar atrás. Para su sorpresa, Fate estaba de pie en el porche, observándoles tan inmutable como siempre.

Sin pensárselo dos veces, Nanoha sonrió y alzó su mano, despidiéndose del espectro.

La reacción de Fate fue enarcar las cejas, mirar tras ella, y al descubrir que efectivamente Nanoha se dirigía a ella, parpadeó. La pequeña de los Takamachi ensanchó su sonrisa.

Fate frunció levemente el ceño mientras un color rosado encendía sus mejillas, al instante desapareció. Nanoha se asombró, no era el fantasma tan insensible como parecía.

"Nanoha ¿qué estás haciendo? Mamá hace rato que entró en la casa y no te ve" le apremió su hermano. Nanoha miró al frente y disimuló. De momento guardaría su pequeño secreto para sí.

La pequeña de ojos azules comió su comida con hastío. Hasta ahora su primer día de colegio había sido si no malo, tampoco bueno. Había sido presentada y recibida con entusiasmo por los compañeros.

Todos la habían dado sonrientes la bienvenida con ganas de hacer nuevas amistades. Nanoha era la novedad, ya que por lo demás, todos se conocían en la urbanización. Había sido un inicio prometedor.

Cuando Nanoha tomó asiento y sus nuevos compañeros la rodearon amistosos y curiosos acribillándola a preguntas, entre ellas se había colado "¿Dónde vives?"

En cuanto Nanoha respondió "En la mansión Yagami" se hizo un silencio inmediato. Las sonrisas desaparecieron de los rostros. Algunos la miraron espantados, otros asombrados. Hubo incluso niños que retrocedieron, alejándose de ella como de la plaga.

"¿Bromeas?" susurró uno. Nanoha enarcó las cejas confusa. No comprendía ese cambio de comportamiento. La profesora decidió entonces intervenir y empezar la clase, pero ya era tarde.

Nanoha notó el cambio en la clase. Sus compañeros la miraban de reojo, desde la distancia, murmuraban, ya no se le acercaban. A la hora del almuerzo se quedó sola.

No es que se portaran mal con ella o le dieran la espalda, los demás niños seguían siendo amigables y educados pero parecían tenerle miedo.

Nanoha se tragó su agria decepción y aguantó con una sonrisa lo que restaba de día.

Al finalizar las clases, Miyuki se acercó a buscar a su hermana. Kyoya seguía en la universidad. La mayor le preguntó a Nanoha cómo había ido su primer día de escuela, a lo que la pequeña asintió levemente esquivando responder.

Miyuki estaba comentando que pensaba apuntarse al club de kendo del instituto y que entonces se quedaría hasta más tarde. Así pues Nanoha tendría que volver sola a casa.

La mayor de las hermanas notó la quietud por parte de la pequeña y se preocupó, pero Nanoha no quería ser un estorbo y forzó su aprobación a las actividades de Miyuki.

Al cruzar las enlustradas verjas, las dos chicas enfilaron el camino de adoquines y el imponente caserón que ahora era su casa se irguió frente a ellas. Encontraron a Momoko trabajando en el jardín.

Una montaña de hojarasca y malas hierbas acumuladas a un rincón, el jardín parecía más verde y vivo que el primer día, pero aún estaba a medias. La matriarca se incorporó secándose la frente con una mano y fue a recibir a sus hijas.

Se expulsó la arena de los pantalones y los brazos mientras indicaba a las niñas dónde había dejado preparada la merienda.

"¿Qué tal vuestro primer día?" quiso saber Momoko.

Nanoha no sabía qué decir, pero por suerte Miyuki se adelantó explicando sus aventuras en la nueva escuela. Comentó su intención de apuntarse al club de kendo y Momoko la animó a ello.

"Lo más raro es cómo algunos compañeros reaccionaron cuando comenté que vivíamos aquí. ¿Sabías que la mansión es toda una leyenda en el pueblo?" explicó anecdótica "Por lo visto es la casa encantada más famosa de la provincia. Dicen que está maldita y que habitarla da mala suerte" sopló incrédula. Momoko rió. "Pues tendremos que cambiar eso ¿no?" le guiñó el ojo. "¿Y tú Nanoha, qué opinas? Estás muy callada"

Encontrando el hueco para explicar su mal día, Nanoha contestó "Mis compañeros también se comportaron raro al decirles que vivíamos aquí. Aún no he podido hacer ningún amigo" se quejó, pero seguidamente sonrió optimista al ver el preocupado rostro de su familia "pero les haré cambiar de opinión el próximo día"

"Esa es la voz de una Takamachi" sonrió Momoko y las tres féminas de la casa rieron.

Después de la merienda, Momoko y Miyuki se fueron ha hacer unas compras pero Nanoha, para sorpresa de ambas, decidió quedarse en la casa en vez de acompañarlas.

Nanoha se quedó a solas con la mansión Yagami y su invisible habitante. Y para ser sinceros, esa era la intención de la joven de ojitos azul marino.

La niña empezó a recorrer habitación por habitación todas las estancias de la casa, mirando cada rincón. "Fate-chan" llamaba al principio bajito e insegura. A medida que pasaba el rato, fue cogiendo más confianza y alzando la voz.

"Fate-chan ¿dónde estás?" gritaba "Fate-chan". Aún así, Fate no apareció.

Aburrida fue a su habitación y empezó a desempaquetar las cajas que le faltaban. Suspiró ojeando a su alrededor no había ni rastro del fantasma. Poco a poco finalizó la tarea.

Miró su despertador y calculando el tiempo, dedujo que el resto de la familia estaría a punto de volver, así que bajó a la cocina para ir preparando la mesa. Incluso pudo preparar una ensalada para acompañar la cena.

Fue a sentarse al sofá del comedor y esperar.

"Tic tac" tan sólo se oía el carillón del viejo reloj en la pared. Nanoha lo miró un momento preguntándose cuantos años tenía el aparato.

"¿No te sientes sola?" preguntó Nanoha a la habitación. "Es muy triste que estés siempre aquí sola, Fate-chan." Habló sincera. Nanoha quería ayudar a aquel fantasma.

Pero el fantasma parecía no querer la ayuda.

"Entiendo muy bien como se siente la soledad" siguió confesándose, abriendo su corazón. Con mirada apenada, Nanoha explicó cómo aunque adoraba a su familia, y ellos la querían con toda su alma, Nanoha no podía evitar sentir un vacío; qué aunque comprendía que cada uno de ellos tenía ocupaciones a las que debían atender y la dejaran sola sabiendo que era una niña responsable e independiente, en algunos momentos ese vacío se hacía más grande y dolía, tanto o más que una herida física.

Recordando todas esas emociones, Nanoha empezó a sentir ganas de llorar. Si ella sentía ese sentimiento, cómo debía sentirse Fate. Nada más imaginarlo, Nanoha se sentía enferma.

Los ojos le empezaron a brillar y apunto estaba de dejar caer la primera lágrima cuando distinguió una forma difusa frente a ella.

Alzó la vista y se encontró con ella, la fantasma que había estado convocando toda la tarde. La castaña sorbió sus lágrimas y se secó los ojos con el dorso de la mano.

Fate se detuvo a escasos metros delante de la niña, y la miró con expresión contrariada y compasiva. Pero sus palabras contradecían los sentimientos que se mostraban tras sus ojos carmesí. "Debeís iros de esta casa" pronunció escueta.

Pero Nanoha, como había hecho la noche anterior, la ignoró por completo.

"Has venido" sonrió "Quería verte"

El fantasma se enfadó "¿Por qué no me escuchas? Tienes que irte de aquí, tú y tu familia debéis abandonar esta casa" amenazó, pero a Nanoha no le resulto convincente y se encaró con el espíritu.

"¡NO!" gritó "¿Por qué? ¿Por qué tenemos que marcharnos?" preguntó molesta. Fate no le contestó, apretó frustrada sus etéreos puños por la testarudez de la humana.

Hubo un flash de luz y las bombillas de la habitación estallaron. Nanoha dio un respingo asustada, su bravuconería desapareció de un soplo.

"Vete" repitió Fate con rostro cansado. Nanoha se la quedó mirando, seguía sin comprender al fantasma. Y pese a las amenazas, los destrozos y esa actitud hosca, pese a todo, Nanoha tenía la sensación que Fate no era malvada.

De hecho, Nanoha tenía la sensación contraria.

"¿Por qué estás haciendo todo esto? Intento ayudarte" confesó Nanoha triste. Justo entonces se escuchó el cerrojo de la puerta.

La niña se giró para ver entrar a su familia y darles la bienvenida, cuando volvió a voltear, estaba convencida de que el fantasma habría desaparecido, en cambio seguía ahí.

"¡Nanoha! ¿Qué ha pasado?" entró en pánico Momoko al ver todo de pequeños cristales de bombilla por el suelo. "Petaron de repente" respondió Nanoha, se le daba muy mal mentir, así que no debía dar muchas explicaciones o se darían cuenta de que escondía algo.

"No te muevas, voy a por la escoba" le indicó la mujer por temor a que se cortara. Fate la vio alejarse. Las dos niñas comprobaron entonces que sólo Nanoha era capaz de verla.

"Malditos electricistas inútiles, la instalación no tiene ni dos días" refunfuñó Miyuki acercándose con cuidado hasta su hermana. "Nanoha" llamaron al unísono las voces masculinas de la casa. Todos rodearon a Nanoha asegurándose que todo iba bien.

Arropada por su familia, Nanoha vio de reojo la transparente figura de Fate observarla unos momentos para luego desvanecerse. Lo que más le sorprendió fue la leve sonrisa del fantasma. ¿Cómo podía un gesto tan tierno expresar un sentimiento tan triste?

Nanoha no volvió a ver a Fate durante varios días.

Pasó una semana y la familia Takamachi ya estaba bien aposentada. La mansión Yagami relucía como nueva. Shiro se marchaba temprano a trabajar, Momoko había encontrado trabajo en un restaurante del pueblo y tras algunas dudas, decidió tomarlo.

Los tres hermanos desayunaban juntos e iniciaban el paseo a sus escuelas respectivas juntos. Al volver a casa por la tarde, Momoko terminaba tarde la jornada, al igual que Shiro que se acercaba a recoger a su mujer de vuelta. Kyouya seguía estudiando y Miyuki se quedaba en el club de kendo. Nanoha, sin embargo, no encontraba su lugar, seguía sin ser capaz de hacer amigos de verdad, y cuando llegaba a casa, sola, la enorme mansión estaba vacía, fría y silenciosa.

No podía negarse que la pequeña tenía valor y afrontaba la rutina de ese día a día con esmero y optimismo. Frente a la familia grababa bien una sonrisa feliz, pero cuando estaba sola, la cosa era muy diferente.

Un día se dio cuenta de que unos niños de la escuela la seguían hacia casa. Intentó ignorarlos. Los muy cobardes se quedaron a una calle de la mansión.

Al siguiente día repitieron, pero esta vez fueron capaces de llegar a las imponentes verjas. Estaban ganando confianza mientras se retaban unos a otros para ver quien era el más valiente.

Al tercer día, cansada de juegos absurdos, Nanoha se giró en el portal de la casa y los encaró. Ese estúpido asedio era demasiado. Les desafió a entrar en la casa.

El más fanfarrón del grupo dio varios pasos al frente, tropezó en los adoquines y al caer, todos se rieron de él. Provocando su furia aunque la humillación fuese tan ínfima. Al levantarse les insultó a todos, primero a sus amigos, y luego se dirigió a Nanoha.

"Cállate tú también, bruja, por eso no tienes amigos." escupió con desprecio "Si puedes vivir en ese nido del mal, tú misma debes ser una bruja o un demonio"

"Que sea una casa encantada no significa que sea malvada" dijo "Y no soy ninguna bruja ni demonio, pero si seguís molestándome, no me importará convertirme en uno" se enfadó. El grupo de amigos volvió a reírse de su compañero.

El fanfarrón tembló de rabia y se abalanzó sobre Nanoha. Los dos cayeron al suelo y se enzarzaron en una pelea a puño limpio. El resto de niños se acercaron vitoreando. Nanoha salió victoriosa tras tres o cuatro revolcones, deteniendo su puño a escasos milímetros de la cara del otro niño. La pequeña lo tenía a su merced, acorralado en el suelo cerca del jardín, era una victoria justa y merecida. Tras comprobar que le bajaban los humos y aceptaba su derrota, Nanoha se levanto de sobre él y lo dejó marchar. El resto de niños estaban impresionados y silenciosos. "Y ahora iros de aquí" les indicó la ganadora.

Mordiéndose el labio, el perdedor dio media vuelta, pero tenía otros planes. Cogió una piedra del jardín y con todas sus fuerzas la lanzó contra la desprevenida Nanoha. La pequeña no esperaba tal reacción y el objeto le impactó de lleno en el rostro. La inercia la hizo caer al suelo.

El niño empezó esbozar una pequeña sonrisa de triunfo, que no le duró. La atmósfera de la soleada tarde cambió de repente. Una invisible opresión cayó sobre todo el cercado de la mansión e incluso se formaron nubes de tormenta sobre sus cabezas.

Nanoha aún en el suelo estaba algo aturdida, uso un brazo para incorporarse un poco mientras que con su mano libre se ocultaba medio rostro. Cuando pudo volver a enfocar la vista se dio cuenta de que el grupo de niños se había apelotonado atemorizado en medio del camino. Miraban a su alrededor con expresiones asustadas. Uno de ellos hizo ademán de salir corriendo, pero los portones de metal se cerraron de golpe frente a ellos, encerrándolos en el patio de la tenebrosa mansión.

A unos metros al lado de ellos, una niña ataviada con una capa negra y rostro impertérrito no les apartaba los ojos de encima.

"Fate-chan" susurró Nanoha sorprendida ante la reaparición del fantasma. Fate torció el cuello y sus miradas se encontraron. Fate frunció el ceño y volvió su atención al grupo de invasores.

Una serpiente de luz surcó de negra nube a negra nube. Algunos niños chillaron aterrorizados. Otro relámpago bajó rugiendo hacia ellos como un dragón enfurecido, estrellándose cerca de la salida, cerrándoles el paso.

Los niños tan orgullosos antes, parecían un grupo de ratas acorraladas. Uno de ellos incluso se puso a llorar de miedo.

Nanoha parpadeó incrédula ante el espectáculo. Intentó detener a Fate, pero al gesticular para llamar su atención, se intensificó el dolor en su cara. Apartando su mano, vio como estaba manchada de sangre. La piedra le había alcanzado en el pómulo, abriendo una herida entre la comisura del ojo y la mejilla. La niña volvió a parpadear. De repente comprendió por que Fate estaba tan enojada.

"Ya basta" dijo alzando la voz. Fate se giró hacia ella, al igual que el resto de presentes. Nanoha se puso en pie y se acercó, con medio rostro pintado de rojo y aún sangrante, y aquella dulce y tranquilizadora sonrisa.

Los niños retrocedieron por instinto. Pero Nanoha se desvió y fue hacia el fantasma inquilino. "Es suficiente, aprendieron la lección. Déjalos marchar ya, por favor" le pidió. Fate se lo pensó.

"Por favor, déjanos ir. No volveremos a molestarte, lo juro." Lloriqueó el fanfarrón, de inmediato todos le secundaron con diversas promesas. " Lo sentimos, perdónanos".

Las puertas se abrieron y el cielo fue abriéndose mostrando de nuevo el sol. Los chicos salieron muy despacito, con miedo. El fanfarrón fue el primero en salir corriendo calle arriba gritando de pavor como una colegiala.

Nanoha los vio desaparecer y suspiró.

"Au" se quejó al recordar su herida. Fate hizo ademán de acercarse a ayudarla, pero su mano se detuvo a medio camino para caer inerte junto a unos hombros abatidos. A Nanoha no le paso desapercibido el gesto.

"Te dije que te fueras y no me hiciste caso" de nuevo las palabras de Fate sonaron en el aire en un intento más de amedrentar a la pequeña Takamachi.

"Voy a curarme antes de que se me infecte" Nanoha una vez más y con gran paciencia ignoró las advertencias y respuestas no deseadas del fantasma. Entró en la casa y para su sorpresa, Fate le siguió.

Una vez limpia la herida, Nanoha se alegró de descubrir que el corte no era gran cosa y que sanaría pronto y sin secuelas, al igual que la pequeña hinchazón por el golpe que gracias al hielo ya había remitido.

Nanoha se sentó en el sofá, cansada. Tras la pequeña exhibición de Fate, ahora le esperaban más problemas en la escuela. La niña miró a su espectral compañía que restaba de pie frente a ella. ¿Esa era también parte de la estratagema del fantasma para hacerle la vida imposible y obligarla a abandonar la casa? Nanoha observó a Fate. Lucía más bien culpable. Deshecho la idea. Lo cierto es que parecía que Fate había actuado más bien por instinto, para ayudarla. No podía recriminarle eso.

Finalmente volvió a encenderse una llamita en su interior. " Me alegro de verte Fate-chan. Te he echado de menos".

Fate bajo levemente la cabeza y pareció sonrojarse un poco. Nanoha no ensanchó más la sonrisa, porque la herida se lo impidió, pero la extraña timidez del fantasma le resultaba entrañable.

"No vas a irte ¿verdad?" murmuró Fate en un hilillo de voz. Nanoha negó animosamente. Fate entonces le dio la espalda y se sentó en el suelo, junto al sofá.

Estuvieron en silencio un rato, pero a Nanoha no le importó. Acababa de hacer un gran paso en su relación con Fate y no iba a desperdiciarlo.

"Fate-chan" la llamó suavemente. No obtuvo respuesta, pero sabía que tenía la atención del ente. "Gracias por lo de antes" dijo agradecida por su intervención, que aunque exagerada, tenía buenas intenciones.

"No hay de qué" respondió la vocecilla de Fate. "Se merecían un buen escarmiento, aunque..." Fate volteó la cabeza para ver a Nanoha "...hay algo en lo que tenían razón" comentó el fantasma solemne. Nanoha la miró inquisitiva enarcando las cejas.

"Eres una bruja"


NA:¿Creías que había abandonado?Pues os equivocabais. He tenido muchos obstaculos últimamente, pero hago todo lo posible por poder continuar y terminar mis historias. Os pido paciencia y comprensión y os doy las gracias por vuestro apoyo. Pronto más capítulos de este y otros de mis fics ;)