Capitulo 72

Tenía alrededor de once semanas embarazada, su cabello había perdido fuerza desde que se había enterado de la noticia, lo cual le decía el doctor que era normal, incluso podría llegar a tener espinillas, sin embargo se alegraba que no fuera el caso. Y no sólo su cabello había cambiado, también su cuerpo, ya no podía usar ropa normal, debía pedirles a los sirvientes que le compraran ropa especial para la ocasión. Quería hacerlo por sí misma y no molestar, pero no podía, porque las naucias seguían incomodándola. Debido a los malestares que sentía constantemente, tuvo que congelar su carrera, para quedarse en casa descansando. No sabía porque estaba tan cansada, aun si Nanako le decía que era normal por la etapa en la que se encontraba, no comprendía pesaba 4 gramos, podía dejarla tan agotada. Se dedicaba a hablarle cada día, le contaba acerca del mundo en el que se encontraban con todos sus colores y habitantes en él, incluso acariciaba su barriga para cantarle canciones, esperando que reaccionara.

Se encontraba dibujando una mariposa en su recamara, cuando inesperadamente lo sintió…una extraña patada desde su interior, más bien parecía como si fuera un pie pequeñito de alguien que quisiera imponer su presencia. Producto de la ansiedad, su corazón latió con fuerza, dejando a un lado el cuaderno para acercar su mano hacia su barriga, se quedo en silencio durante unos minutos, esperando que volviera a suceder, quería sentirlo una vez más. A los cinco segundos volvió a escucharlo "Se ha movido", al fin lo había sentido. Quería compartir ese mismo sentimiento con Ryoma, quería sintiera su primer movimiento, pero sabía que no podía estando a unas cuadras de distancia. Akane entró en la habitación preguntando si deseaba comer en cama o en el salón, dado que la comida estaba lista. No obstante se percató que se encontraba perdida en sus pensamientos, manteniendo la misma mirada que mostraba cuando hacia arte, pero esta vez apoyando su mano en su barriga.

— ¿Lady-Sama?—Le preguntó confusa

—A-Akane-Chan se ha movido—Susurró.

— ¿Eh? ¿Se refiere al bebé? —Esbozó una gran sonrisa.

—Sí...fue tan inesperado, estaba dibujando y de repente sucedió ¿Quieres sentirlo?

— ¿P-Puedo? No debería—Musitó, viendo como la invitaba a sentarse.

—Por supuesto que puedes, me encantaría que lo sintieras. —Le sonrió—Se siente tan mágico.

—E-Está bien—Sonrió, viendo como la tomaba de la mano para ubicarla en su barriga. Aun si conocía la personalidad de la Reina, no podía evitar sentirse sorprendida cuando ella la invitaba a hacer cosas inadecuadas.

—Espera…ya se moverá—Le prometió sonriendo— ¿Estás ahí? Te quiero presentar una persona importante para mí, ella es Akane-Chan ¿La recuerdas? Te he hablado mucho de ella. Fue la primera en sospechar de tu existencia.

Ante esas palabras, Akane sonrió sintiéndose extraña ¿En verdad era una persona tan importante para Lady-Sama? Aun si la escuchaba mencionarlo siempre y solía tratarla como tal, era inevitable sentirse dudosa, sabiendo que existía una barrera entre ellas por su nivel social. Pero a pesar de eso, la chica de cabello castaño parecía ignorar y/o más bien, hacer caso omiso a dicho paralelo entre ellas dos, para tratarla como una persona más desde el inicio, como si fueran amigas, dejando de lado la relación Sirvienta/Reina.

Sus pensamientos fueron interrumpidos, por un leve golpe que provenía de la barriga que estaba tocando, era como si sintiera un pequeño corazón en ella, no podía describir bien la sensación que sentía…sólo sabía que era maravillosa.

— ¿Lo sentiste? —Sonrió—Es como si dijera "Estoy aquí, puedo oírlo todo"

—Sí, es una sensación maravillosa.

—Yo también lo creo, quiero que Ryoma lo sienta también.

—Podría llamarlo.

—No puedo, no quiero molestarlo. Además lo mejor será darle la sorpresa cuando llegue.

— ¡Tiene razón! Es una gran idea —Sonrió, viendo su felicidad reflejada en su rostro. —Por cierto ¿Cuándo sabrá niño o niña?

—Mañana, iremos con Ryoma. Sin embargo…puede ser una locura, pero siento que ya sé que es.

— ¿Sí?

—Pienso que será niño, no me lo preguntes porqué, son ocurrencias mías quizás. Pero sólo sé que lo siento.

—Sí tiene esa ligera sospecha, puede estar en lo correcto. Una madre nunca se equivoca ¿no?

—No lo sé, a veces igual cometen errores.

—E-Esto ¿Va a cenar abajo o aquí?

—Comeré aquí por esta vez, me siento cansada.

—Está bien, vengo enseguida.

El resto del día lo siguió escuchando, las patadas que daba el pequeño bebé en su interior, Rinko le había obsequiado un libro con nombres para niños con su significado, había leído muchos, pero por ahora no sabía cómo ponerle. Quería un nombre que no tan sólo significara algo bonito, sino esperaba que ese nombre estuviera estrechamente relacionado con él, es decir que lo representara. Por ello, esperaría a saber en qué mes nacería, dependiendo de eso decidiría. Quedaba tan poco para conocerlo, mañana sería su primera ecografía, estaba nerviosa y a la vez todo lo contrario, muy ansiosa. Le habían dicho que no tenía nada de qué preocuparse, porque revisarían los latidos del bebé que ya deberían ser detectados y si tenían suerte podían ver que sexo era, dependiendo si se mostraba o no.

Había recibido muchos regalos la noche que había salido con Ryoma a su primera cita en años, dado que Rinko había reunido a todos sus conocidos para realizarles una fiesta sorpresa por la noticia, lo cual los había tomado por sorpresa, ya que estaban tan cansados que planeaban ir a dormir. Entre ellos, se encontraban por supuesto los titulares de Seigaku, no podían faltar en un día tan importante como ese, además estaba su mejor amiga Tomoka Osakada y también estaba Ann Tachibana. Atobe junto a sus compañeros se habían colado, según Nanako les había mencionado. Sin olvidar por supuesto que se encontraba la familia Echizen. Su abuela y su padre aun no regresaban de su viaje, por ello no habían podido contactarse con ellos. Apenas se enteraron de la noticia, dejaron sus vacaciones de lado y regresaron al segundo mes. Sumire se sintió más vieja por haberla hecho bis abuela a tan temprana edad, pero en el fondo estaba feliz, ya que Sakuno había sido como una hija para ella. Takumi entendía el dolor de su madre, de alguna forma también sería abuelo a temprana edad, pero se sentía feliz. Esperaba estar siempre ahí para su futuro nieto o nieta y no perderse la mitad de su vida como había sucedido con su hija.

Al llegar la noche, estaba leyendo de un buen libro que le había regalado Nanako sobre los bebés, cuando su esposo entró en la habitación agotado, podía percibir lo cansado que estaba. Lo observó como dejaba su chaqueta colgada y caminaba hacia ella para acostarse a su lado, sin antes besar sus labios en forma de saludo. "¿Cómo estuvo tu día?" Le preguntó la castaña, dejando el libro a un lado para escucharlo. "Lo mismo de siempre" Musitó, como siempre solía hacerlo, teniendo la capacidad de resumir todo en una frase. No podía quejarse por su actitud, porque entendía bien lo que él trabajo lo hacía sentir.

— ¿Cómo te has sentido hoy? —Le preguntó, dirigiendo su mirada hacia la suya.

—Podría decir de igual forma "Lo mismo de siempre" —Sonrió, sabiendo que en cuanto a sus malestares no había cambiado nada—No obstante, hay algo nuevo.

— ¿En cuanto a los malestares?

—No, hablo del bebé—Tocó su barriga con una sonrisa—Hoy por primera vez ha reaccionado a mi lectura. Se ha movido.

— ¿E-En serio? —Preguntó nervioso, no entendía nada del mundo de los bebés, ni siquiera estaba informado de eso. Sabía algunas cosas, pero se le había pasado por la mente que viviría una situación similar. — ¿Cómo se siente?

—Maravilloso…—Susurró, esbozando una sonrisa— ¿Quieres sentirlo? Hoy se lo mostré a Akane-Chan, cuando comencé a decirle quien era, reaccionó como si hubiese recordado que alguna vez se lo mencione. Eso quiere decir que en verdad me estaba escuchando.

—Siempre lo hace.

— ¿Quieres sentirlo? —Al verlo asentir, tomó su mano para apoyarla en su barriga— Quería llamarte hoy para decirte, pero pensé que te distraería. Por eso es mejor decírtelo ahora, porque podrás sentirlo.

—Betsuni, si vuelve a suceder algún avance con el bebé…quiero estar presente.

—Está bien, lo haré—Sonrió—Debe estar dormido… ¿Estás ahí? Pequeño dormilón. Tu papá ha llegado, quien siempre trabaja duro por nosotros, deseando darnos lo mejor. Deberías saludarlo, está aquí junto a mí.

—Quizás no es el momento para molestarlo—Susurró el ambarino, nervioso por primera vez en mucho tiempo. Tal vez precisamente en ese momento, él o ella no querían moverse. Pero entonces, inesperadamente sintió un extraño movimiento en su mano ¿Qué era eso? Acercó más la palma de su mano para sentirlo y ahí estaba de nuevo ese movimiento increíble, como podía describirlo. La barriga de la castaña se veía claramente como algo o más bien alguien desde su interior se movía.

—Ha despertado por ti. Deberías hablarle.

—mmm no sé cómo hacerlo.

—Cualquier cosa estará bien.

—Se ha vuelto a mover—Susurró sorprendido, seguía haciéndolo a medida que estaba cerca de él, aun si no le hablaba directamente lo hacía. —Eres realmente increíble, tienes una gran fuerza…espero que podamos conocernos pronto.

—Yo también espero conocerte pronto, mi pequeño. De seguro serás muy hermoso y fuerte como tu papá.

—Y alegre como tu mamá, debes ser como ella…no seas como yo.

— ¿Por qué dices eso? Ryoma, eres una gran persona tal como eres.

—Pero suelo ser frío y distante a veces.

—Eso no es cierto, solías ser así, pero ahora has cambiado. Te amo tal como eres y espero que él sea igual a ti.

—No sólo a mí, debe ser similar a ambos. Después de todo es nuestro hijo o hija—Sonrió, ubicándose a su lado para besarla una vez más.

— ¿Qué piensas que es? —Preguntó curiosa, aun sonrojada por ese beso. — ¿Niño o niña?

—No lo sé…Da igual lo que sea.

—Sí, es verdad. Pero…yo siento que es niño.

— ¿Por ese sueño que tuviste?

—No es sólo por eso, simplemente lo presiento.

—Pronto lo averiguaremos, queda poco para saberlo.

—Es verdad, queda tan sólo un día.

— ¿A qué hora es?

—Mañana a las 18:00 hrs. Lo pedí en ese horario por tu trabajo ¿Está bien? ¿O más tarde?

—Está bien, pero no deberías preocuparte por mi trabajo. El bebé es más importante que él, puedo hablar con mi padre y tomarme el día. Considerando que es muy tarde para que te expongas.

— ¿Eh? Entonces… ¿Cambio la hora?

— ¿Puedes hacerlo?

—S-Sí.

—Si quieres puedo hacerlo ¿A primera hora? ¿O quieres después de las diez? —Preguntó marcando los números del servicio médico.

—Podría ser a las diez, supongo.

—Está bien.

Lo escuchó hablando con el doctor, mencionándole incluso que el bebé se había movido aquel día y dándole los reportes de todos los síntomas que seguía teniendo, luego de acordar la hora, colgó para cambiarse de ropa y colocarse su pijama. Podía ver en su mirada, lo cansado que estaba, quizás no era sólo por el bebé, tal vez también deseaba tener un día libre para descansar del trabajo. No obstante, estaba sorprendida de que hubiera tomado una decisión tan repentina, esperaba que eso no le trajera consecuencias más tarde por haber dejado el Reino de lado en situaciones así.

Se acostó a su lado para apoyarse en la almohada que compartían para mirarla una vez más. La abrazó con cuidado, temiendo que si la apretaba demasiado, podría sucederle algo al bebé. Desde que estaba embarazada, actuaba tan cuidadoso y preocupado que comenzaba a sentirse como una muñeca de porcelana. Tomó uno de sus cabellos rebeldes castaños para dejarlos tras su oreja para susurrarle "Buenas noches "y besarla con delicadeza. Lo observó hasta que cerró sus ojos ámbar para dejarse llevar por el sueño profundo, volviéndose un niño con rostro angelical. Le encantaba contemplarlo todas las mañanas, era tan hermoso y dulce. Su cara estaba tan delgada que parecía no haberse alimentado bien en los últimos días, lo cual le extrañaba, conociendo bien como era su gran apetito. En cambio ella, estaba comiendo más de la cuenta, sus antojos aumentaban cada día. Hubo ocasiones, que recordaba muy bien durante los primeros meses, en que a su ansiedad por comer era tan grande y devastadora que debía acudir a los sirvientes a las tres de la mañana, para pedirles pastelillos de una gran variedad de sabores. O helado o cosas difíciles de encontrar, no entendía porqué de comida chatarra y no cosas más sanas, pero no podía controlarlo. Cuando intentaba obligarse a comer algo contrario a su antojo, vomitaba extrañamente. Lo mismo sucedía si ignoraba sus antojos, sentía un raro sabor en su boca, como a metal que sólo podía dejar de sentir con chocolate o dulces.

A la mañana siguiente, se despertó alrededor de las nueve de la mañana para prepararse para su primera ecografía, al fin lo conocería…podría ver una fotografía de él, su pequeño o pequeña. Abrió las cortinas para ir al baño, quería dejar a Ryoma dormir un poco más, no quería despertarlo aún. Cepilló su cabello, mientras lo dejaba caer en sus hombros, comenzaba a ponerse ondulado con el paso del tiempo. Lavó su cara y se miró al espejo, viendo el bulto que llevaba en su vientre, era tan pequeñito. Se dio una pequeña ducha para finalmente vestirse. Desplazó sus manos hacia él para hablarle acerca de lo que harían en el día, debía ser un buen bebé y mostrarse en la pantalla para que el doctor pudiera examinarlo.

Sin darse cuenta, atrás de ella se encontraba Ryoma escuchándola, no quería interrumpirla se veía tan hermosa hablándole a su pequeño o pequeña hija. Entonces volteo hacia él y lo vio, parado a un lado de la puerta en pijama con el cabello despeinado.

—Ryoma-Kun, no te oí.

—No te hablé, no quería interrumpirte.

—Le estaba hablando a nuestro bebé. —Sonrió sonrojada—Iré a preparar las cosas para que puedas bañarte.

—Está bien. Estaré listo en unos minutos.

Tal como prometió, estuvo listo en tan sólo unos minutos para finalmente salir al Hospital Privado, donde sería atendida. Como Nanako tenía turno aquel día, pudo estar presente en la ecografía, siendo ayudante del doctor para asistir a la castaña. Al acostarse en la camilla con la ropa adecuada, el doctor cubrió su estómago con una crema gelatinosa fría que iba extendiéndose a medida que pasaba la maquina. Estaba tan nerviosa que presionaba la mano de Ryoma que estaba a su lado del mismo modo, esperando expectante que apareciera la imagen de su hijo. Entonces lo vieron, pensaron que se vería menos claro de lo que parecía, pero ahí estaba. Podía ver como en medio de una zona gris, aparecía una pequeña figura de un bebé que estaba acostado de espaldas, mirando hacia arriba. A medida que lo iba tocando se movía con la misma fuerza en qué lo había sentido hace apenas ayer. Sintió como su corazón latía e imagino que el corazón de su esposa debía estar de la misma forma. Cuando le hicieron un acercamiento para medirlo, se sintió aun más extraño, no podía explicar lo que sentía.

—Es tan hermoso—Susurró la castaña emocionada, dejando escapar lágrimas de los ojos.

—Sí, lo es.

— ¿Están preparados para escuchar sus latidos? Vamos a ver como están. —Habló el doctor, viendo como incluso su asistente miraba emocionada la pantalla.

—Estamos preparados.

Dicho esto, sintió como su mano era más presionada que en un inicio, Sakuno se sentía nerviosa, podía percibirlo. Y entonces sucedió, pudieron escuchar un pequeño sonido que los hizo sentir escalofríos, era como el sonido de un tambor que iba aumentando cada vez más. Hasta ese momento, aun no podía creer que iba a ser padre, pero cuando escuchó eso y pudo verlo, lo comprendió…era verdad.

Entonces llegó el momento de ver que sexo era, se miraron a los ojos y anunciaron que estaban preparados para saberlo, por ello el doctor luego de sacar las medidas del bebé respectivas, comenzó a buscar algo que lo identificara. Al principio tantos niños como niñas no presentan mayores características que los diferencien el uno del otro en cuanto a sus partes, porque son todos iguales. No obstante, llega un momento como aquel en que puede diferenciarse, había oído que algunos médicos cometían errores, pero aún así, esta vez confiaba en que estaría en lo correcto.

—Es un niño—Sonrió el doctor, viendo como la madre esbozaba una gran sonrisa. —Felicidades.

—L-Lo presentía, siempre lo supe. Tenía razón, Ryoma-Kun—Sonrió mirando en la pantalla a su pequeño hijo que se movía—Tendremos un niño.

—Es verdad, tenías razón.

Una leve sonrisa se dibujó en sus labios, sería niño…al fin lo sabían, estaba feliz fuese lo que fuese, pero seguía sorprendido de que los presentimientos de su esposa estuvieran en lo correcto. Miró hacia la pantalla, viendo como el pequeño feto se movía y sonrió, prometiéndose que sería un buen padre para ese niño que venía en camino, esperaría por él.

Le entregaron un video con la grabación de la ecografía para que pudieran mostrárselo a quienes quisieran, donde por supuesto estaban incluidos tanto sus amigos como su familia. Y además le dio unas recomendaciones médicas, prometiéndose verse en la próxima fecha estimada.

Los meses fueron pasando poco a poco, Sakuno ya podía notar el gran cambio que había en ella, tenía una gran barriga que le provocaba dolores de espalda, incluso a ratos sentía cambios de humor que le provocaban llantos sin sentido, diciendo que se encontraba gorda. Nunca en su vida, habría creído que pesaría tanto, ni mucho menos que fuera a causa de un bebé.

Aun si ella llevara el bebé, no era la única que se sentía extraña, Ryoma aun no podía creerlo…aunque hubiese visto las ecografías y los cambios de su esposa, creía estar viviendo un sueño. Había pasado todo tan rápido, como que desde su matrimonio al embarazo a Sakuno, habían pasado tan sólo meses, a veces se culpaba por haber sido tan descuidado, pero otras veces se sentía mal por pensar de ese modo. Tenían un bebé, un niño precisamente, tal como había predicho la castaña, se preguntaba cómo sería, las fotografías que habían obtenido de las ecografías en 3D mostraban que tenía su misma nariz, pero esperaba que su carácter no fuera el mismo.

Parado frente a la ventana empañada, se encontraba un ambarino viendo como el invierno se apoderaba del Palacio. Ya estaban a comienzos de Enero, no sabía en qué momento habían llegado a dicho mes, la navidad ya había pasado y ya tenía 21 años, quien hubiese creído que iba a ser padre a esa edad. Suspiró, aun tenía mucho trabajo que hacer, pero no podía dejar de pensar en ella. El doctor les había dicho que nacería en Febrero, pero solía adelantarse ¿Y sí salía prematuro? No podía evitar sentirse preocupado por la seguridad de ella, esperaba que se encontrara bien. Tan sólo estaban separados por pisos, ya que desde que sus antojos y cambios de humor habían empeorado, había tenido que trasladar todo su trabajo a su Palacio, no obstante Nanjiro sabiendo la situación en la que se encontraba su hijo, le había sugerido que podía ayudarle en algunas labores para que no se le hiciera tan pesado. Se sentó en su mesón para analizar algunos casos, debía juntarse con los Presidentes de América y China para ver unos balances, pero no podía salir del país por Sakuno, menos en un momento así. Quería ver si enviaba a alguien más en su lugar, pero ningún integrante de su familia estaba en condiciones para hacerlo, Ryoga solía ofrecerse para el caso, diciendo que era óptimo para dicha tarea, pero sabía que aunque su hermano tenía ciertas habilidades para el tenis, pero en esos casos no lo era, no sabía comportarse, sería una vergüenza enviarlo en su nombre. Su padre podría ayudarlo en estos casos, siendo el Rey anterior podría llevarse bien con los representantes de esas naciones, pero debido a una lesión que tenía en la rodilla, no podía viajar. Había querido postergar dicha juntar hasta que se sintiera mejor, pero era juzgado por esas decisiones. Debía pensar en algo pronto, quería que la reunión se llevara a cabo en su país, si fuese así, no correría ningún riesgo…Sin embargo, no podía hacer lo que deseaba, ya que juntas de ese tipo se llevaban a cabo en América. La junta sería alrededor de la quincena, según los papeles había leído. Aturdido miró la fotografía de la mujer a la que amaba sonriéndole en un marco de fotos, junto a ella había otra de ambos juntos y finalmente en un marco más pequeño se encontraba la ecografía de su hijo. No quería apartarse de ellos en momentos tan cruciales, pero sabía que como Rey de Japón debía cumplir con las normas que se le daban, incluso si eso significara dejarla a ella de lado por la nación.

Tras firmar unos papeles, se dirigió hacia el salón pensando en qué hacer, debía decírselo, pero ¿Cómo? ¿Por qué siempre le surgían cosas de ese tipo en fechas importantes? Recordó aquel invierno en que había viajado a América por tenis, gracias a un jet privado había logrado llegar justo a tiempo para Navidad. Pero en esos momentos, no estaba tan seguro de poder hacer lo mismo. Esas juntas tomaban tiempo, debía ir ahora o en Febrero, no podía hacerlo el mes siguiente considerando que se aproximaba la fecha de su nacimiento. Pero el cumpleaños de la castaña era precisamente un día antes de su viaje, era todo tan complicado.

Subió las escaleras para dirigirse a su habitación, esperando encontrarla allí. Recorrió los pasillos pensando en cómo lo haría, no quería decepcionarla en los planes que tenía para los próximos meses, conociéndola ya había pensado en todo. Abrió la puerta sigilosamente para entrar, en su interior sobre la cama se encontraba acostada una chica de cabello castaño leyendo un cuento para niños en voz alta, mientras acariciaba su gran barriga. No quería interrumpirla una vez más, se veía hermosa hablándole al bebé. Solía escucharla cada día, incluso el finés de semana, haciendo que él se moviera en su vientre. Tenía el don de la palabra.

—R-Ryoma…no pensaba verte tan temprano.

—Vine a descansar unos minutos.

—No deberías exigirte tanto.

—Es por el bien de la nación

—Aún así, deberías dormir mejor.

—Lo sé—Suspiró para acostarse a su lado—Pero no puedo tomarme vacaciones.

—E-Es verdad.

— ¿Cómo te sientes?

—Bien, ya no siento nauseas ni nada parecido. El doctor tenía razón, después de todo me he sentido mucho mejor. El malestar sólo dura los primeros meses, pero debo admitir que el dolor de espalda no se va, sigue aumentando. —Hizo una pequeña mueca—Pero no se compara con los dolores que tuve en un principio.

—La fecha se a próxima.

—S-Sí es verdad, estoy tan nerviosa…pero a la vez muy ansiosa—Sonrió—He esperado tanto para este momento que es emocionante pensar que cada vez queda menos. Ya quiero conocerlo.

—Lo entiendo, yo también quiero conocerlo. Debemos estar preparados ¿Haz ensayado las posiciones que nos enseñaron?

—Sí, lo he hecho. Que nervios pensar en todo esto.

—Todo saldrá bien, no te preocupes.

— ¿Tienes algo que decirme?

— ¿Eh? ¿Por qué lo mencionas? —Preguntó confuso ¿Ya estaba enterada?

—Porque te conozco.

—Pues sí, hay algo de lo que debo hablarte. —Suspiró—No es seguro aun, porque pretendo encontrar la manera de que no sea necesario esto. Pero por el momento, debo viajar a América…por negocios.

— ¿C-Cuándo?

—El 15 o 16 de este mes.

— ¿Cuándo volverás?

—No lo sé aun, pero antes de Febrero. Ya les informé que por tu condición no puedo ausentarme demasiado.

—Ya veo…

—No lo haré, si no quieres. Encontraré otra manera.

—No depende de mí, Japón es más importante en estos casos. La nación es tu prioridad principal, por ello no puedes pensar en que no lo harás por mí.

—Si tuviera que elegir entre la nación y tú, sabes que Japón perdería. Además no puedo dejarte en estas circunstancias…

—Estaré bien, no te preocupes.

—Nadie puede garantizarlo, ni tú. Por eso, veré en otras alternativas que no involucren esta. Enviaría a mi padre, pero sigue lesionado. Y Ryoga no es el indicado para el puesto, tan sólo causaría problemas. Debo pensar en alguien de confianza que sepa manejar el dinero.

—Si no hay otra opción, no debes preocuparte. Yo estaré bien.

—Siempre dices eso por hacerme sentir mejor, pero en el fondo no es así. No has pensado en todas las complicaciones que podrías tener ¿Y si el bebé se adelante? ¿O te sientes mal de alguna forma? Siempre que debo salir fuera, sucede algo o alguien aparece en tu vida. No quiero que pase eso de nuevo.

—El único que podría aparecer en mi vida, sería nuestro bebé. Nadie más, no deberías preocuparte por eso—Rió divertida por las palabras de Ryoma, en el fondo estaba celoso—El único que apareció cuando no estabas, fui Kintaro y no sucedió nada entre nosotros.

— ¿Y el chico inglés? ¿Lo has olvidado? Más bien recuerdo, hace tan sólo un año se escribían por correspondencia.

—Es verdad, ya no lo hacemos... —Susurró preocupada ¿Qué sería de Daniel?

— ¿Y qué? ¿Piensas volver a hacerlo? De seguro vendría de visitarte sabiendo que no estoy.

—No lo hará. Además estás equivocado en eso, porque a Daniel no lo conocí en uno de tus viajes. Sino más bien, fue en el mío. —Murmuró, recordando aquella pelea que habían tenido en ese entonces—En aquel entonces, creía que no te volvería a ver.

—Es verdad, estaba equivocado. —Suspiró, presionando el puño, no quería volver a vivir eso otra vez— Sin embargo, no quiero recordar esos momentos más. Porque no volverá a ocurrir, dijimos que todo eso quedaría en el pasado.

—Tienes razón, no pensemos en eso. Debemos pensar en el presente que es junto a nuestro bebé—Esbozó una gran sonrisa.

—Sí, por cierto se acerca tu cumpleaños número 21¿Qué quieres hacer?

—No lo sé, hemos pasado otros años juntos. Pienso que quizás este año, deberíamos hacer algo entre todos.

—Entre todos ¿Incluyes a Atobe y los de ex titulares de otros equipos?

—Los de siempre, pero Atobe-Kun siempre se acuerda de mi cumpleaños, creo que no es necesario invitarlo, llegará por sí solo.

—No lo permitiré. —Gruñó—Aun después de tantos años, sigue soltero. Debe ser tan despreciable que nadie lo tolera.

—Sí ha tenido parejas, pero han durado poco. La última duró un poco más, me pregunto que habrá pasado.

—Lo aprendió a conocer, eso sucedió.

—No digas eso, Atobe-Kun en el fondo es un buen hombre, quizás algún día alguien aprenda a valorarlo más.

—Quien sabe, tipos como él no tienen mucha fama en eso que digamos. —Susurró, sentándose a su lado para seguir hablando—Entonces invitaremos a todos.

—Sí, creo que es lo mejor.

—Ya veo.

— ¿Te molesta?

—No es eso, es sólo que pensé que seriamos los dos otra vez. Pero había olvidado que debemos pensar en los demás. Además cuando vienen los ex titulares de Seigaku, ya sabes lo que pasa.

— ¿Eh? ¿A qué te refieres?

—No se van nunca, incluso en ocasiones se quedan a dormir.

—Es normal, ya son parte de la familia—Rió divertida por la forma en cómo hablaba de ellos—Pero considerando que viajaras al día siguiente, no es muy favorable. Quizás deberíamos hacer algo más pequeño.

—No es necesario, está bien así…Además es tu cumpleaños, no puedo acomodarlo a mis preferencias.

—Aún así, podríamos hacer lo mismo de siempre por esta vez. No me molesta.

—Aunque no te moleste, encuentro que tienes razón en ciertas cosas, deberíamos salir de la rutina y hacer algo nuevo. Así que estoy de acuerdo con que…vengan todos.

—G-Gracias, Ryoma.

—Además la fecha puede varear a dos días después de tu cumpleaños. Pero lo mejor sería no marcharme.

—Lo sé, yo tampoco quiero que te marches…pero por el bien de la economía de Japón debes hacerlo, te comprometiste a hacerlo cuando fue el cambio de mando. Apenas me sienta mejor, volveré a ayudarte. No he cumplido mi rol de Reina.

—No te preocupes por eso, apenas el bebé esté grande, podrás retomar tus estudios. Lo de la nación déjamelo a mí, yo me encargaré.

—E-Es que…sobre eso, la tía me dijo que había hablado con el Director de Today y le había dicho que podía titularme con lo que tenía, porque ya tenía todos los ramos aprobados y mis calificaciones eran altas. Por ello, puedo ejercer de esa forma.

— ¿De verdad? Es una buena noticia, pero ¿Es lo que realmente quieres? ¿No quieres especializarte más?

—Sí, estoy bien con eso. Ahora lo que realmente importa, es nuestro bebé. Como prioridad número uno. Incluso antes de mi, deberías pensar en él.

—Prefiero dejarlos a ambos en mi máxima prioridad, no uno más que el otro. Los dos son igual de importantes para mí. No haré diferencias. —Posó su mano sobre la suya que estaba apoyada en su barriga para sentir como el bebé se movía. —Por supuesto que el amor que tengo por ti, no es el mismo que siento por él.

—Lo sé, lo entiendo perfectamente —Sonrió, viéndolo a los ojos—Me ocurre lo mismo, ahora los dos son lo más importante que tengo en el mundo. Son parte de mi familia.

La observó sonriéndole, aun si los años pasaban, sentía que la sonrisa que ella tenía era igual o incluso más brillante que la primera vez que la había visto. Se acercó hacia sus labios para besarlos, siendo la calidez que había en ellos. Su bebé estaba creciendo tanto que su barriga estaba tan grande, era como si tuviera una pelota en su interior. No podía describirlo con palabras, pero sentía que comenzaba a tener forma poco a poco. Había leído en una revista que los hombres no creían que iban a ser padres hasta los nueve meses de embarazo de su esposa. Y sentía que la pasaba algo similar, aunque veía la deformidad que iba presentando el abdomen de la castaña con el paso de los meses, no podía creerlo aún. Incluso en aquellos momentos, se sentía incrédulo ante lo que estaba pasando en el interior de Sakuno. A pesar de sentir las patadas y movimientos del feto, se sentía extraño. Creía en el dicho "Ver para creer", quizás eso estaba esperando que llegara finalmente ese día y poder conocerlo en persona, dejando de lado las ecografías, como una prueba válida de su existencia.

Con el paso de los días, su estrés iba en aumento, no podía encontrar a nadie que lo pudiera reemplazar en ese viaje. Quería faltar a sus obligaciones, pero no podía simplemente rehusarse a ir, porque las normas decían explícitamente que debía ir en representación de Japón. Suspiró, mientras veía por la ventana como la nieve comenzaba a caer en el exterior. Quedaban tan sólo dos días para el cumpleaños de la castaña…había logrado organizar la fiesta con ayuda de su madre y Sumire que habían llamado a los invitados, incluso los preparativos estaban en marcha desde el día en qué lo habían planificado. No obstante, no todo estaba listo, faltaba el regalo por parte suya, no sabía que regalarle y más que eso, no tenía el tiempo para hacerlo. Solía comprarle rosas y chocolates, pero al fin del cabo era lo mismo que le regalaba para San Valentín. Consumidos por la rutina, ya no sabía en qué obsequiarle. Ryoga solía recalcarle que ya no era lo mismo que antes, que había perdido el romanticismo juvenil. Eso le molestaba, escuchar sus burlas para cada día Festivo. Es más, él era quien le recordaba que sus regalos eran pasados de moda. Sin embargo, para ella era distinto, siempre se lo agradecía de la misma forma y era feliz con todo lo que le diera. Sakuno no era materialista para nada, lo sabía desde el inicio de sus vidas, pero no podía quedarse de brazos cruzados viendo como un día tan importante como aquellos no recibiera nada por su parte.

Quizás debía regalarle algo relacionado con su embarazo, solía ver que sus amigas le llevaban regalos para el bebé, lo que le llamaba la atención, porque parecían olvidarse de que ella era quien soportaba todo, no era el bebé un merecedor de regalos. Pero Nanako le decía que a las mujeres les gustaba eso, recibir regalos para sus hijos, porque en parte eran significativos para ellas. Ahora que lo pensaba, jamás le había dado un regalo a ambos, siempre lo hacía dirigido solamente a ella, quizás debía hacer algo así. Era cierto eso que decían de que con el tiempo, los modismos o dichos de las esposas eran transmitido a los esposos ¿En qué momento se había vuelto tan inseguro de sí mismo? Esa inseguridad no la tenía del principio, pero solía ocurrirle con ella. Parecía que le había transmitido toda esa inseguridad, logrando que sintiera empatía ahora por todo lo que sentía.

Las flores podían esperar, podía obtener el mismo día en la mañana, al igual como podía pedirles a los cocineros que hicieran un buen desayuno para ellos. Pero el regalo no podía ser escogido por ningún agente, debía hacerlo por sí mismo. No sabía que podía regalarle, la habitación para el bebé ya había sido diseñada, sólo le faltaba algunos detalles. Sin embargo, Sakuno decía que no podía dejarlo lejos durante los primeros días, porque los libros recomendaban que debía dormir junto a ellos hasta los tres años y luego podía ser aislado. No se imaginaba una vida así, con alguien más viviendo en esa habitación.

Tomó su chaqueta para salir hacia el exterior, debía ir a comprar antes que se enterara de su ausencia. Parecía que mientras más se aproximaba la fecha de parto, más sensible se volvía. Había momentos en los que le llegaban mensajes de textos diciéndole que lo extrañaba, cuando estaban a tan sólo unos metros. O incluso lo llamaba en diversas ocasiones. Por esos motivos, había decidido cambiarse a su oficina, no podía seguir estando en la de su padre. Cuando estuviera lejos, no imaginaba como sería, sentirse de verdad a miles de kilómetros de su lado.

Apenas cruzó el umbral de la puerta, se encontró con que su limosina ya se encontraba estacionada esperando por él. Se aproximo hacia ella, sin antes informarle al mayordomo de que tenía unos asuntos importantes que resolver de los que no podía enterarse su esposa. Dejando a los hombres negros que se encargaran de proteger a la castaña en su ausencia. Se sentó en el asiento trasero del vehículo para darle unas indicaciones al chofer y partir con él a su destino. Mientras veía como el auto salía del Palacio, tomó su celular para hablar con otros de sus agentes para pedirles que investigaran sobre qué regalo era bueno para mujeres embarazadas y además que respaldaran el camino hacia el centro, como iría a comprar a una de las más grandes tiendas de Tokio, temía ser sorprendido por la prensa u otras personas que le impidieran realizar su cometido. Cansado por su arduo trabajo, miró por la ventana mientras tomaba un poco de café que había encargado antes de subir. Debía pensar pronto en algo, no tenía mucho tiempo antes de que ella se percatara de su ausencia.

— ¿Algún problema? Señor—Preguntó un hombre de cabello castaño y anteojos de cuarenta y cinco años que manejaba la limosina. Observándolo por el retrovisor.

—No, sólo pensaba.

—Sí está preocupado por la señorita Sakuno, volveremos pronto. Estaremos alrededor de diez minutos allí, para que no sea descubierto por ella. Si es ese el motivo.

—Estás en lo correcto, estoy preocupado por Sakuno. No obstante, no es precisamente por el tiempo que nos lleve volver—Murmuró, indeciso de qué hacer—Más bien, por otro motivo. —Susurró.

—Ya veo, perdone por entrometerme en sus asuntos, no debería intervenir.

—Al contrario, considero que tienes derecho a hacerlo. Después de todo, haz estado en nuestra familia durante varios años. Por ello, no debes disculparte.

—Es un honor para mí, trabajar durante tantos años para su padre y ahora para usted.

—Le estamos muy agradecidos con todo, ha hecho un buen trabajo. Esperamos seguir contando con su ayuda

—Gracias señor—Sonrió—Lo haré dichoso.

—Por cierto, como cuento con tu confianza, hay algo que quiero preguntarte—Susurró— ¿A quién podré acudir para pedirle ayuda acerca de un regalo para Sakuno y nuestro hijo? Pues verás, se acerca su cumpleaños y me he percatado que en este tiempo, jamás le he dado algo para ambos, sólo para ella. Sin embargo, no soy muy bueno en estas cosas, no estoy al tanto sobre qué regalo es el indicado para momentos tan importantes como estos ¿Sabes de alguien que si lo sea? ¿O tienes idea de que podría serle útil en estos meses?

—mmm no soy muy bueno en esas cosas, cuando mi esposa estaba embarazada no tenía el dinero suficiente para pensar en qué le sería útil, por ello le regalaba lo que encontrara. Además, como nuestra familia está compuesta por tres niños, incluyendo el pequeño de cinco meses, no estaba bien económicamente para encargarme de todo. No obstante, considero que en su situación, hay muchas tiendas de bebés donde venden cosas útiles para las futuras madres, debería ir a alguna de esas tiendas y consultar. Hay una gran variedad de objetos, no se imagina cuantos. Puede encontrar de lo que desee.

—Ya veo, entonces debo ir a esas tiendas y averiguarlo. —Musitó, sabiendo que su realidad económica no era como la de sus empleados, lo cual le preocupaba. —Con respecto a lo que has mencionado, no estaba enterado de que había un nuevo integrante en tu familia, deberías haberlo hablado conmigo para que te hiciera un aumento o algo para ayudarte. Dado que, entiendo que no es fácil lo que estás viviendo.

—No se preocupe por eso, señor. Somos felices de ese modo, no debe preocuparse por nada. Si no fuera por ustedes que me han dado trabajo, ahí si nuestra familia se iría por un barranco. Estamos bien tal cual estamos.

—No me parece acertado lo que estás diciendo. No deberías estar viviendo en esas condiciones. Deberías permitir que te ayudemos, podemos hacerlo y no nos molesta.

—Gracias, señor. Pero no podemos aceptarlo, no podría recibir un aumento, considerando que hago el mismo trabajo que hace diez años. Al menos que hubiera algo diferente, entonces sí podría merecerlo, pero no es el caso.

—Sé a lo qué te refieres, pero considero que si eres el chofer de ambos palacios y llevas tantos años perteneciendo a esta familia, deberías recibir un aumento ¿No lo crees?

— ¿Eh? Pero eso no debería ser así, ambos palacios pertenecen a la misma familia. No habría mucha diferencia.

—Si lo hay, porque desde el momento en que me casé con Sakuno, dejé de pertenecer a la Familia Echizen Takeuchi. Y ahora sólo pertenezco a la Familia Echizen Ryuzaki. De modo que ahora, vivimos dos familias en el mismo terreno prácticamente, pero en distintos palacios. Lo que quiere decir que los sueldos deberían ser independientes uno del otro.

—E-Es verdad, pero no me parece justo cambiar las normas ahora.

—Si puedo hacerlo y lo haré. Ya que mi padre dejó de ser el Rey de Japón, puedo moldear las normas como me parezca. Si cambio estas cosas ¿Aceptarías el aumento de sueldo?

— ¿Eh? P-Pues yo creo que sí.

—Bien, entonces es lo haremos.

—Gracias, señor. Le informaré de esto a mi familia, de alguna forma se lo pagaremos.

—Ni lo menciones, no necesito que me lo paguen. Con tu trabajo es suficiente.

—Muchas gracias, señor. —Esbozó una gran sonrisa, sintiéndose agradecido con el chico de cabello negro y ojos ámbar que lo miraba desde el asiento trasero. —Con respecto a lo que me preguntó, creo que su madre podría ayudarlo en su problema, de seguro ella puede guiarlo para encontrar el regalo indicado para su esposa.

—Es verdad…no había pensado en ella. Gracias, la llamaré de inmediato.

—No es nada.

Tomó su celular con cuidado y miró el contacto de su madre, no había pensado en llamarla a ella, no había considerado que ella podía ayudarlo sabiendo tanto acerca de los bebés y más aun, sobre la castaña de ojos carmesí, con quien pasaba la mayor parte del tiempo.

Finalmente llegaron al centro comercial más grande de Tokio, dejando la limosina atrás, caminó por los pasillos con gafas oscuras, luciendo un traje negro con corbata. Al parecer sus agentes habían cumplido bien su trabajo, porque todo se veía despejado, incluso no habían rastros de la prensa. Suspiró aliviado, pensaba que el único lugar donde podía encontrarse a salvo de la gente que lo acosaba era América, porque no lo conocían como una figura importante en la nación, como sucedía en Japón. Subió las escaleras mecánicas para llegar a la planta alta del centro, donde esperaba encontrarse con cierta mujer de cabello castaño que había prometido esperarlo en una heladería. Apenas se encontró en el segundo piso, vio a lo lejos a una mujer alta sentada en mesa frente a una heladería de color verde. Se acercó hacia ella, viendo como le esbozaba una gran sonrisa, no se había disfrazado mucho, ya que ella no era una celebridad como lo decía Nanako, en comparación de su hijo. Se sentó frente a ella, viendo como sus grandes gafas rojas no combinaban para nada con su atuendo de invierno.

—Cada día más guapo, estoy celosa de Sakuno.

—No deberías estarlo.

—Lo sé ¿Quieres pedir un helado?

—No…¿A quién se le ocurre pedir un helado en esta época del año?

— Lo mismo diría tu padre, creo que en eso se parecen.

—En fin, deberíamos ir de compras ahora. No puedo ausentarme demasiado.

—Tienes razón—Se levantó para dejar a un lado el vaso de helado—Debemos volver pronto o Sakuno-Chan se preocupará. Y ya entiendo porqué, estás tan guapo que yo también me preocuparía.

—Entonces vamos.

Se detuvieron frente a una tienda que decía "Babies", una mujer de unos treinta años los saludó amablemente dándoles la bienvenida, Rinko le dedicó una sonrisa para guiar a su hijo por los pasillos, percatándose de lo extraño que se sentía estando en un lugar como ese. Cruzaron un pasillo rosa, lleno de muñecas y ponys para niñas, para llegar a un pasillo azul que estaba ambientado para niños con autos y osos.

La siguió en silencio, no sabía que decir en esos momentos, ni a dónde dirigirse. Observó diversos objetos, entre ellos osos de felpa, medios de transporte, dinosaurios e incluso pelotas. Hasta que finalmente se detuvieron frente a un pasillo que decía "Para lactantes", el cual estaba rodeado de estrellas y planetas, lo cual lo asociaba con bebés recién nacidos. Entre algunas cosas que podía distinguir, había ropa para bebés de tan sólo días, eran tan pequeños que no imaginaba como todos habían podido ser de ese tamaño alguna vez. También habían biberones (O mamaderas), chupetes, andadores u otras cosas. No sabía que comprar, estaba tan confuso que Rinko lo miraba con una sonrisa.

— ¿Y bien? ¿Qué te parece?

—Es un poco extraño todo esto, no sé en verdad qué comprar.

—Tienes mucho que elegir, hay una gran variedad de cosas.

— ¿Qué sería lo mejor en estos momentos…? Todo esto es pareciera que fue creado para que durara tan sólo unos días, no pareciera que fuera para siempre.

—Nada es para siempre, Ryoma. Mírate ahora, la última vez que estuvimos en una tienda como esta con Nanjiro, tenías cerca de ocho meses…—Sonrió—Y ahora eres todo un adulto que pronto será padre. El tiempo pasa volando.

—Lo sé—Suspiró, su madre era tan nostálgica. —No sé es que lo mejor, pero pienso que me gustaría comprarle algo que les sirva durante mucho tiempo.

—mmm no creo que por aquí haya algo parecido. —Murmuró viendo las cosas que habían frente a ella y entonces caminó en sentido contrario. —Quizás deberías pensar en algo más grande.

— ¿Cómo qué? —Preguntó mientras la seguía

—Como un artefacto que le sirva para cada etapa ¿Verdad?

—Supongo.

— ¿Buscan algo en especial? —Preguntó la mujer de la entrada.

—Sí, queremos algo que pueda perdurar por un largo tiempo ¿Tiene alguna recomendación?

—Sé a lo que se refiere, sígame.

— ¿De qué hablan? No lo entiendo.

Siguió a las dos mujeres en silencio sin comprender en qué idioma hablaban ¿Acaso el sexo femenino tenía un lenguaje secreto entre ellas para entenderse? Entonces se encontró frente a una caja grande blanca que tenía en una imagen una fotografía de un bebé en cada etapa de su vida con un artefacto. Rinko lo tomó entre sus brazos para entregárselo, lo tomó confundido y escuchó como la vendedora les decía como utilizarlo. Era exactamente lo que estaba buscando, dicho objeto le serviría para cada momento. Podía utilizarlo siendo un bebé de meses para jugar con él alrededor de su cuna, ya que los hermosos colores que tenía podrían estimularlo a concentrarse en él tal como el sonido que emitía cuando lo tocaba. Luego podría utilizarlo cuando aprendiera a sentarse, a caminar e incluso hasta alrededor de los tres años. No duraría para siempre, pero si podría ocuparlo durante algún tiempo. Tras comprarlo, la vendedora los despidió con una sonrisa y caminó con la mujer de cabello castaño hacia la limosina.

Al llegar al Palacio, se bajaron sigilosamente, apenas se encontró con el mayordomo le menciono que su esposa estaba preocupada por él, lo que provoco que diera un largo suspiro. En cambio, Rinko esbozó una gran sonrisa, era normal de que Sakuno en las condiciones en las que se encontraba se volviera más aprehensiva, ella también lo había hecho con Nanjiro, solía interrumpir sus prácticas de tenis y obligarlo a volver a casa.

—Lo mejor será que vuelvas pronto para que Sakuno no se sienta así.

—Tienes razón—Le entregó el regalo a un hombre para que lo escondiera en un lugar seguro. — ¿Será el regalo indicado?

—Sí lo es, no debes preocuparte. —Sonrió—Estoy segura que le gustará, más allá de lo material, lo importante es que ha sido elegido tú. Esos detalles les fascinan a las chicas.

—Espero que tengas razón.

—La tendré—Sonrió. —Me voy, nos vemos en la fiesta.

—E-Espera…—Susurró

— ¿Sí?

—Gracias por ayudarme. —La miró avergonzado, su madre siempre le hacía sentirse así.

—oh no es nada, Ryoma-Kun. Cuando quieras, puedes confiar en mí y lo sabes—Esbozó una gran sonrisa, mientras una ráfaga de viento envolvía su cabello, despeinándola un momento.

Se despidió para entrar al interior del palacio, las palabras de su madre resonaban en sus oídos, no necesitaba recordárselo, sabía muy bien que podía confiar en ella, desde siempre. Dejó su abrigo en un perchero para subir las escaleras, pero entonces escuchó la voz de la castaña en la cocina ¿Acaso ella otra vez estaba…? Sin pensarlo, se dirigió hacia dicho lugar, abriéndose paso entre los sirvientes que iban haciendo reverencias a medida que lo veían en forma de respeto. Fue cuando la vio, sentada sobre la pequeña mesa de la cocina, comiendo un enorme helado de vainilla, se mostraba triste podía verlo en su mirada y era debido a él, otra vez. "Tenle paciencia" recordó las palabras de Nanako por la mañana. Caminó a zancadas hacia ella para sorprenderla, la abrazó por la cintura con cuidado, acariciando su barriga para saludar a su hijo. Se sentó a su lado y besó su mejilla "Regresé" susurró. Escuchó su voz triste pronunciando su nombre y la observó, sus mejillas estaban rojas como siempre, aun solían teñirse por sus actos.

— Tardaste en llegar… ¿Dónde estabas?

—Eso no es verdad, tardé tan sólo unos minutos. Tenía unos asuntos que resolver.

— ¿Con quién? ¿Momo-Sempai?

—Con otra persona. —Musitó, viendo como lo observaba enfadada. —Sé lo que estás pensando y sí estaba con una mujer.

— ¿Eh? ¿Con quién? —Lo miró desconcertada ¿Cómo se atrevía a decirlo tan descaradamente? ¿Acaso quería estar con otra porque estaba gorda? Desde que estaba embarazada se sentía de ese modo…temía que sucediera.

—La conoces muy bien, son grandes amigas.

— ¿Tomo-Chan? —Frunció el ceño

—No…

—Está bien, si no quieres decirlo no importa. —Se levantó dejando su helado sobre la mesa.

— ¿No vas a seguir comiendo?

—No tengo hambre.

Le dio la espalda para seguir su camino, pero fue detenida por los brazos del ambarino que rodearon sus hombros ¿Qué quería? ¿Acaso no estaba consciente de lo que había hecho? "Suéltame" gruñó, pero Ryoma hizo caso omiso a eso y la hizo girar hacia él. Entonces percibió como sus labios se curvaban mostrando una sonrisa ¿Se estaba riendo? ¿Se quería burlar de ella?

— ¿Qué? ¿De qué te ríes?

— ¿No es obvio? De ti.

— ¿Eh? ¿Por qué?

—Porque no cambias, sigues dudando de mi, aunque lo he dicho cientos de veces que no hay nadie más en mi vida que tú ¿Cómo crees que sería capaz de salir con otra persona?

— ¿Eh? Pero tú dijiste que…habías salido con una chica.

—No dije una chica, dije una mujer.

— ¿Y no es lo mismo? Además no entiendo como dices que es cercana a mí, con la única que soy cercana es…—Lo miró sonrojada, sabiendo a quien se refería. Entonces lo vio asentir, dándose cuenta que había sido una distraída, había acertado...era ella —Tu madre.

—Sí, fuimos al centro comercial. Quería comprar unas cosas.

—Ya veo…—Se sintió avergonzada, por haber dudado una vez más de él. —Yo…

—No lo hagas, yo tuve la culpa. No debí bromear con ese tipo de cosas, supongo que debí pensarlo mejor antes de hacerlo.

—Te extrañaba.

—Yo también, siempre lo hago. —Las estrelló contra su pecho para abrazarla, sintió sus manos temblorosas tomarse de él para imitarlo.

— ¿Tienes que trabajar ahora?

—No, ya he terminado con gran parte de él. —Mintió, tenía muchas cosas que hacer aun y no era ni la mitad. La observó cuando se separó de él— ¿Hay algo que quieras hacer? ¿Ver una película o salir?

—No, sólo quiero estar contigo.

—Está bien, vamos a dormir.

Caminaron juntos hacia sus aposentos, Sakuno se dirigió hacia su armario para ponerse la pijama como siempre solía hacerlo, mientras Ryoma ni se molestaba en dirigirse al baño para hacerlo, ya estaban casados después de todo. Se acostó en la cama para encender el televisor, no había nada interesante o quizás su vida era la que ya estaba siendo consumida por la rutina. Sintió a la castaña acomodarse junto a él, junto con su enorme barriga que podía sentir entre las frazadas. La miró un momento, para escucharla decir lo cansada que estaba, porque su bebé estaba creciendo rápido y comenzaba a pesar más. Entonces se dio cuenta mirándola a los ojos que aun si su rutina diaria empezara a agobiarlo, ella jamás lo haría, Sakuno era quien lograba que todo lo aburrido fuera entretenido y tuviera sentido. Sus labios se unieron un momento para dar las buenas noches, definitivamente jamás se cansaría de eso de besarla cada día y noche, porque la amaba más que a nada. La observó acomodarse en la almohada para dormir profundamente, estaba cansada…podía notarlo, aun si ella descansaba más que él y era consentida el doble, no podía comparar los deberes reales con un embarazo, eso de seguro era peor. Miró la barriga que se desprendía de la frazada para tocarla con cuidado, sabiendo que debido a él no podría dormir por un largo tiempo.

Finalmente llegó la tarde tan esperada por todos, el día en que festejarían el cumpleaños de la castaña de ojos carmesí. A la cual todos asistieron puntualmente, Tomoka fue la primera en llegar vestida de manera elegante para la ocasión, sonrió al ver lo grande que estaba la barriga de su amiga y lo hermosa que se veía luciendo un vestido para embarazada. Se sentaron en el salón junto a los otros invitados, para charlas mientras bebían jugo de frutilla, dado que la castaña no podía hacer brindis con alcohol. Todos la rodearon para sonreírle y preguntarle por el estado de su bebé, ante lo cual respondió que todo iba bien y nacería alrededor de la primera o segunda semana de febrero. Ryoma la observaba a lo lejos, bebiendo vino con los otros titulares, quienes no se cansaban de decirle lo grandiosa que estaba su esposa.

— ¿Y bien? ¿Cómo van las cosas con Sakuno? —Preguntó interesado Atobe

—Bien, como siempre—Dijo una vez que lo fulminó con la mirada, sabiendo a que quería llegar. No entendía porque Sakuno lo había invitado, no tenía ni la menor idea del daño que causaba.

— ¿De verdad? Imagino que deben verse poco por tu trabajo. Además debe ser aburrido que nada sea como antes, sabiendo que ella ya no puede salir como solía hacerlo ni hacer lo que hacían antes. —Sonrió Atobe, mientras bebía de su copa. — ¿O me equivoco?

—Señor…debería controlarse—Habló un chico de cabello azul y gafas, luciendo un elegante traje.

—Tranquilo, Oshitari. Sólo estoy jugando un poco ¿Verdad Echizen? —Esbozó una gran sonrisa, viendo como el ambarino lo miraba enfadado. —Todo el mundo sabe que estás con la mujer más dulce y hermosa de Japón, incluso mejor que todas las señoritas que conozco. Por ello, es imposible que alguien como tú sea infeliz estando a su lado ¿Verdad?

—Oshitari tiene razón, debería dejar de molestarlo. —Susurró Taki, un chico de cabello castaño corto que suele intervenir en disputas por Atobe. —Pueden echarnos, si sigue así. Echizen ya no es un simple rival del otro equipo, no es nada menos que el líder de nuestra nación.

—Creo que están exagerando un poco, Echizen no sería capaz de hacerme eso. —Rió divertido por como actuaban todos— No considerando que Sakuno fue quien nos invitó desde un principio.

—Es cierto, pero no te aproveches de mi gratitud. Podría hacerlo fácilmente ahora mismo, pero me limitaré a hacerlo sólo por ella. —Suspiró el ambarino, viendo como la castaña reía con su mejor amiga—Si no fuera su cumpleaños, no lo habría dudado un minuto. Desde un comienzo no quería invitarte a esta fiesta, pero ella insistió en que todos debían venir, yo hubiese preferido haber hecho algo más pequeño.

—No hables así, Echizen. —Rió nervioso Momo, rodeando sus hombros para calmarlo, viendo su mirada fría concentrada en su agresor.

—Así es, ya sabes cómo es él. Tan bromista—Sonrió Eiji— Olvidémonos de esto y disfrutemos de la fiesta.

—Sí, Kikumaru-Sempai tiene razón. Es una hermosa fiesta, no vamos a desecharla sólo por las bromas de Atobe ¿Verdad?

—Es verdad, hablemos de otra cosa. — Habló Oishi—O mejor aún, hagamos el brindis—Gritó, dirigiéndose a todos los del salón. Viendo como todos, incluso las chicas que rodeaban a Sakuno se acercaban a ellos. —Bien ¿Quién irá primero? —Añadió.

—Yo lo haré—Sonrió el chico de cabello gris que había comenzado la disputa.

— ¿Alguien más que quiera hacerlo? —Preguntó Kawamura nervioso al igual que Oishi. Ignorando al chico de cabello gris que los miraba extrañado.

—Los demás pueden esperar, yo iré primero como siempre suelo hacerlo—Esbozó una gran sonrisa Atobe, acariciando su cabello.

—Debería medir bien lo que dice—Le susurró Shishido, un chico de cabello castaño. A lo que Atobe hizo caso omiso a sus palabras, soltando una risita de indignación por lo mencionado. Lo observó alejarse para tomar una copa de champagne para situarse entre la castaña y el ambarino. —Al parecer no me tomará en cuenta—Suspiró.

—Como siempre. —Asintió Otori

—Tranquilos, de seguro lo hará bien. El capitán sabe como relacionarse bien con las personas—Sonrió Jiro, un chico de cabello rojizo.

—Siempre tan optimista, se nota que no conoces bien al Capitán. —Bufó Bukahi, vestido de blanco llevando su cabello corto de color cereza.

Todos permanecieron en silencio para que se diera inicio al brindis, no obstante nadie estaba seguro de que ocurriría a continuación, permitir que Atobe comenzara primero, había sido la peor decisión del mundo. Momo se mantuvo a un lado de Ryoma, para evitar que éste se saliera de sus casillas por lo que fuera a decir el chico de cabello gris. Todos miraron a Atobe con suplica, esperando que él pudiera comprender sus miradas y no dijera nada malo.

—Bien, quiero hacer un brindis por la encantadora Sakuno—Sonrió Atobe extendiendo su copa mientras la miraba y ella le devolvía una leve sonrisa. —Si no fuera por ella, estoy seguro que no habríamos podido asistir a esta fiesta, porque conociendo los modales de Echizen, lo más probable es que no me hubiese invitado. Sigo sin entender cómo te casaste con él y no conmigo, soy mejor que él—Rió mientras veía como todos lo miraban asustados.

—No es verdad…no eres mejor que yo—Gruñó Ryoma

—Soy más apuesto.

—Pero aun así sigues estando soltero, me preguntó porqué. —Sonrió maliciosamente.

—Echizen…—Susurró Momo consternado, veía venir una disputa y no era el momento ni el lugar para hacerlo.

—Señor cuide sus palabras. —Susurró Otori nervioso

—Tranquilos, no causaré problemas. —Habló Atobe divertido— En fin, espero que hoy sea una gran noche para ti, Sakuno. Dentro de poco serán padres y estoy seguro que lo harán muy bien…ese niño que debe estar ansioso de conocerlos. Serás una excelente madre, te deseo lo mejor.

—Gracias por esas bellas palabras—Sonrió la castaña, tiñendo sus mejillas de rojo.

—No es nada, les deseo lo mejor a ambos—Miró al ambarino que lo miraba confuso

—Seguro… —Susurró Ryoma

— ¿Por qué crees eso? —Le preguntó interesado

— ¡Salud! —Gritó Momo antes que siguieran discutiendo y todos le siguieron en un coro. Ante lo que todos rieron, sabiendo lo que había pasado. La relación entre Ryoma y Atobe iba de mal en peor, aun si ambos eran similares en ciertas cosas, no significaba nada. Sakuno sonreía, sabiendo que en el fondo Atobe era una buena persona y Ryoma debía admitirlo, les había ayudado mucho.

—Shh no puedo creerlo, finalmente dijo algo coherente…—Suspiró Kaidoh

—Menos mal—Asintió Oishi

—Si no hubiera sido por Momo, esto hubiera seguido—Habló Eiji aliviado.

La noche avanzó silenciosamente, acabando la fiesta alrededor de las 2:00 am, estaban tan cansados que no lograron seguir con ella más allá de eso. Sakuno estaba tan cansada que apenas llegó a su habitación, se acostó para dormir profundamente, había sido un gran día y estaba feliz de haber podido compartir con todos. Pero entre las cosas buenas que había vivido, Ryoma la había sorprendido una vez más, nunca imaginaba que le daría un regalo tan hermoso como aquel, pensando no sólo en ella, sino también en el bebé. Se lo había entregado en una de sus idas a la habitación, quizás no se atrevía a hacerlo en público, porque no quiso que nadie más lo viese.

A la mañana siguiente, se levantó asustada al no ver a su esposo por ningún lado ¿Se habría marchado ya a América? Sabía que sería dentro de dos días, pero no recordaba con exactitud cuándo era. Creía haber escuchado que sería catorce o quince, por lo que debería ser ese día. Salió hacia el pasillo nerviosa y no pudo ver nada, entonces bajó las escaleras deprisa, teniendo cuidado de no lastimar al bebé. Finalmente llegó a la sala, donde se alivió al verlo, pero lo extraño es que Takumi también se encontraba ahí, nada menos que charlando con él ¿Habría pasado algo?

—Ryoma…

—Sakuno, has despertado. —La observó una vez se encontró a su lado. — ¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien?

—Ahora lo estoy…pensé que te habías marchado sin despedirte.

—Aun no me voy, pero no podría marcharme sin hacerlo.

— ¿Ves a lo que me refiero? Ryoma—Le preguntó Takumi viendo a su hija—Ella te necesita, más bien tu familia necesita que estés aquí, principalmente tu hijo.

—Lo sé, pero pedirle eso…sería demasiado.

— ¿Eh? ¿De qué hablan? —Preguntó la castaña confundida

—P-Pues…no es seguro aun, porque tu padre también es importante.

—Yo le diré—Sonrió Takumi—Estoy enterado sobre el viaje que debe hacer Ryoma por negocios, y considero que no es bueno que lo haga, ya que tú no puedes estar sola en momentos así, por mucho que tengas el resguardo del Palacio, debes tenerlo contigo.

—Pero padre, Ryoma no puede quedarse…por mucho que lo quiera así, su deber es cumplir con la nación como Rey de Japón. Yo lo entiendo, no debes preocuparte, en serio.

—Lo sé, hija. Pero como estoy al tanto de los requisitos que se necesitan para que alguien vaya en su reemplazo, creo que…yo podría hacerlo.

— ¿Eh? ¿E-Estas seguro?

—Sí, como sabes fui un gran empresario en el pasado, y aunque ahora he intentado re-establecerme, no he encontrado un empleo fijo. Por lo cual, pienso que esta sería una gran oportunidad de conocer nuevas personas, siendo el representante de Ryoma en ese cargo. Además considerando que tengo grandes capacidades en economía, podría hacerlo sin problemas.

—Es verdad, estoy seguro que podría reemplazarme bien, confío en sus capacidades. No obstante, pienso que ese cargo puede durar un tiempo, así que de cierta forma…te estaría alejando de tu padre de nuevo, por eso no estoy seguro si sea una buena idea.

— ¿Qué opinas? Sakuno—Preguntó Takumi interesado—Después de todo, nuestra decisión dependerá de ti, ya que ambos compartimos la misma prioridad que eres tú.

—E-Esto…yo no sé, quiero que mi padre esté cerca durante el nacimiento de mi hijo, pero también quiero que lo esté Ryoma. Me encantaría que ambos pudieran estarlo, pero si hay que tomar una decisión al respecto…pienso que lo mejor sería

—No pienses que te estoy obligando a elegir entre yo y tú padre, porque sé que saldría perdiendo. Sólo te preguntamos ¿Estás de acuerdo con lo que ha propuesto o prefieres que sea como estaba acordado?

—P-Pues…si mi padre desea abrirse nuevas oportunidades, pienso que lo mejor sería dejarlo ir. Desde el accidente que ha desaparecido del mundo de los negocios, así que sería bueno que volviera a salir a la luz reconocido por sus grandes capacidades. Sé que podrás lograrlo—Le sonrió la castaña, sabiendo que entre ambos, Ryoma no quería viajar y en cambio su padre sí, más allá de preocuparse por su embarazo, sabía que era por su deseo a resurgir con su labor como analista. —Pero espero que puedas llegar para el nacimiento de nuestro hijo.

—Gracias, hija. Por supuesto, haré lo posible para hacerlo. —Asintió orgulloso de todo—Tranquilo, Ryoma. Todo saldrá bien, no te preocupes. Mientras yo te respaldo en América, necesito que tú lo hagas en Japón, cuidando bien de ella ¿Entendido?

—Sí, lo haré.

—Bien, entonces debo ir a ordenar todo para marcharme.

—Es verdad, lo acompañaré para explicarle todo.

Tras la despedida, Sakuno se sintió extraña, estaba feliz por su padre más que nunca, pero al mismo tiempo sentía que había tenido que dejarlo ir por querer quedarse con su esposo. Ya estaban a 15 de enero, esperaba que Takumi regresara pronto y pudiera estar con ella en ese día tan especial que estaba a punto de llegar.

Los días avanzaron raudamente, como Ryoma se había encargado de que nadie lo molestara para ocuparse de su esposa, habían podido descansar lo suficiente y aprovechar de estar juntos, recuperando el tiempo perdido.

Su barriga cada vez crecía más, provocándole un gran dolor de espalda que la había obligado a retirarse de su cuarto de arte y dedicarse totalmente al descanso, salvo por los días que tenía visita al hospital para hacerse exámenes de la condición de su bebé. Las ecografías eran maravillosas, mostraban claramente como su bebé se iba desarrollando, ya se podía percibir la forma que tenía. No estaban al tanto aún, sobre en qué fecha nacería, porque los doctores decían que aunque les dieran una fecha exacta, podría adelantarse o atrasarse, nadie lo sabía.

Un día, mientras miraba por la ventana aburrida, Nanako fue a visitarla sabiendo cómo se encontraba. Esa tarde se volvió divertida gracias a ella, hablaron sobre diversos temas y comieron helado, aun con las malas condiciones climáticas. Fue entonces, cuando le hizo una proposición, pronto habría un Festival en Tokio, el cual sería durante los primeros días de febrero. Aunque consideraba que era malo salir por la condición de su espalda, creía que por el otro lado, le haría bien para divertirse un rato, ya que estando acostada sin hacer nada, no le daría ningún estimulo ni a ella ni al bebé. Sakuno estuvo de acuerdo, de hecho tenía deseos de hacer algo así, como salir o hacer algo nuevo que la obligara a salir de la rutina. Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con esto, Ryoma se opuso rotundamente, diciendo que no podían moverse en un momento así, ya estaban cerca de la fecha del nacimiento. El ambarino se había puesto tan controlador desde que estaba embarazada, pero no en el sentido obsesivo, sino porque estaba preocupado por su bienestar y sentía miedo de que algo ocurriera sin que nadie pudiera alertarlo. Rinko en cambio, estuvo de acuerdo con Nanako y Rinko, creía que lo mejor era salir un momento, le prometió a su hijo que tan sólo sería una noche y que asistieran todos para mayor seguridad, incluyendo a sus amigos. Ante lo cual, Nanjiro y Sumire decidieron quedarse en casa. "Está bien" Suspiró el ambarino, sabiendo que no podía contradecir a su madre.

Como el Festival duraba dos días, decidieron ir al segundo para que Ryoma dejara de preocuparse por la cantidad de gente que iría, como eran los reyes de la nación, debían tener cuidado con qué tipo de personas asistirían a dicha fiesta. Sabía muy bien que la castaña de ojos carmesí, era querida por gran parte de los habitantes, pero aun así no podía relajarse con su seguridad.

Un 02 de febrero por la noche, decidieron ir todos con sus grandes abrigos, hacia tanto frío que temían que en cualquier momento volviera a nevar, aun si ya habían pasado Diciembre. El clima en Japón era tan inesperado que nadie sabía que podría ocurrir aquel día.

Recorrieron las ferias que se extendían por un parque de árboles de cerezo, para ir disfrutando tanto de la comida que había en dichos estantes, como juegos al azar para divertirse un rato. Momo y Eiji acompañaban a Ryoma felices, aun si los demás no habían podido asistir, ellos no podían perderse un Festival como ese. Mientras por el otro lado, Tomoka acompañaba a Sakuno junto con Rinko y Nanako recorriendo los estantes de ocio que había. Aunque muchos se quejaban del frío, para la castaña el frío hacia que todo se volviera mágico para ella. Mucha gente se acercaba a ella para preguntarle por su condición y por la fecha en qué nacería su hijo, la prensa se había enterado que estarían allí y se había encargado de avisarle a todos, por lo que no estaba sorprendida. Incluso recibía obsequios de mujeres y notas con los mejores deseos para ella, Nanako ya estaba cansada de llevar tantas bolsas, pero al mismo tiempo estaba feliz de que Sakuno fuera tan cercana con los demás.

Tras haber recorrido unos cuantos estantes, compraron unos chocolates para seguir avanzando, iban a ser cerca de las doce de la noche, por lo que la neblina comenzaba a apoderarse del cielo. "Hay personas tan agradables en este mundo" Pensó la castaña, viendo como todos la saludaban a la distancia y miró su barriga "Y me encantaría que conocieras a cada una de ellas. Más bien, Japón es maravilloso, ni siquiera puedes imaginar la gran cantidad de colores que hay en él. Me pregunto cuándo llegarás, ya quiero tenerte en mis brazos y mostrarte el mundo tal cual es. Ojala vengas pronto, pequeño". Inesperadamente sintió que algo dentro de ella se movía, pensó que se trataba de una patada, pero no era eso…era más fuerte, era un dolor salvaje que la hizo gemir.

— ¿Qué sucede? Sakuno—Preguntó Tomoka escuchando su quejido — ¿Te sientes mal?

—Pensé que era una patada…pero al parecer no es eso.

— ¡¿Eh?! ¿Cómo que no es eso? —La castaña de cabello corto la miró atónita— ¿Qué es? No me digas que…

—S-Sí…parece que ya viene—Dijo con dificultad.

—Oh no, precisamente ahora…que están todos lejos—Susurró Osakada, viendo que eran las únicas en ese estante. Sólo podía ver a Nanako con Rinko a unos cuantos metros de ella— ¡Tía! ¡Nanako-Chan! —Gritó asustada.

— ¿Qué ocurre? Tomo-Chan—Preguntó alarmada Nanako viendo su rostro.

—Ya viene…el bebé.

— ¡¿Qué?! —Exclamaron las dos asustadas, viendo como Sakuno asentía.

—Esto es malo…Llamaré a los agentes en seguida. Tía, usted quédese con Sakuno. Tomo-Chan ¿Puedes ir por los demás? Estaremos afuera.

—Está bien, lo haré. Regreso enseguida—Habló Osakada, corriendo a toda velocidad.

—Estoy bien, no se preocupen—Sonrió la castaña, tratando de tranquilizarlas, aunque en verdad el dolor iba en aumento. No obstante, inesperadamente algo cayó sobre su hombro blanco, al mirar hacia el cielo se sorprendió por lo que veía— ¿Yuki...? (Nieve)

— ¿Sakuno? ¿Estás bien? Tranquila, ya vienen los demás—La tranquilizó Rinko—Oh no, está comenzando a nevar…que extraño—Susurró viendo como caían pequeñas gotas.—

Tomoka corrió a toda velocidad por el parque, buscando por todos los estantes de comida rápida que había, debía apresurarse y encontrarlos cuanto antes, estaba tan nerviosa que su corazón latía a mil, pronto nacería el hijo de su mejor amiga. Finalmente los vio comiendo sentados en una banca. "Al fin los encuentro" Susurró, respirando agitadamente. No fue necesario que dijera una palabra, porque Ryoma logró leer su rostro y supo qué hacer. Todos corrieron a toda prisa hacia la entrada del parque, para dividirse en autos que fueron a toda prisa al hospital en medio de la nieve que comenzaba a atormentar a todos. Miró por la ventana como la blanca nieve se apoderaba de la calle, liberando una pequeña sonrisa.

Dentro de unos minutos, llegaron a la sala de espera todos, incluso Ryoga que estaba a punto de tomar un avión, había recibido un mensaje de su padre justo antes de hacerlo.

Gracias a pertenecer a la realeza, no tuvo que hacer grandes esfuerzos por ser atendida, sino que fue ingresada a pabellón de inmediato. Nanako entró a hacerse cargo como enfermera, no permitiría que las matronas lo hicieran por ella, como pariente de ese niño, debía asistirla a que estuviera tranquila. Ryoma no sabía qué hacer, le habían entregado un traje para que entrara, pero aunque había sostenido la mano de la castaña y hacia todo lo necesario para tranquilizarla, debía admitir que también estaba nervioso.

"Yo sé que puedes, Sakuno. Eres muy fuerte, vamos a lograrlo juntas" Le decía la chica de cabello negro azulado que sentía que era como su cuñada. Estaba tan avergonzada, todos la miraban y no estaba en una posición en la que quería ser observada. Tomó aire y se dedicó a escuchar las palabras de aliento que le daban Nanako y Ryoma, debía lograrlo…él estaba esperando por ella, ese pequeño con el que siempre había soñado estaba ahí, pidiendo salir. En cuestión de minutos, logró empujarlo con todas sus fuerzas, haciendo que la mano de su esposo se volviera roja y sintiendo ese llanto tan característico que tenía, que era distinto a las ecografías. Observó como Nanako tomaba entre sus manos un pequeño bebé que lloraba sin control, su mano se relajo y se concentró en ese llanto desesperante que provocaba que su corazón latiera como una locomotora. Mientras veía como se lo llevaban un momento para limpiarlo, se percató que no era la única sorprendida por ese primer encuentro, también lo estaba el ambarino mirando en silencio. El dolor que había sentido durante el parto, no se comparaba con la gran emoción que sentía al escuchar su primer llanto…eso jamás lo olvidaría.

En un pestañear de ojos, Nanako lo había traído envuelto en una sabana para que lo tomara en sus brazos, era tan hermoso tal como lo había soñado, sus pequeñas manos permanecían cerradas y sus pies eran delgados como un muñeco. Apenas lo sostuvo, el llanto dejó de sentirse y sintió su respiración agitada, aun no podía abrir sus ojos, pero sabía que podía escucharla. "Hola…pequeño, finalmente nos conocemos" Le susurró. El ambarino se acercó dudoso, era tan pequeño…que era incapaz de tocarlo, pero era real. "Mira Ryoma…es hermoso" Le sonrió, queriendo llorar. Asintió tocando su manito con cuidado, mientras su corazón latía.

— ¿Qué nombre le pondrás? —Preguntó Nanako con una sonrisa—Es tan tierno…me pregunto de qué color serán sus ojos más adelante.

—No hemos pensado en eso—Murmuró Ryoma, tratando de disimular lo que sentía.

—Estaba pensando en…Yuki.

— ¿Yuki? —Preguntó confuso

—Sí, justo comenzó a nevar cuando vinieron las contracciones…Así que creo que ese nombre le vendría, le daría un significado sobre su origen y lo recordaría siempre. —Susurró, acariciando su mejilla.

—Estoy de acuerdo, Yuki Echizen. Suena bien ¿Qué opinas Ryoma? —Sonrió Nanako

—mmm sí está bien.

—Entonces ya está…—Concluyó Nanako llenando una ficha con su nombre y fecha de nacimiento.

Como Sakuno estaba cansada, la llevaron a sala de recuperaciones, para que Ryoma aprovechara el momento de ir a hablarle a los demás sobre lo sucedido, pero no sabía cómo hacerlo…porque apenas sabía cómo explicar lo que había pasado.

Fue así, como a partir de las 2:00 am de ese 03 de Febrero, sus vidas habían cambiado para siempre con la llegada de Yuki, el bebé más esperado por todos. La prensa no tardó en averiguar lo que estaba pasando y proclamó la noticia por todos los medios de comunicación, dando información incluso sobre su peso, tamaño y nombre. En tan sólo dos días, Yuki se había robado todas las portadas de los periódicos y las noticias de la televisión.

La relación que existía entre Sakuno y Yuki era tan fuerte con el paso del tiempo, que Ryoma comenzaba a sentirse celoso de eso, ya que no le prestaba la misma atención que él. No obstante, más allá de los celos, se sentía incomodo ante la presencia de Yuki, temía que estaba cometiendo los mismos errores de su padre de mantener demasiada distancia de él, pero no sabía cómo hacerlo. De hecho, prefería trabajar que estar en casa viéndolo, sus pequeños ojos se dedicaban a mirarlo todo el día, mantenía esa mirada de confusión sobre él. Los días más difíciles para él, habían sido precisamente aquellos en que la castaña le había pedido que le cambiara pañales o que le diera de comer. Todo lo que implicaba estar a solas con él, lo ponía nervioso, se preguntaba qué pensaría de él, de seguro que era un mal padre, no quería verse de ese modo…pero estaba demasiado consternado para ser de otra forma.

Para todos, Yuki había sido quien había traído ternura y felicidad a la casa, pero nadie veía el otro lado de lo que significara tener un bebé con ellos, ya no había tiempo para nada por ejemplo, ni tampoco podía dormir sus ocho horas, porque Yuki despertaba más temprano de lo que solía levantarse. Además Sakuno nunca descansaba, se dedicaba completamente a darle el ambiente facilitador para protegerlo, en los primeros meses creía incluso que su hijo lo veía como un hombre extraño, porque cuando intentaba hacerse cargo de él, terminaba haciéndolo llorar, tal como ocurría en el pasado con otros niños. Su personalidad no iba de la mano para hacer felices a los niños, todo lo contrario. Cuando tenía alrededor de un año y un mes de vida, comprendió que él si significaba algo para Yuki, si estaba consciente que estaba ahí como su padre, incluso había aprendido a decirle de ese modo. Ya había comenzado a decir palabras con sentido, incluso nombraba a sus abuelos o llamaba objetos, pero a él nunca había podido nombrarlo.

Lo recordaba muy bien, lo había sorprendido un día en la oficina, estaba revisando unos papeles, cuando inesperadamente apareció caminando con apoyo, se acercó hacia él en silencio y lo miró con sus grandes ojos carmesí, tal cual los tenía su madre.

—mmm no esperaba verte aquí, creía que estabas con tu madre. —Susurró, viendo como lo observaba—Debes haberte perdido supongo, te llevaré con ella—Dijo, caminando hacia él

—Pa…pá—Pronunció con dificultad.

— ¿Eh? ¿Tú sabes que yo soy…?—Preguntó confuso.

—Papá—Sonrió.

Asintió, confirmándole que era de ese modo, esbozando una leve sonrisa. Lo tomó en sus brazos para dirigirse hacia el pasillo, no obstante se detuvo ante una señalización de él frente a un objeto muy peculiar, una pelota de tenis que había sobre la mesa, "¿La quieres?" Le preguntó, y se la entregó, quizás en un futuro él amara el tenis de la misma forma que lo hacían sus padres.

Y no estuvo equivocado, cuando cumplió dos años y comenzó su etapa más hiperactiva, descubrió que por más que Sakuno lo incentivara a jugar a la pelota u otros deportes, le gustaba observarlo jugar tenis y quería ser parte de ello. Aun si a los dos años, no se define eso, podía ver que le gustaba el tenis de la misma forma que a todos. Podía verlo en la forma en cómo intentaba comunicarse. Su relación padre e hijo había cambiado desde el momento en que lo nombró por primera vez, aun sí Yuki no era como él en personalidad y era más tímido como su madre, sentía que estaban unidos en otros aspectos.

Aunque Yuki hubiese llegado en un momento inoportuno para sus vidas, y no había sido fácil para nadie aceptar su llegada, lograron adaptarse a él, considerando todo lo que significaba tener un niño con ellos que los llenaba de alegría.

…..

Hola ¿Cómo están? Espero que bien, al fin he podido escribirlo, tardé como meses en subir el otro capítulo. Si seguía extendiéndolo, iban a parecer ovas y no capítulos especiales. Bueno, espero que les haya gustado. Estuvo a punto de escribir más de la cuenta, pero quedó justo en 27 páginas xD lamento que sea tan largo.

Gracias por pasarse y por apoyarme con este fic tantos años.

Sus comentarios siempre me han motivado a seguir adelante, debo recalcarlo.

Mi página de facebook es Hinata-Sakuno fanfiction

Cuídense! Saludos