Kingdom Hearts : Data Error

Capítulo Uno: Peligro Invisible.

Se sacó una bamba, la giró y el suelo del tren empezó a llenarse de granos de arena de playa. La poca gente que iba en el vagón se giró para mirarlo. Se sintió algo avergonzado, no tendría que haberlo hecho. Dejó la bamba en el suelo y se la volvió a poner, esta vez ya no se clavaba nada en la planta del pie, cosa que se agradecía. Volvió la vista hacia la puerta del vagón, allí un chico rubio con los pelos alborotados y un muchacho regordete de pelo castaño oscuro y de punta miraban divertidos por el cristal mientras hablaban ruidosamente de algo que no lograba entender (precisamente por el mismo ruido)

- Son como críos -dijo la chica de pelo castaño largo ligeramente rizado que había a su lado.

- Bueno, con algo tendrán que entretenerse ¿no? Después de todo les hemos prohibido que se sienten en ningún sitio. -dijo Roxas riendo brevemente.

- Ya... Pero eso les pasa por no hacerme caso. -dijo Olette- Les dije que se salieran del agua para que se les secase el bañador y como no lo hicieron, aún lo llevan empapado. No quiero morirme de vergüenza si pasa el revisor.

Roxas bajó la vista hacia la tierra de playa que había por el suelo y se sintió levemente culpable. Bueno, al parecer aquello no molestaba a Olette. Devolvió la vista al frente cuando oyó como alguien se acercaba a ellos. Hayner se plantó seguro de sí mismo, con una radiante sonrisa de felicidad.

- ¿Y cuándo decís que vamos a volver a ir a la playa? -dijo Hayner.

- Pero si aún no hemos acabado de volver -rió Roxas.

- Pero ha sido divertido, así que tenemos que planear cuando volver a venir -dijo Hayner- Piensa que las vacaciones de verano no son eternas, por mucho que nos gustase que lo fuesen.

- Tú descansando los 7 días de la semana 365 días al año... No quiero imaginármelo -dijo Olette imitando el dramatismo.

- Oye, menos meterse conmigo -dijo intentando poner una pose de dignidad.

Pero la pose de dignidad poco le duró. En una sacudida del tren, Hayner perdió el equilibrio y trastabilló unos pasos hasta agarrarse desesperadamente a una barra de metal. Respiró aliviado al ver que se había librado del tortazo. Desde su posición, Pence también lo observaba, se miraron unos a otros en silencio y todos estallaron en una carcajada. Hayner intentó inútilmente hacerse oír por encima de las risas, intentando argumentar a su favor. Finalmente se cansó de esperar que se callasen y se sentó enfurruñado en un sillón.

- ¡Hayner! -gritó Olette ahora alarmada.

- ¿Qué? -respondió ariscamente el susodicho.

- ¡Te has sentado! ¡Te lo hemos dicho! ¡Levanta, levanta, levanta! -dijo Olette haciéndole gestos para que se incorporara del asiento.

- Vaamos, Hayner. La señora dictador no nos deja sentarnos porque tenemos el bañador mojado -dijo Pence arrastrando a Hayner lejos de allí- Te explicaré más historias tétricas de Villa Crepúsculo.

- Tus historias me aburren, Pence. Son surrealistas -dijo Hayner con un suspiro.

Roxas rió por lo bajo. Sabía que tenía razón.

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- Eso es todo lo que necesitarás -dijo Xemnas cruzándose de brazos- ¿Algo más?

- No, creo que he memorizado todo lo que necesitaré saber -dijo Axel- No sé cuanto tiempo tardaré, pero eso es lo de menos.

Xemnas desapareció en un portal. Sabía que la falta de comentarios al respecto denotaba que le daba igual y que hiciera lo que le pareciese. Se quedó pensativo durante un momento, repasando mentalmente las nociones sobre hackeo que Xemnas le había proporcionado. No es que fuese un tema que le interesara, pero lo necesitaba para seguir con su objetivo. Desde que Roxas se fue de la Organización XIII que no había dejado de buscarlo. Una parte de él quería volver a verlo, en cierto modo le parecía echarlo de menos. El otro porcentaje que lo motivaba a buscarlo era que Xemnas se lo había ordenado. Después de un poco de investigación, había descubierto que lo tenían cautivo en una especie de mundo virtual. No sabía dónde estaba la base original, pero había acabado descubriendo un terminal bastante alejado de todo desde donde quería intentar un acceso no autorizado a aquel mundo.

Cuando llegó a aquella habitación, donde había encontrado aquel terminal viejo, un silencio y un aire que no sabía por dónde se colaba le recibieron. Dejó en el suelo una silla de ruedas que había substraído. Bueno, ¿para qué intentar adornarlo con palabras bonitas? La había robado. Pero no era plan de ir ahora de compras para una silla en la que sentarse. Que hubiese resultado ser de ruedas había sido una mera coincidencia. Después de iniciar el terminal, siguió todos y cada uno de los pasos que Xemnas le había proporcionado. En un abrir y cerrar de ojos todo un paisaje empezó a construirse a partir de ceros y unos. Se quedó impresionado cuando reconoció el lugar, Villa Crepúsculo. El jodido además tenía el morro de crearle una visión de este sitio…

Se pasó como horas dando vueltas por aquellas calles que conocía, intentando buscar a Roxas. Había buscado en la torre del reloj, pero no lo había encontrado, así que se había quedado sin ideas sobre dónde buscar. Llegó de nuevo a la plaza de la estación y pegó un suspiro resignado. Bueno… nadie le dijo que fuera a ser fácil. En todo el tiempo que lo había estado buscando, nunca fue fácil. Se acercó al muro, pegó un grácil salto y se sentó en él, estirando las piernas hacia el vacío y quedándose embobado mirando el atardecer. Hubiese sido perfecto de no ser por el grupo de turno de niños, que venían chillando como gallinas. Giró levemente la cabeza para mirarlos y entonces lo vio.

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Aquellas vacaciones de verano estaban siendo muy completas. No es que fueran diferentes, la compañía era la misma de siempre, sus tres amigos: Hayner, Pence y Olette. Los conocía desde que tenía memoria, siempre habían estado juntos. Se peleaban pero después se reconciliaban como buenos amigos. Hayner era muy impulsivo y formaban un dúo invencible jugando al Struggle. Pence era calmado y analizaba las situaciones con calma, además era muy amable. Olette era la voz de la razón en un grupo predominado por chicos. Cuando tenían que hacer deberes y no los hacían, Olette era la que les recordaba la horrible tarea que aún les quedaba por hacer. Habían decidido empezar así las vacaciones de verano, un viaje a la playa. El lugar era genial, habían correteado, nadado, hecho castillos de arena, habían enterrado a Hayner... Vamos, había sido un día agotador.

Tenía ganas de volver al Lugar de Siempre y echarse en un sofá a descansar hasta que fuera la hora de irse a casa. Cuando bajaron del tren, caminaron mientras escuchaba la conversación animada que mantenían Hayner y Pence sobre lo que harían la próxima vez que fueran a la playa. Una figura desconocida llamó su atención. Un pelirrojo alto y vestido de negro se acercaba hacia el muro y… Pegó un grito ahogado cuando vio como parecía dispuesto a tirarse. Se quedó con la boca abierta viendo como con un grácil movimiento se había sentado en el borde. La gente estaba loca…

- ¿Vamos? -dijo Olette sacándolo de sus pensamientos.

- Sí, por favor… Estoy molido -dijo Roxas revolviéndose el pelo cansadamente.

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Maldición. ¡Se había dormido! Habían quedado hacía al menos una hora y media. Ya podía ocurrírsele a su cerebro una buena excusa en los pocos minutos que le quedaban hasta llegar al lugar de siempre. Tuvo que frenar en seco cuando de repente algo saltó delante de él, entorpeciéndole el camino.

- ¡Hey! -saludó el susodicho.

Era el chico que había visto el día anterior en la plaza de la estación, el que pensó que iba a saltar al vacío. Se quedó en silencio, pensando que quizás se refería a alguien que había detrás de él… Pero no, se estaba dirigiendo a Roxas. Era un tipo de pelo rojo como el fuego, peinado de una manera que desafiaba la gravedad en exceso y unos ojos de color esmeralda, debajo de estos tenía dos marcas muy raras. En general no parecía un tipo muy amigable, en cierto modo imponía. Decidió echarse a un lado y seguir caminando sin decir nada. El pelirrojo se quedó boquiabierto ante la evasividad de Roxas y cuando reaccionó, corrió unos cuantos metros hasta volver a interponerse en el camino del muchacho. Roxas se sobresaltó cuando otra vez lo tuvo delante, impidiéndole el paso. Frunció el ceño, mirándole tensamente. ¿Por qué no lo dejaba en paz?

- Oye mira, no tengo nada de dinero para darte... Creo que pierdes el tiempo -dijo Roxas. El chico se quedó con cierto aire sorprendido.

- Eso es muy maleducado. ¿En serio tengo pinta de ladrón? -dijo Axel frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.- Parece que no recuerdas nada, bueno lo mejor será que te lo cuente luego, vámonos.

El chico se avanzó, le agarró la muñeca y empezó a tirar de él. Miró a su alrededor, viendo como no había nadie que pasara, nadie se fijaba, aquel tío se lo llevaría si no hacía nada.

- ¡Oye! ¡Para! ¡QUÉ ME DEJES! -acabó por gritar enfadado, pegándole un manotazo y librándose de su agarre. El chico se giró y lo miró con cierto aire confundido. ¿Es que su cabeza no funcionaba de manera lógica?- ¡No pienso irme contigo! ¡Para empezar no sé quién eres, ni cómo te llamas! ¿Por qué tendría que aceptar irme contigo de buenas?

- Tsk... Ni eso recuerdas... -dijo con cierto aire apenado el pelirrojo.

- ¿Me conoces o qué? ¿Quién demonios eres? -dijo Roxas confundido. Aquel chico lo trataba como si lo conociese de toda la vida, aquel comportamiento lo desconcertaba en sobremanera. Vio como el chico vacilaba. Tuvo la certeza de que lo estaba engañando. Siguió caminando pero el pelirrojo volvió a ponerse delante- Por favor, déjame en paz.

- Oye, oye, espera. Entiendo que no quieras venirte sin que te cuente nada. Por eso sólo te pido que nos reunamos. Hay cosas que no sabes y que deberías saber. Entonces, lo que decidas me parecerá bien. -dijo Axel- Sólo escúchame. No es tan difícil, ¿no?

- Te escucho -dijo Roxas cruzado de brazos.

- Aquí no -dijo Axel después de mirar a los lados, viendo como el sitio empezaba a estar cada vez más frecuentado por gente. No le gustaría que alguien los escuchara hablar de gente sin corazón, mundos virtuales, etc.- Hay mucha gente. A las 19 en la plaza del Struggle. ¿Lo has memorizado? -Roxas afirmó sin mucho entusiasmo- Vale, nos vemos entonces.

Viendo el entusiasmo del pelirrojo, Roxas desvió la mirada. ¿Quedar a las 19 en un lugar dónde no había mucha gente? ¿Con un total desconocido que había intentado llevárselo a la fuerza a saber tú dónde? Cuando se giró, empezando a pronunciar un: "¿Por qué tendría que ir?", el chico ya no estaba. Se giró hacia los lados, intentando buscarlo, pero no lo veía por ninguna parte. Sospechoso, tremendamente sospechoso. Siguió caminando, sin perder más tiempo, y por fin llegó al Lugar de Siempre, dónde Pence, Hayner y Olette levantaron la vista cuando entró.

- Llegas tarde -dijo Hayner acusadoramente.

- No os creeréis lo que me ha pasado. Me he encontrado a un tío... -empezó Roxas

- ¿Nos intentarás hacer creer que llegas dos horas tarde porque te has encontrado con un tío? -dijo escéptico Hayner.

- No. Llego hora y media tarde porque me he dormido. Pero la otra media es por culpa de un tío que ha estado casi a punto de secuestrarme -dijo Roxas con cierta indignación.

- ¿Estás bien? -preguntó preocupada Olette, acercándose a él igual que los demás.

- Sí. Por suerte no parecía querer hacerme daño. Pero quería que me reuniese con él para que me contase nosequé -dijo Roxas negando con la cabeza, con desaprobación.

- No irás, espero -dijo Hayner con reprobación.

- ¡Pues claro que no! -dijo indignado Roxas- ¿Piensas que soy imbécil?

- Bueno tranquilo, hoy os voy a enseñar lo que mis padres me han comprado. Así que estaremos a salvo bajo la tutela de mis padres -dijo Hayner después de un tenso silencio- No te preocupes, tío.

Pegó un suspiro resignado. Lo mismo que la pregunta le había importunado, también sabía que había reaccionado exageradamente. Pero no lo podía evitar, aquel chico no era el ejemplo de alguien que a primera vista parezca agradable. Se preguntaba cómo sabía (según decía) cosas sobre él y no podía evitar pensar que sus intenciones en realidad no eran ni la mitad de amistosas de lo que querían parecer. Pasaron media tarde jugando a las cartas en el Lugar de Siempre. Al escuchar un ruido, Olette se asomó para mirar.

- Ha, está cayendo un buen chaparrón desde hace un rato. -dijo Olette- No me gusta que llueva en verano...

- ¿Por qué no? -preguntó Pence- Es la mejor época. Si te mojas es agradable, con el calor que hace...

- Además, si te preocupas por cuando vayamos a mi casa, no lo hagas. He traído paraguas -dijo Hayner- Vamos, os voy a enseñar la reliquia que me han dado.

Abrieron los paraguas y salieron a la lluvia. Aún siendo las 21, gracias a que eran vacaciones, aún podían pasar más tiempo juntos. Por suerte ya estaba dejando de llover, seguramente para la vuelta no le haría falta el paraguas. Olette y Pence iban por delante, correteando y saltando para evitar los charcos. Rió ante el comportamiento de estos, aunque él también había empezado a saltar charcos. Entonces vio como Olette se paraba y, al poco, Pence y Hayner la imitaron, mirando hacia un lado. Al otro lado del ring del Struggle, una figura alta, vestida de negro y con el pelo rojo miraba al suelo. Estaba totalmente empapado, el pelo chorreaba alguna gota de vez en cuando, la ropa se notaba más pegada, como si aguantara unos cuantos kilos de más.

- Es... -dijo Roxas sorprendido.

- ¿Lo conoces? -preguntó Olette intrigada

- Bueno, es el tío que os he dicho que me había encontrado. El que me dijo que quería contarme algo que debía saber... -dijo Roxas- Pero habíamos quedado hace dos horas.

- Pues parece que te ha estado esperando bajo la lluvia -dijo Olette dirigiendo la mirada hacia el pelirrojo, que seguía mirando el suelo con fijación.

- Eso demuestra que es peligroso -dijo Hayner con reticencia.

- No seas imbécil, quizás tenía algo importante que decirle de veras -dijo Olette.

- O quizás no, y es MUY peligroso -dijo Pence.

- Pero se ve triste... -dijo Olette mirando a Axel.

- Vamos, antes de que intente hacer algo raro -dijo Hayner inflexiblemente.

El ruido pareció alertar al pelirrojo, que levantó la cabeza levemente y dirigió la vista hacia donde provenía el ruido. Llevaba dos horas allí, bajo la lluvia que tanto le disgustaba, esperándolo. Quizás, cuando llevaba ya una hora, supo que no iba a venir... Pero una parte de él aún tenía esperanza. No quería asustarlo y tener que hacer las cosas por la fuerza y por supuesto tampoco quería llegar a tener que eliminarlo. Y después de dos horas, por fin lo vio. Con sus amigos. Esos "amigos" postizos que le había creado DiZ. Se le revolvía el estómago.

Vio como le miró con cierta decepción, después desvió la vista y observó como el pelirrojo se marchaba de allí. Se dejó arrastrar por Hayner, mientras comentaban algo sobre el chico y lo peligroso o no que era. Mientras, estaba pensando en aquella afirmación de Olette. En cierto modo también tenía esa sensación: el pelirrojo parecía triste.

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Cogió los dos guantes con una mano y los escurrió. Se los volvió a colocar en las manos y las movió a disgusto. Odiaba estar mojado. Se quedó quieto mirando el cielo, aún estaba algo nublado y tampoco eran tan extrañas las tormentas de verano. Lo mejor sería que buscase un sitio donde descansar y entonces decidir qué hacer a continuación. Quizás no había abordado el tema como debiera.

- Vaya, vaya... Mira quién tenemos aquí -dijo una voz conocida a pocos metros delante de él.

Bajó la vista deseando que sus oídos le engañasen, pero no tuvo suerte. Allí delante un hombre alto y vestido de color rojo, con la cara vendada lo miraba altivamente. Miró a su alrededor y todo parecía congelado. Mierda, aquello era malo...

- Vaya, vaya... Mira quién tenemos aquí -dijo Axel sonriendo tensamente.

- ¿Pensabas que no nos daríamos cuenta que alguien se había colado en el sistema? -dijo DiZ

- Me hubiese gustado, pero no las tenía todas conmigo -dijo Axel atento a todo movimiento de DiZ.

Empezó a mover lentamente las manos, intentando que no se fijase. Extendió los dedos y entonces no ocurrió nada de lo que esperaba. Concretamente no ocurrió nada. Bajó la vista hacia sus manos y las observó totalmente confundido. Las cerró y abrió intentando de nuevo invocar sus armas, pero nada pasaba.

- ¿Buscas tus chakram? -dijo DiZ con aire risueño- Lo siento, te he quitado esa función. Igual que la de usar tu fuego. Al fin y al cabo, ahora sólo eres un puñado de ceros y unos.

Se echó a un lado para esquivar un puñetazo de DiZ y notó la pierna levemente paralizada. ¿Qué demonios? Dirigió la mirada hacia DiZ y vio como sonreía, enseguida supo que también era su culpa. Quizás lo lograba con más facilidad por el hecho de que estaba parado en un sitio. Se lanzó a atacarlo y DiZ se echó a un lado para esquivarlo. Axel aprovechó aquello y empezó a correr lejos de él. Intentó crear un portal y tampoco funcionó. Exclamó a disgusto. ¿Qué se supone que iba a hacer ahora?

- Me parece que estás olvidando algo... Algo importante -escuchó la voz de DiZ en off.

Intentaba pensar a la vez que buscaba de dónde provenía la voz. ¿Que estaba olvidando algo? ¿Qué demonios decía? Cayó de bruces cuando repentinamente un dolor penetrante le perforó el torso. Escuchó el ruido de la sangre caer sobre el suelo. Apoyó con fuerza las manos temblorosas. Tenía que incorporarse... En el lado derecho tenía una herida, había aparecido de la nada. Pero ahora ya comprendía a lo que se refería. Esa herida no la había recibido allí. El ruido de los pasos de DiZ delante de él lo hicieron salir de sus divagaciones. Levantó la cabeza con una mirada tensa.

- ¿Pensabas que no iba a encontrar desde dónde te estabas conectando? Riku ha ido allí, en dónde tu cuerpo indefenso espera. -Axel no contestó nada. ¿Le mandaría que lo matara?- ¿Tanta envidia le tenías a Roxas?

- ¿Envidia? -siseó Axel- No tengo envidia, lo tienes totalmente engañado.

- En realidad sí. Te gustaría poder olvidarlo todo y tener unos falsos sentimientos como él. A todos os daría igual olvidar si así podéis sentir.

Y no le pudo contestar nada, porque sabía que tenía razón en cierta parte. Aunque le dolía el torso en sobremanera, intentó levantarse, pero de repente no podía mover las manos, como si estuviesen pegadas al suelo con cemento. Levantó la vista a disgusto, con cierto temor en la mirada... No podía hacer nada, lo tenía. Hiciera lo que hiciera, no podría evitarlo. Vio como la mano de DiZ se acercaba hasta él y le tapó la visión.

- Es hora de terminar -escuchó a DiZ decir.

El grito de Axel resonó por los alrededores, que aún se encontraban paralizados debido al influjo de DiZ. Axel cayó como peso muerto sobre el suelo, que aún estaba húmedo de la lluvia de la tarde. DiZ le dirigió una última mirada que demostraba el aborrecimiento que le tenía y finalmente desapareció, haciendo que el rumbo de aquella Villa Crepúsculo se reanudase.


Y aquí termina el primer capítulo. Hola! Soy Miru y soy Khcolica (Suena un corro de gente: "Holaaaa Miiruu") xD Bueno, dejando aparte las memeces. No sé si todos los que lean esto me conocerán, pero si queréis una introducción mejor sobre mí, pues me lo decís xD Este es el último fanfic de KH que tengo pensado. No será muy largo, pero bueno. Últimamente no escribo cosas demasiado largas. Pero bueno.

Sobre el título del capítulo, pues creo que queda bien porque hay el peligro de DiZ que ha sido invisible hasta el final y que es invisible para Roxas también. Sobre el título del fanfic, lo comentaré en el próximo capítulo.

Nada más que espero que os guste y que espero ver vuestros review n.n

¡Saludos a todos!

Miruru.