I

Cerré de un portazo la puerta de mi Mini Cooper rojo y me quedé helada al escuchar aquel "CRACK". Alcé la mirada al cielo y me mordí el labio suplicando que mi precioso coche estuviera tan perfecto como lo había estado cuando lo cogí en el aparcamiento del instituto. Giré la cabeza y se me cayó el mundo encima…

'Genial…' – Mascullé con enfado. – 'Ahora Edward tiene otra razón de más para querer matarme…'

La puerta del piloto estaba hundida, empotrada hacia el interior del coche.

'Y de Jake mejor no hablar…' – Pensé mientras me pasaba ambas manos por la cara.

Una rabia infinita me subió por el pecho, pero se transformó en frustración al llegar a mis ojos y las lágrimas se me saltaron. ¿¡Cómo podía ser tan torpe!? Volví a mirar mi adorado coche y pensé que podría haber sido peor. Agradecí ser una semivampira, pues de haber sido una vampira en su totalidad, me hubiera cargado el coche entero con aquel portazo. Bueno, seguro que Jake puede arreglar eso… ¿verdad? Solté un gruñido de frustración y giré sobre mis talones para salir del garaje.

¡Estaba teniendo un día horrible!

Me eché la mochila al hombro y tuve cuidado de no rozar el descapotable de mi tía Rosalie y el Jeep de tío Emmet. Al pasar por al lado del volvo de mi padre aún tuve más cuidado. Aún recordaba la tremenda bronca que me cayó el día que le rayé el coche con mis uñas, meses atrás, por escuchar pensamientos privados. Por suerte todos los demás miembros de mi familia estaban fuera, así que ningún otro coche estuvo en peligro.

Caminé por el caminito que llevaba a la enorme casa de mi familia, situada en mitad del bosque, a paso rápido y con la cabeza agachada. Las lágrimas caían por mis mejillas y temblaba de rabia. Sabía que Edward no tardaría en aparecer para ver que me ocurría y efectivamente, cuando aún no había puesto un pie en los escalones de la puerta principal, esta se abrió y allí estaba él: alto, joven, pálido, con los ojos dorados remarcados por unas sutiles ojeras y el cabello broncíneo despeinado. Igual que si le hubiera llamado. Tremendamente hermoso. Edward. Mi padre.

'¿Porqué estás así?' – Me preguntó rodeándome la espalda con un brazo y secándome las lágrimas que se escurrían por mis mejillas con la otra. – '¿Qué te pasa, Nessie?'

'¡Que soy un desastre!' – Sollocé y hundí la cabeza en su pecho.

Como Edward ya estaba tocando mi mejilla y podía leerme el pensamiento, le rodeé con los brazos mientras le daba una detallada película de mi fatídico día en el instituto.

Allí estaba yo, en el pasillo de mi instituto. Bajita, delgada, pálida y con una cascada broncínea cayéndome por la espalda en suaves ondulaciones. Caminando con una elegancia inigualable. Dirigiéndome hacia mi clase de Biología en compañía de un chico alto y fuerte, de cabello y ojos castaños: Danny Wright. Uno de mis amigos del grupo con el que me juntaba en el instituto.

Era el cambio de clases y había un montón de gente en el pasillo, para mi pesar. Respiraba por la boca con el fin de que el olor no se colara por mi nariz y evitaba tocar a la gente apartándome ágilmente. Para variar, todos me miraban de reojo y cuchicheaban a mi paso. ¡Llevaba dos malditos meses en el instituto! ¿¡Cuándo dejarían de hacer eso!? ¿No podían aceptar que era algo distinta y punto? Me subí el cuello de la chaqueta hasta la nariz, como si tuviera frío, y me eché el cabello hacia delante en un intento de esconderme disimuladamente.

Danny iba sonriendo alegremente y saludando, un tanto exagerado, a todo aquel al que se cruzaba y conocía. Ese maldito comportamiento solo lo tenía cuando íbamos los dos solos. Mi amiga Sylvie me había chivado que estaba prendado de mí, pero yo no quería creerla. Había aprendido con mis otros dos amigos del grupo, Joe y Kelly, que los amores no correspondidos en un mismo grupo traían largos días de incomodidad y conversaciones forzadas que intentaban aparentar que nadie había rechazado a nadie y que todo seguía igual.

'Nessie, ¿te han hablado de los planes para este finde?' – Me preguntó Danny, centrando su atención en mí tras saludar a otro chico de nuestro curso.

'Pues no.' – Respondí y aproveché que Danny había parado de alardear y aceleré el paso para llegar antes a la clase. – '¿Qué han dicho?'- Él aceleró también.

'Decían de ir a una discoteca en Salt Lake City. '

'¿A bailar?' – Pregunté con un poco de fastidio. – '¿Porqué no una de cine?' – Ralenticé mi paso cuando vi que Danny casi tenía que correr para mantenerse a mi lado.

'Lo que hay en cartelera es malísimo.' – Replicó él frunciendo el ceño. – 'Tú misma lo dijiste el otro día en la hora de la comida. Además, Kelly y Sylvie dijeron que querían ir a bailar.'

'Oh, deja que hable ahora con Sylvie y Kelly y al salir de Biología se habrán cambiado los planes.' – Le dije totalmente convencida y me animé al ver que ya casi llegábamos a la clase.

Mi sonrisa se borró en el momento en que Danny se me puso delante y me "obligó" a detenerme. Perfectamente podría haberle sorteado bien apartándole, saltándole…Pero mis padres, abuelos y tíos habían sido claros: No llames la atención.

Así que actué como lo hubiera hecho cualquier humana cuando alguien que le saca una cabeza y media trata de cortarle el paso. Me quedé quieta.

Alcé ambas cejas, expectante, y Danny se apresuró en contestar al ver que empezaba a enfadarme:

'No trates de hacer cambiar de opinión a las chicas.' – Casi me lo suplicó.

En el grupo todos sabíamos que la que tenía mayor poder de convicción y siempre se salía con la suya era yo. No hacía falta ni que me propusiera convencerles. No podían hacer nada contra mi suave voz cuando casi ronroneaba al hablar, ni contra mi hermosa cara cuando les sonreía o les ponía caritas. Sonreí cuando vi a Danny distrayéndose en mi cara, sabiéndome ya ganadora. Pero justo él negó con la cabeza para no distraerse y añadió con convicción:

'A mi y a Joe también nos apetece ir a bailar.'

'¿Y a Luke?' – Pregunté con una sonrisilla, pues sabía que el novio de mi amiga Sylvie odiaba tanto las discotecas como yo. Ya tenía otro punto más a favor.

Danny no se rió y yo traté de escabullirme por el lado de la pared para poder meterme al fin en clase y cumplir con mi propósito. Estaba viendo ya a mi amiga Sylvie cuando el brazo de Danny me cortó el paso y me arrinconó contra la pared. Hice un esfuerzo por controlar ese gruñido que me quiso salir del pecho y aguanté la respiración. No me gustaba que se me acercarán demasiado y de manera brusca. Me crucé de brazos y alcé ambas cejas.

'¿Qué haces?' – Espeté enfadada. Me estaba ahogando y poniéndome roja, así que volví a respirar e intenté obviar ese olor tan agradable que desprendía Danny. Ojalá pudiera dejar de respirar como mi familia.

'¿Qué tiene de malo una discoteca?' – Preguntó Danny amablemente, intentando comprender qué problema le veía al hecho de salir a bailar. – 'Dices que sabes bailar y cuando llegas por las mañanas en tu coche llevas la música a todo volumen.'

'Sí, sé bailar y no me molesta la música alta.' – Le expliqué, pero haciendo un mohín añadí: - '¡Pero odio los sitios cerrados con mucha gente! ¡Me agobio!'

No le podía decir que tanto humano junto en un sitio cerrado sonaba a un banquete difícil de rechazar por muy vegetariana que fuera. Estaba segura de que mi instinto depredador se activaría inmediatamente, como me iba a pasar en breve si no se alejaba de una vez. Ya me costaba lo suyo mantenerlo bajo control en el instituto y eso me tenía bastante preocupada. Carlisle decía que eso me ocurría porque era mi primer año en un instituto y nunca antes había estado entre tantos humanos, pero que cuando me acostumbrara al olor, llegaría un día en que no lo notaría. Eso me tranquilizaba, pues sabía que era verdad. ¿Si no como podría él trabajar en el hospital?

Saqué a relucir mi labio inferior a ver si con aquello me acababa de meter a Danny en el bote y pude ver asomar una chispa de duda en sus ojos. Ya iba a volver a sonreír triunfante, cuando Danny se acercó más a mí.

'Iremos a la discoteca y ni se te ocurra escaquearte, Nessie.' – Esbozó una sonrisa al tiempo que clavaba sus ojos en los míos. – 'Tienes que bailar conmigo.' – O me lo pareció a mí o eso fue una tirada de caña en toda regla.

Instintivamente retrocedí hasta que mi espalda chocó contra la pared para seguir manteniendo una distancia por su seguridad. El corazón se me puso a cien por hora y mis mejillas se sonrojaron cuando adiviné las intenciones de Danny al acercárseme aún más con la mirada fija en mis labios. ¡Así que lo que me había dicho Sylvie era cierto! ¡Le gustaba a Danny! Genial, ahora tendría que rechazarle y más me valía espabilarme. No me apetecía un beso de él. Busqué a mi amiga Sylvie para ver si me podía echar una mano y vi a la muy traidora hablando con su móvil, seguramente con su novio, ajena a mi muy delicada situación. Para colmo, la mitad de mi clase que estaba en el pasillo esperando al profesor para entrar, se había dado cuenta de lo que estaba pasando y nos miraban curiosos y divertidos. ¿No llames la atención me habían dicho en casa?

'Perfecto…' – Pensé con sarcasmo.

Danny se me acercó aún más, entreabrió los labios y expiró.

Eso fue la perdición. Suya y mía.

Me quedé paralizada, pues me llegó con tanta intensidad…

Ese olor dulzón tan delicioso que desprendían los humanos.

Tan apetecible…

La visión de su cuello, tan a mi alcance, hizo que mis labios comenzaran a curvarse para dar paso a mis dientes…

De golpe llegó una ráfaga de viento que me trajo miles de olores distintos de fuera y me sacó de aquel estado. Un par de alumnos habían entrado por la puerta de al lado, guareciéndose de la lluvia. Confusa miré hacia allí y luego reparé en Danny. El pánico me dominó al darme cuenta de lo que había estado a punto de hacer y reaccioné rápidamente. Empujé a Danny para alejarlo…pero me pasé… y mi amigo salió volando, literalmente por los aires, hasta chocar contra la pared de delante.

'El profe de Bio me ha castigado, pero eso es lo de menos teniendo en cuenta que toda la clase me vio hacer volar a Wright…' – Murmuré y sin mirar a los ojos a Edward le pregunté: - '¿Nos tendremos que marchar a otro lugar?'

No obtuve respuesta y comencé a sentirme culpable. Lo de tirar a mi compañero por los aires había sido más que llamar la atención. Mañana mi nombre estaría en boca de todos y me mirarían con razón. Eso si volvía al instituto. Oh, porras... No llevábamos ni tres meses aquí. Abrí los ojos como platos cuando escuché gruñir a mi padre. Ahora sí que estaba segura de que me iba a caer la bronca del siglo. ¿Dónde estaba mamá cuando la necesitaba? ¡Bella! Alcé la mirada con cautela cuando Edward me dejó ir y me quedé pasmada cuando se coló en la casa. Algo crujió allí dentro y escuché a Emmett decir algo, tan sorprendido como yo, pero antes de que tuviera tiempo de preguntarme qué habría roto mi padre, él volvió a salir con las llaves del coche.

'No voy a echarte la bronca, Nessie y Bella estará al llegar de sus clases. No tardará.' – Me aclaró él durante un segundo que se paró para darme un beso en la mejilla. – 'Voy a decirle cuatro palabras al energúmeno de profesor que tienes por castigarte por defenderte de un compañero. Y que se prepare ese inútil de Wright.'

Y dicho esto, Edward me dejó allí en la puerta con la boca abierta. Lo vi meterse en el garaje y me acordé de mi precioso coche…Estaba segura de que ahora sí que no me salvaba cuando oí rugir el motor del coche de mi padre y Edward salió conduciendo a toda pastilla.

Genial…Estaba tan furioso que ni me había oído pensar en el coche. Debería haberlo previsto sabiendo lo protector que era mi padre y lo dado que era a reaccionar exageradamente. Era capaz de ponerle una denuncia al instituto. No quería ni pensar lo que le iba a decir Edward al profesor de Biología. Seguro que mañana ya no estaría castigada. ¿Y Danny? Tragué saliva. Entré en casa para llamar a la única persona que podía calmar a Edward, Bella.

¡¡Hola!!

Aquí estoy con mi primer fic de Crepúsculo. A ver cómo sale el experimento. Como habéis leído, está situado detrás de toda la saga y la protagonista es Nessie Cullen.

Espero vuestra opinión. ;P

¡Un besito!

Eneida