Disclaimer: El mundo y los personajes son de J. K. Rowling.

Los personajes que no reconozcas, son nuestra invención. Éstos son los menos y cumplen un rol secundario.


Vida y Obras de Rose Weasley

Prólogo

Despertando

El sol ya no se veía a través de las montañas y Rose se encontraba en su cama, radiante de felicidad, por fin mañana sería primero de septiembre ¡Cuánto ansiaba ese día! Además no estaría sola, ya que ese año también sería el primero de Albus. ¿Cómo sería la famosa ceremonia de selección? ¿En qué casa quedaría? Esperaba que en Gryffindor... Después de todo, toda su familia había estado allí. Estaba muy nerviosa y su padre con sus comentarios, no ayudaban mucho a tranquilizarla... "Creo que tendremos que castigarte si quedas en Slytherin" ¡Cómo si eso fuera posible!

Ella sabía que su mamá había sido una excelente alumna, su padre siempre decía que no tenía examen sin un Extraordinario. También sabía que su padre y muchos de sus tíos habían sido buenos jugadores de Quidditch, su padre guardián, su tía Ginny cazadora, su tío George y su gemelo Fred (Que en paz descanse) bateadores, su tío Charlie capitán y su tío Harry buscador ¿Y ella? Tenía que sobresalir en algo... Rose miraba el techo, sumergida en sus pensamientos mientras veía los cambios que ella le había hecho a su habitación.

El espejo que le había regalado tía Muriel por la navidad pasada seguía colgado junto al armario, ella lo detestaba, siempre le daba crudas descripciones de su aspecto. El póster de los Chudley Cannons, que últimamente (Es decir, en los últimos cincuenta años) no había saboreado victoria, pero que aún así les guardaba cariño, colgaba sobre su cama. En la pared frente al póster, había una linda ventana hexagonal con cortinas anaranjadas que hacían juego con el tapiz amarillo, en el cual ella había pintado un zorro, que su madre había encantado para que paseara por todas las paredes del cuarto…

—¿Ya estás lista?

¡PAFF!

Rose estaba tan inmersa en sus pensamientos que al oír la puerta abrirse, se sobresalto tanto que cayó de la cama y la risa de Hugo resonó en su cabeza.

—¿Ya estás lista? —repitió su hermano entre risas—. Porque mamá dice que te apures.

—Sí, ya estoy lista ¡Y no vuelvas a entrar sin tocar antes!

—Que gruñona eres...

—¡Pero me asustaste! ¡No puedes acusarme de gruñona!

—Oye soy tú hermano, ¿Qué esperabas? —contestó el pelirrojo marchándose.

—¡A cenar! —se oyó la voz de Ron desde la planta baja.

—¡Ya voy!

Rose comenzó a bajar la escalera cuando escuchó a Hugo decir:

—¡Ted! Que gusto volver a verte ¿Te cambiaste el color de cabello?

—Sólo un poco más oscuro —dijo la voz de Ted.

—¡Mamá! ¿Puedes venir un momento? —gritó Rose desde la escalera, sintiendo como los colores subían a su rostro.

—¿Qué pasa, cariño? —dijo Hermione asomándose a la escalera.

—¿Por qué no me avisaste que venía Ted? —le dijo mientras se acercaba, para que solo ella pudiera escucharla.

—No creí que fuera relevante...

—¡Pero mamá! ¿Viste cómo estoy? —dijo colocando cara de desesperada y señalando su pijama.

—Pues ve y cámbiate, pero no importa mucho después de todo Teddy es de confianza, como de la familia —Entonces se marchó, para seguir preparando la cena.

Ted asomó su cabeza por la escalera, Rose se escondió rápidamente y el metamorfomago solo vio a Hermione.

—Me pareció escuchar la voz de Rosie, está en casa ¿verdad, tía?

—Se está cambiando, luego bajará —respondió la bruja.

Rose subió apresuradamente y se puso las primeras prendas que encontró, luego practicó su sonrisa en el espejo.

Le devolvió la sonrisa una muchacha pelirroja, de ondas y rulos en el cabello, que le llegaba unos centímetros más abajo de sus hombros. Unas cuantas pecas por aquí y por allá, los ojos azules de su padre y una tierna sonrisa que se dibujaba debajo de su pequeña nariz, algo aplanada. Rose se sentía satisfecha con su imagen, su padre no paraba de decirle que su madre y ella eran las chicas más lindas que había visto en toda su vida. Sin embargo el espejo no parecía pensar lo mismo.

—He visto sonrisas mucho más lindas que esa —dijo con aspereza.

Entonces Rose recordó que cuando cualquiera de sus primas Victoire o Dominique, se miraban al espejo, éste respondía cosas como "¿Tú eres hija de Narciso?" o "Es imposible para otra persona igualar tu belleza, exceptuando a tu hermana, claro" eso le hizo hervir la sangre.

—Estúpido espejo... —fue toda su respuesta, antes de bajar corriendo.

Cuando llegó abajo todos estaban en la mesa y Ted le hablaba a Hermione.

—Hum... tía, no cueza tanto mi carne, por favor.

—No te preocupes Teddy, ya sé que te gusta más cruda.

Respiró hondo antes de entrar y fingiendo normalidad dijo:

—Hola Ted ¿Cómo estás?

—¡Hola, Rosie! Muy bien ¿y tú?

—Estaba muy nerviosa, la pobre —se apresuró a contestar Hugo.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Ron.

—Está nerviosa por mañana —puntualizó Hermione.

—Si, Albus también está muy nervioso —comentó Ted—. Fui a su casa ésta mañana, pero no puedo negar que estaba muy emocionado.

—¿Vendrás mañana a despedirnos? —preguntó Rose

—No podría faltar —dijo Ted ruborizándose.

—Suena como si quisieras ver a alguien en especial —exclamó Ron con picardía.

—Eh... quizás si —confesó Ted algo incómodo.

—¿Sí? ¿Me la vas a presentar? —se apresuró Hugo.

—No estoy tan loco —respondió Ted.

Todos rieron contentos salvo Rose, que se quedó en silencio durante el resto de la cena.

Después de despedir a Ted, Rose se fue a la cama y no tardó en quedarse dormida...

Ron gritaba por todos lados preguntando dónde estaba la cena y su madre insistía en que estaba colgada en el techo. Hugo se reía de ella porque no podía alcanzarla, Rose le pidió ayuda a Ted, pero él estaba muy ocupado conversando con otra chica. En ese momento llegó un apuesto joven rubio quien, con su varita, bajó la cena que resultó ser Kreacher en un plato.

—¡Despierta! ¡Si pierdes el tren no irás! —decía Hermione. Aunque había tiempo de sobra para llegar al Andén.

—Ya voy, mamá —respondió entres bostezos Rose, mientras pensaba en aquel chico rubio. Se vistió rápidamente, revisó su baúl por última vez y llamó a Croockshanks para que fuera con ella.

Mientras iba en el auto con su familia, miró por última vez su casa y se dispuso a llegar al andén 9¾.


¡Gracias por leer!

Cardia.